LA DIMENSIÓN PÚBLICA DEL ESPACIO URBANO RELEVANCIA DE PLAZAS, PASEOS Y PARQUES VECINALES PARA LA GENERACIÓN, MANTENIMIENTO Y REPRODUCCIÓN DE LA SOCIEDAD CIVIL Jesús A. Treviño C. There are places I'll remember All my life, though some have changed Some forever, not for better Some have gone and some remain All these places had their moments With lovers and friends, I still can recall Some are dead and some are living In my life, I've loved them all Hay lugares que recordaré toda mi vida, aunque algunos hayan cambiado Unos para siempre, no para mejorar Otros ya no están y otros permanecen Todos estos lugares tuvieron su momento Con amantes y amigos, que aún recuerdo Algunos murieron y otros viven En mi vida, los he amado a todos In My Life, Lennon y McCartney El objetivo de este capítulo es elaborar una definición de “espacio público” y, en seis partes, proporcionar bases conceptuales para abordar posibles estudios de caso. La primera parte, después de un recorrido bibliográfico sobre las diferencias entre “lugar” y “espacio”, sugiere que espacio es el soporte físico georeferenciable que es modificado por los procesos sociales e integrado a la vida personal y social. La segunda parte brega con la pregunta ¿Qué o quién es el público? La revisión conceptual no sólo encuentra muchas definiciones de “público” sino que señala la necesidad de considerar que todos los individuos se desenvuelven simultáneamente en los ámbitos privado y público. La tercera parte sostiene que la razón de ser de la ciudad es propiciar la generación, mantenimiento y reproducción de la sociedad civil, del público en cualquiera de sus definiciones. Este análisis concluye que el espacio público, virtual o presencial, es el punto de encuentro y desencuentro entre los individuos como personas, ciudadanos o actores sociales. La cuarta y quinta parte sustentan que el “espacio público” y “sociedad civil”, por no concebirse uno sin la otra, son términos intercambiables. Repasando los conceptos de espacio público y sociedad civil en estas secciones o adelantados en las previas, se advierte que la plaza principal, los paseos o parques urbanos y los parques vecinales son tres elementos conspicuos, históricamente determinados, del espacio público. La sexta parte repasa los conceptos revisados y encamina el material escrito hacia ciudades con problemas de seguridad pública. 2 ¿LUGAR O ESPACIO? No hay acuerdo sobre la diferencia entre lugar y espacio (Hubbard, 2005). En principio, el espacio es una construcción social y el lugar el soporte físico de los procesos sociales. Esta explicación, aunque convincente, no es suficiente para explicar el sentido de pertenencia, lazo emotivo o “sentido de lugar” que ocurre cuando las personas interactúan con el medio físico (natural o construido) que les rodea. La razón es que el lugar no es pasivo. El espacio físico, independientemente de sus características naturales, funcionales o valor estético, por el simple hecho de ser inevitablemente soporte material de la historia social y personal, se integra al “trabajo de la vida,” a las cosas que le pasa a la gente como uno. El espacio físico, natural o construido, recibe la pátina social y del tiempo, convirtiéndose en un referente concreto, presente o ausente, que detona remembranzas y emotividades sociales e individuales. El espacio físico y sus componentes materiales se deterioran, desgastan o modifican con el paso de los años. La piedra se rompe; la madera, pudre; y el metal, corroe, si están en bancas, paredes o techos. Los edificios son vandalizados, removidos o derrumbados. Las bancas son rayados con pluma o aerosol. El espacio físico en su conjunto es, en el mejor de los casos, remodelado o modificado. El espacio físico, en presencia o ausencia, es siempre un referente en la geografía emotiva personal y social. Aquí está el Cerro de la Silla (Monterrey), la Puerta de Alcalá (Madrid), La Puerta de Brandenburgo (Berlín), el Monumento a la Revolución o el Zócalo (Cd. de México). Aquí estuvo La Bastilla (París), el Checkpoint Charlie (Berlín) o la casa donde nací (usted escoja). El lugar es el soporte de los procesos sociales pero no es un soporte pasivo e inerte sino que se integra a la historia individual o social para convertirse en espacio. Como soporte físico recibe la pátina del tiempo y acusa la marca social. Como elemento activo impone sus condiciones y se integra a nuestro “sentido