Y, desde la Misericordia experimentada, caminando hacia atrás, comprenderá Pedro la Cruz, comprenderá que es por nuestros pecados, y para que nuestros pecados sean olvidados. Y comprenderá Pedro la Eucaristía, y en ella el lavatorio de los pies, porque ahora ve en el pan que recibió de las manos de Jesús su Cuerpo roto y entregado, y en el cáliz, su sangre derramada para el perdón de los pecados. Nada de la Eucaristía y nada de la Cruz se entienden sin la Misericordia. MONSEÑOR FRANCISCO CASES ANDREU OBISPO DE CANARIAS Por eso comprenderemos todos, en Pedro y con Pedro, que el servicio que nos pide el Señor no es sólo un elemental servicio de las mesas; se puede hacer esta tarea con una humildad que enorgullece porque nos realza ante los que nos miran. Comprenderemos que el servicio es la entrega de la vida de un modo muy real, y muy total. Como el viejo profeta Isaías comprenderemos que solo podemos hacer profesión de disponibilidad diciendo: "aquí estoy, mándame", si el ángel ha tocado nuestros labios y nos ha dicho: «ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado» . Cuando nos hayamos resistido y lo hayamos negado, cuando nuestra debilidad nos permita ver con claridad la verdad más real de nosotros mismos, incluso a través de la trasparencia de las lágrimas, la gracia alegre y pacificadora del Señor nos lavará los pies, nos preguntará por el amor, y nos llamará de nuevo: ¡Sígueme! Ahora, que eres consciente de tu pequeñez; ahora, que eres consciente de mi fuerza, que te hace capaz de servir hasta la entrega de la vida, ¡Sígueme! Te necesito para lavar los pies cansados y sucios de mis ovejas, te necesito para mostrar caminos, sanar heridas y secar lágrimas. ¡Sígueme! Que el Señor nos bendiga con su amor y nos llene de amor mutuo Francisco, Obispo -6- HOMILÍA EN LA ORDENACIÓN DE DIÁCONO CATEDRAL BASÍLICA DE SANTA ANA. LAS PALMAS DE G.C. 2 DE JULIO DE 2016 recomería en mi propio fracaso, seguiría viendo mis manos sucias, y no tendría modo de salir de este laberinto de desesperación, porque el Maestro ya no está, ha muerto, y yo, Pedro, formo parte de esa red de voluntades y actuaciones que le han entregado a la muerte. El llanto amargo de Pedro tiene una enorme trascendencia. Sin salida. ADAY J. GARCÍA JIMÉNEZ Isaías 6, 1-2a. 3-8 Salmo 95, 1-2a. 2b-3. 10 Filipenses 2, 1-11 Juan 13, 1-16. 33-38 Por eso hace falta recurrir al último capítulo de la historia y encontrar el decisivo, el verdadero "más tarde". En la ribera del lago de Tiberíades es el momento de la Misericordia, que lava y olvida el pecado, que no solo hace a Pedro tener parte de nuevo con Jesús, sino que pone en sus manos las propias ovejas porque le devuelve la confianza, que hace capaz de seguir a Jesús hasta dar la vida por Él y por su rebaño. El Evangelio de Juan se cierra precisamente con este relato de la Misericordia. Jesús, el Señor Resucitado, pregunta, y pregunta tres veces a Pedro si lo ama. No sólo repite la pregunta para vencer las tres negaciones, sino porque Pedro tiene necesidad de comprender. ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Del corazón de Pedro ha desaparecido la arrogancia, ahora comprende que necesita dejarse lavar por Jesús. El Maestro le plantea la pregunta sobre su amor en comparativa con el de los demás discípulos, pero Pedro ya no quiere compararse con nadie, e, incluso para responder de su amor, se remite al conocimiento que tiene Jesús de la pequeñez de su corazón y de su debilidad: Tú conoces todo, tú sabes que te quiero. Pedro será repuesto en su condición de pastor, de primer pastor, no solo porque confiesa su amor al Maestro, sino porque ha experimentado el poder del perdón y la