Educar a nuestro hijo mayor (II/IV) ” No es lo mismo tener un hijo que sentirse padres” “No es lo mismo tener padres que sentirse hijo” Tener un hijo es pura genética humana, sentirse padres es amor paterno-filial, y cuando se habla de amor paterno-filial hablamos siempre de emociones y sentimientos con los tuyos. Cuando tenemos un hijo ¿Tenemos claro que se establece una nueva relación de amor con cada hijo, basada en emociones y sentimientos que gracias al amor de la madre y del padre, deberían ser bien gestionados durante su crecimiento y madurez? Tampoco se trata de que pensemos que por amor todo vale en esta vida, porque ya lo dice el refrán”Hay amores que matan”. Tener un hijo y sentirse padre, no suele ser algo fácil de llevarlo bien, y sobre todo si es nuestro hijo mayor. Si no tenemos bien educadas nuestras emociones y sentimientos en el nuevo papel de padres, con el primogénito de la familia podemos equivocarnos. Toda la ilusión que te puede producir que tu primer hijo haya nacido y poder verlo y estar con él, te puede llegar a confundir. A veces la presión de los familiares también nos puede generar en nosotros y en el nuevo hijo, situaciones con un protagonismo desmedido o también producir en nosotros y en nuestro hijo, expectativas desproporcionadas a nuestra nueva situación familiar. Cuando uno se estrena como padre y madre teniendo hijos, puede creer que todo es relativamente fácil ya que nuestro hijo solo va a necesitar de nosotros amor y cuidados materiales aprendidos en un manual. Amor y cuidados materiales son fundamentales pero no son suficientes. Lo mas recomendables es preocuparse por tener orden y sentido común en nuestra recién estrenada relación a tres. Nuestro primer hijo es nuestra primera puesta en escena como padres. A esta nueva experiencia debemos aportar todos esos valores invisibles que nosotros ya en su día recibimos como hijos de nuestros padres. El soporte logístico que tenemos ahora, siendo padres por primera vez, nos convierte en “unos becarios en prácticas”, con estudios en “todo lo mamado en cada una de las familias de la pareja y lo que hayamos leído sobre ello durante nuestra espera…”. Con nuestro primer hijo también estrenamos en una nueva etapa en la convivencia matrimonial: Hemos pasado de ser dos a ser tres, donde uno de ellos en principio tiene muy pocas autonomías, y esta condicionando y limitando el día a día de los otros dos por un importante periodo de tiempo. La prudencia, la paciencia y el peso de nuestro amor los ponemos a prueba, en esta nueva experiencia como padres. Nuestro hijo mayor aunque sea hijo único o esté enfermo no es de nuestra propiedad, aunque dependa de nosotros físicamente para siempre o de manera temporal. Educar a nuestro hijo el mayor, no debe ser un cargo que se convierta de por vida en una carga para nuestro hijo mayor. Nuestro hijo el mayor, no debe ser el patrón de perfección para sus padres y el resto de sus hermanos. Nuestro hijo el mayor, no nos debe hacer caer en la tentación de proyectar nuestras carencias o imperfecciones sobre él exigiéndole desde nuestros propios complejos o insatisfacciones personales. No se trata de que según vaya creciendo nuestro primer hijo, le vayamos inundando de actividades extraescolares de tal modo de que: -se siente en la necesidad de tener que ser desde muy niño el orgullo de sus padres y tener que convertirse en “el hombre orquesta de la familia”. Nuestro hijo el mayor tiene una gran ventaja con respecto al resto de sus hermanos si mas adelante los hubiera; nuestra juventud, Cuando hemos tenido a nuestro hijo el mayor, para nosotros y para él, es la edad mas joven en la que hemos tenido a nuestro primer hijo. En este caso y solo en este, nuestra inexperiencia se convierte en un gran valor: “la fuerza de nuestra juventud suple a la inexperiencia, para educar a nuestro hijo el mayor” Los padres jóvenes que tienen su primer hijo, también debe ser una ventaja a medio y largo plazo porque con el paso de los años, no es lo mismo tener: “tu primer hijo adolescente cuando tienes 50 años tienes casi 60 ó mas…” que cuando El desfase generacional entre padres e hijos, es importante a tener en cuenta. Cuando nuestro hijo es el primero, a partir de cierta edad como padres, no tenemos ni la misma vitalidad de los padres jóvenes ni su capacidad de comprensión. La horquilla de edad entre padres e hijos no debe ser demasiado amplia, ya que las grandes diferencias de edad para educar a tu hijo el mayor complica el entendimiento generacional entre padres e hijos. No es lo mismo, llegar como padres a los 60 años como un experto ya en adolescentes con otros hijos anteriores, que estrenarte con un adolescente a los 60 años… El reloj biológico de algunas parejas para tener su primer hijo, no siempre se puede controlar y los hijos llegan en muchos casos cuando pueden llegar…. Pero la naturaleza es muy sabia y la fertilidad no solo es física sino también psicológica, afectiva y emocional. Ser el hijo mayor de una familia no debemos convertirlo como padres en ser: “ni un cargo ni una carga para nadie, sino simplemente en un maravilloso encargo para los padres con su primer hijo” Solo cuando la educación de nuestro hijo sea tomada como un gran encargo de responsabilidad compartida, su estrella como persona podrá lucir con fuerza propia. Su estrella no brillará por ser nuestro hijo mayor, sino por ser querido como nuestro hijo. P.D: Aunque vuestro hijo mayor tenga ahora 30 años o mas, y si después de leer y reflexionar sobre este post, crees que vuestro primer hijo fue mas un cargo y una carga, que un encargo como padres, tienes una conversación pendiente con ella o el…