la disciplina de la imaginacion 2

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LA DICIPLINA DE LA IMAGINACION
Por:
Margarita Morales Peña
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INTRODUCCION
Vamos a aprender a diferenciar la educación de la cultura para poder
llevarnos a la disciplina de la imaginación en la voz de Antonio Muñoz
Molina. La reflexión sobre el lugar de la literatura y de la palabra escrita en
la enseñanza que se ha venido estableciendo en España y que no está muy
lejana de la que se vive en México entre lo que se llama educación y
cultura.
No hubo sino hacia un par de años un ministerio de educación y uno de
cultura y cuando ahora están juntos alguien se ha puesto a pensar si hay
alguna relación en lo que hace la parte educativa y lo que hace su lado
cultural, o lo que queda de las dos los traspasos a las autonomías.
EDUCACION Y CULTURA DOS COSAS DIFERENTES
Para ahondar más las diferencias debe anotarse que la Cultura es el
campo del prestigio mientras que la educación apenas ocupa páginas de
verdadera relevancia en los periódicos, ni es motivo, en general, de la
atención sincera y preocupada de la que se dedican al periodismo, y casi
tampoco de los que se dedican a la política, incluso a la política educativa.
Cuando un asunto relacionado con la enseñanza provoca titulares es
infaliblemente porque está siendo usado como pretexto para alguna
reyerta partidista.
La educación es un oficio que ha sido despojado en los últimos años de toda
su dignidad pública y de gran parte de su legitimidad moral. Para alcanzar la
categoría de lo culto no es necesario saber sino estar al día. Más que el
maestro ilustrado y perseverante importa el nebuloso gestor de actos
culturales, los planes de estudio y las temibles reformas educativas, que
tienen la virtud de empeorar todo desastre, por definitivo que este
pareciera : Daré un ejemplo solido dela educación con falta de cultura.
Parece de una claridad aleccionada. Hace algunos años se celebró en
Madrid una exposición de Velázquez, a la que acudieron no sé cuantos
cientos de miles de personas de primaria y bachillerato. En apariencia era
un encuentro entre esos dos ámbitos ajenos entre si la educación y la
cultura, cabe preguntarse con tranquilidad en qué medida estaban
adiestrados la mayor parte de los alumnos para mirar y entender la pintura.
Añadiré un segundo ejemplo: A un concierto de música clásica asisten un
grupo de alumnos de bachillerato, generalmente inducidos por profesores
para calificación de trabajo, empieza el concierto y acabo d unos minutos
loa chicos se impacientan, tosen, se aburren, aplauden a destiempo,
provocan miradas de disgusto de los acomodadores y d los entendidos. Por
eso es inútil llevarlos a ese tipo de sitios, diría que por que no entienden la
música, porque ni les interesa, no tienen curiosidad, entonces hay que
regresarlos al gueto de la educación.
Se preguntara porque todavía no hablo de la literatura. Pero lo cierto es
que desde el principio no he dejado de hacerlo, pues no es posible
reflexionar sobre el sentido de la literatura sin establecer las condiciones
precisas en las que se produce y las relaciones entre el acto de escribir y el
acto de leer. Si la literatura como tiende a crearse ahora es un adorno o un
fetiche y aparta da de la vida que solo puede interesarla los eruditos
universitarios, entonces tienen razón quienes la desdeñan.
LITERATURA PARTE DE LA IMAGINACION
Si la literatura es superflua, es decir si no es útil para la vivir, y no alude a
fundamentales de la experiencia humana, lo mismo los escritores y los
profesores, que nos ganamos la vida gracias a ella, tendremos razón si nos
sentimos impostores, y que en rachas de desaliento sentimos que carece de
sentido dedicarse a un oficio que no le importa a nadie más que a nosotros.
La literatura no es cultura sino algo más serio y más elemental. La
literatura, su medula, es consecuencia de su instinto de imaginación, que
opera con plenitud en la infancia y que poco a poco suele ir atrofiándose,
como todo órgano que se deja de usar.
Nuestra imaginación se apodera de las cosas, trasmutando su realidad
ostensible en una apariencia maleable que obediencia a nuestros deseos. El
papel que está ocupando en la memoria y en la vida cotidiana lo ocupaban
los cuentos en nuestra infancia. A medida que cresemos y que se nos
comienza a adiestrar para el trabajo, para la masedumbre y la desdicha, el
hábito de la imaginación se vuelve incomodo o peligroso, y desde luego
inútil y sin darnos cuenta lo vamos perdiendo, no porque este sea un
proceso tan natural, si no porque hay una determinada presión social para
que nos convirtamos no en individuos sanos, felices y autónomos, sino en
súbditos dóciles, en empleados productivos, en lo que antes se llamaba
hombres de provecho. La literatura nos enseña a mirar dentro de nosotros
y mucho más lejos del alcance de nuestra mirada y de nuestra experiencia.
Es una ventana y también un espejo y muy necesaria, algunos al consideran
un lujo, en todo caso es un lujo de primera necesidad por eso todo aquel
que en el oficio de los profesores o en de los escritores, defienda tales
convicciones corre un serio riesgo de ser calificado de extravagante, incluso
de reaccinado.
Aprender a leer libros gozarlos también es una tarea que requiere un
esfuerzo largo y gradual, lleno de entrega y de paciencia, también de
humildad. Parece imposible que la gente se olvide un poco de la televisión
para consagrarse a la literatura, y que en las escuelas exista la verdadera
posibilidad de que los profesores y alumnos compartan la experiencia del
aprendizaje de la imaginación y de la racionalidad que son también virtudes
cívicas, pero vale la pena la temeridad de intentarlo. La enseñanza de la
literatura sirve para algo más que para descubrirnos, también para que
nosotros aprendamos a expresarnos mediante ese signo de condición
humana la palabra inteligencia e imaginación.
Mi liga de pixtón para el comic es:hpp//pixtón.com/mx/:psa8
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