Facultad de Educación Elemental y Especial, Universidad Nacional de Cuyo. Proyecto SECyT Cód. 06/H029 Desarrollo Curricular de Formación Ética y Ciudadana. Directora: Lic. Delia Albarracín. LA EDUCACIÓN EN VALORES: ¿UTOPÍA O REALIDAD? Prof. Graciela Roca Una de las demandas y a la vez uno de los retos más apasionantes a los que nos enfrentamos hoy quienes trabajamos para educar a niños y jóvenes, es el de abordar la educación íntegramente. En este sentido, sabemos que “ N o e x i s t e e s c u e l a s i n v a l o r e s y n o h a y v a l o r e s s i n e s c u e l a ” . Es una función imprescindible de las instituciones educativas, buscar el equilibrio necesario para lograr una educación que traspase los límites de la mera transmisión; un concepto que ya es “pasado”. Hoy la educación debe recrear a través de sus prácticas pedagógicas, el espíritu crítico y creador. Como lo expresan los C.B.C. (1995), debe “educar íntegramente” a la persona, y a partir de la escuela lograr establecer el planteamiento de problemas nuevos, que sólo serán considerados desde una visión ampliada de la realidad. Núñez Cubero (1995) interpreta al pensamiento crítico como un “ e l e m e n t o c r e a d o r ” . Desde esta perspectiva, se reconoce al hombre como un ser capaz de establecer pautas de acción a través de algo muy intrínseco a él: su pensamiento. De este modo es como el niño que educamos, puede ser portador de valores, creador y partícipe de buenas obras. Por ello es que decidimos trabajar en este sentido, porque creemos que es posible que en la escuela se establezcan formas democráticas del poder, a través de una intercomunicación constante y dinámica, y allí siempre estarán presentes las valoraciones de cada sujeto como el único modo de “hacer juntos”. El embarcarse en una investigación de este tipo, involucra metas y objetivos nacidos desde una convicción muy profunda: los buenos valores son la base de una sociedad justa y pluralista, y le corresponde a la escuela desarrollarlos, vivirlos en una práctica real. Hemos querido realizar una búsqueda sistemática de las estrategias y actividades que desarrollan los docentes en el segundo ciclo de Educación General Básica, en las diferentes áreas curriculares para la educación en valores, con el fin de efectuar un análisis de las mismas, a la luz de la concepción de la Formación Ética y Ciudadana como c o n t e n i d o s transversales. Nuestra reforma, propone trabajar con una disciplina autónoma: La Formación Ética y ciudadana, y lo que se mencionan, en consecuencia, son c o n t e n i d o s t r a n s v e r s a l e s a las demás áreas y no temas transversales. En los Contenidos Básicos Comunes, se propone un trabajo transversal en valores, interpretado como “un desafío didáctico de la transversalidad, que radica en poder reunir en los proyectos educativos educativos institucionales estrategias integradoras para el aula, la e s c u e l a y l a c o m u n i d a d ” (C.B.C. de la Formación docente p. 224) En este sentido trabajamos en el proyecto, para descubrir cómo es posible una educación en valores en la escuela. Página 1 de 8 Facultad de Educación Elemental y Especial, Universidad Nacional de Cuyo. Proyecto SECyT Cód. 06/H029 Desarrollo Curricular de Formación Ética y Ciudadana. Directora: Lic. Delia Albarracín. ¿¿C Cóóm m oo pp ooddeem m ooss ddee s ccrri bbii rr e ll ppaan noo r aam m aa aacctt u aall?? En 1995, Victoria Camps afirmaba que “estamos asistiendo a una crisis de la moral, un “ethos disgregado” que fragmenta las relaciones sociales, perfilándose de modo más urgente aún la necesidad del tratamiento de valores en la escuela”. Estos valores no pueden entenderse como una mera transmisión realizada en ciertos momentos de crisis en la escuela, ya que los valores están presentes en cada momento de la vida escolar. Es por ello que afirmamos que la educación y la ética son inseparables; pero: ¿cómo consideramos que deba llevarse a cabo esa educación en valores? Apoyamos