de lugar.” En el sentido de lugar, el soporte físico, el lugar, es un objeto convertido en sujeto sin ser lo uno ni lo otro. Antonin Artaud utilizó el neologismo “subjectil” para indicar las condiciones que el material (por ejemplo, madera o mármol) impone al artista (Derrida y Thévenin, 2000).1 1 Las venas de la madera o del mármol, la porosidad y absorbencia del papel o la densidad de la pintura imponen condiciones al artista que talla, esculpe, traza o pinta. Las características físicas del material “aconsejan” al artista una ruta y estilo de trabajo. El artista, si quiere plasmar su idea, debe seguir o negociar estas sugerencias con el material a fin de “no ser traicionado por el subjectil”, como decía Artaud. 3 De igual manera, el espacio físico, por sus características naturales o deliberadas (por diseño), modifica su consumo o uso. La Concordia y el Cerro de la Silla imponen sus condiciones. La Concordia, por ejemplo, no está diseñada para encontrarse con otros sino para salir del metro y continuar el camino. El Cerro de la Silla sólo es un elemento visual del marco natural urbano si no estamos preparados físicamente para caminar cuesta arriba. Ambos, La Concordia y el Cerro de la Silla pueden ser detonadores de emotividades si fueron escenario importante en la historia personal. Dicho lo anterior, se denomina aquí espacio al soporte físico localizado y localizable en la faz de la tierra (georeferenciable) que es modificado por los procesos sociales e integrado a la vida personal y social. Puede haber lugar sin espacio pero no a la inversa. ¿QUÉ O QUIÉN ES EL PÚBLICO? “Público” significa muchas cosas para gente distinta. Estas líneas no crean consenso o fuerzan una la definición de “publico”; muestran la necesidad de afrontar qué o quién es el “público” en expresiones tales como “interés público”, “administración pública” o, en el caso actual, “espacio público”. Una primera aproximación a la definición de “público” es la vía etimológica. En opinión de Ortega y Gasset (1994: 208-209), la etimología de las palabras es la huella histórica de usos o actos humanos. En los diccionarios antiguos, “publico” es lo pertenece a, tiene que ver con, o emana de la gente (Ariès and Duby, 1988: 3). La palabra «público» en español proviene del latín publicus y está relacionada con la palabra griega pubes o madurez intelectual o física y emocional, por influencia de poplicus (pertenencia de la gente) y populos (gente). El derivativo «público» significa moverse a un estado adulto, entendiendo la relación de uno mismo con otro individuo, y de ser capaz de ver esas conexiones. “Madurez” y “ver más allá de uno mismo” se refieren a la capacidad de relacionarse con otros, entender la conexión de uno con otros, y ser responsable de nuestros actos (Frederickson, 1997: 20). Los griegos concibieron el público como una comunidad política—la polis—en la que todos los hombres adultos y no esclavos participaron en su papel responsable de ciudadanos, no de individuos particulares (esposo, padre, hombre de negocios). El publicus (ciudadanos, adultos no esclavos) era el agente de poder soberano y la persona publica la responsable de actuar a nombre de la gente para defender los derechos de la comunidad (Ariès and Duby, 1988: 5). La res publica es la posesión extra commercio 4 que es común a todos. La res privata se refiere a los recursos propiedad de una persona que son in commercio, sujetos al poder de la familia de un domus (Ariès and Duby, 1988: 3-7). Es preciso advertir que las palabras generalmente se quedan cortas cuando se trata de expresar una idea fuera de contexto, histórico en el caso de la etimología griega de las palabras “público” y “privado”. Jürgen Habermas (1962/1993: 3), en una sesuda exploración histórica del ámbito público, proporciona el siguiente recuento etimológico (notas de pie propias en paréntesis cuadrados, no incluidas en el original):2 “En la ciudad-estado griega, la esfera de la polis, que era común (koine) a los ciudadanos libres [sic], estaba estrictamente separada de la esfera del oikos [hogar, la casa y sus bienes, incluyendo su administración]; en la esfera del oikos, cada individuo tiene su propio ámbito (idia). [3] La vida pública, bios polítikos, se desarrollaba principalmente en el mercado (agora) sin que ello necesariamente implicara que ocurriera únicamente en este lugar”. [4] Una persona es simultáneamente individuo, miembro