"EL LEGADO DE RONALD DWORKIN A LA FILOSOFÍA DEL DERECHO” TERCERA SESIÓN: DERECHO COMO LIBERTAD: AUTONOMÍA E IGUALDAD El día miércoles 30 de octubre de 2013 a las 9:30 se dio inicio a la tercera sesión titulada: Derecho como Libertad: Autonomía e Igualdad, en la que participaron: Alfonso Ruiz Miguel de la Universidad Autónoma de Madrid como discussant, José María Sauca Cano de la Universidad Carlos III de Madrid, coordinador de las Jornada, abordó el tema: Liberalismo e identidad cultural en Dworkin; Ángel Pelayo de la Universidad de Cantabria, disertó sobre: El sentido de vida en Ronald Dworkin: Aborto y eutanasia, María José Añón de la Universidad de Valencia, con la ponencia: Igualdad y diversidad ¿claves de la acción afirmativa?, y Pablo de Lora de la Universidad Autónoma de Madrid abordó el tema de: Salud, igualdad, fortuna: apuntes sobre la justicia distributiva sanitaria en Ronald Dworkin. El profesor José María Sauca inicia la sesión sosteniendo que los méritos que permitieron a Ronald Dworkin constituirse en uno de los autores más influyentes de los últimos cuarenta años en la filosofía del Derecho internacional pueden ser evaluados desde, al menos, dos tipos de perspectivas a las que denomina: contextuales y sustantivas. Realiza un detenido análisis de las dimensiones sustantivas del pensamiento dworkianiano, ya que a su entender, constituye el núcleo explicativo de la influencia de su teoría. Así, sostiene que la relevancia del pensamiento de Dworkin radica en haber conseguido reintroducir una perspectiva valorativa en el seno del Derecho, en virtud del cual, el profesor de Carlos III, considera que la teoría de Dworkin podría ser denominada como un liberalismo jurídico. Un tipo de liberalismo que pretende estar fundamentado en una justificación moral fuerte sobre la idea de que todo individuo es acreedor a un igual trato y respeto; que se proyecta sobre aspectos sustantivos relevantes como la tolerancia, el respeto a los derechos individuales y la redistribución de recursos y que concibe al Derecho como el proceso social por excelencia para su consecución. Visión que permite entender las notas características que Dworkin predica del fenómeno jurídico como una empresa de relevancia moral objetiva que pretende la articulación de la libertad y la igualdad en un orden constitucional justo y que va a suponer la centralidad de la interpretación jurídica frente a la de los protocolos formales de validez; la prevalencia de la adjudicación judicial frente a la actividad legislativa y la prioridad de la protección de derechos individuales frente al orden jurídico y sus objetivos colectivos. De este modo, desde el pensamiento de Dworkin, el principio de igual consideración y respeto es el criterio central con el que todo poder público debe relacionarse con los individuos; criterio que se presenta simultáneamente como una teoría política, como una máxima moralmente justificada, aunque la articulación metodológica de esta triple perspectiva convergente no se presenta como una teoría sistemática. Una vez presentada las líneas generales del pensamiento dworkiniano, el profesor visitante de Oxford, aborda de manera extraordinaria el tema relativo a las dimensiones que configuran el universo cultural de los individuos y, más concretamente, el relativo a las dimensiones culturales que configuran la identidad de los mismos. Defiende así, la tesis de acuerdo con la cual, el liberalismo jurídico dworkiniano se aparta de las visiones más generalizadas e influyentes del liberalismo contemporáneo en esta materia y presenta una densidad y complejidad suficiente como para ampliar la perspectiva de la doctrina liberal en la factura de respuestas a las exigencias de reconocimiento de las identidades culturales de los individuos. A Continuación, la profesora María José Anón, aborda el tema de la acción afirmativa en Dworkin, rastreando su trayectoria desde 1974 hasta diciembre de 2012, sostiene que nuestro autor, analiza con magistral agudeza las decisiones judiciales sobre acción afirmativa, y que pese a ello, no nos ofrece un concepto de esta categoría, ni tampoco justifica el modo de insertarla en su teoría de la igualdad y de la justicia, aunque ofrece argumentos dispersos que permiten una cierta reconstrucción. De acuerdo con la profesora de Valencia, el planteamiento sobre la acción afirmativa se mueve, en la obra dworkiniana, entre la igualdad como principio político y la igualdad como derecho. Desde este