SÍNDROME DEL SUEÑO INSUFICIENTE. DESORDEN DE NUESTRO TIEMPO. En 1983 se reportó la primera serie de pacientes que padecían este síndrome cuyo síntoma principal era una excesiva somnolencia diurna. El desorden se presentaba cuando el individuo, en forma persistente, no dormía lo suficiente lo que repercutía en su etapa de vigilia, impidiendo un buen desempeño académico y laboral. Lo insólito de este desorden, catalogado desde los ‘90 en la clasificación internacional, se centra en que el paciente en forma voluntaria duerme muy pocas horas. Son personas que desempeñan dos o más trabajos simultáneamente, con el fin de obtener un mejor status económico, o trabajan y estudian una carrera. Se observa asimismo, el síndrome en las mujeres separadas que mantienen solas una familia y deben hacerse cargo por completo de las tareas domésticas de su hogar y de la educación de sus hijos. UN CASO CLÍNICO El caso de Francisco M. ingeniero de 38 años ilustra claramente las causas y los síntomas del síndrome. Al comenzar la recesión en nuestro país, la empresa para la cual trabajaba enfrentó problemas económicos y canceló su contrato de jornada completa ofreciéndole otro por media jornada. Casado y con tres hijos en buenos colegios, Francisco aceptó y a la vez buscó otros horizontes laborales para la media jornada libre. Creó una pequeña empresa con un colega, que actuaba sólo de socio capitalista, y tuvieron la suerte de hacerse de varios clientes. Esto le obligó a trabajar un promedio de 14 a 15 horas diarias, para obtener el monto original que ganaba con su jornada completa y solventar así los gastos de dividendo de su casa y colegiatura de sus hijos. La falta de sueño y descanso pronto hicieron efecto. Se quedó dormido al volante una noche que volvía a casa. Por fortuna, alcanzó a frenar pero el pavimento resbaladizo lo hizo estrellarse contra un gran árbol. Salió ileso del choque pero con su auto en muy malas condiciones. Por otra parte, todos los días se quedaba dormido, alrededor de las 5 de la tarde, sentado en su escritorio. Los contratos de obras comenzaron a apilarse lo que provocó discusiones y problemas con su socio. Consultó al médico general quien lo derivó a un especialista en medicina del sueño. Ante la historia clínica, el médico sospechó de un síndrome de sueño insuficiente. Con el fin de descartar narcolepsia e hipersomnia idiopática cuyo síntoma crucial es la somnolencia diurna, le realizó una polisomnografía y el test de latencias múltiples del sueño, ratificando de este modo el diagnóstico de sueño insuficiente. MAL DE TRABAJÓLICOS Y DE TIEMPOS RECESIVOS Como es un trastorno muy nuevo, no hay datos globales sobre su incidencia. Se desconoce su prevalencia en la población general de los Estados Unidos, pero el síndrome es diagnosticado en un 2 por ciento de los pacientes que acuden a las clínicas de sueño de ese país. En 1996 en una medición realizada en Suiza se detectó una prevalencia de un 12 por ciento en la población general. Una encuesta representativa efectuada en Finlandia arrojó como resultado que en ese país un 9 por ciento de la población presentaba el síndrome, informa el neurólogo y especialista en medicina del sueño doctor Walter Avdaloff. En Chile, en los últimos años se han detectado varios casos, aunque desconocemos las cifras exactas de prevalencia. El perfil del paciente arroja un rasgo común. En su mayoría son varones. Circunstancias socioeconómicas negativas los obligan a trabajar más horas para ganar el dinero suficiente para mantener sus hogares. De este modo factores externos de necesidad centrada en la sobrevivencia y algunas veces en el trabajolismo los llevan a restringir sus horas de sueño. Sin embargo, estos pacientes no reconocen su restricción del sueño y que podría existir la posibilidad de regularizar sus patrones de sueño si lo desean. Por otro lado, están aquellos que deben trabajar y estudiar. Asimismo, en algunas profesiones y actividades laborales como salud, comunicaciones, periodismo, trabajadores de supermercados y malls se restringen las horas de sueño por jornadas laborales muy extensas y por el tiempo consumido por las largas distancias entre el lugar del trabajo y el hogar. En estos casos estas personas no tienen posibilidades concretas de modificar sus patrones de sueño. La etiología del síndrome, explica el doctor Avdaloff, es puramente conductual. No existen procesos patológicos que causen insomnio y la secuela de somnolencia diurna. Asimismo, hay otros síntomas como fatiga, debilidad muscular, dificultades de concentración, dolores de cabeza y falta de motivación. Existen riesgos de complicaciones severas en el área cardiovascular, alzas de presión arterial y frecuencia cardiaca debidas a la acumulación de la falta de sueño. No se recomienda la prescripción de drogas estimulantes y el tratamiento es de tipo conductual. Se debe instruir al paciente en reglas de higiene del sueño y adecuarle un horario para que duerma una cantidad de horas suficiente en el período de 24 horas. Si duerme poco en la noche, puede establecerse una siesta diaria. Con estas sencillas medidas la somnolencia diurna y sus riesgos de complicaciones cardíacas y de accidentes vehiculares y laborales desaparecerán en unas semanas. Sin embargo, hay casos extremos en que existe una gran necesidad económica de tal forma que no se obtiene la esencial colaboración del paciente para alterar el extenso horario de trabajo que se ha impuesto. Tal vez, reflexiona el doctor Avdaloff este sea un tema del área de la Salud Pública que debería establecer medidas y programas en épocas de recesión para ayudar a las personas que deben trabajar en exceso en desmedro de su salud. Si el período de trabajo excesivo que roba al sueño es largo, aparecen -como indiqué- otros riesgos como males cardíacos e hipertensión que en muchas ocasiones pueden conducir a la muerte. Instituto del Sueño NEURODIAGNOS