de una familia y de una comunidad. Los asuntos que competen a su interés como individuo o miembro de una 2 La exploración histórica de la “esfera pública” de Habermas fue escrita en alemán, la lengua del autor. En este escrito, por mi desconocimiento de esa lengua, se utiliza la traducción al inglés. La traducción al español (1982) utiliza la palabra “publicidad” con su significado arcaico de “vida pública”. Hoy en día “publicidad” evoca inmediatamente a la promoción de una mercancía (marketing). En inglés esta confusión es fácil de discernir. Publicidad, en el sentido arcaico, es publicity (público o vida pública), difícilmente de confundir con advertising, la acepción actual. El lector deberá tener en mente “vida pública” cuando lea “publicidad” en la versión castellana. También deberá estar consciente que cuando lea la Historia y crítica de la opinión pública estará realmente leyendo La transformación estructural de la vida pública (The Structural Transformation of the Public Sphere), tal como lo advierte el propio traductor. 3 Idia da origen a los distintos significados de la palabra idiota que tienen como referencia la carencia de conocimiento o a la capacidad naturalmente disminuida para adquirirlo. Es idiota el soldado sin jerarquía que peleaba mal y a tientas por su mal entrenamiento; el tonto o persona mentalmente limitada para adquirir calificación profesional o, al menos, razonar de manera ordinaria. Por extensión, es idiota quien no pondera adecuadamente la importancia de la vida pública por lo que, ocupada en los asuntos privados, descuida los asuntos de la polis (la ciudad estado). Por su origen etimológico, idiota se suma a las palabras de origen curioso, tales como abril (Del lat. aperire, abrir), histeria (Del gr. hystera, útero) o imbécil (Del lat. Im, por sine, sin, bacillum, diminutivo de baculum, baculus, bastón). 4 Otros lugares para la actividad pública incluían la consulta o comparecencia en la corte o juzgado. Como se advierte, la gente concurre en el ágora por motivos diversos: para el intercambio de mercancías, rumores, chismes, comunicación de noticias, convocatoria a la acción común por motivos de guerra o de competencias por juegos atléticos. 5 familia son de tipo privado; los derechos y obligaciones con la comunidad a que pertenece lo definen como ciudadano y son de interés público (de la polis).5 En tiempos de la democracia ateniense, como hoy, era preciso un delicado balance entre el ámbito público y privado. La atención exclusiva o excesiva sobre los asuntos privados en desmedro de la participación en la vida pública era mal vista. Es preciso aclarar, sin embargo, que en la antigüedad la posición del individuo en el ámbito privado determinaba su estatus público. El uso actual de la palabra “público” ha retenido parcialmente su significado original (Frederickson, 1997: 21). No hay un público sino una variedad de perspectivas y opiniones públicas que cambian con el tiempo.6 El público puede representarse así mismo en grupos efímeros o permanentes de ciudadanos que trabajan colectivamente por una causa o interés común. Con respecto a los grupos de interés, el magistrado Thomas Berger alguna vez señaló que “los grupos de interés no representan el público, pero es en el mayor interés del mismo que participen” (Berger, 1977: 225). La variedad de significados crece y se multiplica con los criterios de clasificación. Por ejemplo, si se considera la racionalidad dominante, se pueden identificar al menos cuatro definiciones de «público» (Tabla 1). Si el criterio fueran los enfoques en ciencia política, el número de definiciones se incrementa a doce (Tabla 2). Este recuento muestra claramente que la pincelada etimológica es apenas un asomo a la variedad de significados de «público». A esta variedad se significados se añade el doble papel que representa una persona. Un individuo se desenvuelve simultáneamente en los ámbitos privado y público. En el privado es individuo, padre, hijo o hermano (familia); en el público es ciudadano que con su acción o inacción construye la comunidad de la que forma parte. 5 Es significativo que las palabras que refieren las normas de conducta, las instituciones, tales como «política» y «policía», provengan de “polis” y no de “civitas.” La polis representa el estado de organización de la comunidad, del “civitas,” más avanzado. 