Fundación . milenio Serie: Temas de la modernización H. C. F.Mansilla LA EMPRESA PRIVADA BOLIVIANA Y EL PROCESO DE DEMOCRATIZACION Fundación Milenio Serie: Temas de la modernización H. C. F. Mansilla LA EMPRESA PRIVADA BOLIVIANA Y EL PROCESO DE DEMOCRATIZACION LA PAZ - BOLIVIA 1994 tAlvn 115 3 © 1994 by H.C.F. Mansilla 0 345 0 O de esta edición: Fundación Milenio Av. 16 de Julio N 2 1800 - Edif. Cosmos Piso 7 - Of. 2 - Telf. (591) (2) 327092 FAX (591) (2) 392341 - Casilla 2498 La Paz - Bolivia Depósito Legal N 2 4-1-932-94 Impreso en Bolivia Printed in Bolivia 003Crio IMPRESO ENhC IN At CASILLA 10066 LA PAZ -BOLIVIA .C5:10T> TELEFONO 362049 JUAN DE LA RIVA IsP 1435 La publicación de este libro ha sido posible gracias al apoyo de la Fundación Konrad Adenauer. Indice 9 Reconocimiento Prólogo (por Jacobo Libermann Z.) 11 Introducción 31 La creación de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB) y su etapa formativa en el contexto de la mentalidad estatista 37 El periodo 1962-1971 37 El periodo 1971-1978 52 • . • II III La lucha por la modernización de la sociedad y la legitimidad socio-política de la empresa privada 89 La CEPB como agregación y articulación altamente organizada de intereses sectoriales 89 La élite empresarial y su relación con la clase política en Bolivia 98 El periodo heroico 1978-1985: la lucha contra el estatismo y el populismo 113 a) La etapa 1978-1982: la recuperación de la democracia y las relaciones de la CEPB con los partidos políticos 113 IV V La etapa 1982-1985: las relaciones de la CEPB con los actores socio-políticos y su lucha contra el sindicalismo anómico 144 La participación de la CEPB en los compromisos político-institucionales de 1984/1985 y sus relaciones con el movimiento sindical 158 La lucha por la modernización de la sociedad y el Estado bolivianos 167 La revolución liberal de 1985 y el rol del empresariado privado 167 El periodo 1985-1989 y las respuestas a la revolución liberal 175 c) Los designios modernizadores a partir de 1989 185 Las transformaciones internas, la labor modernizadora y las perspectivas de la CEPB 199 Composición y diferenciación internas de la CEPB y sus peculiaridades regionales 199 Aspectos elitarios de la CEPB y su ideología 204 La lucha contra la corrupción, en favor de las privatizaciones y por el cambio de las instituciones estatales 210 La percepción social de la CEPB y la persistencia de los valores normativos convencionales 222 e) Conclusiones y perspectivas de la CEPB 230 BIBLIOGRAFIA ESCOGIDA 237 Fuentes primarias 237 Literatura secundaria 238 Reconocimiento Para el autor es muy grato hacer público su agradecimiento al Dr. René Antonio Mayorga, vicedirector e investigador del Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios (CEBEM), por haber permitido el uso de materiales bibliográficos y brindado importantes consejos en torno a los aspectos centrales del texto presente, el cual debe ser considerado como complementario del libro sobre el empresariado boliviano que el Dr. Mayorga publicará en 1995. Ambos trabajos, además de estudiar distintos periodos históricos, parten de metodologías y enfoques teóricos diferentes, lo que se refleja en una cosmovisión y, ante todo, en conclusiones que no son similares. Empero tendrán lugar probablemente algunas superposiciones, duplicidades y juicios de valor afines, lo que es ineludible por la cercanía de la temática. Se reconoce igualmente el generoso impulso de la Fundación Milenio y de su Director Ejecutivo, el Dr. Horst Grebe López, para la publicación de este texto. Las opiniones vertidas en esta obra son estrictamente personales y no comprometen a ninguna institución. 9 PROLOGO Jacobo Libermann Z. 1 Los empresarios privados y su organizacióm matriz (CEPB) no entendieron en profundidad la filosofía democrática; inclusive ignoraron los elementos dinámicos de un mercado competitivo y abierto hasta una fecha recientemente próxima, cuando advirtieron por fin —al concluir la década de 1970— que el sistema de dictadura fáctica militar estaba en el umbral de su irrevocable desenlace. Entonces un núcleo de ideólogos del empresariado, de mente clara e instinto de conservación, se afilió, con pragmático entusiasmo, a un neoliberalismo democrático con toda su energía y decisión. Este cambio de rumbo no fue por un altruismo romántico: detectó con sus sensibles antenas que la sociedad boliviana estaba enterrando aceleradamente un tiempo de golpes de Estado, que había agotado su vigencia hegemónica. Esta transformación, es útil apuntarlo, no nació por generación espontánea y no sólo fue producto de un impulso de conciencia colectiva, sino que sus,uevos enfoques eran parte de una directriz política foránea de enterrar la Doctrina de Seguridad Nacional, en lucha contra los socialismos locales, por una apertura de la legalidad, los derechos humanos y las libertades fundamentales. En otras palabras, la "democracia representativa" de raíces occidentales. Ese paso del autoritarismo cesarista, la rémora de las estructuras económicas y financieras estatales, la libre empresa sin cuñas oficiales y los nuevos conceptos que estaban 1 Escritor y periodista. Miembro de la Academia Boliviana de la Historia, así como de la Asociación Nacional de la Minería Mediana. I1 reclamando su lugar en la organización económica y social modificaron radicalmente la vieja praxis de la clase empresarial boliviana que, si quería sobrevivir, y esto lo advirtió con toda claridad, debía ineludiblemente marchar a tono y paso con las transformaciones que se estaban operando en todas las latitudes de la tierra. Aquel tránsito de una antigua estructura y mentalidad hacia una fresca visión no es explicitada suficientemente por el Dr. Mansilla en este interesante estudio que titula "La empresa privada boliviana y el proceso de democratización". El autor prefiere eludir el tema y abocarse a un análisis histórico-lineal de aquellos hitos — memorias, informes, discursos, comunicados, etc.de pensamientos y tomas de posición que configuran una historia orgánica del empresariado desde la fundación del ente gremial nucleado en la CEPB a partir del año 1962. Treinta y dos años transcurren con diversas vicisitudes políticas, sociales y económicas en las que el empresariado jugó diferentes papeles en su compromiso y adecuación a las cambiantes circunstancias. En aquellas alternativas convivió, casi en absoluto silencio durante más de una década, con diversos regímenes político-militares hasta descubrir un punto clave para la existencia de Bolivia: la democracia como sistema y estabilidad de su propio destino. De ninguna manera la referencia a ese omitido examen político posee el propósito de devaluar el importante y esclarecedor trabajo del Dr. Mansilla, que contribuye, con notoria solvencia, a un estudio de la CEPB en diversas fases de su desarrollo y actual participación en el tejido de la sociedad boliviana en afanes de modernización en el quehacer de la economía en los aparatos administrativos del país. El presente ensayo indaga, expone y ocasionalmente emite sus juicios críticos en torno a una organización empresarial que supo 12 adaptarse a difíciles situaciones en las que arriesgó su estabilidad, aunque simpre se las arregló para que tamaña catástrofe no ocurriera. Soslayar con calculados disimulos, colaboraciones con el eufemismo de "a título personal" o ejercer la tarea de una crítica y oposición frontal, cuando todo conducía a una etapa de inminente cambio por descomposición interna — presión de fuerzas sociales organizadas, crítica de la Iglesia y la prensa, partidos políticos y movimientos universitarios, etc. — caracteriza a la CEPB en sus distintas etapas como se desprende, sin manifestarlo directamente, de esta investigación—generosamente apoyada por 330 citas y consultas a pie de página — que sondea la relación del empresariado con las peripecias del proceso democrático y sus contradicciones con los factores políticos y sindicales discordantes. Va paralela la instauración de regímenes legítimos y constitucionales con las aspiraciones de la CEPB por encaminar a Bolivia por una ruta de legalidad con un simultáneo acompañamiento, como objetivo final, de un conjunto de normas transparentes que permitan una economía neoliberal desestatizadora, libre en su accionar y desreguladora de todo aquello que sea obstáculo para una iniciativa empresarial que anhela democracia pero que aún ignora cómo su limitada capacidad industrial y financiera puede desenvolverse en un mercado altamente exigente y competitivo. Este dilema, fundamental para su desarrollo, tendrán que resolverlo porque si no están en capacidad de evitar sus propias carencias y debilidades la democracia en sí no podrá solucionar la falta de recursos y el atraso gerencial y tecnológico. Un meritorio acopio de fuentes documentales ofrece el autor del presente estudio con el propósito de mostrar un panorama histórico de la CEPB, guiada por una política en algunos casos 13 curvilínea, sujeta a diversas circunstancias, pero que obedece a una directriz que repite sus constantes planteamientos de reafirmación de un protagonismo empresarial en la economía del país como instrumento para su progreso. Lo que no está suficientemente claro son las incógnitas si la empresa privada con sus actuales equipos industriales obsoletos y su escasa capacidad gerencial puede desempeñar el rol que en teoría está exponiendo en sus declaraciones públicas. Siempre tendrá el argumento, como lo hemos advertido en recurrentes condicionamientos, de que el crecimiento de la actividad privada depende, más allá de su propia iniciativa modernizadora, de factores que escapan a su voluntad y decisión. Este criterio, en no pocos empresarios, pone en evidencia que en la mayoría de ellos existe un escaso espíritu pionero, de riesgo, de aventura y conquista como lo fueron aquellos hombres de "frontera" que comenzaron a levantar un tinglado industrial y comercial sin más apoyo que su esfuerzo, imaginación, talento y desafío en sus primeros pasos. El riesgo espanta al empresario boliviano, con pocas excepciones, y el viejo conservadorismo de pulpería minera aún impera en su mayoría, que prefiere la osadía, por si acaso, con recursos que no le son propios para de esta manera compartir los resultados finales de su empresa. El Estado, con todos sus favorecedores apoyos y facilidades y los circuitos bancarios, como fuentes para la movilización de capitales en su cartera de créditos, representan para el estamento empresarial la tierra firme para emprender una expansión con riesgo compartido. Aún se encuentran, en cierto modo, encadenados a la antigua praxis que su iniciativa privada sea avalada con un invisible socio con quien compartir su éxito o fracaso. Las fuentes de ayuda documental en el estudio de Mansilla van revelando una preocupación política de la CEPB en sus tres 14 décadas de este organismo gremial coludido con los principales episodios del acontecer nacional. Su meta, como en todas las instituciones del país, ha sido variable en esperanzas y logros. Sin embargo, en líneas esenciales fue perseverante en sus principios de defensa de la libre empresa, el respeto a la propiedad privada y, cuando coincidía con sus intereses y se dieron condiciones favorables, colocó como objetivo la democratización de Bolivia en coyunturas de inevitable cambio. Este pragmatismo estratégico le permitió participar de la ola de un nuevo rumbo que se venía luego de espacios dictatoriales virtualmente en crisis terminal. El registro favorablemente crítico que realiza Mansilla oscila entre el protagonismo de las ideas modernizantes de la CEPB, desde su creación en 1962, hasta la resistencia que suscita su labor en defensa de la estructura empresarial entre las organizaciones laborales, partidos políticos de izquierda y algunos círculos gubernamentales empeñados en disociarse de todo vínculo estrecho con un empresariado sospechoso de sus planteamientos y finalidades. Esta suspicacia se genera por la errónea o cierta presunción de que la CEBP busca afanosamente establecer en Bolivia una situación económica, política y social que sea la imagen y semejanza de su pensamiento en beneficio de sus agremiados. Juzguemos que esa política que se le atribuye no puede ser calificada como un corte neto en ninguna de esas direcciones. Estimamos que el empresariado boliviano no va tan lejos, aunque es perfectamente legítimo que defienda sus principios y se oponga a los obstáculos que impiden su desarrollo, porque si lo pretendiera encontraría una resistencia social de inédita magnitud. En todo caso, y así ha sido su constante tónica, prefiere influir lateralmente — consejos, documentos, comisiones, etc. — en las decisiones gubernamentales para beneficio propio y por rebalse lo que ellos creen, de buena fe y convencidos de los intereses del país, es útil para la evolución económica y la equidad social. 15 El autor del libro conceptualiza que "el mayor mérito histórico de los empresarios privados" consiste en haber desencadendo, "más o menos con éxito, un viento de renovación modernizante, que se extiende desde la racionalización del aparato estatal hasta la renovación de las estructuras productivas, pasando por la alteración de nuestra cosmovisión cultural". Esta última afirmación, "cosmovisión cultural", nos parece un exceso de idealismo si partimos de la premisa definitoria: "conjunto de valores materiales y espirituales creados y que se crean por la humanidad en el proceso de la práctica socio-histórica y caracterizan la etapa históricamente alcanzada en el desarrollo de la sociedad". En ese análisis del Dr. Mansilla, colocando en la mezcla una de cal y otra de arena, más allá de la mente empresarial que favorece "la modernización económica con una expansión de la democracia representativa, liberal y pluralista", la clase empresarial se encuentra "inspirada obviamente por la consecución de sus intereses grupales específicos" (pp. 32-33). Podrá asumirse un criterio divergente sobre el papel de la CEPB en el desarrollo económico y social del país pero lo que no podrá negarse, de ningún modo, es su contribución al proceso democrático a partir del año 1981 y siguientes cuando se consolida y prosigue su profundización. Las motivaciones que la inducen son otro cantar. El empresario privado, de transparente tendencia a favor de regímenes militares de facto en el pasado, advierte con toda lucidez que el sistema de reglas constitucionales les ampara mejor en sus derechos y proyecciones sin estar de sostén de una ilegalidad de aleatoria vigencia. Ellos han detectado que la corriente predominante en Latinoamérica, de la que no podemos excluirnos, va en esa dirección, y marginarse del método democrático y la sensibilidad en los temas de la justicia social es un grave riesgo que pone en peligro toda su organización morosamente construida. Es un mérito que las recientes direcciones de la CEPB (1981-1994) 16 hubieran encontrado la fórmula de integrarse en la sociedad boliviana mediante una opinión y praxis en armonía con la demanda de los tiempos actuales. La capacidad de adaptación que ha tenido la CEPB le ha permitido ensamblar sus intereses en etapas contradictorias políticamente sin notable menoscabo para su imagen pública. Naturalmente los grupos de opinión de izquierda piensan distinto. Ese talento —¿oportunismo...? — por otra parte legítimo desde su óptica como institución no sujeta a la variabilidad de los gobiernos de paso, le sirvió para evitar innecesariamente descalabros en su estabilidad empresarial. Es notable que bajo la dirección de un régimen de mano dura (1971-1978), cuando el poder era virtualmente compartido con notables empresarios privados, al borde de su finalización se comenzara a introducir en su discurso público algunos conceptos, aún tímidos, sobre la organización política y social que fueron antes cuidadosamente eliminados del lenguaje. A finales de 1977 se inició una nueva etapa para la CEPB cuando se intenta despejar la imagen del empresario en función "coyuntural-especulativa" que tan hondamente había calado en gruesos sectores de la sociedad boliviana. Se trató en principio de una vacilante aceptación de realidades que aún no estaban maduras para un planteamiento frontal de cambio en la política económica nacional. Se aceptaba — hoy la oposición es radical - la "concertación de propósitos y objetivos" entre los dos sectores fundamentales de la economía divididos en público y privado. Las "desnacionalizaciones", ahora con el rótulo de "privatización" y luego — por vía indirecta — "capitalización de las empresas públicas", aún no habían ingresado en el léxico empresarial. En aquel tiempo era prematuramente arriesgado proponer esas metas e ir tan lejos. No hacemos un examen de valor para calificar si todo ello está bien o mal. El tiempo dará su veredicto, aunque reconocemos que la empresas públicas han fracasado en la mayoría estruendosamente. 17 Ese cambio de mentalidad como imperativo de la hora — ¿estrategia de una ineludible conveniencia? — robustecía la pragmática posición empresarial cuando afirmaba "que no puede diseccionarse dos estructuras inmersas en una sola realidad"; en otras palabras, fue necesario admitir y convivir, lado a lado, con la empresa pública y dejar para más adelante la pretensión de eliminarla en beneficio de la empresa privada como eje de la globalidad de una economía sin participación del Estado. A esto se sumó, en el campo estrictamente político, la admisión abierta y declarativa de que "el proceso de desarrollo se fortalecerá, en gran medida, dentro de un esquema democrático que sea viable y que legitime por su estabilidad y su proyección en beneficio de todos los bolivianos". Poco antes la palabra "democracia" estaba desterrada del vocabulario que los bolivianos podían hacer uso. Se admitía, en febrero de 1977, que "prevalecen líneas de pensamiento y actitudes adversas a la empresa privada" iniciándose la temática de que la economía boliviana debería extender su preocupación hasta los límites de lo "equitativamente compartido por todos los sectores de la colectividad". Se empezaba a tomar en consideración, por lo menos en el papel, la suerte de la clase trabajadora que estaba despertando luego de un largo letargo dictatorial. Por otra parte el mismo Gobierno se encontraba inquieto e intuía un final de su mandato de facto, siete años, y los interrogantes que traería el futuro. El país se encontraba en la antesala de un cambio y así sucedió poco después. La CEPB inspirada por el inevitable cambio que se avecinaba, a finales de 1978 y comienzos de 1979, se decide explícitamente a expresar su pensamiento en sendos documentos públicos con relación a la política nacional y la incertidumbre que se advierte entre los miembros del empresariado. 18 La CEPB, frente a la perspectiva próxima de un proceso de democratización que luego resulta frustrado, proclama su ideario: 1) "sostiene que un Estado de Derecho permitirá plasmar en realidad las justas aspiraciones del pueblo boliviano, y por tanto, reitera su firme y decidido apoyo al proceso de democratización del país". Como no puede ser de otra manera, 2) "reafirma la imperiosa necesidad de contar con un gobierno que garantice la libre iniciativa y la propiedad privada en función del interés colectivo". Como no puede ponerse en duda recuerda 3) "el papel protagónico e insustituible del sector privado en el desarrollo económico y social del país generando riqueza con justicia social". Para ello 4) "requiere vitalmente de un clima de estabilidad política, económica y social que garantice la inversión privada, factor incuestionable para generar un desarrollo económico autosostenido que conlleve necesaria y paralelamente, bienestar general". Por si hubiera alguna duda 5) "declara que la Empresa Privada no se encuentra comprometida con ningún gobierno, por no ser transitoria ni producto de circunstancias coyunturales, siendo su vigencia permanente en el tiempo y en el espacio y parte indisoluble de la esencia misma del país". Un texto como para quitar el aliento sobre todo en la última parte. Luego de exponer aquellos principios cardinales y casi sin intermisión la CEPB, porque el tiempo corre y es urgente no quedar rezagante, otra vez reitera "su indeclinable, total y decidido apoyo al proceso de democratización que devolverá al país su estructura constitucional, pues considera que fundamentalmente en un Estado Democrático de Derecho se podrán consolidar en realidades las justas aspiraciones del pueblo boliviano y el país logrará su plena realización, tanto interna como internacionalmente". Profundizando su nueva profesión de fe "sostiene, que un auténtico Estado de Derecho debe institucionalizar una sociedad donde se respete el imperio de la ley, se acepte el pluralismo ideológico y la posibilidad del 19 disenso y se garantice la vigencia de los derechos y libertades constitucionales a fin de que su irrestricto ejercicio, permita a los ciudadanos y a las instituciones participar, activamente, en la toma de decisiones inherentes a su propio futuro". Finalmente propone la concertación de "Un Gran Acuerdo Nacional" como paso hacia la democracia luego de siete años de un gobierno en el que el citado texto hubiera constituido una inadmisible herejía. El impulso cualitativo que ha dado la CEPB en su proyección, participando en proposiciones políticas cruciales hace más de una década, le permitieron ubicarse en un destacado primer plano en la estructura de la sociedad boliviana y esa intervención tuvo un peso de opinión muy importante en el proceso político más allá de la defensa de sus intrínsecos intereses gremiales. Este protagonismo, en fases clave de la vida nacional, lanzó a la CEPB a un sitial como factor de poder con quien los partidos políticos, de tendencia social-democrática, cuidaron de establecer una relación armónica y de consenso en puntos significativos. Sus criterios, no todos aceptados a fardo cerrado, fueron tomados en cuenta como un planteamiento serio en un diagrama programático de nueva política para resolver los problemas de Bolivia. A mediados del año 1979 la situación política y social de Bolivia se caracteriza por una notoria confusión y malestar entre la clase obrera, estudiantes, la prensa y otros grupos contestatarios aprovechando una especie de primavera luego de un largo espacio dictatorial. Siete años de férreo dominio, con persecuciones, destierros y confinamientos donde la libertad de expresión fue estrechamente vigilada, las fuerzas sociales de la nación salieron a la luz con todo ímpetu en sus demandas. En esa oportunidad la CEPB, reunida en un Congreso Nacional Extraordinario, el 31 de julio de 1979, expresó sus temores en 14 puntos que consideró pertinentes para su desarrollo y 20 tranquilidad empresarial. En la totalidad de sus reflexiones colocó el acento "en los principios y valores de la libre iniciativa"; "la libertad económica es el fundamento central de nuestra existencia"; "total y decidido apoyo al sistema democrático"; "desproporcionado, ineficiente y deficitario crecimiento del Sector Público"; "respaldo a la vigencia de la libertad gremial y sindical"; "creación de riqueza con justicia social"; "rechaza cualquier esquema de gobierno que pretenda desconocer la vigencia de la libre iniciativa y cuestione el derecho a la propiedad privada" y finalmente "exhorta a un encuentro de todos los bolivianos". Es notorio, como ya lo hemos señalado en otro acápite, que la mayoría de estos puntos no fueron necesarios de ser expuestos en una etapa dictatorial que acababa de concluir su ciclo de poder. Los empresarios en aquella "primavera política" tenían una cuestionada imagen y la opinión pública, especialmente entre los grupos llamados "progresistas", señalaba a la CEPB como un lupino acomodaticio. Es indiscutible que la CEPB se ha visto poderosamente tonificada como respuesta, en contrapartida, a una actividad anarquizante de las organizaciones sindicales de masas y la toma de una posición empresarial frontalmente contraria a esa agitación que llegó a extremos inadmisibles. La Central Obrera Boliviana (COB), tradicionalmente en lucha contra la empresa privada, no hizo otra cosa que ampliar la base de sustentación, credibilidad y adhesión de la opinión pública a la CEPB en una situación de crisis social, económica y política por la que estaba atravesando el país. De ese modo la CEPB logró atenuar y desdibujar su antigua fisonomía de extrema derecha como estaba en boga calificarla. De ahí en adelante la CEPB se convirtió en un sólido factor de respetado análisis crítico con gravitación en la vida nacional. Los gobiernos en aquellas circunstancias (1980-1985) no tuvieron otra alternativa — salvo en el período "garciamesista" que rompió 21 todas las marcas de los niveles dictatoriales — que admitir cabizbajos las acerbas críticas a un sistema económico, por supuesto con repercusiones sociales, condenado al más rotundo fracaso que se recuerde en el presente siglo. Creció como una ola, encrespada por una alta marea, el prestigio y la solidez de la CEPB, una organización gremial que aparecía liderizando un profundo malestar colectivo, acelerado por un sindicalismo obrero que especulaba con la idea del poder popular por la vía de un socialismo a la boliviana. Así fue fácil para la CEPB revalorizar sus decaídas acciones. Debe anotarse como singular fenómeno de cambio el atinado examen que hizo la CEPB señalando con toda entereza los elementos desencadenantes de una crisis que estaba carcomiendo al país. La extendida reticencia que despertaba el gremio empresarial, fue cediendo paso a la labor de la CEPB como un interlocutor válido de los problemas de la sociedad frente a un gobierno anquilosado en la ineficiencia y los errores de conducción. Esa situación derivo curiosamente en un hecho notable. En la misma proporción que el desbocado sindicalismo instrumentaba la anarquía y los políticos, en función de gobierno, no atinaban a resolver los dramáticos problemas, la CEPB fue ganando credibilidad y ascendiente por sus atinados documentos, que planteaban soluciones coherentes. Mientras la COB y el oficialismo fueron perdiendo prestigio, la CEPB ampliaba su radio de influencia política y social. No fue nadie más que la izquierda con su desorientación y el caos que estaba orquestando quien abonó el terreno para su derrota. Muy claros fueron a corto plazo los resultados electorales favorables a la filosofía democrática, la libre empresa, etc., etc., en detrimento de los partidos políticos que representaban a la clase obrera más combatiente. A mayor fervor en acciones de masas, bloqueos en ciudades y caminos, constantes huelgas 22 salvajes y manifestaciones callejeras, creció en mayor proporción el respaldo al ideario de la CEPB. Fallaron los ideólogos del "socialismo ya" por la vía equivocada que habían elegido. Extraña paradoja que el renacimiento de la CEPB tenga por origen el accionar del movimiento sindical y los grupos de izquierda en algunos cargos de gobierno. El Dr. Mansilla afirma que "a partir de 1985 es cuando recién el empresariado, en cuanto fuerza socio-política organizada y consciente de sí misma, empieza a influir directamente sobre las políticas públicas y a impulsar un modelo societal alejado, sea de modo incipiente, de las tradiciones patrimoniales y estatistas de la clase política convencional." Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que ese ascendiente tuvo un punto de partida unos años antes (1980) cuando la CEPB, movilizando una opinión ciudadana fatigada por la anarquía y la inoperancia de brevísimos gobiernos militares reacios al establecimiento de un sistema democrático, suscribió una serie de documentos que sirvieron de orientación, casi de emplazamiento perentorio, para la normalización institucional de Bolivia. Sin embargo de ese crucial papel la CEPB no tuvo más adelante con la instauración de la legalidad democrática la audacia de convertirse en agente de un desarrollo económico y social como se esperaba. Asevera Mansilla: "a las élites bolivianas les faltó, por ejemplo, la visión dinámica, el espíritu moderno de riesgo y las conexiones cosmopolitas..." y continuaron con exigencias que sólo el Estado, según ellos, podía articular los requisitos para superar una atonía empresarial, temor a sus inversiones en nivel cuantificable y en líneas generales su incapacidad para luchar en un mercado competitivo y exigente. El investigador Mansilla no tiene inconveniente en señalar que "hasta bien entrada la década de 1980 la empresa privada boliviana ha vivido sin una base autónoma y sin un proyecto societal propio, usufructuando lo que le llovía de las actividades estatales por medio de los conocidos recursos del prebendalismo 23 y del patrimonialismo, para no hablar de las prácticas cotidianas de corrupción y desfalco de fondos públicos". Tan negativo concepto probablemente cuenta con sólidas bases que el autor debería profundizar para evitar polémicas respuestas y desmentidos. Es posible que ello hubiera ocurrido pero no creemos en la institucionalización en la CEPB de aquella viciosa práctica generalizada. En todo caso no ponemos las manos al fuego por todos los empresarios. Constituye una clara evidencia, — sin ingresar a los meandros del comportamiento de algunos empresarios comprometidos con negociados, favores oficiales y apoyos a gobiernos dictatoriales — que la CEPB en los últimos doce años prestó un probado soporte al proceso democrático representativo y al ordenamiento institucional del país. Si lo hizo por advertir que los regímenes ilegales se encontraban al final de su carrera y que todo ellos obedecía a un completo cambio de mentalidad en escala universal, de la que Bolivia no podría sustraerse, es tema para dilucidar en una investigación más completa. La nueva metodología política recomendaba, como un "bien supremo", el respeto de las libertades ciudadanas; el dsenvolvimiento sin trabas de la información de prensa; la consulta electoral en la organización de un Estado de Derecho y la participación popular en todo el abanico de los partidos políticos. Naturalmente se propiciaba una administración honesta, la desestatización de la economía de producción en todos los rubros y una lucha abierta contra los mecanismos burocráticos que hacían difícil el desarrollo normal de la libre empresa. En este capítulo, Mansilla escribe unos conceptos tangencialmente críticos y condenatorios cuando señala "los empresarios pueden ciertamente despreciar a los funcionarios ineptos, corruptos y cortos de vista, pero los necesitan en alto grado y realizan con ellos a menudo suculentos negocios de mutuo beneficio". (p. 106) La CEPB contesta, invariablemente, 24 que la conducta de "ciertos empresarios" no compromete a su organización matriz que posee una filosofía de comportamiento que no avala la corrupción de algunos de sus asociados. El imperativo político de la democracia, la virtual toma de su conciencia, se generaliza en la filas del empresariado nacional con su instrumento de la CEPB inmediatamente después de un balance de las fuerzas sociales en movimiento en resuelta dirección al ordenamiento republicano. Es a partir de allí que nace la necesidad ineludible de adoptar una doctrina que independientemente del principio de la "libre empresa" propugne el sistema democrático, con todas sus imperfecciones de libertades mal comprendidas y afloramientos de diversos conflictos, como una forma de desactivación social de mayores e irreversibles males. La democracia posee esta virtud aunque también existe el peligro que se desboque. Esa doctrina fue producto de crecientes presiones locales y externas. Habría que preguntarse hasta dónde y cómo esa "doctrina" se impuso en la CEPB como efecto de las transformaciones dadas por agotamiento de regímenes ilegítimos y no se sintieron obligados con los principios de la democracia (1971-1978) cuando ese Gobierno "rechazó sorpresiva y enfáticamente la democracia representativa, las elecciones, el parlamento, el pluralismo de opiniones, los partidos políticos y la fiscalización de los actos gubernamentales por la opinión pública", anota Mansilla (p. 85), llegando a la conclusión de calificar de "silencio cómplice de la CEPB" (p. 86) del que tampoco están excluidos algunos partidos políticos en alianza, por lo menos al comienzo, con las Fuerzas Armadas de la Nación como poder decisorio. Menos visible fue la participación de la CEPB (1980-1981) en el funesto "Gobierno de la Reconstrucción Nacional" aunque no faltó una adhesión cupular, sin eco en la mayoría de los 25 empresarios, a los "postulados preconizados por el gobierno en materia económica" declarando, en líneas más adelante "el apoyo y el respaldo y el permanente concurso". La democracia entonces para la CEPB no estaba suficientemente madura como para abogar peligrosamente por su instauración. El Dr. Mansilla, en muchos párrafos de su texto, no se va por las ramas y afirma — sin que pueda desmentirse —"es sintomático, en todo caso, que en los primeros tiempos de la dictadura, la CEPB dejó de lado su programa democratizador y sus apelaciones al pluralismo ideológico y al Estado de Derecho y se concentró en su programa consagrado a la desestatización de la economía nacional" (p. 134). No trascurriría mucho tiempo y la CEPB adoptaría una radical orientación en pro de la democracia y esta disposición se mantiene invariable hasta nuestros días porque la democracia en Bolivia, y sin duda en el mundo entero, es una realidad al parecer irreversible sin horizonte para un retorno a la clásica dictadura militar o los devaneos de una izquierda hoy refugiada en corrientes sindicales y un ecologismo a ultranza. La firme decisión de la CEPB de exigir la restauración de los preceptos democráticos en el país, en el ocaso de un militarismo en función de gobierno, entre otras expresiones coincidentes de la sociedad civil, sirve como pieza maestra para concretar ese objetivo, sin exageraciones, en condición de liderato de una inconforme colectividad que demandaba un cambio de rumbo. La CEPB supo utilizar a su favor ese estado de ánimo general que clamaba por un retorno a la normalidad. Tenemos la convicción que la CEPB, en aquella etapa de su accionar, jugó una carta trascendental en el desarrollo democrático y simultáneamente adoptó una meridiana línea antianárquica que se estaba dando en algunos sectores del 26 movimiento sindical, que interpretaron erróneamente, con las movilizaciones obreras, que había llegado la hora de establecer una versión nativa de la dictadura del proletariado, cuando precisamente esta tendencia política estaba en total retirada en el contexto mundial. A mediados de julio de 1979, cuando el empresariado boliviano se queda sin base de sustentación oficial significativa, la CEPB convoca a un Congreso Nacional Extraordinario cuyo documento central reclama un Gran Acuerdo, se refiere a las "libertades y derechos humanos" y menciona la palabra "democracia" en más de veinte repeticiones, sin dejar de advertir que no debemos "encerrarnos en el pasado, olvidándonos del futuro". El pasado era una quemante brasa y su etapa mejor sería sepultarla. El futuro se abría como una primavera para la elección, por fin, de la democracia. A la conclusión del Congreso se emite, el 31 de julio de 1979, un comunicado de 14 puntos donde se "reafirma su fe en los principios y valores de la libre iniciativa; sostiene la libertad económica; demanda un régimen de normatividad jurídica; afirma el principio del pluralismo ideológico; reitera su indeclinable, total y decidido apoyo al sistema democrático; respalda la vigencia de la libertad gremial y sindical en el marco de la ley". La CEPB, con lanza en ristre, habla a favor de la regularización institucional del país "sin mirar atrás" porque es peligroso convertirse en una estatua de sal. Es entre octubre de 1981 y noviembre de 1982 que la CEPB suscribe cuatro mensajes señeros y se abre a la opinión pública con el argumento que "Bolivia nos incumbe a todos" fijando una posición de lucha, quemando sus naves, frente a diversas situaciones políticas, económicas y sociales que estaban conduciendo al país a un irreversible desastre. En verdad en aquella grave coyuntura la CEPB encabezó una ansiedad de los bolivianos, dándoles los argumentos y las esperanzas para llegar 27 a una meta de ordenamiento y emplazando a los distintos gobiernos de aquella época para que mediten en el destino de Bolivia. Aquellos importantes mensajes fueron el basamento para una orgánica reflexión sobre la suerte del país, que marchaba a la deriva. Comienza entonces la fase más brillante y fructífera de la CEPB con una comunicación "A las Fuerzas Armadas de la Nación" (26 de octubre de 1981), invitándolas a un renunciamiento patriótico y a una recapacitación sobre la conveniencia del sistema democrático como medio de preservación de las instituciones fundamentales de la República. Se hablaba sin temor ni vericuetos dialécticos de "una hora preñada de incógnitas". Anotaba que "todavía estamos a tiempo para evitar el caos y la ruptura de todas las compuertas que sostienen precariamente el sistema". Aconsejaban "desmilitarizar la administración del gobierno" y sin eufemismos recomendaba a las FF.AA. que "admitan que el monopolio en la conducción del Estado era negativo a sus propios intereses y compromete seriamente su incierto futuro". Los militares — ciertamente con el beneplácito de la nueva política norteamericana — estaban frente a un apurado dilema. En el siguiente documento "A los Bolivianos", del 27 de mayo de 1982, se repetían anteriores premisas con el agregado que "los destinatarios del anterior mensaje que debieron meditar en él no lo hicieron". A continuación venía la frase de queja de la CEPB: "Nuestras palabras se las llevó el viento..." El 23 de julio de 1982 la exigencia fue más perentoria aunque con un tono conciliador en una comunicación pública denominada "Democracia ya!"donde la CEPB aseguraba "la más alta estima a las Fuerzas Armadas y reconocen su misión constitucional insustituible y trascendente, en resguardo de la soberanía y de la nacionalidad misma", y el párrafo proseguía "velando por su propio prestigio y su verdadero potenciamiento, 28 debieran admitir que la continuidad del esquema militar de gobierno, transfiriendo la Presidencia de un jefe a otro, no tiene esperanza ni posibilidad alguna de lograr soluciones que imperativamente reclama la situación actual". La CEPB se estaba jugando entera y las FF.AA., felizmente, así lo entendieron comenzando un repliegue en vista de los muchos factores internos y externos que les eran adversos luego de casi dos décadas de absoluto dominio con brevísimos paréntesis civiles: Luis Adolfo Siles Salinas, Wálter Guevara Arce y Lidia Gueiler Tejada, gobiernos interrumpidos violentamente por descabelladas operaciones militares. La restauración del sistema democrático, con el flamante gobierno civil de Hernán Siles Zuazo (UDP) en 1982, si bien entrañó una vigencia irrestricta de las libertades consagradas por la Constitución Política, en el área de la dirección económica resultó un desastre y dió margen a una compleja intranquilidad social explotada por movimientos sindicales y cívicos que coadyuvaron a profundizar el malestar. Después de un largo predominio militar el desenfreno social sentó sus reales. La conducción obrera y los partidos políticos de oposición no daban tregua al gobierno democrático. Tenían sus razones pero estaban jugando con fuego como siempre ocurre en una fase de transición. El 24 de noviembre de 1982 la CEPB rubricó un documento con el título "Sin Libertad Económica no hay Democracia Política". La situación económica y social se fue deteriorando en una magnitud difícil de describir. Se anotaban los siguientes datos económicos: "el peso boliviano devaluado en más de mil por ciento en menos de un año". Estaban a la vista "los peligros que entrañaba un populismo económico y social" mientras avanzaba una crisis de incalculabres proporciones en medio de la anarquía sin freno. A finales de 1984 "la inflación se acerca al 6.000%; el tipo de cambio subió de 200 por dólar a $b. 22.000 en 29 el mercado paralelo" y "el poder de compra de los salarios se ha reducido en 75%". A fines del año 1985 el dólar en el mercado callejero superaba la cotización de $b. 1.064.000. Toda la estructura económica boliviana estaba desintegrándose. El Gobierno anunciaba la circulación de nuevos billetes, "cheques de gerencia", con un valor de $b. 500.000 y de $b. 1.000.000. La locura. En un documento titulado "Suplantación del Programa Democrático" la CEPB comenta dramáticamente: "Discursos, arengas, diatribas, promesas, amenazas, concentraciones, bandas de música, banderas, puños, hoces y martillos — todo ello para inflamar un estado de ánimo golpeado por la miseria, pero sin fórmulas para encarar soluciones prontas — no conducen a ninguna parte y agravan la desesperanza del pueblo boliviano". El presente trabajo del Dr. Mansilla constituye una meritoria contribución al esclarecimiento de la actitud empresarial desde sus iniciales pasos hasta el presente en el cuadro histórico del país en los últimos treinta y dos años. Obviamente no es completo, aunque sí finamente analítico, y será menester ahondar su investigación para tener un panorama más completo de las fuerzas sociales en acción y sus consecuencias en un período, un tercio de siglo, que configuraron la peripecia y fisonomía de Bolivia en su tránsito de la dictadura a la democracia. La Paz, noviembre de 1994 Jacobo Libermann Z. 30 Introducción A pesar de apreciables avances y de un indudable aumento de su nivel explicativo, las ciencias sociales bolivianas exhiben todavía notables lagunas en lo referente a los problemas que ameritan esfuerzos de largo aliento de parte de los investigadores. Durante muchos años se privilegiaron algunos temas, que hasta hoy ocupan la mayor parte de los aportes publicados, y se descuidaron importantes segmentos del quehacer colectivo de la nación. Dos grandes áreas han recibido una atención preferencial: el movimiento sindical y la cuestión agrario-campesina y étnica. El mismo sesgo ideológico que ha favorecido el análisis estos fenómenos ha sido el responsable por la desidia demostrada, por ejemplo, con respecto al estudio de las élites, de la cultura política, de la burocratización del aparato estatal y de la corrupción imperante en la administración pública. La inclinación a percibir estas esferas de la praxis social como meros epifenómenos de una realidad presuntamente más importante y profunda ha causado una sintomática distorsión en las ciencias sociales bolivianas, distorsión que se manifiesta en una curiosa, pero característica reticencia a tratar problemas que puedan significar un cuestionamiento de las certidumbres y de los principios teóricos fundamentales del investigador. Precisamente desde la óptica marxista, imperante por varias décadas, se evitó sistemáticamente el examen crítico de todo tema, cuyo tratamiento pudiese implicar resultados desagradables, cuando no adversos a las creencias y convicciones de los pensadores. El análisis de las élites, particularmente de la empresarial, podría, por ejemplo, hacer tambalear la opinión preformada — hasta ahora muy arraigada y extraordinariamente popular — de que el rol histórico de las clases altas habría sido necesariamente negativo, cuando no funesto para el desarrollo de Bolivia. Pero un estudio desapasionado de esta temática habría mostrado ya 31 tempranamente la complejidad de la realidad socio-política boliviana (y, por ende, la precariedad de juicios someros y categóricos), por una parte, y los variados aportes positivos de las élites a la evolución social, económica y cultural del país, por otra. Puesto que la doctrina prevaleciente prohibía de facto todo aquéllo que no se avenía con sus convicciones y enunciados centrales, parecía superfluo, cuando no peligroso, el dedicarse científicamente (es decir: sin imágenes preconcebidas) a fenómenos como las élites sociales. Asi quedó este campo casi totalmente exento de análisis sociológicos y politológicos. El presente trabajo se entiende como una primera aproximación al análisis de las élites empresariales. Carecemos totalmente de un estudio histórico de gran envergadura que persiga la tortuosa evolución de los llamados estratos superiores desde la época de la colonia española hasta la actualidad, rastreando sus continuidades y rupturas, así como sus variadas fracciones y estrategias divergentes, y que a partir de una perspectiva valorativa nos haga conocer también las virtudes y los logros de aquellas clases, junto con sus inevitables errores y vicios. La élite empresarial contemporánea — como cualquier capa social — ha sido influida seguramente por las pautas colectivas de comportamiento y los valores de orientación preexistentes en la comunidad boliviana (fenómenos todos ellos de un marcado cuño convencional, autoritario, conservador y provinciano), pero ha sabido superar esa mentalidad, aunque sea incipientemente, y se ha transformado en un estrato social abierto al mundo exterior, a un espíritu cosmopolita y a reglas de juego previsibles. Este es, indudablemente, el mayor mérito histórico de los empresarios privados: en un medio signado fuertemente por valores tradicionales y normativas irracionales (el movimiento sindical representa, por ejemplo, uno de los fenómenos más conservadores del área latinoamericana, a pesar de su radical barniz izquierdista), la élite empresarial ha desatado, de manera más o menos exitosa, un viento de renovación modernizante, 32 que se extiende desde la racionalización del aparato estatal hasta la renovación de las estructuras productivas, pasando por la alteración de nuestra cosmovisión cultural. La empresa privada se halla inmersa en un ensayo global de reestructuración de la sociedad boliviana, que en cuanto tal posee unos resultados fácticos decididamente más modestos en comparación con las pretensiones teóricas de los representantes empresariales más connotados. Pero no hay dudas de que este intento, llevado a cabo desde 1985, ha modificado ya sensiblemente muchos espacios de nuestro pequeño mundo. Ha hecho manifiesto, por ejemplo, que existe un considerable potencial de aprendizaje y adaptabilidad a un entorno internacional cambiante e imprevisto, potencial que es imprescindible para sobrevivir en la era moderna. Aparte de los empresarios privados, muy pocos segmentos sociales en Bolivia han podido exhibir esa facultad de amoldarse adecuadamente a los requerimientos contemporáneos de conducta colectiva. Así sean limitadas, las alteraciones ocasionadas en el campo estatal-administrativo, en la esfera socio-cultural y en el terreno técnico-económico tienden a desarrollar una dinámica propia, que sin duda traerá consigo una transformación cualitativa de la sociedad boliviana en las próximas décadas. Finalmente hay que señalar el hecho de que las reformas iniciadas por los empresarios privados son favorables a una conjunción de la modernización económica con una expansión de la democracia representativa, liberal y pluralista, combinación que como tal es altamente positiva para el conjunto de la sociedad boliviana. La empresa privada ha inducido este decurso evolutivo inspirada obviamente por la consecución de sus intereses grupales específicos. Aquí también se hizo patente la veracidad de un viejo principio liberal, combatido enérgicamente por todas las fracciones populistas e izquierdistas y, en general, por la mentalidad estatista y colectivista del país: la 33 persecución de intereses privados y gremiales es algo totalmente legítimo en una sociedad moderna, y de la lucha de cientos de intereses individuales es que nace una especie de consenso colectivo parcial, un compromiso aceptable de lo que es positivo para la comunidad en un futuro previsible. Esto no significa, siguiendo una efímera moda del día, propalar la idea de que toda concepción del bien común se ha evaporado, desapareciendo junto con ella toda normativa de largo plazo, todo fundamento transcendente de la política y toda base metafísica de la ética. Se trata más modestamente de señalar las ventajas de una situación global semejante a la que existe permanentemente en el ámbito moderno de los negocios: la previsibilidad de las reglas de juego no impide la incertidumbre de los resultados concretos de una gestión empresarial. Las experiencias de las últimas décadas han mostrado que el vivir con esta continua tensión es preferible a la falsa seguridad de los magnos sistemas dogmáticos, cuya fortaleza resultó ser similar a la de los grandes imperios bíblicos con pies de arcilla. Este breve estudio se centra en la temática socio-política de los últimos decenios y deja de lado deliberadamente los aspectos específicamente técnico-económicos, los antecedentes históricos de la actual élite empresarial boliviana, el desempeño (exitoso o mediocre) de los grupos específicos que la componen y el análisis de su probable desarrollo en el futuro. Tampoco entra a la problemática de las facultades innovativas de la empresa privada ni analiza la capacidad de la misma para inducir a largo plazo una evolución económica que sea acorde con las esperanzas de los ciudadanos y los designios de los partidos políticos. La meta de este trabajo reside más bien en reconstruir y evaluar el aporte de la empresa privada boliviana al proceso de modernización y democratización que vive Bolivia a partir de 1982 y más precisamente desde 1985, mostrando cómo los propios empresarios alteraron primeramente su visión convencional del 34 mundo político y del universo social, y recién entonces se dedicaron — de modo relativamente exitoso — a la tarea de transformar la esfera de la política, de la administración pública y del funcionamiento del Estado. Se puede aseverar que se trata de una labor doble, que engloba una modificación de la cultura imperante y, al mismo, un genuino cambio en las estructuras económicas del país. Es superfluo añadir que este "cambio de estructuras", que salió totalmente distinto al preconizado durante largas décadas por los intelectuales progresistas y los grupos políticos del centro y de la izquierda, exhibe un desempeño no demasiado brillante y un equilibrio precario en medio de una situación signada aun por un amplio descontento social, pero conlleva sin duda alguna tranformaciones de gran alcance y significación para la totalidad de la sociedad boliviana. Este estudio está fundamentado en la utilización y el análisis de (1) las fuentes primarias (noticias referentes a la evolución y, sobre todo, a la actuación política de la empresa privada y de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia [CEPB], y a las reacciones de los otros actores socio-políticos, por un lado [acopiadas en la prensa escrita boliviana a partir de 1962] y comunicados públicos y declaraciones programáticas de la propia CEPB, por otro [usando las memorias y otros documentos intqrnos de esta institución y de sus afiliadas]), en (2) la bibliografía secundaria en torno a la historia, la sociología y la politología contemporáneas del país y (3) en las teorías actuales sobre el rol de las élites modernizantes en sociedades mayoritariamente tradicionales, que muestran la contraposición entre ellas y las aristocracias convencionales. Este enfoque ha sido mitigado por (4) una visión crítica de la modernidad en cuanto valor normativo presuntamente obligatorio para las sociedades en vías de transición como la boliviana. El presente texto comienza (cap. I) con una reconstrucción de la etapa formativa de la CEPB, cuando aun prevalecía en esta 35 institución una mentalidad claramente estatista y proteccionista, indiferente y hasta opuesta a la moderna democracia pluralista. Luego se describe y analiza (cap. II) la conversión del empresariado boliviano (organizado corporativamente) hacia posiciones modernizantes y democráticas, su lucha por la recuperación de la democracia representativa (cap. III) y contra fenómenos como el sindicalismo y el populismo, así como el rol de la CEPB en los llamados compromisos de 1984/1985, que dieron fin prematuramente al gobierno de la Unidad Democrática y Popular. Luego (cap. IV) se reconstruye el intento de la CEPB de modernizar el Estado y la administración pública y de inducir un modelo de privatización de la economía estatal. Finalmente se muestra la transformación interna de la CEPB y se ensaya una crítica a sus aspectos de índole retrógrada que aun permanecen en la mentalidad y las actuaciones de la misma (cap. V). 36 I La creación de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB) y su etapa formativa en el contexto de la mentalidad estatista a) El periodo 1962-1971 Es muy problemático el intento de establecer de manera fehaciente la mentalidad imperante dentro del pequeño grupo de empresarios privados que decidió la fundación de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB) en La Paz el 4 de septiembre de 1962. No hay duda de que la intención central era la de crear una institución permanente para la agregación y articulación de sus intereses grupales, para influir, dentro del marco legal, sobre la formulación de políticas públicas y para defender de manera mancomunada el gremio empresarial de las eventuales críticas y hasta ataques de otros sectores sociales. Según un documento propio de la CEPB, las funciones de esta institución desde sus comienzos pueden ser enunciadas de esta manera: "Representar, precautelar y promover los intereses de la actividad privada en función del bienestar colectivo [...1"; "difundir [...] los principios de la libertad de empresa y la economía de mercado"; "promover relaciones y mantener diálogo con todos los sectores del país [...] para buscar el equilibrio social"; "fomentar el perfeccionamiento de las técnicas de dirección, administración y productividad [...]"; y "elaborar recomendaciones en materia socio-económica, especialmente las referidas a los asuntos que confronte la actividad privada a la política económica general [...]"1. 