A C U E R D O En la ciudad de La Plata, a 16 de mayo de 2007, habiéndose establecido, de conformidad con lo dispuesto en el Acuerdo 2078, que deberá observarse el siguiente orden de votación: doctores de Lázzari, Kogan, Roncoroni, Genoud, Negri, Hitters, Soria, se reúnen los señores jueces de la Suprema Corte de Justicia pronunciar sentencia "Loupias, Víctor en definitiva Francisco acuerdo en la contra ordinario causa L. Kluber para 74.535, Lubrication Argentina y otros. Cobro. Despido. Diferencia salarial". A N T E C E D E N T E S El Tribunal del Trabajo Nº 2 de San Isidro hizo lugar a reclamo la excepción de de diferencias prescripción salariales con por relación el al concepto "desarrollo en favor de la empresa" y acogió parcialmente la demanda deducida por Víctor Francisco Loupias contra Kluber Lubrication Argentina, en cuanto pretendía el cobro de diferencias salariales y de indemnización por despido. Impuso las desestimado costas y a a la la parte demandada actora por por el aspecto cuanto se declaró procedente. Ambas partes, actora y demandada, dedujeron sendos recursos extraordinarios de Inaplicabilidad de ley. Dictada la providencia de autos y hallándose la causa en estado de pronunciar sentencia, la Suprema Corte decidió plantear y votar las siguientes C U E S T I O N E S 1ª) ¿Es fundado el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley deducido por la parte demandada a fs. 848/859? En su caso: 2ª) ¿Lo es el deducido por la actora a fs. 816/839? V O T A C I O N A la primera cuestión planteada, el señor Juez doctor de Lázzari dijo: I. En lo que constituye materia de impugnación, el tribunal del trabajo confirió validez a cierto acuerdo -instrumentado en un documento objetado por la demandada-, según el cual se concedían sustanciales beneficios al actor para la determinación de la indemnización por antigüedad en el supuesto de despido. Entre sus fundamentos se encuentra el que las firmas que aparecen tanto en el documento que contiene las cláusulas cuestionadas como en un ‘certificado de empleo’ también traído, han sido reconocidas por representantes de la demandada, haciendo aplicables al caso las previsiones contenidas en el art. 1016 del Código Civil. Sobre tales bases hizo lugar al reclamo de cuarenta mil dólares estadounidenses (U$S 40.000) por cada año de servicios prestados para el cálculo de la indemnización por antigüedad, agregando a ello las diferencias salariales reclamadas con ajuste por la desvalorización monetaria. II. La parte demandada dedujo recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley en el que denuncia infracción de los arts. 499, 1012, 1017, 1019, 1030, 1145, 1154, 1161, 1172 y 1198 del Código Civil. Cuestiona, en lo sustancial, la validez otorgada al acuerdo sobre el que se sustentó dicho pronunciamiento, reiterando que la cláusula referida a la indemnización por antigüedad no constaba en el original suscripto como así tampoco en el ejemplar en su poder. III. El recurso es procedente. III. 1. En lo que interesa señalar, el ingeniero Loupias reclamó en autos el cobro de diferencias en la indemnización por antigüedad y una compensación salarial en concepto de desempeño y desarrollo de conformidad a las pautas establecidas en un convenio (con cláusulas originales y agregados), cuya copia luce a fs. 289, y que corrobora el certificado de empleo que, también en copia, obra a fs. 294. Sobre dicha base demandó en autos el cobro de cuarenta mil dólares estadounidenses (U$S 40.000) por cada año de antigüedad computable (primero de los rubros) y otros cien trescientos mil dólares cincuenta mil adeudados de la -de misma un total moneda- que de la empresa se había comprometido a abonar en septiembre de 1986 por "desarrollos recibidos". La firma de este acuerdo tuvo lugar el 19-XI-1982, y el demandante declaró, a fs. 310 vta., haber percibido en forma escalonada, antes de setiembre de 1986, la suma de doscientos mil dólares (U$S 200.000). III. enfáticamente 2. La estos parte puntos del demandada acuerdo, desconoció admitiendo la celebración del mismo sólo respecto a los cinco puntos que forman parte del cuerpo estructural del instrumento, negando los agregados que se diferencian del resto y que claramente fueron introducidos sin respetar los márgenes ni el diseño del original. Agregó el ejemplar en su poder del convenio suscripto, en el que no constan los aditamentos mencionados (fs. 354), y destacó las circunstancias que patentizan la falta de semejantes reconocimientos, coherencia a la y vez proporción que de consideró inexistente (fs. 422 vta.) el crédito invocado por el actor (ver contestación de demanda de fs. 413/38). Sostuvo, en definitiva, que el acuerdo no se celebró en los términos denunciados en la demanda (fs. 430 vta.). III. 3. Como se desprende de esta sucinta reseña de la postura de las partes, la demandada ha sustentado su defensa en el desconocimiento y la negativa del contenido del documento en el que, precisamente, basa su reclamo el actor. Un ejemplar de dicho documento -el aportado por el actor- se halla glosado a fs. 460, mientras que el presentado por la demandada obra a fs. 354. El primero de estos ejemplares muestra un acuerdo denominado "convenio laboral", celebrado en la ciudad de Buenos Aires, fechado el 19 de noviembre de 1982, que contiene cinco cláusulas -escritas en un cierto tipo de máquina y con respeto por los márgenes y los espacios entre renglones-, y dos párrafos más (de la misma fecha, pero en la ciudad de Quilmes) dactilografiados con una máquina diferente, uno intercalado entre la última cláusula y el cierre del convenio, y el otro sobre el margen izquierdo y en sentido vertical. Por supuesto también aparecen las firmas de los intervinientes y un sello que certifica la autenticidad de las firmas de los representantes de la demandada. El segundo ejemplar (el aportado por la firma demandada) sólo respectivas exhibe firmas, todas las cinco ellas cláusulas reconocidas y las por sus autores. La aparición de esas cláusulas adicionales es explicada por el actor cuando promueve la demanda (ver fs. 306), remitiéndose a negociaciones de último momento y a razones de apuro en la suscripción. Estas circunstancias -por supuesto- fueron desconocidas por la demandada. En el instrumento de fs. 460 se declara que se suscriben dos ejemplares; no se sabe cuántos se habrían confeccionado del de fs. 354 (ver la pericia caligráfica de la causa penal). Todavía queda por señalar que, a fs. 459, obra un denominado ‘certificado de empleo’, presentado