6 Esta posición lleva naturalmente a indicar que los argumentos a nombre del “interés público” o respaldados por la “opinión pública” deban cuestionarse siempre: ¿Qué tan público es el interés o la opinión que se trata? 6 Tabla 1. Definición de «público» por racionalidad dominante Definición de «Público» Racionalidad Dominante 1. Masa de legos que debe ser educada e informada sobre asuntos específicos a fin de establecer relaciones de confianza entre sus miembros, los especialistas y los tomadores de decisión. Instrumental. La intención es alcanzar metas específicas y predeterminadas, tal como la creación de un pueblo que confía en la estructura institucional (público como legos) y acepta los productos que se ofrecen (público como consumidores). 2. Consumidores de bienes actuales o potenciales que deben ser motivados para aceptar los productos existentes y/o estimular el desarrollo de productos futuros. 3. Grupos de interés con potencial transformador y riesgos implícitos que buscan minimizar considerando los impactos potenciales y los intereses involucrados. Sustantiva. Domina la creencia de que un proceso incluyente llevará a un resultado mejor (sin predefinir ese resultado). 4. Ciudadanos que se expresan por encima de condicionantes externos o visiones reducidas tales como la de ser legos, grupo de interés o consumidor. Esta visión obliga a replantear la pregunta pasiva ¿qué es el público? por una de carácter dinámico y autorreguladora ¿quién es el público? Normativa o democrática. Supone que la existencia de ciudadanos con derechos y obligaciones que están bien informados, que se comunican racionalmente (Jürgen Habermas) y actúan (Anna Arendt) como individuos, miembros de una familia y, sobre todo, de una comunidad. Fuente: Elaboración propia en base a Wickson, Delgado y Kjølberg (2010). 7 Tabla 2. Definiciones de «público» por problema o enfoque social Enfoque Qué o Quién es el «Público» Dominio común Cualquier grupo con más de una persona (Foldvary 1998, 400). Modelo Normativo Individuos racionales o “satisfacientes” (respecto a un umbral de aceptabilidad, no necesariamente de optimización: "Satisficing" en el sentido de Herbert A. Simon, satisfy + suffice). Filosofía Pragmática El público es la gente que reacciona a las externalidades. Son los afectados por las consecuencias indirectas de las transacciones, a grado tal que es necesario abordarlas sistemáticamente (John Dewey, in Bosso 1987, 79). Visión abolicionista del interés público El decisor racional (perspectiva del public choice). El “público” es el consumidor que opera en el mercado regido por las leyes económicas. El “público” es un grupo de individuos motivados por el interés propio interactuando en arenas parecidas al mercado. Teorías del proceso político ▪ Partidos políticos mayoritarios — democracia a la James Madison — Democracia Mayoritaria (Westminster) Bruce Douglas (1980), Brian Barry (1964) ▪ Pluralistas ▪ Perspectiva Legislativa ▪ Perspectiva de provisión de servicios ▪ Nuevo Servicio Público ▪ Redes Sociales Las mayorías cuyo interés se contrapone a las minorías. La mayoría o los muchos Todos los miembros de una sociedad en su papel de ciudadanos, no como individuos particulares (esposo, padre, empresario). Grupos de interés. El ‘público’ se manifiesta en el proceso de interacción entre los grupos de interés (i.e., el triángulo de hierro: legislatura, agencia gubernamental y grupos de interés o de gestión (lobbyistas). Otro triángulo de hierro: grupos de interés, analistas de políticas públicas y cuerpo legislativo). Representantes que actúan a nombre de la gente o de grupos de interés. “Consumidores” de servicios del gobierno (individuos y grupos) atendidos por los burócratas de ventanilla y operativos (burócratas de tropa o al nivel de calle, street-level bureaucrats). Ciudadanos informados, activos, participativos y organizados en la polis. Redes de cooperación virtual y presencial entre ciudadanos bien informados que controlan el poder de los grupos de interés tradicionalmente predominantes. Fuente: Elaboración propia. 