1 Citado en: La máxima institución representativa de los empresarios privados cumple 31 años, en: LA RAZON (La Paz) del 4 de septiembre de 1993 37 Hasta ese momento habían existido ciertamente algunas organizaciones para la representación de los llamados intereses económicos privados en Bolivia, como la Sociedad Rural Boliviana, la Asociación de Industriales Mineros de Bolivia (mineros grandes), la Asociación Nacional de Mineros Medianos de Bolivia (establecida en 1939), las Cámaras de Industria y Comercio y algunas agrupaciones menores. Entre estas se destacó la Sociedad de Propietarios de Yungas, cuyo presidente por largos años, Don José María Gamarra, trató de inculcar algunas ideas básicas en torno a la articulación gremial de intereses entre los propietarios de medios de producción agrícola. Se puede afirmar, empero, que históricamente se trataba de corporaciones de reciente data, es decir de esta centuria. Sólo la Cámara de Comercio de La Paz, precursora de todas las otras Cámaras de Comercio bolivianas, existió ya desde la última década del siglo XIX, y se destacó por algunos intentos, no demasiado sistemáticos, de influir sobre las políticas públicas, propugnando, por ejemplo, la adopción del patrón oro en 1897 para paliar los efectos de la ya muy visible decadencia de la economía minera basada en la plata2. Se trataba, empero, de instituciones que no gozaban de la mejor reputación — ni en el interior de los sectores privados mismos — y no mostraban ni cohesión organizativa ni habilidad para negociar con el Estado o para influir sobre la opinión pública. El poco empeño en fundar y hacer andar instituciones de este tipo se debió probablemente a que hasta 1952 los estratos privilegiados bolivianos no requerían de órganos diferenciados (y de índole pública) para representar sus intereses, pues disponían de un acceso directo a las instancias gubernamentales y de un peso político considerable. Una representación específica de sus intereses parecía simplemente superflua. Dos motivos parecen ser constitutivos para ello. 2 Cf. EL IMPARCIAL (La Paz) del 20 de octubre de 1897.- Agradezco al Lic. Mario Napoleón Pacheco Torrico ésta y otras indicaciones bibliográficas. 38 La cultura política prevaleciente entonces, que no privilegiaba una discusión racional, pública y abierta de intereses sectoriales, favorecía los acuerdos y arreglos detrás de bambalinas, precisamente en lo referente a la formulación de la legislación necesaria. La creación de una institución permanente para la articulación de intereses privados parecía ser poco oportuna, ya que desde la Guerra del Chaco aumentaban las voces que criticaban de la manera más acerba a los grandes propietarios territoriales y a los empresarios mineros más importantes por ser aparentemente los causantes de la derrota militar, del subdesarrollo económico, de las injusticias sociales y del régimen político de inicuos privilegios. No hay dudas de que los llamados sectores privilegiados3 han tenido una notable influencia durante el curso de toda la historia boliviana. Pero no es tan obvio que hayan sido los empresarios privados en la acepción estricta del término los depositarios de ese poder fáctico. A pesar de los dilatados mitos en torno al presunto poder ilimitado del que habrían gozado los magnates mineros 4 hasta 1952, se puede afirmar que la dirección de la política boliviana estuvo hasta 1952 — y en realidad hasta • 3 Cf. E. Bradford Burns / Thomas E. Skidmore, Elites, Masses and Modernization in Latin America 1850-1930, Austin: Texas U.P. 1979; Diana Balmori et al., Notable Family Networks in Latin America, Chicago: Chicago U.P. 1984; Harold D. Lasswell / Daniel Lerner / C. Easton Rothwell, The Elite Concept, en: Peter Bachrach (comp.), Political Elites in a Democracy, New York: Atherton 1971, pp. 13-26 4 Cf. sobre todo el brillante ensayo de Herbert S. Klein, The Creation of the Patiño Tin Empire, en: INTER-AMERICAN ECONOMIC AFFAIRS, vol. XIX (1964), N° 2; cf. también: Manuel Carrasco, Simón I. Patiño. Un prócer iundustrial, París: Grasset 1960; Charles Geddes, Patiño. The Tin King, Londres 1971; Alfonso Crespo, Los Aramayo de Chichas, Barcelona: Blume 1984.- A la conformación de este mito contribuyó eficazmente la gran novela de Augusto Céspedes, Metal del diablo, La Paz: Juventud 1978.- Sobre el poder aparentemente ilimitado del cual habrían gozado los magnates mineros cf. por ejemplo: Sergio Almaraz, El poder 39 1985 — en manos de una clase o élite política s, que se ha nutrido evidentemente de personajes provenientes del comercio y la industria, pero en un grado mucho más restringido del aceptado comúnmente; hasta 1952 fue importante el aporte de los estratos terratenientes y de las élites rurales y provinciales6. Pero el rasgo más característico de la clase política boliviana estribaba probablemente en su constitución bastante autónoma, en su elevado auto-recrutamiento, en sus vínculos estrechos y decisivos con la alta burocracia estatal, en su relación claramente patrimonialista con el conjunto de la administración pública e, indudablemente, en su pertenencia al grupo étnico-cultural de los criollos y mestizos con pretensiones de blancos. Se trataba, entonces, de una "clase" o "burguesía estatal" 7 , que no estaba adherida naturalmente a ningún programa socialista, pero que tampoco representaba fiel y ciegamente los "intereses y la caída, La Paz: Amigos del Libro 1969; cf. también algunos pasajes críticos en dos obras excelentes: James M. Malloy, Bolivia: The Uncompleted Revolution, Pittsburgh: Pittsburgh 1970, p. 130,152; Herbert S. Klein, Orígenes de la revolución Nacional boliviana. La crisis de la generación del Chaco, La Paz: Juventud 1968, p. 60 sq. 5 Cf. Kenneth Prewitt / Alan Stone, The Ruling Elites, New York: Harper Row 1973; Hans-Dieter Evers / Tilman Schiel, Strategische Gruppen. Vergleichend e Studien zu Staat, Bürokratie und Klassenbildung in der Dritten Welt (= Grupos estratégicos. Estudios comparativos sobre el Estado, la burocracia y la formación de clases en el Tercer mundo), Berlin: Reimer 1988; German José Bidart Campos, Las élites políticas, Buenos Aires: EDIAR 1977; Michael Young, The Rise ofMeritocracy. An Essay on Education and Equality, Londres: Thames Hudson 1961; cf. las dos obras pioneras sobre la concepción actual de "clase política": Harold D. Lasswell et al., The Comparative Study of Elites. An Introduction, Stanford: Stanford U.P. 1952; Thomas B. Bottomore, Elite und Gesellschaft (= Elite y sociedad), Munich: Beck 1966 6 Cf. José L. Havet, The Diffusion of Power. Rural Elites in a Bolivian Province, Ottawa: Tesis de grado de la Universidad de Ottawa 1985 7 El concepto proviene de Hartmut Elsenhans, Abhiingiger Kapitalismus oder bürokratische Entwicklungsgesellschaft. Versuch über den Staat in der Dritten Welt (= Capitalismo dependiente o sociedad de desarrollo burocrático. Ensayo sobre el Estado en el Tercer Mundo), Frankfurt/ New York: Campus 1981, p. 15 40 empresariales". Precisamente a partir de 1985 es cuando recién el empresariado en cuanto fuerza socio-política organizada y consciente de sí misma empieza a influir directamente sobre las políticas públicas y a impulsar un modelo societal alejado, así sea de modo incipiente, de las tradiciones patrimonialistas y estatistas de la clase política convencional. No hay duda de que el ordenamiento estatal prevaleciente hasta 1985 exhibía los notables y conocidos rasgos de un sistema patrimonialista-estatista (o mercantilista, según una definición no muy feliz de Hernando de Soto 8 ), cuyo excedente era usufructuado colectivamente por la clase política, sin que ésta hubiera sido propietaria de los principales medios de producción. Esta élite estaba interesada en la expansión de las funciones estatales, incluyendo, desde luego, la actividad económica gubernamental. La administración de las grandes empresas estatales y el quasi-monopolio sobre los puestos más importantes del aparato burocrático conformaban los dos pilares sobre los cuales estaba (o está aun?) asentado el poder de la élite política. La administración de aquellas empresas tendía necesariamente a ser técnicamente mediocre y éticamente corrupta; el control de parte de la sociedad civil era insuficiente; la inversión pública en costosos y monumentales proyectos de desarrollo debía ser generosa, máxime si tales proyectos parecían encarnar los más profundos anhelos colectivos de progreso y adelantamiento. La élite política, por más que provenía de un sector étnico-cultural con una buena educación formal y con variados contactos internacionales, se destacada (y aun se destaca) indefectiblemente por una clara reticencia hacia innovaciones técnicas, político-institucionales 8 Hernando de Soto, Negra 1987, p. 15, 239 sqq. El otro sendero. La revolución informal, 41 Bogotá: Oveja y de comportamiento cotidiano, de un lado, y por un virtuoso oportunismo parasitario, de otro. En esta economía de rentas 9 el aparato estatal era (y es todavía) el campo de una batalla redistributiva entre los sectores mejor organizados 10, sectores cuyos ingresos y privilegios fácticos no correspondían a su desempeño técnico-profesional y a sus labores efectivas. Durante largo tiempo ellos han intentado mantener este estado de cosas, basado en una burocracia enrevesada y corrupta, desvirtuando toda posibilidad de crítica y control de parte de órganos independientes y evitando la competencia abierta y espontánea en los mercados de bienes y servicios y en los foros de ideas. Es superfluo el añadir que no pocos partidos de izquierda y asociaciones sindicales han apoyado decididamente este modelo, a causa, por ejemplo, del extenso rol atribuido al Estado, a sus agencias y a la clase político-burocrática en los proyectos de desarrollo y debido al estilo convencional estatista de la cultura política. Es imprescindible señalar que este modelo socio- económico y la correspondiente élite político-administrativa han tenido a lo largo y a lo ancho de todo el Tercer mundo una considerable importancia 11, no exenta de alguna originalidad, hasta bien 9 Sobre la temática de las sociedades "rentistas" cf. el informativo artículo de Georg Simonis, Rent-Seeking — eine neue Theorie der Unterentwicklung (= RentSeeking — una nueva teoría del subdesarrollo), en: POLITISCHE VIERTELJAHRESSCHRIFT (Heidelberg), vol. 27, marzo de 1986, Nr. 1, pp. 100109; Hernando de Soto, op. cit. (nota 1/7), p. 239-252; algunos detalles referentes al Perú, que no son ajenos a la realidad boliviana: Instituto Libertad y Democracia, Estado mercantilista, economía informal y reformas institucionales, Lima: s.e. 1989, passim 10 Hernando de Soto, op. cit. (nota 1/8), p. 242 11 Cf. entre otros: Günter Endruweit, Elite und Entwicklung. Theorie und Empirie zum Einflufl von Eliten auf Entwicklungsprozesse (= Elite y desarrollo. Teoría y datos empíricos sobre la influencia de las élites sobre los procesos de desarrollo), Frankfurt/ Berna: Lang 1986; Peter Bachrach, The Theory of 42 entrada la década de 1980-1990. Su comportamiento políticol2 ha sido, empero, conservador en el sentido negativo del término: han tratado de impedir un proceso genuinamente democratizador 13 , han dificultado la constitución de una élite empresarial moderna", y han perpetuado las tendencias expansivas y patrimonialistas del Estado que pervivían desde la era colonia1 15 . Contra esta corriente ha luchado la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia, aunque no desde sus comienzos. En 1962, cuando se creó la CEPB, la atmósfera general era aun claramente favorable a la expansión de las funciones estatales en los más variados campos, incluyendo el económico. Mediante dos instrumentos — la Corporación Boliviana de Fomento y el recién creado Ministerio de Planeamiento y Coordinación —, el Estado boliviano trató de inducir una modernización acelerada, especialmente del sector productivo y de la infraestructura general de la nación, modernización que, de Democratic Elitism. A Critique, Washington: University Press of America 1980; John Walton, Elites and Economic Development. Comparative Studies on the Political Econotny of Latin American Cities, Austin: Texas U.P. 1977 12 Cf. por ejemplo: William Allen Welsh, Leaders and Elites, New York: Holt 1979, especialmente el capítulo 5, pp. 97-121: "Extra-legal Political Behaviour among Latin American Political Elites"; algunas observaciones en: Suzanne Keller, Beyond the Ruling Class. Strategic Elites in Modem Society, New York: Random 1963, passim; Frank Bonilla / José A. Silva Michelena, The Failure of Elites, en: Bonilla / Silva Michelena (comps.), A Strategy of Research on Social Policy, Cambridge (M): MIT Press 1970, pp. 175-237 13 Cf. Wilfried Róhrich (comp.), "Demokratische" Elitenherrschaft. Traditionsbestinide e ines sozialwissenschaftlichen Problems (= Dominio "democrático" de las élites. Aspectos de la tradición de un problema de las ciencias sociales), Darmstadt: WBG 1975, passim 14 Mario Cerutti / Menno Vellinga (comps.), Burguesías e industria en América Latina y Europa Meridional, Madrid: Alianza 1991 15 Cf. la obra básica: Marcello Carmagnani, Estado y sociedad en América Latina, Barcelona: Crítica 1984 43 acuerdo a los parámetros entonces reinantes, debía tener lugar bajo la tuición del Estado y de modo altamente centralizado. En aquellos años prevalecía el dogma, no relativizado tampoco por la empresa privada, de que el impulso y los fondos para el modelo industrializante deberían provenir de la minería, principalmente de la nacionalizada; los hornos de fundición, la industrialización a partir de la metalurgia y la siderurgia y substitución de importaciones en terrenos afines y contiguos a la producción de minerales deberían constituir los rasgos esenciales de este tipo de modernización, modelo compartido por amplios sectores de la sociedad boliviana y que no fue puesto en cuestión por la CEPB hasta finalizar la década de 1970. El mismo empresariado privado concebía su función premeditadamente como secundaria; sólo podría y debería actuar en aquellos sectores no estratégicos que no estaban reservados a la actividad estatal. Y el papel de locomotora quedaba naturalmente en manos del Estado, tanto en lo referente a la dirección del proceso modernizante cuanto en la definición de los contenidos del mismo. El rol primordialmente modesto que el empresariado boliviano se atribuyó a sí mismo por largos años tiene que ver con su propia historia formativa. Todos los componentes de las élites bolivianas han estado expuestos a una atmósfera marcadamente provinciana y, lo que fue decisivo, a las normativas de la cultura tradicional ibero-católica (de cuño estatista y patrimonialista) durante mucho más tiempo que las élites comparables de países vecinos. A las élites bolivianas les faltó, por ejemplo, la visión dinámica, el espíritu moderno de riesgo y las conexiones cosmopolitas de las clases altas argentinas 16; no llegaron ni siquiera a poseer el empuje socio16 Cf. entre otros: Jorge Federico Sábato, La clase dominante en la Argentina moderna. Formación y características, Buenos Aires: CISEA 1988; Tulio Halperin Donghi, Revolución y guerra. Formación de una élite dirigente en la Argentina criolla, 44 cultural o el poder financiero de las élites peruanas, las más similares en todo sentido 17 . Hasta bien entrada la década de 1980 la empresa privada boliviana ha vivido sin una base autónoma y sin un proyecto societal propio, usufructuando lo que le llovía de las actividades estatales por medio de los conocidos recursos del prebendalismo y del patrimonialismo, sin contar las prácticas cotidianas de la corrupción y el desfalco de fondos públicos. Puede aseverarse que en sus primeros años la CEPB no puso en duda, ni de forma meramente teórica, esta preeminencia fáctica e ideológica del Estado como empresario y en cuanto guía indiscutido del proceso modernizador. Lo que sí vale la pena subrayar es que la CEPB intentó evitar un crecimiento aun mayor de las funciones empresariales del Estado, partiendo de la presuposición de que el Estado ya había alcanzado su tamaño óptimo; consolidar la posición jurídica y política de la propiedad privada, que se hallaba desde 1952/1953 en una situación algo precaria; y (3) preparar paulatinamente el terreno para que la opinión Buenos Aires: Siglo XXI 1972; Manuel Acevedo / Eduardo M. Basualdo / Miguel Khavisse, ¿Quén es quién? Los dueños del poder económico. Argentina 1973-1987, Buenos Aires 1990; Dardo Cúneo, Comportamiento y crisis de la clase empresarial, (2 vols.), Buenos Aires 1984; Mirta L. de Palomino, Tradición y poder. La Sociedad Rural Argentina, Buenos Aires 1988; Jorge Schvarzer, La Unión Industrial Argentina, Buenos Aires: CISEA 1989; Ricardo Sidicaro, Poder y crisis de la gran burguesía agraria argentina, en: Alain Rouquié (comp.), Argentina hoy, Buenos Aires 1982, pp. 51-104; y la gran obra de José Luis de Imaz, Los que mandan, Buenos Aires: EUDEBA 1964 17 Cf. Dennis L. Gilbert, La oligarquía peruana, Lima: Horizonte 1982; José Matos Mar, La oligarquía en el Perú, Buenos Aires: Amorrortu 1982; Philippe Spaey, L'elite politique péruvienne, París: Edit. Univ. 1972; y las dos obras fundamentales: Carlos A. Astiz, Pressure Groups and Power Elites in Peruvian Politics, Ithaca: Cornell U.P. 1969; FranÇois Bourricaud, Pouvoir et société dans le Pérou contemporain, París 1967 45 pública y, sobre todo, la llamada clase política comiencen a ver con menos suspicacia la actuación abierta, legal y progresiva de la representación de los intereses grupales empresariales. Fue entonces relevante la actuación de Don René Ballivián Calderón, quien había trabajado anteriormente en la empresa minera Aramayo y quien trajo nuevas ideas en torno al rol social y hasta cultural de los empresarios privados en el proceso de modernización acelerada. Estas ideas cayeron en suelo relativamente fructífero por varias razones. La estatización 18 de las principales empresas mineras privadas en octubre de 1952 no conllevó ni (a) un impulso modernizador digno de mención para el conjunto de la economía boliviana, ni (b) la posibilidad de disponer sobre cuantiosos fondos para ser transferidos a otros sectores productivos, ni (c) la creación de clases medias modernas e imbuidas del principio de rentabilidad y desempeño individual. El descrédito en que cayó la nacionalización de las minas en pocos años se debió a que en 1952 y en años anteriores los partidos nacionalistas y marxistas, así como importantes sectores de la opinión pública compartían ingenua y dogmáticamente la opinión — tenida entonces por verdad absoluta — de que esta medida era imprescindible para inducir un verdadero proceso de modernización económica, el cual, a su vez, constituiría la base para consecución de soberanía nacional y justicia social. El mejoramiento del nivel de vida de las llamadas "grandes mayorías nacionales" estaba, por lo tanto, vinculado 18 La estatización de las grandes propiedades mineras fue justificada mediante argumentos morales (los magnates mineros habrían usado su poder financiero para corromper a la élite política y la administración pública), económicos (la riqueza inaudita de los "barones del estaño" sería la causa directa de la miseria de gran parte de la población) y políticos (en un Estado soberano sería inadmisible y antidemocrática la concentración de tanto poder decisorio en tan pocas manos). Cf. los testimonios: Bolivia: 10 años de Revolución, La Paz: s.e. 1962, p. 35; Augusto Céspedes, El presidente colgado, Buenos Aires: Alvarez 1966, p. 18 46 inextricablemente a un proyecto enérgico, planificado y centralizado de progreso técnico-económico, tal como lo manifestó repetidas veces el entonces Presidente de la República, Víctor Paz Estenssoro 19. El mérito de Ballivián Calderón y de otros propulsores de la economía de libre mercado como Roberto Arce20 fue haber llamado tempranamente la atención acerca de las falacias contenidas en este razonamiento, criticando especialmente la ilusión de que habrían "cuantiosos dividendos" que antes iban a parar a manos privadas y que ahora servirían para financiar los grandes proyectos de modernización integral. Se puede afirmar que para 1962 ya se había difundido una visión más sobria de la realidad emergente de la nacionalización de las minas y de la reforma agraria 21 , promulgada en agosto de 1953. Como lo reconocieron hasta los intelectuales de izquierda, la nacionalización de las minas fue globalmente una 19 V. Paz Estenssoro, El pensamiento político de Víctor Paz Estenssoro, La Paz: s.e. 1954, p. 79 sq., 101 sq. 20 Roberto Arce, Historia de la minería, en: PRESENCIA (La Paz) del 6 de agosto de 1975 (edición especial del sesquicentenario de la creación de la República), p. 640 sq. 21 Todavía no existe una investigación sociológica o histórica acerca de lo que significó la Reforma Agraria para la modificación de las élites dominantes, para la constitución de nuevas fracciones y, en general, para el status de la propiedad privada en Bolivia.- Cf. entre la enorme bibliografía sobre esta temática la de los primeros tiempos, que toca marginalmente estas cuestiones: William E. Carter, Revolution and the Agrarian Sector, en: James M. Malloy / Richard S. Thorn (comps.), Beyond the Revolution. Bolivia since 1952, Pittsburgh: Pittsburgh U.P. 1971, p. 246 sqq.; Salvador Romero Pittari, Les Mouvements sociaux paysans en Bolivie, París: E.P.H.E. 1975 (disertación doctoral), passim; Demetrio Canelas, Aspectos de la Revolución boliviana. La Reforma Agraria y temas anexos, La Paz 1958; D. B. Heath / C. J. Erasmus / H. C. Buechler, Land Reform and Social Revolution in Bolivia, New York: Praeger 1969; Fausto Beltrán / José Fernández, ¿Adónde va la reforma agraria boliviana?, La Paz 1960 47 frustración22, lo que también fue percibido y reflexionado en el partido gobernante, el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). Ya por los años 1956/1957, con motivo del primer (y bastante exitoso) intento de estabilización monetaria, asociado al asesor internacional Jackson Eder, se dieron los primeros pasos para combatir el déficit fiscal, reducir el rol empresarial del Estado y acrecentar el de la empresa privada, aunque ésto último no de manera explícita23. Es sintomático que precisamente alrededor de 1962, cuando se fundó la CEPB, el discurso interno del MNR diese un importante viraje: la estatización de las grandes propiedades mineras no habría sido una medida básicamente económica (por ejemplo: para servir de motor a la modernización del país e inducir, mediante el trasvase de fondos, la esperada industrialización), sino una meramente política, dedicada a quebrar el poder de los grandes magnates mineros y a establecer un régimen social justo 24 . Es presumible que los empresarios privados de entonces hayan aceptado y hecho suyo este concepto: nunca le tuvieron demasiada simpatía a los "barones del estaño", especialmente a Don Simón L Patiño, y en esta adversidad se mezclaban motivos de índole étnico-cultura125 (Patiño no pertenecía a los estratos blancos criollos) con 22 Amado Canelas, Historia de una frustración: la nacionalización de minas en Bolivia, La Paz: Amigos del Libro 1963; Sergio Almaraz, El poder..., op. cit. (nota 3), passim; C. H. Zondag, La economía boliviana 1952-1965. La Revolución y sus consecuencias, La Paz: Amigos del Libro 1968, p. 114 sqq.; Richard S. Thorn, The Economic Transfortnation, en: Malloy / Thorn (comps.). op. cit. (nota 21), p.172 sq. 23 Cf. James Dunkerley, Rebelion in the Veins. Political Struggle in Bolivia, 1952-1982, Londres: Verso 1984, p. 87, 127 24 Testimonios en: Manuel Frontaura Argandoña, Transcendencia de la Revolución Nacional de 1952, La Paz 1973, p. 13, 29 25 Cf. la entrevista a Carlos F. Toranzo Roca: César Rojas Ríos, Una entrevista "pluri-multi", en: LA RAZON (La Paz), suplemento VENTANA del 24 de julio de 1994, p. 16 48 resentimientos comprensibles, ya que la fortuna de Patiño era de magnitud internacional e infinitamente mayor que la de cualquier empresario boliviano. En la segunda presidencia de Víctor Paz Estenssoro (19601964), época que corresponde a la fundación de la CEPB, se dio una atmósfera general más favorable a la iniciativa privada, a pesar de que el gobierno siguió adelante con los intentos de planificación estatal centralizada — que no pasaron de buenos deseos — y con la expansión de las funciones gubernamentales en el campo económico. El status de la propiedad privada fue claramente reforzado de facto, ya que el gobierno empezó a ver con buenos ojos la acción de los empresarios privados, concediéndoles créditos fiscales en condiciones favorables y lucrativos negocios en las adquisiciones de las empresas estatales, cuyas licitaciones públicas han estado desde entonces envueltas en el velo de lo turbio y sospechoso. Pero en ese entonces la propiedad privada poseía aun un status precario, supedidata como estaba a la consecución de fines sociales presuntamente más elevados (lo que quedó codificado hasta en la Constitución Política del Estado del 2 de febero de 1967) y a la arbitrariedad de los gobernantes de turno. Un ejemplo de esta legalidad ambigua fue el tratamiento de la indemnización a los propietarios de tierras afectados por la Reforma Agraria de 1953: aunque la ley preveía esa indemnización por toda afectación de latifundios y predios menores y el modo de pago, los antiguos propietarios no recibieron jamás ninguna compensación financiera por la pérdida de sus tierras26. Entre ellos se hallaban no pocos empresarios (y familias empresariales) activos y exitosos a partir de 1960. A pesar de estos contratiempos, la Revolución Nacional de 1952 significó ciertamente un impulso modernizante de notable 26 Cf. William E. Carter, op. cit. (nota 1/21), p. 247 49 envergadura para el crecimiento del sector manufacturero. La producción de la industria de bienes de consumo se duplicó entre 1952 y 1963; para el mismo periodo, el incremento industrial, medido en indicadores per capita de la población, fue de un 63%27. A esta evolución subyacen algunos factores como la paulatina integración del campesino en el mercado nacional después de la Reforma Agraria, la apertura del Oriente boliviano a causa de la construcción de la carretera Cochabamba—Santa Cruz (inaugurada en 1953), el auge de la explotación petrolífera y la generosa dotación de créditos (a fondo perdido) en favor de la élite política asociada directamente al régimen del MNR. En este último rubro se puede hablar de un inequívoco caso de corrupción sistemática, iniciada y perfeccionada por el gobierno de entonces con el fin explícito de crear una "burguesía nacional", cuya tarea "histórica" habría sido llevar a cabo (a) la industrialización del país y (b) alcanzar el periodo de la "democracia democrático-burguesa". Hay que considerar que por aquel entonces existía un fuerte elemento marxista detrás de todas las concepciones del MNR, sobre todo en la cosmovisión a largo plazo: se suponía que la — por suerte — muy lejana meta normativa del socialismo iría precedida por un largo periodo de "desarrollo burgués nacional-democrático", que debía ser alentado y hasta dirigido por el Estado a causa de la "debilidad intrínseca" de las "capas burguesas" en los países latinoamericanos. Esta doctrina, inmensamente popular en todo el Tercer Mundo, fomentaba la formación de un estrato empresarial con la ayuda y los dineros del Estado. El elevado grado de corrupción que surgió entonces (y que nunca más desaparecería de la escena boliviana) fue justificado con el argumento de que no había otro camino para la creación de una élite empresarial, dada la debilidad económica, organizativa y financiera de los incipientes empresarios bolivianos, y que después de todo tal recurso serviría exclusivamente para la 27 Cf. los datos en: C. H. Zondag, op. cit. (nota 1/22), p. 134 50 constitución de una etapa necesaria, pero igualmente transitoria en la historia boliviana. En retrospectiva puede aseverarse que esta estrategia configuró un despilfarro de fondos escasos, sin resultados positivos tangibles para el desarrollo del empresariado boliviano. (Desde otra óptica se puede hablar evidentemente de una democratización del acceso al crédito estatal, de un robustecimiento de las llamadas clases medias y de un debilitamiento concomitante de la clase alta tradicional.) De todas maneras, el ambiente socio-político a partir de 1960 se transformó en hostil hacia los designios revolucionarios y en favorable al florecimiento de la iniciativa privada. Por otra parte es indispensable señalar que la Revolución Nacional trajo consigo la destrucción del estrato de los grandes propietarios territoriales en el Occidente de Bolivia y simultáneamente la eliminación de aquellos grupos de las clases altas vinculadas con la gran minería nacionalizada en 1952. El hundimiento de las capas altas tradicionales significó el fin de la identificación entre ellas y la élite del poder. La consecuencia fue la diferenciación entre una élite del poder — que prosiguió las tradiciones más detestables de la clase alta premoderna — y un estrato empresarial más o menos independiente, el cual sí logró acomodarse paulatinamente a los requerimientos del mundo moderno. De él nacería el impulso neoliberal que cambió el país a partir de 1985. Pero es de justicia mencionar que la revolución de 1952 sentó algunas bases para este proceso. Terminó con los procesos estrictamente clasistas, particularistas y adscriptivos (es decir: dependientes no del desempeño individual, sino de la pertenencia a una casta social por el nacimiento) para el reclutamiento de las élites política, administrativa, económica y cultural; la estratificación social se hizo menos rígida, más porosa y flexible y "potencialmente más igualitaria" 28 . La Revolución 28 Salvador Romero Pittari, Notas sobre la estratificación social en Bolivia, La Paz: Universidad Católica Boliviana 1974, p. 6 51 de Abril fomentó claramente las movilidad geográfica, promovió la diferenciación de roles y actividades, expandió la participación política, impulsó la diversificación de la estructura productiva y dilató el mercado interno boliviano29. b) El periodo 1971-1978 Los primeros años de la CEPB fueron, como ya se insinuó, de una gran discreción. Su rol público fue mínimo. Esto cambió con el advenimiento de los gobiernos militares partidarios de un reformismo nacionalista radical (1969-1971), que pusieron en cuestionamiento la paz social favorable a los intereses em--;resariales. Durante el régimen del General Alfredo Ovando ( _969-1970) se estatizó la Bolivian Gulf Oil Co., el primer gran ataque ala propiedad privada en muchos años. Esta tendencia se intensificó especialmente bajo del gobierno del General Juan José Torres (19701971), quien declaró personalmente que la "burguesía boliviana" era "rudimentaria" y su desempeño "mediocre", e incapaz, por lo tanto, de "cumplir las tareas demoburguesas clásicas" 30 . El corolario era manifiesto: ya que no existía en la praxis una burguesía nacional digna de ese nombre, había que reemplazarla por la acción del Estado. Esta tendencia ideológica fue enfatizada y radicalizada por el entonces Secretario Ejecutivo de la Central Obrera Boliviana, quien declaró públicamente que el sector empresarial privado en su totalidad sería "perjudicial" para el país y toda forma de democracia resultaría "burguesa y antipopular" 31 . Los ánimos no fueron precisamente calmados 29 Sobre los designios y los logros modernizadores del MNR cf. el ensayo clásico: Charles H. Weston, An Ideology of Modernization. The Case of the Bolivian MNR, en: JOURNAL OF INTER-AMERICAN STUDIES, vol. 10, N° 1 (enero de 1968), p. 86 sqq. 30 Presidente Torres: "Debe democratizarse el capital y bolivianizarse la industria", en: PRESENCIA (La Paz) del 5 de febrero de 1971 31 Juan Lechín proclamó uso de armas para llegar al poder porque el gobierno de turno gana elecciones, en: PRESENCIA del 18 de febrero de 1971 52 por un contradictorio discurso (ante doscientos empresarios reunidos en la Cámara de Industria y Comercio) del Ministro de Planeamiento, José Ortiz Mercado, quien afirmó que el gobierno no se oponía a la empresa privada, pero al mismo tiempo aseveró que el empresariado, nacional o extranjero, y la "democracia burguesa" conformarían meras etapas en el camino histórico que lleva indefectiblemente a la instauración del socialismo 32 . Poco después, el Presidente Torres denunció que un intento golpista habría sido financiado por la empresa privada 33 . En aquella atmósfera de paros y huelgas, ocupaciones ilegales de empresas y tierras, comunicados radicales y manifestaciones diarias — situación atemperada por la estabilidad monetaria y los altos precios para los minerales bolivianos —/ se contrapusieron dos actitudes básicas: una que propugnaba el tránsito inmediato al socialismo 34 (apoyada por partidos de izquierda y por el movimiento sindical) y otra que postulaba el respeto a las reglas de juego vigentes y a la propiedad privada (que contaba con el beneplácito de la empresa privada35). La actitud errática y premeditadamente ambigua del gobierno 36 contribuyó a caldear un clima político ya de sí muy 32 Modelo nacional de desarrollo es una etapa hacia el socialismo, en: PRESENCIA del 19 de febero de 1971 33 Denuncia el Presidente: golpe del 10 de enero fue financiado por los empresarios, en: PRESENCIA del 3 de marzo de 1971 34 Cf. por ejemplo: Propugnan implantación de sistema socialista, en: PRESENCIA del 11 de marzo de 1971 35 La CEPB declaró por ese entonces su "neutralidad política". Cf. Empresa privada decidió ayer aplazar su congreso, en: PRESENCIA del 4 de marzo de 1971 (declaración del presidente de la CEPB, Ing. Roberto Azcui) 36 Por una parte, el gobierno del General Torres negaba todo propósito socializante (cf. Niega propósito de instaurar Estado socialista en Bolivia, en: PRESENCIA del 27 de abril de 1971), y por otra el Presidente pronunciaba violentos discursos pro-esta tistas, prosocialistas y expresamente a ntiempresariales (cf. Torres en Santa Cruz: "Ricos no pueden esperar nada de esta revolución, en: PRESENCIA del 17 de mayo de 1971). Poco antes Torres había declarado que los que se opongan al "proyecto socialista" del gobierno serían "erradicados sin ninguna compasión" [sic]. Presidente Torres: "Esta revolución se va a profundizar cda vez más", en: PRESENCIA del 13 de marzo de 1971 53 inestable. El proyecto gubernamental más serio de política económica, el establecimiento del llamado trisectorialismo, no logró aplacar los ánimos radicalizados de los sectores de izquierda 37 (quienes creían que la revolución socialista estaba ya al alcance de la mano) y no convenció a la empresa privada, que desconfiaba de la credibilidad del gobierno de Torres 38 y empezaba a mirar con escepticismo todo intento estatal de dirigir o, por lo menos, de controlar el desarrollo económico de la sociedad. Hay que señalar que el trisectorialismo contaba con una aprobación muy importante dentro del país, por ejemplo en la prensa y en la Iglesia Católica 39 . En una declaración programática, el gobierno propuso dividir la actividad económica en tres grandes bloques: (1) el sector estatal, de índole estratégica, que abarcaría las industrias pesada, química, petrolera, energética y la explotación de los principales recursos naturales; (2) el sector mixto, que englobaría las principales industrias agropecuarias y manufactureras y (3) el sector privado, 37 En aquellos meses surgieron literalmente miles de declaraciones del mismo tenor. Como muestra cf. Propugnan implantación de sistema socialista, en: PRESENCIA del 11 de marzo de 1971: se trata de una exposición de principios del Sindicato de los Trabajadores de la Prensa, que afirma solemne y taxativamente que la revolución socialista "está a la orden del día", que los periodistan son "los líderes espirituales del proletariado" (con la función natural de guiarlo) y que el gobierno del General J. J. Torres es únicamente "pequeño burgués", es decir efímero, despreciable e indefendible. 38 Las declaraciones públicas del Presidente Torres eran sumamente contradictorias. En abril (Torres ratificó propósito de promulgar nueva constitución, en: PRESENCIA del 12 de abril de 1971) abogó por un estatismo a ultranza, sin espacio para la empresa privada, mientras que en mayo afirmó que esta última constituiría un aporte indispensable para el "desarrollo integral" del país, por lo cual tendría la protección del Estado (Presidente Torres en Congreso Minero: "La empresa privada es necesaria en lucha contra la dependencia", en: PRESENCIA del 5 de mayo de 1971). 39 Cf. La empresa privada y el desarrollo, en: PRESENCIA del 8 de mayo de 1971. En lo que parece ser una declaración próxima a la jerarquía de la Iglesia Católica se asevera que el rol socio-económico del sector privado es importante, pero subordinado al estatal, que es el "esta tégico". 54 de carácter residual, al que le corresponderían los servicios, las pequeñas manufacturas y las empresas agrícolas y ganaderas de tamaño mediano y pequeño 40 . El rol subalterno atribuido a la iniciativa privada no podía, obviamente, ser del gusto de la CEPB, máxime si poco antes el Ministro de Minería, un general de bastante peso dentro del gobierno, había especificado que "el Estado asume la responsabilidad de industrializar Bolivia": este designio industrializador-modernizante asignaba todas las responsabilidades estratégicas al sector estatal y denigraba a la empresa privada como el "socio menor del capital imperialista", que "no pensó jamás en asumir el papel de la clase burguesa progresista" y que no existía como "burguesía boliviana con sentido nacional" 41 . Hasta su conclusión en agosto de 1971, el gobierno de Torres prosiguió una política confusa, ofreciendo garantías a la empresa privada y, simultáneamente, tomando medidas que vulneraban sus intereses directa y profundamente, como el anuncio de la estatización de la industria azucarera pocas semanas antes de su colapso42. Este curioso florecimiento de la Teoría latinoamericana de la Dependencia y de ideologías marxistas radicales iba acompañado por una creciente anomia en todas las esferas de la sociedad boliviana. En este contexto de un desorden generalizado es cuando aparecieron los primeros comunicados públicos de la CEPB que tuvieron algún impacto en la historia contemporánea del país. Son textos que apelan al sentido 40 Presidente Torres señala la línea maestra de programa industrial, en: PRESENCIA del 24 de abril de 1971 41 Industria pesada es la única base seria de independencia, en: PRESENCIA del 2 de abril de 1971 (declaraciones del Ministro de Minería, General Eduardo Méndez Pereyra) 42 Ministro de Industrias: se decidió estatización de industria azucarera, en: PRESENCIA del 25 de julio de 1971: la nacionalización de esta industria — que no llegó a concretarse — fue justificada por "razones técnicas, climatológicas y sociales" [sic]. 55 común: convocan al orden, al trabajo y a la terminación de huelgas, paros, secuestros, asesinatos y extorsiones — que en aquellos meses eran el pan de cada día —; exhortan a la unidad nacional"; declaran que la CEPB es una institución "no política" y "no partidista"; llaman al diálogo nacional y califican las políticas públicas del gobierno del General J. J. Torres como caóticas e incoherentes 43 . Los adversarios de la empresa privada creyeron ver en estos comunicados un acto francamente subversivo: se supuso que los empresarios estaban embarcados en una amplia conspiración contra el gobierno, el cual, como se sabe, tampoco gozaba de las simpatías de la izquierda y del movimiento sindical. No existen testimonios o pruebas empíricas fehacientes de que la CEPB, en cuanto representación organizada de los intereses empresariales, hubiese estado implicada en la rebelión cívicomilitar del 19-21 de agosto de 1971, que derrocó al gobierno de Torres y llevó al General Hugo Banzer a la Presidencia de la República. Es posible que algunos empresarios hayan aportado fondos y ayuda logística a tal causa, pero aisladamente 44 . (Es también digno de mencionarse el curioso hecho de que la llamada Asamblea del Pueblo, que sesionó en lugar del Poder Legislativo, no emitió ninguna declaración específica contra los empresarios privados, que eran, en el fondo, sus principales oponentes. Este órgano dilapidó su corta existencia en producir un sinfín de manifiestos sobre la necesidad de construir inmediatamente el socialismo, la lucha contra el imperialismo y la solidaridad con Cuba, pero no analizó la situación de la 43 CEPB, Comunicado [16-VI-1971], en: PRESENCIA del 17 de junio de 1971 y CEPB, Comunicado [20-VI-1971], en: PRESENCIA del 21 de junio de 1971 44 James Dunkerley (op. cit. [nota 1/23], pp. 196-210) es uno de los autores que más han enfatizado la contribución directa de los empresarios privados al golpe del General Banzer, aunque sus fuentes son harto endebles. Según Dunkerley, los intereses agro-industriales de Santa Cruz configurarían el grupo más activo en este sentido... y el que resultó más favorecido por las políticas públicas del banzerato. 56 empresa privada en el régimen de transición que tan enfáticamente propugnaba.) En aquella atmósfera que presagiaba una guerra civil, los empresarios privados optaron por un discreto silencio que se prolongó largamente después del triunfo del golpe militar de agosto. El nuevo gobierno se consagró, como se sabe, a las tareas de orden público y a combatir ideas, partidos y personas de filiación izquierdista, pero no instauró un sistema socio-económico de corte liberal y anti-estatista. Del contexto general se puede inferir que los empresarios, que recién muchos años después optarían por tal modelo, se contentaron básicamente con la restauración del orden público y con la represión del movimiento sindical. Pero muy pronto se pudo percibir que a pesar de toda la estrecha colaboración entre la empresa privada y el gobierno de Banzer, surgían algunos puntos conflictivos que apuntan en la dirección de la evolución posterior de la CEPB. En diciembre de 1971 el gobierno dictó una nueva Ley de Inversiones, que entre muchas otras disposiciones incluía las siguientes: garantía estatal para las inversiones extranjeras y nacionales (cláusula de protección contra expropiaciones indebidas y políticamente motivadas); exención de impuestos y aranceles para la importación de maquinarias, insumos y tecnología; y — obligación de reinvertir en Bolivia y en los "sectores productivos" las utilidades y ganancias emergentes de las inversiones 45 . Poco después, en uno de sus discursos programáticos más importantes, el Presidente Banzer aclaró el espíritu que animaba las políticas públicas de su gobierno: confirmó la línea maestra de los regímenes anteriores de realizar "una planificación global 45 El gobierno aprobó ayer nueva Ley de Inversiones, en: PRESENCIA del 11 de diciembre de 1971 (texto completo en la edición del 12-XII-1971) 57 de la economía", dirigida centralmente desde instancias gubernamentales y sin participación del sector privado (o de la sociedad civil); el rol económico-empresarial del Estado no sería reducido; no mencionó ni remotamente la posibilidad de privatizar empresas estatales. Los mismos lineamientos seguía la declaración programática del Frente Popular Nacionalista (la alianza de los partidos que apoyaba al régimen militar), que enfatizaba "la necesidad de fortalecer el Estado nacional" en cuanto agente privilegiado y motor del desarrollo, insistía en la planificación centralizada, propugnaba — de modo convencional y siguiendo la misma tendencia del gobierno de izquierda recién derrocado — la construcción de una "industria pesada nacional" en manos del Estado y la instauración del trisectorialismo 46 . En 1975, el Ministerio de Planeamiento implementó una modificación — sin fuerza legal, sólo de manera indicativa — del trisectorialismo, reduciéndolo a dos grandes áreas: (1) el sector público (con todos los llamados terrenos estratégicos, las industrias química, eléctrica, siderúrgica, metalúrgica, los transportes aéreos, los ferrocarrilles y la televisión [sic]); y (2) el sector privado (definido ex negativo: todo lo demás). De acuerdo a esta directiva ministerial, que nunca llegó a influir sobre la praxis económica cotidiana del país, la empresa privada debía (a) reinvertir sus utilidades en Bolivia y en proyectos de la esfera productiva, (b) hacer participar a sus obreros y empleados en las utilidades, (c) mostrarse innovativa, dinámica, audaz y eficiente, y (d) ser "consciente de sus obligaciones para con el Estado" [sic] 47 . No es superfluo mencionar que concepciones similares fueron populares en toda el área latinoamericana durante la década de 1970-1980: el "justo equilibrio" entre los sectores privado, 46 Presidente Hugo Banzer: la Ley de Inversiones define la política económica del gobierno, en: PRESENCIA del 16 de diciembre de 1971; Fundamentos programáticos del Frente Popular Nacionalista, en: PRESENCIA del 27 de enero de 1972 47 Fueron delimitadas funciones del sector público y privado por el PLAN DE ACCION NACIONAL, en: PRESENCIA del 12 de septiembre de 1975 58 estatal y laboral, concertado mediante un pacto social de índole legal-obligatoria, conformaba la base social del gobierno neoperonista en la Argentina (1973-1976), y no faltaron voces — en círculos gubernamentales, sobre todo castrenses, eclesiásticos y empresariales — que exigieron su implantación en Bolivia durante el banzerato48. El 6 de octubre de 1972 un decreto supremo, promulgado mediante una ceremonia pública de gran resonancia, estableció "definitivamente" el "carácter estratégico" de la explotación y comercialización de minerales de hierro, de la industria siderúrgica y de la producción de acero "en exclusiva competencia del Estado" y para "todas sus fases" 49 . A pesar de todas las alteraciones en el terreno político, esta concepción seguía siendo inmensamente popular en la opinión pública y dentro de los más variados grupos sociales, entre ellos los cercanos a la Iglesia Católica s) . (Es importante recordar que en esos años las ideas básicas de Víctor Paz Estenssoro eran proclives 48 Empresarios, Estado y trabajadores, en: PRESENCIA del 26 de febrero de 1975; cf. también Empresarios sugieren urgentes acciones para fortalecer la actividad nacional, en: ibid. del 23 de marzo de 1975; General Lechín: el Estado llena vacío que deja la empresa privada, en: ibid. del 21 de agosto de 1975; El Estado y la iniciativa privada [= editorial], en: ibid. del 22 de agosto de 1975 49 Industrias del hierro y el acero bajo exclusivo control del Estado, en: PRESENCIA del 7 de octubre de 1972; cf. también: Se creó empresa siderúrgica [SIDERSAI para aprovechamiento de El Mutún, en: PRESENCIA del 13 de enero de 1973 50 Cf. los editoriales: La hora de la siderurgia, en: PRESENCIA del 2 de julio de 1972; El porvenir de la empresa privada, en: ibid. del 29 de marzo de 1972; Política nacional sobre el hierro y el acero, en: ibid. del 8 de octubre de 1972; Defensa de nuestros recursos naturales, en: ibid. del 20 de marzo de 1973; Industrialización en: ibid. del 21 de septiembre de 1973; y: Dimensiones de nuestra siderurgia, en: ibid. del 27 de noviembre de 1973.- Muchos otros editoriales y artículos en las páginas de opinión reiteran el mismo concepto: Bolivia sería un país riquísimo en recursos naturales y energéticos, y únicamente la acción del Estado los haría aprovechables para las grandes "mayorías nacionales". La construcción de la industria pesada y la siderurgia constituirían panaceas 59 a un cepalismo autoritario — marcado énfasis en la necesidad de la "paz social" —, al ya mencionado trisectorialismo y a la consecución del "desarrollo" según los cánones de la Teoría de la Dependencia, no exhibiendo entonces ninguna afinidad hacia un modelo de libre mercado inspirado por la empresa privada51.) La actitud general de la CEPB frente a la política económica del banzerato refleja claramente la actitud ambigua de la misma por aquellos años. El presidente de la institución, Adalberto Violand, aseveró que habría que apoyar la nueva ley de inversiones, pero criticó la medida legal que impedía la libre y total disponibilidad de los inversionistas sobre sus utilidades. El otro punto censurable fue la preservación de las reservas fiscales y de los monopolios estatales en las llamadas áreas estratégicas de la actividad económica 52 . Se puede afirmar que los empresarios estaban relativamente satisfechos con la atmósfera de "orden, paz y trabajo" y con la represión del movimiento sindical, universitario y político que conllevó el régimen banzerista (1971-1978), y que debido a su tradición aun convencional no pusieron en cuestión de manera clara y expresa el carácter pro-estatista, antiliberal, prebendalista y patrimonialista del banzerato. (Es interesante recordar que en 1975, un subsecretario de Industria se quejó de que los universales contra el subdesarrollo. Toda modernización e industrialización que merezcan esta denominación deben estar fundamentadas en una gran industria del hierro y del acero. Todos los sectores estratégicos tendrían que permanecer en manos del Estado y la empresa privada no debería intervenir en este terreno. Esta última era criticada porque carecería del potencial técnicoeconómico y de la voluntad política de edificar una gran industria. 51 Víctor Paz Estenssoro propone soluciones al atraso nacional, en: PRESENCIA del 26 de julio de 1972 52 Empresa privada se propone integrarse a la actividad [sic], en: PRESENCIA del 12 de diciembre de 1971; CEPB, Comunicado [del 8-1-1972], en: PRESENCIA del 9 de enero de 1972 60 empresarios seguían acudiendo "en tropel" a las instancias gubernamentales cuando les surgía el menor problema; por ello, afirmó Reynaldo Pereyra Méndez, habría llegado la hora de abandonar todo paternalismo y proteccionismo del Estado hacia el empresariado privado53.) Este fue el tenor predominante durante el II Congreso de la CEPB — de carácter francamente anodino — que se llevó a cabo a fines de noviembre de 1972 (con una mínima cobertura de prensa); en el discurso de clausura, el Presidente Banzer alabó la audacia innovativa y el espíritu de riesgo de los empresarios y minimizó toda diferencia entre el gobierno y la CEPB54. Pero ya se percibieron algunas voces críiticas provenientes del ámbito empresarial: Hugo López Videla (del sector de la construcción) protestó vehementemente contra la enorme expansión de funciones y actividades de la Corporación Boliviana de Fomento (CBF), contra la dilatación de la burocracia estatal y contra la índole estatista de las políticas públicas 55 . José Arteaga Castro, en un artículo genuinamente precursor, afirmó que no se debería atribuir a la empresa privada funciones y metas imposibles de cumplir, típicas de las burguesías europeas. Habría más bien que analizar los estrechos límites dentro de los cuales las empresas bolivianas tienen que desenvolverse trabajosamente, límites impuestos 53 Se propugnará el abandono de política estatal proteccionista, en: PRESENCIA del 4 de marzo de 1975 54 Primera jornada de congreso empresarial: "Sector estatal debe contribuir en el esfuerzo que demanda la estabilización", en: PRESENCIA del 25 de noviembre de 1972; Presidente Banzer: "Estado y empresa privada deben realizar una labor conjunta, más estrecha, en busca del bien común", en: PRESENCIA del 26 de noviembre de 1972 55 Hugo López Videla, La empresa estatal y la empresa privada, en: PRESENCIA del 27 de diciembre de 1971 61 por la burocracia de la administración pública y la tradición estatista y prebendalista 56 . Adalberto Violand subrayó el "hecho" de que las políticas públicas "entraban y debilitan" el funcionamiento del sector privado, transformando en incierto su futuro. A pesar de la caída del precedente gobierno marxista, seguirían en vigor numerosas normas de índole burocrática contrarias a la iniciativa privada57. Como se sabe, el banzerato no fue sólo una época de paz y orden. Fue un periodo de paros y actos de violencia en el interior del país, así como de frecuentes cambios en la cúpula castrense y en el gabinete ministerial, donde las disensiones entre los partidos de la coalición oficial eran cosa de cada día. Es probable que los empresarios privados hayan tenido poco que ver con estos acontecimientos. Fue simultáneamente una era de grandes inversiones en el sector público y parcialmente en el privado; una espectacular ampliación de la infraestructura tuvo lugar en aquellos años. Estos factores, junto con buenos precios para los minerales, éxitos en la explotación petrolera y abundantes créditos externos, conllevaron un desarrollo marcadamente favorable del sector privado, que, siguiendo viejas traiciones, vivía en parte de las licitaciones, las donaciones, los incentivos a las exportaciones, los aranceles preferenciales y los créditos a fondo perdido que otorgaban o avalaban instancias estatales. Es sintomático que el entonces presidente de la CEPB exigiera la continuación y hasta la intensificación de todas estas "medidas", mientras criticaba simultáneamente el aumento del gasto fiscal, el carácter 56 José Arteaga Castro, El funcionamiento de la empresa privada en un país trabado, en: PRESENCIA del 3 de mayo de 1972 57 Empresa privada pide al gobierno que defina su política económica, en: PRESENCIA del 19 de agosto de 1972; La empresa privada no está representada en el gabinete, en: PRESENCIA del 22 de agosto de 1972 62 deficiente de las empresas estatales y el excesivo endeudamiento en favor de éstas últimas58. Las primeras manifestaciones públicas claramente concebidas contra el estatismo 59 surgieron dentro de la CEPB en el seno del empresariado cruceño. En septiembre de 1973, el nuevo presidente de la filial crucena de la Confederación, Juan Franco, atacó duramente las políticas públicas del gobierno del General Banzer, aseverando que éstas eran expresamente proestatistas. Afirmó que los miembros del gobierno, munidos de un "constante afán", sólo pensaban en expandir "aceleradamente" las funciones del Estado en cuanto empresario y propietario de los medios de producción, no poseyendo, sin embargo, ni los impulsos innovativos ni el espíritu de riesgo de los empresarios privados60. Estos primeros, pero sintomáticos intentos por limitar el rol estatal y criticar la excesiva regulación normativa y burocrática del gobierno fueron censurados por el propio Presidente Banzer 61 , quien declaró a la prensa que los empresarios deberían "cooperar" y "no obstaculizar" la senda del notable 58 Empresarios privados preocupados por efectos de la estabilización, en: PRESENCIA del 12 de abril de 1973; Minería mediana pide revisión de política minera del gobierno, en: ibid. del 14 de abril de 1973; El nacionalismo y la concertación de sectores [comunicado de la CEPB], en: ibid. del 23 de abril de 1973 59 El término "estatismo" apareció probablemente por primera vez en Bolivia en editoriales de PRESENCIA con la significación actual y ya con un tenor levemente negativo: cf. Estatismo y empresa privada, en: ibid. del 24 de abril de 1973; Concentración de poder en el Estado, en: ibid. del 29 de mayo de 1973 60 Empresa privada se plantea la labor social que debe cumplir [sic], en: PRESENCIA del 10 de septiembre de 1973.