su arraigo en las nuevas situaciones, por lo que debe procurarse escoger tiempo favorable para hacer la operación y efectuarla con el mayor cuidado y vigilancia, proveyendo a cada planta del abrigo de piedras correspondiente (fot. 107); no debe desesperarse ante el mal aspecto de las plantas en la primera temporada, pues hemos visto rehacerse algunas que parecían totalmente perdidas; pasada esta fase y conseguido el arraigo, se mantienen cada v e z más resistentes; pero nunca hemos apreciado la rapidez de crecimiento de que dimos referencia, quedando aventajadas en seguida por los pinos de su edad. E n las plantaciones efectuadas en las cumbres de L a Orotava y , sobre todo, en las que, en plan de experiencia, se llevaron a cabo en las Cañadas, el mayor enemigo de la repoblación ha sido el conejo, que muestra una extraordinaria avidez por los tallos tiernos del Juni-perus (1). * * * Si la escasez de los restos del / . Cedrus sólo nos ha consentido hacer algunas conjeturas sobre el papel y significación que a esta especie correspondió en el pasado, no debe ocurrir lo mismo con l a sabina, / . phcenicea, que aun estando también en vías de extinción, conserva todavía una cuantiosa representación en las islas de Gomera y Hierro, y tiene en las otras numerosos vestigios; todo lo cual nos permitirá analizar su ecología y actual comportamiento, para hacer con cierta garantía l a reconstrucción de su proceso regresivo; a ello ha de ayudarnos también l a abundancia de referencias antiguas a esta especie, debido, sin duda, a l a m a y o r difusión que t u v o por regiones mucho más bajas y habitadas que las correspondientes al cedro. Empezaremos por reseñar las condiciones en que se encuentran y el aspecto que h o y nos ofrecen las averiadas formaciones de la sabina en aquellas dos islas, en las que aún mantiene esta especie un ficticio dominio sobre grandes extensiones, complementando estos informes con algunas referencias fitosociológicas. E n Gomera se halla representado el / . phcenicea, con gran profusión, en todo el cuadrante Noroeste, desde los límites de Hermigua con Agulo hasta los de Vallehermoso con Arure, teniendo aparte manifestaciones aisladas por m u y distintos puntos de la isla; aunque aún se aprecian pequeñas aglomeraciones o cúmulos de gran densidad, en ningún punto forma bosque es(1) Posteriormente hemos tenido ocasión de comprobar la general predilección que los conejos tienen por las Cupresáceas, mereciendo citarse especialmente el caso que observamos el pasado año en la repoblación de una parcela del monte de El Pardo, donde, después de perfectamente lograda una plantación en mezcla de ciprés piramidal y pino piñonero, los conejos causaron al poco tiempo la total pérdida de los cipreses, sin que se notaran apreciables daños en los pinos hasta que aquéllos desaparecieron por completo.