8 EL ESPACIO PÚBLICO, RAISON D'ÊTRE DE LA CIUDAD El espacio público es más que la suma de las dos palabras que lo componen. Es más que la simple articulación de las palabras “público” y “espacio” en el contexto urbano. Son espacio público todos los espacios que facilitan la generación, mantenimiento y reproducción de la sociedad civil, del público en cualquiera de sus definiciones. Son espacio público todos los lugares donde los individuos se juntan para conversar, compartir intereses comunes (i.e., ejercitarse o entretenerse) y, ocasionalmente, influenciar la opinión pública o la política pública. Esta definición general incluye lo mismo espacios privados que públicos propiamente dichos. Ejemplos de estos últimos son los parques, calles y banquetas, edificios públicos. Entre los espacios privados con una función pública estás las plazas comerciales, cines, restaurantes y bares.7 Además de los espacios públicos abiertos y de libre acceso, hay espacios privados que son públicos y espacios públicos restringidos. “[…] El espacio público son aquellos lugares a los que todos tienen acceso, aunque éste sea a veces controlado. Consiste de espacios exteriores e interiores. Los exteriores incluyen calles, plazas y parques, mientras que los interiores pueden incluir pasajes de comercio al menudeo, salas en las terminales de tren y edificios públicos, y otros espacios a los que el público tiene acceso general, tales como el interior de las plazas comerciales. El problema es que la naturaleza de los diversos espacios “públicos” es ambigua porque son propiedad privada aunque el público tenga libertad relativa de acceso”. (Lang, 2005: 7) La esencia de la ciudad, en especial la grecolatina, es el encuentro con otros. La función principal del espacio público es propiciar deliberada o aleatoriamente ese encuentro. Por lo tanto, la esencia de las ciudades depende de la eficiencia de sus espacios públicos para propiciar el encuentro o el desencuentro. “La definición más certera de lo que es la urbe y la polis se parece mucho a la que cómicamente se da del cañón: toma usted un agujero, lo rodea de alambre muy apretado, y eso es un cañón. Pues lo mismo, la urbe o polis comienza por ser un hueco: el foro, el ágora; y todo lo demás es pretexto para asegurar este hueco, para delimitar su dintorno. La polis no es, primordialmente, un conjunto de casas habitables, sino un lugar de ayuntamiento civil, un espacio acotado para funciones públicas. La urbe no está hecha, como la cabaña o el domus, para cobijarse de la intemperie y engendrar, que son 7 Desde 1859, el bar, en el caló inglés (slang), es llamado pub, apócope de public house. Este término que originalmente se refería a “cualquier edificio abierto al público” (1570s), después significó “posada que proporciona alimentos con licencia para la venta de cerveza, vino y otras bebidas espirituosas” (1660s) y, finalmente, “taberna” (1768). (http://www.etymonline.com/index.php) 9 menesteres privados y familiares, sino para discutir sobre la cosa pública”. (Ortega y Gasset, 1992/1937: 134, itálicas añadidas) Las áreas o espacios públicos más representativos de la antigüedad son el ágora griega y el foro romano. En estos espacios físicos la gente se reunía para adquirir mercancías (mercado) y tratar los asuntos de interés común o particular (crear y fortalecer los lazos de la comunidad). Mientras que en la casa del semita se cultivaba la hospitalidad, el arte de recibir a otros, en la ciudad grecolatina se atendía a la urbanidad, el arte de comportarnos en el espacio público para convivir con otros (Ortega y Gasset, 1966: 137-138). Las Leyes de Indias dieron a la plaza mayor o principal la misma jerarquía cívica y función del foro y ágora. Estos espacios son el lugar común para las actividades cívicas y sociales de la ciudad. Los parques o paseos urbanos que aparecieron desde el siglo dieciocho se sumaron a, o traslaparon con, estos espacios cívicos. Se sumaron cuando los parques estaban en lugares relativamente distantes. Los ejemplos abundan: Unter den Linden en Berlín, el Pall Mal de Londres, o las alamedas de las ciudades hispanas. Las actividades sociales y recreativas de estos parques urbanos son referencia emotiva, social y cultural para toda la ciudad. Cuando el parque y la plaza principal se traslaparon, esta última simplemente se extendió derribando edificios aledaños. Esta expansión in situ dio lugar a grandes plazas o parques, concentrando en un mismo sitio las funciones cívicas, sociales y recreativas de la ciudad. Con el tiempo, los parques urbanos, la plaza principal y otros elementos arquitectónicos, tales como sitios simbólicos (i.e., el Ángel de la Independencia en la Ciudad de México) o áreas nuevas y centros históricos se unieron por calles anchas o avenidas que se convirtieron en