a Victoria Camps (1992) cuando sostiene que “Si la educación ha de proponerse no sólo la instrucción en unas materias, sino la formación de las personas, es urgente que incorpore e x p l í c i t a m e n t e los valores que hoy juzgamos éticos y fundamentales”. De eso se trata. Debemos repensar la educación desde los valores que consideramos fundamentales para enaltecer al niño desde sus primeros años, haciendo de la educación un sustento de buenas obras, “humanizándola” desde sus bases. Para ello, proponemos un trabajo transversal de los valores en las áreas curriculares, explicitando los valores que a partir de esas áreas se desean educar, siendo las estrategias didácticas, el camino más viable y oportuno para manifestar cómo se desarrolla esta educación. Para investigar la educación en valores en la escuela nos formulamos preguntas iniciales tales como : ¿Cómo reacciona el docente frente a esta situación a la hora de proponer su práctica pedagógica? ¿Qué estrategias decide aplicar el docente en lo referido a la educación en valores? Pudimos así plantear mejor nuestro problema. En primer lugar, sabemos que educar en valores implica una práctica compleja que requiere dedicación y compromiso, capacitación constante sobre el tema, y una mirada introspectiva de cada educador que decide educar en valores. Sin embargo, estos tres elementos quizá no lleguen a conjugarse armónicamente. Por ejemplo, sabemos que existen docentes que no se encuentran interesados en la educación moral por considerarla un esfuerzo innecesario, dedicando un tiempo muy escaso para la misma. Por otro lado, están aquellos que si bien muestran interés en una educación moral, no enc uentran el modo de concretarlo de un modo productivo para los alumnos. Educar en valores requiere además una mirada introspectiva, es decir, una autoevaluación constante y rigurosa de nuestras actitudes. Al respecto, Fernando Onetto (1996) aclara que “ no es necesario que el educador muestre su “carnet de persona ejemplar” para poder ejercer su función en el campo de los valores”, esto nos muestra que no se trata de transmitir valores, sino que es algo más profundo, es estar convencido de que queremos educar, qué valores requieren ser desarrollados con mayor urgencia y qué medios utilizaremos para tal fin. Página 2 de 8 Facultad de Educación Elemental y Especial, Universidad Nacional de Cuyo. Proyecto SECyT Cód. 06/H029 Desarrollo Curricular de Formación Ética y Ciudadana. Directora: Lic. Delia Albarracín. Por lo tanto, nos animamos a revelar nuestras primeras H i p ó t e s i s d e i n v e s t i g a c i ó n: n • Los docentes que educan en valores, lo hacen movidos por la demanda existente en la sociedad escolar, pero no creen que sea necesario planificar los contenidos que se trabajan referidos a una educación en valores, dedicándole un tiempo escaso a esa educación. • El hecho de que no se planifiquen los valores, se debe a que los docentes desconocen estrategias innovadoras y productivas que le lleven a producir cambios, confundiendo educación moral con transmisión de valores. La pregunta de investigación que orientó desde el principio el proceso de recolección de información fue: ¿Qué estrategias y actividades llevan a cabo los docentes de las áreas curriculares, a través de las cuales pongan en práctica la enseñanza de valores en el segundo ciclo de la Ed ucación General Básica? Al indagar sobre este aspecto, se desprendían además cuestiones como las siguientes: En las estrategias didácticas: ¿Qué elementos se observan que funcionen de indicadores sobre la educación en valores en el segundo ciclo? ¿Pueden brindarnos estas estrategias pautas que manifiesten una educación transversal de los valores en las áreas curriculares a la luz de la concepción actual de la Formación Ética y Ciudadana como contenidos transversales a desarrollar en las áreas? Teniendo en cuenta las estrategias aplicadas en la enseñanza de valores: ¿Son estas p l a n i f i c a