Teoría de las expectativas racionales Dentro de la ciencia económica, la teoría de las expectativas racionales trata de las propiedades de las expectativas y las preferencias de los agentes económicos, que pueden ser un individuo, un grupo social, una empresa, u otro agente del mercado con capacidad de invertir. Se considera que, para que sean válidas las expectativas o preferencias dentro del análisis económico tradicional, éstas deben contar con algunas características: Ser transitivas. Si decimos que preferimos B sobre A y C sobre B, si las expectativas son racionales, C será preferido sobre A. Ser convexas. Si suponemos un conjunto de expectativas, estas deberán cumplir la característica de que si trazamos una línea recta entre dos elementos del conjunto de las expectativas, todos los puntos de la recta pertenecerán al conjunto mismo. Ser continuas. El conjunto de preferencias no tiene intervalos vacíos. El conjunto es acotado. Hay una frontera bien definida entre los puntos del conjunto y los puntos no pertenecientes al conjunto. Si el conjunto de expectativas no cumple con estas condiciones, no se pueden calificar de racionales, ya que al momento de analizar las expectativas que no cumplan con estos criterios, generarían inconsistencias donde puede haber dos puntos igualmente preferidos o que se manifestara una preferencia aberrante dentro del análisis racional. Confrontación teórica Durante el siglo XX, se dieron por los cuatro grandes movimientos preferenciales del pensamiento económico de mercado: 1. Keynesianismo, esbozado en la afamada obra "Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero" en 1936 por John Maynard Keynes, economista inglés de entreguerras, gran propulsor de la intervención estatal en materia de impuestos. 2. Monetarismo, liderado por los múltiples trabajos divulgativos y de asesoría gubernamental del economista norteamericano Milton Friedman, mentor de tres décadas de las cátedras de Economía de la Universidad de Chicago, de gran influencia para el neoliberalismo. 3. Escuela Austríaca, liderada por Ludwig von Mises y Friedrich August von Hayek. Este último ha recibido el premio Nobel de Economía de 1974 por sus aportes al campo monetario y de los ciclos económicos. 4. Teoría de las Expectativas racionales, propuesta por John F. Muth y desarrollada por Robert Lucas (del mismo recinto de Chicago), junto con Thomas J. Sargent, de Minnesota y Stanford, la cual señaló los nortes de muchas de las explicaciones macroeconómicas de los años setenta y ochentas, basadas en la percepción a futuro por los agentes económicos. El supuesto en el que se base este modelo es que los ciudadanos aprenden de sus propios errores. Las predicciones del público pueden ser erradas, pero sus errores no son sistemáticos sino aleatorios. El efecto práctico puede ser demoledor: por ejemplo si esperan un aumento de la inflación, los agentes económicos tenderán a ajustar los salarios y los precios de manera que se producirá un alza general de precios, por lo que la política económica debería generar expectativas que en vez de generar mayores presiones inflacionarias o deflacionarias, induzcan a la estabilidad. Dicha teoría fue enunciada por John F. Muth y más adelante ampliada por Robert Lucas y Thomas Sargent. Es uno de los capítulos básicos en cualquier facultad donde se imparta la materia de economía, y su planteamiento es bastante sencillo. La idea de partida es que la economía (ó cualquier otro sistema organizativo que queramos idealizar) está compuesta por agentes, los cuales actúan frente a los acontecimientos, presentes y futuros, mediante un sistema racional. Esto es, los agentes “deducen” qué hacer en base a la experiencia de lo ya acontecido. La primera implicación más común que se suele hacer es “que los agentes aprenden de sus errores”. Nada más cercano a la realidad; por norma general, los individuos de una sociedad tomamos nuestras decisiones (expectativas) en base a la experiencia de las situaciones pasadas vividas ó contempladas. “El ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra”, no es un dicho válido en esta ocasión. Un postulado fundamental que se añade en este planteamiento, es que los errores de los agentes no pueden ser sistemáticos (ningún agente puede actuar continuamente de forma errónea, pues, entonces, la principal idea de que sus actuaciones se basan en la experiencia no se estaría cumpliendo). Dichos errores serán considerandos esporádicos y aleatorios. El resumen es muy claro; los agentes actuamos en base a lo que ya ha pasado, pudiendo tomar decisiones erróneas. Pero dichas decisiones, nos servirán de bagaje para el futuro, haciendo que no volvamos a equivocarnos ante situaciones similares. Referencias Fisher, Dornbusch, Shmalansee Economía. Mc Graw Hill, segunda edición, 1991.