- Hay que mencionar que hasta este portavoz de nuevos vientos admitía convencionalmente que los sectores estratégicos, la protección de los asalariados y una planificación indicativa deberían permanecer en manos del Estado. 61 Banzer hizo un llamado a los empresarios privados, en: PRESENCIA del 28 de septiembre de 1973 63 progreso que Bolivia experimentaba desde 1971. Es pertinente señalar que aun sin presuponer un vínculo causal entre estas actitudes de los empresarios y la crisis ministerial de noviembre de 1973 (Víctor Paz Estenssoro abandonó el gobierno), existía dentro de la coalición un sentimiento de incomodidad en torno al papel ideológico rector que los representantes (informales) del empresariado empezaban a jugar dentro del gobierno. Las razones aducidas por Paz Estenssoro para su alejamiento son características de una cosmovisión inmersa aun en los viejos parámetros del estatismo y patrimonialismo y alejada, por ende, del liberalismo económico y político que este caudillo político adoptó como propio una década más tarde. Es un testimonio, además, de la escasa popularidad del estamento empresarial y de la doctrina liberal. La reorganización ministerial (26 de enero de 1973) fue, según Paz Estenssoro, inconsulta; el MNR abandonaría el gobierno porque la "gran empresa privada" se habría apoderado de los "sectores económicos y financieros del Estado", mientras que el MNR estaría al "servicio de obreros, campesinos y clase media". "No podemos olvidar que somos un partido nacionalista, revolucionario y de izquierda", obligado hacia "la memoria de Busch, Villarroel y los mártires de la Revolución Nacional" 62. Hay que señalar que sólo una fracción del MNR abandonó el gobierno y que durante ese tiempo numerosas fracciones de este partido desafiaron y desconocieron la jefatura de Paz Estenssoro. Por lo demás, la inclinación del MNR hacia los desposeídos tenía una función ideológico-propagandística demasiado transparente como para ser tomada en serio. A pesar de las disensiones internas del MNR, su XII Convención Nacional (en septiembre/octubre de 1974) se consagró unánimemente a fustigar al gobierno de Banzer, acusándolo de haber "conculcado las libertades cívicas" a partir 62 Víctor Paz: afianzamiento de empresa privada en el gobierno motivó retiro del MNR, en: PRESENCIA del 28 de noviembre de 1973; MNR iniciará nueva etapa de servicio a las mayorías, en: ibid. del 29 de noviembre de 1973 64 de agosto de 1971 — es decir: cuando el MNR compartía plenamente las responsabilidades gubernamentales —, de haber restringido las actividades sindicales y de haber producido "un barato maridaje" entre el gobierno y "la nueva burguesía minera" 63 . A la empresa privada y particularmente a esta "nueva rosca" pro-oligárquica habría que combatir como se luchó heroicamente contra la antigua rosca en 1946 y 1952. Pocos años más tarde el MNR se hallaría a considerable distancia de estos planteamientos. Pero de todos modos la presencia de empresarios en el gobierno 64 y con la tarea de fijar derroteros al mismo era algo que empezaba a causar urticaria en los segmentos de la clase política tradicional, por más derechista que esta fuese. Después de todo, habían suficientes pruebas de que los empresarios bolivianos denotaban un espíritu poco innovativo, dinámico y agresivo para encarar el gran proyecto nacional de la industrialización acelerada, que por entonces conformaba la meta normativa irrenunciable de la consciencia colectiva65. 63 El MNR denunció la existencia de una nueva burguesía minera, en: PRESENCIA del 2 de octubre de 1974.- El empresario minero y diplomático Guillermo Gutiérrez Vea Murguía sería el autor intelectual de la política prooligárquica de Banzer. 64 Los ejecutivos de la CEPB, Adalberto Violand y Jorge Lonsdale, contestaron explícitamente a Paz Estenssoro, afirmando que los pocos empresarios en puestos gubernamentales estarían allí a título estrictamente personal y no por delegación de la CEPB. Cf. Empresarios privados rechazan afirmaciones de Víctor Paz Estenssoro, en: PRESENCIA del 29 de noviembre de 1973. La CEPB reiteró este enunciado en 1975, afirmando que los empresarios en función gubernamental lo hacían compelidos por la Ley del Servicio Civil Obligatorio (y no por su voluntad). Cf. Empresa privada aclara que no cogobierna con Banzer, en: ibid. del 23 de febrero de 1975 (declaraciones de Jorge Lonsdale, presidente de la CEPB). 65 Cf. los editoriales: Dinamismo editorial, en: PRESENCIA del 17 de marzo de 1974; Medidas en favor de la industria nacional, en: ibid. del 14 de agosto de 1974; El capital extranjero y su función en el país, en: ibid. del 16 de septiembre de 1974 (El capital extranjero sería bienvenido únicamente si cumplía una 65 Amplios sectores de la opinión pública, que no pertenecían a las corrientes de izquierda, suponían que los empresarios no eran genuinos industriales, sino meros negociantes 66 . Si aquéllo resultaba verdadero (y habían tantos empresarios parásitos, que vivían de los favores estatales), entonces la tuición del Estado en el desarrollo de las industrias básicas y en las áreas estratégicas estaba totalmente justificada. Ministros del régimen, como el de Minas y Metalurgia, declararon en repetidas oportunidades que no sólo la siderurgia, sino toda la metalurgia debía estar en manos estatales, sin intervención alguna del capital extranjero, lo que entonces era también la doctrina oficial del supremo gobierno 67 . El Ministro de Industria y Comercio, en un Diagnóstico de la situación de la industria boliviana, calificó al sector privado como "verdaderamente "función social".) Cf. también un artículo que encontró una gran resonancia pública: Augusto Céspedes, El neocapitalismo y la minería privada, en: ibid. del 30 de julio de 1974, donde el autor diferencia entre la empresa privada estrictamente nacional (que merece ser protegida y fomentada por el Estado "mediante leyes, aranceles y rebajas impositivas") y la empresa "imperialista" de origen foráneo, sobre la cual "debe recaer el peso de la ley". En ambos casos Céspedes deja traslucir una doctrina muy convencional, originada en las pautas de la época colonial: la empresa nacional debe seguir viviendo del y para el Estado; en cambio, para arruinar al adversario extranjero, basta con aplicar el peso de la ley, dando a entender que la aplicación de la ley es, después de todo, cosa rarísima y amenazadora. 66 Cf. por ejemplo: El Estado y la iniciativa privada [= editorial], en: PRESENCIA del 22 de agosto de 1975; Juan Pereira Fiorilo, La CAF y la Confederación de Empresarios Privados, en: ibid. del 29 de agosto de 1975; Las empresas transnacionales [= editorial], en: ibid. del 28 de octubre de 1975.- El tenor general de estos enunciados es muy semejante: los empresarios bolivianos carecerían de la agresividad (en el campo organizativo y en el de ventas) y del potencial innovativo (en el terreno tecnológico) que poseerían los japoneses, tenidos implícitamente como el parámetro normativo del buen empresario (aunque sea privado). Cualquier actuación de los asiáticos se transformaba en comprensible y perdonable a causa del éxito material. 67 Bolivia no admite participación extranjera en industrias básicas, en: PRESENCIA del 30 de mayo de 1974; Metalurgia y siderurgia deben estar bajo la tuición del Estado, en: ibid. del 10 de julio de 1974 66 incipiente y atrasado". Entre sus rasgos esenciales se hallarían inversiones insuficientes, el bajo porcentaje de su participación en el Producto Interno Bruto, el uso de tecnología obsoleta, el predominio de unidades pequeñas (sin futuro tecnológico en una economía de escala), una concentración demasiado alta de unidades en poquísimas áreas geográficas y una captación insuficiente del ahorro interno. Este documento concluye que un mayor grado de planificación estatal centralizada es simplemente indispensable para un crecimiento acelerado de los sectores industrial, comercial y turístico 68 . El mismo ministro, basado en una asesoría norteamericana, calificó la industria textil boliviana como obsoleta e ineficaz; criticó el sobre-empleo, el mercado ínfimo, la baja calidad de los artículos, la carencia de innovaciones tecnológicas y ante todo la escasa voluntad de cambio predominante entre estos empresarios69. Hay que remarcar que el gobierno de Banzer prosiguió en otros campos la política de los regímenes anteriores: (a) en en terreno laboral y (b) en el control de precios. (a) Se negó rotunda y exitosamente a liberalizar las leyes laborales. Se mantuvo la prohibición del libre despido, se prohibió el empleo consecutivo de más de tres meses a título sólo temporal (de prueba) y se legisló el pago de beneficios cumulativos por cada año de trabajo, aun en el caso de renuncia voluntaria del trabajador70. 68 Diagnóstico de la industria la señala de incipiente y atrasada, en: PRESENCIA del 5 de diciembre de 1975 69 La industria textil boliviana es anticuada y no competitiva, en: PRESENCIA del 11 de enero de 1976; inesperadamente un editorialista de PRESENCIA defendió esta rama de la empresa privada en tonos calurosos: Industria textil, en: ibid. del 12 de febrero de 1976 70 Gobierno reitera la inamovilidad de los trabajadores, en: PRESENCIA del 30 de agosto de 1974; Drásticas sanciones se aplicarán a empresarios que despidan trabajadores, en: ibid. del 30 de octubre de 1975 (declaraciones del Ministro de Trabajo, General Mario Vargas Salinas, subrayando que sigue vigente la "total inamovilidad" de la fuerza laboral y prometiendo "severos castigos" a los empresarios que incumplan las leyes.) 67 (b) Mediante decretos en enero y febrero de 1975 el gobierno creó una Junta de Control de Precios para defensa de la economía, encargada de "defender los intereses populares", combatir "la ocultación, la especulación y el agio" e imponer sanciones a los infractores. Las atribuciones de la Junta eran, entre otras, asumir conocimiento y juzgar en primera y última instancia los "delitos de especulación y acaparamiento"; y fijar los precios topes para los "artículos de primera necesidad", los farmacéuticos, los escolares y toda otra mercancía "indispensable a la economía popular". La Junta poseía además el derecho de definir (de modo variable) lo que eran los "artículos de primera necesidad" y los de la "economía popular". Los miembros de la junta eran representantes de instancias gubernamentales, departamentales y municipales, de las fiscalías y hasta de la Secretaría de Prensa de la Presidencia de la República (sic), pero en ningún caso de la CEPB, de las Cámaras de Industria y Comercio o de cualquier gremio vinculado a la iniciativa privada 71 . Es por demás sintomático el hecho, empero, de que no existan testimonios de queja o de simple crítica de parte de la CEPB o de las Cámaras de Industria y Comercio frente a esta medida de manifiesto carácter estatista. Al mismo tiempo se pueden constatar atisbos de un cambio en las altas esferas: por primera vez en la historia boliviana el Estado mencionó la posibilidad de racionalizar un conglomerado estatal (la Corporación Boliviana de Fomento), para luego 71 Fue reestructurada la Junta de Control de Precios para defensa de la economía, en: PRESENCIA del 15 de febrero de 1975; Lista oficial de precios para artículos de primera necesidad, en: ibid. del 16 de agosto de 1975.- Sobre la actitud extremadamente favorable de la opinión pública hacia el control estatal de precios — por ser éste la forma más adecuada de "defender a los desposeídos" y de luchar "contra la especulación y el agio" — cf. el editorial: Control de precioss en: ibid. del 4 de septiembre de 1975 68 privatizarlo 72 . Aunque el banzerato no llevó a cabo ninguna medida de este tipo y prosiguió su línea maestra de un estatismo atenuado, los aires que empezaban a soplar parecían favorables a la empresa privada, si ésta, como afirmó el presidente saliente de la CEPB (Adalberto Violand) en junio de 1974, lograse la creación de una nueva generación empresarial eficaz, moderna y agresiva", la cual tendría que actuar "mancomunadamente con los empleados y obreros" y convertirse en el "pivote del desarrollo boliviano" 73 . Para ello sería "una estupidez", como aseveró Roberto Arce, discriminar a las empresas de origen extranjero; lo que contaría sería sólo el criterio de eficiencia y modernidad 74 . Este último punto se transformó, como era de esperarse, en uno de los fundamentos más sólidos y promisorios de la lucha de la CEPB contra el estatismo y el burocratismo. La Asociación de Mineros Medianos llamó la atención, por ejemplo, hacia el hecho de que con menos personal las minas privadas producían una cantidad mayor de estaño metálico, que implementaban inversiones más cuantiosas a pesar de tener activos fijos menores que las estatales y que pagaban más impuestos y tributos al Estado que la deficitaria Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL), recordando además que la minería privada pagaba al Estado los aranceles de exportación, una institución genuinamente medieval que ha representado en largos periodos de la historia altoperuana una de las principales fuentes de ingreso del erario nacional 75 . La opinión pública, aunque mayoritariamente pro72 CBF busca primero su racionalización para después transferir sus empresas, en: PRESENCIA del 16 de septiembre de 1974 73 Empresarios desean emprender un gran movimiento económico, en: PRESENCIA del 23 de junio de 1974; Empresa privada se propone luchar contra el subdesarrollo, en: ibid. del 27 de junio de 1974 74 Roberto Arce, El neocapitalismo y la empresa privada, en: PRESENCIA del 4 de agosto de 1974 (respuesta explícita al artículo citado de Augusto Céspedes) 75 Minería mediana ingresó en una sombría epoca que puede tener graves consecuencias, en: PRESENCIA del 16 de febrero de 1975; Se recalca importancia del sector empresarial privado, en: ibid. del 3 de marzo de 1975.- Es conveniente señalar 69 estatista, patrimonialista y paternalista, empezó a mencionar y luego a criticar la ineficiencia de las empresas estatales, la gigantesca expansión del aparato burocrático-administrativo bajo el banzerato (infinitamente superior a lo habido bajo los gobiernos revolucionarios y aparentemente ineficientes de los generales Ovando y Torres) y la política de un generoso deficit spending en favor casi todas las empresas estatales en el sector productivo 76 . Es en este ambiente cuando la CEPB, desde su II Reunión Nacional (marzo de 1975), inició un modesto operativo para fortalecer la posición de la propiedad privada frente al todavía predominante estatismo y burocratismo, aunque es necesario remarcar que este proceso estuvo signado por sintomáticas contradicciones: el empresariado mismo estaba por entonces aun demasiado vinculado con las prácticas prebendalistas y patrimonialistas que prevalecían en la administración pública, poseía un peso específico todavía muy reducido y dependía en grado considerable de los favores gubernamentales. Teniendo este contexto en mente, es interesante mencionar los puntos principales de la programática empresarial (como están formulados en la llamada Declaración de Santa Cruz): abstención político-partidista de la CEPB en cuanto organización gremial y representación común de los intereses del sector privado; adhesión a los fundamentos del "humanismo cristiano" (fondo doctrinario que los empresarios dejan en una loable obscuridad); que la minería privada, por otra parte, acudía al padre Estado cuando tenía problemas específicos de su campo de acción, como un descenso en las cotizaciones internacionales de precios de minerales o el agotamiento de las vetas. Cf. Minería privada espera acción del gobierno para salvar crisis, en: ibid. del 6 de septiembre de 1975 76 Cf. los editoriales: Informes sobre las empresas estatales, en: PRESENCIA del 14 de marzo de 1975, y: El problema del exceso de funcionarios públicos, en: ibid. del 16 de marzo de 1975 70 consagración a los derechos y libertades del individuo; oposición a toda ingerencia del Estado en asuntos internos de la empresa privada; resistencia a todo intento gubernamental por fiscalizar, controlar, normar y limitar el libre uso de las utilidades; oposición a la [entonces] política estatal de controlar "excesivamente" los precios; reserva frente a los esfuerzos estatales por planificar el desarrollo económico; crítica a los esfuerzos empresariales estatales (porque éstos duplicarían las actividades de los afiliados a la CEPB y dejarían poco espacio real de maniobra al sector privado); y censura a la política de la Corporación Andina de Fomento (CAF), que inistiría en promocionar los grandes proyectos público-estatales en detrimento de los privados77. Puede afirmarse que las relaciones entre los empresarios y el gobierno del General Banzer estuvieron signadas por la ambivalencia. Como ya se mencionó, la empresa privada disfrutó de la paz social y de la contención del movimiento sindical y político (de izquierdas) durante aquel periodo, así como de la generosidad de las arcas estatales en lo referente a créditos no reembolsables, licitaciones sobrecalculadas y una larga lista de favores que sólo el Estado patrimonialista puede hacer en favor de sus privilegiados. Pero fue también una era durante la cual la burocracia gubernamental experimentó una 77 Empresa privada delineó su política y fijó metas en II reunión nacional, en: PRESENCIA del 18 de marzo de 1975; La empresa privada pondrá en práctica programa de acción para el desarrollo, en: ibid. del 21 de marzo de 1975; Empresa privada defenderá derecho a la libre iniciativa, en: ibid. del 22 de marzo de 1975; Empresarios sugieren urgentes acciones para fortalecer la unidad empresarial, en: ibid. del 23 de marzo de 1975; Empresarios privados acusan a la CAF de falta de imaginación, en: ibid. del 11 de agosto de 1975; Sector privado critica plan operativo 1975, en: ibid. del 20 de agosto de 1975 71 dilatación excepcional; el sector productivo y distributivo estatal creció en proporciones desconocidas hasta entonces y las instancias de la burocracia centralizada prosiguieron con su habitual política de fijar precios, monopolizar los llamados sectores estratégicos 78 y determinar las líneas maestras del desarrollo nacional a largo plazo. Hay que considerar además que aquellos años fueron los de un crecimiento económico notable, con buenos precios para los productos bolivianos de exportación, con casi pleno empleo y estabilidad monetaria79. En aquella atmósfera de optismo económico y autoritarismo político, el Presidente Banzer anunció la edificación de una sociedad intermedia entre el "capitalismo y el extremismo", una concepción que ha debido ser expandida y popular en medios castrenses en particular y dentro de la maquinaria estatal en general. Banzer enfatizó la "fuerte y necesaria participación" de los militares en el "desarrollo acelerado" del país, ensalzando el rol empresarial del estamento militar en cuanto tal y de la corporación militar de proyectos económicos (COFADENA) y reavivando la concepción de una economía mixta y corporativa como la solución ideal. Este modelo, según Banzer, se hallaría favorablemente situado entre "el capitalismo explotador" (sic) y el "extremismo totalitario" (sistema comunista) 80 . Un sector de la opinión pública se mostró encantado con esta perspectiva, percibiendo en la economía mixta el ordenamiento ideal para países como 78 Cf. el editorial: La metalurgia nacional, en: PRESENCIA del 12 de enero de 1976; Yacimientos de hierro y manganeso fueron declarados reserva fiscal, en: ibid. del 8 de mayo de 1976; cf. la crítica de la Asociación de Mineros Medianos: Levantamiento de reservas fiscales debe hacerse sobre bases novedosas, en: ibid. del 14 de septiembre de 1976 79 Bolivia ha batido record en crecimiento económico, [titular] en: PRESENCIA del 1 de febrero de 1976 80 Gobierno edificará sociedad intermedia entre el capitalismo y el extremismo, en: PRESENCIA del 17 de marzo de 1976 72 Bolivia; el bien común — nunca explicitado claramente — estaría mejor resguardado en un sistema dotado de un fuerte sector estatal. Lo único que faltaría sería la restitución del orden democrático constitucional. De acuerdo a esta línea, lo que el país requeriría sería: una legislación más severa y mejor implementada para que los empresarios reinvirtiesen sus cuantiosas ganancias en el país (para evitar el pernicioso "liberalismo irrestricto" que postularían no pocos empresarios); el "mantenimiento y la expansión" de los llamados sectores estratégicos bajo absoluta responsabilidad del Estado, porque éstos constituirían "la salvaguardia" del desarrollo "auténtico" y de la "soberanía nacional"; y el establecimiento de un principio que puede ser calificado como lo contrario a la subsidiaridad: la empresa privada es importante y puede desenvolverse "allí donde la actividad económica del Estado no sea imprescindible" 81 . Esta doctrina coincidía con una serie de mitos difundidos en los llamados sectores populares y de izquierda, así como con una corriente en la prensa católica que insistía en afirmar que los "opulentos" empresarios "disipaban" sus fortunas en forma poco ética (en gastos suntuarios que conformarían una ofensa en un país pobre como Bolivia); por otra parte, los empresarios no serían solidarios con sus obreros, no practicarían la justicia social y no se regirían por los estatutos legales del país82. Para comprender la importancia de la revolución antiestatista, antipatrimonialista y antiprebendalista que llevó a cabo el empresariado boliviano a partir de 1985 — con 81 Cf. los editoriales: En busca de modelo propio, en: PRESENCIA del 18 de marzo de 1976; Reglas de juego para las reinversiones, en: ibid. del 26 de marzo de 1976; La empresa privada y el desarrollo, en: ibid. del 3 de julio de 1976 82 Cf. entre otros: Walter Torres Valda, Un ejemplo para empresarios, en: PRESENCIA del 3 de abril de 1976; Juan Pereira Fiorilo, Reflexiones del Papa al empresariado, en: ibid. del 18 de abril de 1976 73 resultados muy parciales, como se sabe —, es imprescindible recordar que estas pautas de comportamiento tradicionales y convencionales gozaban de mucha simpatía también en el seno del sector privado nacional. Son en este sentido características las declaraciones de un ex-presidente de la CEPB, Adalberto Violand, que una vez en funciones de asesor económico del gobierno, se consagró a alabar el conjunto de todas las medidas económicas del régimen, empezando por el abultado deficit spending, pasando por la contratación excesiva de empleados públicos y terminando en las leyes gubernamentales que impedían el libre despido, aseverando que todas estas medidas habían sido en su momento "necesarias e indispensables" 83 . Este parecer era (y es aun) muy apreciado dentro del sector empresarial pro-estatista que depende de los favores estatales y de la corriente de opinión que era (y es aun) partidaria de la economía mixta como del modelo que mejor resguardaría la paz social, independientemente de los criterios de eficacia y modernidad. Hasta en noviembre de 1977 el presidente de la CEPB, Marcelo Pérez Monasterios, se adhirió a la posición modernizante, autoritaria y tecnocrática del banzerato, afirmando que "la paz, la estabilidad y el orden son los requisitos básicos de cualquier proceso de desarrollo [...]"84. En marzo de 1978 Pérez Monasterios matizó algo este punto de vista: "La empresa privada cree en un proceso de desarrollo autosostenido dentro de un contexto de paz, seguridad y estabilidad. [...] Creemos en la estabilidad y el orden. No en el caos y la anarquía. Creemos en la paz y la solidaridad. No en el enfrentamiento y la violencia"85. 83 Adalberto Violand: la imagen económica del país es buena, en: PRESENCIA del 24 de febrero de 1976 84 Marcelo Pérez Monasterios, [Discurso sobre el] Anteproyecto de Código General del Trabajo, en: CEPB, Pensamiento de la empresa privada boliviana, La Paz: s.e. 1981, p. 7 85 Marcelo Pérez Monasterios, [Discurso con motivo de] Dos condecoraciones a la Confederación de Empresarios, en CEPB, op. cit. (nota 1/84), p. 14 sq. 74 Precisamente en aquel contexto Don René Ballivián Calderón lanzó un atinado ataque tanto a la doctrina del trisectorialismo como a toda pretensión estatal de planificar la economía y determinar los derroteros del desarrollo económico ulterior. Ballivián alabó irónicamente la índole meramente indicativa del último Plan Quincenal del gobierno, mencionando que era lo más positivo del mismo; subrayó la necesidad de atraer inversiones extranjeras mediante plenas garantías estatales; mostró los nexos entre la doctrina trisectorialista y las teorías de la Comisión de las Naciones Unidas para América Latina (CEPAL), elaborando una de las primeras y más sensatas críticas a la entonces sacrosanta teoría del cepalismo (en sus postulados del desarrollismo a ultranza y del rol positivo del Estado) y a la pretendida necesidad de fijar prioridades de evolución mediante la intervención de instancias estatales. Ballivián, quien puede ser calificado como uno de los mentores intelectuales del grupo empresarial modernizante (uno de cuyos exponentes más ilustres ha sido posteriormente Fernando Manes de la Riva), percibió en forma clarividente que el futuro no pertenecería al trisectorialismo, sino a la contienda entre el "totalitarismo marxista" y la "economía de libre mercado", de la cual ésta última saldría victoriosa86. Algunos ejemplos pueden ilustrar esta situación signada todavía por una ambivalencia liminar entre el postulado de establecer una moderna economía de mercado y la necesidad de 86 René Ballivián Calderón, Vuelve el dilema de la economía mixta o la economía estatizada, en: PRESENCIA del 2 de septiembre de 1976.- Cf. sobre todo la gran obra sistemática, injustamente olvidada de este importante pensador: Economía de mercado y economía dirigida. Aspectos de su teoría, historia y realizaciones, La Paz: Amigos del libro 1979, p. 8: "El gran dilema del mundo moderno es el de acertar con ciertas alquimias socio-económicas que tengan la virtud de preservar las posibilidades de espontaneidad creativa sin perpetuar las desigualdades internas e internacionales que agobian a la humanidad y amenazan al sistema democrático-capitalista" (énfasis en el original). 75 preservar los rasgos pro-estatistas y paternalistas que caracterizaron la relación de empleados y empleadores desde los tiempos de la colonia española. En septiembre de de 1976 el Subsecretario de Política Financiera, David Blanco, anunció enfáticamente una nueva y ciertamente moderna política salarial: todo incremento de sueldos y salarios sería permitida si reflejaba necesariamente una elevación tangible en la productividad de quienes exigían ese acrecentamiento. Esta línea, tan cara a los empresarios modernos, jamás fue implementada. Lo sintomático reside, sin embargo, en el hecho de que el subsecretario reiterarse en la misma declaración el mantenimiento de los aspectos más convencionales de una política paternalista, iliberal y contraria a la libre concurrencia: el subsidio continuado de muchos productos de la canasta familiar (pan y derivados del trigo), del precio de la gasolina y de todos aquellos productos que "el gobierno considere conveniente"; y la conservación de todas las "pulperías baratas" en todas las empresas estatales y mixtas87. Se empezó a discutir por entonces una modificación del régimen de la propiedad agraria, vigente desde la Reforma Agraria de 1953. Una de las soluciones parecía ser la introducción de la propiedad privada plena y sin restricciones de ninguna especie en todo el país, terminando con los regímenes especiales de tenencia de tierra en el Occidente del país y con las propiedades comunarias colectivas. En ambos casos no se permitía (y no se permite aun) la venta libre de las posesiones, la hipoteca de las mismas y la libre disponibilidad del propietario sobre ellas sin ataduras familiares y grupales. Con mucha razón se afirmaba que la modernización y 87 Aumentos de salarios deben estar de acuerdo con la productividad, PRESENCIA del 2 de septiembre de 1976 76 en: tecnificación de la producción agraria no sería posible si se mantenían el minifundismo y las formas arcaicas de propiedad colectiva y si no se introducían el principio individual de rendimiento (remuneración según desempeño) y una legislación moderna, de corte liberal, sobre la tierra88 . Una muy leve presión de los sindicatos campesinos, la fuerza normativa de la inercia, el deseo de evitar "cualquier conflicto innecesario" y la vieja ideología del MNR, aun ampliamente enquistada en el aparato burocrático-administrativo, impidieron que el gobierno derechista de Banzer tomara cualquier iniciativa en este terreno. Se admite generalmente que los grupos empresariales de Santa Cruz configuran los elementos modernizantes y liberales par excellence dentro del sector empresarial boliviano, contrarios, en cuanto tales, a la tutela del Estado y a las prácticas del prebendalismo, paternalismo y patrimonialismo, tan extendidas — supuestamente — en el Occidente andino del país. Es importante llamar la atención, empero, sobre el ejercicio intenso de esas normas convencionales y retardatarias en el interior de uno de los grupos más conspicuos del empresariado cruceño, grupo que, por otra parte, no perdía ocasión en exhibir su credo liberal anti-estatista. En septiembre de 1976 la Asociación de Productores de Algodón elevó precisamente al Estado central una larga serie de exigencias localizables todas ellas dentro de la más pura tradición pro-estatista: — Crear, a costa del gobierno, centros de investigación, capacitación, consulta, mejora técnica y comercialización para los productores de algodón y los empleados de las empresas algodoneras; 88 Cf. el editorial: Propiedad de la tierra, en: PRESENCIA del 20 de septiembre de 1976 77 colaboración efectiva del Estado para la concesión de créditos blandos, créditos a fondo pérdido, subsidios para alimentos, adquisición de maquinarias y pago de salarios [sic]; establecimiento de un mercado interno totalmente protegido por altos aranceles para los productos de estas empresas; creación de primas de exportación y subsidios a la productividad por parte del gobierno; instauración de rebajas en los transportes públicos (particularmente en ferrocarriles) para insumos y productos de la industria algodonera; y supresión de cualquier impuesto, tributo o gravamen estatal a la industria algodonera por ser ésta "una actividad incipiente" y como tal "insegura", sometida a "los vaivenes de la naturaleza, el tiempo y el clima" [sic], una actividad, empero, que merecería el "apoyo de toda la sociedad" por su "contribución al progreso de la Nación" 89. Si se hubiese implementado esta petición de los algodoneros, se habría conseguido la total socialización de todos los costes y una correspondiente privatización de todos los beneficios; el riesgo empresarial, el espíritu de innovación y el principio de rendimiento y eficacia se hubiesen evaporado, factores que constituyen, después de todo, los pilares justificativos más valiosos y sólidos de toda actividad empresarial privada. Habría sido, en realidad, un retorno a la situación imperante en la era colonial, cuando no pocos "empresarios" eran, en el fondo, empleados bien pagados — y parasitarios — de la frondosa maquinaria estatal. No tan radical, pero similar en el contenido fue la petición de un (recién investido) presidente de la Cámara de Industrias, quien en 1977 habló enfáticamente de la absoluta necesidad de "una amplia asistencia del Estado" a todo el sector privado, no sólo mediante altos aranceles aduaneros de 89 Empresarios cruceiros: es necesaria una política para producción del algodón, en : PRESENCIA del 27 de septiembre de 1976 (crónica de Roy Bazán, basada en informaciones de la Asociación de Productores de Algodón [ADEPA]). 78 protección a la "industria nacional", sino también por medio de una generosa ayuda estatal a fondo perdido en los campos de capacitación profesional, mejoramiento de los recursos humanos y transferencia de tecnología90. Se puede afirmar, por consiguiente, que bajo el banzerato la empresa privada boliviana se movía entre dos polos: (a) un sector modernizante que quería emanciparse de la tuición estatal (y correr los riesgos que ello necesariamente conllevaba) para modernizar la sociedad en su totalidad y la mentalidad imperante en particular, y (b) otro grupo convencional-conservador, de tendencias proteccionistas y paternalistas, que lo esperaba todo del Estado. El propio régimen banzerista también se debatía entre la continuación del estado de cosas imperante, calificado ante todo por la existencia de un sector económico estatal aun predominante y una burocracia gubernamental cada día más frondosa, y el intento de modernizar el conjunto del país desmontando paulatinamente los elementos pro-estatistas. Hasta el fin del gobierno de Banzer (1978) prevaleció la primera corriente. Los grandes cambios histórico-sociales se anuncian muy tímidamente y de manera harto contradictoria. La CEPB se preocupó, como hemos visto, de la modificación de la mentalidad pro-estatista imperante en el país y de la alteración del modelo económico paternalista-proteccionista ya desde la década de 1970-1980, pero de modo intermitente y sin criticar ni dura ni abiertamente al régimen banzerista. En la esfera circunscrita a la organización de la vida económica, la empresa privada intentó primeramente "tener libertad de acceso a todos los campos de la actividad económica, en igualdad de 90 Empresarios modernizarán industrias y exigirán protección del Estado, PRESENCIA del 1 de febrero de 1977 79 en: condiciones y oportunidades, dentro de un concepto de concertación y complementación con el sector público, incluyendo los rubros industriales calificados como 'estratégicos', bajo control éstos últimos del capital nacional" 91 . Para comprender estos gérmenes del proyecto de reconstitución estatal y societal propuesto posteriormente por la CEPB, no es superfluo echar un vistazo a la auto-imagen que la Confederación tenía de sí misma. Según su presidente Pérez Monasterios, el empresario boliviano contemporáneo se destacaría positivamente de otros grupos sociales comparables porque piensa a largo plazo, asume riesgos al invertir y al tomar todo tipo de decisiones, está "consubstancializado con el pueblo" [sic], y se halla dispuesto a un gran acuerdo nacional, es decir a una "gran concertación de propósitos y objetivos" con el Estado y con los otros sectores de la sociedad92. Por aquel entonces la modernización del aparato productivo y del Estado no abrazaba todavía un proceso de democratización del conjunto de la sociedad. En realidad la actitud general y pública de la Confederación con respecto a la administración pública, a la distribución de funciones entre el Estado y el sector privado y — last but not least — a la apreciación global que merecía el banzerato queda plasmada en toda su ambigüedad en un discurso programático del entonces Gerente de la Cámara de Industrias, Hugo Castellanos: (1) Lo positivo del régimen banzerista residió en haber brindado a la nación estabilidad financiera, económica, social y política; 91 Interacción del Estado y la empresa privada [documento oficial de la CEPB de febrero de 1977], en: CEPB, Pensamiento..., op. cit. (nota 1/84), parte B, p. 9 (énfasis en el original); cf. también: La empresa privada y su papel en el desarrollo nacional, en: ibid., pp. 93-97; Análisis de la situación económica y recomendaciones hacia una Nueva Política Económica, en: ibid., documento # 14 92 Marcelo Pérez Monasterios, Anteproyecto..., op. cit. (nota 1/84), p. 6 80 la carencia de conflictos habría conformado una de las bases imprescindibles para el desarrollo ulterior de la patria. Admitió que el Estado tenía que hacerse cargo de la infraestructura, la siderurgia y de todas aquellas actividades industriales que sobrepasaran las posibilidades de la empresa privada, aplicando, afirmó Castellanos, "el principio de subsidiaridad". Exigió del Estado "reglas de juego firmes, inequívocas y duraderas" para asegurar la previsibilidad de toda actividad social, la buena marcha de los negocios y la confiabilidad de las normas públicas y los organismos estatales. Demandó de la administración pública un claro "deslinde" entre las actividades económicas fiscales y las privadas, para, entre otras cosas, evitar la duplicación de esfuerzos. Destacó finalmente la salud del sector privado industrial bajo el banzerato, abundando en datos sobre su crecimiento sano y sostenido y el alto nivel de las inversiones privadas, lo que reflejaría la confianza de los empresarios en el régimen y en la nación93. Desde la óptica actual se diría que se trata de una actitud de compromiso entre los valores de la tradición estatista y las nuevas normativas modernizantes, una actitud que aun permaneció mayormente dentro de la convención paternalistaproteccionista. La prensa escrita acompañó esta evolución, aunque con un desfase de muchos años: recién a partir de 1985 93 Industriales desean deslinde de campos de acción con el Estado, en: PRESENCIA del 1 de enero 1977.- Aunque no corresponde a la temática aquí tratada, no es superfluo mencionar que los empresarios criticaron a lo largo de todos estos años las políticas generales del Pacto Andino y de sus órganos asociados. Cf. Empresa privada rechaza reunión con la Junta del Grupo Andino, en: ibid. del 26 de enero de 1977; Siempre se ha prometido corregir errores en el Grupo Andino, y de eso van cinco años, en: ibid. del 31 de enero de 1977; Discrepan los intereses empresariales privados y estatales en Grupo Andino, en: ibid. del 3 de marzo de 1977 8I (y con enormes reticencias) se puede constatar una corriente francamente modernizante en los principales órganos periodísticos de Bolivia. Pero justamente por ello es de justica mencionar aquellos tempranos testimonios que comprendieron la contribución que la empresa privada podría hacer para atenuar la conservadora mentalidad pro-estatista. Un editorialista afirmó, por ejemplo, que una buena porción de la responsabilidad y hasta de la culpa histórica por el subdesarrollo en el Tercer Mundo no recaería en las relaciones asimétricas entre éste y las naciones adelantadas ni tampoco en los injustos terms of trade del comercio internacional, sino en los gobiernos despóticos de Asia, Africa y América Latina, que impedirían conscientemente (a) el despliegue de un genuinio mercado interno, exento del paternalismo estatal y (b) el florecimiento de la iniciativa privada y de la economía liberal basada en ella". Poco después, el mismo periódico lanzó un sorprendente ataque a la "ayuda" estatal brindada a la empresa privada (créditos a fondo perdido, licitaciones amañadas, formación técnica y profesional financiada generosamente por las arcas gubernamentales), exigiendo en cambio que la industria y, en suma, los mercados nacionales abandonen el proteccionismo arancelario secular y se abran audazmente a los "fuertes vientos de la competencia extranjera", lo que serviría para modernizar el conjunto de la industria boliviana y abaratar los precios al consumidor. Por primera vez la prensa vinculada a la Iglesia Católica propugnaba una clara reducción del rol económico-empresarial del Estado y una ampliación del campo de acción de la iniciativa privada95. 94 Cf. el editorial: Los pueblos pobres también tienen culpa, en: PRESENCIA del 14 de enero de 1977 95 Cf. los editoriales: Apoyo del Estado ala industria nacional, en: PRESENCIA del 2 de febrero de 1977; La empresa privada en la economía nacional, en: ibid. del 10 de febrero de 1977 82 En febrero de 1977 la CEPB anunció un "nuevo Plan Nacional" que postulaba el alejamiento de Bolivia con respecto al Pacto Andino, la reducción de la actividad económica del Estado y la demanda de mayor libertad para el desenvolvimiento de la empresa privada; de igual relevancia es el orgulloso enunciado de la CEPB — aunque ya conocido in nuce, lanzado empero por vez primera de manera enfática y directa a las instancias gubernamentales — de que el Estado en cuanto empresario habría resultado un genuino fracaso: controlaría por medio de las empresas estatales el 70 % de la actividad económica nacional, pero contribuiría únicamente con el 25 % de la masa impositiva global. El peso tributario recaería, después de todo, sobre la empresa privada, que sería en el fondo la instancia que financiaría la supervivencia del gobierno y de la nación96. La IV Reunión Plenaria de Coordinadores de la CEPB, celebrada entonces en Oruro, denotó un tenor más severo y un contenido cualitativamente más atrevido que sus declaraciones anteriores. Entre los puntos principales se hallaban los siguientes postulados: rigurosa demanda de acceso irrestricto a todos los campos de la actividad económica boliviana; dura crítica a los principios y a la praxis del Pacto Andino; insistencia en el decrecimiento del rol empresarial del Estado y en el incremento de la iniciativa privada en la misma proporción; y preservación del rol protagónico del Estado exclusivamente en el área de la infraestructura (por ser demasiado onerosa para la empresa privada)97. 96 Empresa privada presentará al gobierno novedoso planteamiento, en: PRESENCIA del 7 de febrero de 1977; El 75 % de los impuestos proviene de la empresa privada, en: PRESENCIA del 13 de febrero de 1977 97 CEPB, La empresa privada y su papel en el desarrollo nacional [= documento oficial de la IV Reunión de Coordinadores Nacionales de la CEPB], en: PRESENCIA del 13 de febrero de 1977; Empresa privada pide participar en planificación del desarrollo, en: ibid. 83 Es indispensable señalar que en declaraciones posteriores la CEPB suavizó considerablemente su lenguaje y sus pretensiones fácticas. El presidente de la institución, Marcelo Pérez Monasterios 98, ofreció al Presidente Banzer su apoyo y expresó su conformidad con la programática económica del régimen. De todas maneras es digno de mención el hecho de que la declaración de la CEPB del 12 de febrero de 1977 fue airadamente contestada y refutada por el gobierno. El entonces Subsecretario de Planeamiento, Enrique García, afirmó, dentro de la tradición estatista, que todas las aseveraciones de la CEPB serían "altamente exageradas", que no contendrían "ninguna sugerencia seria" para el desarrollo nacional y que, en el fondo, constituirían típicos intentos de grupos de presión por conseguir políticas públicas favorables a su sector99. Poco después, la CEPB aprobó un vago proyecto propugnado por el gobierno de desconcentración y descentralización del aparato productivo estatal, que no incluía ninguna privatización; Pérez Monasterios, en declaraciones de índole convencional y en el mejor estilo pro-estatista, alabó la política de orden y paz de Banzer, admitió que los grandes impulsos para la edificación de la industria nacional deberían provenir del Estado y que éste último tendría que proteger y ayudar al sector privado industrial mediante aranceles preferenciales, créditos no recuperables y estímulos fiscales de todo tipoloo. Lo característico de este periodo estriba — como ya se mencionó — en la actitud profundamente ambivalente de la 98 Empresa privada ratificó su decisión de colaborar al desarrollo nacional, en: PRESENCIA del 26 de abril de 1977 99 Empresa privada no hizo ninguna sugerencia para el desarrollo, en: PRESENCIA del 15 de febrero de 1977 100 Sector privado apoya directiva sobre empresas del Estado, en: PRESENCIA del 13 de septiembre de 1977; Empresa privada señala necesidad de política para industrializadión, en: ibid. del 22 de octubre de 1977 84 CEPB con respecto al rol estatal en la economía y a las tradiciones del proteccionismo, paternalismo y prebendalismo, que fueron, como uno puede fácilmente colegir, favorables a ciertos grupos empresariales y por lapsos temporales que no eran precisamente breves. Por otra parte, y a pesar de ello, es razonable calificar la incipiente campaña de la CEPB por alterar ese estado de cosas como una actitud original y valiente, pues fue la única organización social que la inició y la que la persiguió con más ahinco y método durante un largo tiempo. Es ineludible manifestar, sin embargo, que este designio modernizador no abarcó durante varios años, ningún elemento democratizador. De ahí se deduce que la CEPB, como organización gremial encargada de agregar y articular intereses empresariales, estaba tácitamente de acuerdo con el régimen dictatorial del banzerato (y con el anterior del General René Barrientos) y con el legado básicamente antidemocrático que se venía arrastrando por lo menos desde la fundación de la república. Esto puede ser ilustrado por los sucesos políticos de 1977. Según las fuentes disponibles, este año fue probablemente el más tranquilo del régimen banzerista, aunque la memoria colectiva lo haya transformado posteriormente en un periodo de heroica resistencia antidictatorial. Económicamente se registró una balanza comercial favorable al país; los precios de los productos de exportación se mantuvieron elevados. Pero lo más notable debe ser visto en el número relativamente escaso de conflictos sociales, laborales y políticos de índole violenta. En medio de esta relativa paz social, el Presidente Banzer, durante la solemne inauguración de la Empresa Nacional de Fundiciones (ENAF) en Vinto (el 8 de junio de 1977), rechazó sorpresiva y enfáticamente la democracia representativa, las elecciones, el parlamento, el pluralismo de opiniones y partidos políticos y la fiscalización de los actos gubernamentales por la opinión pública y de parte de instancias independientes, como si todo ésto fuese el corolario despreciable y decadente de una democracia meramente 85 "formal". (Es una ironía de la historia que las fuerzas de extrema izquierda compartían plenamente este análisis.) En su lugar prometió "un nuevo ordenamiento institucional", que jamás fue explicitado (ni menos llevado a la praxis), y del cual sólo se pudo barruntar algún rasgo corporativo 101 . Pero lo más notable de estos sucesos debe ser visto en el silencio cómplice de la CEPB y de las otras organizaciones empresariales; en la prensa conocidas personas vinculadas al empresariado nacional hicieron publicar una serie de deplorables avisos pagados que aprobaban las ideas de Banzer y denostaban la ridícula "democracia formal". Pocos días después, el presidente de la CEPB, Marcelo Pérez Monasterios, a nombre de la institución, ofreció a Banzer y al gobierno de las Fuerzas Armadas el respaldo amplio y pleno de la empresa privada 102 . Pero cuando todavía estaba fresca la tinta del manifiesto dictatorial de Banzer y de las declaraciones antidemocráticas de la CEPB y de varios empresarios aislados, el gobierno anunció sorpresivamente el retorno a la democracia "formal", representativa, pluralista y "participativa", la celebración de elecciones libres, la reinstauración del parlamento y la irrestricta vigencia de la prensa libre 103 . En noviembre de 1977, sin que mediaran presiones realmente graves y cuando el debate político recién comenzaba, el Presidente Banzer, en un acto de desprendimiento que la historia boliviana probablemente le reconocerá, anunció que las elecciones generales se adelantarían a 1978, que él mismo no sería candidato presidencial y que se restablecían todas las instituciones y garantías de la democracia representativa 101 Banzer: "No habrá retorno" a la "democracia formal", en: PRESENCIA del 9 de junio de 1977 102 Empresa privada reiteró su apoyo al gobierno, en: PRESENCIA del 14 de junio de 1977 103 En 1980, "indefectiblemente" será institucionalizado el país, en: PRESENCIA del 18 de junio de 1977 86 sin precondiciones de ninguna clase 104 . En torno a toda esta problemática, la CEPB, las instituciones afiliadas y los empresarios influyentes dieron un sorprendente vuelco: prosiguieron con su apelación a "un marco de paz, garantías, orden y estabilidad eonómica, política y social", pero reconocieron que "la apertura democrática constituye un desafío a la responsabilidad ciudadana [...1; de lo contrario se corre el riesgo de una frustración, estancamiento y aun retroceso de los logros obtenidos, comprometiendo inclusive el futuro de la patria. [...] La empresa privada rechaza toda forma de violencia, intransigencia, desorden y anarquía [...]. [La CEPB] estimula y alienta el diálogo constructivo, la concertación de esfuerzos y el trabajo creador" 105 . La senda del proceso democratizador ya estaba desbrozada. 104 Elecciones generales en julio del próximo año, en: PRESENCIA del 10 de noviembre de 1977 105 Llamado a la unidad nacional [documento aprobado por el directorio de la CEPB en Cochabamba el 22 de enero de 1978], en: CEPB, Pensamiento..., op. cit. (nota 1/84), p. 11 87 II La lucha por la modernización de la sociedad y la legitimidad socio-política de la empresa privada a) La CEPB como agregación y articulación altamente organizada de intereses sectoriales Para comprender adecuadamente el rol socio-político jugado exitosamente por la CEPB, sobre todo a partir de 1982, es imprescindible echar un vistazo a su organización interna y, más precisamente, a su relación con los otros sectores de la élite boliviana s , particularmente con la llamada clase política. En primer término se puede constatar que la CEPB ha tenido más suerte y pericia que las instituciones similares del periodo anterior en la difícil tarea de articular, canalizar, agregar e implementar los dispersos intereses de todos aquellos grupos vinculados con la propiedad privada de medios de producción en Bolivia. La estructura y los procedimientos internos de la CEPB denotan, además, un carácter a la vez más complejo y moderno que los habituales en las organizaciones previas de los propietarios privados. La Sociedad Rural Boliviana, por ejemplo, no logró jamás una agregación y articulación convenientes y políticamente relevantes de los intereses de los dueños de fundos, fincas, estancias y latifundios del país. Constituía más bien una especie de club de notables, sin una 1 En Bolivia falta totalmente un estudio bien documentado sobre las llamadas clases altas, que analice su historia y desempeño, por un lado, y que defina, por otro, su carácter. Sobre la vinculación entre la definición de un grupo social (por ejemplo en cuanto élite, clase dominante, burguesía, estrato alto, etc.) y el sesgo ideológico de la investigación, cf. el brillante estudio de Matilde Luna / Francisco Valdés, Perspectivas teóricas para el estudio de los empresarios en México, en: REVISTA MEXICANA DE SOCIOLOGIA, vol. 1990, N° 2, pp. 3-17 89 estructura interna discernible y duradera. La Asociación de Industriales Mineros de Bolivia tuvo obviamente una influencia permanente e importante sobre las políticas públicas — aunque en un grado mucho menor que el que le atribuyen analistas e historiadores marxistas, que ven en ella el verdadero centro de un poder omnímodo y secreto —, pero configuraba también un grupo reducidísimo de notables (los grandes mineros Patiño, Hochschild y Aramayo) y no poseyó jamás una estructura interna sólida. La modernidad técnica de sus instalaciones en el campo minero contrastaba con la absoluta informalidad y la marcada tradicionalidad de su modo de proceder en terrenos como el tráfico político de influencias y la labor legislativa. Ambas instituciones fueron barridas literalmente del mapa socio-político con motivo de la Revolución Nacional de 1952. Igual suerte corrió la Sociedad de Propietarios de Yungas, cuya influencia se debía principalmente a la personalidad moderna, dinámica y eficaz de su director, José María Gamarra. Desaparecido Gamarra, esta institución se vino literalmente abajo. Desde sus inicios la CEPB ha tenido una base más amplia de miembros, una estructura más robusta y un carácter más democrático. El superar precisamente los rasgos tradicionalaristocráticos de un club de notables y dotarse de una organización más moderna y más abierta a la crítica interna y al control de parte de los propios asociados, han sido probablemente los factores que han contribuido al posterior éxito de la CEPB. (Curiosamente James Dunkerley2 afirma que la CEPB exhibió hasta 1982 el clásico talante de un pressure group convencional, con un perfil público-político más bajo que el de la Asociación Nacional de Mineros Medianos o el de la 2 James Dunkerley, Political Transition and Economic Stabilisation: Bolivia, 1982-1989, Londres: Institute of Latin American Studies 1990, p. 30 90 Asociación de Ganaderos del Beni.) En los primeros años el peso de los mineros medianos en el seno de la CEPB fue seguramente considerable: era dentro del empresariado el grupo económicamente más fuerte, más cohesionado y con la manifiesta intención de influir sobre las políticas públicas del Estado 3 . Pero es presumible que se tratase de una agrupación básicamente tradicionalista, poco afecta a la democracia practicada y, en el fondo, con algunas tendencias estatistapaternalistas, ya que su historial previo y sus prácticas procedimentales no eran favorables al neoliberalismo contemporáneo. Dentro de esta atmósfera conservadora se destacó el empresario Gonzalo Sánchez de Lozada, cuya familia y entorno no provenían de la minería, quien tuvo una actividad importantísima en la historia boliviana reciente al ligar la moderna eficiencia gerencial y organizativa con un profundo proceso de democratización y con la implementación del Estado de Derecho. A la consecución del neoliberalismo en su versión boliviana del presente también coadyuvaron algunas personalidades aisladas que no han sido empresarios mineros en sentido estricto, pero que han estado activos en la Asociación Nacional de Mineros Medianos, como Raúl España-Smith. La actual vigencia de la CEPB tiene que ver indudablemente con la inclusión de grupos empresariales muy diversos (agroindustria 4 , ganaderos, banca privada e instituciones financieras) y con la creciente significación de la industria y el comercio dentro del conjunto de la iniciativa privada s . Los 3 James Dunkerley, Rebelion in the Veins, op. cit. (nota 1/23), p. 226 sq.Cf. también el notable estudio de Manuel E. Contreras / Mario Napoleón Pacheco, Medio siglo de minería mediana en Bolivia 1939-1989, La Paz: Biblioteca Minera de Bolivia 1989, passim 4 Cf. Mario Arrieta et al., Agricultura en Santa Cruz: de la encomienda colonial a la empresa modenizada, La Paz: ILDIS 1990 5 Sobre las alteraciones de la estratificación social en América Latina a causa de esta evolución, cf. Alejandro Portes, Latín American Class Structures: Their Composition and Change during the Last Decades, en: LATIN AMERICAN RESEARCH REVIEW, vol. 20 (1985), N° 3 91 genuinos "modernizadores" liberales, sobre todo aquéllos que han contribuido a transformar la CEPB, han salido del sector del comercio y sobre todo de la industria, que ha cobrado una creciente relevancia socio-económica en el país a partir de la década de 1970. Son ellos los que estuvieron confrontados diariamente con los sindicatos y la burocracia estatal, por un lado, y con la evolución de los respectivos rubros a nivel mundial, por otro. Han sido, por lo general, hombres de notable iniciativa personal, imbuidos de una moral laboral muy similar a la protestante (y contrapuesta a la ética aristocrática del consumo ostentoso y del otium cum dignitate), provenientes de la clase media y media alta (pero con excelente educación escolar y universitaria), que no heredaron un patrimonio familiar, sino que lo edificaron a partir de los propios esfuerzos, mediante una buena formación técnico-profesional y un buen olfato para descubrir nuevas oportunidades en el mercado. Los aires cosmopolitas propios de un contexto de libre mercado y competitividad cotidiana, así como la necesidad de concurrir en mercados cambiantes e inestables, fomentó una percepción más dinámica y diferenciada del conjunto social, un mayor aprecio por reglas de juego duraderas y previsibles y un interés más agudo por organizar la CEPB como un órgano eficiente para agregar y articular intereses gremiales dispares frente a un Estado que a todas luces no era la mera "agencia de la burguesía boliviana". Entre estas personalidades de espíritu modernizante y talante liberal-democrático en el seno de la CEPB se cuentan José Romero Loza, Fernando Illanes de la Riva, Marcelo Pérez Monasterios, Jorge Lonsdale, Ramiro Cabezas, Fernando Romero Moreno y otras, que sin ser empresarios en sentido estricto, han estado vinculadas a este designio anti-estatista, como Juan Cariaga y Armando Méndez Morales. Resumiendo se puede describir a este "nuevo tipo de empresario" (que en Bolivia por lo general se encuentra aun en periodo de gestación) como 92 enfrentado positivamente al desafío de la competitividad internacional, — poseedor de una identidad social diferente, es decir con una trayectoria más profesional que patrimonial, abierto al mundo exterior y sin inclinaciones nacionalistas, portador de una racionaldad económica expansiva y representante de una concepción más pragmática de la empresa y la política y, por ende, menos ideológica y paternalista6. El ideal normativo 7 de esta tendencia sería la racionalización exhaustiva de los sectores productivos según el principio de rendimiento, el cual está determinado por el desempeño de los grandes consorcios supranacionales; y la apertura comercial (fin del proteccionismo) e inserción de la economía boliviana en el mercado mundial, lo que conlleva el florecimiento únicamente de aquéllas ramas del sector manufacturero que cuentan con ventajas comparativas a nivel internacional. Esto significa, en el fondo, el privilegiamiento de las empresas dinámicas, que no temen el riesgo de nuevas inversiones, que innovan tecnológicamente y que calculan con 6 Este desarrollo estuvo encarnado, por ejemplo, en la evolución chilena del empresariado a partir de 1973. Cf. el excelente trabajo de Cecilia Montero, La evolución del empresariado chileno: surge un nuevo actor?, en: ESTUDIOS CIEPLAN (Santiago de Chile), N° 30, diciembre de 1990, pp. 91-122; J. Martínez / E. Tironi, Las clases sociales en Chile. Cambio y estratificación social 1970-1980, Santiago: Sur 1985.