misericordia de Jesús. "Más tarde comprenderás", "más tarde me seguirás"; sí, cuando hayas experimentado la ternura de Dios, la infinita Misericordia de Dios, cuando abras tu corazón a la esperanza de ser amado sin tener en cuenta el límite de tu pecado (cf. MV 2) -5- Cena el lavatorio, es la palabra que explica el Amor que hay en la entrega de la vida. Es la palabra que explica que la entrega es total, hasta el final, hasta la muerte. Es la palabra que explica la libre voluntad de Jesús en esa entrega de la vida. No, no son los acontecimientos los que atropellan al Maestro y lo arrastran hasta la muerte. El Buen Pastor ya había anunciado que da la vida por sus ovejas; la da, no se la quitan, la entrega libremente (cf. Juan 10, 18). Pedro comprenderá "más tarde" lo que hace Jesús con Él lavándole los pies, cuando comprenda la Eucaristía y vea en ella el pan roto, entregado para ser repartido, y el cáliz de la sangre derramada en alianza para la salvación del mundo. Pero Pedro no podrá comprender la Eucaristía hasta que no vea a dónde va Jesús, a la muerte. Tratará de seguirlo, dispuesto a dar la vida por Él, pero su orgullosa decisión solo le llevará a la cobardía de la negación, una vez y otra vez y otra vez. El misterio de la Cruz de Cristo es el misterio de su propio pecado, porque en su arrogancia y su cobardía ha dejado solo al Maestro ante la muerte. Su fundamental debilidad, su pecado, tiene que ver con la muerte de su Señor. Él también tiene las manos sucias de abandono, de negación y de muerte. ¿Comprende entonces Pedro que no ha sido capaz de seguir a Jesús hasta el final, que lo ha seguido de lejos, y solo hasta el patio del palacio del sumo sacerdote? ¿Comprende entonces Pedro que tiene que dejarse lavar por Jesús? ¿Comprende entonces Pedro que solo tiene parte con su Maestro si se deja lavar? ¿Comprende entonces Pedro que no ha podido dar su vida por su Señor? Comprendo que si yo fuera Pedro y me encontrara ante estas cuestiones, pensaría firmemente que tenía razón el Maestro: que necesitaba ser lavado, que solo si me dejaba lavar podría tener parte con Él, que solo entonces podría seguirle, que solo con este lavatorio podría dar mi vida por Él. Pero, comprendiendo todo así, llegado a este "más tarde", me -4- HOMILÍA EN LA ORDENACIÓN DE DIÁCONO CATEDRAL BASÍLICA DE SANTA ANA. LAS PALMAS DE G.C. 2 DE JULIO DE 2016 Mis queridos Hermanos todos, mis queridos Hermanos Sacerdotes, mis queridos Formadores y Seminaristas, del Mayor y del Menor, muy querido Aday. Metidos de lleno en el Año Jubilar de la Misericordia que nos ha invitado a vivir el Santo Padre Francisco, el Señor, acordándose de su misericordia, nos convoca hoy en asamblea de oración, para dar gracias con el Sacrificio de Cristo, el Señor hecho Siervo. Él se despojó de sí mismo y nos dio ejemplo con el servicio de su vida; y con su Espíritu, fortalece a los hermanos que ha elegido para que puedan ser ministros disponibles, servidores humildes, del altar y de todos. Este Espíritu pedimos hoy para nuestro hermano Aday. Como nos ha dicho el Papa Francisco: ser misericordiosos como el Padre significa seguir a Jesús en el camino del servicio.1 Misericordia, seguimiento de Jesús, camino del servicio. Tres temas vinculados entre sí, que la Palabra de Dios nos ayuda a comprender y a acoger. La página del Evangelio que hoy hemos escuchado nos presenta la obertura de la Cena pascual en el Evangelio de san Juan. Hay un tono de gran solemnidad en este inicio: Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Y en seguida una anotación que parece romper esta solemnidad: Estaban cenando. Parece desproporcionada esa manera de iniciar el 1 Papa Francisco, Audiencia