por el demandante, fechado en 1985, donde, en su última parte, se alude a términos la existencia que esa del parte convenio principal manifestara. en También los este instrumento fue objetado por inauténtico por la contraria. III. 4. Ante ello, nuestro objetivo resulta (dadas las tamañas diferencias respecto de lo convenido, según se tome uno u otro instrumento) verificar cuál de las dos versiones del acuerdo suscripto al 19 de noviembre de 1982, representa auténticamente la voluntad que las partes tuvieron al celebrarlo. A tal fin podremos servirnos de cualquier medio de prueba, puesto que -a pesar de haber sido reconocidas las firmas-, el contenido ha sido tachado de parcialmente falso (cf. causa Ac. 50.863, sent. del 14-XI-1995, "Acuerdos y Sentencias", 1995-IV-219), ante lo cual no rige la limitación del art. 1193 de la ley civil, y existe -por otra parte-, principio de prueba por escrito, lo que permite la aplicación de lo preceptuado en la última parte del art. 1191, siempre del Código de fondo. Demás está decir que será la prueba de indicios la que ha de resultar fundamental a la hora de formar convicción. Sin embargo, antes de ingresar en tales consideraciones, debo detenerme en la interpretación que, de las conductas de las partes, efectuara el tribunal a quo, a partir de los hechos que se dieron por probados. En el veredicto (fs. 769 y vta.) fueron analizadas las declaraciones de varios testigos, entre los cuales se encontraban quienes reconocieron las firmas de los documentos en cuestión: uno de esos testigos (Blumgrund) admitió que las firmas de los instrumentos de fs. 459 y 460 le pertenecen, pero asegura que el último no tenía los agregados que ahora luce, y con relación al otro no puede declarante precisar lo (Bentel), referido aun a cuando su contenido. también El otro reconoce como propia una de las firmas de fs. 459, desconoce por completo el contenido del cuerpo del documento y recalca que el mismo fue suscripto en blanco (ver acta de la vista de causa, fs. 763 vta.). Haciendo sentencia (ver hincapié fs. en 778) tales se elementos, consideró en probada la la autenticidad del certificado de empleo (aplicando el art. 1016 del Código Civil); y ello sirvió como prueba complementaria que permite corroborar la autenticidad del convenio en que se sustenta el reclamo. Este razonamiento -sin embargo- parece forzado. Ello, por una parte, porque omite la consideración de lo prescripto por los arts. 1017 y 1019, siempre de la ley de fondo, en cuanto el primero estatuye que el signatario (en este caso, la demandada, a través de sus representantes Blumgrund y Bentel) puede oponerse a las obligaciones que se encuentren demostrando en (por el instrumento cualquier suscripto medio que no en sea blanco, la prueba testimonial) que no fueron esas las declaraciones que tuvo en vista al firmar el documento; en tanto, la segunda norma se ocupa del caso de sustracción fraudulenta de un pliego en las mismas oportunidades condiciones. (causa Ac. Al respecto, 68.838, sent. ya del en otras 10-IV-2001; causa Ac. 72.972, sent. del 13-II-2002) he sostenido que, cuando se trata de documentos firmados en blanco, deben diferenciarse los entregado la en contenido casos en confianza determinado que de (que el que es instrumento será llenado cuando ha sido con rigen un las disposiciones de los arts. 1016 y 1017), de aquellas otras hipótesis en que el documento ya firmado ha sido sustraído, porque el suscriptor -para demostrar lo ocurrido y dispensarse de aquello a lo que figura obligado- no podrá en el primer caso usar la prueba testimonial, mientras que en la segunda alternativa podrá usar todo tipo de prueba. Y tal es lo que se ha dado en autos, según se desprende de las defensas opuestas: la demandada ha denunciado que el certificado de empleo (firmado en blanco y obtenido por el actor por su fácil acceso a este tipo de documentación dentro de la empresa) ha sido fraguado con la finalidad de obtener una indebida e ilícita ventaja patrimonial (ver fs. 437). En su apoyo alega una serie de características permitirían que presenta inferir su dicho documento inautenticidad; y ante que ello, atendiendo a lo prescripto por el citado art. 1019 del Código, también este certificado debió ser analizado a la luz de restante prueba producida (testimonial, pericial y, sobre todo, la de indicios), porque la presunción legal emanada del reconocimiento fue puesta seriamente en entredicho. Por otra parte (siempre analizando críticamente el pronunciamiento del tribunal a quo), debe anotarse que todas sus argumentaciones tienen que considerarse referidas al ‘certificado de empleo’, y no al ‘convenio laboral’, como parece desprenderse de lo dicho a fs. 778 vta. Ello pues respecto de éste último todas esas apreciaciones resultarían inválidas, ya que no se trata de un documento firmado en principio, blanco, en esto sino hay de un acuerdo instrumento entre las donde partes), (en ha quedado un claro entre el texto escrito y las firmas, y ese espacio se habría destinado (según el actor exclusivamente) a ser llenado con otras estipulaciones. Y por último encuentro la siguiente paradoja: así como los representantes de la demandada reconocieron sus firmas en el convenio laboral, también lo hizo el actor respecto de su propia signatura (ver fs. 557 vta., in fine), claro que con las reservas del caso. Ante ello, las mismas presunciones fehaciencia del que han servido certificado de para fs. 459, declarar la pudieron ser utilizadas para declarar auténtico el convenio cuya versión obra a fs. 354, y ello hubiera arrastrado al rechazo de este aspecto ángulo, la de la demanda. debilidad del Esto muestra, argumento del desde tribunal, otro y la necesidad de haberse valorado las demás constancias de la causa para apuntalar la resolución a dictarse. En asumidas definitiva: por instrumentado certificado de las el en partes, 19 empleo de atención tanto el el las convenio noviembre fechado a 29 de 1982 de marzo posturas laboral como de el 1985, debieron ser examinados rigurosamente a la luz de toda la prueba producida, sin limitación de medio alguno, ya que las discrepancias que muestran las versiones presentadas por cada uno de los litigantes son demasiado groseras -y se traducen en diferencias económicas sumamente importantescomo para omitir su consideración al amparo de una presunción juris tantum de la ley, sobre todo cuando ésta alcanza a sólo uno de esos instrumentos. III. 5. Atendiendo a todo ello, y antes de entrar en el análisis de las probanzas