IV. Dominio consensual, Observador. FUENTE: PSIQUIATRIA.COM. 2005; 9(3) Fernando Ruiz Rey. Psiquiatra Raleigh, NC. USA PALABRAS CLAVE: Epistemología, Maturana, Cognición, Lenguaje, Mente, Psicología, Sistema autopoiético, Biología, Filosofía, Construccionismo. Dominio consensual La situación del ser humano no escapa a la descripción de sistemas que se acoplan, el Dr. Maturana escribe:”Cuando dos o más organismos interactúan recursivamente como sistemas estructurales plásticos, cada uno siendo medio para la realización de la autopoiesis del otro, el resultado es un acoplamiento estructural ontogénico mutuo.” (2;29:47) De tal modo, que lo que aparece a un observador que contempla las conductas de estos individuos –resultantes de los acoplamientos mencionados- es: “como una red de secuencias de conductas entrelazadas que se gatillean [desencadenan] mutuamente que son indistinguibles de lo que él o élla llamarían un dominio consensual.” (2;30:47) Estas conductas son arbitrarias en el sentido de que: “pueden tener cualquier forma con tal que operen gatillando perturbaciones en las interacciones [de los sistemas interactuantes].” (2;30:47) Y también son contextuales: “porque su participación en las interacciones entrelazadas del dominio es definido sólo con respecto a las interacciones que constituye el dominio.” (2;30:47) Conviene recalcar que el Dr. Maturana está refiriéndose a dos niveles: el nivel estructural en que ocurren las verdaderas interacciones biológicas y, el nivel de un observador que atribuye a estas conductas entrelazadas un carácter consensual, un área en donde se genera consenso, pero ésto no es más que la opinión de un observador que ignora la realidad biológica, es sólo un ‘parecer’. Este dominio consensual tiene particular significado para el desarrollo de la tesis del Dr. Maturana, y conviene retener que lo de ‘consenso’ es sólo una apariencia para un observador no iniciado en la tesis del Dr. Maturana: desencadenamientos mutuos de los sistemas interactivos, perturbaciones dinámicas y cambios estructurales de segundo orden en los sistemas, todos siguiendo un determinismo ineludible, supuesto básico del autor. El Dr. Maturana sostiene que cuando dos o más sistemas establecen una dinámica de acoplamiento, cualquier miembro de este grupo interactivo puede ser reemplazado por otro, con tal que tenga la misma estructura necesaria para el acoplamiento del que reemplaza. Así mismo ocurre en el dominio consensual, un miembro puede ser reemplazado por otro extraño, con tal que corresponda (biológicamente) en este dominio consensual al que reemplaza. El Dr. Maturana concluye que: “Así, un dominio consensual es cerrado con respecto a las conductas entrelazadas que lo constituyen, pero es abierto con respecto a los organismos que lo realizan.” (2;30:47) En otras palabras, un miembro del grupo consensual no puede ser reemplazado por otro en base a lo aparente, sino que en base a su estructura que calza en el sistema acoplado, con o sin conservar la apariencia externa de coherencia, percibida por un observador externo. El énfasis en los acoplamientos (necesariamente siempre físico-químicos) entrelazados y congruentes que establecen los miembros congéneres de un grupo (seres humanos) reduce el dominio consensual a una apariencia para un observador externo ignorante de la tesis biológica del Maturana. Así presentado el dominio consensual se trata de procesos interactivos físico-químicos que siguen inevitablemente las leyes naturales en sus acoplamientos (para un observador externo que acepta la tesis del autor). Esta situación cambia con la emergencia del lenguaje, esto ocurre de acuerdo al biólogo, cuando: “la recursión ocurre en la que los organismos participantes realizan distinciones consensuales de distinciones consensuales. Cuando este dominio consensual recursivo se establece, un observador [externo] ve un dominio lingüístico generativo en el que ocurren metadescripciones. Un dominio lingüístico con tales características es lenguaje, y operar en él es, desde el punto de vista del observador [externo], operar en un dominio de descripciones que permiten la descripción recursiva de descripciones.” (3:22) En la sección Lenguaje revisaremos con más detalles el proceso de su emergencia. Baste señalar por ahora