- Para el caso boliviano cf. El rol de la empresa privada en el desarrollo, La Paz: ILDIS [sin fecha] 7 En el campo de la historia de las ideas no existe aun en Bolivia una investigación sobre la evolución de los valores de orientación y las concepciones normativas de los grupos patronales y empresariales, como en el caso mexicano las brillantes obras de Roderic A. Camp, Los empresarios y la política en México: una visión contemporánea, México: FCE 1990, y Camp, Mexico's Leaders: Their Education and Recruitment, Tucson: Arizona U.P. 1980 93 lapsos de tiempo relativamente largos. Este tipo de empresa y empresario se diferencia evidentemente del antiguo modelo de índole aristocrática, típico de terratenientes y mineros, que se distinguieron por la inclinación al entorno familiar, la gestión de corto plazo, la improvisación en las estructuras y funcionamiento internos del consorcio y la afición por las tasas rápidas de retorno. Anque ambos tipos de empresariado hayan mantenido estrechas relaciones con la esfera política, el primero lo hacía de manera directa, sin mediaciones gremiales (a menudo se daba una clara identidad de las élites económica y política), mientras que el segundo prefiere una acción mancomunada de todo el sector patronal, debatida previa y libremente en el seno de la CEPB y presentada al gobierno y a la opinión pública como un proyecto de políticas públicas bien concebido y de largo plazo. Es posible, naturalmente, que esta homogeneidad de la conducta externo-pública encubra una heterogeneidad de opininiones y opciones en desmedro de los empresarios medianos y pequeños, quienes, muchas veces, no tienen otro remedio que el de aceptar — y sufrir — las líneas rectoras impuestas por los grandes consorcios, que son los que disponen de más peso, influencia y reputación dentro de los gremios patronales 8 . Según una observación de Oscar Zegada9, los sectores internos "contendientes" dentro de la CEPB conocen "sus limitaciones" y su "carácter secundario" ante los peligros que se ciernen sobre la política económica neoliberal o sobre la CEPB en cuanto gremio patronal, y, por lo tanto, presentan hacia afuera necesariamente una imagen de unidad. 8 Cf. Celso Garrido (comp.), Empresarios y Estado en América Latina: crisis y transformaciones, México: CIDE/UNAM/UAM/Ebert 1989, passim 9 Oscar Zegada, Los empresarios y la nueva política económica, Cochabamba: IESE/UMSS 1989, p. 129 94 Las nuevas modalidades del sistema de agregación y articulación de intereses de la CEPB se manifiestan, entre otras otras, por medio de los siguientes rasgos: El empresariado privado va adquiriendo, a pesar de algunos retrocesos y múltiples obstáculos, una identidad colectiva claramente definida, opuesta, por un lado, a la mentalidad convencional estatista del empresario clásico que vivía a la sombra del proteccionismo arancelario y de las prebendas estatales, y contrapuesta, por otro, a la actitud clásica del empresario aristocrático de índole rentista y poco favorable a cualquier riesgo. La iniciativa privada de Santa Cruz es probablemente la que más ha avanzado en esta dirección. El empresario se percibe a sí mismo como abierto hacia el mundo exterior, imbuido de la necesidad de innovar tecnológica y organizativamente, de encontrar nuevos mercados y de diversificar sus negocios. El empresariado se ha dotado de una visión menos ideologizada del conjunto de las relaciones sociales, al que lo concibe como una contienda legítima de los más diversos intereses. Y en el seno de esta controversia de intereses considera la relación de empleadores y empleados (nexo libre de todo paternalismo, pero también exento de toda filantropía) como un aspecto más de la pugna diaria de intereses que es la vida social. El empresariado es partidario, por consiguiente, de eliminar todo factor político, ideológico y pseudo-religioso que interfiera en las relaciones obreropatronales, siendo, por ende, contrario a la politización de los sindicatos y de la vida sindical. Pese a que el sistema (neoliberal) de libre mercado fue introducido en Bolivia desde arriba en 1985 (mediante un decreto del Supremo Gobierno), los empresarios se autodefinen hoy en día como (a) las figuras centrales del proceso económico, como (b) los únicos y auténticos portadores del progreso material y como (c) actoresautónomos con respecto al Estado. 95 Finalmente los empresarios han abandonado su anterior y clásica actitud defensiva: no se justifican públicamente por configurar un sector privilegiado de la población y no se disculpan por obtener ganancias, sino que valoran a estas últimas como algo positivo y símbolo de su éxito en la vida real. En el caso boliviano es obvio que muchas de estas connotaciones de una agregación y articulación modernas y exitosas de intereses se hallan aun en estado embrionario, pero es probable que el decurso evolutivo se dirija en esta direción. Puesto que las fracciones en el interior de la CEPB son cambiantes y no están afianzadas en intereses productivos expresamente divergentes, o en diversos proyectos conceptuales para reorganizar la sociedad y ni siquiera en disparidades sociopolíticas permanentes debidas al diferente origen regional, es fácticamente imposible reconstruir un patrón de conflictos que haya perdurado de modo visible desde la fundación de la CEPB (1962), patrón que sea notoriamente discernible hasta hoy en sus controversias internas cuando se trata de dilucidar las políticas públicas. Pero aun así se puede aseverar que, en analogía a la situación de casi todos los países latinoamericanos, se han formado dos fracciones "informales" de empresarios: Un sector estatista-desarrollista, relativamente favorable a la intervención y actividad estatales en el terreno de la economía, partidario, como socio menor y ciertamente usufructuario de las agencias estatales, de grandes proyectos de desarrollo e infraestructura y de un crecimiento económico acelerado. Es plausible que la mayoría de los grandes consorcios ya representados en la CEPB se hubiesen adscrito por estas razones a los gobiernos autoritarios de los generales Barrientos y Banzer, que garantizaron la seguridad del patrimonio y el funcionamiento empresariales. El medrar a la sombra del Estado, viviendo de sus contratos y prebendas en una atmósfera generalizada de patrimonialismo y 96 mercantilismo (en el sentido de Hernando de Soto), era ciertamente cómodo y redituable, pero se convirtió en algo precario a partir de 1980, cuando empezaron a soplar los fuertes vientos de la competencia internacional, de las innovaciones técnicas, del liberalismo y la democracia. Un sector basado en sus propias fuerzas y facultades, propicio a la doctrina neoliberal, que producía con cierto éxito para el consumo nacional y ocasionalmente para el mercado externo, partidario de cercenar las funciones burocráticas y el rol económico del Estado. Esta fracción se vio manifiestamente favorecida por la evolución mundial y las corrientes de pensamiento económico y político a partir de 1980. Presupone que su planteamiento ideológico es el correcto para una época signada por la modernización universal y la democracia representativa. Este sector (o fracciones notables del mismo) han nacido al amparo de la sombra protectora del Estado, pero afirman que se han emancipado mayoritariamente de la tuición estatal (o están en vías de hacerlo). El elemento básico de su nueva identidad es precisamente su distancia con respecto al Estado y a la ideología del estatismo. Pretenden asegurar su fundamento autónomo contra las usuales exacciones del Estado mediante el ejercicio del Estado del Derecho y el respeto a las reglas de juego. Por ello exigen el fin del favoritismo estatal, la transparencia de los actos gubernamentales y el mejoramiento cualitativo del aparato judicial. Por ahora es imposible discernir cuál fracción del empresariado boliviano terminará por imponerse. El actual sistema de agregación y articulación de intereses, así como las corrientes actuales de pensamiento y las pautas normativas de las grandes instituciones internacionales se inclinan aparentemente por la segunda fracción, pero el peso secular de la tradición estatista y las prácticas consuetudinarias de la administración 97 pública (y hasta de buena parte de la prensa y la opinión pública en general) siguen favoreciendo al primer sector. b) La élite empresarial y su relación con la clase política en Bolivia Esta cuestión está íntimamente ligada con el problema de la legitimidad del actual y exitoso estrato empresarial boliviano en el contexto del desarrollo histórico del país (por lo menos a partir de 1978) y del despliegue de la economía de libre mercado (desde 1985). Se puede afirmar que la legitimidad de la élite empresarial está basada, así sea parcialmente, en el hecho de constituir el sector más modernizado y más favorable a un ambiente de racionalidad, democracia y pluralismo dentro del marco de las capas altas bolivianas, diferenciándose, por lo tanto, positivamente de la clase política, que configura hasta hoy uno de los reductos más convencionales, provincianos, atrasados y tradicionalistas de los estratos dirigentes del país. En uno de los primeros testimonios programáticos de este grupo (todavía en tiempos de la dictadura de García Meza), Fernando Romero Moreno 10 aclaró unos conceptos identificatorios básicos. Casi toda la opinión pública, incluidos los grupos políticos y la alta administración pública, sostendrían una concepción "falsa y adversa" con respecto a la empresa privada. Esta última no sería únicamente un grupo exlusivo de hombres acaudalados dedicados a acumular dinero y poder o sólo un sector económico complementario del Estado (que debería conformarse con aquéllo que no concita el interés del mismo), sino que representaría un 10 En el país existe una distorsión del significado de la empresa privada [declaraciones de Fernando Romero], en: PRESENCIA del 30 de noviembre de 1980 98 "sistema íntegro de vida donde prevalecen los valores de libertad, igualdad y justicia". Aunque este enunciado debe ser tomado naturalmente cum grano salis, Romero se adhiere al moderno argumento de que la empresa privada sería "el mecanismo más eficaz y humano para producir riqueza social". Para apreciar la relevancia de este postulado, hay que echar un vistazo al conjunto de los estratos privilegiados bolivianos en el periodo que aquí nos ocupa: 1962-1994. La clase alta ha sido, como en todo el mundo, un complejo entramado de grupos con fronteras muy poco precisas, con nexos enteramente cambiantes con las otras capas sociales y con valores normativos dispares, lo que vale asimismo para sus estrategias políticas y sus proyectos culturales. Como se sabe, cuanto menos compleja y diferenciada es una sociedad, tanto más simple y compacta resulta ser su élite. Bolivia, que se embarcó en 1952 en un ambicioso y difícil intento de modernización y cambio social acelerado, ha denotado a partir de entonces un proceso relativamente complicado de formación de estratos privilegiados. La llamada Revolución Nacional trajo consigo el desmoronamiento del estrato de los grandes y medianos propietarios territoriales en el Occidente del país y, al mismo tiempo, el aniquilamiento de la Gran Minería en cuanto sector organizado e influyente. El colapso de estos grupos sociales, que conformaron durante siglos la clase alta por excelencia, destruyó en 1952 — pero no definitivamente — la clásica identificación estrecha entre la élite del poder y el estrato privilegiado económicamente. Simultáneamente se abrió la posibilidad de que las capas medias (y obviamente sus individuos más astutos y ambiciosos) accedieran al poder político y al prestigio social. Como ya se mencionó, el gobierno del MNR (1952-1964) trató de fundar una "burguesía nacional", consagrada a crear empresas industriales y comerciales mediante la generosa e ilegal distribución de fondos fiscales, intentó que fracasó estruendosamente pese a la sistematicidad de la corrupción en medios estatales. 99 A partir de 1952 se puede, empero, observar una amplia recomposición de los estratos superiores mediante el ascenso de algunos segmentos de las capas medias citadinas. De todas maneras este proceso conllevó también una profunda transformación de los valores normativos de toda la sociedad: como ya se mencionó, para el reclutamiento y la autorregeneración de las élites, sobre todo de la política, los criterios estrictamente clasistas y particularistas (es decir: definidos por el origen social y étnico y no por el desempeño individual ola formación profesional-técnica) no fueron anulados del todo, pero entraron en una manifiesta decadencia. Esto es válido de modo parcial también para el florecimiento del nuevo empresariado, para el que las aptitudes individuales de organización y gerencia, la visión de nuevas oportunidades de negocio y la buena educación profesional y técnica pasaron a ser criterios substanciales de aceptación dentro de la "clase" y de éxito material — aunque es imprescindible mencionar el hecho de que el origen social y étnico-cultural siguen siendo hasta hoy filtros de selección de alguna relevancia. Por otra parte, aunque es justo reconocer que el corolario del proceso modernizante de 1952 no haya sido globalmente nada brillante, se han dado, sin embargo, algunos fenómenos típicos que han acompañado todos los ejemplos de modernización a nivel mundial, como ser la diferenciación de roles y actividades y la expansión de la participación política, que, a su vez, han coadyuvado a separar los papeles político y económico de la antigua clase alta compacta. Para el marco específico de este estudio las consecuencias principales del Nacionalismo Revolucionario y paradójicamente también de su ocaso en un lapso de varias décadas pueden ser descritas someramente como: (a) la separación entre las élites económica, social, política e intelectual-cultural (lo que incluye la alta jerarquía religiosa); 100 el grado muy desigual de modernización y fragmentación entre todos los segmentos elitarios; y la asunción de funciones políticas por la élite empresarial a causa de la incapacidad técnico-administrativa, el claro atraso cultural y la cosmovisión tradicional-convencional de la clase política clásica. Desde la llamada Revolución Nacional se puede discernir la existencia de los siguientes segmentos dentro de la clase alta: Los restos de la antigua aristocracia de origen terrateniente y rural que, como es usual en todas las latitudes, siguen conservando una cierta preeminencia social y cultural y un prestigio histórico que ciertamente ya no corresponden a su menguada influencia económica y política, pero que en Bolivia han sido preservados también por razones étnicas, al concentrarse en este sector los grupos poblacionales de raza quasi-blanca (y la que es considerada como tal). Los que ocupan las posiciones superiores de la administración pública, del Poder Judicial y de las de empresas e instituciones estatales donde se puede constatar un notorio flujo financiero. La jerarquía superior de la Iglesia Católica. Los puestos más elevados en las organizaciones encargadas del orden público, como las Fuerzas Armadas. Los propietarios de las empresas más importantes del país en sus varios campos (industria manufacturera, comercio, banca, servicios, medios de comunicación, agro-industria y ganadería en el Oriente boliviano y, naturalmente, algunos hombres de negocios de enorme relevancia pertenecientes a la economía informal). 101 La clase política en sentido estricto (los miembros prominentes de los Poderes Ejecutivo y Legislativo, los líderes de los partidos políticos, los consejeros del más alto nivel y algunos periodistas y comentaristas políticos de notable influencia. Ahora bien: el notable rol político y socio-cultural asumido por el empresariado en la década de 1980 tiene que ver con el desempeño francamente mediocre — medible en términos de modernización — que han exhibido hasta hoy la clase política, el estrato superior de las Fuerzas Armadas, las capas más elevadas de la administración pública (incluidos los gerentes y operadores de las empresas estatales y de las instituciones descentralizadas), la casi totalidad del Poder Judicial y la porción mayoritaria del sistema universitario. De éste último puede aseverarse que ha fracasado estrepitosamente en su función específica de formar élites eficientes para todos los campos de actividades, incluido el muy importante de la orientación cultural-intelectual y del fortalecimiento de la identidad colectiva de la nación. Tenemos así la paradoja de que la "moderna" diferenciación de roles ha sido casi un fiasco en la esfera de la política y la cultura bolivianas, por lo menos hasta 1985. (La situación, afortunadamente, tiende a mejorar de manera patente.) Pese a su talante y designio modernizantes, el MNR contribuyó a partir de 1952 al encumbramiento de las clases medias de origen provinciano, cuyos individuos estaban impacientes por un rápido ascenso social, por adquirir prestigio y, sobre todo, una buena fortuna — los ímpetus revolucionarios de esta gente representaban sólo la ideología justificatoria y exculpatoria de su actuación. Su socialización en un medio primordialmente provinciano les impregnó definitivamente los valores premodernos, convencionales y anticosmopolitas del ambiente rural de aquellas épocas, ambiente poco favorable al pensamiento crítico, a los impulsos innovadores y al espíritu contemporáneo del pluralismo democrático. Esta atmósfera tampoco fue proclive 102 ni a la fundación de empresas privadas (sin el sostén del Padre Estado) ni a la diferenciación de roles. Tenemos así la paradoja de que en el área de la actividad política en sentido estricto, el intento modernizador del MNR dio lugar a una élite del poder de orientación notoriamente tradicionalista. Sus miembros se han destacado, por ejemplo, por una intensificación de cualidades como el oportunismo y el cinismo, lo que es también válido para las cúpulas de los partidos opositores de izquierda, que conforman en realidad contra-élites de una corruptibilidad mucho mayor que la de los estratos privilegiados tradicionales. Es curioso el hecho de que la dirección del proceso de modernización ha estado largamente en manos de políticos relativamente jóvenes, pero que se han destacado únicamente por su avidez de honores, dinero y poder, sobre todo en el periodo 1989-1993. Si nos imaginamos un continuum que arranca de la posición tradicionalista (la que está marcada naturalmente por los valores más convencionales de orientación, la cosmovisión más provinciana, por las prácticas más dilatadas de prebendalismo y paternalismo y por la compresión más limitada del mundo contemporáneo) y atraviesa las diferentes élites hasta llegar a la condición modernista (signada por criterios de desempeño individual, por la alta valoración del profesionalismo y de la formación técnica, así como por una actitud cosmopolita y favorable a la democracia pluralista), nos encontramos que en Bolivia los estratos superiores de las instituciones encargadas de mantener el orden público (Fuerzas Armadas, Policía, Poder Judicial, fiscalías) y de la administración estatal (alta burocracia del Poder Ejecutivo en general y de sus empresas en particular) se hallan entre los sectores elitarios más afines a la posición tradicionalista, mientras que los empresarios se encuentran en la situación más afín con respecto a la condición modernizante. Las restantes fracciones de las élites bolivianas deben ser localizadas en medio de estos dos polos. La clase política está bastante próxima al espacio de la tradicionalidad, mientras que paradójicamente los 103 restos de la antigua aristocracia se mueven de modo lento pero seguro hacia el ámbito de la modernidadll. Una clara definición y delimitación de la clase política es problemática por la misma configuración esencialmente ambigua del fenómeno 12 . En el marco de este estudio, baste señalar que el uso consuetudinario de este concepto lo ha introducido exitosamente en el idioma cotidiano. Se trata de aquel grupo social relativamente autónomo y compacto, cuya conformación y agregación no dependen en primera línea de metas ideológicas comunes, sino de compartir prácticas repetidas a lo largo de la historia del país (basadas en valores normativos de una tradición propia, pero de índole marcadamente anticuada), grupo que detenta los puestos y cargos más elevados del Estado boliviano y determina fundamentalmente el carácter de las políticas públicas, sin ser necesariamente propietario de los medios de producción, sin poseer una legitimación tradicional (como por ejemplo la clásica dinástico-aristocrática) y sin métodos claros de recrutamiento y autorregeneración. Los decursos modernizadores han transformado evidentemente esta clase política a partir de 1952: ya no es más un grupo informal—numéricamente muy reducido — de notables con un origen elitario común y sin roles diferenciados entre sí, pero no constituye todavía una capa de expertos profesionales 11 No es superfluo aludir al hecho de que uno de los más tempranos y escasísimos testimonios intelectuales de una preocupación crítica por los problemas demográficos provenga de René Ballivián Calderón, Economía..., op. cit. (nota 1/86), pp. 19-39 12 Cf. el excelente ensayo de Klaus von Beyme, Der Begriff der politischen Klasse — eine nene Dimension der Elitenforschung? (= El concepto de clase política — una nueva dimensión de la investigación sobre élites?), en: POLITISCHE VIERTELJAHRESSCHRIFT (Heidelberg), vol. 33, N° 1, marzo de 1992, pp. 432 104 altamente y exclusivamente cualificados para la función pública. Pese a ciertos progresos en esta esfera, la clase política boliviana no proviene mayormente de una burocracia partidaria que hubiese ganado sus laureles mediante labores altamente especializadas, anónimas y perseverantes (es decir: a lo largo de décadas) dentro de las estructuras partidarias. La élite política boliviana de hoy ya no requiere de una legitimidad religiosa, metafísica o histórica, pero aun no ha alcanzado la profesionalidad, la cohesión grupal y las facultades organizativas (y hasta innovativas) de las clases políticas de naciones altamente desarrolladas. Comparte precisamente los rasgos mediocres con las otras fracciones de la clase alta del país: una profesionalización deficiente, pautas de consumo importadas acríticamente de culturas externas, fuentes de información culturalmente pobres (y poco fiables a cuanto hechos) y una cosmovisión de aliento y espacio limitados. Hay que recalcar que esta élite del poder no es un mero apéndice de las otros estratos tradicionales y menos de los círculos económicos privilegiados; a pesar de una cierta autonomía de metas, normas e intereses, sigue siendo un grupo social proclive a las convenciones del patrimonialismo, prebendalismo y clientelismo y signado, por ende, por la tradicional cultura política del autoritarismo. Es propensa, en sumo grado, a los conocidos fenómenos de oportunismo, corrupción y corruptibilidad. No posee un ethos de servicio a la comunidad, ni tampoco una inclinación apreciable a la estética pública; ha desplegado pocas ideas innovadoras en lo que respecta a la configuración y reestructuración de las institucionnes estatales y no está preocupada por cuestiones de largo plazo, como son las cuestiones ecológicas y demográficas. A pesar de que en la actual élite del poder el peso y la influencia de los grupos profesionales clásicos — abogados y militares — ha disminuido afortunadamente, se puede aun advertir en ella la antigua negligencia frente a todo esfuerzo crítico intelectual, la clásica incompresión frente a todo trabajo científico y, 105 concomitantemente, la misma admiración ingenua por los logros técnico-instrumentales de la civilización metropolitana del Norte. La élite boliviana del poder 13 denota una cosmovisión tecnicista, que tiende a la imitación más o menos grosera de los aspectos materiales y técnico-económicos de la civilización occidental, descuidando, a veces deliberadamente, los ámbitos de la cultura, el medio ambiente, la demografía, la gobernabilidad a largo plazo y la racionalidad de la política cotidiana. Las consecuencias son harto conocidas: falta de previsibilidad en las reglas de juego, esterilidad en la formulación de planes largo alcance, irracionalidad en la política de nombramientos y recrutamiento de la propia élite administrativa (carencia, por ejemplo, de un servicio civil permanente y sólido y en su lugar colocación de dilatadas parentelas y clientelas en los puestos disponibles de la burocracia estatal), y saqueo del erario público como único procedimiento para mejorar los ingresos personales. Los empresarios modernizantes, en su intento de mejorar este estado de cosas y dotar a la república de una administración eficiente, han tratado a partir de 1985 de modo más o menos 13 No es superfluo mencionar que una élite del poder no dispone de un proyecto histórico propio, ni de una fuente autónoma de recursos económicofinancieros, ni de una representación institucionalizada de intereses propios a largo plazo y ni siquiera de una ética peculiar en cuanto código distintivo de comportamiento — en clara contraposición a una genuina aristocracia. También en esta esfera el Alto Perú y Bolivia heredaron las corrientes más tradicionales y retrógradas del legado colonial ibero-católico: en lugar de los estratos privilegiados de Europa Occidental que gozaban de una relativa independencia con respecto al Estado central (y no pocas veces coaudyuvaron a mitigar el absolutismo), se constituyeron en el Nuevo mundo de modo imitativo meras élites de poder totalmente dependientes de los favores, las prebendas y hasta de los caprichos del gobernante de turno.- Cf. la obra clásica: José Antonio Maravall, Poder, honor y élites en el siglo XVII, Madrid: Siglo XXI 1979, passim 106 sistemático de erradicar los males mayores de un Estado altamente burocratizado y de una herencia socio-cultural estatista. Este propósito, aunque incompleto y proyectado de modo aleatorio e inconsistente, constituye en la perspectiva histórica la legitimidad 14 de la acción de la CEPB. No se debe, por otra parte, idealizar el carácter y la función de la empresa privada en este designio. Tal como lo han practicado durante siglos las otras fracciones de la clase alta, también el empresariado que se cree moderno tiende a la privatización de ventajas y ganancias y a la socialización de esfuerzos y pérdidas; los nexos privilegiados y estrechos con el Padre Estado son indispensables para este fin, puesto que las subvenciones estatales, el acceso a créditos reembolsables tarde, mal y nunca y otras delicias asociadas con los favores estatales sólo son posibles si se cultiva una estrecha vinculación entre los empresarios ambiciosos y el gobierno de turno. Todavía hoy en día (1994) se puede afirmar la existencia de una simbiosis de este carácter entre ambos actores sociales: los empresarios pueden ciertamente despreciar a los funcionarios ineptos, corruptos y cortos de vista, pero los necesitan en alto grado y realizan con ellos a menudo suculentos negocios de mutuo beneficio. De todas maneras, los regímenes militares exhibieron en 1982 el límite absoluto de sus posibilidades y la CEPB se decidió implícitamente a adoptar el modelo de una transición pactada a la democracia, que comprendía un compromiso pacífico entre 14 Han surgido no pocas críticas a la "pretendida" acción modernizante de la empresa privada y a la legitimidad histórica que se puede derivar de este intento. Cf. Fabian Yaksic Feraudy, Rosca político-empresarial y su legitimación en democracia?, en: AUTODETERMINACION (La Paz), N° 11, diciembre de 1993, pp. 133-142; Carlos F. Toranzo Roca, Elementos ideológicos y conductas de la nueva derecha, y: Toranzo Roca, Aspectos generales y antecedentes sobre la nueva derecha en Bolivia, ambos en: C. F. Toranzo Roca / Mario Arrieta Abdalla, Nueva derecha y desproletarización en Bolivia, La Paz: UNITAS/ILDIS 1989, passim 107 las distintas fracciones de las clases pivilegiadas: la renuncia del estamento militar a participar en la dirección de la alta política y a conformar la cúspide del gobierno, la reinstauración de la democracia representativa y del Estado del Derecho, el robustecimiento de los partidos políticos, la conversión de la burocracia estatal en un aparato eficiente y la reducción de las actividades empresariales del Estado, y (5) la transformación de los sindicatos en órganos normales y corrientes de agregación y articulación de intereses legítimos, pero sectoriales (es decir: parciales). Los dos últimos puntos, los más controvertidos, pudieron ser acometidos recién a partir de 1985. Hay que reconocer que pese a su índole autoritaria, las Fuerzas Armadas se adhirieron a este compromiso en 1982, permitiendo el retorno de la democracia en Bolivia. (Este modelo de una solución pactada desde arriba ha sido inspirada probablemente en el caso español de 1975, cuando una élite del poder con décadas de "ejercicio" se retiró pacíficamente del gobierno bajo la condición tácita de que no ocurriesen demasiadas alteraciones socioeconómicas.) Todos estos acontecimientos son indicios de una cierta cooperación intra-élite y de la naturaleza flexible y acomodaticia de una buena porción de la alta administración del Estado. No hay duda de que en la confusa y cambiante constelación de los años 1978-1982, la CEPB supo ocupar los espacios abiertos que había dejado la incapacidad de las otras fracciones de la clase privilegiada y evitar así una peligrosa crisis de ingobernabilidad 15 . Es importante señalar que la obra modernizante de la clase empresarial fue secundada efectivamente 15 Oscar Zegada afirma que por aquel tiempo la CEPB dio "un salto cualitativo en su concepción y acción gremial" porque no podía "permitirse abandonar [el poder] en manos del movimiento popular". Zegada califica la 108 por las fracciones esclarecidas de la clase política, sobre todo a partir de 1985; en ambos sectores hay que presuponer sobriamente que el esfuerzo modernizador y democratizador no ha sido un designio adoptado ni voluntariamente ni por la totalidad del estrato social en cuestión; fue un número restringido de personas con mentalidad visionaria que supo imprimir a la CEPB y a algunos partidos partidos — sobre todo al Movimiento Nacionalista Revolucionario y a Acción Democrática Nacionalista — un halo de modernidad, que, aunque débil e incierto, ha redundado en beneficio de una renovación de la CEPB, por una parte, y de la democratizacdión de los partidos políticos, por otra. Y no es mera casualidad que haya sido un empresario exitoso, Gonzalo Sánchez de Lozada, quien emprendiera esa tentativa modernizadora en el seno del MNR, aunque los niveles intermedios y las masas del partido no hayan mostrado hasta ahora un entusiasmo demasiado intenso por las visiones modernizadoras de ese liderazgo esclarecido. Para redondear este acápite, es indispensable mencionar una interesante crítica a la base de la legitimidad socio-política de la empresa privada boliviana. Según Catherine M. Conaghan16, el desempeño global de la empresa privada boliviana (compuesta por clanes familiares y grupos de amigos) en su campo específico ha sido mediocre y, por consiguiente, las condiciones materiales mínimas para su hegemonía política actitud de la CEPB corno una "salida burguesa", aunque reconoce simultáneamente que se trataba de "un proyecto de clase de proyección nacional ante la crisis" y un camino de la "regeneración del capital".- Zegada, op. cit. (nota 11/9), p. 6, 12 sq., 17 16 Catherine M. Conaghan, The Private Sector and the Public Transcript: The Political Mobilization of Business in Bolivia, Notre Dame: The Kellogg Institute 1992 (working paper # 176).- Esta obra, de dudoso valor científico, esta basada en muy escasos datos y testimonios empíricos y más bien en anécdotas y lugares comunes, que son virtuosamente combinados con análisis y prognósticos de desmesuradas pretensiones pseudo-científicas. 109 serían tenues. Los empresarios practicarían una amplia exportación de sus capitales al extranjero, tendrían poca inclinación a inversiones en el sector productivo y denotarían preferencia por mantener activos líquidos en depósitos de corto plazo. Todo ésto constituiría una estrategia, común en toda América Latina, destinada a proteger el capital contra riesgos políticos imprevistos; las empresas trabajarían con enormes deudas, equivalentes más o menos al capital invertido. Esta constelación subyacería a una crisis general de legitimidad, que habría llevado a los empresarios a superarla mediante "medios políticos directos" 17; el ascendiente moral y político de los empresarios continuaría siendo "extremadamente problemático", porque su hegemonía seguiría "identificada con un sistema capitalista incompetente", con "habilidades manipulatorias" (la repetición y reescritura del discurso liberaldemocrático) y con la pertenencia casi exclusiva de la élite empresarial a la raza blanca y a la vieja oligarquía — en un país multirracial18. Algunas observaciones de Conaghan son ciertamente pertinentes, pero la perspectiva general es de una total imprecisión. No hay duda de que ha existido una relación simbiótica entre el Estado y el empresariado boliviano, pero el sector privado, y particularmente la fracción modernizadora, no es exclusivamente "un hijastro del Estado" que no podría romper una relación asimétrica de dependencia con respecto a éste. Aun en el caso de una relativa verdad de este enunciado, no cabe duda de que estos nexos socio-históricos son altamente dinámicos: el discípulo puede emanciparse del mentor. Es claro que la empresa privada desea una relación pragmática con el 17 Ibid., p. 1 18 Ibid., p. 21 sq. 110 aparato estatal, pero ha demostrado desde 1985 que es ella quién determina el contenido de las pautas relevantes de desarrollo político y económico, ya que, después de todo, busca el establecimiento de un orden social estable, previsible y gobernable según la racionalidad occidental. 111 III El periodo heroico 1978-1985: la lucha contra el estatismo y el populismo a) La etapa 1978-1982: la recuperación de la democracia y las relaciones de la CEPB con los partidos políticos Desde mediados de 1977 el anuncio de próximas elecciones presidenciales y parlamentarias y la reinstauración de las libertades democráticas trajeron consigo una intensa actividad política y sindical. En 1978, año particularmente rico en acontecimientos de la llamada alta política (tres presidentes de la república en poco tiempo), la CEPB se manifestó públicamente con una concepción diferente con respecto a las ideas prevalecientes hasta entonces en el seno de la cultura política boliviana. Para el inicio de este periodo es representativo un discurso del presidente de la CEPB, Marcelo Pérez Monasterios, que combina tempranamente (de ahí la relevancia de este fragmento) las ideas de un orden aun autoritario — basado en la "paz social y la estabilidad económica" y en el rechazo tajante de "la violencia, el caos y la anarquía" — con una toma de partido por la democracia, concebida ésta última como "la vida más adecuada para la realización integral del hombre. La democracia, pese a todas sus limitaciones, constituye la categoría sociopolítica más flexible y vigorosa de organización humana que pueda responder al reto que nos plantea el momento actual. Sostenemos que la auténtica democracia tiene que admitir el pluralismo ideológico como principio fundamental"1. 1 Memoria anual [Discurso de Marcelo Pérez Monasterios del 26 de mayo de 1978 en Cochabamba ante la asamblea general ordinaria de la CEPB], en: CEPB, Pensamiento..., op. cit. (nota 1/84), pp. 55-57 113 Se puede decir que esta doctrina es la que ha contribuido a modificar considerablemente la sociedad boliviana contemporánea. Paralelamente se fue abriendo campo, primeramente en círculos de especialistas y seguidamente en los principales órganos de prensa 2 , la idea matriz de que el clásico Estado benefactor, altamente centralizado, encargado de los sectores estratégicos de la economía, pero también de empresas de dudosa importancia, estaba llegando al límite de una eficacia tolerable y, por ende, de sus posibilidades al servicio efectivo de la colectividad. La prensa empezó tímidamente a publicar editoriales en los que aconsejaba liberarse de falsas ilusiones, sobre todo de aquélla que veía en el socialismo tercermundista la panacea universal para curar el subdesarrollo, propugnando simultáneamente una reconsideración positiva de la libre empresa y de la democracia "formal" 3 . Se recomendó, por ejemplo, que la COMIBOL, sin ser privatizada, sea manejada como una empresa privada, sujeta al principio de eficacia y rendimiento, pues constituiría "el foco" de dilatadas prácticas prebendalistas y patrimonialistas4. Hay que reconocer que Armando Méndez Morales, cuya influencia en círculos empresariales ha sido considerable, tuvo la valentía de exponer por primera vez en Bolivia la moderna concepción neoliberal, que también en el resto del mundo era una relativa novedad; la "valentía" se refiere al hecho de que 2 Como ejemplo de la actitud todavía ambivalente de la prensa se puede mencionar el difundido ensayo de Gilberto Roca Soruco, El papel de la empresa privada, en: PRESENCIA del 12 de agosto de 1978, donde el autor subraya el rol "indispensable" del Estado en el plano económico-empresarial, pero reconoce que ya es hora de fomentar más activamente los sectores privado y cooperativo. 3 Cf. el editorial: Crisis del marxismo, en: PRESENCIA del 5 de enero de 1979 4 Cf. el editorial: Situación de COMIBOL, en: PRESENCIA del 2 de febrero de 1979 114 Méndez Morales era un destacado catedrático universitario — es decir: trabajaba en una institución que todavía en 1994 constituye un curioso reducto de doctrinas marxistas, indigenistas, social-radicales y profundamente provincianas e iliberales — y que "liberalismo" tiene hasta hoy, en la conservadora atmósfera boliviana, connotaciones negativas. (A ello coadyuvó no poco la política pro-elitista, autoritaria, antifederal y exenta de impulsos innovadores a largo plazo que está asociada al periodo gubernamental liberal de 1899 a 1920.) La teoría de Méndez Morales puede resumirse así: La doctrina del MNR de crear desde arriba una burguesía nacional con la generosa benevolencia del Estado ha fracasado y fracasará en lo sucesivo porque se trata de un ensayo artificial, sin bases históricas y culturales sólidas. A esa "burguesía" le faltaron desde un comienzo (a) el viento fresco de la competencia y del mercado libre, (b) la consciencia de ser un estrato social autónomo (con derechos históricosociales propios y una ética diferenciada del resto de la sociedad) y (c) un fundamento económico-financiero genuinamente independiente (es decir: no idéntico con las dádivas estatales). La teoría original de Raúl Prebisch y las derivaciones del cepalismo, sobre todo los insistentes esfuerzos en consagrarse a la muy celebrada substitución de importaciones (como base de una industrializacion acelerada, sostenible y de ancha base) y el concomitante proteccionismo arancelario — para preservar "necesariamente" a las incipientes "industrias nacionales" — deben ser considerados igualmente como fracasados, porque sirvieron mayormente para edificar industrias monopólicas, caras, obsoletas y de dudosa calidad para el consumidor. 115 Actualmente las tareas socio-económicas serían otras: el establecimiento de reglas de juego legal-económicas claras y duraderas: la construcción de un ambiente de interacciones entre lo estatal y lo privado signado por la confiabilidad; el destierro del paternalismo proteccionista y de todas las manifestaciones de prebendalismo y clientelismo; y la desregulación y desburocratización del funcionamiento efectivo y cotidiano del sector económico y de sus marcos de acción, para modernizar el mercado boliviano, que se distinguiría en realidad por sus deformaciones y distorsiones. En Bolivia, como en el resto del mundo, la iniciativa y empresa privadas constituirían el factor progresista, modernizador y abierto a los más variados aspectos de la evolución mundial5. De similar importancia fue el discurso ante la CEPB de José Romero Loza, destacado empresario, intelectual y hombre de Estado, discurso que anticipó una buena porción de todo lo que ha predicado y realizado la CEPB desde entonces, principalmente a causa de la vinculación de la modernización económicoadministrativa con la temática de la democratización. Los puntos centrales pueden ser resumidos así: (a) A pesar de toda su ideología anti-izquierdista, los últimos gobiernos militares (y, en realidad, casi todos los anteriores) habrían dilatado de manera notable las funciones estatales, especialmente en el campo económico-empresarial. Las empresas públicas tendrían "el sagrado derecho a la 5 Armando Méndez Morales, El papel del Estado con relación al sector privado, en: PRESENCIA del 21 de junio de 1978.- La reconstrucción del enfoque teórico del catedrático Méndez Morales fue enriquecida por una serie de entrevistas con el autor en 1993. 116 ineficiencia"; en el fondo, no estarían sujetas al control de la sociedad civil ni de la opinión pública, y menos aun a una tuición medianamente aceptable de parte de las instancias gubernamentales. El proteccionismo arancelario habría resultado caro a toda la sociedad; desestimularía las innovaciones técnicas y organizativas y fomentaría los altos precios de los productos de empresas nacionales protegidas artificialmente. Los intentos de planificar el desarrollo económico podrían ser calificados simplemente de superfluos. Sería una actitud de sentido común exhibir escepticismo con respecto a los grandes designios industrializadores. Bolivia debería consagrarse a la agricultura, la ganadería y las industrias alimentarias. Las empresas de magnitud mediana y pequeña parecerían ser las más razonables y las más proclives al pluralismo democrático. El país necesitaría de un amplio proceso de democratización; éste redundaría en beneficio de los partidos favorables a la libre empresa y a la economía de libre mercado y debilitaría a aquéllos que se adscriben al estatismo, proteccionismo y autoritarismo. También contribuiría en general a reducir los fenómenos de paternalismo y patrimonialismo. Paradójicamente el proceso de democratización coadyuvaría a hacer desaparecer aquellas empresas privadas parasitarias que viven del favor y la prebenda estatales. (h) Sindicatos de índole democrática y relativamente apolíticos serían indispensables en un sistema genuinamente 117 democrático. El proceso de modernización podría ayudar a alterar el modelo sindical vigente. (i) Bolivia precisaría ineludiblemente de un sólido Estado de Derecho con reglas de juego claras, previsibles y duraderas6. Otro importante hito que refleja de alguna manera el cambio de paradigmas económicos está represenado por un ensayo de amplia divulgación firmado por alguien que rinde honores a los "trabajos pioneros de la CEPAL" y que se dice partidario del convencional trisectorialismo. Pero seguidamente Francisco Bermúdez detalla su crítica al estatismo imperante: el Banco Central poseería un "poder omnímodo" para fijar arbitrariamente las tasas de interés de los bancos privados; los ministerios del área económica tendrían potestades ilimitadas para determinar los precios máximos y mínimos de una multitud de bienes y servicios; el Estado habría creado "una industrialización forzada" mediante las grandes empresas estatales, todas ellas técnicamente oboletas y sumergidas en prácticas prebendalistas; 'a Estado se habría arrogado unilateralmente la función de fijar sueldos y salarios mínimos con carácter legal-obligatorio, no sólo para el sector estatal, sino para toda el área privada; el Estado subvencionaría miles de productos y servicios, estropeando mediante este "premio a la mediocridad" el potencial de innovación tecnológica y organizativa de muchas empresas privadas que se mantendrían alejadas de ese juego; 6 José Romero Loza, El sector privado ante los problemas nacionales, en: PRESENCIA del 2 de marzo de 1979 118 las empresas que entrarían al círculo de las subvenciones, dádivas y protecciones fomentarían la perpetuación del prebendalismo paternalista y del patrimonialismo tan oneroso a las arcas fiscales y, por ende, impedirían el surgimiento de una empresa privada autónoma y moderna; y el único imperialismo realmente importante, por ser profundo y de largo aliento, no sería el norteamericano o el de las metrópolis del Norte, sino el "imperialismo de la estupidez"7. (Es superfluo mencionar que estos conceptos aparecerían luego en la programática neoliberal de la CEPB y del círculo en torno a Fernando Illanes en particular.) Para comprender el futuro papel del liberalismo económico y político a partir de 1985 y el rol jugado por el MNR en este campo, es de importancia capital seguir de cerca el cambio fundamental que el jefe e inspirador del MNR, Víctor Paz Estenssoro, realizó en 1978 con respecto a su doctrina económica y política. En una larga reunión con empresarios privados en Santa Cruz el líder político dio a entender que estaba por abandonar el credo estatista-nacionalista del MNR. Afirmó que sus creencias ya no podían ser vistas como "rígidas", ni "ortodoxas", ni apegadas a un "nacionalismo anacrónico". Subrayó que abril de 1952 significó una revolución social, pero jamás una socialista; entonces el rol protagónico del Estado habría sido comprensible, cosa que ahora sería prescindible. Bolivia atravesaría ahora una etapa en la cual la empresa privada debería jugar el rol clave. El Estado tendría que reservarse únicamente los sectores estratégicos, cuya definición Paz Estenssoro la dejó en una calculada obscuridad. Tampoco especificó los alcances y límites del área de acción de la empresa privada, aunque nombró el desarrollo impetuoso de Santa Cruz — mayoritariamente en 7 Francisco Bermúdez, Empresa privada y pública, en: PRESENCIA del 28 de diciembre de 1978 119 manos privdas — como el ejemplo más claro de lo que propugnaba el MNR y de lo que sería la obra de un posible gobierno suyo. En un punto Paz Estenssoro permaneció fiel a las nostalgias programáticas del pasado: se declaró un abierto partidario de una "industrialización masiva", prerrequisito para que la nación alcance un "auténtico" desarrollo8. Al mismo tiempo Paz Estenssoro prosiguió en público con una doctrina y programa políticos mucho más convencionales y afines a sus viejas creencias; en su discurso ante la Convención Extraordinaria del MNR en febrero de 1979 exigió la acostumbrada protección arancelaria para la "industria nacional", la preservación de los sectores estratégicos en manos del Estado y la continuación del trisectorialismo. La única novedad fue la exigencia de una severa racionalización del gasto público9. El General Juan Pereda Asbún, sucesor de Hugo Banzer después de que la Corte Nacional Electoral anulara las elecciones generales de julio de 1978 a causa de un fraude tan masivo como manifiesto 10 , inició su breve paso por el Palacio de Gobierno tendiendo una mano a la empresa privada, llegando a prometer una severa racionalización de las empresas públicas, y, si resultaba pertinente, empequeñecerlas; asimismo el nuevo presidente anunció que el Estado abandonaría en favor de la empresa privada toda área económica que no sea estrictamente estratégica ll . La CEPB mostró una sabia reticencia frente al 8 Víctor Paz partidario de impulsar el desarrollo de empresa privada, en: PRESENCIA del 9 de junio de 1978 9 Debemos observar como uno de los signos de la hora presente la acción política responsable, en: PRESENCIA del 8 de febrero de 1979 10 Sobre estos asuntos la CEPB guardó un total silencio. El espíritu democratizador de la CEPB, que complementó el impulso modernizante, advino posteriormente. 11 Serán reestructuradas empresas del Estado, en: PRESENCIA del 8 de noviembre de 1978 (Es probable que este anuncio tenga que ver con la influencia de Ronald MacLean, quien fue por breves semanas Ministro de Planeamiento del General Pereda, precisamente en noviembre de 1978.) 120 efímero régimen de Pereda, aunque algunas conspicuas personalidades asociadas a ella ocuparon cargos públicos importantes, como Ronald MacLean y Raúl Lema Patiño en carteras ministeriales, Adalberto Violand como asesor privado del presidente y Jorge Balcázar como presidente del Banco del Estado. La CEPB se quejó curiosamente por la austeridad fiscal decretada por el nuevo gobierno, el encarecimiento del crédito público, por el congelamiento del endeudamiento externo y la creación de nuevos impuestos 12, es decir a causa de medidas que ella misma postularía como imprescindibles muy poco tiempo después. En aquel periodo, tan marcado por la apertura política, la celebración de elecciones, la frenética actividad de partidos y sindicatos y el nuevo golpe de Estado del General David Padilla en noviembre de 1978, la CEPB declaró que no era "un partido político", que no fiscalizaba las acciones particulares y las opiniones personales de los empresarios y que tenía, sobre todo, "una vocación de servicio al país" 13 . En noviembre la CEPB lanzó su (primer) Manifiesto a la Nación, destinado premeditadamente a una vasta audiencia y que por vez primera vinculó la problemática de la modernización económica y administrativoestatal con las demandas de una profunda democratización. La confederación no había tomado posición frente a los temas candentes discutidos intensamente por la opinión pública desde julio de 1978: la vigencia de los derechos humanos y políticos, el rol de los militares en una sociedad democrática y su retiro 12 Sector privado pedirá al gobierno definición de política financiera, en: PRESENCIA del 23 de agosto de 1978; Medidas restrictivas no deben afectar a sectores productivos, en: ibid. del 1 de septiembre de 1978 13 La empresa privada no alienta conspiraciones, en: PRESENCIA del 12 de diciembre de 1978 (Declaraciones del presidente de la CEPB, Marcelo Pérez Monasterios, rechazando la acusación del Ministro del Interior de que la CEPB estaba "conspirando" contra el nuevo gobierno militar.) 