producidas, considero prudente puntualizar algunos extremos: a) En primer lugar, debe recordarse que, del juego de los principios que informan la distribución de las imposiciones probatorias y, especialmente, desde una visión más moderna de carga de prueba dinámica y solidarista (Morello, Augusto, La Prueba, Tendencias Modernas, 2° ed. ampliada, Librería Editora Platense), se coloca en cabeza del actor la necesidad de demostrar la efectiva incorporación consensual y la validez de las cláusulas que son soporte material de su reclamo. Es que, tratándose de un compromiso adicional, por demás inusual y extraordinario (donde parece superfluo señalar su dimensión económica), resultaba apropiado que fuera el reclamante quien debía acreditar el hecho mismo que constituye la causa jurídica de la obligación que se pretende. En otras palabras: al actor no sólo le competía aportar el instrumento que refleja la convención, sino también -sobre todo ante la gravedad de las negativas y defensas esgrimidas- las excepcionales circunstancias que relatara y que desembocaron en su tan irregular conformación. b) Por otra parte, me detengo (fundamentalmente por la influencia que tiene en el sentido de mi voto) en las virtudes probatorias de la causa penal recientemente agregada, solicitada de oficio por esta Corte -según se desprende de fs. 1483-, recibida y puesta de manifiesto a las partes por disposición de fs. 1487, de lo que fueron expresamente notificadas (cédulas de fs. 1488 y 1489/90). La reclamación de oficio de un expediente (aunque su existencia haya sido denunciada por una de las partes), para que sus constancias sirvan de prueba en otra causa, roza (al decir de Morello) zonas sensibles del proceso legal adjetivo. Es dable destacar, sin embargo, que en el caso que nos ocupa no se está intentando incorporar una temática nueva o no propuesta por las partes, sino que se trae una prueba que (al menos, con la certeza que en la actualidad tiene) antes no existía o no estaba disponible. En todo caso, estamos en presencia de un hecho producido durante la sustanciación de la causa, decididamente relevante -al menos a mi entender- y cercano a la previsión contenida en el art. 163 inc. 6°, segundo párrafo, del Código Procesal Civil y Comercial. Y ello porque si, como se ha pedido reiteradamente, los jueces han de tener la certeza racional y moral de las afirmaciones en que apoyan sus resoluciones, y han de perseguir la verdad objetiva de los hechos que las nutren, no nos es posible cerrar los ojos a los datos que, al momento de la sentencia, nos brinda el mundo, aunque esos datos no existieran antes o no estuvieran a nuestro alcance, pero que ahora -por la vertiginosa dinámica de la vida- nos son fácilmente aprehensibles. Tal el caso de la causa penal a que vengo haciendo referencia: la sentencia que en ella ha recaído es el elemento nuevo en el mundo, que resulta de utilidad manifiesta para la resolución del presente, pero que -como tal- recién ahora puede incorporarse a nuestras actuaciones. Sin embargo, como dice Morello (en la ya citada obra La Prueba, Tendencias Modernas, 2° ed. ampliada, capítulo 7), a la urgente y urgida necesidad de los jueces de estar en claro controvertidos, y debe llegar a la oponerse su verdad deber de los de hechos asegurar elementales derechos procesales (audiencia, bilateralidad, igualdad, etc.), evitando las ‘sorpresas’ que el litigio puede deparar. Tan prudente recomendación, en el caso, se ve cumplida con la resolución que, una vez recibido el expediente del fuero penal nacional, lo puso de manifiesto y a disposición de las partes por un lapso prudencial, disposición que fue notificada mediante cédula a los interesados. Pongo de resalto que ninguna de las partes ha intentado oponerse a la agregación de esa causa, ni tampoco -en tiempo propio- ha ensayado forma alguna de alegato sobre lo que de la misma surge, lo que me refuerza en mi intención de conjugar estos nuevos elementos con los ya incorporados durante la tramitación en el tribunal de origen. c) Por último, y atendiendo a la importancia que se le asignará en el presente caso, anticipo algunas precisiones sobre la prueba de indicios. Como es sabido, se trata de una prueba indirecta por la que se llega a la convicción de la ocurrencia de cierto hecho a partir de la comprobación de otros hechos diferentes, mediante una operación lógico crítica (proceso inferencial) que se da en el espíritu del juez, y que encuentra su apoyo en la propia experiencia sobre cómo acostumbran a suceder los hechos, según el curso natural y ordinario de las cosas (para usar la expresión contenida en el art. 901 del Código Civil). Para Carnelutti un hecho se convierte en indicio -fuente de prueba, como el testimonio o el documento-, cuando una regla de experiencia lo pone con el hecho a probar en una relación lógica que permita deducir la existencia o no existencia de éste (Carnelutti, La prueba Civil, 2° ed. Depalma, p. 191 y ss., trad. Alcalá Zamora y Castillo). O, si se quiere, resulta la conclusión que se obtiene del examen conjunto e integral de la prueba o "totalidad hermenéutica probatoria" (J. W. Peyrano, El proceso atípico, Universidad, Bs. As. 1993, p. 131/7). En el caso, versará sobre cómo las pruebas producidas (de cualquier índole que fueran) provocan el convencimiento de cuál de los instrumentos presentados es el auténtico y ayudarán a formar la convicción no sólo el número de elementos acreditados, sino también su gravedad, trascendencia, univocidad, concordancia y, aun, la falta de indicios en contrario. Pero, además de todo ello, considero fundamental el que la inferencia presuncional (es decir, el paso reductivo por el que desde los hechos probados se arriba al hecho admitido) Inversamente, resulte si ágil, el espontánea razonamiento o intuitiva. aparece forzado, inatinente o artificioso, la prueba de indicios resultará inútil porque no provocará la buscada certeza. III. probado por 6. el Veamos ahora tribunal a qué quo y fue lo considerado cuáles fueron las conclusiones que de ello se ha extraído, con abstracción de las circunstancias en que tuvo lugar el despido (que, a la luz del recurso, pueden considerarse superadas). Según ya dije antes, con base en lo que se dio por probado en el veredicto, en la sentencia se concluyó en que el certificado resultaba auténtico autenticidad adelanté, tal del de empleo, y ello convenio conclusión reconocidas servía para laboral. Y, me parecía las firmas, corroborar según producto la también de un razonamiento