LA VENDA Se quitó las vendas de los ojos, pero no dejó entrar la luz, tan asustado de lo que había más allá de la ceguera, de la oscuridad, del tacto, de la certeza. Cerró los parpados con fuerza, antes de reconocer que podía volver a ver el mundo que yacía a sus pies. Cómo cambia el tiempo la esperanza, la corroe hasta dejarla en los huesos. Si tan sólo se diera cuenta de que puede abrir los ojos y observar la cadencia de la luz entre las nubes, los colores dibujando el cielo, el polvo sobre la tierra, las sombras girando sobre el suelo. Si abriera los ojos, si se atreviera a mirar... Si se atreviera. UNA BALA -Te hubiera metido la pistola en la cabeza y habría disparado dentro de ella. Con la bala lacerando los recuerdos y destruyendo lo que eres tan deprisa como el viento se colaría por el horadado espacio de tu cerebro. No habría enterrado tus restos ni me habría apiadado de tu cuerpo. Tu alma sería lo de menos... tu corazón lo perdiste jugándote a las cartas todo lo demás. Se agachó junto a la tumba sin flores, la piedra diluida por la lluvia y el sol escondido entre nubes de tormenta. Sus ojos la misma paleta de grises que las rocas húmedas junto al mar. -Pero aquí estas, bajo tierra y sal. Y yo despidiéndome de ti, con sentido o sin él, así ha marcado el destino su camino. Todo lo que hubiera querido, todo lo que te he odiado y lo que te hubiera deseado se ha hecho polvo, como tu cuerpo dentro de unos años, como todos en algún momento. Como la vida que me has dejado. Se levantó y se acercó al margen del acantilado, mirando al horizonte. Allí venían las olas a morir, rompiendo contra la pared de piedra y hiel y en unas horas las estrellas lo harían también, alumbrarían hasta la muerte el lugar donde ella yace, con los ojos cerrados y la voz silenciosa y bella. Nada es sincero en aquel lugar, nada cuenta la verdadera historia. -Ojalá te despertases ahí, en el silencio. Sin nadie que te reconforte, que te coja esas manos frías y te diga que todo irá bien. Alguien que te quiera mientras te miente o te mienta mientras te quiere. Pero no yo sería esa persona, ni tú vas a despertarte. Estás muerta. No hay vuelta atrás. Dejó la vida en la bala, y la bala sobre la tumba. Y se marchó. I DON´T KNOW YOU Te echo de menos y no te conozco. Echo de menos tu mirada sobre mis ojos y tus ojos haciendo silueta de mi cuerpo. Echo de menos tu montón de libros sobre la alfombra, tu taza de café sobre la encimera, la ventana abierta hacia el sol y tus labios acariciando mi cuello bajo la lluvia, en plena calle, con el primer beso y la última canción. Echo de menos tus brazos bajo la almohada y tu cámara saludando desde la habitación, las fotos en blanco y negro, la luz que buscabas con el objetivo y tu voz, moviendo mi pelo hacia el otro lado, sentados junto a la ventana mirando al embarcadero. Te echo de menos. Y ya ni te busco ni te anhelo. Ni te escribo, ni te quiero. Si existes no estás conmigo, la vida no nos cruzó vadeando ningún desfiladero, ni me apretó junto a tu pecho en la playa que veo frente a mí, con el agua del océano inundando las concavidades de las rocas. Puede que sea arena que cambia de duna en duna y siempre escapa a la felicidad, volando bajo el sol del desierto. Por eso te echo de menos, porque no te conozco y aún así no te olvido. Carlota M.S