d a s por los docentes? ¿Cómo podemos describir la educación en valores a través de las estrategias y actividades realizadas por los docentes? L Laa m meett ooddoo lloo g ííaa uu t iill ii z aaddaa Con el fin de investigar sobre este objeto, realizamos el trabajo de campo en una escuela urbana de E.G.B. de nuestra provincia. En el camino hacia la pesquisa de los datos en la realidad de la institución, nos propusimos un orden en las actividades que realizaríamos. El mismo lo resumimos a continuación: a) b) c) d) e) f) Entrada a campo Observaciones globales Entrevistas en profundidad Observaciones de Proyecto Institucional de la institución Observaciones de carpetas y planificaciones Observaciones de clases (técnica que se introdujo durante el trabajo de campo) Página 3 de 8 Facultad de Educación Elemental y Especial, Universidad Nacional de Cuyo. Proyecto SECyT Cód. 06/H029 Desarrollo Curricular de Formación Ética y Ciudadana. Directora: Lic. Delia Albarracín. El proyecto educativo de la institución: características Santos Guerra (1996) describe a la escuela como una “organización compleja” al referirse a la misma como un centro en el que están en juego toda una serie de relaciones interpersonales que se dan entre los miembros y que establecen la cultura propia de la institución. Dice el autor: “La escuela crea una cultura propia, construida por creencias i m p l í c i t a s , representaciones y expectativas, tradiciones, rituales y simbologías” . Estos patrones de creencias se encuentran plasmados en el Proyecto Educativo de la Institución, por lo que éste fue una de las unidades objeto de análisis más importantes, que nos ofreció la oportunidad de analizar esta cultura propia en lo referido al modo en que desarrollaba la educación en valores. Al tratar de interpretar las estrategias que se utilizaban en el mismo, conviene precisar lo que entendemos por Proyecto Educativo Institucional centrado en educar valores. Cuando nos acercamos al término de proyecto educativo para Formación Ética y Ciudadana, debemos precisar elementos que van a ser “el sustento del mismo”. “ C u a l q u i e r proyecto educativo institucional de educación ética y ciudadana encuentra su fundamento más cabal en las decisiones curriculares sobre los contenidos seleccionados, su organización disciplinar, interdisciplinar o transversal, las competencias y logros explicitados, los criterios de evaluación, los es pacios y tiempos para trabajarlos, los responsables asignados, la disponibilidad de la información necesaria y los modos específicos de procesarla” . Cullen (1997). A partir de nuestras observaciones, podemos afirmar que si bien, el Proyecto de la Institución contine conceptos referidos a valores, e involucra diferentes áreas en el mismo; observamos que éste cuenta con una serie de p r o y e c t o s a i s l a d o s . Otro aspecto que conviene destacar en las estrategias utilizadas, es la falta de una planificación transversal de las actividades referidas a valores, por lo que se dedica escaso tiempo para llevar adelante el trabajo de los valores, como si estos no tuvieran que ver con un desarrollo intelectual, moral y social de niño. Un Proyecto Institucional debe involucrar a todos los miembros de la comunidad educativa (alumnos, padres, maestros, vecinos, etc. etc. ) y el trabajo que é stos realicen debe partir de una fuerte convicción, que debe nacer de lo más profundo de su ser, porque en los tiempos que corren, el arma más poderosa es la esperanza, el optimismo de que la propuesta llevará a solucionar el problema identificado. De este modo, este proyecto se nutrirá de estrategias concientemente planificadas, transversales a las áreas y no paralelas a ellas. Teniendo esto en cuent a, la pregunta que nos hicimos fue: ¿Puede decirse que se está desarrollando en la institución una educación democrática, pluralista y solidaria? Página 4 de 8 Facultad de Educación Elemental y Especial, Universidad Nacional de Cuyo. Proyecto