forzado que no sólo omite la consideración de las demás pautas establecidas en la ley, sino que también renuncia a la valoración de otras pruebas (o saca de ellas conclusiones excesivamente comprometidas). En otras palabras, creo que el tribunal ha desvirtuado el alcance de los documentos presentados y resignado la posibilidad de admitir prueba en contra de las pautas establecidas en los mismos. Reiniciemos, entonces, el análisis del material probatorio: A. El llamado certificado de empleo, del cual si bien se han reconocido las firmas de los representantes de Klüber, se ha cuestionado su contenido. A su respecto cabe aclarar, en primer lugar, que no reviste más carácter que el de un elemento afirmaciones del reclamo dijo que de actor prueba respecto haber celebrado corroborante al convenio y de las base del suscripto con su empleador. Por otra parte, se debe asentar que de ninguna manera puede considerárselo constitutivo de la obligación, y -por último- que toda su fuerza probatoria se ve debilitada por otras circunstancias: es por demás extraño que un certificado de este tipo lleve la firma de quien es su beneficiario; es diverso de los que habitualmente la empresa extendía (ver fs. 358 y 359); no fue confeccionado por quien tenía a su cargo dicha tarea (ver ilustrativa declaración de Heidi Neher de Kahn; fs. 440/1 de la causa penal); en la empresa solía haber hojas membretadas firmadas en blanco, a las que el actor tenía acceso, etc. Aunque considerado ninguno de estos elementos pueda ser prueba de algo, analizado dentro del plena contexto total abarcado en la causa debilitan la capacidad del certificado de generar convicción o ser, como se dijo, un elemento corroborante. B. Del convenio laboral, que es el fundamento del reclamo indemnizatorio, se desprenden claramente las siguientes circunstancias: a) la cláusula referida a una indemnización en dólares estadounidenses fue incuestionablemente agregada con otra máquina y en momento diferente a -circunstancia la realización reconocida por original el del actor-, documento aprovechando espacios en blanco, inclusive en forma transversal sobre su margen izquierdo; b) es notoriamente diferente del otro ejemplar, acompañado por la demandada, en el que no aparecen los agregados cuestionados; c) el agregado sobre la suma reconocida para el caso de despido se contradice con la cláusula 1° del convenio original, en virtud de la cual se estableció que para el caso de despido o renuncia "se respetarán las leyes argentinas de trabajo"; d) no obstante la trascendencia de la referida incorporación, los agregados no fueron salvados por los firmantes... Es decir, existen diversas y (por llamarlas de algún modo) curiosas irregularidades, entre las cuales se halla nada menos que el extravío registrado de el los libros convenio, contables según nos donde debió quedar los peritos informan actuantes a fs. 330 vta. de la causa penal. El actor pretendió salvar tales irregularidades sosteniendo que este convenio, en su original, constaba de cinco puntos, pero que cuando se lo mostraron -en la planta de Quilmes- se opuso a suscribirlo así porque resultaba "incompleto" tratados al con no incluir anterioridad la totalidad con los de los puntos directivos de la empleadora. Pidió que fuera nuevamente redactado pero que, como no se disponía de tiempo, con una máquina de escribir del lugar se introdujeron los agregados que ahora se ven (ver fs. 306). versión: Verdaderamente, no no por se entiende resulta qué no convincente se hizo de tal nuevo ejemplar de un convenio tan importante y cuyas cláusulas eran tan pocas que una buena mecanógrafa hubiera trasladado a papel en contados minutos, ni por qué -ya que nada lo impedía- no fueron salvados los párrafos agregados (aunque más no fuera con la media firma del único de los autorizados que no se había retirado urgido por un viaje), ni resulta creíble que no hubiera más papel ... Y, sobre todo, no se entiende por qué entre ese 19 de noviembre de 1982 y la época del distracto, en diciembre de 1989 (unos siete años), correctamente para sus el un actor no instrumento intereses, insistió que, resultaba en siendo -cuando confeccionar tan importante menos- tan poco esmerado. C. Veamos algo de la declaración prestada por el actor en la causa penal tramitada en la Provincia de Buenos Aires. Cabe aclarar aquí que resulta opinable si una declaración testimonial puede considerarse como confesión judicial en otro proceso, cuando su autor es parte en dicho proceso y los términos en que se expidiera resultan perjudiciales al mismo y favorables a su contraparte. Devis Echandía se pronuncia en sentido afirmativo, sosteniendo que para que exista confesión basta que el hecho sea perjudicial al declarante o favorable a su adversario, sin que importe la intención que aquél tenga al hacerla, concluyendo que para que la confesión sea judicial basta que se produzca en un proceso. Deja a salvo que, en todo caso, si se exigiera para la judicial que ocurra en la misma causa, la declaración de que se trata tendría el carácter de confesión extrajudicial en otro proceso ("Teoría general de la prueba judicial", t. I, p. 641). De todas maneras, si no de confesión, al menos estamos en presencia de lo que la ley llama una presunción simple (art. 423 último párrafo, C.P.C.C.), que posee gran fuerza convictiva para el caso, aunque no olvido que esa causa concluyó con un sobreseimiento definitivo en beneficio del denunciado. Relató el actor en dicha sede (fs. 64 causa penal) que Blumgrund y Kottgen se entrevistaron con él en Quilmes y que el contrato no estaba firmado por nadie en el momento que se lo presentan pero que tenía colocados los nombres de todos, que exigió la colocación de las cláusulas pactadas previamente, y que Blumgrund no estaba de acuerdo con la incorporación de esas cláusulas pero que, como estaba apurado, firmó el convenio tal como estaba y se fue, indicando a Kottgen que si quería anexar los agregados, que lo firmara. Agregó que no disponían de hojas en blanco para hacer uno nuevo, que Kottgen realizó los agregados en "la máquina de escribir de Quilmes", y que -ante su insinuación de inicialar los agregados- se le contestó "que no hace falta, que por qué sospecha tanto" y que no quiso generar con esto una nueva discusión (fs. 68 vta. causa penal. Todo esto fue calificado de ‘fantasioso’ por el propio Kottgen, a fs. 443). De todas maneras, no surge de lo expuesto la razón por la cual el propio Loupias no firmó al pie de los agregados, ni explica por qué