Domingo de Pentecostés – Ciclo C Mayo 15 de 2016 Hechos 2, 1

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Domingo 15 de Mayo
MMarzorero
Domingo de Pentecostés – Ciclo C
Mayo 15 de 2016
Hechos 2, 1-11
Salmo 103
1 Corintios 12, 3b-7.12-13
Secuencia
Juan 20, 19-23
“Paz a ustedes”
Fray Timothy Radcliffe, antiguo Maestro General de la Orden de Predicadores, comentaba hace algún tiempo el
texto del evangelio que nos propone la liturgia del domingo de Pentecostés. En su libro, El oso y la monja
(Salamanca, San Esteban, 2000, 89-92), llamaba la atención sobre el abismo que existe en entre la paz que
buscamos nosotros, y la paz que el Señor nos regala. Cuando los once discípulos estaban encerrados en una casa
por miedo a los que habían matado al Profeta de Galilea, el Resucitado vino hasta ellos y les dijo: “¡La paz sea
con ustedes!” y ellos “se alegraron de ver al Señor”. Pero la paz que les traía los iba a sacar de la paz del encierro
y la soledad... En seguida les dijo: “Como el Padre me envió, también yo los envío”. El Resucitado los desinstala,
los saca de su escondite, de su búsqueda egoísta de seguridad. La paz que el Señor nos trae, no siempre se parece
a la nuestra...
Algo parecido sucede en el texto de los Hechos de los Apóstoles que leímos hoy; el espíritu del resucitado que se
presenta entre sus discípulos como llamaradas de fuego, hace que la lengua de cada uno se trasforme desde un
código común que permite que las diferencias se superen y se puedan comunicar a pesar de los distintos orígenes.
El espíritu que viene a repoblar la tierra, en Pentecostés destruye las murallas que había construido el pecado
desde Babel, creando desde el amor un lenguaje que todos los pueblos pueden entender.
La paz que a veces buscamos nos encierra en nuestra pequeña parcela y creemos que entre más protegidos de los
demás, y más encerrados en nosotros mismos, más paz podremos gozar. La paz no es lo que sucede cuando
vivimos evitando todos los riesgos de la construcción colectiva de nuestras familias, comunidades y de nuestra
sociedad. En esto nos parecemos a los discípulos del Señor. Tenemos miedo a ser heridos y salir lastimados... Hay
que reconocer que este miedo tiene argumentos serios y que no se trata de una simple posibilidad. Efectivamente,
tenemos experiencia de haber sido heridos muchas veces en nuestras relaciones con los demás y procuramos
evitar el dolor y el sufrimiento que produce este choque. Pero también sabemos que cuando nos encerramos y nos
aislamos de los demás y del mundo, gozamos apenas de una paz a medias; es una paz frágil que en cualquier
momento se desvanece en nuestras manos.
Nos encerramos en una paz frágil porque tenemos miedo al cambio, miedo Febrero
a los demás,
miedo
7 de
2016a ser sacados de
nuestro nido, miedo a lo desconocido que hay detrás de una determinada opción de vida. El miedo nos paraliza, nos
bloquea, nos confunde. Hemos desarrollado una serie de tácticas para cerrar nuestras vidas a ese Dios que quiere
«¿ Allave,
quién
enviaré?
¿Quién
por mí?»
sacarnos de nuestro encierro. Echamos
literalmente,
a nuestras
casas,irá
a nuestra
habitación, a nuestro corazón, de
DIOS
NOS INVITA
TRABAJAR
POR LAcon
PAZ
modo que nadie pueda acercarse
a perturbar
nuestrasAvidas
con sus insistencias,
sus invitaciones, con sus
interpelaciones. Podemos encerrarnos incluso en el exceso de trabajo por los demás. Paradójicamente, podemos llegar
¿Cuántas
vecesoración
le hemos
al Señor
envíame
a mí?
el Señor
está haciendo
llamado
a utilizar
la misma
para dicho
mantener
a Dios aquí
fuera.estoy
Podemos
dedicar
horasHoy
y horas
a la oración,
recitando un
palabras
individualfrases,
y un llamado
colectivo
hacer unade
nueva
Colombia
en su voluntad
Palabra.
y repitiendo
sin ofrecer
a Diospara
un momento
silencio
porquecimentada
cabe la posibilidad
de quey en
nossudiga
algo que
altere nuestra aparente paz y nuestra tranquilidad acomodada.
