26.- El Quattrocento italiano. Arquitectura: Brunelleschi y Alberti

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26.- El Quattrocento italiano. Arquitectura: Brunelleschi y Alberti. Escultura: Donatello y Ghiberti. Pintura: Fra
Angélico, Masaccio, Piero della Francesca y Botticelli
El Renacimiento italiano representa una etapa decisiva en el desarrollo de la civilización occidental. Su nacimiento en
los albores del siglo XV (el "Quattrocento" o Renacimiento temprano) y el excepcional esplendor que conseguirá en el
siglo XVI (el "Cinquecento": alto Renacimiento hasta 1520, fecha de la muerte de Rafael, y Manierismo
posteriormente) contribuyeron a la transición entre la Europa medieval y la Edad Moderna. Este período de
investigación y plenitud creadora bastó para forjar en el terreno de las artes un sistema de representación, que perduraría
intacto hasta fines del siglo XIX.
En la arquitectura vemos como frente a las formas góticas oponen las formas y principios de la arquitectura clásica,
pero no se trata de una copia sin más de los mismos, sino de una interpretación de las leyes en que se basaba el arte
clásico; se parte de los órdenes y demás elementos arquitectónicos griegos y romanos, pero modificando sus
proporciones, etc. Se toma como fundamento las formas básicas geométricas claramente perceptibles: círculo, cuadrado,
cubo, etc., mostrando especial preocupación por las proporciones matemáticas de las construcciones, tanto en las
estructuras como en las plantas establecen unas relaciones simples de longitud, altura y profundidad, conseguidas a
partir de módulos y de minuciosos cálculos matemáticos, existiendo un equilibrio entre las dimensiones de la planta y la
altura, sin predominar lo vertical sobre lo horizontal. Florencia es el centro más importante de este período, bajo el
mecenazgo de los Medici. Se caracteriza por: los estudios científicos basados en la perspectiva y en la idea de la
proporción; la segunda mitad del siglo se distingue por la abundante y menuda decoración.
Filippo Brunelleschi es la figura más significativa de la arquitectura del Quattrocento, auténtico creador del estilo
renacentista: Presta especial interés a las proporciones; compagina lo monumental con la minuciosidad decorativa. En la
Cúpula de Santa María dei Fiori de la Catedral de Florencia, levantada en el siglo XIV debía cubrir el espacio del
cimborrio con una cúpula de 42 metros, como la del Panteón de Agripa, en la que se inspira. Sobre un tambor octogonal
de 13 m, con grandes ventanas redondas, de finales del XIV: necesidad de ingeniosas soluciones para que el tambor
soporte los empujes oblicuos; la cúpula consta de dos cascarones, el exterior de más altura para ejercer un empuje más
vertical; además utiliza ladrillos huecos para aligerar el peso. Obra maestra por su ingenio constructivo, por su belleza y
por la pureza de sus formas. En las Iglesias de San Lorenzo y del Santo Espíritu de Florencia utiliza todos los
elementos arquitectónicos clásicos: columnas, arcos de medio punto, etc. Con el fin de conseguir columnas más esbeltas
introduce entre el capitel y el arco una porción de entablamento para dar mayor altura. Inspirada en las basílicas
romanas, de planta de cruz latina, pero desglosada en compartimentos cuadrados (volúmenes geométricos), belleza en la
proporción entre las partes del edificio. Es un ejemplo de la visión unitaria del Renacimiento, puede contemplarse desde
un solo punto del edificio. Otras obras: Fachada del Hospital de los Inocentes de Florencia, Capilla Pazzi, Palacio
Pitti. Por otro lado Alberti erudito y estudioso de la Antigüedad, escribe varios tratados, entre ellos "De re
aedificatoria": para Alberti la belleza radica en los principios matemáticos, en las proporciones de sus partes y en las
formas geométricas (círculo y cuadrado); crea diversos tipos arquitectónicos, la iglesia de nave única con capillas entre
contrafuertes (precedente de las iglesias jesuíticas barrocas), la fachada inspirada en los arcos de triunfo romanos, etc.
En la fachada de la Iglesia de Santa María Novella de Florencia diseñó la gran puerta central, los frisos y el
complemento superior de la fachada, en mármol blanco y verde oscuro, armonizando los elementos previos góticos con
los nuevos, puramente renacentistas. Otras obras Templo Malatestiano de Rímini, Templo de San Andrés de Mantua, El
Palacio Rucellai de Florencia.
El sentimiento clásico aparece antes en la escultura que en la arquitectura, ya en la Europa Gótica. La escultura
renacentista se caracteriza por la proporción, la simetría y el canon; aunque continúa siendo fundamentalmente cristiana
se subordina el simbolismo religioso a la consecución de la belleza, centrando su interés en la belleza formal de las
figuras, estudiando así mismo la anatomía a través del desnudo y el retrato. También reaparecen los temas mitológicos.