permitió (después de lo que le había costado obtener la redacción de las cláusulas) que ni siquiera fueran inicialados los agregados y ni por qué nunca se colocó el anexo que explicaba las irregulares circunstancias en que se redactó el documento. Es más: resulta increíble (por infantil) la narración de cómo se logró que el ejemplar traído por la demandada (y que ahora obra a fs. 354) tenga la firma de Loupias, sin que aparezcan los agregados. Como ya dije antes, también en este caso se puede utilizar la presunción de ley y sostener que esta versión lleva una firma del actor que ha sido específicamente reconocida por él, con lo que también debe darse por reconocido el cuerpo de un instrumento (art. 1028, del Código Civil) donde existen sólo cinco cláusulas y ningún agregado. En resumen: hasta aquí la versión que el actor da en la demanda (complementado en escritos posteriores, y en sus declaraciones en la causa penal), respecto a cómo se desarrollaron los hechos que rodearon a la firma de la documentación cuestionada, resulta excesivamente rebuscada, artificial o delusoria. D. Las pericias contables llevadas a cabo nos muestran que las sumas en juego resultaban verdaderamente significativas para la empresa accionada y, además, que ni ejecutivos de mayor jerarquía que la del actor se vieron beneficiados siquiera contable, con beneficios, aproximados en a especial acuerdos aquellas fs. o gratificaciones cantidades 681). Aún (ver más: el pericia monto reconocido en concepto de desarrollos a la fecha señalada en el documento -1982- resultaba superior al capital de la demandada (misma pericia, fs. 680); y todavía: el actor "no realizó descubrimientos o desarrollos de nueva fórmula que reportara ganancias significativas a la demandada" que justificaran tan especial distinción; etc. (ver veredicto, fs. 769 y vta.). E. Del expediente penal Nro. 2017, tramitado ante el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Instrucción Nro. 48, de la ciudad de Buenos Aires, se desprende que el señor Víctor Fernando Loupias y la señora Susana Eva Fernández (otra empleada de la empresa, con quien el actor trabaja en estrecha colaboración), fueron condenados por resultar coautores penalmente responsables del delito de estafa procesal en grado de tentativa (ver sentencia de primera instancia de fs. 1278/87, confirmada por la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, a fs. 1356/1366). Tal condena les fue impuesta luego de una querella iniciada por la empresa ‘Klüber Lubrication...’ al advertir que, en un juicio laboral promovido por la señora Fernández, laboral ésta para el intentaba caso de prevalerse despido que de cierto contenía convenio cláusulas falsas, aunque la firma al pie del representante de la empresa era reconocida como auténtica. Las similitudes entre las situaciones son tantas y tan relevantes (aunque la suerte de las causas penales haya sido diversa) que no podemos omitir su consideración ni menguar su fuerza probatoria. III. 7. Hasta aquí he consignado los elementos de juicio que, objetivamente, considero relevantes. Corresponde ahora engarzarlos entre sí, apreciándolos en conciencia -según las normas que rigen en materia laboral (art. 44 inc. "d", ley 11.653)-, y extrayendo del todo sistémico las conclusiones que constituirán la prueba de presunciones (art. 163 inc. 5º, C.P.C.C.). Lo reitero: aunque -en principio- al actor le bastaba con reconocimiento la presentación de las firmas del obrantes convenio al pie del y el mismo (arts. 1028 del Código Civil y 375 del C.P.C.C.), teniendo en cuenta la índole de las defensas opuestas, la presentación de otro ejemplar con una versión muy diferente del mismo convenio, la gravedad de las imputaciones que se dirigen al señor Loupias y, en fin, las muy particulares circunstancias del caso, el reclamante sobrellevaba la carga (era, cuando menos, recomendable que así lo hiciera) de acreditar la autenticidad del instrumento base de su acción y demostrar la legitimidad de su postura. Es que, en lo referido a la distribución de las cargas probatorias, como dice Morello "no parece atinado, por consiguiente, sentar criterios absolutos, de validez general; por el contrario se estará más cerca de lo atendible diversificando las categorías de los litigios pues no es lo mismo la manera de traducir la cooperación en procesos de simulación o fraude que en el más simple de daños y perjuicios originados en un accidente de tránsito. Bien nos señalaba Mercader que cada controversia tiene su perfil, su identidad, sus propios contornos y sus dificultades o rebeldías. Que lo que es predicable para una clase de fenómenos del tráfico no se comunica a las otras cuyos rasgos presionan de cooperación constitutivos manera para y diferente iluminar el sus en endiablados la foco matices intensidad de la litis. de la Esas tonalidades desembocan en que la facultad se trueque en un deber y que ese deber sea exigible, con las consecuencias que de ello se sigue para la suerte del pleito. También es de relevante incidencia la índole del objeto controvertido y la posición que respecto a ello cabe a cada contendiente" ("Nuestro modelo probatorio", en "La prueba", libro en homenaje de Sentís Melendo, p. 56). Por otra parte, siempre con relación a este tema, el Máximo Tribunal nacional lleva dicho que las reglas atinentes a la carga de la prueba deben ser apreciadas en función de la índole y características del asunto sometido a la decisión del órgano jurisdiccional, principio este que se encuentra en relación con la necesidad de dar primacía -por sobre la interpretación de las normas procesales- a la verdad jurídica objetiva, de modo que su esclarecimiento no se vea perturbado por un excesivo rigor formal (C.S.J.N., sentencia del 20-VIII-1996, "La Ley", 1996-E-679, en similar sentido el mismo tribunal se expidió el 6-II-2001, "La Ley", 2001-C-959). Y ya en lo que a nuestro caso se refiere, se ha sostenido que "es innegable que la prueba referente a la falta de sinceridad del contenido de un instrumento, como ocurre en todos aquellos casos en que se trata de acreditar la falsedad ideológica, ha de ser necesariamente indiciaria ... siendo improbable que quien tenga intenciones de defraudar a otro, desvirtuando el sentido o el alcance del acto que se tuvo el propósito de celebrar, deje huellas instrumentales de su designio fraudulento, la actividad probatoria de las partes debe canalizarse a través de la prueba presuncional" (C. J. Salta, Sala I, "La Ley", t. 130, p. 147 y sigtes.). Pues bien: es