ASIGNATURA: ÉTICA Y VALORES PERÍODO: I GRADO: UNDÉCIMO ESTANDAR 1 Analiza críticamente el sentido de las leyes y comprende su importancia de cumplirlas. LIBERTAD: CAPACIDAD DE LOS SERES RACIONALES PARA DETERMINARSE A OBRAR SEGÚN LEYES DE OTRA ÍNDOLE QUE LAS NATURALES, ESTO ES, SEGÚN LEYES QUE SON DADAS POR SU PROPIA RAZÓN; LIBERTAD EQUIVALE A AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD. La razón teórica no puede demostrar la existencia de la libertad pues solo es capaz de alcanzar el mundo de los fenómenos, mundo en el que todo está sometido a la ley de causalidad, y por lo tanto en el que todo ocurre por necesidad natural. Sin embargo, desde la perspectiva de la razón práctica, y si queremos entender la experiencia moral, cabe la defensa de la existencia de la libertad: si en sus acciones las personas están determinadas por causas naturales, es decir si carecen de libertad, no podemos atribuirles responsabilidad, ni es posible la conducta moral; de este modo, la libertad es la ratio essendi (la condición de la posibilidad) de la moralidad, a la vez que la moralidad es la ratio cognoscendi (lo que nos muestra o da noticia) de la libertad. Ver “autonomía de la voluntad” y “postulados de la razón práctica”. Voluntad es una especie de causalidad de los seres vivos, en cuanto que son racionales, y libertad sería la propiedad de esta causalidad, por la cual puede ser eficiente, independientemente de extrañas causas que la determinen; así como necesidad natural es la propiedad de la causalidad de todos los seres irracionales de ser determinados a la actividad por el influjo de causas extrañas. La citada definición de la libertad es negativa y, por lo tanto, infructuosa para conocer su esencia. Pero de ella se deriva un concepto positivo de la misma que es tanto más rico y fructífero. El concepto de una causalidad lleva consigo el concepto de leyes según las cuales, por medio de algo que llamamos causa, ha de ser puesto algo, a saber: la consecuencia. De donde resulta que la libertad, aunque no es una propiedad de la voluntad, según leyes naturales, no por eso carece de ley, sino que ha de ser más bien una causalidad, según leyes inmutables, si bien de particular especie; de otro modo, una voluntad libre sería un absurdo. La necesidad natural era una heteronomía de las causas eficientes; pues todo efecto no era posible sino según la ley de que alguna otra cosa determine a la causalidad la causa eficiente. ¿Qué puede ser, pues, la libertad de la voluntad sino autonomía, esto es, propiedad de la voluntad de ser una ley para sí misma? Pero la proposición: «la voluntad es, en todas las acciones, una ley de sí misma», caracteriza tan sólo el principio de no obrar según ninguna otra máxima que la que pueda ser objeto de sí misma, como ley universal. Esta es justamente la fórmula del imperativo categórico y el principio de la moralidad; así, pues, voluntad libre y voluntad sometida a leyes morales son una y la misma cosa. (...) No basta que atribuyamos libertad a nuestra voluntad, sea por el fundamento que fuere, si no tenemos razón suficiente para atribuirla asimismo a todos los seres racionales. Pues como la moralidad nos sirve de ley, en cuanto que somos seres racionales, tiene que valer también para todos los seres racionales, y como no puede derivarse sino de la propiedad de la libertad, tiene que ser demostrada la libertad como propiedad de la voluntad de todos los seres racionales; no basta, pues, exponerla en la naturaleza humana por ciertas supuestas experiencias (aún cuando esto es en absoluto imposible y sólo puede ser expuesta a priori), sino que hay que demostrarla como perteneciente a la actividad de seres racionales en general y dotados de voluntad. Digo, pues: todo ser que no puede obrar de otra suerte que bajo la idea de la libertad, es por eso mismo verdaderamente libre en sentido práctico, es decir, valen para tal ser todas las leyes que están inseparablemente unidas con la libertad, lo mismo que si su voluntad fuese definida como libre en sí misma y por modo válido en la filosofía teórica.