que el lenguaje surge gracias al fenómeno de recursión: descripción de una descripción en esta área de consenso de animales –seres humanos- con cerebros lenguajeantes. Pero es claro que en este proceso, como lo presenta el Dr. Maturana, se pasa ‘sutilmente’ de interacciones físico-químicas (distinguidas por un observador externo) a interacciones linguales (también distinguidas por un observador externo) que rebasan lo meramente físico y químico para entrar a lo vivencial. El Dr. Maturana propone que durante el proceso consensual de grupo se van superponiendo nuevas capas de consenso. A una capa de consenso –suponemos primaria- por efecto de las interacciones consensuales se generan cambios en los organismos componentes del grupo. Estos cambios determinan conductas distintas en las unidades interactivas componentes del grupo que, a su vez, generan otra capa de consenso, ésto es, un dominio consensual de segundo orden. Para este dominio consensual de segundo orden, el dominio consensual primario es considerado operacionalmente, una descripción de las circunstancias que desencadenaron la ocurrencia del nuevo nivel consensual. La plasticidad del sistema nervioso posibilita estas operaciones. Observador El Dr. Maturana escribe:”Nuestro cerebro, el cerebro del observador, se ha especializado durante la evolución como un instrumento para la discriminacion de relaciones, tanto relaciones generadas interna como externamente, pero relaciones dadas a través de interacciones y encarnadas en los estados de actividad relativa de sus neuronas.” (4:44) Esta propiedad de la neurofisiologia cerebral: interacciones con sus propias interacciones internas y externas, respaldan las habilidades de distinguir y describir del observador. Específicamente, la propiedad del cerebro de interactuar con sus propios estados posibilita, al recurrir sobre ellos, las descripciones que realiza el observador sobre las descripciones ya realizadas. El Dr. Maturana dice:”Como observadores vivimos en un dominio de un discurso interactivo con descripciones de nuestras descripciones en forma recursiva, y así se genera continuamente elementos de interacción.” (4:46) Para el Dr. Maturana la plasticidad que permite toda esta serie de acoplamientos y la generación de dominios de segundo orden tiene consecuencias extraordinarias. La secuencia de cambios estructurales ocurridos: “aún de manera mínima, en los confines del dominio consensual, de modo que, las relaciones de actividad neuronal generada bajo la conducta consensual van a constituir perturbaciones y componentes para más conducta consensual, se genera [van a generar] operacionalmente un observador.” (2;31:48). Primero ocurren las coordinaciones (correspondencia) consensuales de acciones (conductas: voz, gestos…), nace el lenguaje; en una segunda recursión, al “distinguir” esa correspondencia de conductas en el dominio consensual, aparece la observación de lo ocurrido, esto es, el observador. El observador es para el Dr. Maturana producto y parte de la dinámica de los cambios estructurales permitidos por la plasticidad del sistema (nivel biológico) en la interactividad del grupo (nivel lingüístico). Estas explicaciones que ofrece el Dr. Maturana consideran al lenguaje como una conducta del sistema vivo, consecuencia del dinamismo estructural. Pero cuando el autor habla de lenguaje no se refiere particularmente a las ondas auditivas o visuales que cruzan el espacio existente entre los miembros de un grupo consensual; el lenguaje para el Dr. Maturana implica mucho más. El lenguaje parece referirse más a la capacidad neurofisiológica cerebral (no sólo su recurrencia circular) de concienciar estos procesos (interacciones) consensuales; claro está, el Dr. Maturana se esfuerza por no entrar en esta vía de análisis y presenta al lenguaje como mera conducta; pero, que está capacitado para eventualmente observar y concienciar. Así presentado el proceso del origen del lenguaje me parece insuficientemente analizado; en todo caso, en la tesis del Dr. Maturana, la conciencia y los estados mentales aparecen ligados a una conducta que los genera misteriosamente. El Dr. Maturana enfatiza que los fenómenos que ocurren a nivel consensual tienen firme base estructural en los sistemas interactivos; los cambios de actividad