I N V E SETDIIGTO ACRI IÓAN L RESISTENCIA A LA INSULINA: El puente entre diabetes y enfermedades cardiovasculares Por Ann Poynten y Donald Chisholm C omo sabe cualquier persona con diabetes, la insulina es la hormona más importante para el control de glucosa en la sangre, con efectos que van directamente a los músculos, al tejido adiposo y al hígado; facilita el flujo de glucosa desde la corriente sanguínea hacia los músculos o el tejido adiposo y reduce el flujo de glucosa desde el hígado hacia la sangre. El efecto de la insulina sobre estos tejidos críticos depende del hecho que las moléculas de insulina en la corriente sanguínea se unen a un ‘receptor’ en una célula del tejido muscular, adiposo o del hígado; el receptor activa entonces varios pasajes bioquímicos que controlan la entrada de glucosa a la célula así como su almacenamiento y metabolismo. Se sabe desde hace varias décadas que una respuesta insuficiente de los tejidos del organismo ante la insulina (denominada ‘resistencia a la insulina’) es de gran importancia en el desarrollo de la diabetes tipo 2. Más recientemente, se está observando que la resistencia a la insulina, incluso sin diabetes, está asociada a niveles altos de colesterol, aumento de la tensión arterial y a un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. de ovario poliquístico, que a menudo sufren sobrepeso y tienen períodos menstruales irregulares y un grado de infertilidad, son resistentes a la insulina, que es un factor exacerbante en la alteración de las funciones de sus ovarios. Si se trata su resistencia a la insulina, con frecuencia se puede mejorar su ciclo menstrual y su fertilidad. Muchas personas desarrollan resistencia a la insulina. En algunas, la producción de insulina por parte de las células beta del páncreas se reduce, provocando la aparición de diabetes. En otras, aparentemente con células beta ‘más sanas’, un aumento de la producción de insulina compensa la resistencia a la insulina y no se desarrolla diabetes. Sin embargo, estas personas tienen una importante alteración metabólica y un mayor riesgo cardiovascular. ¿Qué es lo que produce la resistencia a la insulina? Resulta interesante saber que las mujeres con el síndrome En primer lugar, sabemos que no es el receptor de Diabetes Voice • volume 46 • août • numéro 2/2001 Una serie de raros desórdenes como anomalías genéticas de los receptores de insulina o anticuerpos contra los receptores de insulina pueden provocar resistencia a la insulina, que a menudo es muy grave. En la vasta mayoría de las personas, sin embargo, la causa exacta no se conoce, pero sabemos bastante y estamos aprendiendo cada vez más rápidamente. insulina lo que falla, sino las señales en los pasajes bioquímicos en la célula que están activados por el receptor. También sabemos que existe una estrecha relación entre el metabolismo de los lípidos y la resistencia a la insulina. En particular, la resistencia a la insulina está estrechamente asociada a la acumulación de lípidos en el abdomen (grasa visceral). Las células adiposas abdominales son distintas a la grasa de cualquier otra parte del cuerpo: acumulan grasa con más rapidez (ácidos grasos) de la corriente sanguínea tras una comida y envían con más facilidad ácidos grasos a la corriente sanguínea en otros momentos. Ya que la sangre fluye directamente desde los tejidos intraabdominales hacia el hígado y que los ácidos grasos aumentan la producción de glucosa desde el hígado, es fácil comprender cómo la grasa intraabdominal podría contrarrestar la acción de la 41 IEN DVI TO E S TRIIGAAC L IÓN insulina en el hígado y aumentar la producción de glucosa (ver figura 1). Además, la acumulación de grasa en las células de los músculos está asociada a una reducción de las señales de la insulina; así que parece probable que un exceso de ácidos grasos que provengan de la grasa intraabdominal contribuya a que se acumule grasa en los músculos y se obstruya la acción de la insulina (ver figura 2). Sin embargo, la grasa podría colaborar a la resistencia a la insulina de otra manera. Las células adiposas producen hormonas que van hacia la corriente sanguínea. Al menos dos de estas hormonas (factor a de necrosis tumoral y la recientemente identificada resistina) tienen la capacidad de obstruir el efecto de la insulina en otros tejidos. Cuantas más células adiposas haya, y cuanto mayor sea su carga adiposa, más de estas hormonas se producirán. La estrecha relación entre el metabolismo de las grasas y la resistencia a la insulina podría explicar porqué la resistencia a la insulina está asociada a trastornos lipídicos en la sangre, especialmente a niveles altos triglicéridos y a niveles bajos de colesterol HDL. Una vez 42 que la diabetes se ha desarrollado, la hiperglucemia puede por sí misma contribuir a la resistencia a la insulina (esto puede ocurrir tanto en la diabetes tipo 1 como en la de tipo 2). Los altos niveles de glucosa aumentan la producción de una molécula denominada glucosamina en varios tejidos. Parece que la glucosamina contribuye a atajar los efectos de la insulina en el metabolismo de la glucosa. Figura 1 R = Receptor de insulina La insulina controla normalmente la producción de glucosa por el hígado. Los ácidos grasos inhiben esta acción. Figura 2 ¿Por qué algunas personas son