www.uclm.es/centro/cesco COMPRAVENTA DE UN BIEN DE CONSUMO CELEBRADA ENTRE EMPRESARIOS: ¿SE APLICA EL RÉGIMEN DE GARANTÍAS DEL TRLGDCU? 1 Mª Del Sagrario Bermúdez Ballesteros Profesora Ayudante (Doctora) de Derecho Civil Centro de Estudios de Consumo Universidad de Castilla-La Mancha Fecha de publicación: 17 de noviembre 2014 1. Objeto de la consulta Se formula al Centro de Estudios de Consumo (CESCO) una consulta relativa a la normativa aplicable en materia de garantías en la compra de productos de consumo en este caso se trata de un ordenador- cuando quien adquiere es una empresa y lo hace para destinarlo al uso empresarial. Concretamente, la pregunta que se plantea es la siguiente: Cuando se trata de un producto comprado por un consumidor final se aplica la normativa contenida en el Real Decreto Legislativo 1/2007, de 16 de noviembre (TRLGDCU), pero cuando el producto lo compra una empresa para su uso ¿qué normativa se aplica: el TRLGDCU o el Código Civil? 2. Respuesta La trascendencia de determinar si quien compra es o no consumidor final radica en que de ello va a depender la aplicación o no al caso de la normativa de protección a los consumidores. Así: Si el que adquiere lo hace para destinar el bien al consumo privado, tendría la consideración de consumidor. Se aplicaría, por tanto, el régimen de garantías del TRLGDCU. 1 Trabajo realizado dentro del Proyecto de Investigación DER 2011-28562, del Ministerio de Economía y Competitividad (“Grupo de Investigación y Centro de Investigación CESCO: mantenimiento de una estructura de investigación dedicada al Derecho de Consumo”), que dirige el Prof. Ángel Carrasco Perera www.uclm.es/centro/cesco Por el contrario, si el bien es adquirido por un empresario para incorporarlo a su empresa como herramienta de trabajo no estaríamos hablando de un consumidor. En este caso, la responsabilidad del vendedor en caso de vicios o defectos ocultos en el producto adquirido se regiría por las reglas del Código Civil sobre saneamiento en la compraventa. El TRLGDCU contiene el régimen de garantías de los productos de consumo en los arts. 114 y ss. En dicho régimen hay que distinguir dos tipos de garantía: la garantía legal (arts. 114 a 124) y la garantía comercial (arts. 125 y 126). La primera, derivada del propio contrato de compraventa, es inderogable, e impone al vendedor la obligación de responder frente al consumidor de las anomalías o defectos (faltas de conformidad) en los productos vendidos en los términos establecidos legalmente (2 años en los bienes nuevos y 1 año, como mínimo, en los bienes de segunda mano). Confiere al consumidor el derecho a optar entre reparación, sustitución, rebaja del precio o resolución, de acuerdo con lo previsto en la ley. La segunda, que no nace del contrato de compraventa, supone una ventaja adicional ofrecida voluntariamente por el garante al consumidor, que amplía y ha de respetar los derechos que ya le corresponden en base a la garantía legal. El régimen de garantías expuesto se aplica a las ventas de bienes de consumo celebradas entre un vendedor profesional y un consumidor2, descartándose la aplicación del mismo a: (i) las realizadas entre profesionales o empresarios y (ii) las concluidas entre particulares. Según se dijo anteriormente, la aplicación del régimen previsto en el TRLGDCU a la compraventa realizada dependerá de la existencia de un consumidor, en calidad de comprador, en el negocio concluido. El concepto de consumidor lo recoge el art. 3 TRLGDCU3, que establece: 2 El art. 114 señala qué sujetos deben participar en la venta de bienes de consumo para que su regulación resulte aplicable, disponiendo al respecto: “El vendedor está obligado a entregar al consumidor y usuario productos que sean conformes con el contrato, respondiendo frente a él de cualquier falta de conformidad que exista en el omento de la entrega del producto”. 