LOS VALORES SOCIALES EN LA LABOR EDUCATIVA Por Pedro José Crespo González Vicepresidente de ANPE Canarias Vamos a centrarnos ahora en el tema de los valores sociales, en la labor educativa y para ello, consideraremos tres situaciones reales vividas en mi labor sindical, e intentaremos dar respuesta a estas tres preguntas: c ¿Cuáles son los valores sociales que debemos abordar y promover desde la escuela? d ¿Qué condiciones se han de dar para que la escuela pueda transmitir valores sociales que construyan? e ¿Qué nos toca hacer a los docentes? VALORES SOCIALES PARA DAR SENTIDO A LA LABOR EDUCATIVA 1ª Situación: Mª Jesús, una afiliada del CEO Estévanez Murphi, me contó la experiencia que realizaba en su aula con 17 alumnos de 2 niveles diferentes, 3º y 4º de primaria. El centro está en una zona marginal de S/C de Tenerife donde abundan situaciones de exclusión social, de droga y muchos casos de desestructuración familiar. A Mª Jesús le costó mucho conectar con los alumnos, y mucho más lograr que se acercasen siquiera a adquirir los objetivos propuestos en su programación; pero lo logró: todos pasaron de curso. El secreto muy sencillo, los hizo partícipes de su aprendizaje, logró captar su atención cocinando en clase, haciendo que ellos elaborasen las recetas, las escribiesen, las leyesen, calculasen las cantidades adecuadas. Logró que se respetasen, que colaborasen y todo en un ambiente adecuado, fueron el ejemplo del colegio y una experiencia a repetir. Los valores sociales que se deben abordar desde la escuela son los valores que nos permiten afrontar la tarea de ser felices y hacer felices a las demás personas. Por supuesto, para eso, necesitamos una serie de saberes, habilidades o competencias instrumentales (lectura, escritura, cálculo, idiomas, habilidades sociales...), etc. La escuela, a la vez que estos instrumentos, se suma al conjunto de la sociedad proponiendo a los chicos y chicas que experimenten y asuman vivir de acuerdo a unos valores. Hay una serie de valores en los que todos y todas llegamos a un consenso: • El respeto (a las demás personas, a sí mismos, a los demás grupos humanos, a sus símbolos, a la naturaleza, a la vida). 1 • La autonomía entendida esta como la responsabilidad personal –no disuelta en el grupo, la sociedad, los demás-, para elegir, para comprometerme, para asumir las consecuencias de mis elecciones y compromisos. • La solidaridad y la justicia, es decir, la corresponsabilidad ante la situación de las personas más desfavorecidas, las que han sido golpeadas por la vida, las condiciones sociales. • El gozo, el disfrute... de las cosas buenas y bellas, de la amistad, de las relaciones familiares, del arte, el deporte, la diversión que nuestra vida y nuestra cultura nos depara. • Y otros valores, no necesariamente compartidos por todos, pero que deben ser respetados por muy minoritarios que pudieran ser: las tradiciones, las posiciones políticas, las pertenencias religiosas, etc. CONDICIONES PARA TRANSMITIR VALORES SOCIALES CONSTRUCTIVOS 2ª Situación: En una visita al CEIP Temocodá, un pequeño colegio de 9 unidades de la isla de La Gomera, la directora del centro me transmitió la queja de los padres y de ella misma; “Cada año cambian todos los maestros del colegio, menos yo, que ya me considero “del pueblo”. Es muy difícil que los padres crean en la labor del centro, en lo que intentamos transmitir como “Proyecto de Centro”, lo que buscan los maestros que vienen es irse cuanto antes a Tenerife, “Chipude está muy lejos”, “¿Qué puedo hacer yo sola?” Nuestra experiencia nos dice que cuando tenemos corta edad nos sentimos el centro del mundo. Educar no es otra cosa que hacernos caer en la cuenta de que las demás personas existen, que merecen nuestro reconocimiento, nuestro respeto y nuestro servicio. Eso es costoso, porque nuestro mundo tiene muchas ambigüedades, pero es precisamente en ese esfuerzo donde nos jugamos nuestra libertad y nuestra capacidad de ser felices. La escuela es una ayuda para el muchacho y la muchacha, puede ser un referente, pero nunca es el instrumento único. Por eso, al menos, se deberían dar estas condiciones: • La escuela debería ser coherente con la sociedad. Los valores no son de la escuela, sino de la sociedad. En esa sociedad hay personas dañadas, grupos desintegrados, familias en situación de riesgo psicosocial, negociantes que se lucran a partir del deterioro de las personas. Debemos saber eso para aprovechar lo mejor de nuestro entorno, lo que da más vida, lo que muestra la responsabilidad, el ejercicio de la libertad y la justicia, la capacidad de asumir responsablemente las situaciones de mayor precariedad. No podemos dejar de proponer la excelencia en los valores. Esa excelencia existe, está en muchas personas e instituciones. Para que podamos ser educadores en valores, una condición necesaria, una condición de posibilidad, es nuestra capacidad de hacer visibles a las personas e instituciones que los realizan. 