Sócrates y Mayéutica

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REV. OBSTET. GINECOL. - HOSP. SANTIAGO ORIENTE DR. LUIS TISNÉ BROUSSE. 2009; VOL 4 (1): 7-8
EDITORIAL
Sócrates y Mayéutica
S
ócrates, filósofo griego, precursor de Platón y
Aristóteles, nació en Atenas donde vivió a fines
del siglo V a C. Fue hijo de Sofronisco, de profesión
cantero y de Fainarate comadrona o partera.
Fue el verdadero iniciador de la filosofía en
cuanto le dio su objetivo primordial de ser la ciencia
que busca en el interior del ser humano. La base de
sus enseñanzas fue la creencia en una comprensión
objetiva de los conceptos de justicia, amor y virtud y
el conocimiento de uno mismo.
Su inconformismo lo impulsó a oponerse a la
ignorancia popular y al conocimiento de los que se
decían sabios. Comenzó así su búsqueda, preguntando y conversando con aquellas personas a quienes la
gente consideraba sabias, pero se dio cuenta de que
en realidad creían saber más de lo que realmente
sabían. Su mérito más grande fue crear la Mayéutica,
método inductivo que le permitía llevar a sus
alumnos a la resolución de los problemas que se
planteaban, por medio de hábiles preguntas cuya
lógica iluminaba el entendimiento. Sócrates se refería
a ella: “Mi a rte es, en genera l, como el de la s pa rtera s,
la única diferencia es que mis pa cientes son hombres, no mujeres y que mi tra to no es con el cuerpo
sino con el a lma , que está en tra nce de da r a luz”.
Sócrates desarrolló un método práctico basado en
la dialéctica, en el diálogo, en la conversación, en
que a través del razonamiento inductivo se espera
alcanzar la definición universal de los términos
objeto de investigación. Dicho método constaba de
dos fases: la ironía y la Mayéutica.
En la primera fase el objetivo fundamental es, a
través del análisis práctico de definiciones concretas,
reconocer nuestra ignorancia y desconocimiento de
la definición que estamos buscando. Sólo reconocida
nuestra ignorancia (“solo sé que nada sé”) estamos
en condiciones de buscar la verdad.
La segunda fase o “arte de dar a luz”, consiste en
la búsqueda de esa verdad, de esa definición
universal, ese modelo de referencia para todos
nuestros juicios morales, mediante preguntas de
modo tal que la otra persona llegue a descubrir la
verdad por sí mismo.
La dialéctica socrática irá progresando desde
definiciones incompletas o menos adecuadas a definiciones más completas o más adecuadas, hasta
alcanzar la definición universal.
Todo parece indicar que la intencionalidad de
Sócrates era práctica: descubrir aquel conocimiento
que sirviera para vivir, es decir, determinar los
verdaderos valores a realizar. En este sentido la ética
socrática es llamada “intelectualista”: el conocimiento
se busca estrictamente como un medio para la
acción. De tal modo que si conociéramos lo “bueno”,
no podríamos dejar de actuar conforme a él; la falta
de virtud en nuestras acciones será identificada con
la ignorancia y la virtud con el saber.
Sócrates exhorta a sus discípulos a la virtud
porque ésta es el bien supremo para el ser humano,
sin la cual no podemos ser felices. Para él no existe
felicidad sin virtud, siendo ésta la condición necesaria y suficiente para la felicidad.
Su crítica de la injusticia en la sociedad ateniense
le costó su procesamiento y sentencia de muerte
absolutamente injusta.
La importancia de Sócrates ha sido tan grande
que, después de su muerte se convirtió en símbolo
de honestidad filosófica y ética, de cuya figura han
querido apropiarse las más diversas corrientes de
pensamiento.
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REV. OBSTET. GINECOL. - HOSP. SANTIAGO ORIENTE DR. LUIS TISNÉ BROUSSE. 2009; VOL 4 (1): 7-8
Sócrates murió porque no aceptó conformarse
con la ignorancia humana y porque incentivó a sus
semejantes a hacer lo mismo, a cuestionarse, perfeccionarse, nunca conformarse. Es incómodo un hombre que se cuestiona y lo es aún más aquel que no
está satisfecho con modelos sociales y culturales
vigentes y los enfrenta con hidalguía. Sin embargo es
este tipo de persona, que con abnegación y sobre
todo humildad conduce a un grupo humano a nuevos
niveles de comprensión de sí mismo y del mundo.
Junto a su célebre “solo sé que nada sé”, de
profundas connotaciones científicas, también legó su
“conócete a ti mismo” de marcada orientación moral
y ética.