paseos y áreas de expresión cívica. Hoy en día, estos espacios públicos son el escenario de los encuentros inevitablemente presenciales de las convocatorias virtuales o tradicionales (TV, periódicos, panfletos, radio). La eficiencia de la comunicación virtual cataliza el encuentro presencial, no lo sustituye. El conjunto de encuentros y desencuentros que propicia la ciudad se llama simplemente sociedad. La sociedad, ¿cuál sociedad?, preguntaría Margaret Thatcher (1987, traducción libre): “¿Quién es la sociedad? ¡No hay tal cosa! Hay hombres y mujeres de manera individual, hay familias. Ningún gobierno puede hacer nada sino es con la gente que primero vela por si misma. Es nuestro deber cuidarnos nosotros mismos y después ayudar también al 10 prójimo. La gente tiende a recordar los derechos sin las obligaciones. No hay derecho sin una obligación.” Thatcher pone el cascabel al gato, ¿quién es la sociedad? ¡No existe!, asegura en una perspectiva individualista extrema. Esta postura confunde las relaciones interindividuales con las relaciones sociales. La sociedad la constituyen sujetos o actores sociales en conflicto y negociación perpetuos (Castells, 2009: 11). Los sujetos son individuos en su papel de ciudadanos, motivados por su condición individual, constituidos en actores sociales colectivos. No cualquier grupo de ciudadanos es un actor social. Los actores sociales no son individuos aunque estén compuestos por ellos. Para que un grupo de individuos se convierta en un actor social, es necesario que los miembros del grupo decidan: 1. Acordar tomar decisiones a nombre del grupo; 2. Delegar autoridad a los individuos para actuar por el grupo; y 3. Trazar los límites entre el grupo y el resto del mundo (establecer su identidad: quienes somos y quienes no somos) (Argyris y Schön, 1996: 9). En suma, el espacio público, virtual o presencial, es el punto de encuentro y desencuentro entre los individuos como personas, ciudadanos o actores sociales. No se trata de individuos esquizofrénicos con múltiples personalidades sino con distintos papeles representados simultáneamente en la vida. En el nivel individual, no todos las personas son individual o familiarmente responsables. En el ámbito público, no todos los individuos asumen su papel ciudadano consciente ni todos los ciudadanos se constituyen en actores sociales efectivos. EL ESPACIO PÚBLICO COMO SINÓNIMO DE SOCIEDAD CIVIL Hacia el siglo V a. C., civitas (la comunidad, colectivo de civis, ciudadano) y urbs (el lugar físico donde se asienta la comunidad) se funden en un solo término: la “ciudad estado”. En ese momento, ciudad y urbe, con significados distintos, por considerarse inconcebible la existencia de una sin la otra, empezaron a usarse de manera indistinta.8 8 Giambattista Vico (1744/2001: 26 y 202) remite el origen de urbs (“curvo”, lugar de la ciudad, por extensión) al arado (denominado urbs, por su curvatura). Los filólogos de la época dicen que este apero se utilizó para el trazado de los muros de las ciudades. En realidad la diferencia entre urbs y civitas no era muy clara para los pueblos distintos al romano. En ocasiones esta confusión, real o simulada, tuvo consecuencias graves, tal como lo ilustra la toma de Cartago. Los cartagineses aceptaron los términos de paz romana con la condición de que les fuera respetada “la vida, la ciudad y los bienes”. Un 11 El asunto pudiera registrarse como mera curiosidad etimológica o histórica de no ser porque la destrucción del civitas es un fenómeno generalizado en nuestra sociedad actual, tal como lo consignan los trabajos de Francis Fukuyama y Robert Putnam. Esto lleva a concluir que la racionalidad del capitalismo actual, al utilizar a la ciudad como artefacto, destruye al civitas de las ciudades convirtiéndolas en urbs sin alma, sin comunidad, des-civilizadas. Esta racionalidad opera con la eficiencia de una bomba de neutrones que desintegra a la comunidad dejando erguidos los edificios como si nada hubiera pasado. Es decir, así como urbs y civitas se empezaron a utilizar de manera indistinta, “espacio público” y sociedad civil, por no concebirse uno sin la otra, empiezan a ser sinónimos. El uso intercambiable de los términos “sociedad civil” y “espacio público” es evidente en la siguiente definición: “La sociedad civil [espacio público] se refiere a todos los lugares donde los individuos se juntan para conversar, satisfacer intereses comunes