121 a los cuarteles, el alcance de la amnistía y el papel socio-político de sindicatos, de las asociaciones de la más diversa especie y de los comités cívicos. Pero ahora la declaración de la CEPB relaciona hábilmente la necesidad de achicar el Estado-empresario con el inicio de un proceso de democratización. En ella la CEPB propuso: la restricción radical del gasto público, la reducción de la deuda externa, el fomento "agresivo" a las exportaciones no tradicionales, la reforma del sistema de tributación, particularmente la abolición de los aranceles mineros de exportación, la más estricta disciplina y estabilidad fiscal, monetaria y financiera, la defensa irrestricta del Estado de Derecho, "el indeclinable apoyo al proceso de democratización", y la convocatoria aun no especificado a un "Gran Acuerdo Nacional" (que se presume conformaría una especie de pacto entre los partidos políticos, los sindicatos, las Fuerzas Armadas y los empresarios)14. Este documento contiene exigencias técnicas y específicas del gremioempresarial (una larga porción del mismo se refiere exclusivamente a las ventajas o desventajas de una posible desdolarización y a otras medidas de índole cambiaria), pero es esencial para comprender el posterior e íntimo nexo entre modernización económica y democratización política y sociocultural que propugnó la CEPB. Ahora bien, esta posición no era entonces apoyada por la totalidad del empresariado 14 CEPB, A la Nación, en: PRESENCIA del 22 de noviembre de 1978; cf. también el resumen: Empresa privada analiza situación económica y política del país, en: ibid. 122 boliviano. La Asociación de Bancos e Instituciones Financieras (ASOBAN), por ejemplo, emitió en enero de 1979 un comunicado oficial, redactado en un leguaje cepalino y casi revolucionario, que englobaba demandas muy semejantes a las de la izquierda nacionalista moderada, como ser la exigencia de una industrialización masiva en manos nacionales, destinada sólo al mercado interno y bajo la planificación del Estado [sic]15_ Pero ya la CEPB se había embarcado por la senda de la modernización democrática y pluralista, declarando que sólo "un Estado de Derecho permitirá plasmar en realidades las justas aspiraciones del pueblo boliviano y, por lo tanto, reitera su firme y decidido apoyo al proceso de democratización del país" 16 . Muy poco después, en enero de 1979, la CEPB ya se había transformado en un dechado de virtudes democráticas y pluralistas: afirmó "su indeclinable, total y decidido apoyo al proceso de democratización que devolverá al país su estructura constitucional". La CEPB sostuvo "que un auténtico Estado de Derecho debe institucionalizar una sociedad donde se respete el imperio de la ley, se acepte el pluralismo ideológico y la posibilidad de disenso y se garantice la vigencia de los derechos y libertades constitucionales". Finalmente la Confederación reiteró que, "fiel a su tradición democrática, rechaza enérgicamente todo intento [...] que afecte el actual proceso electoral y pretenda interrumpir el logro de un Estado de Derecho" 17 . No es superfluo volver a citar a Pérez Monasterios en un discurso de mayo de 1979: "La democracia en sí misma no constituye una fórmula mágica [...]"; es un "desafío a la 15 Es urgente impulsar política de substitución de importaciones, en: PRESENCIA del 11 de enero de 1979 16 La empresa privada ante el acontecer político [Documento de la Asamblea General Extraordinaria de la CEPB en La Paz, diciembre de 1978], en: CEPB, Pensamiento..., op. cit. (nota 1/84), p. 16 17 Proceso de democratización, en: CEPB, ibid., p. 17 123 responsabilidad, capacidad y madurez de los ciudadanos". La democracia "corre el riesgo de no ser viable si ella es utilizada para crear caos, anarquía y violencia o para servir intereses ajenos al país y al pueblo" 18 . Esta tendencia fue consolidada durante el Congreso Nacional Extraordinario de la Empresa Privada en julio de 1979, durante el cual Pérez Monasterios aseveró que la "democracia, para ser una realidad, deberá crear las condiciones para construir una sociedad más justa y más humana". "La democracia permitirá establecer una sociedad más homogénea, donde se superen los aspectos negativos de nuestra sociedad y donde se aseguren posibilidades para todos". Pero simultáneamente Pérez Monasterios señaló los límites o, mejor dicho, el marco de referencia dentro del cual había que localizar semejante alarde de espíritu casi jacobino: "Pero también la democracia debe garantizar el orden. El orden dentro de un contexto de legitimidad y consenso H. No el orden autoritario. La democracia sin orden conduce a la anarquía"19. 1979 fue también, como se sabe, un año bastante movido (con varios gobernantes de proveniencia divergente), que marca definitivamente la conversión democrática de la CEPB y la decisión de combatir abiertamente y efectivamente la cultura política del estatismo. Hay que advertir que esta lucha fue tanto más difícil cuanto las dispersas corrientes partidarias de políticas públicas convencionales y obviamente estatistas eran aun poderosas y lograron, con altibajos y en constelaciones cambiantes, mantenerse en el poder hasta 1985. Como ejemplo muy ilustrativo puede mencionarse el discurso programático 18 Memoria anual [Discurso de Marcelo Pérez Monasterios en La Paz el 11 de mayo de 1979 en la asamblea general de la CEPB], en: CEPB, ibid., p. 66 19 Congreso Nacional Extraordinario de la Empresa Privada [Discurso del presidente Marcelo Pérez Monasterios], en: CEPB, ibid., p. 21 sq.; cf. también la confusa compilación: CEPB. Congreso Nacional Extraordinario. 27 y 28 de julio de 1979. Documentos, La Paz: s.e. 1979, passim 124 del Presidente David Padilla, quien retomando la vieja ideología del nacionalismo revolucionario, reiteró la "necesidad imperiosa" de una ruptura total con la "dependencia colonial-imperialista" y aseveró que el "mandato del pueblo y de la historia" era la edificación de una industria pesada — único testimonio de auténtico desarrollo —, que comenzaría con las fundiciones de minerales20. En aquella atmósfera de una febril actividad política, motivada por una verdadera guerra ideológica y la preparación de elecciones generales, la CEPB trató de alcanzar un Gran Acuerdo Nacional y popularizar simultáneamente su nueva doctrina modernizadora y democratizadora, pero todavía sin un éxito contundente. Para comprender esta situación es recomendable mencionar, así sea en passant, la última gran ideología convencional pro-estatista (con los habituales ribetes nacionalistas y revolucionarios), contra la cual tuvo que luchar la CEPB, ideología, por otra parte, que aun gozaba de gran prestigio y popularidad y que marcó la praxis política hasta 1985 y que todavía dispone de notable influencia en los medios comunicacionales, políticos e intelectuales del país. Según la Declaración Política del Frente de Unidad Democrática y Popular (UDP), documento no destinado a fines demagógicos por esta amplia coalición de partidos de centro e izquierdas, los puntos centrales eran los siguientes: El robustecimiento de los sectores económicos y de las empresas en manos del Estado; la conservación de los recursos naturales y energéticos en propiedad estatal, incluida su comercialización; 20 La metalurgia se convertirá en el sostén de la economía, en: PRESENCIA del 10 de enero de 1979; Son deficitarias el 65 % de las empresas descentralizadas, en: ibid. 125 el establecimiento de una planificación estatal centralizada y de carácter exhaustivo; el fomento de una industrializacion masiva, cuya meta final sería la construcción de una industria pesada totalmente nacional y acorde con el nivel tecnológico mundial más avanzado; el establecimiento del control estatal sobre el comercio exterior; la defensa incondicional de los intereses de las clases obrera y campesina; el resguardo ilimitado de los valores, las exigencias y los objetivos del movimiento sindical; la lucha contra el imperialismo en general y la política de los Estados Unidos en particular y contra las relaciones de dependencia que los centros metropolitanos imponen al Tercer Mundo; y la impugnación de la Minería Mediana, de la "nueva rosca minera" y, en general, de los "nuevos círculos privilegiados", ya que la inmensa mayoría de los empresarios sería un grupo de especuladores y negociantes sin tendencias productivas y ligado a las directivas del "imperialismo"21. El manifiesto electoral de la Central Obrera Boliviana (COB) resultó ser de un tenor mucho más radical: Exigencia de estatización inmediata de la minería mediana, la banca privada y de todo el comercio exterior; el establecimiento del llamado control obrero con derecho a veto en todas las empresas públicas y en las privadas (que hayan sobrevivido el proceso de estatización); 21 Declaración Política del Frente de la Unidad Democrática y Popular, en: PRESENCIA del 22 de abril de 1979 126 la dictación de un "Plan General de Desarrollo" de índole obligatoria (también para las pequeñas empresas privadas supervivientes) que tenga como criterio normativo el bienestar de las grandes mayorías nacionales (y no el de las "clases acomodadas"); y la promesa de combatir a la "nueva rosca minero-feudal", a sus lacayos de las Fuerzas Armadas y a los partidos sirvientes de la oligarquía22. (Es interesante mencionar cursoriamente que el IV Congreso Nacional del Partido Comunista de Bolivia [PCB], reunido en abril de 1979, se pronunció por una "necesaria polarización de las fuerzas políticas del país: fuerzas proimperialistas y fuerzas anti-imperialistas", quedando claro que la CEPB pertenecería a las primeras y la coalición UDP a las últimas. Seguidamente, el PCB calificó al "viejo" MNR bajo la dirección de Paz Estenssoro como la más peligrosa opción del imperialismo, por ser la más astuta, desechando las posibilidades reales del candidato Hugo Banzer23.) Los candidatos de entonces a la presidencia de la república fueron bastante parcos al comentar la función que se le podía atribuir a la empresa privada. El periódico PRESENCIA realizó una interesante encuesta entre los candidatos, pero sólo una pregunta sobre 51 se refería al papel de la iniciativa privada. Las tres posiciones fundamentales fueron las siguientes (las demás declaraciones de los candiatos configuraron meras variantes de estas tres doctrinas centrales): 22 COB, El sindicalismo boliviano frente a las oligarquías y el imperialismo, en: PRESENCIA del 25 de junio de 1979 23 PCB: "Víctor Paz Estenssoro es la opción del imperialismo y la burguesía", en: PRESENCIA del 24 de abril de 1979 127 Nacionalista) se manifestó por una coexistencia de los sectores privado y estatal, evitando los extremos del liberalismo y del estatismo; mantuvo la tesis de que las áreas estratégicas de la economía (metalurgia, siderurgia, petróleo, transportes y comunicaciones, energía eléctrica) deberían permanecer en manos del Estado. El General Hugo Banzer (Acción Democrática Marcelo Quiroga Santa Cruz (Partido Socialista 1) propugnó la estatización de la minería mediana, la banca, el comercio exterior y todo sector que el futuro gobierno considerase como "estratégico"; aseveró que la actividad privada sería "permitida" allí donde no entre en colisión con los terrenos reservados al Estado y estaría de todas maneras sujeta al "Plan General de Desarrollo". Víctor Paz Estenssoro (Movimiento Nacionalista Revolucionario) atribuyó un rol fundamental a la empresa privada, según la cláusula: todo lo que no esté explícitamente reservado al Estado dentro de ciertas áreas claramente delimitadas en lo jurídico y restringidas en lo técnico, sería el campo lícito y bienvenido de la iniciativa privada, la que tendría así la responsabilidad por la mayor parte del quehacer económico nacional24. 1979 fue un año de excepcional agitación sindical, universitaria y política, con varios cambios de gobierno, golpes de Estado y demás fenómenos consuetudinarios de la cultura política tradicional, pero igualmente un año con un índice aceptable de empleo, buenos precios para los productos de exportación y control estatal sobre los precios al consumidor. La CEPB, que ya había vinculado el proyecto modernizador con la 24 Encuesta de PRESENCIA a los candidatos a la presidencia, en: PRESENCIA del 25 de junio de 1979 128 reinstauración de la democracia plena, lanzó una serie de dramáticos llamados al entendimiento entre partidos, a la concertación entre fuerzas antagónicas y al respeto del pluralismo democrático, que si bien no fueron escuchados por una considerable porción de las fuerzas políticas y sindicales de aquel momento, tuvieron la virtud de penetrar paulatinamente en la consciencia colectiva y configurar el basamento de tolerancia ideológica que lentamente reemplazó la lógica de la confrontación entre contendientes socio-políticos que había sido la norma de la vida política en el país desde la era de la colonia española. Los empresarios iniciaron una enérgica campaña para alcanzar la consolidación del "Estado democrático y social de Derecho", la plena validez de los derechos humanos y políticos, reglas de juego pactadas, previsibles y duraderas, alternabilidad ordenada en el ejercicio del supremo gobierno, la firma de un Gran Acuerdo Nacional (entre los empresarios, los sindicatos, el Estado y las Fuerzas Armadas), el "destierro de "odios, rencores y enfrentamientos entre bolivianos, que son siempre estériles" y toda expansión ulterior de las empresas estatales25. Este último punto nos conduce a una de las preocupaciones recurrentes de la CEPB hasta el día de hoy: el nexo de doble causación percibido entre la consecución de la democracia política y el desarrollo modernizador del país es complementado con la obligación de todos los grupos sociales de resguardar la 25 Cf. entre otros documentos: Empresarios esperan criterios para concertar Acuerdo Nacional, en: PRESENCIA deli de abril de 1979; Empresa privada propone democracia pluralista y desarrollo socio-económico, en: ibid. del 27 de mayo de 1979; La CEPB a la Nación, en: ibid. del 9 de junio de 1979; Empresa privada propugna la consolidación de la democracia [discurso pronunciado por Marcelo Pérez Monasterios en el Congreso Nacional Extraordinario de la CEPB en La Paz], en: ibid. del 28 de julio de 1979; Empresarios rechazan todo gobierno que desconozca la libre iniciativa, en: ibid. del 29 de julio de 1979 129 paz social: "Basta de enfrentamientos entre los bolivianos. No más luchas intestinas. La disyuntiva es clara: destruir o construir" 26 . Después de los trágicos sucesos de noviembre de 1979, la CEPB abogó en forma inequívoca contra los alzamientos militares y, lo que es más importante a largo plazo, criticó la cultura política de la inconfiabilidad, la infidencia, la deslealtad y la ambigüedad que en aquellos momentos pareció caracterizar a toda la clase política boliviana y al parlamento27. Al mismo tiempo, la empresa privada empezó una comprensible campaña contra la marea de huelgas y paros ilegales, contra la parcialidad de las autoridades (por ejemplo del Ministerio del Trabajo) en favor de obreros y empleados, contra la irresponsabilidad en el puesto laboral y contra la inveterada costumbre de seguir percibiendo salarios sin trabajar con la excusa de paros ilegales, feriados no establecidos legalmente, pero tolerados por las autoridades, declaratorias en comisión para los miembros de los sindicatos y una larga serie de auténticas prebendas al margen de la ley 28 . Por un lado, la CEPB abogaba por la reinstauración de las libertades políticas y sindicales y, obviamente, por la vigencia de los derechos humanos y políticos en favor de los sindicalistas — que pertenecieron a los grupos más afectados por la cruel represión 26 La democracia y el futuro del país [Declaración oficial de la CEPB], en: CEPB, El pensamiento..., op. cit. (nota 1/84), p. 32 27 Basta de irresponsabilidad y demagogia [Mensaje a la nación de la CEPB del 9 de diciembre de 1979], en: CEPB, Pensamiento..., ibid., p. 33: "A los pocos días de tan notables acontecimientos históricos vemos con estupor cómo fuerzas que habían contribuido con vehemencia al fortalecimiento de la democracia, actúan ahora irresponsablemente por su destrucción. [...] Elegir mandatarios y a las pocas semanas negarles apoyo, mostrando un triste ejemplo para las generaciones futuras. Ud en nuestro país prevalece la rencilla personal, la angurria del poder, la mezquindad y la envidia".- (A ésto hay poco que agregar.) 28 Carta reflexiva al Ministro de Trabajo, en: CEPB, Pensamiento.., op. cit. (nota 1/84), p. 39 130 de los gobiernos militares —, pero de otro lado la Confederación se oponía a la anomia y a los abusos de todo tipo y de rasgos muchas veces extravagantes en que cayó el movimiento sindical apenas se restablecieron las libertades ciudadanas en 1978, abusos que contaminaron la atmósfera política boliviana hasta por lo menos 1985 y contribuyeron efectivamente al posterior descrédito y colapso de la Central Obrera Boliviana e instituciones afiliadas 29 . Como ejemplo se puede mencionar la declaración de Luis Eduardo Siles, vicepresidente de ASOBAN: "Las promesas hechas por dirigentes bancarios no tienen valor". Los éstos últimos violarían los acuerdos firmados cuando la tinta está aun fresca. Los dirigentes bancarios se comportarían con "insinceridad" al suscribir convenios y "buscarían por cualquier medio [...1 paros y huelgas" 30 . ASOBAN manifestó que las demandas salariales servirían para ocultar una actitud política: "el intento de subvertir el orden legalmente constituido" 31 . El entonces contexto socio-político era de anomia generalizada: baste mencionar que la lógica de los enfrentamientos irreconciliables por deleznables cuestiones ideológicas, la absoluta anarquía laboral, la visible conspiración de las Fuerzas Armadas y la 29 Cf. las obras fundamentales: René Antonio Mayorga, ¿De la anomia política al orden democrático? Democracia, Estado y movimiento sindical, La Paz: CEBEM 1991; Jorge Lazarte, Movimiento obrero y procesos políticos en Bolivia. Historia de la COB 1952-1989, La Paz: ILDIS 1989; Carlos F. Toranzo Roca (comp.), Crisis del sindicalismo en Bolivia, La Paz: FLACSO/CERES 1987; R.A. Mayorga, Movimientos sociales y sistema político: la crisis del sistema democrático y la Central Obrera Boliviana, en: Roberto Laserna (comp.), Crisis, democracia y conflicto social, Cochabamba: C ERES 1985, pp. 25-62; Mayorga, La democracia entre la fragmentación y la imposición, en: Mayorga (comp.), Democracia a la deriva. Dilemas de la participación y concertación social en Bolivia, La Paz: CLACSO/CERES 1987, pp. 17-90 30 Banca privada acusa al sector laboral de desconocer acuerdos, en: PRESENCIA del 13 de enero de 1980 31 ASOBAN, Prepotencia sindical pretende conculcar la ley, en: PRESENCIA del 13 de marzo de 1980; cf. también: Empresa privada demanda garantías para el trabajo, en: ibid. del 19 de enero de 1980 131 incoherencia de la clase y los partidos políticos 32 aceleraron el cruento golpe militar del 17 de julio de 1980. En contra de la muy expandida visión, compartida por casi todos los partidos de izquierda, los movimientos populistas y el sindicalismo organizado, la CEPB se negó, con mucha razón, a ser percibida como el chivo expiatorio responsable de todos los males políticos y los fracasos económicos de la reciente historia del país; siguiendo atávicos — pero muy difundidos — pensamientos profundamente anclados en una mentalidad cerrada durante siglos sobre sí misma, anticosmopolita y primordialmente provinciana, estas mismas corrientes consideraban (y consideran) la empresa privada como el antipatriótico brazo alargado de tenebrosas fuerzas foráneas, cuyo único objetivo sería succionar a la nación boliviana su riquísimo potencial económico. La CEPB trató de hacer pública la otra y a propósito olvidada cara del "desarrollo" boliviano: la irresponsable dilatación del sector público, la contratación de una inmensa deuda fiscal para pagar ese "progreso", el crónico déficit generado por las empresas estatales, los desmesurados e inútiles proyectos de desarrollo industrializante (que gozaban de tanto prestigio en casi toda la consciencia colectiva de la nación) y las pérdidas debidas a la ineludible corrupción resultante de ese sector público sobredimensionado e incontrolable33. Después del golpe de Estado de julio de 1980, la CEPB se encerró por algos meses en un cauteloso silencio. Es imposible establecer en forma fehaciente la contribución, que obviamente 32 Cf. el editorial: Descomposición social, en: PRESENCIA del 6 de enero de 1980; El gobierno aplicará la ley para evitar la anarquía, en: ibid. del 24 de enero 1980 33 CEPB, Mensaje dirigido a la Nación, en: CEPB, Pensamiento..., op. cit. (nota 1/84), p. 36; Memoria anual 1978/1979 [Discurso de Marcelo Pérez Monasterios del 11 de mayo de 1979], en: ibid. p. 60 sq. 132 la hubo, de hombres de negocios y grupos empresariales aislados en favor de la dictadura militar. Son conocidos los casos de figuras importantes de la empresa privada (o asociadas a ella) y de miembros de partidos conservadores que colaboraron con el régimen del General Luis García Meza a título personal. Existe, evidentemente, una lamentable declaración del presidente de la CEPB, Marcelo Pérez Monasterios, en nombre oficial de la institución a favor de la dictadura militar, por la cual la Confederación ofrecería su decidido respaldo a las medidas económicas del llamado "Gobierno de la Reconstrucción Nacional", enfatizando que los "postulados preconizados por el gobierno en materia económica tienen plena coincidencia con los que la empresa privada boliviana ha venido persiguiendo constantemente" [sic] y asegurando al dictador "el apoyo y el respaldo y el permanente concurso" [sic] de la empresa privada a los proyectos de los "reconstructores"34, pero con un poco de benevolencia se puede aducir que la situación totalitaria reinante no permitía otra actitud que este excusable oportunismo. (En agosto de 1982 la CEPB rechazó airadamente la insinuación del entonces ex-presidente Luis García Meza de que la empresa privada habría apoyado, instigado y cooperado en el golpe de Estado de julio de 198035.) Por otra parte, no faltaron intentos del gobierno de acercarse a la empresa privada, anunciando, por ejemplo, la reforma y hasta la reducción del sector estatal, aunque estos designios se quedaron en la mera retórica 36 . El gobierno que sucedió al de García Meza — presidido por el General Celso Torrelio — exhibió 34 Empresa privada respalda las medidas económicas, en: EL DIARIO del 5 de febrero de 1981 35 Empresa privada aclara una afirmación del Gral. García Meza, en: PRESENCIA del 15 de agosto de 1982 36 Habrá completa reestructuración del sistema empresarial público, en: EL DIARIO (La Paz) del 4 de diciembre de 1980; Empresas del Estado fueron manejadas sin ningún criterio, en: ibid. del 27 de marzo de 1981; Empresas públicas deben convertirse en entes de capital mixto y privado, en: PRESENCIA del 25 de diciembre 133 una actitud contradictoria acerca de esta temática: en un momento anunció "el gradual traspaso" de las empresas estatales a manos privadas y la introducción de un "mercado laboral libre", mientras que en otros denegó toda posibilidad de "desnacionalización" y proclamó que en este punto Bolivia no se doblegaría ante las presiones del Fondo Monetario Internacional37. Desde la clandestinidad, el movimiento sindical combatió severamente toda idea de privatización de empresas públicas38. Es sintomático, en todo caso, que en los primeros tiempos de la dictadura, la CEPB dejó de lado su programa democratizador y sus apelaciones al pluralismo ideológico y al Estado de Derecho y se concentró en su programa consagrado a la desestatización de la economía nacional. Un claro ejemplo de esta línea es la declaración de la Cámara de Comercio e Industria de Santa Cruz del 24 de septiembre de 1981, donde no se pierde una sola palabra en torno al proceso de democratización y restauración de derechos y garantías constitucionales, pero donde se afirma que el Estado debe de 1980; Presidente García Meza, En una economía mixta, el empresario tiene que ser dinámico e innovador, en: ibid. del 28 de diciembre de 1980; cf. el editorial: Informes sobre las empresas públicas, en: ibid. del 26 de marzo de 1981; CBF transferirá otros entes estatales a la empresa privada, en: MERIDIANO del 23 de julio de 1981 37 Se debe reducir el rol empresarial del Estado, en: PRESENCIA del 1 de noviembre de 1981; Próximo año se iniciará gradual traspaso de empresas estatales, en PRESENCIA del 5 de noviembre de 1981; Posible "desnacionalización" de empresas públicas, en: EL MUNDO de la misma fecha; El gobierno niega una posible desestatización de empresas, en: EL DIARIO del 6 de noviembre de 1981; Francisco Roque Bacarreza, Desnacionalización, historia y futuro, en: PRESENCIA del 6 de noviembre de 1981; Las "desnacionalizaciones", tema de polémica, en: EL MUNDO del 8 de noviembre de 1981; El asunto de la desestatización, en: EL MUNDO del 19 de noviembre de 1981; Recursos naturales no pueden ser transferidos al sector privado, en: ULTIMA HORA (La Paz), del 19 de diciembre de 1981; 38 A los trabajadores y al pueblo boliviano, en: PRESENCIA del 12 de diciembre de 1981 134 concentrarse en los rubros de defensa, educación, salud e infraestructura y que debe dejar toda actividad económica en manos de la empresa privada; seguidamente se asevera que los "males nacionales" no provienen únicamente de los últimos años y, por consiguiente, de los gobiernos militares, sino del modelo de capitalismo de Estado que fue establecido con la Revolución Nacional 39 . En la misma línea se mueve un manifiesto oficial de la CEPB del 24 de octubre de 1981, donde se postula la libre contratación de la fuerza laboral, la reducción, tendiente a la eliminación, del papel empresarial del Estado, la implantación de un libre cambio irrestricto de la moneda boliviana con respecto a las divisas extranjeras, una estricta disciplina fiscal, el levantamiento de todas las llamadas reservas estratégicas (en el campo de los recursos naturales y energéticos) y la creación de nuevos instrumentos para atraer inversiones extranjeras 40 . (Esta corriente fue compartida por una porción considerable de la opinión pública41.) En estos largos meses de receso político obligado maduró definitivamente la línea democratizadora en el seno de la CEPB, que pasó de una mera crítica del estatismo de las dictaduras militares a la exigencia del restablecimiento pleno de las libertades y derechos políticos. Es verdad que la CEPB no protestó jamás por la conculcación de los derechos específicos 39 A la Nación [declaración de la Cámara de Industrias de Santa Cruz], en: EL MUNDO (Santa Cruz) del 5 de octubre de 1981 40 CEPB, Antela actual crisis económica, en: PRESENCIA del 1 de noviembre de 1981 41 Cf. por ejemplo: La quiebra del sistema estatista [editorial], en: EL MUNDO del 7 de octubre de 1981 (La responsabilidad de los gobiernos militares en la crisis nacional sería "relativa"; la evolución "negativa" provendría del sistema estatista establecido en 1952; se reconoce un mérito a la dictadura de García Meza: durante su periodo "se destapó la olla".) 135 de los sindicatos y por la represión ejercida contra militantes políticos de izquierdas, pero a partir de octubre de 1981 trabajó sistemática y efectivamente por el alejamiento de los militares del poder político. Debido a la correlación de fuerzas de aquellos momentos y a la debilidad del movimiento sindical, una transformación real del régimen imperante desde julio de 1980 era dable sólo si venía del interior mismo del campo de la derecha; en este sentido, la CEPB — bajo la nueva dirección de Fernando Illanes de la Riva — llevó a cabo la tarea esencial de convencer a importantes sectores "conservadores" de la necesidad de un retorno a la democracia y, de manera concomitante, de tomar la iniciativa de este proceso y no dejarlo en manos de los grupos de izquierda. Este es el mérito de índole histórica que corresponde a la CEPB y que ha cambiado notablemente la constelación de fuerzas y hasta la cultura política del país. Al terminar una asamblea extraordinaria de la CEPB el 24 de octubre de 1981, esta institución emitió una declaración dirigida específicamente a las Fuerzas Armadas, cuyos puntos centrales fueron: — Los empresarios se muestran apesumbrados por el "creciente deterioro" de la situación general del país, "el naufragio de las esperanzas" y el "sentimiento de derrota que experimentamos todos los bolivianos". — La empresa privada sugiere a las Fuerzas Armadas el retorno a los cuarteles, puesto que "el monopolio de conducción del Estado es negativo a sus propios intereses y compromete seriamente su incierto futuro. [...] No agotemos la capacidad de resistencia del pueblo boliviano". Las Fuerzas Armadas tendrían una sola misión concreta: "la defensa de la soberanía nacional y el orden interno". — Los empresarios proponen "desmilitarizar" la administración pública (por ejemplo mediante la instauración de un primer ministro civil con un "equipo honesto"). 136 — Finalmente la CEPB vuelve a presentar su vieja idea de un "pacto social" entre los empresarios, los trabajadores y el Estado42. Poco después, en marzo de 1982, los empresarios se dirigieron nuevamente a los militares, insistiendo en que éstos deben retornar a los cuarteles y dar a la "civilidad" una participación creciente en los asuntos públicos; la CEPB reconoció por fin que los militares también habían llevado a cabo una pésima gestión en el terreno económico-financiero 43 . Finalmente los empresarios se decidieron por un ataque frontal contra la dictadura militar y por la convocatoria del congreso elegido en 1980, para que éste, basándose en preceptos constitucionales, elegiese al presidente de la república. En un documento entretanto famoso, la CEPB aseveró que los gobiernos militares habrían llevado el país a "una crisis de magnitud insospechable", que los grupos sociales (desde los campesinos hasta los profesionales) no serían los responsables del "desconcierto y la crisis" y que "los culpables [...] son aquéllos que no supieron responder a las esperanzas de la nación" 44 . El creciente desprestigio de las Fuerzas Armadas tuvo que ver con el rápido desgaste que sufrieron durante sus gestiones gubernamentales (por ejemplo mediante el uso generoso de una 42 CEPB, A las fuerzas armadas de la nación, en: PRESENCIA del 26 de octubre de 1981. La reacción de la prensa fue bastante positiva: cf. Empresa privada sugiere que FFAA asuman sus funciones específicas, en: ibid. de la misma fecha; El documento de la empresa privada, en: ibid. del 27 de octubre de 1981 43 Empresa privada preocupada por la situación económica, en: EL DIARIO del 5 de marzo de 1982; Empresa privada plantea que se convoque a un gran pacto social, en: PRESENCIA del 20 de marzo de 1982; La opinión de la empresa privada, en: EL MUNDO de la misma fecha; Empresa privada reitera necesidad que gobernantes gocen de credibilidad, en: ibid. del 4 de abril de 1982 44 Empresarios privados piden que se llame a Congreso elegido en 1980, en: PRESENCIA del 27 de mayo de 1982; el documento en cuestión: Los empresarios definen posición, en: EL MUNDO del 25 de mayo de 1982 137 represión muy expandida en sentido horizontal y muy poco efectiva en sentido vertical y técnico: dilatadas masas de gente modesta sin ninguna vocación política se conviertieron en víctimas — totalmente innecesarias — de la opresión y la violencia practicadas desde arriba, mientras que los grupos elitarios de dirigentes enemigos del régimen castrense salieron mayormente incólumes de esta sangrienta etapa). A este descrédito contribuyeron igualmente la inclinación de las cúpulas militares y policiales a las formas más visibles y curiosas de una corrupción casi tangible y también la desprofesionalización que se puede constatar en la calidad de la formación y los conocimientos técnico-organizativos que exhiben los oficiales de las tres armas45 . Todo ésto condujo a que las Fuerzas Armadas se desvaloricen ante los ojos de los sectores conservadores y privilegiados, precisamente a causa de este menoscabo del ejército en cuanto factor capaz de mantener el orden público de modo discreto, efectivo y permanente o, si se quiere, de la disminución de las facultades represores de las Fuerzas Armadas en el seno de una sociedad cada día más compleja y más difícil de manejar sólo mediante el recurso de las bayonetas. La iniciativa privada optó sabiamente por soluciones más perdurables y mesuradas, pero simultáneamente menos onerosas y arriesgadas. La implantación de la democracia representativa se convertiría prontamente en la vía central de esa estrategia. En julio de 1982 la CEPB alcanzó el pináculo de su nueva profesión democrática de fe al tomar claramente la iniciativa para derrocar al régimen militar (en la cúspide de éste había 45 Cf. el interesante ensayo de Raúl Barrios Morón, Militares, neoliberalismo y democracia. Crisis de la institución armada en Bolivia, en: Mario Miranda Pacheco (comp.), Bolivia en la hora de su modernización, México: UNAM 1993, pp. 351-379; Raúl Barrios / René Antonio Mayorga, La cuestión militar en cuestión, La Paz: CEBEM 1994, passim 138 ocurrido otro cambio que la historia recuerda sólo en notas al pie de página). Ante el "insólito descalabro económico" y frente al inaceptable estatismo que los empresarios atribuían ahora a los gobiernos militares, la CEPB se decidió por el retorno inmediato a un sistema democrático, corriendo a sabiendas los riesgos que ello conllevaba, es decir la ascensión al poder de una coalición de centro-izquierda. El famoso manifiesto de la CEPB de julio de 1982: ¡Democracia ya!46 — y la actividad concomitante de la CEPB detrás de bambalinas — tuvo muy probablemente una influencia determinante sobre el proceso político de aquel momento, al dejar a las Fuerzas Armadas sin apoyo en el seno de la derecha y al arrastrar a otros sectores conservadores a esta solución democratizadora. El manifiesto en cuestión se resume en pocos puntos: La crisis económica y la descomposición ética dentro de la sociedad boliviana habrían alcanzado un nivel insoportable; un nuevo gobierno militar de transición (como se vino ensayando repetidamente desde agosto de 1981) no arreglaría nada; la restauración de todas las libertades constitucionales y legales, incluidas aquellas que beneficiarían a los grupos sindicales y estudiantiles, estaría en la orden del día; y la única salida sería la convocatoria al congreso elegido (pero nunca reunido) en 1980, para que éste elija a un presidente constitucional. El mérito de esta decisión debe ser visto en la apuesta de la CEPB por la democracia de largo aliento, pues a corto plazo era segura la elección de un gobierno dominado por tendencias izquierdistas y claramente desfavorables a la iniciativa 46 CEPB, ¡Democracia ya!, en: PRESENCIA del 23 de julio de 1982; cf. también: Empresa privada emplaza a FFAA a convocar al Congreso de 1980, en: ibid. de la misma fecha; Empresarios reiteraron su pedido de convocar al congreso de 1980, en: ibid. del 18 de agosto de 1982; Empresa privada no garantiza la continuidad normal de actividades, en: ibid. del 11 de septiembre de 1982 139 privada. Este es el signo más relevante de la profunda transformación democrática del sector empresarial, que tomó partido por un cierto sistema de organización social, basándose en sus posibles aspectos positivos a largo plazo y soportando sus muy probables efectos negativos en el término inmediato. En la constelación de 1982 la CEPB aparece además de forma indiscutible como la instancia que genera las ideas centrales para salvar los obstáculos del momento y concibe el nuevo proyecto socio-político para reestructurar la nación boliviana: la apelación a la legalidad constitucional, por un lado (la convocatoria al último congreso elegido regularmente y la elección de un presidente por éste último mediante un consenso pactado en el que concurren las principales corrientes políticas del país); y la conjunción de la democracia representativa y pluralista con una modernización de corte neoliberal, por otro (la reinstauración de la democracia unida a la desestatización de la economía, la desaparición de fenómenos como el prebendalismo y el patrimonialismo, la desburocratización de la administración pública y la introducción del libre mercado). Frente a este esbozo de cambio societal, el movimiento sindical, los partidos izquierdistas y los intelectuales progresistas no pudieron proponer una alternativa viable para solucionar la crisis general: protestaron verbal y radicalmente (pero sólo de manera reactiva) contra las propuestas de la CEPB, pero no llegaron a plasmar un designio alternativo genuinamente original. De este modo la CEPB salió definitivamente de la discreta sombra donde había permanecido por dos décadas. Pero inmediatamente comenzaron los problemas que se extenderían aun por varios años. Apenas el régimen militar exhibió indicios de debilidad y permitió el ejercicio de las libertades civiles y políticas, se desató una gigantesca ola de protestas de todo tipo 140 que no pudo ser controlada por el gobierno 47 . La CEPB había calculado ciertamente que la nueva coalición de centroizquierda (compuesta por el Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierda, el Partido Comunista de Bolivia, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria y grupos menores), que asumió el gobierno de la nación en octubre de 1982, produciría más de un dolor de cabeza, pero no contó seguramente con la imparable marea de reivindicaciones sociales y salariales que se extendió por todo el territorio nacional y, sobre todo, con las inclinaciones pro-estatistas del nuevo régimen y con el renovado vigor de un movimiento sindical ideológicamente radicalizado y políticamente impredecible, que con un alarde de energía e infantilismo, desencadenó una colosal campaña contra la empresa privada y su proyecto neoliberal. Apenas establecido el nuevo gobierno, la CEPB emprendió una tenaz lucha contra "la total estatización de la economía" y contra los excesos del movimiento sindical", lucha que en 1985 se vería coronada por un relativo éxito. Finalmente se puede constatar que las relaciones entre la CEPB y los partidos políticos han tenido siempre un carácter pragmático. A la larga la iniciativa privada ha ignorado premeditadamente los partidos de izquierda o, en algunos 47 Gobierno enfrenta una ola de huelgas sin precedentes, en: PRESENCIA del 13 de septiembre de 1982; CEPB, La empresa privada ante la situación económica actual, en: ibid. del 11 de septiembre de 1982; Las empresas privadas al igual que el pueblo están severamente golpeadas por la crisis, en: EL MUNDO del 15 de octubre de 1982.- A momentos surgía la impresión que la CEPB — como el aprendiz de hechicero — no sabía qué hacer con los espíritus que convocó ingenuamente. 48 Cf. CEPB, Declaración de Santa Cruz [del 15-X-1982], en: PRESENCIA del 16 de octubre de 1982; CEPB, Sin libertad económica no hay libertad política, en: ibid. del 22 de noviembre de 1982; "Medidas económicas del gobierno conducirán a agudizar la crisis", en: ibid. del 24 de noviembre de 1982; Empresa privada urge a dialogar para dar solución a problemas que plantea la crisis, en: EL MUNDO del 7 de diciembre de 1982 141 o" G•ettli‹Sn ;..,chi asuntos puntuales y específicos, los ha combatido en cuanto totalitarios utilizando argumentos generales derivados de la doctrina neoliberal. Sin descender nunca al terreno de una involucración partidista, la CEPB ha perseguido con buena fortuna una estrategia que puede ser definida como la cooptación ideológica de los partidos más importantes de centro-derecha. Sin intervenir directamente en los procesos decisorios internos de los partidos o en las contiendas por los puestos directivos de los mismos, la CEPB ha sembrado tempranamente la triple semilla de la economía de libre mercado, de la democracia representativa y de la necesidad de una gobernabilidad de largo alcance en los dos partidos principales, MNR y ADN. A través de contactos informales, de una operación muy hábil de propaganda pública y finalmente por medio de la acción de unos pocos empresarios exitosos que se transformaron en líderes políticos de primera magnitud, como Gonzalo Sánchez de Lozada, la iniciativa privada ha alejado exitosamente al MNR de su propia tradición populista, pro-estatista y patrimonialista y a la ADN de su legado también pro-estatista y primordialmente autoritario y antidemocrático. Sin necesidad de alterar los nombres ni símbolos de estos partidos, sin remozar extensamente sus aparatos internos, sin separarse traumáticamente de extensos sectores "puristas" y sin que la masa de los adherentes y simpatizantes viera en toda esta amplia operación de cambios programáticos una traición seria a las líneas del pasado, los empresarios alcanzaron lo que implícitamente se propusieron (y que guarda similitud con lo ocurrido con el Partido Justicialista [Peronista] en la Argentina, con Acción Democrática en Venezuela y con el Partido Revolucionario Institucional [PRI] en México): estos grandes partidos de masas — y precisamente a causa de ello interesantes para los designios empresariales — ganaron desde adentro la convicción de que no podían continuar con las políticas públicas del deficit spending, del creciente estatismo y de fenómenos como el prebendalismo y el clientelismo o, por lo menos, no en 142 g la magnitud consuetudinaria, y, aunque sea de manera parcial y precaria, se plegaron a las consignas neoliberales y antiestatistas. Esta estrategia tuvo además la función de reducir costes: la edificación, desde los cimientos mismos, de un genuino partido liberal abiertamente antipopulista y anti-estatista, cuya cercanía al empresariado habría saltado a la vista, hubiera conllevado muchísimos más esfuerzos organizativos, financieros y hasta ideológicos (¿cómo hacer digerible una doctrina algo elitaria y estrictamente racional a masas educadas dentro de las convenciones populistas, de una cosmovisión irracional y simultáneamente autoritaria?) que la discreta "adquisición" y "reeducación" de los partidos políticos ya establecidos. No hay duda de que esta estrategia ha resultado oportuna, adecuada y poco costosa en el corto plazo, pero las perspectivas para la consecución de un sistema democrático sólido y duradero en Bolivia no parecen ser muy promisorias si el modelo políticoinstitucional prosigue basado en partidos de tradición caudillesca, autoritaria, prebendalista, clientelista y proclive a las peores formas de corrupción institucionalizadas — como son aun porciones considerables de los grandes partidos políticos MNR y ADN, para no hablar de otros casos aun más patéticos —, a pesar de toda la esclarecida influencia y hasta tuición empresariales. No es improbable, por ejemplo, que estos partidos en algún momento y siguiendo corrientes vigorosas de opinión pública, se liberen de sus "ataduras neoliberales" y retornen a las prácticas antidemocráticas, anti-éticas y pro-estatistas que siempre los caracterizaron. La decisión, por ende, de no coadyuvar a construir un partido liberal (que acompañe a un modelo económico liberal de innegable éxito) a causa de criterios pragmáticos, puede con el transcurso de los años resultar un craso error de cálculo político de corto aliento. Con respecto a los partidos menores de centro-izquierda, como el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR) y el Movimiento Bolivia 143 Libre (MBL), el empresariado eligió una táctica correcta y simple. Un argumento contundente desarmó en poco tiempo las ínfulas revolucionarias de estos partidos: la posibilidad de participar en el poder y gobierno supremos de la nación, con todo lo que este proceso conlleva (desde los honores hasta el dinero), por un lado, y la carencia casi absoluta de ideas alternativas y viables a la economía de libre mercado, a la disciplina fiscal-financiera y a la reducción del Estado burocráticamente hipertrofiado hizo que estos partidos adoptaran nolens volens la ideología neoliberal, se comportasen en funciones gubernamentales como socios políticos relativamente confiables de los gobiernos neoliberales y hasta se identificaran voluntariamente con el ideario de la empresa privada, creyendo, además, que así realizaban un notable aporte a la gobernabilidad49 de la nación. b) La etapa 1982-1985: las relaciones de la CEPB con los actores socio-políticos y su lucha contra el sindicalismo a nómico Al apoyar la convocatoria al congreso elegido en 1980, la CEPB sabía que la fórmula de centro-izquierda ganadora de la primera mayoría relativa, la Unidad Democrática y Popular (UDP), propugnaba un programa de gobierno proclive a la expansión del estatismo y poco favorable a los intereses de la empresa privada. Pero se trataba del frente que había recibido un fuerte — aunque no contundente sustento popular —, avalado por el congreso mediante un pacto implícito para ejercer el gobierno de la nación para el periodo constitucional 1982-1986. Como ya 49 Cf. el importante estudio de René Antonio Mayorga, Gobernabilidad: la nueva problemática de la democracia, en: Mayorga, ¿De la anomia..., op. cit. (nota 111/29), p. 245 sqq. 144 se mencionó, el hecho de amparar activamente este procedimiento (dada la preponderancia de las fuerzas contrarias a la iniciativa privada) enalteció a la CEPB y fortaleció la aun frágil democracia boliviana de manera decisiva. En efecto: a pesar de los inmensos problemas que ha confrontado la nación boliviana desde 1982, no se ha repetido el ciclo de golpes de Estado militares, luchas cruentas y conspiraciones anticonstitucionales, preservándose más bien la todavía débil tradición de elecciones generales y pactos políticos interpartidarios. La CEPB sufrió evidentemente un grueso error de cálculo al fomentar la elección y posterior asunción del gobierno por el Presidente Hernán Siles Zuazo en octubre de 1982: supuso implícitamente que el nuevo régimen sería relativamente manejable, que sus actos administrativos y legislativos estarían sujetos a un aceptable control de parte del congreso (donde los partidos de centro-derecha disponían de una pequeña mayoría) y que los sectores llamados "populares" (sindicatos, partidos "progresistas", movimientos cívicos y regionalistas, segmentos politizados de la Iglesia Católica y algunos otros) exhibirían moderación, cordura y espírito de concertación. A este respecto la evolución histórica de la etapa 1982-1985 denotó claros signos de lo contrario, es decir, un inusitado renacimiento de la cultura política del autoritarismo y una dilatada lógica de la confrontación y del propósito de destruir las ideas y los grupos contrarios a las propias "verdades". Pero esta corriente, cuya fuerza en aquel trienio fue considerable, se topó con la decidida resistencia de una CEPB fortalecida y dirigida por un empresario de gran energía y visión política, Fernando Manes de la Riva50. 50 Sobre la relevancia de Manes para la transformación y conducción de la CEPB, cf. los testimonios muy diferentes de James Dunkerley, Political Transition..., op. cit. (nota II/1), p. 30; Catherine M. Conaghan, The prívate..., op. cit. (nota 11/16), p. 11; Oscar Zegada, Los empresarios..., op. cit. (nota 11/9), p. 6 145 Es imprescindible, aunque de modo somero, echar un vistazo a los rasgos generales del régimen de la UDP que sucumbió en pocos años a la hábil estrategia de la CEPB y de los sectores políticos afines a ella, debido fundamentalmente a los propios errores: La coalición gubernamental (Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierda [MNRI], Movimiento de la Izquierda Revolucionaria [MIR], Partido Comunista de Bolivia [PCB] y varios grupos menores) resultó ser una alianza demasiado heterogénea, sin una buena coordinación interna, sin un mecanismo más o menos aceptable para resolver problemas suscitados en su seno, sin una programática clara de largo alcance (que hubiese sido apoyada por todos sus miembros) y sin una estrategia de corto plazo para enfrentar a los adversarios. La calidad humana de los líderes de la UDP, empezando por el Presidente de la República, las facultades intelectuales de los altos dignatarios de Estado, el nivel técnico de los principales funcionarios y administradores y la moralidad reinante en el interior de este régimen fue simplemente deplorable (descontando, como es natural, algunas excepciones). A pesar (o a causa?) de su carácter revolucionario, los niveles de corrupción y corruptibilidad alcanzaron marcas rara vez superadas en la historia boliviana. (3) La UDP toleró y hasta fomentó una creciente anarquía en los terrenos laboral, universitario y político; la carencia de una programática clara y obligatoria para los propios coaligados del régimen, la complacencia demostrada frente a los sectores radicalizados y las contradicciones flagrantes y cotidianas del gobierno minaron todo rasgo de confiabilidad en él e hicieron surgir muy pronto la idea de reemplazarlo por uno dotado de más autoridad, firmeza y 146 seriedad. Se trataba, como escribió René Antonio Mayorga, de una "democracia a la deriva"51. Desde un comienzo el "sistema" gubernamental despertó las sospechas de los empresarios por la inclusión del Partido Comunista y otros grupos situados a la izquierda de éste. En aquel entonces la estatización del sector productivo, la confiscación de las propiedades privadas, el control gubernamental de precios y salarios y la planificación obligatoria no eran concepciones de validez sólo retórica — muy pronto devendrían meros recuerdos de un pasado oprobioso, que los mismos izquierdistas querrían desterrar de su memoria —, sino que constituían todavía posibilidades de acción real e inmediata. Por ello la CEPB protestó enérgicamente contra la eventual expansión de planes socialistas o comunistas en el seno de la UDP, afirmando, además, que la presencia de estos sectores ponía en peligro la mera existencia de la recién reconquistada democracia representativa52. Es de relevancia histórica la combinación de factores y postulados que desde entonces ha defendido la CEPB: (a) El respeto a la propiedad e iniciativa privadas ocupa obviamente un lugar primordial, ya que se supone que la libre empresa "es esencia y fundamento de una sociedad libre y democrática" 53 ; el ámbito de la empresa privada 51 René Antoniio Mayorga (comp.), Democracia a la deriva, op. cit. (nota 111/29), prólogo 52 Empresa privada se defenderá del comunismo, en: EL DIARIO del 12 de marzo de 1983; Empresarios advierten que no permitirán la expansión comunista en el gobierno, en: EL MUNDO del 19 de marzo de 1983; El empresariado privado, la crisis y la medidas económicas, en: ibid. del 8 de abril de 1983; Empresa privada advierte que la democracia está en peligro, en: PRESENCIA del 7 de mayo de 1983; Empresa privada se pronuncia contra planificación central en la economía, en: EL DIARIO del 26 de junio de 1983; "Política destructiva" impide salir de "la agobiante crisis", en: PRESENCIA del 30 de junio de 1983 53 CEPB, Encuentro nacional de la libre empresa. Discurso de clausura del Ing. Fernando Manes [del 6-V-19831, en: PRESENCIA del 8 de mayo de 1983 147 debe ser ensanchado reduciendo el espacio empresarial del Estado. La prevalencia del Estado de derecho es una conditio sine qua non de la vida social contemporánea. Hay que combatir aquellas corrientes totalitarias — que estarían tomando el "carácter de una ofensiva sistemática" —, las que bajo la cobertura de oponerse al capitalismo y la libre empresa, pretenden en realidad la eliminación de toda forma de democracia. El camino de todo progreso económico y social pasa hoy por la consecución de la democracia pluralista; ese sería el designio global de la empresa privada, que, por ende, no estaría separado de los intereses populares. La CEPB se declara contra la atmósfera de paros, huelgas, extorsiones y demandas exageradas del movimiento sindical; no acepta de ninguna manera el control sindical en las empresas; anuncia expresa y severamente que se defenderá si es atacada en sus fundamentos. La CEPB afirma que el "pueblo" está harto del desorden y la anarquía y deja entender que no se puede confiar en un gobierno que no puede ni quiere hacer respetar las leyes. Se opone tenazmente a la perversión y suplantación del sistema democrático por el radicalismo y populismo de izquierda, lo que causaría "una cosecha trágica en favor de extremismos"54. En esos días, durante un Encuentro Nacional de la Libre Empresa (mayo de 1983) se advirtió la ruptura definitiva de la CEPB con el gobierno de Siles Zuazo. La Confederación 54 CEPB, ibid.; "Economía boliviana debe experimentar un cambio en su modelo de desarrollo" [declaraciones de Fernando Manes], en: PRESENCIA del 30 de abril de 1983; Libre empresa reitera su fe en el progreso basado en la democracia, en: ibid. del 6 de mayo de 1983; "Caos, demagogia, ilegalidad y anarquía provocan ruinor de golpe", en: ibid. del 22 de julio de 1983 148 manifestó su total repudio a la ampliación de las funciones estatales y a la nacionalización de vastas áreas de la iniciativa privada que habían demandado el movimiento sindical y algunos sectores del propio gobierno, particularmente el Partido Comunista (contra el cual se va a estrellar por mucho tiempo la animadversión de la CEPB); un tal propósito sólo conduciría a que "minorías utópicas" socialicen la miseria y aplasten "las libertades de todo un pueblo". La crítica se dirigió esta vez al corazón del meollo: la continuación y hasta profundización del modelo desarrollista-estatista vigente desde 1952, del sistema de planificación centralizada y del control de precios y salarios 55 . Las actividades del Partido Comunista fueron percibidas como excepcionalmente nocivas para los intereses de la CEPB por ser disociadoras y antinacionales, porque el PCB habría construido un aparato conspirativo dentro del gobierno y del movimiento sindical, porque este partido sería el más intransigente al exigir la estatización de una amplia gama de empresas y porque esta corriente política perseguiría la "demolición consciente de las estructuras económicas de la nación"56. No hay duda que la suspicacia desplegada frente al PCB resultó ser infundada. Pero la CEPB tenía razón en cuanto a las consecuencias de largo plazo que se podían atribuir a la acción 55 Conclusiones del Encuentro Nacional de la libre Empresa: Basta ya de anarquía!, en: EL MUNDO del 14 de mayo de 1983 56 Cf. entre otros documentos: "Paquete económico refleja la posición del Partido Comunista", en: EL MUNDO del 25 de noviembre de 1983; Denunciamos al Partido Comunista [declaración oficial de la CEPB del 14-XI-1984], y: Contra el chantaje de los comunistas [declaración del 21-XI-1984], ambas en: CEPB, Pensamiento y acción de la empresa privada 1982-1985, La Paz: s.e. 1985, p. 109 sq. (Se trata de la compilación histórica y politológicamente más interesante de documentos de la CEPB concernientes al periodo heroico de su existencia, pese a las tediosas repeticiones temáticas y a una carencia de discriminación entre cosas importantes y otras francamente superfluas.) 