SECyT Cód. 06/H029 Desarrollo Curricular de Formación Ética y Ciudadana. Directora: Lic. Delia Albarracín. Educación en valores: ¿utopía o realidad? Nuestro tema de investigación gira en torno al concepto de u t o p í a . Término este que encierra diferentes posturas y una pluralidad de interpretaciones. Existen personas que sostienen que la utopía es un proyecto, doctrina o sistema muy bueno, quizá, pero irrealizable… Creemos que, lejos de esta concepción se nos presenta una tesis más completa y necesaria a la luz de nuestra investigación. Trataremos de interpretar mejor el concepto de utopía, desde el término Proyecto. Albarracín, D. (2000) señala que “el término proyecto significa etimológicamente “ a r r o j a r h a c i a a d e l a n t e ” . Contiene la idea de que ese adelante es visualizado desde el lugar en que “se arrojan” determinados propósitos.” Para proyectar es necesario tener propuestas claras que parten de un aquí y un ahora, es decir de un contexto social, histórico y cultural determinado. Por lo tanto, no es posible proyectar aisladamente, sino que el proyecto es siempre una práctica social con otros. Pero al mismo tiempo lo proyectado no constituye una meta fija que está allá en un lugar determinado. Tampoco es un “modelo” a aplicar.” En este sentido, la autora explica que el proyecto “es una u-topía, un no-lugar que se construye juntamente con aquellos que lo visualizan. Por eso los proyectos son flexibles, abiertos: es posible encontrar en el camino nuevos elementos, sujetos, acontecimientos, que permitan efectivizar mejor el proyecto y construir ese lugar anhelado.” (Albarracín, D. Sitio Web Ética y Ciudadanía 2000). Es cierto. El proyecto se va construyendo, es un ideal que orienta nuestras acciones, crecer junto a los que apuestan por su éxito. También Blanch Ernst (1885-1977), filósofo alemán, en su escrito “Utopía social y esperanza” concibe a la utopía como “un horizonte concreto de una realidad posible, que se puede alcanzar mediante la acción a partir del presente, y en ese realismo de utopía se fundamenta la esperanza, entendida como el motor del proyecto, el imaginar y el querer”. Esta es nuestra idea de utopía, la esperanza, el motor, y no la de una idea muy buena pero irrealizable. Teniendo estos aspectos en cuenta, podemos preguntarnos: ¿De qué modo conciben estos docentes la educación en valores? ¿como esperanza y motor o como algo que es irrealizable? • Por un lado nos hemos encontrado con un docente pujante, decidido, actualizado, esperanzado en educar íntegramente a los alumnos para que sean “mejores” personas. • Por otro, un docente tradicionalista, que directa o indirectamente se sujeta a la mera prescripción, dando la impresión de no creer en la posibilidad de establecer con su acción algún cambio posible. Estas dos posiciones nos han sido de valor para ver cómo se conjugan ambas miradas en la práctica diaria. ¿Puede llegarse a un consenso en las prácticas si existen tales diferencias? Las docentes de las áreas no comparten sus prácticas, no existe interdisciplinariedad, y sólo en un área se explicitan actividades para una educación moral. Página 5 de 8 Facultad de Educación Elemental y Especial, Universidad Nacional de Cuyo. Proyecto SECyT Cód. 06/H029 Desarrollo Curricular de Formación Ética y Ciudadana. Directora: Lic. Delia Albarracín. La mayoría de las docentes prefieren el currículo oculto como el lugar en que “en todo m o m e n t o s e e n s e ñ a n v a l o r e s ” . Decía una docente entrevistada: “En esta área no se trabajan sistemáticamente, sino que cuando surge un problema se trabaja en ese aspecto”. (Registro de observación entrevista día 19/04/01) . Si bien en todo momento se “enseñan” valores: ¿por qué no planificarlos transversalmente? ¿por qué valerse del currículo oculto como el único modo de educar en valores?. Creemos que la falta de capacitación y la carencia de claridad en los lineamientos sobre educación de valores propuestos a nivel jur