Es como si quisiera decir algo y no pudiera, como si tuviera fuegos artificiales, y lágrimas y tornados aquí dentro – se tocó el pecho – y no puedo gritar, ni soltarlos, quiero abrir el cielo de un navajazo y dejar que la lluvia me permita respirar, quiero vivir maldita sea, y no sé cómo. Así que me quedo aquí, y te miro, y te quiero. Pero no lo digo, sólo te miro y siento con todas mis fuerzas que si cierro los ojos me moriré, volaré hasta el infinito y caeré y así, así al fin podré sentir algo. Que lo que vivo no es cierto, que puedo imaginarlo todo de nuevo. Quiero que me beses, eso quiero, hacer estallar los cristales, cometer locuras que no tengan vuelta atrás, reescribir la historia, hallar un final para esta novela, escribir la primera mejor frase de la historia que describa lo que es imposible de resumir, este ardor en mi pecho, este frenesí, ¿es esto vivir? ¿Es esto sufrir, morir? Quiero que recojas mis pedazos y leas en los rastros quién soy yo, de quién te has enamorado, si soy un fraude o si soy el amor de tu vida, si vale algo esto que sentimos, esto que respiramos, este amor que nos consume y esta sensación de pérdida, de fatiga, de sublime dolor, de ansia, de viaje por recorrer. Siento que vuelo, ¿no me ves? Siento que soy más que yo misma, siento que si pienso un segundo más me desvaneceré. Bésame, y dejamos que el mundo se caiga. Son nuestras trincheras, y ganaremos la guerra a golpe de poemas, quiéreme mucho, quiéreme siempre, fabrica la única arma que pueda romperme el corazón y luego bombéame felicidad, de esa que enciende los ojos y hace que tu mirada sea siempre mía, para que cuando te vea, se ilumine el universo. Eso es lo que quiero decir y no puedo. Voy a escribirme unas alas, y echar a volar. De una maldita vez, volar.