En este clima agitado, la Casa de Talavera, tan fuertemente afectada en el período anterior, se disponía a retomar el ritmo de la vida ordinaria; la sociedad esperaba el momento en que el Colegio volviera a abrir sus puertas a tantas alumnas que, ahora más que nunca, necesitaban el apoyo de la educación que allí se impartía; esto sólo se lograría al inicio del curso 1940-1941. Los datos biográficos9 Al regresar a Talavera, en septiembre de 1939, Coínta tiene que afrontar un doble reto: reorganizar la marcha de la comunidad después del paréntesis de la guerra, que la había obligado a dispersarse y a prestar otros servicios en atención a las circunstancias, y velar por la readaptación del edificio, para dejarlo en condiciones de iniciar con regularidad el curso escolar. A lo largo de estos meses, sus múltiples ocupaciones no le impidieron dar espacio al discernimiento de lo que iba sintiendo al recoger las experiencias vividas en los años más recientes. La idea de la Unión volvía una y otra vez a su mente; el recordar las situaciones que había tenido que afrontar como superiora y lo que hubiera significado en esos momentos el poder contar con una Superiora General, que mirara las cosas desde otros ángulos y dispusiera en favor de todas de los recursos que ella no había podido tener, le hacían ver las ventajas de esa forma de gobierno; el recuerdo de los contactos que había mantenido a su regreso de Limoges con comunidades que habían pasado a la unión la iba liberando de prejuicios, y le hacía ver que también en la Congregación se vivía la fidelidad al espíritu del Instituto. 9 Cfr. II Parte, Cap. VII, pp. 171-183. 65 ASÍ NOS TRABAJA DIOS Una nueva etapa de grandes desafíos