isdiccional, como analizaremos luego, es el aspecto que más influye para que el docente continúe siendo escéptico y recurra a sus usuales estrategias de transmisión de valores. La educación impartida por las docentes, se ve condicionada además por la carencia de un proyecto compartido y consensuado en lo referido a la enseñanza de valores. Señala Kay (1977:299) “la educación moral no puede consistir en adultos que instruyan a los alumnos, por muy refinada y disimuladamente que lo hagan. La madurez moral s urge de la participación de los alumnos en decisiones morales” E n el au l a: ¿ C óm o and an l as c osa s? Las estrategias didácticas “son el arte de dirigir los asuntos del currículo”, como lo señala Estebaranz García, A. (1995). En este sentido, nuestras observaciones de clases estuvieron orientadas a descubrir ese arte. Podemos decir que encontramos que los docentes en general apelan a un diálogo constante sobre los valores sociales, relacionados directamente con los hechos de discriminación, respeto, libertad, y solidaridad. Estos temas se desarrollan en el área de Lengua a través de textos y preguntas clarificadoras. Los textos tratan en su contenido sobre valores como los mencionados. Además se trabaja cada mes un valor determinado regido por un compromiso por parte del niño a cumplir durante el mes ese valor. Si bien se trabajan los valores, conviene hacer algunas precisiones sobre estas estrategias, ya que, como se sabe, todos los valores están presentes de un modo u otro en cada momento de la práctica pedagógica, y es difícil comprender cómo a lo largo de un mes el niño pueda “hacer suyo” un valor como solidaridad con el solo hecho de comprometerse a ser solidario.” En efecto, como sostiene Monserrat Moreno (1990) “No debe llevarse al alumno a simple s enunciaciones o definiciones teóricas. Primero debe vivirlo, practicarlo, sentirlo, y así elaborar sus propias normas”. Trinchero, Mabel (1991) , asegura además que “la educación moral debe darse en todo momento, a través de diferentes actividades, sea en clase o en los recreos, y aún fuera de la escuela, por lo que la moral no se enseña ni se predica, sino que debe ser practicada a través de un método activo de educación moral”… En este sentido, estas actividades de “lápiz y papel”, de preguntas en base a textos y diálogo cotidiano observadas, requieren de una sistematización, de una planificación en tanto praxis para que realmente pueda hablarse de una educación moral y no se quede en “meras propuestas y/o imposiciones” desde la figura del docente. Página 6 de 8 Facultad de Educación Elemental y Especial, Universidad Nacional de Cuyo. Proyecto SECyT Cód. 06/H029 Desarrollo Curricular de Formación Ética y Ciudadana. Directora: Lic. Delia Albarracín. Este “hacer haciendo”, “hacer entre” del que hablamos, tiene que ver con la capacidad del docente de detectar las necesidades existentes. Estas necesidades se traducen en problemas que afectan a los actores de la escuela; que, si bien están descriptas en el P.E.I. en su diagnóstico, no han logrado plasmarse de modo concreto en las prácticas. Estas necesidades, los problemas existentes, debería el docente hacerlos suyos a través de sus prácticas pedagógicas. Esta capacidad tan importante implica una inic iativa muy particular que debe nacer desde el docente y hacerse proyecto, es estar convencido de hacer algo, y buscar, de este modo, las estrategias para concretarlo. Esto tiene que ver también con la utopía de la que habláramos en páginas anteriores, con esa esperanza, ese no-lugar concretable. Habíamos hablado de la transversalidad de los contenidos en las áreas curriculares, y nos preguntábamos si existían marcas de una planificación transversal en las áreas. Si nos referimos a la comprensión del concepto de transversalidad por parte de los docentes, descubrimos la falta de mayores lineamientos al respecto. Los docentes entienden la transversalidad como una mera planificación de temas referidos