149 violenta y anómica del movimiento sindical. Durante el periodo 1982-1985 éste último creyó que la conquista del poder y, por consiguiente, la posibilidad de transformar a Bolivia en una sociedad revolucionaria de cuño socialista, estaban al alcance de la mano. Como se sabe, el sindicalismo boliviano estaba (y está aun parcialmente) influido por ideologías utopistas y milenaristas, de origen religioso insuficientemente secularizadas, que postulan la edificación en esta Tierra del orden perfecto, justo e igualitario a partir de la destrucción y las cenizas humeantes del oprobioso sistema capitalista signado por irreparables injusticias. Al mismo tiempo, los sindicatos poseían (y en parte poseen todavía) una visión maniqueísta-dicotómica del mundo — los pocos explotadores indignos y corrompidos enfrentados contra los muchos explotados sufridos y virtuosos —, que fomenta una "lógica militar"57 de la confrontación y es desfavorable a pactos, negociaciones y, necesariamente, a percibir la legitimidad de los intereses de los otros. Para los sindicalistas los malos de la fábula son los propietarios de los medios de producción y en especial los empresarios modernos. Precisamente a partir de 1982 de produjo una radicalización tardía en la cosmovisión de la Central Obrera Boliviana (COB). Desaparecido el régimen militar y debilitado el gobierno "pequeño burgués" de Siles Zuazo, el empresariado tomó el lugar del enemigo principal de la COB, máxime si la CEPB propuso entonces como transformación social el programa heterodoxo por excelencia: la reducción del Estado en general y de su rol económico en particular, la reinstauración de la "democracia formal" y del "pluralismo burgués" y la 57 La expresión es de René Antonio Mayorga, Movimientos sociales..., op. cit. (nota 111/29), p. 59 sq.; Mayorga, Las paradojas y la crisis histórica de la política sindical en la transformación democrática, en: Mayorga, ¿De la anomia..., op. cit. (nota 111/29), p. 180 150 conversión de la COB en una representación "normal" de intereses "meramente" sectoriales, basada en la concepción de que todos los sujetos socio-políticos tienen intereses gremiales legítimos, y que lo razonable es el reconocmiento recíproco de estos particularismos. Esto tenía ineludiblemente que parecer la herejía máxima, ya que la COB se veía (y aun se ve) a sí misma como la depositaria y la intérprete siempre correcta de los intereses generales de toda la nación. La COB prosiguió con la ya mencionada lógica que supone que todo conflicto político es una confrontación de antagonismos irreductibles y que el espacio democrático conseguido en 1982 constituiría o un mecanismo engañoso para neutralizar al movimiento sindical o un mero instrumento de validez temporal para la conquista definitiva del poder por parte del proletariado. Toda concertación pragmática y todo compromiso negociado con el "adversario" (por ejemplo en torno a objetivos y asuntos claramente delimitados) fueron vistos como una verdadera traición a la sacrosanta misión del sindicalismo revolucionario. A este respecto es ilustrativa la teoría de un dirigente sindical que nunca perteneció a los más radicales. Filemón Escóbar concebía los sindicatos a priori no en cuanto organismos para la agregación, defensa y articulación de intereses sectoriales, sino directamente como "órganos de poder", cuya función sería el diseño de las reglas de juego y la formulación de la "política social, cultural, económica y gubernamental para toda la nación". La COB es calificada de "única alternativa de poder popular" y de "instrumento de conduzca los destinos de Bolivia". La vigencia de un régimen democrático representaría una "tregua" y una pausa para desplegar "las condiciones necesarias para al acción revolucionaria" y "el lugar de la posibilidad de la insurrección" 58 . Como se puede apreciar, esta doctrina 58 Filemón Escóbar, Testimonio de un militante obrero (compilado e introducido por Javier Medina), La Paz: HISBOL 1984, pp. 235, 239-244, 263-274, 283 (todos los énfasis en el original).- Cf. también: Escóbar, La experiencia 151 conformaba la antítesis total a la concepción que laboriosamente había desarrollado la CEPB en los últimos años. El periodo 1982-1985 registró un número excepcionalmente alto de paros, huelgas, emergencias, disminución de la productividad, manifestaciones y afines, que agravaron la ya muy aguda crisis económica y la inflación. En medio de este desorden generalizado, la COB elevó una serie de exigencias de tipo socio-político, que afectaban directamente los intereses de la empresa privada. La COB comenzó pidiendo la cogestión59 sindical en el sector minero estatal, pero pronto dilató sus pretensiones a una cogestión "mayoritaria" en todas las empresas estatales y poco después reclamó una "participación preponderante"(cogobierno) en el nivel ministerial, la instauración del control obrero en el sector privado y la fiscalización estatal sobre todo el sistema bancariofinanciero 60 . El VI Congreso de la COB (septiembre de 1984) hizo una confesión de fe revolucionaria y marxista y se inclinó finalmente por la introducción de un régimen totalmente socialista, atacando simultáneamente al débil gobierno de centro-izquierda y proclamando a la COB como la alternativa idónea de poder61. histórica de la participación obrera a partir de la revolución de 1952, en: R. A. Mayorga (comp.), Democracia..., op. cit. (nota 111/29), pp. 117 - 126; Escóbar, El destino de la coyuntura democrática será también el destino de la clase obrera y de la nación, La Paz: s.e. 1984 [manifiesto al VI Congreso de la COB]. 59 Sobre la cogestión cf. dos obras fundamentales: Jorge Lazarte, Cogestión y participación: ideología y práctica del movimiento obrero, en: René Antonio Mayorga (comp.), Democracia a la deriva, op. cit. (nota 111/29), pp. 205 - 242; Yvon Le Bot, L'expérience de cogestion á majorité ouvriére en Bolivie (1983-1984) entre l'utopie ouvriére et le declin du secteur minier, en: PROBLEME D'AMERIQUE LATINE (Paris), N° 73, julio/septiembre de 1984, p. 112 ssq. 60 La COB entregará hoy programa de cogobierno, en: PRESENCIA del 9 de agosto de 1983; Declaración de dirigentes sindicales: "Nos asiste un derecho histórico de participar en la conducción del país", en: ibid. del 26 de agosto de 1983; Informe del CEN de la COB al VI Congreso, en: ibid. del 9 de septiembre de 1983 61 Jorge Lazarte, El VI Congreso de la COB, en: PRESENCIA del 5 de septiembre de 1984 152 La actitud del gobierno de Siles Zuazo fue, hasta su finalización en agosto de 1985, de una ambigüedad completa. No disponía de ninguna estrategia para afrontar la crisis y estaba desgarrado por curiosas rencillas internas, que no vale la pena mencionar. Osciló entre una táctica de acercamiento a las demandas sindicales, enfatizando las metas comunes, y una posición poco creíble de severidad, subrayando las bases constitucionales y legales de su mandato. Permitió, por otra parte, el avance de la inflación (se llegó por entonces a una de las marcas mundiales más elevadas de inflación de toda la historia), prosiguió con una clara política pública de deficit spending, fomentó la marcha ascendente del estatismo y robusteció en un grado difícilmente imaginable la tradición del prebendalismo y clientelismo, la corrupión y la ineficiencia administrativas. Bajo la enérgica dirección de Fernando Illanes, la CEPB llevó a cabo un contraataque que a la postre se vio coronado por el éxito. Con respecto al designio sindical de establecer una dictadura socialista de cuño marxista, la CEPB se puso decididamente de lado del orden constitucional y legal vigente, censurando la suplantación y perversión del sistema democrático y la "cosecha trágica en favor de extremismos" que conllevaría el programa de la COB62. Hábilmente, la CEPB se erigió en el baluarte más sólido y mejor publicitado de la democracia representativa, el pluralismo ideológico y del Estado de Derecho, aprovechando la situación caótica de la coalición gubernamental, la declinación de los movimientos de 62 "La empresa privada no solamente está asustada, está despavorida", en: PRESENCIA del 10 de agosto de 1983; "El país no eligió a un grupo político-sindical que propone la destrucción de la democracia", en: EL MUNDO del 11 de agosto de 1983 [declaraciones de Femando Illanes] 153 centro-izquierda y la inactividad de los partidos de derechas. A partir de agosto de 1983, en varios documentos programáticos la CEPB se pronunció por los siguientes puntos: Contra la concepción de la lucha global de clases propugnada por el movimiento sindical, la CEPB proclamó "la unidad de los bolivianos y la alianza de clases y sectores". Contra la dictadura sindical y la instauración del totalitarismo, la CEPB propuso "la preservación del régimen democrático", con "pluralismo, libertad, derecho a disentir y vigencia de la ley para todos"63. La acción vacilante del gobierno es vista como "extraviada", no sólo a causa del monstruoso déficit fiscal y de la política pro-inflacionaria, sino porque contribuye objetivamente a que el movimiento sindical intente una toma del poder bajo el manto de reivindicaciones totalmente impracticables, pero legitimizadas por la pusilanimidad y ambigüedad del gobierno. La debilidad gubernamental es percibida también como una complicidad con las fuerzas de extrema izquierda: el permitir constantemente el bloqueo de caminos, la ocupación de empresas, el saqueo del Banco Central y de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) por sus propios empleados sindicalizados, configuran para la CEPB elementos de una pérdida de legalidad y legitimidad de parte del gobierno de la UDP. Ante una audiencia creciente y comprensiva, compuesta por los más diversos estratos de la sociedad boliviana, la CEPB afirmó que no se podía vivir en un estado permanente de máxima movilización social y política; postuló una solución democrática y constitucional que 63 Segunda Declaración de Santa Cruz [del 15-VIII-1983], en: CEPB, Pensamiento..., op. cit. (nota 111/56), p. 87 154 antepusiera "los sagrados intereses de la patria" a los meramente sectoriales". El descalabro del movimiento sindical y, concomitantemente, el éxito de la CEPB se deben a varios factores interconectados entre sí. La organización empresarial logró que la opinión pública la considerara la salvaguardia del sistema democrático, del pluralismo ideológico y del Estado de Derecho porque a comienzos de la década de 1980 estos postulados eran aun novedosos en Bolivia y no existía ninguna otra institución, y menos un partido político, que los sostuviera con tanto ardor y metodicidad como la CEPB — y con una publicidad tan hábil como extendida. La CEPB se aprovechó del absoluto descrédito en que cayeron los partidos de izquierda y de la carencia de nuevos conceptos entre los partidos de derecha; supo, además, ganarse el apoyo tácito de instituciones como las Fuerzas Armadas y la Iglesia Católica. Utilizó, por otra parte, el miedo que infundía el Partido Comunista en funciones gubernamentales, en tiempos en que este partido todavía representaba una opción radicalrevolucionaria, miedo que iba aumentando dada la sospechosa laxitud que exhibía el régimen frente a los desmanes diarios de los sindicatos y organizaciones izquierdistas. (3) Porciones crecientes de la opinión pública dejaron de lado toda simpatía que originalmente habían sentido por el movimiento sindical y lo empezaron a ver como un peligroso e irresponsable actor social que habría abrazado una ideología y una praxis anómicas. Fenómenos como la hiperinflación, el descenso de la producción y la productividad y la incertidumbre 64 CEPB, En rescate de la democracia, en: PRESENCIA del 11 de noviembre de 1983; CEPB, [Declaración sin título], en: ibid. del 30 de noviembre de 1983 155 generalizada fueron atribuidos a la acción sindical y a la aparente connivencia de un gobierno exento de autoridad, coherencia y de personeros idóneos. Los empresarios emergieron entonces como un factor de seriedad y seguridad. Importantes porciones de la opinión pública y de las otras élites sociales fueron persuadidas por la CEPB de que el fracaso de la UDP no se debía a elementos circunstanciales y coyunturales, sino principalmente al modelo estatista de sociedad y Estado que regía en Bolivia desde 1952. Lo que hacía falta era, por lo tanto, no sólo el relevo del gobierno de Siles Zuazo, sino la introducción de un nuevo sistema político y social basado en la economía de libre mercado y en la democracia pluralista. Finalmente es imprescindible llamar la atención sobre el hecho de que el paradójico colapso del movimiento sindical, precisamente en el periodo histórico (1982-1985) de su mayor auge ideológico y vigencia pública, tiene que ver con la reticencia de la COB de comprender y asimilar el ámbito de la incipiente modernidad, las nuevas evoluciones de la esfera productiva a escala mundial y el anhelo de genuina democracia de una gran parte del pueblo boliviano. La industria pesada del hierro y el acero y de las manufacturas convencionales en las naciones altamente desarrolladas ha pasado por una profunda crisis transformativa, que se ha traducido por una disminución notoria de su tamaño absoluto y de su peso relativo dentro de la estructura económica del país respectivo. Esto conlleva una demanda marcadamente decreciente por insumos metálicos y minerales y, por consiguiente, una situación claramente desfavorable a la clásica actividad minero-extractiva, como es en el caso boliviano. El movimiento sindical, organizado en Bolivia en torno de la llamada centralidad minera65 — y en 65 Cf. Jorge Lazarte, Crisis de identidad y centralidad minera, en: Repensando el país, La Paz: Movimiento Bolivia Libre 1987, p. 159 sqq. 156 el resto del mundo alrededor de sectores productivos convencionales y ahora obsoletos —, fue afectado de lleno por aquella crisis, perdiendo adherentes, fuerza de negociación y ascendiente político, moral y cultural en la población. Este fue el caso de la COB, agravado por el apego de ésta, de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) y de los sindicatos de las llamadas capas medias (empleados de la banca, maestros de escuela, funcionarios de las universidades, etc.) a una doctrina marxista tan radical como anticuada. Este credo ha conformado hasta hace muy poco el núcleo irrenunciable de la identidad colectiva del sindicalismo boliviano, y precisamente este elemento identificatorio ha impedido a los sindicatos percibir y digerir adecuadamente las modificaciones de la esfera económica, por un lado, y el renovado interés de grandes segmentos sociales por la democracia representativa, por otro. Esta incapacidad cognoscitiva de la COB ha favorecido paradójicamente la acción y el encumbramiento de la CEPB, que dispone de una cosmovisión más moderna y de una actitud hacia el mundo más abierta, flexible y cosmopolita. Mientras que el movimiento sindical y los partidos de izquierda han persistido en su adhesión anacrónica a una teoría reduccionista, a una postura dicotómica ("Patria / Antipatria", "los que no están manifiestamente con nosotros son nuestros enemigos", etc.) y a una praxis milenarista (la revolución socialista estaría en la orden del día), los empresarios han sabido adoptar una visión más compleja y menos dogmática de la realidad, lo que les ha permitido comprender mejor las ansias y los intereses de la sociedad boliviana contemporánea y de los nuevos grupos sociales que han surgido entretanto. El carácter históricamente obsoleto de muchas de las exigencias y los postulados de la COB ha coadyuvado a contrarrestar los proyectos políticos del movimiento sindical y así ha facilitado de modo evidente el triunfo de la CEPB y de los partidos asociados a ella. 157 c) La participación de la CEPB en los compromisos políticoinstitucionales de 1984/1985 y sus relaciones con el movimiento sindical Sumido el gobierno de la UDP en la mediocridad y el inmovilismo, fraccionados y profundamente debilitados los partidos de la coalición gubernamental y desprestigiados los líderes políticos adscritos a corrientes de izquierda, el protagonismo de las tendencias "progresistas" pasó en 1984 y 1985 al movimiento sindical. El número de huelgas aumentó y el contenido de los "pliegos petitorios" de la COB y de los grupos de izquierda se radicalizó 66 . Pero la fuerza real del sindicalismo se hallaba ya en pleno declive: las huelgas generales eran cada vez más frecuentes, pero con un resultado cada vez más modesto. Estos paros adoptaron rasgos manifiestamente políticos: eran también el ensayo de asumir un poder paralelo 67 . Pero las grandes huelgas nacionales de carácter político — como las de diciembre de 1984, marzo y septiembre de 1985 —, no tuvieron la menor repercusión; la COB tuvo que ceder y contentarse con ínfimos aumentos salariales, que fueron inmediatamente anulados por la inflación68. 66 Virulento ataque a la empresa privada, en: EL MUNDO del 18 de julio de 1984; FUL: La verdad tiene una sola cara, en: PRESENCIA del 3 de noviembre de 1984 67 A la conclusión de uan enorme manifestación convocada por la COB en octubre de 1984, el secretario general de la misma conminó al Presidente de la República a aceptar inmediatamente el plan económico-político elaborado por la COB como base de toda política pública, y propuso "echar a patadas" a la calle a los miembros del parlamento.- Cf. Marcha obrera exigió definiciones a Siles, en: HOY (La Paz) del 13 de octubre de 1984 68 Sobre las huelgas generales cf. Godofredo Sandoval, Las mil caras del movimiento social boliviano: de las jornadas de marzo a las jornadas de septiembre 1985, en: ESTADO Y SOCIEDAD (La Paz), vol. II, N° 2, febrero de 1986, pp. 15-118 158 En este contexto es sintomático el modo cómo un parte de la opinión pública ya percibía en septiembre de 1984 el abierto involucramiento político de la CEPB. Según un órgano de la prensa católica, de tendencia tradicionalmente estatista y afín a lineamientos de centro-izquierda, la empresa privada se habría convertido en el "paladín del legitimismo democrático"; la CEPB trataría, con bastante éxito, de aglutinar las corrientes políticas de centro-derecha, mientras que la COB se habría extraviado por las "ramas del extremismo" 69 . Durante el año 1984 la CEPB y las instituciones similares persiguieron la estrategia de desacreditar simultáneamente al gobierno de la UDP, al movimiento sindical y al modelo estatista vigente desde 1952 70 . Inteligentemente se vinculó (A) la galopante inflación, la anomia cotidiana (paros y manifestaciones por cualquier bagatela), la virulencia y demagogia sindical y universitaria 71 (la COB y las federaciones de estudiantes universitarios lanzaron un gigantesco ataque a la empresa y propiedad privadas), la corrupción en las altas esferas gubernamentales, el visible desconcierto del régimen y su inoperancia frente a la crisis, con (B) la hipertrofia de las funciones estatales y con los planteamientos izquierdistas en general. 69 Síntesis semanal de NOTICIAS FIDES, en: PRESENCIA del 30 de septiembre de 1984.- Otro órgano de prensa manifestó que la CEPB representaría la "única fuerza política" capaz de poner coto a los desmanes de la UDP y la COB: Carta a los empresarios: el caballo de Troya [= editorial], en: EL MUNDO del 24 de octubre de 1984 70 Cf. los siguientes documentos contenidos en: CEPB, Pensamiento..., op cit. (nota 111/56): Las "soluciones" de la COB (p. 110 sq.); No más sacrificios estériles. Es imperativo un plan de estabilidad económica (p. 117 sq.); Encuentro Nacional de la Libre Empresa. Conclusiones de las Comisiones de Trabajo (pp. 291294) 71 Virulento ataque a la empresa privada, en: EL MUNDO del 18 de julio de 1984; FUL, La verdad tiene una sola cara, en: PRESENCIA del 3 de noviembre de 1984 159 Desde enero de 1984 la CEPB llevó a cabo una impugnación global del gobierno de Siles Zuazo, denunciando el peligro inminente de un totalitarismo de izquierda y anunciando que no toleraría por mucho tiempo más este estado de cosas 72 . Propuso una racionalización del área fiscalfinanciera, una contención de la inflación, una mitigación de los conflictos y enfrentamientos sociales, un fortalecimiento sistemático del sistema democrático-representativo, un diálogo nacional entre todos los contendientes bajo la supervisión de la Iglesia Católica y un pacto social entre los principales actores socio-políticos 73 . La idea del pacto social no prosperó, pero no hay duda de que la CEPB logró convencer a diferentes fuerzas socio-políticas de que su diagnóstico de la situación era el acertado y que su terapia representaba la única viable. En círculos asociados tradicionalmente con posiciones de centro y derecha, incluyendo a diversos órganos de prensa y televisión, las Fuerzas Armadas, fragmentos dispersos del propio gobierno 72 CEPB, Conclusiones de la Asamblea General Extraordinaria Ampliada, en: PRESENCIA del 24 de enero de 1984; Congreso de la empresa privada dispuso paro de 48 horas, en: ibid. del 2 de febrero de 1984; Discurso inaugural del Ing. Fernando Illanes, en: ibid. del 3 de febrero de 1984; Cámara Agropecuaria del Oriente, La irracionalidad del gobierno y de las cúpulas sindicales está destruyendo el país, en: ibid. del 24 de febrero de 1984; CEPB pide frenar la inflación e incrementar la producción, en: ibid. del 13 de abril de 1984; En la COB existe tendencia anarquista, sostiene CEPB, en: EL MUNDO del 17 de agosto de 1984; Discurso del Ing. Fernando Manes en la clausura de la Asamblea Extraordinaria, en: HOY del 20 de septiembre de 1984; CEPB, Documento de conclusiones de la Asamblea Extraordinaria, en: PRESENCIA del 23 de septiembre de 1984; CEPB, Por una irrestricta libertad de expresión, en: ibid. del 25 de octubre de 1984; Mañana puede ser tarde, en: ibid. del 28 de noviembre de 1984; Desde hace dos años en Bolivia no se gobierna ni trabaja, en: HOY del 1 de diciembre de 1984 73 Lo que propuso la empresa privada, en: EL MUNDO del 14 de abril de 1984; Empresa privada propone un "pacto social" en el que todos participen y se beneficien, en: ibid. del 26 de octubre de 1984; CEPB, Estamos obligados a dialogar, en: PRESENCIA del 26 de octubre de 1984 (con un amplio diagnóstico de la realidad nacional); La empresa privada reitera apoyo y adhesión al proceso democrático, en: ibid. del 3 de noviembre de 1984 160 y en los estratos medios se llegó a la convicción de que existía el peligro de una insurgencia popular descontrolada, caótica y devastadora, alimentada por la perniciosa influencia de un sindicalismo radicalizado y un gobierno débil, tolerante y complaciente74. Lo novedoso en los acuerdos de noviembre de 1984, que pusieron fin prematuramente al régimen de la UDP, reside en tres aspectos: (1) una solución pactada entre las principales corrientes políticas, (2) el acatamiento de las Fuerzas Armadas al acuerdo elaborado por civiles, y (3) la decisión de retomar y profundizar la moderna democracia representativa y pluralista. El mérito histórico de la CEPB 75 debe verse en el hecho de que esta institución (a) preparó propagandística e ideológicamente el terreno para una recepción positiva de esta estrategia, (b) organizó una buena parte de la logística mediante reuniones informales con los representantes del gobierno, la oposición, la Iglesia Católica y con personalidades de reconocida influencia pública, y (c) convenció a importantes actores socio-políticos de la necesidad de vincular el restablecimiento de la democracia con la economía de libre 74 Una descripción de este clima en dos artículos posteriores a los acuerdos de noviembre de 1984: Peligro de insurgencia popular por el anarco-sindicalismo, en: EL MUNDO del 4 de diciembre de 1984; Documento de conclusiones de la Asamblea Extraordinaria, en: CEPB, Pensamiento..., op. cit. (nota 111/56), p. 314 75 Fernando Illanes, presidente de la CEPB, afirmó "con legítimo orgullo" que esta institución fue la promotora principal de la apertura democrática, y que no lo hizo por cálculo circunstancial y conveniencia, sino por la "convicción en la democracia" en cuanto el régimen más apto para las actividades humanas en la actualidad. Cf. Discurso de clausura de Fernando Iliones [del 6 de mayo de 1983 en el Encuentro Nacional de la Libre Empresa], en: CEPB, Pensamiento..., op. cit. (nota 111/56), p. 295; Empresa privada tuvo actuación decisiva en proceso democrático, en: HOY del 29 de agosto de 1985: a tiempo de entregar la presidencia de la CEPB a Fernando Romero, Illanes, no sin orgullo, recordó el papel decisivo para la salvaguardia de la democracia en 1982 y 1985. 161 mercado. Es fundamental el remarcar que este camino de la concertación pacífica entre adversarios políticos representó en 1984 algo genuinamente nuevo en el seno de la cultura política del autoritarismo, tan arraigada en la sociedad e historia bolivianas; el tal vez único antecedente importante — en el que la CEPB también jugó un rol decisivo — fue el ya mencionado compromiso de 1982 que puso término a la dictadura militar. Y asimismo hay que subrayar que el compromiso de noviembre de 1984 contenía elementos tácitos, que en cuanto tales no fueron mencionados expresamente en los acuerdos, pero que subyacían a los mismos y que muy pronto jugaron un papel decisivo en la remodelación de la sociedad boliviana: por democracia se debía entender democracia liberal y representativa de origen occidental y anclada en las tradiciones no socialistas del mundo capitalista 76; la conclusión prematura del régimen de la UDP conllevaba la certeza del fracaso de experimentos populistas, socialistas y estatistas y, por consiguiente, la casi segura instauración de un sistema basado en la economía de libre mercado y en la reducción del rol empresarial del Estado; y el desmoronamiento de la UDP significaba al mismo tiempo la derrota del clásico sindicalismo revolucionario y politizado encarnado en la Central Obrera Boliviana y en sus prácticas cotidianas. 76 Sobre las diferencias y los nexos entre las distintas formas de democracia (incluyente, excluyente, representativa-liberal, participativa, directa, indirecta, de ayllu), cf. entre otros: Gonzalo Rojas Ortuste, Democracia en Bolivia hoy y mañana. Enraizando la democracia con las experiencias de los pueblos indígenas, La Paz: CIPCA 1994; y los ensayos: Silvia Rivera Cusicanqui, Democracia liberal y democracia de ayllu, en: Mario Miranda Pacheco (comp.), Bolivia..., op. cit. (nota 111/45), pp. 217-255; Luis H. Antezana, Formación abigarrada y democracia como audeterminación, en: ibid., pp. 257-283; Jorge Lazarte, Problemas de la democracia e informalización de la política, en: ibid. pp. 381-408 162 La convergencia pragmática, temporal y negociada entre partes 77 (contra la ley de la selva de los antagonismos absolutos) tiene su correlato en un sistema que protege las minorías (contra decisiones arbitrarias de mayorías a menudo aleatorias) y el derecho al disenso (contra el consenso compulsivo de modelos simples de democracia, como la plebiscitaria y la directa). Si bien no hay duda de que la CEPB apostó a largo plazo por la democracia, lo hizo precisamente por la variante liberalrepresentativa de la misma, que incluía la reducción del rol estatal en la economía, el final de la subordinación de la iniciativa privada a planes, estrategias y designios del Estado, la disciplina fiscal-financiera y, sobre todo, la defensa inexorable de la propiedad privada78. A lo largo de la azarosa historia boliviana, los sectores derechistas, representantes de los estratos privilegiados, acudieron en situaciones similares de crisis a las Fuerzas Armadas y a soluciones que entrañaban una dilatada violencia social y la ruptura del Estado de Derecho. En 1984/1985, al contrario, la organización empresarial matriz impuso fácticamente una salida política pactada y la profundización del sistema democrático, con lo cual la CEPB se desprendió de la imagen de un empresariado anticuado, explotador y enemigo de la innovación y emergió como el agente modernizador por excelencia de la sociedad boliviana. Fernando Illanes reconoció que las responsabilidades socio-políticas que había asumido la CEPB rebasaban normalmente las atribuciones de la Confederación. Pero "las dimensiones del desastre" obligaron a los empresarios a salir a la palestra público-política para "servir 77 Fernando Illanes, Universidad y democracia, en: CEPB, Pensamiento..., op. cit. (nota 111/56), p. 249: Id los intereses del empresario y del trabajador no son realidades opuestas e irreconciliables". 78 Cf. Documento de conclusiones de la Asamblea Extraordinaria [del 19 de septiembre de 1984], en: CEPB, Pensamiento..., op. cit. (nota 111/56), p. 314 163 a la ciudadanía". E Illanes reiteró brillantemente lo nuevo de su designio: la vinculación entre los postulados liberaldemocráticos, la obligación de combatir el estatismo exagerado y la necesidad de implementar un common sense fiscal-financiero79. La astuta vinculación entre la "anarquía sindical", la "debilidad gubernamental" y las carencias cada vez más visibles del modelo estatista establecido en 1952 configuraron el núcleo del ataque final de la CEPB 80 contra el régimen de Siles Zuazo, que entró en agonía precisamente a causa del abandono de su aliado hipotético más importante, el movimiento sindical y popular, el cual veía ahora en el gobierno la expresión más abominable de la "pequeña burguesía". Pero los partidos de la oposición en el parlamento (que disponían de una exigua mayoría), la Iglesia Católica, las Fuerzas Armadas y segmentos moderados de la UDP llegaron en noviembre de 1984 a un compromiso quasi-constitucional: se acortó el periodo presidencial de Hernán Siles Zuazo en un algo más de un año y se llamaron a elecciones presidenciales y parlamentarias anticipadas. Ello significó, en el fondo, el colapso irrecuperable de la coalición de centro-izquierda y, más importante aun porque así lo percibió el grueso de la población, una derrota severa de la COB y de sus instituciones afines. Se sabía, por ejemplo, que dado el pésimo desempeño gubernamental de los partidos de izquierda, el triunfo electoral de los partidos de derecha en las elecciones de 1985 era cosa asegurada — como efectivamente sucedió. 79 CEPB, Memoria anual febrero 1984 —enero de 1985 presentada por un discurso del Ing. Fernando Illanes [del 30-1-1985], en: PRESENCIA del 31 de enero de 1985 80 Fernando Illanes, Gobierno y COB hicieron todo lo posible para esterilizar el sistema democrático, en: HOY del 24 de octubre de 1984 164 La oposición más dura a estos acuerdos partió del movimiento sindical 81 y universitario, oposición que, pese a los descalabros posteriores de estas corrientes, ha permanecido incólume hasta hoy. Puede entonces aseverarse que la CEPB no ha logrado una base estable de entendimiento con estos actores sociales y que hasta hoy (1994) la relación entre ambas fuerzas es de confrontación (a veces más velada, a veces más abierta), incomprensión y animadversión. Esta situacion básica no cambió ni con las elecciones generales de 1985 ni con la implantación de la Nueva Política Económica a fines de agosto de aquel año. La CEPB prosiguió con sus quejas contra el extremismo 82 de los sindicalistas, mientras que la COB no cesó en su lucha estéril — huelgas generales cada vez menos efectivas y con menor participación de los propios asalariados —, llegando a "desconocer" los resultados de las elecciones generales de julio de 1985 porque éstos dieron una amplia victoria a los partidos de centro-derecha 83 . La pugna, en realidad, no ha cesado hasta hoy. 81 COB pide que se cambien objetivos de la política económica tradicional, en: HOY del 13 de octubre de 1984; La COB descarta "concertación" por falta de credibilidad en el gobierno, en: PRESENCIA del 24 de octubre de 1984; Frente a la mentira y la maniobra empresarial, en: ibid. del 8 de febrero de 1985; La COB frente a la acción de la empresa privada contra los intereses y los sindicatos bolivianos, en: ibid. del 21 de abril de 1985; COB exige la nacionalización de minería y banca privadas, en: ibid. del 4 de junio de 1985; Los grandes empresarios privados no tienen patria, en: HOY del 30 de junio de 1985 82 "La COB es responsable por la desastrosa situación del país", en: PRESENCIA del 9 de marzo de 1985; La empresa privada vive uno de sus momentos más difíciles, en: EL MUNDO del 10 de abril de 1985; Empresa privada denuncia plan para instaurar sistema totalitario, en: HOY del 26 de junio de 1985; Los peligros no han terminado para los empresarios privados, en: EL MUNDO del 29 de agosto de 1985 83 La COB impugnó la legitimidad de las elecciones nacionales, en: PRESENCIA del 9 de julio de 1985; Los campesinos desconocen los comicios nacionales del domingo, en: ibid. de la misma fecha 165 En los últimos diez años este conflicto ha perdurado como uno de los más serios dentro de la sociedad boliviana, y es poco probable que pueda ser resuelto a corto plazo. La nueva realidad social del país a partir de 1985, el relativo éxito de la economía de libre mercado, la eliminación de los experimentos socialistas en Europa Oriental y otros sucesos afines van a contribuir probablemente a que el movimiento sindical boliviano se transforme en una corriente más pragmática y menos ideológica, más cercana a la defensa de intereses sectoriales específicos y menos proclive a la propagación de ideales presuntamente válidos y obligatorios para todos los decursos históricos. Es decir, si el sindicalismo boliviano evoluciona como lo han hecho instituciones semejantes en el resto del mundo, es posible que se pueda poner fin a esta confrontación cada vez más estéril y se abra una era de concertaciones pragmáticas, negociadas pacíficamente y centradas en torno a asuntos y problemas específicos de cada empresa o rama de actividad económica. Pero hasta allí hay todavía un largo trecho. 166 IV La lucha por la modernización de la sociedad y el Estado bolivianos a) La revolución liberal de 1985 y el rol del empresariado privado La victoria de los partidos moderados del centro y la derecha en las elecciones de julio de 1985 abrió las puertas para una reestructuración legal-democrática del Estado y la sociedad bolivianas, transformación que casi todos los actores sociopolíticos la percibieron positivamente como la introducción de un modelo liberal o, por los menos, la vislumbraron negativamente como la terminación del ciclo estatista-populista inaugurado en 1952. Desde un comienzo el partido que asumió la responsabilidad gubernamental, el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), colaborado en este campo específico de manera eficaz por Acción Democrática Nacionalista (ADN) mediante el Pacto por la Democracia, puso un marcha un programa gubernamental que no era coyuntural, sino de largo aliento, destinado a modificar "el funcionamiento global del sistema económico, redefinir sus orientaciones y agentes, revisar [...1 el rol del Estado intervencionista y empresario asumido desde 1952 y recomponer las relaciones entre el Estado, la empresa privada y el movimiento sindical" 1 . Pese a la violenta oposición de las corrientes izquierdistas y sindicalistas, una buena parte de la población y de la prensa quedó convencida de la legalidad de las nuevas medidas (que se tomaron según la legislación vigente 1 René Antonio Mayorga, ¿ Consolidación o desestabilización de la democracia? Problemas y perspectivas, en: Mayorga, ¿De la anomia..., op. cit. (nota 111/29), p. 223 sq. 167 y por medio de los canales institucionales apropiados) y de la legitimidad del nuevo modelo (avalado por el triunfo electoral de los partidos que lo propiciaron). Ahora bien: los aparatos de los partidos coaligados, las masas de seguidores de ADN y MNR y la mayoría de los altos funcionarios públicos — inmersos todos ellos en la cultura política del autoritarismo y usufructuarios del prebendalismo y clientelismo tradicionales — no fueron ni los inspiradores ni los partidarios más entusiastas de la llamada Nueva Política Económica, implementada por el famoso Decreto Supremo 21060 del 29 de agosto de 1985. Yendo aun más allá, se puede afirmar que este programa liberal tuvo muy poco que ver con el grueso de los partidos gubernamentales coaligados: desde la inspiración inicial hasta la redacción final fue la obra de destacados dirigentes de la CEPB (como Fernando Illanes y Fernando Romero), de expertos independientes asociados a la empresa privada (como Juan Cariaga y Raúl España-Smith) y de algunos políticos en posiciones claves de los respectivos partidos (como Gonzalo Sánchez de Lozada en el MNR y Ronald MacLean en ADN), políticos que sintomáticamente eran al mismo tiempo empresarios privados y conducían las modestas fracciones modernizantes de sus respectivos partidos. La puesta en ejecución de la Nueva Política Económica fue posible obviamente porque el Presidente de la República (1985-1989) y líder histórico del MNR, Víctor Paz Estenssoro, había abandonado sus anteriores posiciones pro-estatistas y abrazado el credo neoliberal. El y un grupo reducido de los más altos dirigentes de ambos partidos impusieron la gran reforma neoliberal contra una oposición considerable, pero velada en ambas organizaciones y, sobre todo, contra la incomprensión de los alcances de la misma entre la mayoría de los simples afiliados. No hay dudas de que el gran gestor conceptual y político de la Nueva Política Económica (NPE) fue la CEPB, lo que explica 168 su relevancia histórica a partir de entonces. Este camino neoliberal fue aprobado prácticamente sin reservas por todo el empresariado organizado 2 . En el momento de la dictación de las nuevas medidas, Fernando Illanes declaró: "La CEPB se ha convertido en un nuevo factor de poder, sin abandonar sus postulados esenciales" 3 ; reconoció que la CEPB había ejercido exitosamente un liderazgo de alcance nacional (por la falta de otros actores sociales con ideas nuevas y valor moral), el que sería, empero, conciliador, imparcial y democrático y estaría, por consiguiente, al servicio de intereses generales. Orgullosamente acotó Illanes que la CEPB conformaría no sólo "un pilar del sistema económico, sino del político e institucional". "[La CEPB] se ha convertido en un nuevo factor de poder, legítimo y bien definido. [...] Ha ganado un espacio político propio y ello ha sido posible [...] porque tenemos ideales concretos que se integran con las aspiraciones de toda la ciudadanía" 4 . No hay duda de que esta autopercepción de los empresarios está sesgada por una comprensible óptica subjetiva y momentánea y por una perspectiva premeditadamente optimista, fundamentada notoriamente en los fracasos ajenos y mucho menos en los éxitos propios. Los dirigentes empresariales elaboraron, además, una ideología en sentido clásico, como todos los otros sectores sociales: el intento de hacer pasar intereses particulares como si fuesen intereses generales de toda la nación. Pero de todos modos 2 Tácito apoyo del empresariado al "nuevo modelo económico", en: EL MUNDO del 14 de septiembre de 1985: El apoyo de los empresarios al "modelo" en una asamblea general de la CEPB no fue tácito, sino explícito y total, ya que se habría tratado de "la única alternativa" que quedaba. Este fue también el argumento recurrente del nuevo presidente de la CEPB, Fernando Romero: "Estamos obligados a mirar el actual proceso con una visión de futuro", en: ibid. de la misma fecha. 3 Empresarios afirman que respetaron leyes y defendieron la democracia, en: PRESENCIA del 29 de agosto de 1985 4 CEPB, Mensaje al empresariado boliviano [declaraciones de Fernando Illanes], en: PRESENCIA del 29 de agosto de 1985 169 Illanes tenía razón al afirmar que la CEPB se había transformado en un factor decisivo de poder con un liderazgo de alcance nacional, frente al cual en aquel momento no había efectivamente ninguna alternativa seria. No es del todo superfluo mencionar en passant la interpretación que marxistas bolivianos han realizado de la necesidad y del punto de arranque de la Nueva Política Económica. Según Oscar Zegada, en Bolivia siempre existió un Estado capitalista, y particularmente entre 1952 y 1985. Este singular organismo — ubicuo y perenne, aunque sus favorecidos no se dieran cuenta de ello — estuvo "en condiciones de defender los intereses globales del capital sin la participación consciente y directa de la burguesía en las instancias estatales de decisión"5. Puesto que siempre floreció el Estado capitalista — aparentemente sin que los empresarios se percataran de esto, pero, de todas maneras, para felicidad de ellos —, la NPE sólo habría significado una mera "reconstitución capitalista de las relaciones económicas" 6. Algunos elementos habrían provocado, sin embargo, la instauración de la NPE, aunque Zegada no los pone en un orden lógico causal, cosa que sería indispensable para enterarse porqué surgió entonces la NPE si en suma todo marchaba a pedir de boca de los "capitalistas". Es característico de este tipo de argumentación que el lector no logra comprender porqué ocurrió después de todo la crisis que hizo ineludible la NPE si permanentemente habría existido ese presunto predominio del "capitalismo" y no un régimen estatista desfavorable a los intereses empresariales. De todas maneras Zegada enumera algunos factores que precipitaron la dictación de la NPE: 5 Oscar Zegada, op. cit. (nota 11/9), p. 1 6 Ibid., p. 3; cf. p. 22: "La NPE fue la única respuesta posible para la regeneración capitalista en una economía, sociedad y Estado en profunda crisis". 170 "la crisis del patrón de acumulación nacionalista revolucionario", "la forma estatal nacionalista revolucionaria de su administración", "las tendencias de la economía mundial capitalista", "el despliegue del capital privado", y "el repliegue, pero no la eliminación de las prácticas estatales en la economía como capitalista colectivo y como empresario"7. De acuerdo a esta curiosa, pero muy difundida doctrina, el designio de los "capitalistas" de tomar ellos mismos las riendas del poder era, en el fondo, algo superfluo y gratuito, ya que el Estado y las políticas públicas, aun en los peores tiempos de la UDP, representaban meros apéndices de un pan-capitalismo que nunca dejó de existir. Para Zegada, la "penetración de los empresarios oligarcas en persona en el mismo aparato del Estado" constituyó algo exorbitante y "hasta cierto punto descarado" 8 . De acuerdo a Zegada, parece que algunos epifenómenos de la esfera estrictamente política fueron los factores que ocasionaron la NPE y la "toma del poder" de parte de los empresarios: "el problema de la ingobernabilidad y la pérdida de autoridad del gobierno", la necesidad de ocupar los "vacíos de poder" y el propósito de que el aparato estatal no cayese "en manos del movimiento popular" 9 . La realidad fue obviamente otra, y por supuesto más compleja. 7 Ibid. p. 22 8 Ibid., p. 4 9 Ibid., pp. 6-13.- Es imprescindible remarcar que este análisis de Zegada está lleno de flagrantes incongruencias. Poco más adelante el autor reconoce que la CEPB no tuvo una función "hegemónica" a partir de 1985, que la empresa privada no fue la "responsable por la dictación y ejecución de las políticas" y que la CEPB no quiso substituir al Estado, es decir que nunca existió una total identificación entre empresariado y Estado, ni siquiera en los periodos "donde la permeabilidad estatal a las demandas empresariales" habría sido muy elevada (ibid., p. 27). 171 En el marco de este estudio politológico son innecesarias una reconstrucción y una exégesis detalladas del famoso Decreto Supremo 21060 y de otras medidas que conforman la NPE, pues son materias del análisis económico y porque sobre esta temática existe ya una amplia literatura. Brevemente se puede mencionar sólo aquellos puntos de interés sociopolítico: La restauración de la autoridad del Estado y el gobierno sobre su propio aparato administrativo y sobre las empresas productivas estatales; la reducción de la ingerencia estatal en la actividad económica mediante la eliminación de obstáculos que impiden la libre expansión de la empresa privada y que dificultan que el mercado cumpla su papel de asignador de recursos escasos; una amplia liberalización de la economía y la transformación del sector privado en el agente central del desarrollo económico; la estricta estabilidad monetaria con un valor real (fijado por las oscilaciones del mercado) de la moneda boliviana frente a las divisas extranjeras, aboliendo los controles estatales de cambio; la reducción y posterior eliminación del abultado déficit fiscal; una política salarial tendiente a la congelación (temporal) de sueldos y salarios, particularmente en el sector estatal; el establecimiento de la libre contratación y el libre despido en las relaciones entre empleadores y empleados; la liberalización de los precios de casi todos los bienes y servicios; (9) la desregulación de leyes y medidas estatales que controlan y coartan la libertad económica de los actores particulares; y 172 (10) la disolución de la Corporación Boliviana de Fomento, la conversión de sus filiales en empresas sometidas a las leyes del mercado y — a más largo plazo — el designio de privatizar las principales empresas de propiedad estatal°. En noviembre de 1985 el gobierno complementó el D. S. 21060 con el 21137 que se refería a política social y salarial: drástica reducción del gasto público, reestructuración y congelación salariales, racionalización de personal en entes públicos, creación del Fondo Social de Emergencia, despidos (llamados eufemísticamente relocalizaciones) en toda la administración pública, y una anunciada racionalización del sistema estatal de seguro social, de enfermedad y jubilación". Como corolario puede llegarse a la siguiente conclusión: aunque la CEPB vinculó el nuevo modelo económico con un renacimiento de la democracia, el pluralismo y el Estado de Derecho en Bolivia 12 , las reformas en el campo estrictamente político e institucional — y mucho más en la esfera de la cultura política — fueron muy modestas; en realidad tuvieron lugar recién a partir de 1993/1994. Las privatizaciones que se 10 Sobre esta temática cf. Juan Cariaga, La política de estabilización en Bolivia, en: HOY del 13 de marzo de 1987; Gonzalo Sánchez de Lozada, La reactivación económica, en: FORO ECONOMICO DE ILDIS (La Paz), N° 17, marzo de 1987 11 Gobierno aprobó nueva política social y salarial, en: EL MUNDO del 1 de noviembre de 1985; para una interpretación de estas medidas cf. Catherine M. Conaghan, Technocrats, Capitalists and Politicians: Economic Policy-Making in Redemocratized States (Bolivia, Ecuador, Peru), Washingtom: The Kellogg Insti tu te 1987, p. 26 sqq. 12 CEPB, Aceptamos el desafio, en: PRESENCIA del 15 de septiembre de 1985.- Esta profesión de fe democrática fue vinculada a la necesidad de "no bajar la guardia frente a los peligros del extremismo". 173 registraron hasta estos últimos años pueden ser calificadas igualmente de muy limitadas y no tocaron a las empresas estatales más grandes. Pero aun así (es decir: ex negativo) fue un comienzo de vital importancia: aun sin producirse privatizaciones mayores, se logró reducir enormemente el rol empresarial del Estado achicando o anulando las instituciones correspondientes, introduciendo una severa disciplina fiscalfinanciera, reafirmando y protegiendo los derechos de la propiedad e iniciativa privadas, poniendo coto a los excesos del movimiento sindical y atacando la sagrada tesis de que existirían "áreas estratégicas" en la economía y, sobre todo, en el aprovechamiento de recursos naturales y energéticos, que por su importancia deberían "permanecer necesariamente" en manos del Estado. Una de las mayores hazañas de la CEPB debe ser vista, por ende, en haber persuadido a una buena porción de la población y de la opinión pública bolivianas de que la solución a la crisis económica consistiría en la abolición del estatismo y en la introducción de una economía de libre mercado en el marco de la moderna democracia representativa 13 . En la prensa y en la opinión pública se nota desde entonces una marcada resignación ante el triunfo de las ideas (neo)liberales, una manifiesta declinación del poder de convocatoria de todas las ideologías socialistas y una menguada atracción de la larga y arraigada tradición del estatismo. 13 Este proceso exhibe paralelismos en casi todas las áreas de América Latina: cf. Rainer Dombois / Ludger Pries (comps.), Modernización empresarial: tendencias en América Latina y Europa, Caracas: Nueva Sociedad 1993; Bolívar Lamounier, Empresarios, partidos y democratización en el Brasil, 1974-1990, en: REVISTA MEXICANA DE SOCIOLOGIA, vol. LIV, N° 1, enero/marzo de 1992, pp. 77-92; José Nun / Juan Carlos Portantiero (comps.), Ensayos sobre la transición democrática en la Argentina, Buenos Aires: Puntosur 1987 174 b) El periodo 1985-1989 y las respuestas a la revolución liberal Pese a la originalidad del D.S. 21060 y la energía con que fue implementado, se puede afirmar que el gobierno de la coalición MNR / ADN no tuvo una concepción unitaria y clara en torno a la profunda modernización del sector económico que deseaba realizar... y menos aun con referencia a la esfera político-institucional. De todos modos a este régimen le cupo el mérito de haber inaugurado en la historia contemporánea de Bolivia los pactos gubernamentales, que sin diluir en lo más mínimo las identidades de los partidos políticos firmantes, los obliga a compromisos pragmáticos de largo aliento, a concertaciones en la substancia de leyes, decretos y planes y a colaborar en la presentación pública de una concepción colectiva. El llamado Pacto por la Democracia que se inició en agosto de 1985 fue fomentado por las personalidades empresariales y los sectores modernizantes de ADN y MNR, pacto que contó con la aprobación irrestricta de los sectores más recalcitrantes de ADN porque (a) persiguió una política general claramente anti-estatista y antisindicalista y (b) porque mediante su capacidad de movilización y maniobra logró neutralizar eficazmente la oposición de izquierda. Como escribió René Antonio Mayorga 14, "el pacto suscrito entre el MNR y ADN debe verse no sólo como una obligación formal a las reglas de juego institucionales de la democracia, sino también, y fundamentalmente, como el resultado del reconocimiento de intereses políticos y económicos comunes". El estilo político de pactos de amplio alcance, que se practica en Bolivia desde 1985, denota un aspecto caro a los intereses empresariales: el percatarse de que existen metas, intereses y propósitos más o menos similares y, sobre todo aceptables, en el seno de los 14 René Antonio Mayorga, ¿Consolidación..., op. cit. (nota IV/1), p. 230 175 principales partidos políticos, y que es conveniente realizar una política de concertación — y no más la clásica de confrontación —, un procedimiento político que se asemeja a los arreglos pactados habituales en las democracias parlamentarias. Todo ésto conduce a vigorizar los partidos del centro, a debilitar las opciones radicales y sobre todo las extremistas y a crear un clima socio-cultural proclive al entendimiento pragmático entre intereses que se reconocen a sí mismos como parciales, pero igualmente como legítimos y dignos de ser tomados en cuenta. Como era de esperar, la oposición más áspera y duradera a la NPE se originó en medios sindicales. Inmediatamente después de la promulgación del Decreto Supremo 21060, la COB "desconoció" esta medida y llamó a una huelga genera1 15. La NPE fue calificada de "antipopular", "oligárquica", "genocida" y "violatoria de los derechos humanos, sindicales y políticos" 16. La huelga general de septiembre de 1985 tuvo, empero, una repercusión mucho menor que en ocasiones anteriores; sectorial y regionalmente el paro fue muy restringido. El movimiento sindical, ya muy endeble, no ofreció esta vez ni un esbozo alternativo de solución que se diferenciara del incriminado modelo neoliberal; por ello la huelga no pudo exhibir una legitimidad adecuada ante la opinión pública y se debilitó rápidamente. En el marco aun vigente de la cultura política del autoritarismo, cuyos seguidores más fieles son todavía sindicalistas e izquierdistas, bastó un solo acto de fuerza del gobierno (la dictación del estado de sitio y la detención de dirigentes sindicales y políticos por dos semanas) para desbaratar el paro, desmoralizar al movimiento sindical y 15 COB convocó a la unidad para rechazar las medidas, y: Medidas económicas son calificadas de pro-imperialistas, ambos en: HOY del 31 de agosto de 1985 16 Ampliado de la COB declaró "huelga general nacional", en: PRESENCIA del 10 de septiembre de 1985 176 recortar notablemente su poder de convocatoria popular 17 . En las negociaciones posteriores con el gobierno, la COB logró únicamente la libertad de los detenidos; todas sus demandas políticas (la anulación o mitigación de la NPE, por ejemplo) y hasta las gremial-salariales (compensaciones por el aumento de los costes de vida) fueron desoídas por el gobierno, sin que ésto tuviese consecuencias negativas en el frente laboral. Había comenzado el largo ocaso del movimiento sindical boliviano, del cual no se ha podido recuperar hasta hoy (1994). A partir de 1986 los empresarios aludieron a tres temas recurrentes: la consolidación de la democracia y del Estado de Derecho (con un énfasis bastante más moderado que en años anteriores) 18, la transferencia de empresas estatales al sector privado (mediante una crítica aguda al sobredimensionamiento de la empresa pública) 19 y la falta de una reactivación adecuada de la economía. Este último punto fue la cuestión más tratada y la causa notoria una de gran polémica por una razón elemental de lógica socio-política: la CEPB se quejó repetidas veces de que 17 Cf. opiniones divergentes provenientes del sector sindical: COB resolvió suspensión de todas las huelgas en todo el país, en: PRESENCIA del 3 de octubre de 1985; Partidos de la izquierda convocan a la resistencia, en: HOY del 21 de septiembre de 1985; Movimiento sindical pretende ser desarticulado por Empresa Privada, en: MERIDIANO (La Paz) del 19 de septiembre de 1985 18 "No existe democracia allí donde no hay empresa privada" [declaraciones de Jorge Marcos Salvador, presidente de la Federación de Empresarios Privados de Santa Cruz], en: EL DIARIO del 18 de abril de 1986; Ya es hora... es tiempo de unidad [declaraciones del nuevo presidente de la CEPB, Carlos Iturralde], en: LOS TIEMPOS (Cochabamba) del 31 de agosto de 1986; Mensaje a los empresarios [declaración de Iturralde], en: PRESENCIA del 2 de septiembre de 1986; Cada espacio que el Estado ocupa, es un espacio que el ciudadano pierde, en: EL MUNDO del 12 de septiembre de 1986 19 Jorge Salvador Marcos, La situación nacional, el papel de la iniciativa privada y la responsabilidad de los empresarios, en: EL MUNDO del 3 de agosto de 1986; Documento presentado por la Federación de Empresarios Privados en las Jornadas SANTA CRUZ 2000, en: ibid. del 19 de septiembre de 1986 177 las empresas manufactureras trabajaban sólo con el 40 % de su capacidad y que la industria de exportación se hallaban en una situación precaria, pero simultáneamente se esperaba — y a momentos — se exigía la solución de este problema de la enérgica accción del vituperado Estado. En las demandas de los empresarios al gobierno de la NPE habían ciertamente puntos razonables: la falta de una estrategia eficiente para atraer inversiones extranjeras y una introducción de una tasa universal arancelaria que golpeaba duramente a la (parcialmente obsoleta) industria "nacional". Pero al mismo tiempo la empresa privada, prosiguiendo la vieja tradición de elevar solicitudes perentorias y esperar soluciones inmediatas de las acciones estatales, solicitó, "sin más demora", la implementación de una plan de "reactivación productiva" con "prioridad absoluta" y de "un programa de inversiones de esté orientado a reducir la tasa de desempleo, a mejorar los niveles salariales y a garantizar la evolución constante del programa económico en curso" 20 . Los empresarios sostuvieron que la reactivación económica era "la prioridad número uno", pero que representaría "una 20 CEPB, Es necesario poner en práctica un plan de reactivación productiva, en: EL MUNDO del 6 de septiembre de 1986. En el mismo sentido: Presidente de la Confederación de Empresarios: "Esperamos que el gobierno adopte medidas para reactivar la industria" [declaraciones de Carlos Iturralde Ballivián], en: PRESENCIA del 29 de abril de 1986; Jorge Marcos Salvador, La situación nacional, el papel de la iniciativa privada y la responsabilidad de los empresarios, en: EL MUNDO del 3 de agosto de 1986; CEPB, Mensaje a los empresarios, en: PRESENCIA del 2 de septiembre de 1986; CEPB, La reactivación económica es una responsabilidad compartida, en: ibid. del 6 de agosto de 1987; Despegue de economía en el '88 condicionado a apoyo real del gobierno al sector privado, en: EL MUNDO del 24 de noviembre de 1987 [declaraciones bastante duras de Carlos Iturralde, exigiendo del Estado toda clase de incentivos a fondo perdido]; Empresarios privados plantean serias objeciones a la ejecución del modelo económico, en: EL DIARIO del 31 de diciembre de 1987 [declaraciones similares de Carlos Iturralde, afirmando que las expectativas de reactivación no son realistas]. 