y, ocasionalmente, influenciar la opinión pública o la política pública. En muchos aspectos, la sociedad civil [espacio público] es donde la gente pasa el tiempo cuando no está en el trabajo o la casa. Por ejemplo, un grupo de gente se reúne en el parque local los martes por la tarde para jugar futbol. La mayoría llega mucho antes de que el juego empiece y se quedan un poco después de que el juego termina. Algunos se van a cenar o beber después del juego. En el transcurso de sus encuentros hablan sobre un amplio espectro de asuntos, incluyendo el futbol pero también extendiéndose en temas tales como el trabajo, familia, relaciones, eventos comunitarios, problemas raciales y política. Los más asiduos ansían los encuentros semanales, y tienen un sentido de apego hacia otros jugadores que ven en el parque. Este tipo de solidaridad puede encontrarse en una variedad de otros lugares en. . . . tales como pubs, ligas de boliche, grupos de lectura y movimientos sociales—donde pequeño detalle: para los cartagineses “la ciudad” eran los “edificios” que los romanos llamaban urbs. Como los romanos en realidad habían utilizado el término civitas (comunidad), al aplicar los términos del pacto, ordenaron a los cartagineses abandonar la ciudad. Los cartagineses se resistieron alegando que no habían entendido los términos de paz. Cartago fue tomada por los romanos y arrasada por el fuego (Vico, 1744/2001: 183). Por otro lado, Fustel de Coulanges (1864/2000) proporcionan una clara y sobria distinción entre urbs y civita. “Ciudad y urbe [civitas y urbs] no eran palabras sinónimas entre los antiguos. La ciudad era la asociación religiosa y política de las familias y de las tribus; la urbe era el lugar de reunión, el domicilio y, sobre todo, el santuario de esa asociación” (Coulanges (1864/2000: 96). “La urbe no se forma a la larga, por el lento crecimiento de los hombres y de construcciones” (Coulanges (1864/2000: 96). Se funda de un sólo golpe, en un día. Por si hubiera dudas, el autor refiere el siguiente ejemplo: “La urbe (urbs) de Troya ha sucumbido, pero no la ciudad (cité) troyana; gracias a Eneas, el hogar no se ha extinguido, y los dioses aún tienen un culto,” (Coulanges (1864/2000: 104). 12 los individuos se juntan para asociarse sobre la base de algún interés compartido”. (Jacobs, 2006: 27) El hecho de que los espacios sean públicos (abiertos y accesibles) no significa que no sean regulados. Estos espacios son normados por reglas informales sociales o reglamentos específicos de uso: no pise el césped, no introducir envases de vidrio en plazas y parques públicos, no ingerir bebidas embriagantes o consumir drogas, no pasear el perro sin correa de seguridad, no raye los sanitarios, no destruya las bancas o rompa las luminarias. En general, son normas de conducta para garantizar la convivencia y preservar el equipamiento o mobiliario urbano. EL PARQUE URBANO COMO ELEMENTO VECINAL DEL ESPACIO PÚBLICO En líneas anteriores se dijo que la razón principal del espacio público, del ágora o el forum, era propiciar el encuentro con otros. Los estudios de William H. Whyte (1980) y seguidores muestran que la presencia de otros es la necesidad y estímulo principal para converger en los espacios públicos, especialmente las plazas y parques urbanos. Después del foro, ágora o plaza principal, el parque urbano es el componente más conspicuo de la ciudad. En la antigüedad no había parques urbanos o áreas verdes con propósito recreativo, como lo conocemos hoy. “[El parque urbano en términos de área verde y diseño] apareció primero en los pueblos europeos apenas hace de tres siglos. Los pueblos medievales tenían, por supuesto, muchos espacios públicos que de acuerdo a la práctica vernácula podían tener diversos usos: mercado, parvis9 [atrio cerrado o abierto] frente a la iglesia, cementerio aledaño, lugar para procesiones y ejecuciones. Pero jamás se reservó un espacio abierto en el pueblo—ni qué decir del diseño—para tan vago propósito como la recreación”. (Brinckerhoff, 1994: 107) Los parques que existieron eran propiedad de familias ricas y poderosas. Contenían plantas exóticas, diseños elaborados e ingeniosos y eran reservados para eventos sociales especiales. En la segunda mitad del siglo dieciocho, “«el espacio público» era generalmente un lugar honorífico que celebraba el poder del rey, la reina, o la aristocracia y solía recordar y fortalecer su conducta soberana y acciones responsables” (Boyer 1994, 7). Con el tiempo, los dueños permitieron el acceso de personas confiables más por filantropía que por vanidad. Pensaban que la experiencia estética en los parques 9 Parvis es una alteración de pareis, paraíso, en el francés antiguo, del latín tardío paradisus, jardín, paraíso. 