resistentes a la insulina? Tal y como se ha indicado anteriormente, la batalla contra la resistencia a la insulina es en gran manera la batalla contra la acumulación de grasas, especialmente de grasa abdominal. Sabemos que los siguientes factores son importantes: T = Transportador La insulina activa normalmente los transportadores para ayudar a la glucosa a pasar desde la corriente sanguínea hacia la célula del músculo. También activa los conductos de almacenamiento de glucosa en forma de glucógeno. La insulina también activa el metabolismo de la glucosa para producir energía. Los ácidos grasos, ya estén en el músculo o procedan de la corriente sanguínea, inhiben todos estos efectos de la insulina. Genes: Existe una contribución genética o hereditaria a la resistencia a la insulina que podría deberse en parte a una determinación genética de la gordura junto a una determinación genética igualmente fuerte de la distribución de la grasa en el cuerpo. Es decir, que algunas personas tienen una tendencia genética a Diabetes Voice • volume 46 • août • numéro 2/2001 I N V E S T I G AC I Ó N acumular grasa abdominal, que es importante a la hora de generar resistencia a la insulina. Género: Aunque las mujeres tienen por lo general de un 30 a un 40% más de grasa en su organismo que los hombres, las mujeres que no han alcanzado la menopausia tienen aproximadamente la mitad de grasa intraabdominal que los hombres y tienen una respuesta mucho mejor a la insulina. Desgraciadamente, tras la menopausia, las mujeres pierden esta ventaja, lo que sugiere que los beneficios anteriores a la menopausia se pueden deber a los estrógenos. Dieta: El exceso de consumo de alimentos, ya sean carbohidratos, proteínas o grasas, lleva a una acumulación de grasa y a una resistencia a la insulina. Existen pruebas de que la cantidad y el tipo de grasa (grasas saturadas) en la dieta también contribuyen a la resistencia a la insulina, pero estudios de investigación en humanos sugieren que la ingestión total de calorías o energía es más importante que el contenido en grasas. Por supuesto, es más fácil mantener una ingestión más baja de calorías y evitar la obesidad si la dieta es baja en grasas. Ejercicio: Una actividad física realizada con regularidad es extremadamente importante a la hora de prevenir la resistencia a la insulina y funciona en varios aspectos. En primer lugar, hace que el músculo produzca más proteínas para el transporte de glucosa que son estimuladas por la insulina para ayudar a que la glucosa fluya desde la sangre hacia las células de los músculos. En segundo lugar, el ejercicio estimula el flujo de sangre hacia el músculo y la maquinaria bioquímica (enzimas) que convierte la glucosa en energía. Sin embargo, quizá el efecto más importante del ejercicio sea que reduce la acumulación de grasa intraabdominal. Medicación: Hay un reducido número de fármacos (por ejemplo, la cortisona) que antagonizan el efecto de la insulina y contribuyen a la resistencia a la insulina. ¿Qué puede hacerse para prevenir o tratar la resistencia a la insulina? En el presente, no podemos cambiar nuestros genes y a la mayoría de nosotros no le apetece cambiar de sexo. Sin embargo, podemos hacer más ejercicio y comer menos. Diabetes Voice • volumen 46 • agosto • número 2/2001 De hecho, si las comunidades que tienen un estilo de vida relativamente inactivo y muchos alimentos pudiesen ser persuadidas para hacer más ejercicio y comer menos, habría una reducción dramática en la ‘epidemia’ catastrófica de la diabetes tipo 2. Las ventajas de los agentes orales Una vez que se ha desarrollado diabetes, dos fármacos pueden mejorar de modo importante la acción de la insulina. Una de ellos, la metformina, lleva en el mercado unos 50 años y es extremadamente útil en el tratamiento de la diabetes tipo 2. Aunque la metformina lleva utilizándose mucho tiempo, aún no está claro exactamente cómo mejora la metformina la acción de la insulina, pero no provoca un aumento de peso (que es el problema de la mayoría de los fármacos para la diabetes). Recientemente, un nuevo tipo de fármaco ha aparecido en el mercado, que mejora profundamente la acción de la insulina; éstas son las tiazolidinedionas o ‘glitazonas’. Las glitazonas tienen importantes efectos sobre las células grasas y el metabolismo de la grasa, que podría ser el principal modo de acción, pero la investigación aún sigue desentrañando la complejidad de sus efectos. Funcionan de un modo diferente al de la metformina, así que metformina y glitazonas pueden utilizarse a la vez y ayudarse entre sí para mejorar la acción de la insulina. Estudios a corto plazo con glitazonas han demostrado que no sólo se mejora la acción de la insulina, sino que otros fenómenos relacionados con las enfermedades cardiovasculares también mejoran. Así que existe un gran interés por saber si estos fármacos podrían no sólo ayudar a controlar la diabetes tipo 2, sino también reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular. Se necesitan estudios a largo plazo para determinar si esta esperanza se cumplirá. La Dra. Ann Poynten es investigadora y el Profesor Donald Chisholm dirige el Programa de Investigación sobre Diabetes y Metabolismo del Instituto Garvan de Investigación Médica, en el Hospital de St. Vincent, en Sydney, Australia. 43