punto vista, se puede entender por acción positiva una modalidad general de acción que justifica el trato formalmente desigual <favorable> orientado a alcanzar o conseguir la igualdad material o a compensar la desigualdad material de grupos considerados especialmente protegidos. Los criterios de especial protección o de prohibición de discriminación se encuentran en la cláusula antidiscriminatoria. Asimismo, para Añón, Dworkin, sin duda, tiene en cuenta las características del tejido social al que trata de dar respuesta y de los patrones de discriminación basados en la raza que lo atraviesan. De este modo, bajo la perspectiva de que la finalidad de la acción afirmativa es la justicia social, va cobrando mayor fuerza la idea de que la acción afirmativa es una medida que no mira hacia el pasado y a la compensación de desventajas o discriminaciones pasadas, sino hacia el futuro. Se trata, en definitiva, desde el pensamiento dworkiniano de una medida que se proyecta exclusivamente hacia el futuro: un futuro de igualdad, pero también un futuro de diversidad. Enseguida, el profesor De Lora en su ponencia señala que el tema que abordará es probablemente marginal en la obra de Dworkin, pero considera que es de sumo interés. Así, señala que Dworkin aborda este tópico en 1993. Sus planteamientos constituyen una defensa a la reforma sanitaria realizada por Obama en Estados Unidos. De acuerdo con Lora, el modelo de justicia distributiva sanitaria de Dworkin presupone que hay determinados tratamientos, procedimiento de diagnóstico, recursos sanitarios al fin, que es legítimo no brindar a los ciudadanos, y que, por tanto, solo podrán ser eventualmente obtenidos por éstos en función de su capacidad de pago. Así, el mínimo sanitario es determinable a partir del principio del “seguro prudente y responsable”, un principio que expresa su concepción de la igualdad como “igualdad de recursos”. Dadas ciertas condiciones de partida, a saber, una inicial asignación igual de recursos a los habitantes de la isla imaginaria; una distribución simétrica de la información médica entre los profesionales de la salud y los potenciales pacientes, y, por último, la ignorancia general sobre las probabilidades de todos de desarrolla una enfermedad, los individuos podían simplemente “comprar” asistencia sanitaria en un mercado libre, de la misma manera que se proveen de otros bienes en función de sus preferencias y ambiciones habiendo sido previamente igualadas sus circunstancias y habiendo superado el test de la envidia. Entonces, de acuerdo con Dworking, cualquiera que fuera la cantidad destinada a la salud en esa sociedad sería la cantidad justa, y cualquiera que sea la forma en que queda distribuida la protección de la salud en esa sociedad, esa sería la distribución justa. En otras palabras, una distribución justa en atención sanitaria es aquella que una persona bien informada crea para sí misma mediante su elección individual suponiendo que el sistema económico y la distribución de la riqueza de esa comunidad son justos. Para el profesor de la Universidad Autónoma, la conjetura de Dworkin estima que una sociedad en la que se han dado esas condiciones iniciales, por una parte, evolucionará hasta proveer asistencia sanitaria al modo europeo y no estadounidense, es decir, con una cobertura universal básica y pública desconfiando del mecanismo puro del mercado que basa la distribución en la capacidad de compra; y, por otra, genera la posibilidad de especular sobre el tipo de decisiones y aseguramientos en los que un individuo racional y libre incurrirá, un conjunto de coberturas que harán, por tanto, legítimas algunas denegatorias de asistencia y/o de generación de ciertos recursos sanitarios. El lema que sintetiza el planteamiento dworkiniano es: “No reclames del Estado lo que tú mismo no habías previsto”. De lora, expresó que, a su juicio, la propuesta de Dworkin presenta algunos problemas, en primer lugar, la idea de caridad en supuestos de casos de imprudencia y discrimina a quienes sufren enfermedades raras; en segundo lugar, el supuesto de la igualdad ex ante y no ex post y, en tercer lugar, como un problema de naturaleza interna de la tesis, el tratar la asistencia sanitaria como un “recurso” más, lo cual genera que la propuesta dworkininada sea más paternalista de lo que él pretende. Relatoría elaborada por estudiantes del Máster en Derecho Constitucional Lorena Guadalupe Hernández Sánchez y María Candelaria Quispe Ponce