neuronal generadas por las interacciones y acoplamientos son: “consensualmente distinguidas como componentes de un dominio consensual de segundo orden, la conducta del organismo se hace indistinguible de la conducta de un observador.” (2;33:49) La circularidad de la tesis es evidente: la biología explica el lenguaje y el observador y, el lenguaje y el observador constituyen la biología. El Dr. Maturana es categórico en su rechazo de las representaciones mentales; escribe: “si un organismo es observado en sus operaciones dentro de un dominio consensual de segundo-orden, aparece al observador como si su sistema nervioso interactuó con representaciones internas de las circunstancias de sus interacciones, y como si los cambios de estado del organismo fueran determinados por el valor semántico de estas representaciones.” (2;33:49) Pero el autor nos recuerda constantemente que la realidad biológica es determinante y precisa, todo lo que sucede sigue la dinámica de acoplamientos congruentes; en esta tesis no hay cabida para las representaciones mentales ni semántica. El Dr. Maturana es claro en colocar las representaciones mentales y la semántica en un segundo nivel de fenómenos consensuales, meros ‘reflejos’ a nivel de las interactividad consensual del observador mediante el lenguaje; escribe el autor: “Representación, significado y descripción son nociones que se aplican sólo y exclusivamente a las operaciones de los sistemas vivos en un dominio consensual y son definidas por un observador como referidas a conducta consensual de segundo orden. Por esta razón, estas nociones, no tienen un valor explicatorio para la caracterización de las operaciones actuales de los sistemas vivos autopoiéticos, aunque estas se generan por acoplamiento estructural. ” (2;33:50) El Dr. Maturana también rechaza la idea de que el lenguaje sea un proceso de intercambio de “información” (significados) acerca de un mundo externo entre las unidades interactivas de un grupo consensual, sólo acoplamientos estructurales en correspondencia. El autor rechaza explícitamente la posibilidad de intercambio de información en los sistemas interactivos y justifica este rechazo por razones ‘epistemológicas’ (adherencia al determinismo estructural de los organismos envueltos), pero además, porque, según él, con la aceptación de información: “se pierde el dominio de descripciones como un metadominio que existe sólo en un dominio consensual en referencia a otro dominio.” (2;31:48) En otras palabras la concepción de información es ajena e incompatible a su concepción presentista y conductual del lenguaje. El observador que observa la conducta resultante de los acoplamientos de segundo orden puede ‘pensar’ (los seres biológicos no piensan, sólo actúan determinados por sus estructuras) que el organismo responde, se comunica con el ambiente y sus congéneres; pero como ya lo hemos repetido haciendo eco al autor, esto no corresponde a la realidad biológica, en ésta sólo se dan acoplamientos congruentes. Para el Dr. Maturana un observador no es primariamente un objeto: “observar es un dado en la praxis del vivir en el lenguaje, y estamos ya en él cuando empezamos a reflexionar sobre él.” (1;12:1) El autor define: “un observador es, en general, cualquier ser que opera en lenguaje, o en particular, cualquier ser humano que entiende que el lenguaje define la humanidad.” (1;6) Más específicamente: “Los observadores operan en el lenguaje, sólo a través de sus interacciones recursivas en el dominio de acoplamientos estructurales en los que recursivamente coordinan acciones consensuales, como operaciones en sus dominios de experiencias a través de sus praxis de vida.” (1;10:2). El observador nace cuando se genera un metadominio de descripciones lingüísticas, operar en este metadominio es ser un observador; este es un dominio consensual, por tanto el observador no puede operar fuera de él y está intrínsecamente ligado a lo social. Este metadominio es un concepto de especial importancia en la tesis del Dr. Maturana, en este dominio surgen las explicaciones y con éllas, el concepto de sí mismo y de la realidad en todos sus aspectos. El Dr. Maturana sostiene que el observador en el lenguaje, constituye todo lo existente: “Así, decir que algo emerge como el observador lo actualiza