178 responsabilidad compartida con el Estado, las entidades públicas y la fuerza laboral"21. Es obvio que un esfuerzo concertado para reactivar una economía en crisis secular (y debida también a factores externos como la baja espectacular del precio de los minerales bolivianos en el mercado mundial, descenso producido inesperadamente en los últimos meses de 1985) requería del concurso de las agencias estatales, que tenían su parte de responsabilidad en los altos costes de los transportes y en el pésimo estado de la infraestructura en general. Pero, en la mejor tradición paternalista-patrimonialista criticada poco antes por la CEPB, los empresarios comenzaron a exigir incentivos estatales para la exportación, a criticar los nuevos aranceles aduaneros que ellos ayudaron a implementar y a pedir subvenciones en algunos campos como la minería. Muchos empresarios de mentalidad anticuada no comprendieron (y no comprenden hasta hoy) la función didáctica de los aranceles aduaneros bajos, que es el de obligar a la industria nacional a 21 CEPB, "La reactivación económica nos plantea un enorme desafío", en: PRESENCIA del 25 de octubre de 1986; La empresa privada y la reactivación económica, en: ibid. del 8 de octubre de 1986; CEPB, Reactivar las economía: prioridad nacional [manifiesto de la CEPB a la nación del 28 de octubre de 1986], en: ibid. del 30 de octubre de 1986; Empresa privada y crecimiento económico, en: ibid. del 24 de diciembre de 1986; Empresarios sugieren programa de apoyo a la reactivación, en: EL MUNDO del 13 de noviembre de 1986; El país no puede aguantar un año más de recesión: Jorge Lonsdale, en: HOY del 17 de diciembre de 1986; en 1987 los empresarios admitieron más claramente que ellos tenían también una gran responsabilidad por la reactivación o la carencia de ella: cf. . "Reactivación es responsabilidad de los empresarios y del Estado" [declaraciones del nuevo presidente de la CEPB, Carlos Iturralde], en: EL MUNDO del 5 de febrero de 1987; Los sectores empresariales desconfían en la reactivación [sic], en: PRESENCIA del 1 de julio de 1987; Samuel Mendoza, La empresa privada y la reactivación, en: LOS TIEMPOS del 11 de agosto de 1987; Empresa privada planteará al gobierno ajustes en el programa de reactivación, en: EL MUNDO del 27 de diciembre de 1987 179 alcanzar los standards de producción, eficacia y precios competitivos válidos internacionalmente — o periclitar con dignidad. Lo mismo ocurrió con aquellos sectores empresariales a quienes disgustó la libre oscilación de las tasas bancarias de intereses y solicitaron la intervención estatal y la reposición de las clásicas tasas preferenciales que habían sido la causas de tantos abusos en las etapas del estatismo paternalista. Hasta el General Hugo Banzer, que nunca tuvo simpatías por la izquierda, se quejó de que los empresarios exigían otra vez subsidios del Estado en el viejo estilo, a lo que contestó airadamente el presidente de la CEPB, aclarando que los empresarios, a su vez, no estarían "dispuestos a subsidiar la ineficiencia estatal"22. A pesar de algunas aclaraciones de los empresarios, fue fundamentalmente ambiguo lo que se debería entender por "los incentivos a la tarea productiva" o por los "incentivos integrales a la exportación" que "exigimos en legítimo derecho", si al mismo tiempo afirmaban que "no buscamos subsidios, ni formas artificiales de hacer industria"; las pocas demandas más o menos concretas se limitaban a "tarifas competitivas" de energía y transporte y tarifas arancelarias "adecuadas a la reactivación"23. En todo caso, rol jugado por los empresarios en el asunto de la reactivación no fue ni brillante ni innovativo y ni siquiera 22 Respuesta del presidente de la CEPB, Lic. Carlos Iturralde, al Jefe Nacional de ADN, Gral. Hugo Banzer, en: PRESENCIA del 7 de octubre de 1986; La CEPB y los responsables de la reactivación de la economía, en: CEPB, Fortalecimiento de la Empresa Privada Boliviana. Testimonio de una gestión 1986-1989, La Paz: s.e. 1989, p. 89 sq. 23 CEPB, "La industria nacional debe ser un factor decisivo para el crecimiento", en: PRESENCIA del 1 de marzo de 1987; CEPB, Esquema mínimo de ajustes para sustentar un programa de reactivación económica, en: ibid. del 31 de mayo de 1987; La CEPB y los responsables de la reactivación de la economía [conferencia de Carlos Iturralde del 18 de abril de 1988], en: CEPB, Fortalecimiento..., op. cit. (nota IV/ 22), p. 87 sq. 180 conceptualmente claro. El propio Presidente de la República y el Ministro de Finanzas — cuyas simpatías por el empresariado privado estaban por encima de toda sospecha — amonestaron severamente a la empresa privada, pidiendo que "tome conciencia de su responsabilida social" y que no se consagre al "éxito fácil" 24 . A esta crítica de la posición convencional, paternalista y no muy liberal de la posible mayoría de los empresarios no hay nada que agregar. Mucho más interesante y de enorme relevancia para el proyecto de modernización global del país es el otro esfuerzo que llevó a cabo la CEPB por aquellos años. Los puntos básicos del mismo fueron: La mera instauración de la NPE no es garantía de su éxito, pues su ejecución estaría confiada a "mecanismos y procedimientos de mentalidad claramente estatista"25. La CEPB propone por primera vez públicamente la reforma de los llamados regímenes económicos especiales contenidos en la Constitución Política del Estado, junto con la desburocratización de la administración pública y la desregulación de trámites y procedimientos, proponiendo además un consenso colectivo para estas reformas26. — La Confederación lanzó una concepción muy diferenciada sobre la privatización de las empresas públicas, además de 24 Presidente Paz: Empresa privada debe responder a estímulos que le da el Estado, en: HOY del 7 de agosto de 1987; Ministro de Finanzas, Los empresarios están totalmente equivocados, en: LOS TIEMPOS del 6 de agosto de 1987.- Los empresarios trataron obviamente de suavizar estas críticas, pero sin argumentos contundentes: Empresarios coinciden con V. Paz en necesidad de un pacto social, en: HOY del 8 de agosto de 1987 25 Carta oficial de la CEPB al Presidente Paz Estenssoro [del 28 de febrero de 1986], en: CEPB, Fortalecimiento..., op. cit. (nota IV/22), p. 13 26 Rol actual y perspectivas del sector privado y la libre empresa en Bolivia, en: ibid., pp. 89-100 181 una exposición muy razonable de las causas del fracaso del Estado en cuanto productor y gerente (interferencias político-partidistas, falta de aceptación de responsabilidades, activos subutilizados, subvenciones irracionales, exceso de personal, administración altamente burocratizada), proponiendo: el tratamiento de las empresas públicas como si fuesen empresas normales que tendrían que competir en un mercado desregulado, libre de monopolios y subvenciones; arrendamiento de empresas públicas a entes privados; privatización parcial mediante el establecimiento de empresas mixtas; y transfrencia total de empresas fiscales a manos privadas27. — Modificación de las posibilidades ya dadas de desregulación y desburocratización, evitando en el Poder Legislativo las leyes de índole ampulosa, superpuesta y contradictoria, y en el Poder Ejecutivo los inútiles afanes regulatorios de los altos dignatarios de Estado28. Todos estos conceptos brevemente esbozados configuraron la base de las posteriores reformas e intentos de modernización que practicaron, con suerte cambiante, los gobiernos bolivianos a partir de 1989. Las respuestas no se 27 Privatización de empresas del sector público [documento del 19 de diciembre de 19881, en: ibid., pp. 129-130 28 Regulaciones estatales y la actividad empresarial privada [documento del 10 de marzo de 1988], en: ibid., p. 140: la CEPB menciona, por ejemplo, que el Poder Ejecutivo emitía en 1988 por día hábil 1,39 decretos supremos, 5,8 resoluciones supremas (que requieren de la firma del presidente de la república) y 10 resoluciones ministeriales. 182 hicieron esperar, pero se las puede calificar de meras reiteraciones de posiciones anteriores ya conocidas. Con alguna certeza se puede aseverar que los partidos políticos del centro y de la izquierda se encontraban en una situacion de total perplejidad: por aquellos años no abundaron ni los análisis críticos, ni las impugnaciones del neoliberalismo bien fundamentadas en las propias bases doctrinales, ni siquiera una oposición concertada entre estas corrientes políticas contra la novedosa ideología neoliberal. Los poquísimos testimonios existentes dan cuenta, en el fondo, de que los partidos de izquierdas no habían digerido aun el triunfo liberal y que no disponían todavía de las consignas posteriores ("pago de la deuda social", "libertad sin equidad", etc.) que han usado contra las políticas gubernamentales. La mayoría de estas tendencias progresistas se encerraron durante largo tiempo en un sabio silencio. El Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR), con un olfato notorio para percatarse de cómo soplan los vientos políticos y, sobre todo, las modas ideológicas, empezó su veloz conversión hacia la democracia liberal representativa y pluralista y la economía de libre mercado; habló obviamente de "relocalizar" el famoso y ominoso Decreto Supremo 21060, pero en 1989 ya se había desprendido de todo elemento revolucionario e izquierdista y volcado totalmente hacia la Nueva Política Económica, transformándose desde entonces en un serio pilar del neoliberalismo. El Movimiento Bolivia Libre, desgajado del MIR, tardó más tiempo, pero siguió el mismo decurso evolutivo y en 1993 conformaba ya una base confiable del nuevo sistema capitalista. En los primeros años que siguieron al colapso sindical de 1985, la COB pudo hacer muy poco para contrarrestar la NPE; se opuso, por tradición, a cualquier innovación sólo insinuada por el gobierno, como en el caso de la descentralizacion administrativa del país, calificada de 183 "oligárquica" 29 . Sus acciones no tuvieron ningún efecto digno de mención. La prensa tuvo asimismo una respuesta muy tibia. Como era de esperar, la opinión pública en estos primeros años de la NPE vivió en una posición de moderado escepticismo, expresando sólo críticas a problemas muy concretos y observando el desenlace del experimento iniciado en agosto de 1985. Interesante es únicamente la comprensible crítica de la prensa a la ya mencionada incongruencia del sector privado: la severa impugnación del estatismo no le impedía a éste último acudir al Padre Estado cuando surgía el menor problema. Un ejemplo fue el de los ganaderos benianos, enemigos tradicionales del centralismo y el estatismo, quienes se creyeron "en el legítimo derecho" de reclamar ayudas, subvenciones y hasta indemnizaciones del Estado por desastres naturales como inundaciones y sequías 30 . Este fue también el tenor de la crítica del conocido empresario de la banca Luis Eduardo Siles, quien afirmó que el empresario normal estaba "acostumbrado a las fáciles condiciones del proteccionismo estatal" y que no podía "asumir de la noche a la mañana un papel protagónico positivo en el proceso de transformación y reactivación del país". Para ello sería indispensbale el concurso del Estado para una "concientización gradual" y para la dictación de "reglas de juego claras"31. 29 La COB convocó a jornada de "movilización y lucha", en: LOS TIEMPOS del 1 de abril de 1988 30 La empresa privada y la acción del Estado, en: PRESENCIA del 27 de mayo de 1988; Horno oeconomicus, ¿A qué juegan los empresarios?, en: LA OPINION (Cochabamba) del 21 de septiembre de 1988 31 Un reto directo al empresariado privado del país es la Nueva Política Económica, en: LOS TIEMPOS del 27 de noviembre de 1988 184 c) Los designios modernizadores a partir de 1989 Como era de esperarse, no existe ningún testimonio de la CEPB de apoyo u oposición abiertas al Acuerdo Patriótico mediante el cual partidos aparentemente tan dispares como el MIR y ADN (junto con pequeños grupos que luego se diluyeron en el seno de estos dos grandes) asumieron la responsabilidad gubernamental en el periodo 1989-1993. Es altamente probable que la conducción de la economía, y particularmente la formulación de políticas públicas de largo aliento hayan sido la obra del equipo económico de ADN y del círculo empresarial próximo a este partido, que, en grandes líneas, no difería notoriamente de las directrices (neo)liberales del régimen inmediatamente anterior32. Lo que puede aseverarse con alguna exactitud es que el ritmo de las reformase fue perceptiblemente más lento. Varios factores coadyuvaron a ello: — La mentalidad prevaleciente en las altas esferas del Acuerdo Patriótico poseía un tinte más conservador, o mejor dicho, un talante más pro-estatista que en los cuatro años anteriores. A ello contribuyó sin duda alguna la pesada herencia del MIR, que obviamente ya había abjurado de su doctrina socialista y de sus 32 Cf. entre otros testimonios: Programas coinciden con libre iniciativa, en: ULTIMA HORA (La Paz) del 23 de marzo de 1989 (sobre la coincidencia entre los programas del MIR, MNR y ADN acerca de preservar el modelo de economía de mercado); La empresa privada del país aguarda un gobierno sólido con apoyo parlamentario, en: EL MUNDO del 17 de mayo de 1989; Postula la formación de un gobierno constitucional, sólido y de consenso [declaración oficial de la CEPB], en: ibid. del 10 de junio de 1989; Empresa privada lanzó vehemente llamado de concertación a los partidos políticos, en: ibid. del 23 de julio de 1989; Existen similitudes entre MIR/MN, MNR y ADN, dijo presidente de empresarios, en: PRESENCIA del 19 de mayo de 1989; Empresarios exhortan a un acuerdo patriótico entre líderes políticos, en: EL DIARIO del 22 de julio de 1989 185 veleidades radicales de izquierda, pero que conocía íntimamente las ventajas de permanecer en el mero centro de una administración pública que no sea demasiado restringida. El Acuerdo Patriótico retornó o, mejor dicho, prosiguió con las conocidas prácticas de corrupción y corruptibilidad 33 en un grado muchísimo más elevado que los partidos tradicionales de derechas. Al mismo tiempo se ejercitaron los antiguos vicios del prebendalismo y clientelismo en un grado también sorprendente. Todo ésto no ayudó a hacer más eficiente la administración pública. El reclutamiento de los funcionarios de Estado (altos y medios) tuvo lugar según los cánones más convencionales y deplorables de la cultura política tradicional del país. La élite del poder continuó, por lo tanto, fomentando las pautas premodernas de comportamiento, que, como se sabe, engloban fenómenos como el inmediatismo, el enriquecimiento ilícito y la falta de visión en lo que respecta a una modernización integral de la sociedad boliviana a largo plazo. El gobierno del Acuerdo Patriótico ahondó la habitual brecha entre la programática oficial y la praxis efectiva, intensificándola hasta un genuino abismo 34 . Sobre todo 33 Omar Chávez Zamorano, Sociología de la corrupción, en: PRESENCIA del 9 de abril de 1991; cf. también la sección especial "La corrupción" en: EL DIARIO del 5 de mayo de 1991 34 Oscar Sandóval Morón, Bolivia: país de perdedores, en: PRESENCIA del 18 de abril de 1991 (acerca de la tristemente célebre producción de consignas altisonantes por el MIR, que no tenían correspondencia alguna con la realidad). 186 aquel grupo que fue siempre una contra-élite ávida de poder, honores y riqueza, la capa dirigente del MIR, exhibió, una vez en funciones gubernamentales, una carencia total de proyectos de reforma para el ámbito político-institucional y de liderazgo moderno en general. Todo ésto condujo ineludiblemente a un retraso en los planes de la CEPB para la continuación de sus intentos modernizadores. Como era inevitable, la opinión pública empezó a percibir en esta mixtura de lentitud administrativa y descomposición social un agotamiento del proyecto neoliberal: se constató una creciente distancia entre un "discurso modernista" 35 y la prosaica realidad de una sociedad sin brújula. Pero después de dejar a un lado el estéril tema de la reactivación (ADN criticó acerbamente las falta de "agresividad y riesgo" de los empresarios, a pesar de todas las ventajas que le brindaba el gobierno 36 ), la CEPB preparaba, en el fondo, una reconstitución de la sociedad boliviana que profundizaba los logros y los derroteros fijados en la Nueva Política Económica de 1985, que abrazaba aspectos como la privatización de las empresas públicas 37 , la ampliación de la democracia 35 Ricardo Paz Ballivián, Discurso modernista, práctica ineficiente, en: PRESENCIA del 23 de marzo de 1991 36 Hugo Banzer, La empresa privada debe invertir $ 300 millones en la reactivación, en: ULTIMA HORA del 27 de junio de 1990; Senador Juan Lucio, "La empresa privada nacional no tiene capacidad empresarial", en: PRESENCIA del 27 de junio de 1990 (Según Lucio, al empresariado boliviano le faltaría "fe en el país"; el peso de la reactivación estaría recayendo exclusivamente "sobre las espaldas del pueblo". El sector privado gozaría de todas las ventajas del régimen neoliberal, pero no habría brindado su cuota parte del sacrificio social necesario.) 37 Privatización de más de 100 empresas sugiere ejecutivo de sector particular, en: LOS TIEMPOS del 19 de febrero de 1989; Empresariado privado plantea participar en empresas públicas, en: ibid. del 28 de julio de 1989; Privatización de las empresas del Estado, en: EL DIA (Santa Cruz) del 23 de marzo de 1989; Empresa privada apoya toda iniciativa de privatización, en: HOY del 17 de diciembre de 1989; 1990: año de reactivación, descentralización y privatización, en: EL MUNDO del 28 de diciembre de 1989 187 pluralista 38 , la consolidación del sistema de libre contratación y despido 39 , la seriedad en el manejo de fondos públicos (que sería la contraparte del sacrificio de los asalariados) 40 y la expansión del ámbito de la propia CEPB (el campesino dueño de su parcela, el empresario artesanal y el pequeño comerciante no delictivo pertenecerían por propio derecho al "empresariado nacional")41. En una declaración programática de julio de 1989, la CEPB complementó los lineamientos de la NPE y de concepciones anteriores42: Preeminencia del diálogo político y de la concertación de actores socio-políticos en contraposición a la tradición de las confrontaciones "hasta las últimas consecuencias", con el objetivo de formar ciudadanos bien informados y conscientes de sus posibilidades y deberes. Apoyo irrrestricto a la democracia pluralista y representativa y a los derechos y garantías individuales. La libertad económica es considerada como inseparable de la libertad política. "La libre iniciativa implica un sistema de convivencia pluralista", en: 38 ULTIMA HORA del 22 de julio de 1989 (declaraciones de Carlos Calvo, haciendo profesión de fe en favor del sistema democrático y pluralista, consagrado a la defensa de los derechos individuales y atacando el obscurantismo estatista). 39 CEPB solicita respeto a la libre contratación, en: LA OPINION del 26 de agosto de 1989 40 La CEPB frente a la actual crisis social, en: PRESENCIA del 12 de noviembre de 1989 41 CEPB, Declaración del Congreso Nacional de la libre empresa [del 22-VII1989], en: ULTIMA HORA del 25 de julio de 1989 42 Ibid.; cf. también los textos oficiales de la CEPB: Foro político, y: El sector privado ante la situación política, económica y social [ambos discursos de Carlos Calvo], en: CEPB, Una gestión para el fortalecimiento de la CEPB 1989-1990 (sin lugar ni fecha de aparición y sin editor), pp. 7-10 y 17-23 188 Reanimación de la idea de un pacto social entre empresarios, trabajadores y el Estado. Achicar el Estado, pero hacerlo mucho más eficiente y consagrado a la preservación del orden público y a la "atención de las necesidades vitales de los sectores desprotegidos". La administración estatal debe continuar al frente de funciones tales como la defensa, la educación, la construcción de la vivienda social y la infraestructura en general. Combate a fenómenos tales como el burocratismo, "la obsesión normativa del Estado" y el centralismo exagerado. Mejorar cualitativamente el deplorable estado de la administracion de justicia, reformando el aparato judicial, sus procedimientos y hasta los códigos legales. "La justicia está anulada por la corrupción e intimidación". Descentralizar la administración pública del país. Reducción inexorable del rol empresarial del Estado (es irrisorio que el Estado siga produciendo ácido sulfúrico y yoghurt) en favor del ensanchamiento de las actividades económicas de la libre empresa. Implementar una severa reforma tributaria, mantener una rigurosa disciplina fiscal de gastos y continuar con una estricta estabilidad monetaria. En la posición doctrinaria de la CEPB de aquellos años y sobre todo en los discursos de Carlos Calvo se vislumbra una vaga tendencia socialdemocrática, dedicada a subrayar lo positivo y hasta imprescindible del quehacer estatal en muchos terrenos — salud, educación, vivienda, infraestructura dando a entender que la empresa privada no reemplazará jamás al 189 Estado en estos campos. Su concepto de subdesarrollo (es atrasada aquella nación donde un solo niño pasa hambre y no acude a la escuela) refuerza aquella tendencia que no es precisamente neoliberal en el sentido estricto, ya que, además, introduce una cláusula general que permitiría y, ante todo, justificaría el intervencionismo estatal con los argumentos de enmendar los errores que dimanarían de un mercado abandonado a su total arbitrio y de corregir las injusticias en la distribución de ingresos: "El Estado juega un papel decisivo para asegurar la asignación eficiente de recursos, corrigiendo las distorsiones del mercado en procura de una justa distribución del ingreso"43. Pero muy pronto las corrientes (neo)liberales retomaron su ascendiente en el seno de la CEPB, lo que trajo consigo un claro enfriamiento con el gobierno del Acuerdo Patriótico. Según la CEPB, la "insaciable burocracia estatal" exhibiría una "conducta libertina" en el tratamiento del gasto público, creando miles de nuevos empleos y elevando el ya abultado déficit fiscal44. El vicepresidente de la CEPB reconoció "una crisis de confianza" entre el Estado y el empresariado, causada por el quehacer gubernamenta1 45 . El nuevo y enérgico presidente de la CEPB, Fernando Illanes, hizo en septiembre de 1992 un severo diagnóstico de la situación del país, señalando que seguían parcialmente vigentes el Estado intervencionista, "la obsesión normativa del sector público" y la corrupción administrativa; Bolivia no se habría desarrollado plenamente a 43 El sector privado..., ibid., p. 17 (Contra Calvo se puede argumentar que las diferencias en el nivel de ingresos son sólo los necesarios premios y castigos por un desempeño eficiente o mediocre en el áspero terreno del mercado libre.) 44 "El verdadero problema es el descontrolado gasto fiscal", afirman empresarios, en: LA RAZON del 21 de febrero de 1992 45 Empresarios observan desalentador panorama político, en: EL MUNDO del 11 de mayo de 1992 190 causa de esa prevalencia del "capitalismo de Estado" y su inseparable "obscurantismo". Las tareas urgentes consistirían en proseguir la obra modernizadora y democratizadora iniciada por la CEPB en 1982 y 1985 mediante la privatización de las empresas públicas, la reforma educativa y judicial, la reestructuración del Estado (pequeño, pero eficiente y respetado) y una mejor generación de riqueza y empleo. Pero al gobierno le faltaría precisamente la voluntad política para la consolidación del sistema de libre mercado y para llevar adelante un plan serio de privatizaciones46. Por un lado miembros del gabinete rechazaron la afirmación de Illanes de que el régimen estaría inmerso en un modelo estatista 47, y por otro, una buena parte de la opinión pública empezó a percibir serios defectos en el modelo de libre mercado: el rol del Estado no debería ser ni reducido ni confundido con una mera agencia de privatizaciones; el "capitalismo salvaje" y el "neoliberalismo a ultranza" habrían agotado sus posibilidades. Lo imprescindible sería "un giro social", sin abandonar el modelo básicamente liberal, el percatarse de que las políticas de ajuste arrastrarían una "carga de inequidad" insoportable que podría desestabilizar 46 CEPB, Mensaje del Ing. Fernando Illanes con motivo del XXX aniversario de la fundadción de la CEPB [del 4-IX-1992], en: LA RAZON del 8 de septiembre de 1992; cf. también las próximas declaraciones de Illanes: "El descontento social no se satisface con leer los indicadores económicos, mientras el estómago de muchos adolece de una centenaria hambruna", en: ibid. del 7 de noviembre de 1992; Contradicciones evitaron éxitos en la privatización, en: LOS TIEMPOS del 27 de diciembre de 1992; Pobreza y falta de inversiones amenazan destruir el modelo, en: PRESENCIA del 10 de enero de 1993; Empresarios ponen en duda vigencia de modelo económico, en: ibid. del 16 de marzo de 1993; Fernando Manes critica las vacilaciones gubernamentales, en: EL MUNDO del 14 de abrilde 1993; Presidente de la CEPB califica de "barbaridad" paralizar el proceso de privatización, en: ULTIMA HORA del 21 de mayo de 1993 47 Doria Medina y Landívar rechazan las críticas de empresario Fernando Illanes, en: LA RAZON del 7 de octubre de 1992 191 fácilmente la precaria paz socia1 48 . En esta constelación Fernando Illanes 49 reconoció la necesidad de incorporar a la mayoría de la población" a "los beneficios de la estabilidad y el crecimiento". De acuerdo a esta concepción, y a la vista de las elecciones presidenciales y parlamentarias, la CEPB se esforzó por popularizar una defensa del modelo liberal vinculada a un cierto amortiguamiento social. El modelo habría creado un marco previsible y razonable para el desenvolvimiento de los agentes económicos, que al final redundaría en beneficio de todos; ahora habría que dar más énfasis al crecimiento, erradicar la corrupción, racionalizar la administración pública, modernizar y limpiar el Poder Judicial, invertir más en 48 El modelo económico contra la pared: el giro social sí o sí [entrevista con Carlos F. Toranzo Roca y Henry Oporto], en: LA OPINION del 16 de enero de 1993; Un nuevo rol para el Estado [= editorial], en: PRESENCIA del 13 de febrero de 1993; Gabriel Tabera Solís, Política neoliberal deteriora calidad de vida de bolivianos, en: ibid. del 28 de febrero de 1993; Economía boliviana precisa emprender nuevas reformas, en: ibid. del 9 de marzo de 1993; El crecimiento privado no es desarrollo [= editorial], en: HOY del 30 de abril de 1993; Guillermo Bedregal Gutiérrez, Ni estatismo ni neoliberalismo, "neo-intervencionismo", en: LA RAZON del 14 de marzo de 1993; Silvia Rivera Cusicanqui, Los Qamiris y los ricos, en: PRESENCIA del 3 de julio de 1993.- Cf. el artículo extraordinariamente interesante de Rafael Archondo, Los "antineoliberales": de las estatizaciones a la búsqueda del poder viable, en: LA RAZON del 16 de mayo de 1993, sobre los motivos porqué el Partido Comunista de Bolivia (PCB), el Movimiento Bolivia Libre (MBL) y la agrupación populista Conciencia de Patria (CONDEPA) adoptaron para las elecciones de 1993 una posición meramente defensiva y ambigua, sin ninguna originalidad programática, abandonando el estatismo y el postulado de la nacionalización de los medios de producción, y aceptando al mismo tiempo un programa de libre mercado y propiedad privada, pero sin sus "excesos". 49 Pobreza es una bomba de tiempo que podría hacer fracasar el modelo, en: PRESENCIA del 10 de enero de 1993; en la misma línea las declaraciones del secretario ejecutivo de la CEPB, Johnny Nogales: Convulsiones sociales persistirán si no se logra crecimiento acelerado, en: ibid. del 24 de marzo de 1993; Fernando Illanes critica las vacilaciones gubernamentales, en: EL MUNDO del 14 de abril de 1993 192 educación ("el capital humano"), salud y vivienda y reestructurar la Constitución Política del Estado, modificando sobre todo los llamados regímenes económicos especiales, ya que la constitución de 1967 poseería un sesgo pro-estatista, inadmisible en las actuales circunstancias50. Como se sabe, en las elecciones generales de 1993 triunfaron partidos que propugnaban la continuación y profundización del modelo liberal, alcanzando la candidatura del MNR con el empresario Gonzalo Sánchez de Lozada la primera mayoría relativa. Fernando Illanes declaró que el "ganador absoluto" sería el régimen de la libre empresa: "La ciudadanía ha votado por un sistema de libertad política y libertad económica"51. Aunque ninguna candidatura satisfizo plenamente las expectativas de los empresarios (debido, entre otros motivos, a que ningún candidato presidencial planteó claramente la privatización completa de las empresas públicas) 52, la CEPB se 50 El pensamiento de la empresa privada respecto a la actual situación económica del país, en: EL DIARIO del 4 de abril de 1993; El libre mercado es el instrumento idóneo para que el Estado reoriente su rol económico y social, en: EL MUNDO del 11 de abril de 1993; CEPB, Palabras del Ing. Fernando Illanes en la inauguración del Foro Político Elecciones 1993, en: LA RAZON del 16 de abril de 1993: Para acelerar privatizaciones urgen reformas a CPE, en: ULTIMA HORA del 5 de abril de 1993; cf. las opiniones muy matizadas del ex-ministro Juan Cariaga: Este gobierno manejó bien el 21060, en: PRESENCIA del 11 de marzo de 1993 51 "El gran triunfador de elecciones es el modelo de libre mercado", en: PRESENCIA del 8 de junio de 1993; El vencedor es el modelo de libre comercio, en: EL MUNDO de la misma fecha; cf. también los editoriales: La estabilidad monetaria y los planes del futuro gobierno, en: ibid. del 12 de junio de 1993; Vigencia del neoliberalismo, en: HOY del 10 de junio de 1993 (Este último editorial expresa el asombro ante el hecho de que los "desposeídos" hubiesen votado por la economía de libre mercado.) 52 CEPB aplazó a las candidaturas, en: PRESENCIA del 31 de mayo de 1993; Ninguna candidatura colmó las expectativas del empresariado, en: LA RAZON de la misma fecha; Ninguna propuesta electoral refleja el pensamiento de la CEPB, en: ibid. del 6 de junio de 1993 193 pronunció porque el Congreso Nacional ratificase al binomio ganador de la primera mayoría relativa; alabó la decisión del General Hugo Banzer de resignarse patrióticamente; pidió el "destierro" definitivo del prebendalismo y las "componendas"; exhortó al nuevo gobierno a la "inexcusable tarea" de "otorgar eficacia y transparencia" al aparato estatal; y obviamente demandó la preservación del modelo neolibera153. El gobierno que se instaló en agosto de 1993 — que no será analizado en el marco de este estudio — ha sido asociado con un régimen en el cual el peso y la influencia de los empresarios privados configuraría su aspecto determinante 54 . Aunque la CEPB aseguró que era apolítica y que los empresarios en funciones gubernamentales lo eran a título estrictamente personal (a causa de sus eminentes cualidades individuales)55, no hay duda de que con la presidencia de Gonzalo Sánchez de Lozada el empresariado privado alcanzó la porción más suculenta de poder político desde la creación de la CEPB, y, por lo tanto, una excelente oportunidad para poner en práctica 53 CEPB, Declaración de la reunión de presidentes de organizaciones afiliadas a la CEPB, en: PRESENCIA del 10 de junio de 1993; Empresarios cruceiros exhortan a mantener modelo económico, en: EL DIARIO del 23 de junio de 1993; Empresarios ponderan decisión de formar gobierno de consenso, en: LA OPINION de la misma fecha; Planteamientos para la continuidad del proceso de reformas estructurales del Estado boliviano, en: LA RAZON del 1 de agosto de 1993 54 Romero e Illanes serán "superministros" de Goni, en: LA RAZON del 25 de julio de 1993; Ruth Eliana Chuquimia, Entre ser y no ser el próximo "superman" del gabinete, en: PRESENCIA del 3 de agosto de 1993; Gabinete está compuesto por gente vinculada a la empresa privada, en: ibid. del 10 de agosto de 1993; Henry Oporto Castro, Empresarios: ¿quinto partido de la coalición gobernante?, en: MOMENTO POLITICO (suplemento de PRESENCIA), año II, N° 25 del 27 de agosto de 1993 55 La CEPB es "apolítica" y no plataforma para saltar al gobierno [declaraciones del nuevo presidente de la CEPB, Carlos de Chazal], en: PRESENCIA del 5 de agosto de 1993; Empresa privada criticará al gobierno si éste actúa mal, en: ibid. del 11 de agosto de 1993; CEPB hace conejitos para que más empresarios sean autoridades, en: ibid. del 17 de agosto de 1993 194 muchas de sus concepciones centrales 56 . Hay que reconocer que la fracción "esclarecida" del empresariado en funciones gubernamentales era proclive a un liberalismo social (la expresión fue creada por el presidente mexicano Carlos Salinas de Gortari), pese a que no pudo explicitar una estrategia exitosa para vincular metas tan diversas como la total liberalización de las actividades económicas, la reducción del rol empresarial del Estado, el pago de la llamada deuda social, la consecución de una equidad social liminar, la implementación de un desarrollo sostenible (en sentido ecológico) y la continuada actividad primordial del Estado en las esferas de la educación, la salud, la vivienda y la infraestructura57. Una parte considerable de la opinión pública expresó sus preocupaciones por la presencia preponderante de empresarios en el gabinete ministerial (es decir: también por el carácter genuinamente elitario del nuevo gobierno). ADN, ahora en la oposición, criticó la composición del gabinete afirmando que así se abriría una tremenda brecha entre los empresarios y todo el resto del pueblo, lo que sería perjudicial para el propio sector empresarial por su aislamiento del resto de la sociedad 58 . El ex-presidente Banzer manifestó que Bolivia 56 La auto-imagen y la autopresentación de la CEPB pueden ser estudiadas en el folleto de autor anónimo: El desafío social del empresariado en el umbral del nuevo milenio, aparecido como separata de LA RAZON del 4 de septiembre de 1993, folleto encargado expresamente por la CEPB para festejar su trigésimo primer aniversario. Cf. sobre todo el editorial: El empresariado privado ante el desafío de los cambios económico-sociales al año 2000, en: ibid., pp. 2 -5; La máxima institución representativa de los empresarios privados cumple 31 años, en: ibid [sin paginación]; La política de libre mercado constituye un todo integral, en: ibid [sin paginación] 57 Muchos de estos conceptos están resumidos en: Banco Interamericano de Desarrollo / Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Reforma social y pobreza. Hacia una agenda integrada de desarrollo, Washington: BID /PNUD 1993 58 Composición ministerial abre brecha entre empresarios y no empresarios, en: PRESENCIA del 15 de agosto de 1993 195 "camina rumbo a una dictadura empresarial", quebrando así el necesario equilibrio entre todos los otros actores sociopolíticos, ahora postergados por la pre-eminencia de la "cúpula empresarial" 59 . La prensa asociada a la Iglesia Católica vislumbró el peligro de una "plutocracia", aunque suavizó este juicio aseverando que no es lícito descalificar a ministros-empresarios por su origen y fortuna, sino que hay de brindarles la "oportunidad de un servicio a la nación". Ahora la iniciativa privada podría demostrar que "ha madurado junto con la democracia para construir una sociedad más justa y solidaria"60. La prensa de izquierda impugnó la idea de la apoliticidad e independencia de la CEPB, sosteniendo que las futuras políticas públicas fueron ya elaboradas en el seno de la representación de los intereses elitarios: "Al pueblo le llegarán migajas del festín neoliberal. Nada más" 61 . El movimiento sindical ha compartido desde entonces esta percepción del nuevo régimen del MNR, calificándolo de apéndice de los empresarios, que en cuanto tal sólo generaría más pobreza para las clases trabajadoras, facilitaría la penetración del capital extranjero y debilitaría "inmerecidamente" al Estado62. 59 Hugo Banzer, Bolivia camina rumbo a una "dictadura empresarial" [entrevista con Edwin Herrera], en: LA RAZON (suplemento VENTANA) del 17 de octubre de 1993, p. 11 60 Empresarios en función pública [= editorial], en: PRESENCIA del 17 de agosto de 1993 61 "Goni no miente, nos mama de frente": empresarios en el poder [= editorial], en: AQUI (La Paz) del 13 de agosto de 1993; cf. también: Gregorio Lanza, ¿Podrán los empresarios solos?, en: LA RAZON (suplemento VENTANA) del 29 de agosto de 1993, p. 22 62 "Capitalización" es igual y peor que la privatización, dice la COB, en: LA RAZON del 1 de agosto de 1993; La COB en la terca resistencia... [entrevista con el secretario ejecutivo de la COB, Oscar Salas], en: PRESENCIA del 29 de octubre de 1993 196 Intelectuales de izquierda lo han analizado como "una recomposición de la casta señorial en el poder" y "una reedición abierta del dominio oligárquico en el país"63. Los empresarios en cuanto institución representativa de intereses sectoriales trató de exhibir públicamente una cierta independencia con respecto al gobierno de Sánchez de Lozada, independencia que no debía excluir un marco general de concertación entre el Estado, la iniciativa privada y los trabajadores; la CEPB solicitó — como lo había hecho con los gobiernos anteriores — la transferencia efectiva de las empresas fiscales al sector privado, la modificación del régimen tributario, la transformación del sistema de seguridad social, la reforma de la Constitución Política del Estado según sus propias reglas, la descentralización del país (sólo administrativa, no políticamente), la reestructuración del Poder Judicial, leyes de defensa del consumidor y la reorientación del gasto público prioritariamente hacia grupos en situación de pobreza crítica, mediante asignaciones directas y focalizadas 64 . Lo relevante de todo ésto reside en que la substancia de las ambiciosas reformas emprendidas por el Presidente Sánchez de Lozada a partir de 1993 — que, como ya se mencionó, no constituyen el tema del presente texto — esté ya contenida en las concepciones modernizadoras y democratizadoras de la CEPB. 63 Entrevista a Silvia Rivera Cusicanqui, en: Franco Gamboa Rocabado, Nada nuevo bajo el sol, en: LA RAZON (suplemento VENTANA) del 5 de septiembre de 1993, p. 4 sq. 64 Empresarios solicitarán a Goni una decidida reforma del Estado, en: LA RAZON del 3 de septiembre de 1993; Empresarios demandan "coraje, voluntad para desarrollo del país", en: PRESENCIA del 17 de septiembre de 1993 197 V Las transformaciones internas, la labor modernizadora y las perspectivas de la CEPB a) Composición y diferenciación internas de la CEPB y sus peculiaridades regionales La Asamblea General es el órgano superior decisorio de la CEPB. Su Consejo Directivo es el órgano colegiado de gobierno, gestión, administración y dirección de la Confederación. Está constituido por el Comité Ejecutivo, los antiguos presidentes titulares de la CEPB y los directores acreditados por las entidades afiliadas. Este Comité Ejecutivo es el organismo colegiado permanente de dirección y gestión de la Confederación; está constituido por un presidente, dos vicepresidentes (uno de "Federaciones" y otro de "Sectores"), un tesorero y un secretario general. Pertenece de jure a este gremio el último presidente titular de la CEPB. Las entidades afiliadas a la CEPB sonl: Federación de Empresarios Privados del Beni, Federación de Empresarios Privados de Chuquisaca, Federación de Empresarios Privados de Cochabamba, Federación de Empresarios Privados de La Paz2, 1 CEPB, Organización y objetivos, en: CEPB 32 años: empresa privada para un nuevo país, suplemento F de LA RAZON del 4 de septiembre de 1994, p. 5. - Este artículo contiene también los objetivos, las funciones y las limitaciones de la CEPB en su versión oficial. Aunque un análisis crítico del discurso aquí empleado sería ciertamente interesante y fructífero, tal intento rebasa el marco de este estudio. 2 En el mismo documento y lugar (nota V/1) se afirma que la "CEPB actúa también como Federación de Empresarios Privados de La Paz, por mandato de sus estatutos". En dos listas publicadas simultáneamente se puede constatar una pequeña discrepancia: en una aparece La Federación de La Paz, en la otra falta. No es superfluo señalar que aparte de esta incongruencia, la mala 199 Federación de Empresarios Privados de Oruro, Federación de Empresarios Privados de Pando, Federación de Empresarios Privados de Potosí, Federación de Empresarios Privados de Santa Cruz, Federación de Empresarios Privados de Tarija, Asociación Automotriz Boliviana3, Asociación Boliviana de Agencias de Publicidad, Asociación Boliviana de Agencias de Viaje y Turismo, Asociación Boliviana de Aseguradores, Asociación de Bancos e Instituciones Financieras, Asociación Nacional de Empresas Consultoras, Asociación Nacional de Mineros Medianos, Federación de Ganaderos de Beni y Pando, Federación Boliviana de la Pequeña Industria, Federación Nacional de Servicios Privados de Salud, Federación Boliviana de Mujeres Empresarias, Cámara Agropecuaria del Oriente, Cámara Boliviana de Hotelería, Cámara Boliviana de la Construcción, Cámara Boliviana del Transporte, Cámara Nacional de Comercio, Cámara Nacional de Industrias, Cámara Nacional de Despachantes de Aduana, Cámara Nacional de Exportadores, Cámara Nacional de Hidrocarburos, Cámara Nacional de Comercializadores de Minerales, Cámara Nacional Forestal, Cámara Nacional de Minería y Cámara Nacional de Medios de Comunicación. ortografía, la pésima estética tipográfica, la mediocre estructuración interna y la carencia de un espíritu analítico caracterizan todas las publicaciones de la CEPB, que adquieren así un marcado carácter provinciano. 3 Aparece en otras listas bajo otro nombre (o no aparece). 200 Las clásicas divergencias internas dentro de la elite empresarial (por ejemplo: capital financiero versus capital industrial, consorcios poderosos4 contra empresas medianas y pequeñas, compañías nuevas e innovadoras contra el capital ya establecido, grupos regionales versus consorcios capitalinos, gerentes poderosos contra el capital accionario disperso) han tenido en Bolivia una relevancia muy secundaria. Los conflictos en el seno de la CEPB, que son relativamente escasos, tienen una índole más personal, aleatoria, cambiante y, en todo caso, de proveniencia regional. Es indudable que existe un abismo entre las federaciones de La Paz y Santa Cruz, por un lado, y todas las otras del país, por otro: las primeras encarnan poder económico, influencia política y talante modernizador, mientras que las últimas representan a compañías más tradicionales y económicamente más débiles. Es muy posible que se desenvuelva una cierta rivalidad entre el empresariado del Oriente (especialmente Santa Cruz) y el de la región andina, rivalidad basada en mentalidades diferentes, pero no necesariamente en objetivos, intereses y políticas seriamente dispares. En un estudio fundamentado en datos empíricos y restringido a Cochabamba, Alejandra Ramírez Soruco llega a la conclusión de que la CEPB y sus afiliadas promueven sobre todo los intereses de los consorcios grandes en detrimento de los medianos y pequeños: el "manejo" de la representación del sector habría favorecido a las empresas grandes, las que determinarían el proceso de agregación y articulación de intereses y el decisorio en materia estrictamente política. La 4 Aunque no pertenece al tema de este estudio, es interesante señalar un esquema ilustrativo que contiene las 200 empresas privadas más grandes de Bolivia, jerarquía establecida por el valor del patrimonio declarado de las mismas. Cf. INVERSIONES & DESARROLLO (La Paz), N° 1, marzo de 1991, anexos 201 minoría de los pocos consorcios grandes implementó "su proyecto protagónico" y la federación se habría arrogado una mayor representación de la que realmente le corresponde s . Oscar Zegada asevera que la Nueva Política Económica fomentó los intereses del sector bancario y comercial en desmedro de los mineros e industriales 6 ; seguidamente afirma que los sectores contendientes en el seno de la CEPB conocen "sus limitaciones" y el "carácter secundario" de sus disputas, lo que hace que el empresariado ofrezca hacia afuera una imagen de unidad. Este último sería consciente de los peligros que se ciernen sobre la propiedad privada y la NPE y, por consiguiente, trataría de evitar los riesgos "de una ruptura en la continuidad" de la CEPB7. Históricamente han habido controversias entre los sectores manufactureros y los de servicios, entre la industria y el comercio (por ejemplo en torno a la fijación de los aranceles aduaneros), pero en Bolivia parece que tales confrontaciones no han tenido ni continuidad ni tampoco intensidad. Hay aparentemente cierto malestar generalizado contra el sector bancario: hasta el Presidente Sánchez de Lozada se quejó en julio de 1994 de un comportamiento ético reprobable en la banca privada y de actitudes paternalistas y estatistas de ésta; los bancos arriesgarían poco, se apoyarían demasiado en garantías y ayudas estatales y no fomentarían crediticiamente las empresas medianas y pequeriass. Lo que se puede afirmar con alguna seguridad es que no todas las federaciones asociadas a la CEPB tienen el mismo peso a la hora de formular políticas públicas de largo alcance y 5 Alejandra Ramírez Soruco, Empresarialismo regional 1985-1989, Cochabamba: Universidad Mayor de San Simón 1992, p. 85, 126 sq. 6 Oscar Zegada, op. cit. (nota 11/9), p. 32 7 Ibid., p. 129 8 Goni pide "revolución del comportamiento" al sector bancario, en: LA RAZON del 31 de julio de 1994 202 proyectos societales que transciendan el marco de los intereses gremiales de los empresarios (lo que conforma el tema de este estudio). A las federaciones de La Paz y Santa Cruz (en ese orden) se les puede atribuir una influencia muchísimo mayor que a todas las otras filiales regionales; la relevancia de la de Cochabamba es de carácter intermedio. Por rubro de actividades se destacan la Asociación Nacional de Mineros Medianos (que tuvo en los primeros tiempos de la CEPB una importancia decisiva), la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras, la Cámara Agropecuaria del Oriente y las Cámaras de Industria y Comercio. Además de la banca, la mayor significación actual les corresponde a las Cámaras Nacionales de Comercio y a las de Industria, especialmente a fuertes individualidades que han construido importantes consorcios de manufacturas o de distribución en las últimas décadas. De acuerdo a lo usual en un medio todavía premoderno en muchos aspectos, como es aun la Bolivia contemporánea, el factor personal y las facultades carismáticas juegan un rol nada despreciable dentro de la CEPB. Finalmente hay que mencionar otro posible tipo de división en el seno del empresariado, que tiene que ver con factores étnico-culturales. En enero de 1992, por ejemplo, destacados dirigentes de los más variados partidos (MNR, MBL, CONDEPA y Acuerdo Patriótico) acusaron a la CEPB de ser una "casta aristocrática" que "vive a expensas del Estado", preservando la antigua tradición oligárquica. Un diputado del MBL (Miguel Urioste) declaró que los miembros de la CEPB eran "poco democráticos, nada emprendedores y permanentes usufructuadores [sic] del favor estatal" 9. Un diputado del MIR (Hugo Carvajal) aseguró que los afiliados a la CEPB 9 Confederación de Empresarios no representa al empresariado nacional, en: PRESENCIA del 31 de enero de 1992 203 constituirían un conjunto de corruptos por haberse beneficiado ilícitamente de la deuda externa, de las divisas preferenciales en la época de la incriminada UDP (1982-1985) y de los continuados favores estatales; Ernesto Machicao (del MNR) sostuvo que la "verdadera revolución empresarial" no fue la efectuada por la CEPB, sino la llevada a cabo por el sector informal, por los mestizos genuinamente progresistas de la "burguesía chola" (cuyo prototipo sería Max Fernández). Machicao llegó a proponer la substitución de la CEPB por una "institución más democrática y participativa" 10 . Aunque estos enunciados poseen una índole más bien retórica, no hay duda de que ciertos grupos étnico-culturales, como los mestizos y los indígenas, se hallan totalmente subrepresentados en el interior de la CEPB. (El trasfondo de esta problemática tiene que ver con los rasgos presuntamente elitarios de la CEPB, que serán tratados en el próximo acápite.) b) Aspectos elitarios de la CEPB y su ideología Una de las críticas más frecuentes a la CEPB consiste en reprocharle su carácter elitario. Este enfoque es, en el fondo, superfluo, pues la cúpula de la representación y articulación de intereses de cualquier sector social es, per definitionem, una élite. De manera implícita esta recriminación posee en realidad otra finalidad, que es la de poner en cuestión la existencia de estratos altos o privilegiados dentro del conjunto de la sociedad boliviana — y, de paso, negarles el derecho de un organismo que se encargue de velar por sus intereses. Este tipo de análisis pasa por alto el hecho de que prácticamente no ha existido ninguna cultura sin algún sistema de jerarquías sociales; los experimentos socialistas más radicales, que 10 Ibid. 204 propugnaban explícitamente la abolición de las clases sociales y del Estado, han demostrado ser los ordenamientos políticos con las jerarquías más rígidas, las élites más privilegiadas y el aparato estatal más frondoso en la ya larga historia universal. Los propietarios privados de los medios de producción tienen obviamente en Bolivia y en cualquier lugar del mundo el derecho de organizarse corporativamente, de expresar sus opiniones y de tratar de influir sobre las políticas públicas del gobierno respectivo. La legitimidad de estos procedimientos y organismos sólo puede ser puesta en duda desde una perspectiva teórica revolucionaria, que al mismo tiempo suponga ingenuamente (1) que es posible y probable la construcción de una sociedad perfecta sin estratificación social y (2) que, mientras tanto, las clases altas encarnan todo aquéllo que es negativo política y moralmente. En este sentido una de las críticas más extensas a la CEPB es la realizada por Alejandra Ramírez Soruco, quien acuñó el término de empresarialismo para denotar los rasgos más importantes del fenómeno boliviano. Contrapuesto expresamente al concepto de empresario innovativo y agresivo, propuesto por Joseph Schumpeter, el "empresarialismo" sería aquel conjunto de empresarios "vinculados al poder político, a la necesidad de dominar, a partir de la acumulación del capital, al resto de la sociedad" 11 . Según la autora, "el empresarialismo es el que aprovecha esos vínculos o esa identificación con el poder tanto para forjarse y fortalecerse como institución como para proteger sus capitales en vez de arriesgarlos: en todos los casos el empresarialismo es aquel tendiente hacia la conservación de su dominación de la sociedad civil, es decir, hacia su constitución como sujeto protagónico en la sociedad, sin participar efectivamente, no obstante, en el desarrollo 11 Alejandra Ramírez Soruco, op. cit. (nota V/5), p. 2 205 económico del país" 12 . Esta concepción reproduce un lugar común de la Teoría de la Dependencia en su versión marxista: el empresario boliviano, y precisamente aquél que es "protagónico" desde 1985, configuraría un actor social parasitario que se aprovecha de una relación privilegiada con el poder político para crear o consolidar su preeminencia social y económica: "El empresarialismo es aquél que surge del poder y no el empresario que — gracias a su empresa o al capital que ésta le permite acumular y utilizar — llega al poder"13. Esta doctrina, muy popular en diversos segmentos de la opinión pública, se basa en dos ideas claves: (a) Desde la época colonial ha existido una íntima conexión entre el aparato estatal-burocrático y los estratos privilegiados, borrándose premeditadamente la diferencia entre lo público y lo privado en favor de este último mediante diversos modos de "acceder" a los fondos fiscales; (b) la Revolución Nacional de 1952 no constituyó un peligro para los propietarios de medios de producción y más bien dio nacimiento al actual empresariado boliviano. "El empresarialismo nacional es el resultado de ese mismo Estado al que tanto critica" 14 . Como corolario, Ramírez sostiene que la CEPB sería la heredera directa de la antigua oligarquía, de "su mentalidad señorial y especulativa", de su carácter prebendalista y clientelista, y no conformaría un estrato nuevo con espíritu genuinamente "gerencial, inversor, innovador". Continuaría el tipo de empresa "de beneficio a corto plazo", que nada sabe de riesgos, de crear nuevos procedimientos productivos y organizativos y 12 Ibid. (formulación original de la autora).