El Quattrocento será en escultura un siglo florentino, dominándose ya todas las técnicas y estilos.
El primer gran escultor enteramente renacentista es Lorenzo Ghiberti, aunque inicia su estilo con muchas
supervivencias formales del mundo del gótico internacional. Destaca sobre todo por la visión pictórica de los relieves.
En las Segundas Puertas del Baptisterio de Florencia. En 1.401 se convoca un concurso para realizar las puertas que
faltaban del Baptisterio de Florencia, se presentan importantes artistas, entre ellos Brunelleschi, pero el concurso lo
gana Ghiberti. Puerta con escenas evangélicas fundida en bronce, tanto el marco como la composición conservan
elementos del Gótico internacional, curvas de las figuras y paisaje acartonado, pero también innovaciones clásicas,
como el volumen. La Puerta de la Gloria del Baptisterio de Florencia es una auténtica revelación de la escultura
renacentista, formato cuadrado, distinto al lobulado tradicional. Concepción pictórica del relieve, incluyendo
perspectiva, paisaje, arquitecturas clásicas e incluso atmósfera. Relieve como espacio tridimensional, consiguiendo los
efectos de profundidad graduando los volúmenes y la definición de los contornos.
El otro gran escultor florentino es Donatello busca siempre representar al hombre lleno de vida, mostrando su capacidad
de captación de los valores humanos en sus figuras. En sus obras iniciales aún formas estilizadas y curvadas propias del
Gótico internacional, destaca porque la figura definitivamente se hace independiente de su posición arquitectónica. San
Jorge, en pie, armado, representa la juventud desafiante y altanera que anuncia la “terribilitá” miguelangelesca.
En el David de bronce joven pensativo y melancólico y tocado con el sombrero típico toscano, la composición invita a
rodearlo y admirarlo desde todos los puntos de vista y es plenamente clásica, apareciendo desnudo, en contraposto,
desnudo. El Gattamelata, Padua es un magistral retrato ecuestre del “condottiero” Erasmo de Narni, recordando a los
mejores retratos romanos del género. Lleno de vida y expresividad, es un auténtico análisis psicológico del guerrero y el
poder. En las ciudades italianas la pintura experimenta un extraordinario impulso y una mutación constante.
- El número de artistas es tal que nos limitaremos a ver una visión general de su evolución y las figuras principales
2.1. Evolución de la Pintura en el Quattrocento
El precedente fundamental hay que buscarlo en la figura de Giotto, el gran maestro del siglo XIV. Sigue siendo el
fundamental el tema religioso, pero ahora tratado en ocasiones como si fuera profano, tema que también se cultiva,
junto con el mitológico, y como reflejo del individualismo de la época se generaliza el retrato. Las composiciones son
complicadas, pero es muy importante el sentido unitario del conjunto. La luz se maneja cada vez con mayor perfección,
sobre todo para captar los volúmenes, pero falta de cohesión entre el color y la forma, típico de la pintura italiana del
momento, color no como resultado de la luz, sino superficie coloreada acotada por la línea. El dibujo es el elemento
capital, por lo que los contornos son nítidos.
El pintor del siglo XV está obsesionado sobre todo por la captación de la profundidad, por la perspectiva, utilizando
para conseguirla los paisajes y las arquitecturas, por la consecución del movimiento. Se busca la belleza idealizada,
evidente sobre todo en los desnudos.
Fra Angelico procede de la tradición del gótico internacional, representa una continuidad del espíritu religioso
medieval que se reviste de las formas nuevas, con un uso sobrio de la perspectiva, de los elementos decorativos y
arquitectónicos del repertorio clásico, de la luz, de la anatomía y de una nueva su concepción del volumen. En La
Anunciación (del Museo del Prado y otras) despliega su dulzura y temperamento tranquilo. Busca el equilibrio en los
paisajes, líneas y colores (dibujo y colorido suaves) y claros ejemplos de arquitecturas pictóricas.
Masaccio es el creador de una sensibilidad poderosa y monumental, totalmente desligada de todo recuerdo de la
sensibilidad del gótico y entroncado directamente con la grandiosidad escultórica de Giotto. Masaccio representa la
afirmación del nuevo estilo, como Brunelleschi o Donatello lo representan en la arquitectura y en la escultura. El
Tributo al César de la Capilla Brancacci de Florencia.
Piero della Francesca es el maestro revolucionario que anticipa los valores del siglo siguiente, es sin duda la cumbre
del Quattrocento, consiguiendo armonizar lo científico y la claridad intelectual con la belleza de las formas y del uso de
la luz como elemento expresivo y simbólico. Mientras que Botticelli es la personalidad más famosa de la segunda mitad
del siglo XV. Dibujante exquisito, refinado y nervioso, es el creador de unas maravillosas composiciones mitológicas de
líneas ondulantes y contornos precisos. El Nacimiento de Venus, Alegoría de la Primavera, La Calumnia
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