en este contexto en que es preciso entrelazar y examinar los distintos elementos probatorios a los que he hecho referencia. Así, encuentro que: a) el relato de rodearon la beneficia Loupias, acerca incorporación al convenio de de las la laboral, circunstancias cláusula que resulta tanto que lo escasamente verosímil; b) las cláusulas de tal convenio revelan una cierta inconsistencia cuya consideración no puede ser obviada; c) no es creíble que las estipulaciones agregadas no fueran salvadas elementales de postulados modo de alguno, buena fe conspirando contractual; contra d) el actor, desde su posición de gerente de producción, tenía acceso a documentación suscripta en blanco, a las máquinas de escribir de la empresa y aun a los libros de la misma (indicio de oportunidad, en términos del derecho penal); e) el inicio de las actividades por parte de la demandada resultaba tan reciente al momento de la firma del convenio que difícilmente pudiera comprometer de tal manera su activo para con un gerente que no era su figura principal, ni acreditó desarrollos que en tan trascendentes corto lapso hubiera o permitido realizado ganancias que ameritaran tamaño reconocimiento; f) parece sensato que -de ser auténticas las condiciones convenidas- las mismas debieron contar con el aval de la casa central de Alemania, instrumentado en otro documento que, a la postre, sería el verdadero respaldo de las pretensiones del actor (y que brilla por su ausencia); g) es rayano a lo fantástico el que no se hubiera efectuado reclamo fehaciente alguno por el cobro de la suma de ciento cincuenta mil dólares estadounidenses (sobre un total de trescientos cincuenta mil, de la misma moneda), exigibles al mes de setiembre de 1986, cuando sí se exigió el cumplimiento de una estipulación muy inferior -en términos relativos- como la de que se actualizaran sus haberes por el INDEC (ver carta enviada el 26-X-1987, fs. 220/50; carta doc. del 18-XII1989, ver fs. 16, 20 y telegrama del 30-XI-1990, fs. 24); h) la absoluta falta de cualquier otra prueba (y que no sean los documentos tan seriamente cuestionados) que sirva de apoyatura a las aspiraciones del demandante, lo que considero a la luz de lo dicho en párrafos precedentes respecto de la distribución dinámica de esta carga ; i) la predisposición del actor para generar documentos aparentes, conforme se desprende de la condena que en su contra recayera según la sentencia confirmada recaída en la causa penal traída (sin que mereciera reparos, reitero, ni respecto a su contenido ni en lo relativo al momento de su agregación). Todos estos datos no sólo aumentan más las dudas que provoca el instrumento en que se basa el reclamo, sino que perfilan una nítida convicción en sentido contrario (de ello me ocuparé luego). Me encargo ahora de lo dicho por el tribunal de grado acerca de la existencia de una segunda copia con los agregados, de la que habría sido obtenida la fotocopia acompañada por el actor, como si ello fuera un indicio de la existencia del convenio cuestionado. Al respecto digo que ninguna certeza puede desprenderse de ello: bastaría obtener una fotocopia del documento que ahora tenemos a fs. 354 (recordemos que Loupias, por sí o a través de su secretaria Fernández, tenía acceso a tal documentación), agregarle las cláusulas y sacar una nueva fotocopia, para crear la ilusión de la existencia de otro ejemplar. Así nos lo avisa, según interpreto, el perito calígrafo (ver fs. 80 de la causa penal) cuando dice "que, o bien fue confeccionado de ex profeso...". Inservible ese elemento tomado en cuenta por el a quo, queda el solitario y aislado hecho del reconocimiento de las firmas (no de los contenidos) de los documentos acompañados por contraponen el señor contundentes Loupias; y pero a ello significativos se elementos indiciarios que -por una vía de inferencia franca, directa o natural- hacen presumir una realidad por completo diferente y coherente en sí misma, a la vez que hablan de la insinceridad ejemplar en su de las poder. incorporaciones La fuerza obrantes convictiva en de el tales elementos no se ve menguada por un certificado laboral tan sospechoso como el convenio mismo, ni por ningún otro contraindicio. En resumen: -anteriormente los enunciados hechos y probados analizados-, en por la su causa número, precisión, gravedad y concordancia, con la debida atención dirigida a la naturaleza del juicio y de conformidad con las reglas de la apreciación en conciencia de la prueba aportada, producen en mi ánimo absoluta convicción de que el convenio invocado por el ingeniero Loupias es inexistente y que el supuesto beneficio establecido con relación al cálculo de la indemnización por antigüedad en moneda estadounidense no se corresponde con la realidad (art. 163 inc. 5° del C.P.C.C.). Ante ello, una correcta interpretación y aplicación de lo dispuesto por los arts. 1016, 1017, 1019, 1030 y concs del Código Civil sobre los hechos de la causa, imponía el rechazo de las pretensiones resarcitorias del actor. IV. En definitiva, compartido, debe rechazar demanda la hacerse en y lugar cuanto si al mi criterio recurso pretende el deducido cobro de es y la indemnización por antigüedad de conformidad a las pautas que surgen imposición del de convenio costas en agregado ambas por el instancias al actor, con accionante (arts. 499, 1019, arg. arts. 953 y 1198 del Código Civil; 63, L.C.T.; 163 inc. 5º, 423 y 289 del C.P.C.C.; 44 inc. "d"; 19 y 63, ley 11.653). Voto por la afirmativa. Los señores jueces doctores Kogan, Roncoroni y Genoud, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor de Lázzari, votaron la primera cuestión también por la afirmativa. A la primera cuestión planteada, el señor Juez doctor Negri dijo: Discrepo con los votos precedentes. Tal como el propio recurrente lo pone de manifiesto en su presentación de fs. 848/859, el remedio intentado apunta a revertir la sentencia que, en su opinión "...vulnera abiertamente las leyes que reglamenta [n] la validez y vigencia de los instrumentos privados (arts. 1012, 1017, 1019 y 1030 del Cód. Civil) y, consecuentemente también toda la estructura legal de los contratos que pretenden dar cuenta dichos instrumentos privados (arts. 1145, 1161 y 1172 del Cód. Civil) y la doctrina que la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires ha elaborado como consecuencias de esas normas" (al referirse al "Objeto" del recurso a fs. 848 vta.), aclarando que aunque la cuestión "...parecería ser de prueba, no lo es" y que el recurso "...no es una