- Este enfoque está basado en la obra de Roberto Laserna, Productores de democracia. Actores sociales y procesos políticos 1971-1992, Cochabamba: CERES/FACES 1992. 13 Ramírez, ibid., p. 2 14 Ibid., p. 5; cf. p. 7: "[1952] no hizo otra cosa que tender hacia la acumulación de capital en manos de una nueva élite burocrático-empresarial". 206 de elevar constantemente la productividad 15 . Una parte de la opinión pública comparte esta visión de un empresariado parasitario, incapaz de utilizar debidamente los inmensos depósitos de ahorro en los bancos y, por lo tanto, de propagar verdaderos impulsos de larga duración para el desarrollo del país; los dirigentes de la CEPB serían, además "genuflexos sirvientes de las transnacionales"16. Esta corriente de pensamiento percibe en el terreno sociocultural las consecuencias más deplorables del "empresarialismo": la preservación de una mentalidad elitista-señorial en las capas altas, la expansión de un individualismo inescrupuloso, el avance de un espírito especulativo en detrimento de uno laboral-innovativo, un marcado "proceso de desproletarización" en desmedro de la solidaridad que irradiaba el movimiento sindical y "la ruptura abierta del pacto de reciprocidad Estado / sociedad civil" 17 . A pesar de su ropaje marxista, esta posición es eminentemente conservadora. Lamenta la dilución de virtudes y fenómenos (como la solidaridad, el talante colectivista, el Estado paternalista y protector) que son inherentes a toda sociedad tradicional, provinciana y premoderna, fenómenos que — como lo vieron Karl Marx y Max Weber — de todas maneras desaparecerían inexorablemente con el advenimiento de los procesos combinados de urbanización, industrialización y racionalización de la vida cotidiana, que conforman también las precondiciones de todo socialismo serio. Aparte de esto, es altamente incierto que alguna vez hubiera existido un "pacto de reciprocidad entre el Estado y la sociedad civil"; el nexo más importante entre 15 Ibid., p. 3, 53 16 Juan Pereira Fiorilo, Incapacidad del sector privado, en: HOY del 7 de octubre de 1992 17 Ramírez, ibid., pp. 34-36 207 ambos es la Constitución Política del Estado y sus estatutos y códigos legales, y la CEPB, al propugnar una razonable modernización de todos ellos, contribuye más bien a que los vínculos entre el Estado y la sociedad civil se transformen en más previsibles, transparentes y adecuados a la realidad de hoy. Finalmente hay que señalar un argumento de sentido común para rebatir la tesis de una continuidad y identidad totales de los estratos altos desde la época colonial hasta el presente: si les iba tan bien a los empresarios, todos ellos parásitos del aparato estatal, con la situación imperante hasta 1985 y particularmente con el dilatado rol empresarial del Estado, ¿qué necesidad tenían de embarcarse en el incierto experimento de la revolución liberal, de reducir las funciones económicas del Estado, de racionalizar la administración pública y el Poder Judicial, y porqué no trataron más bien de preservar y consolidar el estatismo imperante, si éste último parecía tan favorable a los intereses empresariales privados? Es evidente que la representación de intereses empresariales va a exhibir siempre fragmentos de una mentalidad o, por lo menos, de posturas elitistas. Y si esta agrupación está decidida a promover una revolución liberal y una modernización seria del país, es ineludible y saludable que se extirpen las pautas de orientación colectivistas (tan caras al espíritu autoritario de izquierdas y derechas) y se fomenten valores y actitudes individualistas, antigregarias, escépticas, racionales, proclives al esfuerzo personal y a labrarse un camino propio, y a no esperar de arriba (del Padre Estado, de la administración pública, del partido omnisciente) la solución de todos los problemas. Lo negativo reside, en realidad, en otro plano, que no examinan los críticos de la CEPB: el peligro de un consumismo desenfrenado, la propagación de los fenómenos de alienación en un grado muy elevado, la destrucción del medio ambiente a causa de un crecimiento económico y demográfico demasiado acelerado y la decadencia 208 de la estética pública. Pero mientras la persecución de los intereses particulares (y en cuanto tal legítimos) de los empresarios coincida parcialmente con intereses generales de la nación — si es que hay algo así — o, dicho de modo más realista, si esos intereses sectoriales sirven para llevar adelante de forma más efectiva que otros modelos de ordenamiento social los procesos de modernizaciuón y democratización, entonces no se puede denegar al empresariado el mérito de haber contribuido (así sea temporalmente) al progreso histórico de la nación. Es sintomático que algunos intelectuales progresistas tienen ahora una opinión diferente y matizada sobre el rol de los empresarios. Omar Chávez Zamorano los percibe como los "agentes centrales de desarrollo", es decir como los actores sociales principales abocados a la modernización del Estado y la sociedad y a la racionalización de la vida institucional. Esto se debe a que los empresarios han tomado la iniciativa que antes siempre permanecía en manos de instancias estatales. Según Chávez Zamorano, los empresarios contemporáneos habrían superado la "ética señorial" — propia de los antiguos terratenientes y mineros — y habrían asimilado los patrones de comportamiento, las motivaciones socio-políticas y los valores culturales que están dirigidos hacia "una preocupación racional y sistemática por el desarrollo corporativo y nacional" 18. De acuerdo a este autor, la lógica del libre mercado, la inclinación a pensar a largo plazo, el necesario espíritu de cooperación y el hábito de correr el riesgo inherente a toda inversión conducen a desplegar una mentalidad moderna y democrática 18 Omar Chávez Zamorano, Elites en el gabinete. Los empresarios: ¿dirigentes de la modernización del país?, en: LA RAZON (suplemento VENTANA) del 15 de agosto de 1993, p. 16 sq.- Cf. también: Ruth Eliana Chuquimia, Entre ser y no ser el próximo "superman" del gabinete [entrevista con Fernando Manes], en: PRESENCIA del 3 de agosto de 1993 209 y a conformar una nueva clase empresarial dinámica, que en cuanto tal está decidida a colaborar con los demás sectores sociales por un "desarrollo con equidad social" y en pro del bien común19 . Los empresarios de hoy ya no serían los ogros precapitalistas descritos por las doctrinas revolucionarias, sino un grupo imbuido de un espíritu participativo y hasta democrático, que trata de hacer concordar sus intereses gremiales con los intereses generales de la sociedad. Estos pensamientos no estan exentos de una buena dosis de optimismo e ingenuidad, si observamos, por ejemplo, la desilusión que ha sido la participación directa de los grandes empresarios en las más altas funciones gubernamentales (1993/1994). Chávez Zamorano ve en los actuales empresarios bolivianos la clase capitalista dinámica e industrializadora — al estilo de los exitosos casos del Asia Oriental — con que siempre soñó la rama no marxista de la Teoría de la Dependencia. Pero aun así no hay duda de que el estrato empresarial se ha transformado notablemente en el curso de las últimas décadas y que ha adoptado algunos de los mejores elementos de las grandes concepciones del racionalismo occidental y de la democracia liberal. Y ésto es en Bolivia un progreso digno de mención. c) La lucha contra la corrupción, en favor de las privatizaciones y por el cambio de las instituciones estatales Una de las motivaciones primordiales de la CEPB para emprender la formulación de grandes reformas fue la preocupación de los empresarios por la falta de crecimiento e 19 Chávez Zamorano, loc. cit. 210 inversiones, a pesar de los logros de la estabilización monetaria desde 1985. En un estudio interno de la Confederación se llegó a la conclusión de que las siguientes causas impedirían inversiones significativas: La incertidumbre institucional, la imprevisibilidad e inconfiabilidad generales, reflejadas en la inestabilidad de las reglas de juego, la excesiva burocracia y la dilatada corrupción en la esfera pública; la continuación de prácticas e instituciones monopólicas, empezando por los servicios públicos; la existencia de regulaciones de facto, no amparadas por la ley, para la fijación de sueldos y salarios, todo ello bajo la mirada normativa o, corrientemente, la intervención de instancias estatales sin una ley que lo autorice expresamente; la incertidumbre en el régimen de la propiedad privada, como es el caso de la tierra y el inquilinato prolongado; .la absoluta inconfiabilidad del Poder Judicial (corrupción, lentitud, ineficiencia, altos costes para la ejecución de contratos); y la excesiva burocratización y su contraparte, la discrecionalidad, informalidad y arbitrariedad de funcionarios y procedimientos20. 20 ¿Porqué no hay más inversión en Bolivia?, en: CEPB, Nuevos horizontes. Gestión 1991-1992, La Paz (sin editor ni fecha de aparición), pp. 235-254 (El documento original fue redactado posiblemente por Javier Cuevas.) 211 Para superar esta situación, la CEPB ha propuesto a lo largo de los años las siguientes reformas: La consolidación de la democracia, junto con la terminación de la lógica de la confrontación; la desregulación de normas, leyes y decretos superfluos, una fiscalización efectiva de los entes estatales, una reforma tributaria y la autonomía total del Banco Central; la privatización de la mayoría de las empresas estatales en el terreno económico, incluyendo los fondos de pensiones y la seguridad social; la reforma de la Constitución, especialmente de los llamados regímenes económicos especiales, junto con la descentralización administrativa; reestructuración total del Poder Judicial; reformas del sistema educacional básico y del universitario (caracterizados ahora por su obsolescencia, inmovilismo y politización); y redistribución del gasto público en favor de mayores inversiones en infraestructura, salud, educación y desarrollo agropecuario21. La CEPB perseveró en su loable intento por cambiar la mentalidad estatista, ensayando — sin ningún éxito — una 21 Ibid., passim; cf. también: Las restricciones al desarrollo de Bolivia, en: UASPA INFORMA, vol. II, N° 1, mayo de 1993, pp. 1-5 (El documento se llama explícitamente una "síntesis del pensamiento de la empresa privada boliviana" sobre los problemas y las causas del atraso socio-económico.) 212 concientización de los funcionarios públicos 22 . Una de las principales trabas a la modernización del país era (y es) percibida por la CEPB en uno de los cimientos más antiguos y "sólidos" del estatismo prebendalista y patrimonialista que se manifiesta en niveles muy elevados de corrupción y corruptibilidad funcionarias, cuya magnitud, sofisticación y frecuencia habrían llegado en Bolivia a un grado inaudito que impediría la instauración de una administración previsible en su comportamiento (cosa esencial para la marcha de cualquier negocio), adecuada a los requerimientos de los ciudadanos (para evitar, además, el surgimiento de una extendida anomia social) y abierta hacia las innovaciones del mundo contemporáneo. Según la CEPB el nivel de corrupción burocráticoadministrativo poseería tres connotaciones negativas para el conjunto de la nación: socavaría los fundamentos éticos de la sociedad a mediano y largo plazo; pondría en peligro la credibilidad del sistema democrático-representativo, particularmente la confianza colectiva en las instituciones del Estado 23 ; y (c) dificultaría toda gestión empresarial y el crecimiento económico. 22 Se requiere cambiar la tradicional mentalidad estatista, en: EL MUNDO del 12 de octubre de 1990; Sectarismo político impide crecimiento de la economía, en: LOS TIEMPOS del 22 de diciembre de 1990; Empresarios piden al gobierno superar contradicciones internas, en: LA OPINION del 25 de diciembre de 1990 23 La corrupción atenta contra la democracia y el proceso de desarrollo socioeconómico de Bolivia, en: CEPB, Consolidando una gestión [sin lugar ni fecha de aparición y sin editor], p. 123 sq.; Declaración sobre la corrupción en Bolivia, en: CEPB, Nuevos horizontes..., op. cit. (nota V /20), p. 192 sq. 213 La CEPB propuso una "erradicación definitiva" de esta "lacra social" y condenó a los propiciadores de actos de corrupción y cohecho, "aun cuando estuvieran involucrados en estos hechos delictivos algunos empresarios" 24 . Una de las declaraciones más severas contra estos vicios fue la realizada por Carlos Calvo en abril de 1991, quien constató, de gobierno en gobierno, un imparable aumento en los índices de corrupción, proceso que conllevaría una mayor "tensión social", deterioraría la imagen del país en el exterior e impediría así inversiones extranjeras 25 . Durante largos meses no escasearon acerbas críticas a las opiniones de Calvo, quien fue acusado de exagerar y distorsionar la realidad nacional con obscuros fines políticos. Diputados del MIR y del MNR sostuvieron que la empresa privada era la primera instancia en corromper a los funcionarios estatales26. En un comunicado muy interesante sobre esta temática, la CEPB reafirmó las aseveraciones de Carlos Calvo, subrayando que la corrupción abarcaría "a todos los estamentos de nuestra sociedad". Admitió que habrían esfuerzos, también en el seno del gobierno, para frenar este fenómeno y propuso finalmente una serie de medidas pragmáticas y razonables para combatir los excesos de la corrupción, algunas de las cuales han sido llevadas posteriormente a la praxis: 24 Consolidando..., ibid., p. 123 25 Carlos Calvo, "Este gobierno es más corrupto que el anterior", en: LA RAZON (La Paz) del 2 de abril de 1991: "Este gobierno es más corrupto que el anterior. El anterior era más corrupto que el de antes, y el próximo con seguridad va a ser más corrupto que el actual. ¿Adónde vamos a ir con ese ritmo de despilfarro, de proyectos elefantes blancos?". 26 Marejada de críticas a Carlos Calvo por denuncia de corrupción oficial, en: ULTIMA HORA del 28 de enero de 1992 214 elección de los presidentes o directores de las grandes entidades fiscales autárquicas por el parlamento y con el voto concertado de la oposición (mediante la necesidad de contar con dos tercios de los legisladores para ser electo); ampliar y hacer obligatorios los concursos de méritos para aquellos funcionarios situados inmediatamente por debajo de estos nombramientos parlamentarios; incluir bajo esta modalidad a los miembros (ministros) de la Corte Suprema de Justicia; reorganización y tecnificación de las aduanas, con prohibición expresa de funcionarios ad honorem en ellas; financiamiento estatal de las actividades principales de los partidos políticos (por ejemplo: para proselitismo políticoelectoral) por medio de fondos públicos; y renuncia de parte del Estado a las actividades empresariales, porque estas serían el suelo mejor abonado para la corrupción de gran envergadura27. •Uno de los argumentos más interesantes de los empresarios en favor de la privatización estriba precisamente en que ésta eliminaría o mitigaría las ocasiones para la corrupción en gran escala de funcionarios públicos y coadyuvaría a la estabilidad y el crecimiento económicos. (América Latina no sería un continente pobre, sino uno empobrecido por las malas administraciones pro-estatistas.) De acuerdo al entonces secretario ejecutivo de la CEPB, Johnny Nogales, la privatización 27 CEPB, Declaración sobre la corrupción en Bolivia, en: HOY del 30 de enero de 1992 215 reduce las posibilidades de corrupción al terminar con los "mamíferos estatales" que viven del presupuesto gubernamental, pero no asumen ninguna responsabilidad por una mala gestión28. Según este personero de la CEPB, la privatización tendría otras ventajas: asegura una mejor rentabilidad en el plano estrictamente económico (impide la ineficiencia y duplicidad de esfuerzos típicas de las empresas subsidiadas por el Estado), consolida la mera existencia de las empresas privadas (y, por ende, la estabilidad de los puestos de trabajo), y crea un ambiente general proclive a las inversiones29. Pese a variados esfuerzos por poner en marcha un proceso acelerado de privatizaciones, éste se ha llevado a cabo hasta hoy (1994) de manera bastante lenta. La causa principal para ello debe ser vista en la atmósfera de estatismo que predominaba (y aun prevalece) en el país: como afirmó el propio Nogales, en Bolivia apenas existió un genuino empresariado privado, puesto que los innumerables negocios adscritos nominalmente al sector privado han sido instituciones subsidiadas por el Estado y que funcionaban según normas pro-estatistas 30 . Una buena parte de la oposición a todo designio privatizador ha provenido del sector privado, de 28 Johnny Nogales [secretario ejecutivo de la CEPB], "Dejen que el capitalismo produzca y el socialismo distribuya...", en: ULTIMA HORA del 11 de noviembre de 1990; Para garantizar la estabilidad se debe recurrir a la privatización, en: PRESENCIA del 2 de diciembre de 1990 29 Ibid.; cf. CEPB, Documento de Potosí, en: LOS TIEMPOS del 2 de octubre de 1990.- Sobre una crítica al concepto privatizador de la CEPB cf. Franz Xavier Barrios Suvelza, La privatización en Bolivia. Teoría de la privatización, Sucre: I.P.T.K. 1994 30 Nogales, loe. cit. (nota IV/28) 216 modo velado, pero efectivo y casi permanente. Por ello es de excepcional relevancia que la CEPB haya implementado desde adentro una doble campaña, uno de cuyos objetivos centrales ha sido el de convencer a los propios afiliados de las bondades de una posición verdaderamente independiente con respecto al Padre Estado. Las dos metas de esa campaña pueden ser descritas como (A) una concientización de la opinión pública acerca de la necesidad de la privatización de los entes fiscales junto con (B) la lucha contra la ubicua ideología del estatismo, "aceptando el reto que significa la libre competencia", la supresión de privilegios disfrazados de subsidios y la apertura a la economía mundial. Esto significaría el fin o, por lo menos, la reducción del proteccionismo arancelario 31 . Para el sector esclarecido de la CEPB, el "achicamiento" del Estado no significa su supresión, sino su conversión desde un organismo "fofo e hipertrofiado" hasta una institución pequeña, pero eficiente y confiable, que sirva precisamente "para estimular la competitividad de los empresarios privados"32. Los principales argumentos, válidos hasta hoy para justificar la privatización de las empresas públicas, así sea bajo la modalidad parcial de la capitalización, han sido los siguientes: — La situación financiero-administrativa de los entes fiscales es "sencillamente calamitosa" 33 ; sus abultados 31 Empresarios renuncian definitivamente a proteccionismo, subvenciones y privilegios, en: LA RAZON del 21 de abril de 1991 32 Cf. los editoriales: El Estado y la empresa privada, en: LA RAZON del 21 de abril de 1991; La empresa privada, a tono con el signo de los tiempos, en: ibid. del 24 de abril de 1991 33 Seminario sobre privatización, en: CEPB, Consolidando..., op. cit. (nota IV/45), p. 149 217 déficits tienen que ser pagados, en el fondo, por todos los bolivianos. La clase política, los sindicatos, el estamento universitario y una buena parte de la prensa consideran que es una cosa éticamente normal y técnicamente admisible que el Tesoro General de la Nación cubra cualquier pérdida de estas empresas. Según Fernando Illanes, nadie controla las empresas públicas, que así se han transformado en "botines políticos" y fuente de corrupción, empleomanía y déficit fiscal, financiadas, después de todo, por el conjunto de la colectividad. Los sindicatos habrían jugado un turbio rol en connivencia con los funcionarios públicos para inflar innecesariamente las empresas estatales y dilapidar fondos fiscales34. — La élite del poder y los estratos superiores del aparato estatal no pueden ni quieren diferenciar entre gobernar y administrar. Los resultados son, entre otros, una pésima selección del personal jerárquico y de los empleados en las empresas estatales, las manipulaciones políticoclientelistas, los precios artificiales e ideológicamente determinados de los productos finales, el atraso tecnológico, la descapitalización progresiva y la total incomprensión de lo que significa invertir, investigar y mejorar procedimientos técnicos y organizativos. — La privatización tendrá a largo plazo una consecuencia positiva sobre el empleo: si continúa la actual marcha negativa y descendente de las empresas fiscales, de todas maneras se dará un desempleo creciente hasta llegar al colapso o la quiebra de la empresa, lo que conduciría inexorablemente a la pérdida de todos los puestos de trabajo. Se admite que con la privatización pueden ocurrir 34 Cf. el brillante artículo: Exposición del Ing. Fernando Illanes en el Foro sobre Privatización organizado por la COB, en: PRESENCIA del 23 de agosto de 1992 218 despidos a corto plazo, pero la capitalización y tecnificación de las empresas las hará rentables y, por lo tanto, viables en el largo plazo. — La privatización es razonable para el conjunto de la sociedad porque se habría demostrado que las economías de libre mercado, basadas sobre la propiedad privada de los medios de producción, significan para las poblaciones afectadas un buen nivel de calidad de los productos manufacturados y precios razonables de los mismos en un medio altamente competitivo, lo que, a su vez, obliga a las empresas simultáneamente a buscar innovaciones tecnológicas y a usar métodos gerenciales adecuados. La problemática de la privatización tiene asimismo connotaciones claramente políticas. La CEPB propuso, por ejemplo, que los trabajadores de la propia empresa tengan un derecho preferencial de compra de las acciones en el proceso de privatización 35 . Esta última, en cuanto una de las mejores estrategias contra el estatismo, haría más difícil el trato preferencial de algunas empresas por la vía de monopolios, subsidios y aranceles especiales y contribuiría, por consiguiente, a la democratización de la esfera productiva. Al desaparecer el paternalismo, el patrimonialismo y el proteccionismo estatales, las empresas privadas estarían expuestas a la concurrencia de los productos y las ideas extranjeras, es decir a los riesgos cotidianos de un foro global y democrático en el área económica36. 35 Ibid., p. 169 sq.- Para una crítica a esta posición cf. ¿ Qué espera la empresa privada para invertir? [= editorial], en: ULTIMA HORA del 21 de mayo de 1991 36 Las condiciones necesarias para una contribución efectiva del sector privado al desarrollo económico, en: CEPB, Consolidando..., op. cit. (nota V/23), pp. 178-186; para una crítica al proceso privatizador cf. Edwin Rodríguez, Privatización = corrupción? El interés nacional en juego, en: INVERSION & DESARROLLO (La 219 En el terreno socio-político la CEPB expandió su impulso modernizador a tres campos que han permanecido hasta hoy como objetivos fundamentales de este designio: (1) la actualización, tecnificación y despolitización de la educación, (2) la reestructuración, racionalización y moralización del Poder Judicial y (3) la reforma de las instituciones estatales, comenzando por la propia Constitución Política del Estado, vista ahora como anticuada, contradictoria y pro-estatista37. No hay duda del mérito que le corresponde a la CEPB por haber insistido metódica y públicamente por las indispensables reformas del sistema educacional (incluyendo el universitario) y de la totalidad del Poder Judicial (incluyendo códigos y trámites), pero hasta ahora (1994) no salió de esta institución ninguna idea (y menos un esbozo original) de cómo proceder en la praxis y en detalle con estos ambiciosos proyectos. Con respecto a la Constitución (CPE), la actitud de los empresarios ha sido ambigua. El presidente de la CEPB, Carlos de Chazal, se opuso al paso fundamental que había que dar para modernizar y agilizar la CPE, que era la reformulación del artículo 230 (y siguientes) de la misma, que norma precisamente los modos legales de modificarla. El argumento de Chazal (no habría que facilitar a cualquier mayoría fortuita en el parlamento la posibilidad de cambiar a gusto la CPE) es el más convencional y conservador y el usado por los sectores populistas, pro-estatistas, izquierdistas y afines para mantener un texto constitucional obsoleto 38 . De todas maneras, según la Paz), N° 7, 1992, p. 35; Roberto Jordán Pando, Neoliberalismo / privatización, acosados por el "talón de Aquiles" social, en: INVERSIONES & DESARROLLO, N° 8, 1992, p. 18 sq. 37 Educación, justicia y una estrategia adecuada son básicas para el cambio [documento oficial de la CEPB], en: LA RAZON del 5 de julio de 1991; CEPB, Declaración de La Paz, en: ibid. del 27 de agosto de 1991 38 Por principio...empresarios en contra de la modificación del 230 de la CPE, en: PRESENCIA del 28 de julio de 1994 220 concepción de la CEPB los principales puntos a ser modificados son los siguientes: Urge redefinir y rediseñar el rol del Estado, ya que la CPE de 1967 tiene todavía un manifiesto carácter pro-estatista; hay que suprimir la facultad del gobierno de establecer planes económicos de índole obligatoria para el desarrollo de la economía; hay que eliminar las discriminaciones contra el derecho de propiedad de los extranjeros en Bolivia; urge levantar todas las reservas fiscales y abolir el concepto de áreas estratégicas reservadas al Estado. La Carta Magna debe regular exclusivamente los principios fundamentales de la convivencia de los bolivianos y la organización de sus estructuras políticas. Los puntos claves serían el respeto irrestricto al individuo, a las libertades público-políticas y a la propiedad privada, así como el rol subsidiario del Estado. La descentralización debe ser sólo administrativa y no política (la CEPB se opone rotundamente a un régimen federal). Se debe crear un sistema de funcionarios públicos (servicio civil) que no estén obligados hacia ningún partido y que en lo posible no sean nombrados por vinculaciones partidarias, sino por méritos técnico-profesionales. El derecho a voto debe regir a partir de los 18 años. El Poder Legislativo debe ser fortalecido, dándole la potestad de elegir, mediante mayorías cualificadas, a los jueces de los tribunales supremos, al fiscal y al contralor generales de la República y a los directores de los grandes entes autárquicos. La mitad de los miembros de la Cámara de Diputados debe ser elegida en base a circunscripciones uninominales. 221 El mandato del Presidente de la República, de los alcaldes y de los Concejos Municipales debe ser extendido. El Poder Judicial debe ser reformado según los "principios de despolitización, autonomía, transparencia y honestidad". Hay que establecer un Tribunal Constitucional y un Concejo de la Magistratura39. Como se sabe, en las reformas constitucionales de 1994 se convirtieron en realidad muchos de los planteamientos de los empresarios, que también fueron apoyados desde un comienzo por los sectores esclarecidos de los partidos políticos y una porción de la prensa boliviana. Aunque es imposible ponderar cuál fue exactamente la participación directa (y la inspiración) de la CEPB en estas reformas de la Carta Magna, hay que reconocer que su acción coadyuvó a implementar reformas altamente resistidas por muchos sectores poblacionales de tendencias conservadoras (entre ellos, como de costumbre, los partidos de izquierda y el movimiento sindical). d) La percepción social de la CEPB y la persistencia de los valores normativos convencionales No existe ni una sola investigación empírico-documental acerca de cómo los empresarios perciben su entorno social y la estructuración de clases en Bolivia, ni tampoco un análisis basado en entrevistas representativas que nos permitiese tener una idea sobre los presuntos prejuicios y preconceptos 39 La CEPB y la reforma de la Constitución Política del Estado, en: CEPB, Nuevos horizontes..., op. cit. (nota V/20), pp. 265-274; La Confederación de Empresarios Privados de Bolivia y las reformas a la Constitución, en: LA RAZON del 4 de septiembre de 1994, suplemento F, p. 7 222 que pudiera tener este grupo social con respecto al resto de la sociedad. Dada la ya mencionada sobrerrepresentación del sector étnico-cultural de los blancos criollos y de los descendientes modernizados de las viejas familias oligárquicas en el seno de la CEPB (con relación a la composición de la población como totalidad), se podría suponer que el sector poblacional más íntimamente vinculado a la empresa privada preserva — ciertamente de manera decreciente — valores de orientación, pautas de comportamiento y prejuicios irracionales de índole convencional. La carencia de materiales empíricos impide ponderar la magnitud de estos prejuicios y su incidencia sobre el comportamiento colectivo de los empresarios en el terreno de los conflictos sociales. Indirectamente se pueden sacar algunas inferencias de las actitudes que la empresa privada ha tenido frente a las temáticas ecológica y étnica, y aquí se puede afirmar sin lugar a duda que la CEPB ha exhibido una postura de incomprensión e inmediatismo, es decir: una conducta que tiene en vista únicamente los intereses sectoriales de muy corto plazo y que está, al mismo tiempo, alimentada por prejuicios tradicionales en lo que hace al tratamiento de las diferentes etnias y nacionalidades en Bolivia, prejuicios que pueden llegar al desprecio de culturas, modos de vida, valores y tradiciones de las culturas aborígenes sólo por el hecho de que éstas no pertenecen al envidiado ámbito de la civilización industrial moderna del Occidente capitalista. Los empresarios siempre vieron con marcada desconfianza y suspicacia toda preocupación conservacionista-ecologista, ya que tomar en serio medidas de protección a los ecosistemas les habría significado indudablemente nuevas inversiones y costos más altos de producción en el corto plazo. Desde un comienzo los empresarios, en solidaridad con aquéllos del sector maderero, se opusieron a toda regulación legal del uso de 223 bosques y, en general, de los ecosistemas vegetales 40 . La protección legal del medio ambiente sería para la CEPB un retorno a políticas estatistas, atentatorias de la propiedad privada y contrarias al progreso material; esta protección demandaría, además, la creación de una frondosa burocracia, obstaculizaría las inversiones y establecería aun más trámites burocráticos41 . En una curiosa movida táctica, los empresarios descubrieron e hicieron suya la concepción socialdemocrática del desarrollo sostenible (desarrollo y crecimiento sin destruir demasiado la naturaleza, permitiendo su regeneración): se rechazó toda política "preservacionista" (como las políticas "ambientalistas" de los Estados Unidos y Europa Occidental), porque no corresponderían a la "realidad nacional", enfatizando más bien la posibilidad y necesidad de la "utilización inteligente" de los ecosistemas tropicales. No se deberían tolerar, por otra parte, políticas públicas ambientalistas que restringiesen el libre mercado y el derecho de la propiedad privada. Como tarea práctica quedaría el "evitar el despilfarro" y "racionalizar" la explotación de los recursos naturales42. 40 Sobre el proyecto de ley del medio ambiente [declaración del presidente de los empresarios cruceños, Jorge Marcos Salvador], en: PRESENCIA del 22 de septiembre de 1987; Proyecto de ley de revrsión de áreas forstales crea graves problemas regionales y empresariales, en: EL MUNDO del 18 de octubre de 1989 41 CEPB, Aspectos de la Ley de Medio Ambiente violan constitución [declaraciones de Johnny Nogales, secretario ejecutivo de la CEPB], en: LA RAZON del 26 de septiembre de 1991; Empresarios forestales aguardan negociación compensatoria, en: ibid. del 30 de septiembre de 1990; Autoridades de gobierno presionan para favorecer intereses madereros, en: PRESENCIA del 12 de diciembre de 1993 42 Empresario en favor del desarrollo sostenible [declaraciones de Raúl Espa ñaSmith, presidente de la Asociación Nacional de Mineros Medianos y director de la Comisión del Medio Ambiente de la CEPB], en: PRESENCIA del 21 de noviembre de 1993; Fernando Romero Moreno, El desarrollo sostenible como principio de reorganización de la sociedad, en: LA RAZON del 3 de marzo de 1993; cf. también la crónica: Marthadina F. de Finot, La cumbre desde Bolivia: el empresariado también se hace escuchar, en: PRESENCIA del 11 de junio de 1992 224 Instituciones cercanas a la CEPB se opusieron (y se oponen) terminantemente a la concesión de áreas territoriales a las etnias amazónicas y guaraníes del Oriente boliviano, que reclaman zonas protegidas, argumentando que la "demanda de las poblaciones indígenas [...] está manipulada malintencionadamente por personas y organizaciones", que las empresas forestales se consagran arduamente a la tarea de la reforestación y que los verdaderos depredadores serían los campesinos que se dedican a expander la frontera agrícola43. En 1993, la Cámara Nacional Forestal lanzó una amplia campaña propagandística para demostrar (1) que la extensión boscosa no aprovechada aun del territorio boliviano es gigantesca, (2) que los verdaderos destructores de "los recursos forestales" son los campesinos y (3) que las empresas madereras se dedican exclusivamente a una explotación racional del bosque (el mínimo indispensable) y a una reforestación constante". Aunque todos los informes de organizaciones internacionales y grupos ecologistas coinciden en que las empresas madereras en Bolivia probablemente nunca han reforestado un solo árbol ni han usado "métodos racionales de explotación" (siempre aludidos, nunca explicitados), la Cámara Nacional Forestal manifestó que una combinación de "boliviana envidia" con "histeria ecologista" era la responsable de la no muy buena reputación de los industriales madereros. La 43 Sociedad de Ingenieros Forestales de Bolivia, Marcha indígena: manipulaciones ponen en riesgo el más avanzado plan de manejo forestal del país, en: PRESENCIA del 11 de septiembre de 1990.- Cf. también: A propósito del debate sobre la ley forestal, en: ibid. del 13 de enero de 1994, declaración de varias instituciones no ligadas directamente a la CEPB, donde se refuerza este argumento: no a las políticas preservacionistas y sí a la "utilización racional" de los recursos naturales. 44 Por una Bolivia forestal, en: PRESENCIA del 9, 10 y 13 de enero de 1993 (solicitadas de la Cámara Nacional Forestal) 225 solución estribaría en concertar el contenido de la proyectada ley forestal con los principales afectados por la misma, es decir los empresarios forestales, reducir las insoportables cargas tributarias que pesan sobre estos empresarios y privatizar los bosques 45 . Este último punto es ahora el más publicitado: el propietario de un bien (por ejemplo: de un bosque) es el más interesado y el más idóneo para preservar, cuidar y evitar la destrucción del mismo 46 . Conociendo la mentalidad inmediatista, la carencia de responsabilidad social a largo alcance y el historial específico de los industriales madereros, por una parte, y la falta de mecanismos convenientes de control por el Estado y la sociedad civil — a la que la problemática ecológica le deja bastante fría —, por otra, es dable esperar que la privatización de los bosques no detenga la catástrofe medio-ambiental que puede cernirse sobre Bolivia en el siglo XXI. La conducta ambigua del nuevo Ministerio de Desarrollo Sostenible, el peso de empresarios no muy esclarecidos sobre la dictación de políticas públicas en las reparticiones claves de este ministerio y la corrupción predominante en los Centros de Desarrollo Forestal, a quienes compete otorgar las concesiones de explotación forestal, hacen aparecer en una luz poco esperanzadora la situación general de los ecosistemas tropicales y del bosque en particular 47 . La declaración oficial de la CEPB sobre el medio ambiente de septiembre de 1994, llena de los lugares comunes aquí señalados y criticados, no ayuda a alumbrar este 45 José Luis Roca, En defensa de la industria forestal legítima y moderna, en: PRESENCIA del 14 de enero de 1994 (solicitada de la Cámara Nacional Forestal) 46 El proyecto de ley forestal: privatización de los bosques: ¿sí o no?, en: LA RAZON (suplemento VENTANA) del 19 de diciembre de 1993 47 Diputados postergan tratamiento de la Ley Forestal, en: PRESENCIA del 23 de noviembre de 1993; Ministro Guillermo Justiniano, Proyecto de Ley Forestal debe buscar equilibrio en tributación, en: ibid. del 12 de enero de 1994; Gobierno debe postergar aprobación de Ley Forestal, en: ibid. del 13 de enero de 1994 226 panorama bastante desolador 48 . Lo más probable es que los empresarios en general, salvo algunas contadas y loables excepciones, compartan la opinión de un distinguido industrial maderero de Santa Cruz, quien, después de afirmar que la actividad de las empresas forestales sería una verdadera bendición para los ecosistemas tropicales y repetir los lugares comunes de la reforestación masiva, expresó categóricamente el credo de todo el gremio: "Un bosque sin industria carece de valor financiero" 49 , es decir: una aberración, con la que hay que terminar inmediatamente. Una campaña de proporciones similares lanzó la empresa privada con motivo de las reivindicaciones territoriales y administrativas de las etnias amazónicas, reinvindicaciones que tenían que ver directamente con la destrucción de los bosques donde habitan estos pueblos desde épocas inmemoriales 50 . Los empresarios benianos calificaron a la llamada "Marcha por la dignidad y el territorio" como un intento politizado de ejercer una prosaica influencia sobre el gobierno, intento que podría conllevar una "parcelación" del territorio nacional y "una peligrosa confrontación entre benianos". Pero aun más negativo sería el hecho de que las etnias no reconocerían los legítimos derechos propietarios de los empresarios sobre los bosques en disputa, el enorme progreso material que brindaría la explotación maderera científica y los esfuerzos de los empresarios por reforestar y 48 La empresa privada y el medio ambiente, en: CEPB, 32 años: empresa privada para un nuevo país, separata de LA RAZON del 4 de septiembre de 1994, p. 5 F 49 Humberto Hoyos Casso, La madera boliviana dentro del actual sistema de producción, en: EL MUNDO del 30 de abril de 1993 59 Cf. la interesante compilación: Kitula Libermann / Armando Godínez (comes.), Territorio y dignidad. Pueblos indígenas y medio ambiente en Bolivia, Caracas: ILDIS/NUEVA SOCIEDAD 1992 227 preservar el bosque 51 . La CEPB lanzó un documento oficial sobre este asunto, cuyos puntos centrales son: Las reivindicaciones territoriales de los grupos étnicos del Oriente desincentivan las inversiones extranjeras; estas demandan vulneran los legítimos derechos (propiedades y concesiones) de los empresarios en las zonas en cuestión; las acciones de estos grupos dejan entrever una postura anticuada, adversa al progreso y a la civilización y favorable al atraso social, al aislamiento geográfico y cultural y a la preservación de la actual miseria de los indígenas amazónicos52. La CEPB manifestó que la concesión de territorios con administración autónoma en favor de las tribus amazónicas era anticonstitucional: la Constitución Política del Estado no reconocería ciudadanos bolivianos "originarios" con derechos especiales y prevalecientes sobre los de otros ciudadanos. La erección de tales territorios semisoberanos en el Beni traería consigo la creación de otras "republiquetas" en todo el Oriente boliviano, lo que, entre otras cosas, impediría la explotación racional de los recursos naturales 53 . El entonces presidente de la CEPB Carlos Calvo admitió que Bolivia es una sociedad 51 Empresarios Privados del Beni / Cámara Distrital Forestal del Beni, Lo que deben saber el gobierno y el pueblo de Bolivia sobre las demandas de territorios de las etnias, en: PRESENCIA del 15 de septiembre de 1990; Cámara Nacional Forestal, La demanda indígena y su solución, en: ibid. del 12 de septiembre de 1990 52 CEPB, Los grupos étnicos y el desarrollo del país, en: PRESENCIA del 14 de septiembre de 1990 53 Ley indígena conformará "republiquetas" dentro del país y frenará el desarrollo, en: PRESENCIA del 25 de septiembre de 1991 228 multi-étnica, pero sostuvo que el único camino al progreso es el de la modernización capitalista, y no el "funesto precedente de dividir el territorio nacional" entre las etnias. Calificó la pausa ecológica como un error de proveniencia foránea, que jamás debería ser aplicado en Bolivia. Acusó al gobierno de ceder fácilmente ante presiones populistas de todo orden; el decreto otorgando autonomía a los territorios de las etnias habría sido un acto de mero sentimentalismo54. En estos dos puntos la empresa privada exhibió una actitud muy convencional y signada por la defensa a ultranza de intereses privados de corto plazo; hasta ahora, su actitud general es la de minimizar los daños medio-ambientales que puede conllevar toda actividad agrícola o industrial. El empresariado privado tampoco mostró comprensión por el tema de las autonomías regionales y étnicas (y ni siquiera por una posible federalización del país, que fue un viejo postulado del Partido Liberal); se empezó a preocupar por estos temas cuando ya eran objeto de un extenso y muy diferenciado debate nacional, no aportando al mismo ninguna idea original. Como solución a todos los dilemas del desarrollo boliviano, y particularmente a los ecológicos y étnico-culturales, la CEPB propone una modernización acelerada, que salvo el signo capitalista, es compartida por la inmensa mayoría de las corrientes ideológicas. 54 Gobierno sentó un funesto precedente al dividir el territorio para las etnias, en: PRESENCIA del 27 de septiembre de 1990; Empresarios privados rechazan el tratamiento del gobierno a las etnias, en: ULTIMA HORA del 27 de septiembre de 1990.- La CEPB, en una reunión especial para tratar el problema de las etnias, aprobó las declaraciones de Johnny Nogales y Carlos Calvo y expresó su total solidaridad con los empresarios ganaderos y madereros del Beni: CEPB, Documento de Potosí, op. cit. (nota IV/49), passim 229 e) Conclusiones y perspectivas de la CEPB Estas reflexiones finales no se refieren a las perspectivas internas de la CEPB como organización gremial de los empresarios, sino exclusivamente a las complejas relaciones del empresariado privado con la evolución socio-política y más específicamente con el despliegue de la democracia en Bolivia. (En lo referente a la evolución interna, es probable que la CEPB prosiga en la senda actual, que lleva a un fortalecimiento organizativo en cuanto corporación y un reconocimiento más amplio de su capacidad de agregar y articular los intereses empresariales, reconocimiento que tiene lugar en el dispar mundo de los propietarios de medios de producción y también en la opinión pública y en la esfera política.) La mayor relevancia socio-política ha sido alcanzada por la CEPB cuando logró combinar la defensa de sus legítimos intereses sectoriales con la articulación de los intereses generales de una sociedad que anhelaba la reinstauración de la democracia y la consecución de un cierto progreso material. El mayor mérito que se puede atribuir a la CEPB es el de haber trabajado incansablemente desde 1978 por la introdución de un sistema democrático, representativo y pluralista de gobierno, complementado por el Estado de Derecho, precisamente cuando los partidos políticos, el movimiento sindical, las Fuerzas Armadas y otros actores sociales estaban aun inmersos en la cultura política tradicional del autoritarismo y luchaban exclusivamente por lograr la implementación de objetivos parciales y particulares. En aquellos años, cuando el estatismo era aun el credo oficial de la mayoría de las corrientes ideológico-políticas del país — y, en cierta medida, de la sociedad entera —, la CEPB tuvo el acierto de postular la reimplantación del régimen democrático, pero en el marco de un sistema liberal de libre mercado, que devolviese a la iniciativa privada el rol determinante en la esfera de la economía 230 y que, al mismo tiempo, fuera favorable a una amplia modernización del Estado, de sus leyes y estructuras, y, concomitantemente, resultara propicio para la superación de la mentalidad tradicionalista que aun es prevaleciente en el grueso de la población boliviana. La historia reconocerá seguramente estos merecimientos del empresariado privado: un trabajo metódico y sostenido, a la vez público y detrás de bambalinas, para retornar a la democracia después de largos años de gobiernos militares, por la vía de un extenso consenso entre los actores políticos (y no por caminos violentos, como lo prescribían las costumbres del país); ideas originales, por lo menos en Bolivia, para reformar la anticuada estructura del Estado y los procedimientos burocráticos de la administración pública; un impulso considerable para acometer la remodelación de dos instituciones particularmente ineficientes, corruptas y anacrónicas: el Poder Judicial y la educación; y -el esfuerzo decisivo para crear una economía de libre mercado, restringir las funciones empresariales del Estado, transpasar a manos privadas una buena cantidad de grandes conglomerados productivos mal concebidos y pero administrados y obtener así a largo plazo una mayor riqueza social sobre fundamentos más sólidos. No hay duda, empero, de que para llegar a estas metas la CEPB contó con el imprescindible concurso de algunos partidos políticos, de profesionales idóneos independientes y de una parte de la opinión pública. Por otra parte, los intentos modernizadores y reformadores no pertenecen exclusivamente 231 a los empresarios, en cuyo seno se encuentra una cantidad notable de segmentos conservadores, estatistas y proclives a cualquier forma de corrupción. Como afirmó acertadamente Carlos F. Toranzo Roca 55, el empresariado boliviano exhibe a menudo un comportamiento esquizofrénico: por un lado propugna el mercado totalmente libre y transparente y por otro busca la protección oficial (bajo la forma de subvenciones, prebendas, créditos no reembolsables, licitaciones poco claras, etc.) cuando surge la primera dificultad. De acuerdo a Toranzo, el discurso de los empresarios sería liberal y librecambista, pero los empresarios sentirían una profunda "añoranza del Estado": después de todo, éste último los ayudó a nacer y perdurar en un medio hostil. Las perspectivas de la CEPB tienen también que ver con esta actitud fundamentalmente ambigua del empresariado: Toranzo Roca señaló que el "bloque empresarial" sería tan heterogéneo como el sindical, y que ninguno de ambos podría ser atribuido claramente a un impulso modernizante o retardatario. Sectores del empresariado estarían igualmente inmersos en el legado del patrimonialismo, prebendalismo y clientelismo; la organización interna de las empresas podría ser calificada de atrasada, influida aun decisivamente por el "pernicioso entorno familiar". En el interior de la CEPB perdurarían prejuicios étnico-culturales: los "empresarios de tez moderna" tendrían muy poco peso en ella56. Las perspectivas para el empresariado boliviana serían más claras si el proceso de democratización llegara también al ámbito de la producción: para la solución de los retos ante los que se halla la industria boliviana (que van desde la 55 El libre mercado cojea en Bolivia [entrevista entre Carlos F. Toranzo Roca y Fernando Manes], en: LA RAZON del 20 de abril de 1993 56 Carlos F. Toranzo Roca, Liberalismo y añoranza del Estado, en: PRESENCIA del 24 de enero de 1992 232 flexibilización laboral y la recalificación de la fuerza de trabajo hasta la progresiva delegación de funciones a empleados bien formados) se requiere del mutuo respeto entre empleadores y empleados y de una atmósfera democrático-pluralista para una discusión sensata de los problemas 57 . Es presumible, sin embargo, que la mayoría de los empresarios no posea ni una conciencia clara de los asuntos relacionados con una reestructuración moderna de las fábricas ni el espíritu racional y tolerante que se precisa para tratar con grupos sociales que tienen intereses legítimos, pero diferentes a los propios. Uno de los puntos que ensombrecen las perspectivas de la CEPB es justamente la actitud fundamentalmente ambigua de los empresarios frente a los dos fenómenos por cuya consecución la CEPB ha luchado hasta ahora de manera relativamente exitosa: el proceso de democratización y el ensayo de modernización. Los resabios autoritarios y clasistas, el apego, así sea disfrazado, al estatismo, los prejuicios étnicoculturales y la incomprensión de todas las innumerables implicaciones de la modernidad pueden conducir a que los mismos empresarios dejen su obra histórica inconclusa a medio camino. Existe, por ejemplo, el peligro de que la población perciba el actual modelo de economía de mercado y democracia liberal como una democracia plutocrática y elitaria, que no valdría la pena defender. Posiblemente surjan graves problemas de gobernabilidad si dilatados sectores sociales persisten en identificar la democracia presente con una pobreza creciente58. 57 Carlos F. Toranzo Roca, Bolivia: el rol de los empresarios y trabajadores en la modernización industrial, en: DEBATE LABORAL N° 6, La Paz: ILDIS 1992, pp. 31-37 58 Cf. el interesante artículo de Carlos F. Toranzo Roca, Cuidado con la democracia, en: LA RAZON (suplemento VENTANA) del 4 de septiembre de 1994, p. 14 sq.- Como una muestra de este tipo de pensamiento cf. la opinión del movimiento sindical: "Plan de Todos" profundizará el modelo neoliberal y pobreza, en: PRESENCIA del 4 de agosto de 1993 233 Aunque no hay duda de que los empresarios brindaron el indispensable impulso inicial para el proceso combinado de modernización y democratización, parece hoy asimismo probable que se halla llegado a un punto de saturación en el espíritu innovador que reinó una temporada en la CEPB. En lo referente a la reforma educativa, la reestructuración del poder judicial, las modificaciones a la Constitución y la desburocratización de la administración pública — temas todos ellos introducidos en forma pionera por la iniciativa privada —/ se puede constatar una marcada declinación del ímpetu renovador en el seno de la CEPB. Así como esta organización ha exhibido una postura no muy racional, demasiado particularista y manifiestamente convencional ante los asuntos ecológicos, demográficos y socio-étnicos, el gobierno del MNR a partir de agosto de 1993, durante cuyos primeros meses la influencia de los empresarios fue enorme, se ha distinguido por rasgos ajenos al acervo racional-liberal: expansión de la burocracia estatal, extrema lentitud en el plano operacional, reclutamiento consuetudinario de los altos funcionarios públicos, dilación acostumbrada de la labor legislativa, preservación de los fenómenos de ineficiencia y corrupción59. Como lo anticipó brillantemente Jorge Lazarte en agosto de 199360, la asunción del poder político por los empresarios no conduce necesariamente al éxito. Las habilidades y facultades que hicieron crecer a una persona en el ámbito de los negocios no son exactamente las mismas que se requieren en la arena política. Los empresarios no siempre comprenden la 59 Confederación de Empresarios Privados: el país marcha correcto pero muy lento, en: LA RAZON del 28 de julio de 1994 [declaraciones de Carlos de Chazal, presidente de la CEPB] 60 José A. Pomacusi Paz, Cuando los empresarios "invaden" la política [entrevista con Jorge Lazarte], en: LA RAZON del 8 de agosto de 1993 234 compleja y cambiante dimensión política de sus decisiones. La lógica de la eficacia no es la lógica del éxito socio-político, que depende de muchas más variables. El desempeño político no demasiado brillante de ilustres empresarios en los primeros meses del gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, cuyo talento empresarial está fuera de toda duda, parece ser un testimonio de esta tendencia. Por ello se puede hablar de la incertidumbre que acompaña ahora a la CEPB en la esfera política y en el terreno de la remodelación social a gran escala. 235 BIBLIOGRAFIA ESCOGIDA A) Fuentes primarias Para el periodo 1962-1994 se han consultado y utilizado noticias, editoriales, declaraciones, comunicados, comentarios y artículos firmados aparecidos en los periódicos PRESENCIA (La Paz), EL DIARIO (La Paz), ULTIMA HORA (La Paz), HOY (La Paz), LA RAZON (La Paz), LOS TIEMPOS (Cochabamba), LA OPINION (Cochabamba), EL MUNDO (Santa Cruz) y EL DIA (Santa Cruz). Para el periodo 1971-1994 se han consultado y utilizado además las MEMORIAS, los FOLLETOS y las SEPARATAS DE PRENSA de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB) y documentos dispersos de sus instituciones afiliadas, como el boletín UASPA INFORMA. 237 B) Literatura secundaria Sólo se consignan en esta sección los libros, las monografías y los ensayos de revistas científicas. Los artículos firmados aparecidos en periódicos se hallan en las notas de pie de página con todos los datos bibliográficos pertinentes. Manuel Acevedo / Eduardo M. Basualdo / Miguel Khavisse, ¿Quén es quién? Los dueños del poder económico. Argentina 19731987, Buenos Aires 1990 Sergio Almaraz, El poder y la caída, La Paz: Amigos del Libro 1969 Peter Bachrach, The Theory of Democratic Elitism. A Critique, Washington: University Press of America 1980 Diana Balmori et al., Notable Family Networks in Latin America, Chicago: Chicago U.P. 1984; Fausto Beltrán / José Fernández, ¿Adónde va la reforma agraria boliviana?, La Paz: s.e. 1960 German José Bidart Campos, Las élites políticas, Buenos Aires: EDIAR 1977 Frank Bonilla / José A. Silva Michelena, The Failure of Elites, 238 en: Bonilla / Silva Michelena (comps.), A Strategy of Research on Social Policy, Cambridge (M): MIT Press 1970 Thomas B. Bottomore, Elite und Gesellschaft (= Elite y sociedad), Munich: Beck 1966 E. 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