Ante la descripción de un Dios poderoso, que se manifiesta como Rey y Señor, que su voz hace retumbar cualquier
Perorecinto,
el Señor
se las
arreglaenpara
irrumpir
en nuestro
interior
con el soplo
de su
Espíritu
y, aúnllegar
teniendo
puertas
como
lo vemos
el texto
del profeta
Isaías,
la conclusión
a la que
algunos
podrían
es: ylas
si Dios
es tan
cerradas,
como¿Por
los discípulos
en el cenáculo,
El viene
a inquietarnos
y a salvarnos
nuestra
aparente
Esahumanos
es la
magnífico
qué no sencillamente
organiza
este
mundo y soluciona
todosdelos
problemas
quepaz.
como
Buena
nueva de Esta
hoy. idea
Queeselmuy
Señor
no se aunque
cansa de
en nuestras abiertamente.
vidas para ofrecernos su paz. Una paz que nos
padecemos?
común,
noentrar
lo reconozcamos
abre a los demás con el riesgo de ser heridos. Las heridas de las manos y el costado es lo primero que les enseña el
Resucitado
a los
discípuloscon
cuando
les anunciaviolencias,
su paz... Se
trata, entonces,
de una
conflictiva,
como¿qué
La historia
colombiana
sus injusticias,
corrupción
y muerte,
nospaz
puede
llevar a‘agónica’,
preguntarnos,
diríaocurre
don Miguel
Unamuno...
Es una
paz
desde
fuera nuestros
sepulcros
sigamos
viviendo
con esede
Dios
todo poderoso
que
noque
haceabre
nada
por mejorar
este mundo,
que para
al finque
y alnocabo
es creación
suya?
como
muertos,dentro
sino para
que vivamos
unaespera
vida plena
y auténtica,
es decir,
de preguntas
y de problemas,
peroesta
Llevamos
ese niño
o niña que
que sus
padres hagan
todo llena
por ellos
y les faciliten
la vida. Desde
iluminada
pormuy
Diosdifícil
que esentender
quien nos¿Cómo
ofrece la
vida tan
en abundancia.
lógica es
es auténtica
que un Dios
resplandeciente dice: «¿A quién enviaré? ¿Quién irá por
mí?»
La Paz en Colombia es una gran tarea. Pareciera más fácil dejar esa tarea para otros, para quienes tienen más poder,
más títulos, más dinero, más tiempo, más fuerza o más capacidad; pero las palabras del apóstol San Pablo nos
pueden animar: “Y en último término se me apareció también a mí, como a un abortivo. Pues yo soy el último de
¿Quiere indigno
saber más
el tema?
Consulte
el haber
archivoperseguido
del boletína"Felices
los de
queDios.
trabajan
los apóstoles:
delsobre
nombre
de apóstol,
por
la Iglesia
Más,por
por la gracia de
la
paz"
en
la
página
http://www.comisiondeconciliacion.co
Dios, soy lo que soy; y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos.
Pero no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.” 1Co 15, 8-10.
En las lecturas de esta semana descubrimos a Dios que, más allá de nuestra condición limitada y pecadora, cuenta con
nosotros y nos envía a cuidar de los demás.
Es verdad, la realización de los proyectos humanos no depende por completo de las posibilidades de las personas.
Alcanzamos la meta porque nos ponemos en comunión de vida con Dios Padre y con los integrantes de
la comunidad. Isaías se sabe de labios impuros, pero una vez tocado por el fuego, se siente capacitado para llevar a
cabo la misión. Aquí estoy. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Pablo, se considera como un
aborto, aunque supera en su "celo" a todos sus hermanos judíos, “pero no yo, sino la gracia de Dios en mí”. Pedro se
reconoce “pecador” y pide a Jesús que se aleje, pero luego del encuentro con el Señor, dejándolo todo lo siguió.
Muchas veces también a nosotros nos sucede como a los discípulos de Jesús, pasamos toda la noche bregando y no
pescamos nada. La acción de las personas, solo por su cuenta y riesgo lleva con frecuencia a la derrota. Habrá éxito
cuando se actúe en nombre de Jesús. “En nombre de Jesús” quiere decir actuar de acuerdo con su manera de pensar,
de asumir la realidad y de decidirse por el bien integral de todos.
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