en su distinción en lenguaje, especificando sus condiciones de constitución, es decir que algo existe en el mismo dominio de existencia en el que el observador opera como sistema vivo.” (5:13) Las entidades distinguidas tienen la concretidad de las operaciones con que el observador las distingue en sus operaciones de ser vivo. Por esto el Dr. Maturana no habla de una ontología realista, sino de una ontología constitutiva. El Dr. Maturana propone que un observador no versado en conocimientos biológicos puede realizar distintas descripciones del dominio consensual, puede por ejemplo, pensar equivocadamente que las interacciones de los componentes del grupo se efectúan de acuerdo a representaciones mentales del ambiente o al intercambio de información, pero lo que ocurre en cualquier caso es que, desde el momento que este observador comunica sus descripciones a otro observador se genera un metadominio; escribe el autor: “cuando un observador se comunica con otro observador, él o élla, definen un metadominio desde la perspectiva del cual un dominio consensual aparece como un dominio de distinciones, indicaciones, de acuerdo a como el observador se refiere a la conducta observada.” (2;30-31:48) El Dr. Maturana sostiene que la descripción que hace un observador de una situación de interacción de sistemas, implica una relación, la del observador y el sistema interactivo que describe; especifica el Dr. Maturana: “una descripción siempre implica una interacción.” (2; 31:48) Esta interacción se refiere al observador y lo observado, y esto es posible, porque vivimos en el lenguaje. El observador es parte de un grupo vasto, ya que todas las unidades humanas viven en un sistema consensual amplio y común, como es la comunidad, con acoplamientos y correspondencias estructurales ya establecidos. Por esto el Dr. Maturana escribe: “Actuamos de una manera entrelazada con otros observadores en un dominio generado ontogenéticamente a través de nuestro acoplamiento estructural directo (madre-niño) o indirecto (miembros de la misma sociedad).” (2;31:48). Esto es, gracias a nuestro pasado ontogénico de acoplamientos estructurales mutuos –directos e indirectos- podemos ser parte de esta interacción actual, de describir lo que observamos en nuestra interacción con lo observado; en otros términos, disponemos del lenguaje que no hemos creado nosotros mismos. Un observador que observa a los observadores es un “super-observador”. Este super-observador puede observar el sistema dinámico interactivo del observador y lo que observa, en base, según el autor: “a relaciones propias de un segundo-orden de dominio consensual que permite a un observador jugar tal papel, el papel de un observador de segundo orden, el observador del observador en su medio”. (2;46:59) Se puede decir que en la tesis del Dr. Maturana se dan dos áreas de actividad con características diferentes: las explicaciones biológicas deterministas, y los fenómenos secundarios al lenguaje, con consciencia, posibilidad de error y ‘apariencia’ –al menos- de libre elección. El autor insiste que la primera está en la base de todo, pero el determinismo físico-químico no puede explicar la emergencia de la consciencia ni de la libertad que se le otorga al observador; si todo lo que ocurre se rige por el determinismo, la existencia del error no tiene lugar. El Dr. Maturana parece no ver estas dificultades cuando afirma la existencia de:”isomorfismo intrínseco en la consistencia relacional de la operación dentro de un dominio consensual y la consistencia relacional de la operación de un organismo en su dominio de la autopoiesis.” (3:24) Todos los procesos de observar directamente y de observar al que observa, son posibles gracias al lenguaje. Con el lenguaje el Dr. Maturana emprende la tarea de explicar los procesos psicológicos, sociales y culturales del ser humano. El biólogo va a continuar insistiendo que el lenguaje opera mediante distinciones recursivas consensuales que se visualizan a sí mismas, para conectarlo de este modo, a las bases biológicas como las concibe en su teoría; pero como ya se ha comentado, con el lenguaje nace el observador, la conciencia y la libertad de elección que no pueden ser compaginadas con el determinismo de la biología como la presenta la tesis del Dr. Maturana.