(*) Ahora bien; yo sostengo que a todo ser racional que tiene una voluntad debemos atribuirle necesariamente también la idea de la libertad, bajo la cual obra. Pues en tal ser pensamos una razón que es práctica, es decir, que tiene causalidad respecto de sus objetos. Mas es imposible pensar una razón que con su propia conciencia reciba respecto de sus juicios una dirección cuyo impulso proceda de alguna otra parte, pues entonces el sujeto atribuiría, no a su razón, sino a un impulso, la determinación del Juicio. Tiene que considerarse a sí misma como autora de sus principios, independientemente de ajenos influjos; por consiguiente, como razón práctica o como voluntad de un ser racional, debe considerarse a si misma como libre; esto es, su voluntad no puede ser voluntad propia sino bajo la idea de la libertad y, por lo tanto, ha de atribuirse, en sentido práctico, a todos los seres racionales. (*) Este camino, que consiste en admitir la libertad sólo como afirmada por los seres racionales, al realizar sus acciones, como fundamento de ellas meramente en la idea, es bastante para nuestro propósito y es preferible, además, porque no obliga a demostrar la libertad también en el sentido teórico. Pues aún cuanto este punto último quede indeciso, sin embargo, las mismas leyes que obligarían a un ser que fuera realmente libre valen también para un ser que no puede obrar más que bajo la idea de su propia libertad. Podemos, pues, aquí librarnos del peso que oprime la teoría. Todos los hombres se piensan libres en cuanto a la voluntad. Por eso los juicios todos recaen sobre las acciones consideradas como hubieran debido ocurrir aun cuando no hayan ocurrido. Sin embargo, esta libertad no es un concepto de experiencia, y no puede serlo, porque permanece siempre, aun cuando la experiencia muestre lo contrario de aquellas exigencias que, bajo la suposición de la libertad, son representadas como necesarias. Por otra parte, es igualmente necesario que todo cuanto ocurre esté determinado indefectiblemente por leyes naturales, y esta necesidad natural no es tampoco un concepto de experiencia, justamente porque en ella reside el concepto de necesidad y, por tanto, de un conocimiento a priori. Pero este concepto de naturaleza es confirmado por la experiencia y debe ser inevitablemente supuesto, si ha de ser posible la experiencia, esto es, el conocimiento de los objetos de los sentidos, compuesto según leyes universales. Por eso la libertad es sólo una idea de la razón, cuya realidad objetiva es en sí misma dudosa; la naturaleza, empero, es un concepto del entendimiento que demuestra, y necesariamente debe demostrar, su realidad en ejemplos de la experiencia. De aquí nace, pues, una dialéctica de la razón, porque, con respecto de la voluntad, la libertad que se le atribuye parece estar en contradicción con la necesidad natural; y en tal encrucijada, la razón, desde el punto de vista especulativo, halla el camino de la necesidad natural mucho más llano y practicable que el de la libertad; pero desde el punto de vista práctico es el sendero de la libertad el único por el cual es posible hacer uso de la razón en nuestras acciones y omisiones; por lo cual ni la filosofía más sutil ni la razón común del hombre pueden nunca excluir la libertad. Hay, pues, que suponer que entre la libertad y necesidad natural de unas y las mismas acciones humanas no existe verdadera contradicción; porque no cabe suprimir ni el concepto de naturaleza ni el concepto de libertad. Imanuel Kant, Fundamentación de la metafísica de las (Mare Nostrum Comunicación. Traducción: Manuel García Morente) costumbres, Capítulo Tercero ACTIVIDADES: 1. Lea el documento y extracte los elementos importantes. 