OS CONCEDO UN DESEO………… He comprobado durante toda esta semana que os habéis portado muy bien, siendo obedientes y acatando las órdenes de mi último artículo. Y reitero mis palabras porque durante todos estos días, entre broma y broma, mis compañeras de trabajo me han bombardeado a comentarios algo irónicos , pero la verdad muy graciosos, ya que como resultado de mi anterior artículo, han tenido que lavar a mano (para no poner la lavadora porque engorda) y han dejado el sofá (para no engordar)para cambiarlo por la silla del comedor que por falta de uso estaba dura como una piedra. Agradezco de todo corazón todo vuestro sacrificio ya que gracias a éste podréis enfundaros vuestro traje de fallera holgadamente. Y hablando de fallas….. os contare algo de historia y así dejaremos de lado la dieta por unos días……. Con la llegada de la Primavera, siendo su mejor preludio las FALLAS de VALENCIA, los valencianos, tenemos una costumbre gastronómica muy antigua y enraizada en nuestra cultura gastronómica: el buñuelo. Eso si, acompañado por un rico chocolate, o quizás con un aguardiente u orujo de hierbas –el famoso “herberet” de la Sierra de Mariola-­‐ o un exquisito Moscatel, refrigerado convenientemente. El origen de la palabra buñuelo es un poco controvertido, porque si bien para unos deriva de "puñuelo" una especie de bolas que los romanos amasaban con los puños, otros creen que procede del francés "beignet"(diminutivo de beigne, ‘buñuelo’ en francés). Se cree que la primera sociedad que consumió buñuelos fue la morisca. Sus ciudadanos, gente de medios humildes, que habitaba los territorios del Sur de la Península Ibérica y ocupaban puestos de trabajo de baja categoría, desempeñaban también el oficio de vendedores ambulantes de buñuelos. En Sevilla y Granada eran postre típico los buñuelos fritos y cubiertos de miel, aquí los cubrimos de azúcar. Por otro lado, esta especialidad fue adoptada por los gitanos tras la expulsión morisca y perpetuada hasta la actualidad. El buñuelo o “bunyol” es una masa de harina que se fríe en abundante aceite. Esta masa puede mezclarse con agua, leche, huevo o levadura e incluso con calabaza asada al horno. (Los que hace mi compañera Carolina están de muerte!!! , no dejéis de probarlos). Hay un tipo de buñuelo, que destaca por su ligereza y gran concentración de burbujas de aire en su interior, al que llamamos “buñuelo de viento”, muy típico encontrarlo en pastelerías y cafeterías durante las famosas fallas valencianas, por lo menos os podría decir que algo más ligero que los habituales hechos en casa. A mí, personalmente, me encanta ese olor tan característico que impregnan las calles valencianas “les paraetes de bunyols” con la venida de sus famosísimas fiestas falleras. Por todo esto y por vuestro intenso sacrificio previo, os concedo el deseo de que disfrutéis al máximo de estas fiestas tan maravillosas, comiendo (sin pasarse)” els bunyols valencians”, ya que nuestro organismo también está preparado para ganar salud siempre que nos sintamos felices y disfrutemos cada momento de la vida con la mayor intensidad. (Ya lavaremos a mano la próxima semana). Así que sólo me queda desearos unas felices fiestas falleras y no olvidéis hidrataros al máximo (de agua o zumos naturales claro está) para ayudar a la eliminación de toxinas y otros residuos que acumulamos en estas fechas. “La salud se encuentra viviendo cada día, cada instante, con optimismo y a la luz de tus valores, tratando de ser feliz junto a los demás”.