dantza ere; itzal eta errespetu aundiko edozein Jaunek dantzatzeko neurri-neurrikoa. Olaxe egiten da sinistagarriago, Erriko A gintarien eta Apaizen arteko, San Juan eta San Pedro jaietako Dantza. Bego, beraz, ontan gauza: gure A gintariak, Errietan dantzarako Plaza ederrak eratuaz, eta besterik dantzaraziaz gañera, berak dantzatzen ere zirala, antziñako urte aietan... oitura oiek, gaur, «arrigarri» bilakatzeraño galdu badira ere. LA A U TO R ID A D Y LAS D A N Z A S POPULARES (RESUMEN) N uestras autoridades locales han cuidado siem pre de p ro po rcion ar a sus súb dito s e l solaz de la danzas, tanto pro cura ndo equipos de dantzaris com o danzando e llo s m ism o s en las fiestas populares a m odo de un núm ero m ás de ellas. Y n o sólo e l cab ild o c iv il, sin o tam bién e l eclesiástico. En 1662, en O yarzun, am bos cab ild os danzaron p o r las fiestas de San Juan y San Pedro, en e l «c im ito rio » de la iglesia, frente a la basílica de San Juan. A sim ism o, en 1682, en la procesión de la fe stivid a d d e l C orpus, fig u ra ro n 51 dantzaris, costeados p o r e l m u n ic ip io . E l baile p o p u la r de las fiestas patronales, p o r su parte, era presenciado p o r las autoridades desde e l balcón de la casa concejo. Desde luego, para tales solaces y reg ocijos populares se ha c o n tado siem pre en todos los pueblos con plazas adecuadas, presididas p o r la casa c o n ce jil, tanto en poblaciones mayores (San Sebastián, Tolosa, Vergara, M on dra gón , Oñate, E lgóibar, etc.) com o en las pequeñas (Alzaga, B alia rra in , O rendain, Abalcisqueta, etc.) H oy nos extraña que, ju n to con las autoridades civile s , danzasen los eclesiásticos. Q uizás se crea que la danza co n s titu ía entonces un rito re lig io so . R ito re lig io s o no lo creem os, pero s i un trib u to social religiosa m ente pagado p o r ambas autoridades a l pueblo. La conciencia cívica en aquellas fechas era m uy honda en todas las clases sociales, y todo lo que fuese una «costum bre p o p u la n >se cum p lía con toda seriedad com o un deber sagrado. Tal creemos la explicación d e l caso. Desde luego, nada de exh ib ic io n is m o fo lk ló ric o n i de ro m a n tic ism o de n in g ú n género. Aparte de que las pro pias danzas referidas eran de una sobriedad m uy grande, sin cabriolas n i contoneos de n ing una clase, sin o sólo pasos rítm ic o s en grave marcha alrededor de la plaza pú blica, a l e s tilo de la m u til-d a n tz a d e l Baztán, o de las danzas de las autoridades y vecinos de lo s carnavales de Lanz, en Navarra.