Jubilar, 12 de marzo de 2016 -1- relato: una cena, de la que apenas si se mencionan elementos, entreteniéndose largamente en el rito previo del lavatorio de los pies. Pero a todo lo que rodea este rito, Juan hace seguir el anuncio de la traición de Judas, la despedida que hace Jesús de sus discípulos y la gran oración sacerdotal de Cristo antes de salir con sus discípulos hacia el huerto, al otro lado del Cedrón. ternura, anuncia su partida inminente. De nuevo Pedro interrumpe el discurso y la actuación de Jesús: Señor, ¿a dónde vas? Y la respuesta de Jesús vuelve a abrir la incógnita de hace un momento: No me puedes seguir ahora, no darás tu vida por mí ahora, me negarás hoy mismo tres veces. Me seguirás más tarde. ¿Cuándo es ese más tarde? La solemnidad de la obertura y la grandiosidad de los temas abordados, nos invita a advertir que el lavatorio de los pies trata de algo que Jesús valora de una manera muy singular. Jesús lava los pies de sus discípulos como lo debería hacer el criadillo o en su defecto el menor o el menos importante del grupo. Jesús ha optado por hacerlo Él mismo y ha sorprendido a sus amigos con el gesto, hasta el punto de que Pedro se niega a ser lavado. La firmeza de Jesús y la precisión de sus palabras de respuesta a Pedro nos ponen en la pista de que en el lavatorio de los pies hay mucho más que un ejemplo que los discípulos deben imitar, como el mismo Jesús indicará cuando ha concluido el rito. ¿Se trata solo del servicio material que manifiesta la humildad y la disponibilidad? He orado reflexionando en ese "más tarde" y les ofrezco mi pequeña conclusión. A los ritos, los gestos, las celebraciones hay que ponerles palabra para comprenderlos en todo su alcance. Los ritos sin palabra son rutina que se repite, sin que afecten al corazón e influyan en la vida. En la Pascua judía eran los niños los que preguntaban: ¿por qué hacemos esto? En la primera Pascua cristiana es Jesús, que precisamente ha hecho el oficio de pequeño sirviente, el que pregunta: ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? El mismo Jesús nos indica con sus palabras que hay más, mucho más: - Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde. ¿Cuándo es ese más tarde? ¿Qué es lo que tiene que comprender, que ahora no entiende? - Si no te lavo, no tienes parte conmigo. En este grupo que Jesús ha formado cuenta más el dejarse lavar por el Maestro que el mismo acto de servicio que imita su gesto. - Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. Pedro se deja lavar, Jesús toma el manto, pregunta a sus amigos si han comprendido lo que ha hecho, exhorta a la repetición del gesto de servicio por parte de todos, y, cargado de -2- En realidad hay muchas cosas que comprender: Haced vosotros lo mismo. Haced esto en conmemoración mía. El lavatorio de los pies hace comprender la Eucaristía, la Cena Pascual. Y la Eucaristía hace comprender la Cruz y la Muerte en Cruz. El himno de la carta a los Filipenses parece una explicación escenificada de esta secuencia: Considerad por la humildad a los demás superiores a vosotros... Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús... Él se quitó el manto de Dios, se despojó de sí mismo tomando la forma de esclavo... se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. Del pequeño gesto del lavatorio hasta el enorme misterio de la muerte de Cristo en la Cruz hay una línea continua de servicio, entrega de la vida, amor. La Cena de Jesús con sus que tan elementalmente menciona Cena el lavatorio -precisamente valora-, es la palabra que explica discípulos -precisamente lo Juan en su relato-, y en esa el gesto que Juan resalta y la Cruz. La Cena, y en esa -3-