2 • La escuela tiene que saber a dónde va. Tenemos que ser capaces de formular un proyecto educativo que sea asumido por la comunidad educativa. Sin ese proyecto educativo, que incluye no sólo los mínimos que todos debemos cumplir, sino los valores que deben ser alentados (aunque no siempre puedan ser exigidos), todos nuestros esfuerzos serán los de francotiradores que se hacen la guerra unos a otros (entre compañeros, con los directivos, la familia, las demás instituciones públicas). Para que la escuela pueda ser transmisora de valores, debe formular de forma consensuada y exigente los valores que quiere proponer. • La escuela tiene que poner los medios para dirigirse a donde quiere. No basta tener una lista de valores. No hablo únicamente de un listado de medios materiales, que muchas veces son lo menos importante, sino de unos medios que nos permitan articular propuestas de convivencia que sirvan para promocionar esos valores: La dirección tiene que tener claro su papel y debe asumirlo en el liderazgo del centro y la comunidad. La participación de los diferentes órganos de gobierno debe fomentarse y cuidarse especialmente. El profesorado y el alumnado deben implicarse, con medios concretos y exigentes, en la propuesta educativa, en su formulación y también en su gestión. Los medios, por tanto, deben ser participativos, subsidiarios y responsables. ¿QUÉ TAREAS TENEMOS POR DELANTE COMO PROFESORADO? 3ª Situación: Hablamos ahora de un caso muy cercano, el ejemplo de un docente que desarrolló su labor docente en un pueblo pesquero, también en la isla de La Gomera y durante 17 años, pero su labor la desarrolló hace ya más de 20 años. Sin duda eran otros tiempos, otras metodologías, otra sociedad, otros valores, otras leyes educativas, pero el fin el mismo: educar. Y sí, este maestro educó a actuales médicos, abogados, jueces, pescadores, amas de casa,… El trabajo era en equipo y el ambiente entre la comunidad educativa inmejorable, se formaban, a pesar de las dificultades técnicas y de la lejanía. En resumen; un ejemplo a seguir. Además de las anteriores condiciones, está la realidad que afecta a cada uno de los miembros de la comunidad educativa. Los chicos y las chicas están en aprendizaje, eso es obvio. Pero también lo está la dirección del centro, el profesorado, quienes prestan servicios, las familias, las demás instituciones públicas con las que el centro se relaciona, la propia administración pública de la que dependemos. En concreto, ¿qué podemos pedir de quienes ejercemos la función docente? Fundamentalmente, tres cuestiones: profesionalidad, formación permanente y sentido institucional o de equipo. 3 • • Profesionalidad: Los contenidos de esta cualidad se definen así en la real academia: Cualidad de la persona u organismo que ejerce su actividad con relevante capacidad y aplicación. Se trata de ejercer nuestra misión con dedicación relevante y con competencia en lo que tenemos que hacer. Cada uno, cada una, puede encontrar en el trato de la administración, el equipo directivo o el ambiente con las familias, muchas razones para “dimitir” de esta exigencia. Pero somos valiosos, muy valiosos, somos insustituibles. Para muchas chicas y chicos, somos la esperanza. Nos tienen que ver como personas que realmente se dedican y saben a lo que se dedican, personas con determinación en lo que hacen y competencias suficientes para hacerlo. Formación permanente: Las circunstancias son cambiantes, la formación que recibimos en la universidad no es siempre suficiente, los cambios sociales nos hacen, a veces, en pocos años, irreconocible el paisaje humano en medio del que somos docentes. Sin duda la formación permanente es decisiva: también estamos en aprendizaje continuo. Debemos aprender a: • • afrontar conflictos y resolverlos con autoridad y fomentando la participación, • tratar a chicos especiales, • incorporar las innovaciones en el currículo. y chicas con necesidades educativas Debemos capacitarnos para aguantar presión, para exigir responsabilidad, para saber conducir el aula y afrontar los diferentes eventos que en el aula y el centro tienen lugar. Sentido institucional o de equipo: Ningún docente está capacitado anteriormente expuesto. La institución no es otra cosa que la unión de muchos esfuerzos. Trabajamos en equipo en ciclos, departamentos, en los equipos directivos, en colaboración con las diferentes administraciones públicas, con las familias. Eso lo hacemos a través de organismos diversos especificados por la ley (consejo escolar, claustro, dirección, etc) y a través de otras iniciativas espontáneas que tenemos que cuidar. para hacer en solitario lo 4