La enseñanza de Sócrates no deja indiferente ni
pasa inadvertida. A partir de ella se genera un tipo
de educación que no consiste sólo en entregar
conocimientos del profesor al alumno en forma
pasiva teniendo este último la obligación de absorber
todo lo que se le enseña, como si no tuviera
capacidad de razonar, argumentar o contraargumentar y de ello se olvidan varias casas de estudio. Muy
por el contrario el método socrático permite mediante el diálogo y la comunicación que el maestro guíe
al discípulo de manera tal que éste descubra el
conocimiento por sus propios medios. Es el arte de
enseñar, de aprender, de hacer. Es como muchos
hemos aprendido el arte de vivir la medicina, mediante el diálogo constructivo con nuestros maestros.
Además relaciona el hacer el bien, el conocimiento y el saber con la virtud y el mal con la ignorancia,
lo cual constituye un desafío extraordinario y una
gran motivación que impulsa al estudio permanente,
ya que mientras más se aprende es posible darse
cuenta de lo mucho que falta por saber, lo que
inevitablemente conduce al actuar con humildad y
rechazar la soberbia no pocas veces vista en algunos
que creen saber.
Relaciona de manera brillante el nacimiento de
un ser humano, del cual nuestra especialidad forma
parte, con el nacimiento o el dar a luz el conocimiento que buscamos el cual se encuentra en el interior
de cada uno de nosotros y al cual es posible acceder
mediante el proceso creado por él. Lo primero que
se debe reconocer es que sé nada respecto a lo que
quiero saber, que estoy dispuesto a aprender y a
buscar el conocimiento dentro de mí, único lugar en
que se encuentran las respuestas.
Sócrates ayudaba a buscar respuesta a grandes
interrogantes como virtud, justicia, amor, sin embargo su método es aplicable a preguntas e inquietudes
personales tanto en lo profesional como en lo
cotidiano o en todo aquello que en algún momento
nos aqueja o preocupa.
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De acuerdo a su premisa, es en el interior de
cada persona donde se encuentra la respuesta a
muchas interrogantes, por tanto la Mayéutica constituye una forma de crecimiento personal. El ejercicio
permanente de reconocer lo poco que sé, meditar de
manera reflexiva y creativa, permiten comprender
lo externo, lo intangible, así como también entender a los demás. A partir de esa conexión íntima
consigo mismo, pueden formarse criterios claros,
ideas constructivas y bien intencionadas, que puedan compartirse con personas de igual forma de
pensar y actuar.
Así entonces el conocimiento se transforma en
acción, para actuar mejor y ayudar a que los demás
lo hagan de igual manera. En este proceso no hay
lugar para la mezquindad, se comparte lo aprendido
y se ayuda del modo más sencillo a que otros
descubran lo bueno que existe en su interior.
Sus palabras y actitudes llegan hasta nosotros dos
mil quinientos años más tarde para ayudar a las
personas a ser más dignas, más virtuosas y menos
ignorantes y nos enseña a vivir mejor y a seguir
cuestionando.
De esta manera se ha ido generando el quehacer
de nuestra Revista. Mediante el diálogo, la comunicación, la discusión constructiva, hemos logrado en
primer lugar reconocer lo poco o nada que sabíamos
o que sabemos. Sin embargo, cada uno ha puesto lo
mejor de sí, ha vivenciado el método socrático de
dejar salir lo que estaba, por decirlo de alguna
manera, dormido, esperando ver la luz, lo que se ha
concretado en las numerosas publicaciones de los
más diversos autores.
El proceso continúa, no se detiene. Ya son
muchos los que han descubierto lo grato que resulta
sacar a la luz tantas experiencias clínicas vividas
junto a nuestras pacientes en nuestro Hospital, la
importancia de darlas a conocer, de compartirlas, de
difundirlas, para que otros aprendan a partir de ellas.
Y se realiza sin vanidad, sin afán de lucro, sin
reconocimientos de cualquier índole y sin horario
destinado expresamente para hacerlo. Lo hacemos
porque cuando se consigue aunque sea mínimamente encontrar respuestas, generar diálogo constructivo
con nuestros pares, maestros y alumnos, cuando la
dialéctica genera acción como lo logrado mediante la
Revista de Obstetricia de Ginecología del Hospital
Dr. Luis Tisné Brousse, que salió a la luz hace ya
cuatro años, una suerte de alegría íntima nos ilumina
diciéndonos que en nuestro libre albedrío, elegimos
la opción y el camino correcto.
Dr. Jor ge Var as Cor tés
Editor Jefe
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