Es así como surgen personas concretas que saben captar la trascendencia del momento y expresarla con lucidez; personas con capacidad de riesgo que pueden jalonar; personas con el don de conducir, con la sabiduría necesaria para saber frenar y acelerar, continuar o desviar a su debido tiempo, según las señales del camino. Esta interacción de fuerzas es lo que hace avanzar la historia a pesar de la inercia que a todos nos acecha. Esta mirada de fe a ese lento caminar de la Compañía, que tuvo un punto culminante en 1921 pero no terminó ahí, nos puede ayudar a vivir esa dinámica de la fe en Dios presente en la historia. Desde ahí tenemos que estar atentos a lo nuevo que va surgiendo en el presente, a pesar de nuestras resistencias al cambio y a lo que, a pesar de todo, puede pasar ahí de manera imprevista. Para Coínta esta etapa marcó un nuevo giro en su vida: cambiar el campo más inmediato de acción, pasar del Colegio a la Comunidad. Un cambio que no resulta fácil; pasar del trabajo en la brecha donde se siembra, se cultiva y se cosecha, al trabajo al interior de la comunidad, para potenciar y animar; una labor si se quiere más gratuita, más de segundo plano. Cuando esto sucede en la vida, es el momento de volver a la opción fundamental: ahondar en lo que significa dedicarse con todas las fuerzas al anuncio del Reino, allí donde nos necesiten, en disponibilidad creciente y con toda diligencia, como fue nuestra primera opción. Es el momento de desmitificar tareas, desenmascarar ídolos, liberarse de apegos. Esto parece ser lo que vivió Coínta en esta etapa: Una confrontación saludable y liberadora cuyos frutos se verán en la etapa siguiente. Cuando se leen los testimonios que expresan lo que fue la vida de Coínta como superiora, se ve claramente que lo cap45 ASÍ NOS TRABAJA DIOS Desde la trayectoria de Coínta como superiora