a valores. Una vez analizado precedentemente cada aspecto de la realidad del aula, podemos concluir el análisis a través de la siguiente pregunta: ¿ P u e d e e l d o c e n t e e n r i q u e c e r s u s estrategias didácticas para una educación en valores? Seguramente puede. Como vimos, ya hay un grupo de docentes que está a favor del cambio, por otro lado están quienes no conocen la magia de la innovación basada en la creatividad, por lo que no apuestan por ella. Aquello que no se conoce, nos da inseguridad: ¿por qué no estar seguros, conociendo cada vez más sobre estos temas? La cuestión está en ofrecer al docente pautas claras sobre las estrategias que puede elegir para brindar una educación moral. Este es el fin ulterior de nuestro proyecto. Deseamos que al finalizar el mismo, los resultados alcanzados permitan a los docentes disponer de herramientas más claras sobre las estrategias didácticas de las cuales pueda hacer uso en su práctica pedagógica. Nosotros estamos convencidos de que “es es posible que en la escuela se aprendan formas democráticas del e jercicio del poder, y de resolución de conflictos sociales; así como los modos de compromiso solidario con proyectos comunes” como bien lo señala Cullen (1995). Apoyamos además a Fernando Onetto (1995) cuando señala que “Inspirar a alguien es despertar e n él un comienzo… Quien inspira siembra direcciones, abre caminos”. El docente, entonces, es visto como un inspirador, un sembrador de valores, un convencido de su práctica. Este punto de vista nos lleva a pensar que es posible inspirar a las personas a través de nuestro actuar. Un docente convencido de la necesidad de capacitarse constantemente, un profesional comprometido con la realidad y los recurrentes procesos de cambio, hará posible que la escuela deje de ser un depositario de los problemas sociales para ser un agente productor de elementos de transformación dinamizadora hacia una s o c i e d a d c i v i l m á s h u m a n a . Página 7 de 8 Facultad de Educación Elemental y Especial, Universidad Nacional de Cuyo. Proyecto SECyT Cód. 06/H029 Desarrollo Curricular de Formación Ética y Ciudadana. Directora: Lic. Delia Albarracín. Se logran resultados muy satisfactorios si el docente puede inspirar al niño por medio de su práctica diaria a ser mejores personas, se está logrando no sólo un cambio estructural (ya que el docente modifica sus estrategias didácticas, y por ende el aprendizaje mismo del niño) sino también un cambio cultural; porque la escuela se convierte en el motor de la esperanza y de ese “hacer entre” todos… en beneficio de la sociedad en la que está inserto. Sabemos, además que en el hecho mismo de comunicarnos con los docentes para investigar sobre valores, estamos de un modo u otro “inspirándolos” a repensar su práctica en estos temas. En este sentido, los docentes que hoy se muestran escépticos tal vez puedan a través de nuestra modesta intervención, preguntarse de otra manera sobre sus actitudes sobre la educación en valores y de este modo movilizar su “potencial inspirador”, como dice Onetto, F. (1995 ) ”Los sentimientos poseen mayor poder de resistencia que el poder y los argumentos racionales” Esto es importante, porque si el docente no logra convencerse del valor de enseñar y practicar valores, difícil es que aplique instrumentos para su educación. Y, auque nuestra misión no es convencer, somos concientes de que los sentimientos intervienen como una especie de reguladores de los actos. El conocimiento que debe tener el docente, traducido en la capacidad de tener ojos para ver mas allá de lo trivial y estático; el construir nuevos caminos para que sus alumnos los transiten, desde el conocimiento, también tiene el poder de mover sentimientos. Un docente que despliegue sus alas, sintiéndose libre, creador, apasionado por su trabajo, podrá saltar cualquier obstáculo, y sentirá que fue constructor de lo más valioso que tiene el hombre: sus buenas actitudes. Página 8 de 8