2. Realice un mapa conceptual de los temas, intereses e intencionalidades de cada carta encíclica. ESTANDAR 2: Contribuye a que los conflictos se manejen de manera pacífica y constructiva mediante la aplicación de estrategias basadas en el diálogo y la negociación. EL MANEJO DEL CONFLICTO PARA CONSTRUIR UNA SOCIEDAD PACÍFICA Paul Wehr Traducido al español por Leopoldo Artiles (Ensayo basado en el libro de Otomar Bartos y Paul Wehr, Using Conflict Theory, 2002) El conflicto social es una cosa tan natural en las relaciones humanas como lo es la cooperación. Aunque los dos son considerados como opuestos, de hecho ambos pueden operar muy bien juntos para lograr la paz, si el conflicto se entiende claramente y manejado de forma que conduzca a consecuencias más positivas que negativas para la sociedad. En los dos últimos siglos, los humanos hemos tenido que aprender más y más sobre cómo manejar el conflicto debido a que la especie humana ha crecido numéricamente y ha desarrollado armas más destructivas. Con cada nueva crisis histórica, (una guerra, una revolución, un desafío por parte de las clases oprimidas, etcétera), han aparecido nuevas teorías y métodos como respuesta a aquélla. Si bien sabemos más sobre cómo el conflicto opera y cómo hacerlo menos dañino y más beneficioso, este conocimiento se aplica mejor si usamos unas pocas teorías simples sobre el conflicto y los métodos pacificadores que ellas sugieren. Un conflicto es una situación en la cual los actores -personas, grupos, organizaciones, gobiernosadoptan una conducta conflictiva contra otros(as) para alcanzar metas que ellos(as) consideran incompatibles con respecto a las metas de los otros(as), o simplemente para expresar hostilidad. Frecuentemente los actores (algunas veces llamados "partes" del conflicto) luchan innecesariamente, no porque sus metas sean realmente incompatibles, sino porque parecen serlo. Quizás ellos podrían terminar el conflicto o evitarlo representando correctamente esas metas -lo que ellos demandan de su oponente, y los 2 intereses, lo que ellos(as) realmente necesitan conseguir de ellos- con una matriz. Se podría alcanzar un acuerdo que asegure los mejores intereses de las partes, así como los mayores beneficios para ambos lados. Resolver o evitar el conflicto de esta manera sería una acción racional conflictiva. Muchos conflictos se manejan racionalmente, saliendo, en consecuencia, beneficiadas todas las partes. Pero los humanos(as) son seres tanto emocionales como racionales, y muchas veces es la hostilidad y no la razón lo que gobierna la conducta conflictiva. El conflicto constructivo es aquel en el cual la razón predomina, la hostilidad es mínima, la negociación es predominante y los actores del conflicto acuerdan una solución voluntariamente. El acuerdo se alcanza cuando los beneficios que se identifican persuaden a cada actor de que ellos lograrán una situación mutuamente beneficiosa si solucionan la disputa, en vez de continuarla. Con el acuerdo emerge una relación cooperativa entre los actores. Por el contrario, el conflicto destructivo es aquel en el cual la hostilidad predomina y la coerción de una de las partes fuerza un acuerdo involuntario e indeseado por la otra parte. En tales casos, las emociones negativas como la rabia y el resentimiento persisten y pueden reavivar el conflicto posteriormente. Podemos pensar en la acción conflictiva como un continuo con niveles mayores o menores de coerción (Fig. 2.1). Mientras mayores sean la cooperación y la recompensa, y menores sean la coerción y la amenaza entre los actores, mayor será la probabilidad de un acuerdo y de una buena relación después del conflicto (relación post-conflicto). Desgraciadamente, las armas modernas permiten a los actores en conflicto amenazar, coaccionar y dañar a sus oponentes. Para contrarrestar esta desafortunada tendencia, cada sociedad necesita entrenar mejor a sus miembros en las formas de alcanzar el acuerdo a través de la cooperación, la persuasión y la recompensa. Mientras más conscientes, deliberados y juiciosos seamos en nuestro