valoración de dichos instrumentos [los documentos de fs. 459/60] como elemento de prueba, sino como documentos que no se compadecen con las normas legales que los regulan..." (fs. 849 vta.). Luego, en el punto V de la presentación que se refiere, expresa que "El recurso de inaplicabilidad de ley no da acceso a una tercera instancia ordinaria más, sino por el contrario, a un control jurídico limitado a las cuestiones de derecho exclusivamente ...Aquí se pretende que V.S. controle la doctrina legal de los instrumentos privados y de los contratos", precisando que "...la enumeración de las pruebas a lo largo del presente recurso, es solamente para acreditar la violación de las citadas normas y doctrinas legales..." para finalmente definir la orientación de su recurso al decir que "no estamos aquí frente a una cuestión de hecho sino de derecho..." (fs. 859). Si he volcado en el párrafo que antecede algunos de los tramos del recurso deducido por la demandada es para demostrar, sobre la base de las limitaciones que el propio recurrente puso a su intento de revocar el pronunciamiento impugnado, que el mismo no puede prosperar. Es que, contractuales precisar queridas por cuáles las son partes, las en el cláusulas marco de posiciones tan diametralmente opuestas y a la luz de las conductas asumidas por ellas en la época de la celebración del acuerdo y con posterioridad a ese momento, es una típica cuestión de hecho que sólo ingresa a la revisión extraordinaria en casos de absurdo (art. 44 inc. d), ley 11.653). Y, debe decirse, tal vicio no ha sido, siquiera, denunciado por el recurrente en la presentación bajo examen. El análisis que en los votos previos se realiza del convenio laboral, de las particularidades de su confección, de sus cláusulas adicionales, de la conducta de las partes al momento de su suscripción (punto III.3. del voto emitido en primer término), así como la tarea enderezada a verificar cuál de las versiones del acuerdo en cuestión es la representativa de la voluntad de las partes al momento de su celebración (punto III.4.) ponen en evidencia el avance sobre cuestiones que, por lo dicho, se extrañan del entendimiento de esta Corte. El mismo juicio merecen los conceptos vertidos en los puntos III.5. y III.6. referidos a la distribución de las cargas probatorias, con especial alusión a la causa penal -agregada en la instancia extraordinaria-, la prueba de indicios, el "análisis del material probatorio" en relación al certificado de empleo y al convenio laboral, la declaración prestada por el actor en la causa penal y los datos que arrojan las pericias contables, entre otros. Como este Tribunal ya lo ha expresado, el análisis de la intención y conducta de quienes concretan un negocio constituye típicas cuestiones ajenas al remedio extraordinario (confr. Ac. 57.534, sent. del 17-II-1998), del mismo modo que lo es determinar si alguna de las partes obró de mala fe (Ac. 50.109, sent. del 16-VI-1996) o si la firma fue otorgada en blanco (arg. doctr. L. 37.958, sent. del 25-IV-1989; L. 54.566, sent. del 29-XII-1994). También lo son la determinación de la existencia o inexistencia de consentimiento de una de las partes que dio origen a un convenio. Los términos del recurso deducido dejan ver que, a diferencia de lo sostenido por el apelante, no se trata en el caso de aplicar correctamente la ley civil que regula la materia contractual sino, como ha quedado dicho, de determinar qué pactaron las partes en los hechos. Y para que tal emprendimiento tenga éxito se requiere, sólo para comenzar, que se denuncie absurdo y que se acredite su existencia en el pronunciamiento impugnado (art. 44 inc. d), ley 11.653). Toda vez que ese extremo no se verifica en autos, entiendo que el recurso debe ser -atento su insuficienciarechazado (art. 279 del C.P.C.C.), con costas a la recurrente vencida. Voto por la negativa. El señor Juez doctor Hitters, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor Negri, votó la primera cuestión también por la negativa. A la primera cuestión planteada, el señor Juez doctor Soria dijo: Frente como acontece en a la la denuncia especie-, de he infracción tenido normativa- oportunidad de sostener que habrá error jurídico que justifique la tarea casatoria cuando el pronunciamiento recurrido revele una inteligencia restrictiva y parcializada de las normas aplicables al caso, desvirtuándolas o tornándolas inconsistentes, dependiendo la suerte final del recurso de la cabal impugnación que el recurrente efectúe al razonamiento jurídico de los sentenciantes demostrando en dónde, cómo y por qué se produjo el error jurídico que justificaría la revisión extraordinaria (cfr. mi voto en causa Ac. 83.114, sent. de 13-IV-2005). En suficiencia el ha sub sido lite aquella sorteada, aun pauta mínima cuando, dados de los perfiles peculiares de este caso, para emitir juicio sobre el error de juzgamiento en torno a las normas que se reputan infringidas, inaplicadas o violentadas el tribunal deba ingresar en la consideración de cuestiones de índole fáctica. Así las cosas, la adicional exigencia de denunciar también un absurdo valorativo importaría un exceso de rigor formal, desde que la intervención de esta Suprema Corte ya ha sido adecuadamente instada a tenor de lo prescripto por el art. 279 en sus incs. 1º y 2º del Código Procesal Civil y Comercial. Sentado lo anterior, comparto con el doctor de Lázzari que el pronunciamiento de grado ha infringido lo reglado por los arts. 1016, 1017, 1019 y 1030 del Código Civil en el modo denunciado por la accionada. Es que, del para nada impropio examen practicado por el colega ponente en el exclusivo marco del remedio extraordinario planteado, soy de la opinión que el recurso debe prosperar, adhiriendo en un todo a las razones y solución que el doctor de Lázzari vuelca en su voto. En consecuencia, doy también el mío por la afirmativa. A la segunda cuestión planteada, el señor Juez doctor de Lázzari dijo: I. La parte actora dedujo recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley en el que denuncia infracción de los arts. 509, 511, 513, 519, 622, 776 y 777 del Código Civil; 123, 260 y 276 de la Ley de Contrato de Trabajo; 163 inc. 6 del Código Procesal Civil y Comercial; 47 in fine de la ley 11.653 y 17 de la Constitución nacional. Cuestiona en lo sustancial los cálculos realizados por el tribunal de grado al resolver la causa, principalmente en orden a los coeficientes de actualización utilizados y fechas a partir de las cuales se practicaron las indexaciones, como el aspecto de la conversión respecto a la deuda en dólares y la deducción de las sumas abonadas por la demandada. II. El recurso prospera parcialmente. 