220-20187 del 19 de abril de 2007 Ref: Responsabilidad de las sociedades participantes en procesos de escisión. Me refiero a sus comunicaciones radicadas con los números 2007-01-031083 y 2007-01-031090, mediante las cuales plantea una serie de consideraciones a partir de las que consulta sí jurídicamente es viable pactar en el proyecto de escisión, que las contingencias conocidas y desconocidas, probables, eventuales o remotas, provenientes de hechos y operaciones anteriores al perfeccionamiento de la escisión, sean asumidas totalmente por la sociedad escindente y que, en consecuencia la sociedad beneficiaria no asuma ninguna responsabilidad por las mismas. Para los fines de su inquietud, hay que poner de presente que uno de los elementos característicos del sistema de tutela acogido en el ordenamiento jurídico a favor de los derechos de los acreedores de las sociedades participantes en un proceso de escisión, lo constituye el especial régimen de responsabilidad de dichas sociedades, sistema que se dirige fundamentalmente a la protección de los acreedores de la sociedad escindida cuyos derechos y créditos se atribuyan a alguna de las sociedades beneficiarias de la escisión, como de manera expresa se consagró en las precisas reglas contenidas en el Capitulo II de la Ley 222 de 1995, las que prescriben un régimen que en términos generales implica una responsabilidad solidaria, de carácter subsidiario y de extensión limitada, que aplica en los términos y condiciones al efecto establecidos en el artículo 10 ibidem, a cuyo tenor se tiene que: “ Cuando un sociedad beneficiaria incumpla alguna de las obligaciones que asumió por la escisión o lo haga la escindente respecto de obligaciones anteriores a la misma, las demás sociedades participantes responderán solidariamente por el cumplimiento de la respectiva obligación. En este caso, la responsabilidad se limitará a los activos netos que les hubieren correspondido en el acuerdo de escisión. En caso de disolución de las sociedad escindente y sin perjuicio de lo dispuesto en materia tributaria, si alguno de los pasivos de la misma no fuere atribuido especialmente a alguna de las sociedades beneficiarias, éstas responderán solidariamente por la correspondiente obligación.” No obstante ser claro que se trata de una garantía expresamente otorgada por la ley a los terceros, por las obligaciones en cabeza de la sociedad escindente, cuya imperatividad y alcances no admiten discusión, es relevante destacar cómo esa responsabilidad solidaria presenta la particularidad de que se activa para el resto de las sociedades participantes en el proceso de escisión, únicamente cuando se produzca el incumplimiento de la obligación asumida por alguna de las sociedades beneficiarias en virtud de la escisión, quedando limitada su cuantía al valor del activo neto recibido de la sociedad escindida. En esa medida y considerando que el presupuesto que según la citada norma determina objetivamente la aplicación efectiva de la responsabilidad a cargo de todas las sociedades participantes en la escisión, es el incumplimiento de una obligación sin distinguir la fuente en que la misma tenga origen, ni el momento en que se haga exigible, siempre que derive de hechos o actos realizados por la escindente con anterioridad al perfeccionamiento de la respectiva operación y que generen una prestación a favor de un tercero, no sería ajustado a derecho en concepto de este Despacho, el pacto mediante el cual pretenda relevarse a las sociedades beneficiarias de las contingencias anteriores a la operación de escisión, pues ello supondría el desconocimiento de la responsabilidad solidaria que por virtud de la ley les asiste a aquéllas, en relación con las obligaciones que a la postre resulten exigibles cuando quiera que el crédito antes contingente se convierta en cierto, gracias a la ocurrencia de la condición de la que pendía su exigibilidad. En los anteriores términos se espera haber absuelto su inquietud, manifestándole que los alcances del concepto expresado se sujetan a lo dispuesto en el artículo 25 del C.C.A. “ Las obligaciones nacen, ya del concurso real de las voluntades de dos o más personas, como en los contratos o convenciones; ya de un hecho voluntario de la persona que se obliga, como en la aceptación de una herencia o legado y en todos los cuasicontratos; ya a consecuencia de un hecho que ha inferido injuria o daño a otra persona, como en los delitos; ya por disposición de la ley, como entre los