manejo del conflicto, resultará menor el daño y mayor será el beneficio. Una buena aproximación a esto es formularnos varias preguntas acerca del conflicto, encontrar una teoría simple que ayude a responderlas, y aplicar un método de resolución que la teoría sugiera como el más efectivo. ¿QUE es este conflicto? ¿Qué pasa aquí? Como un primer paso del proceso de pacificación, creamos un cuadro del conflicto para entender mejor lo que está pasando, quién está involucrado, y por qué. Nosotros trazamos un "mapa" (mapeamos) del conflicto con preguntas e información. ¿Cuál es el contexto en el cual ocurre el conflicto y dónde están sus fronteras o líneas de demarcación? ¿Quiénes son los actores del conflicto; ¿son sus metas realmente incompatibles? ¿Por qué? ¿Cuáles son las causas y cuáles las consecuencias de la conducta conflictiva? ¿Cómo las metas de los actores (posiciones) difieren de sus intereses (dividendos)? APRENDER EN LA CONVIVENCIA Estamos convencidos de que la educación es uno de los caminos que hará posible la paz. Si abrimos las puertas de todas las escuelas y colegios a los niños y niñas colombianas y, además, les brindamos educación de calidad a cada uno de ellos, estaremos no sólo alejándolos de la pobreza sino también dándoles la oportunidad de vivir y construir un país en paz. Por ello, el Gobierno Nacional ha definido que la primera de sus herramientas de equidad social es la Revolución Educativa. Queremos concentrar nuestros esfuerzos en aumentar la cobertura, pero también en lograr que nuestros niños mejoren sus aprendizajes y estén en plena capacidad de transformar ellos mismos la realidad y trabajar en conjunto por el bienestar de todos. Desde el eje de mejoramiento de la calidad de la educación, contenido en el Plan de Desarrollo, hemos venido trabajando, en conjunto con maestros, catedráticos, académicos y profesionales de las más diversas disciplinas, en la formulación de unos estándares básicos que nos permitan desarrollar en nuestros niños no sólo habilidades comunicativas, matemáticas y científicas para hacerle frente a las exigencias de estos tiempos sino, y tal vez lo más importante, competencias para ejercer los derechos y deberes de un buen ciudadano. Formar para la ciudadanía es una necesidad indiscutible en cualquier nación, pero en las circunstancias actuales de Colombia se constituye en un desafío inaplazable que convoca a toda la sociedad. Sin lugar a dudas, el hogar y la escuela son lugares privilegiados para desarrollar esta tarea, porque allí el ejercicio de convivir con los demás se pone en práctica todos los días. Por supuesto, como todo proceso educativo, se requiere de unos principios orientadores y de unas herramientas básicas. Las páginas que siguen son el resultado de la formulación de los estándares de competencias ciudadanas y pretenden servir de guía tanto a los maestros como a los padres de familia sobre ese conjunto de principios con el fin de que todos podamos sumarnos al proyecto con metas claras y compartidas. Trabajar en el desarrollo de competencias ciudadanas es tomar la decisión de hacer la democracia en el país, de formar unos ciudadanos comprometidos, respetuosos de la diferencia y defensores del bien común. Unos ciudadanos que desde sus casas, escuelas, colegios y universidades extiendan lazos de solidaridad, abran espacios de participación y generen normas de sana convivencia. Unos ciudadanos seguros de sí mismos y confiados en los otros. Unos ciudadanos capaces de analizar y aportar en procesos colectivos. Unos ciudadanos que prefieran el acuerdo y el pacto, antes que las armas, para resolver conflictos. Unos ciudadanos capaces de vivir felices en la Colombia y el mundo de este siglo. http://www.eduteka.org/pdfdir/MENEstandaresCompCiudadanas2004.pdf ACTIVIDADES: 1. Lea el documento y realice un escrito personal de lo que más le llame la atención. 2. Vea el siguiente cortometraje: http://www.youtube.com/watch?v=NZRqMWuL8U4