1. En primer lugar, y de conformidad a lo resuelto en el tratamiento de la cuestión anterior, deviene inatendible el agravio que se esgrime con relación a la deuda en dólares, al igual que lo referido a las pautas y modalidad empleadas en abonados por la demandada. la deducción de los importes 2. Sobre la base de lo decidido cabe concluir que se mantiene incólume la procedencia de las indemnizaciones derivadas del despido de Loupias, de conformidad a la ley vigente -a excepción de la correspondiente por preaviso a cuyo respecto media pacto expreso entre las partes- y de las diferencias salariales reclamadas en autos (arts. 103, 123, 150, 155, 156, 232, 242, 245 y 260, L.C.T.). Por lo tanto, la liquidación, reajustes y deducciones que resulten pertinentes deberán ser calculadas nuevamente en la que el instancia de origen. 3. tribunal El agravio por habría omitido la el que condena se denuncia del rubro aguinaldo proporcional del segundo semestre del año 1989 reclamado en la demanda (punto "c", fs. 430) es inatendible, toda vez que la eventual omisión de cuestiones de características esenciales de la litis, constituye tema propio del recurso extraordinario de nulidad (conf. causa L. 70.654, sent. del 10-III-2004, "Walter Alfredo c/ Servicios Industriales S.A. s/ Daños y perjuicios") y ajeno a la vía recursiva de inaplicabilidad de ley. Por otra parte, el fallo acogió la demanda en cuanto pretendía el cobro derivados del aguinaldo proporcional liquidación despido con de diferencias -entre (art. deducción los 123, de las que en cabe L.C.T.)-, sumas los rubros incluir el practicando oportunamente percibidas por el actor (sent. fs. 780). De manera que asistía al recurrente la facultad de subsanar el error, como pretendió mediante su presentación de fs. 794, a través del específico medio que el Código de forma prevé al efecto en el art. 166 inc. 2 del Código de Procedimiento en lo Civil y Comercial. Sin perjuicio de lo expuesto, señalo finalmente que son ajenos al recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley, los planteos referidos a la liquidación practicada en la instancia ordinaria (conf. causas L. 50.064, sent. del 6-X-1992; L. 52.307, sent. del 7-IX-1993; L. 54.998, sent. del 29-XII-1994; L. 72.160, sent. del 20-XII-2000; L. 72.213, sent. del 19-II-2002), teniendo en cuenta además lo dispuesto por el art. 166 inc. 1 del Código Procesal Civil y Comercial y lo resuelto en el punto anterior respecto a la nueva liquidación que deberá practicarse en la instancia de origen. 4. Asiste en cambio razón al apelante en cuanto denuncia transgresión del art. 622 del Código Civil por no haberse incluido en el fallo la condena de intereses sobre el capital actualizado de los rubros que se declararon procedentes desde que cada suma es debida, limitándose la resolución respectiva sobre los valores establecidos a marzo de 1991 y a posteriori de la sentencia. Es doctrina reiterada de esta Corte que cuando el capital se reajusta en función de la depreciación monetaria la tasa de interés moratoria pura a aplicarse debe establecerse en el seis por ciento anual desde que cada suma es debida y a partir del 1-IV-1991 los intereses moratorios serán liquidados exclusivamente sobre el capital reajustado (art. 623, C.C.) con arreglo a la tasa de interés que pague el Banco de la Provincia de Buenos Aires en sus depósitos a treinta días, vigente al inicio de cada uno de los períodos comprendidos y por aquellos días que no alcancen a cubrir el lapso señalado el cálculo debe ser diario con igual tasa (arts. 8, ley 23.928; 622 del C.C.; conf. causas L. 49.590, sent del 1-VI-1993; L. 53.443, sent. del 6-IX-1994; L. 58.551, sent. del 21-V-1996; L. 60.913, sent. del 14-X-1997; L. 67.123, sent. del 29-II-2000). Sin embargo, en atención al principio que prohibe la reformatio in pejus, para el período comprendido a partir del 1-IV-1991 debe respetarse la tasa de interés establecida en el pronunciamiento en tanto este aspecto fue consentido por la contraria. III. Por lo expuesto con el alcance indicado en el punto II aps. 2 y 4 se hace lugar al recurso deducido. En la instancia de origen se practicará la liquidación que corresponda. Costas de esta instancia por su orden (art. 289, C.P.C.C.). Voto por la afirmativa. Los señores jueces doctores Kogan, Roncoroni y Genoud, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor de Lázzari, votaron la segunda cuestión también por la afirmativa. A la segunda cuestión planteada, el señor Juez doctor Negri dijo: Adhiero al voto del doctor de Lázzari, al que sólo agrego que al momento de practicar la liquidación, reajustes y deducciones que resulten pertinentes, el tribunal del trabajo deberá ceñir su cometido a la doctrina legal de esta Corte según la cual, de conformidad con las directivas que dimanan del art. 276 de la Ley de Contrato de Trabajo, el punto de partida para actualizar los créditos laborales se ubica en el momento "desde que cada suma es debida" (conf. causa L. 38.109, sent. del 31-V1988, "Acuerdos y Sentencias": sent. del 14-XI-1995; 52.995, 1988-II, L. pág. 58.054, 252; sent. L. del 5-III-1996; L. 61.132, sent. del 16-IX-1997, entre otras). Con el alcance indicado, voto por la afirmativa. Los señores jueces doctores Hitters y Soria, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor de Lázzari, votaron la segunda cuestión también por la afirmativa. Con siguiente lo que terminó el acuerdo, dictándose la S E N T E N C I A Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, por mayoría, se hace lugar al recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley deducido a fs. 848/859, y se rechaza la demanda en cuanto pretende el cobro de la indemnización por antigüedad de conformidad a las pautas que surgen del convenio agregado por el actor. Con costas de ambas instancias al accionante (arts. 499, 1019, arg. arts. 953 y 1198 del Código Civil; 63, L.C.T.; 163 inc. 5º, 423 y 289 del C.P.C.C.; 44 inc. "d", 19 y 63, ley 11.653). En cuanto al recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley deducido a fs. 816/839, se hace lugar parcialmente, con el alcance establecido en el punto II, aps. 2 y 4 del voto emitido en primer término en la segunda cuestión. Vuelvan los autos al tribunal de origen para que practique la liquidación que corresponda. Costas de esta instancia por su orden (art. 289, C.P.C.C.). Notifíquese.