3 En la redacción dada por la Ley 3/2014, de 27 de marzo, por la que se incorpora a nuestro ordenamiento la Directiva 2011/83/UE, sobre los derechos de los consumidores. www.uclm.es/centro/cesco “A efectos de esta norma y sin perjuicio de lo dispuesto expresamente en sus libros tercero y cuarto, son consumidores o usuarios las personas físicas que actúen con un propósito ajeno a su actividad comercial, empresarial, oficio o profesión. Son también consumidores a efectos de esta norma las personas jurídicas y las entidades sin personalidad jurídica que actúen sin ánimo de lucro en un ámbito ajeno a una actividad comercial o empresarial”. A tenor de la definición expuesta, lo relevante para que un sujeto merezca la calificación de “consumidor” es que realice el acto de consumo con un propósito o fin ajeno a su actividad empresarial. Se convierte en criterio decisivo el destino que se dé al bien o servicio recibido: debe tratarse de un destino privado, no empresarial o profesional4. Así, la compra del ordenador se entendería hecha por un “consumidor” cuando, aun adquirido por un empresario, el producto se destina a un uso particular y no se incorpora a una actividad empresarial, profesional o comercial. Por el contrario, el empresario que, con tal condición, adquiere un bien de consumo para destinarlo a su actividad comercial o empresarial -aunque fuera del ámbito de su objeto o su especialidad-, no entraría en el concepto de “consumidor”. Este es el criterio mantenido de forma mayoritaria tanto por la doctrina como por la jurisprudencia5. Trasladando las consideraciones expuestas al caso sometido a consulta, debemos concluir que al instaurarse la relación (compra de un ordenador) entre dos empresarios o profesionales, sin que el adquirente merezca la condición de “consumidor” (por destinar el bien adquirido al uso empresarial, y no al uso privado), no se aplicará el régimen de garantías previsto en el TRLGDCU (arts. 114 y ss.). En estos casos habrá que estar, a falta de otros beneficios y condiciones ofrecidos voluntariamente por el vendedor al 4 En este sentido, señala la Exposición de Motivos del TRLGDCU que se considera consumidor o usuario a quien “interviene en las relaciones de consumo con fines privados, contratando bienes y servicios como destinatario final, sin incorporarlos, ni directa, ni indirectamente, en procesos de producción, comercialización o prestación a terceros” 5 Vid. CARRASCO PERERA, A. (Dir.), El Derecho de consumo en España: presente y futuro, Madrid, Instituto Nacional de Consumo, 2002, pág. 32; BERCOVITZ RODRÍGUEZ-CANO, R., “Comentario al art. 3”, en R. BERCOVITZ RODRÍGUEZ-CANO (Dir.), Comentarios al Texto Refundido de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios, Cizur Menor, Thomson-Aranzadi, 2009, pág. 95; CÁMARA LAPUENTE, S., “Comentario al art. 3”, en S. CÁMARA LAPUENTE (Dir.), Comentarios a las normas de protección de los consumidores, Madrid, Colex, 2011, págs.. 139 y 140; MARÍN LÓPEZ, M.J., “El <<nuevo>> concepto de consumidor y empresario tras la Ley 3/2014, de reforma del TRLGDCU” en Revista CESCO de Derecho de Consumo, núm. 9, 2014, págs. 9 y 10, http://cesco.revista.uclm.es/index.php/cesco/article/view/465/401 www.uclm.es/centro/cesco comprador como garantía comercial6, a las reglas generales del Código Civil, esto es: el régimen de saneamiento en caso de defectos o vicios en la compraventa, previsto en los arts. 1484 y ss. CC. De forma resumida, el régimen sería el siguiente: el comprador dispondría de las acciones edilicias, pudiendo optar entre desistir del contrato (acción redhibitoria), abonándosele los gastos que pagó o exigir una rebaja proporcional del precio (acción quanti minoris), a juicio de peritos. Además, cuando el vendedor actúe de mala fe, porque conociendo los vicios y no los manifieste, estará obligado a indemnizar los daños y perjuicios al comprador que opte por la resolución (art. 1486 CC). La elección entre ambas acciones es libre para el comprador, pero si se ejerce una queda excluida la otra. El plazo para el ejercicio de estas acciones es de 6 meses, contados desde la entrega de la cosa vendida (art 1490 CC). 6 Se trataría de beneficios o condiciones adicionales que el garante no está obligado a conceder pero que, por política comercial, decide otorgar al comprador que no tiene la consideración de “consumidor”, a efectos de aplicación del régimen del TRLGDCU.