13 y el contacto con los buenos modales mejorarían la moralidad de los trabajadores. Independientemente del efecto moral del parque, el paseo por estos jardines, poco a poco abiertos a todos, fue un pretexto para encontrarse con otros a grado tal que el paseo vespertino o dominical se convirtió en un acontecimiento social y un desfile de modas. La presencia de los parques urbanos se generalizó hacia fines del siglo dieciocho por la influencia de tres fuerzas sociales principales (Brinckerhoff, 1994: 114): (a) la necesidad de mejorar las condiciones de vida de los trabajadores manufactureros aglomerados en los centros industriales; (b) la necesidad de unir todas las clases sociales en torno a la moral y los beneficios del ambiente natural; y (c) la necesidad de elevar los precios de los bienes raíces en las propiedades aledañas al parque. En especial, la función exclusivamente recreativa de los parques proviene del movimiento reformista del siglo diecinueve. Estos reformistas, i.e., John Claudius Loudon en Inglaterra y Andrew Jackson Downing y Frederick Law Olmsted, Sr., en los EEUU, “vieron el contacto con la naturaleza como fuente de placer y beneficio social, y una forma necesaria de mejorar los estándares morales” (Hough, 1994: 44). En esta línea de pensamiento, los parques y el espacio abierto disminuyen la fatiga mental provocada por el estrés de la vida en las áreas densamente pobladas al tiempo que las personas desarrollan un vínculo emocional con sus elementos materiales (Ryan, 2006: 62). Entre las críticas a esta posición destacan su elitismo, tono anti-urbano y el énfasis exagerado del impacto moral del ambiente natural (Brinckerhoff, 1994: 114). La contribución de parques y áreas naturales al ambiente saludable tales como aire limpio y sistemas de agua, reducción de la isla urbana de calor y provisión de hábitat para la vida salvaje fue sencillamente omitido: “la justificación política de los parques ha sido dominada por consideraciones de ocio y salud humana, no por su contribución a un ambiente saludable” (Hough, 1994: 44). Los diseñadores de las ciudades llevaron el principio y reputación del parque urbano a la escala vecinal. En los parques de los nuevos desarrollos inmobiliarios, con menos jerarquía estética y funcional que los grandes jardines de la nobleza, se depositó la esperanza de que la recreación y relajamiento personal condujeran a la creación, mantenimiento y reproducción de la sociedad civil. El espacio público representado por 14 los parques urbanos y jardines vecinales se sumaron a la cruzada por la búsqueda, construcción o reconstrucción del sentido perdido de comunidad urbana. EPÍLOGO Y COROLARIO PARA CIUDADES CON PROBLEMAS DE SEGURIDAD PÚBLICA Las páginas anteriores elaboran una definición de “espacio público” y proponen bases conceptuales para abordar el tema en posibles estudios de caso. La primera parte aborda la discusión entre “lugar” y “espacio”. Esta distinción no es muy clara porque el “lugar” es un soporte físico activo que impone sus condiciones y se integra a nuestro “sentido de lugar.” Para efectos de este escrito, se sugiere que espacio es el soporte físico georeferenciable que es modificado por los procesos sociales e integrado a la vida personal y social. La segunda parte pregunta ¿Qué o quién es el público? Este cuestionamiento es natural en la racionalidad normativa o democrática. La revisión conceptual encuentra muchas definiciones de “público”. El punto de partida es la definición griega de “público” como una comunidad política—la polis—en la que todos los hombres adultos y no esclavos participaron en su papel responsable de ciudadanos, no de individuos particulares. Los griegos advirtieron que un individuo se desenvuelve simultáneamente en los ámbitos privado y público. En el privado es individuo, padre, hijo o hermano (familia); en el público es ciudadano que con su acción o inacción construye la comunidad de la que forma parte. La claridad en esta dicotomía es importante para entender el papel del espacio público para “hacer ciudad” o sociedad, que es lo mismo. Como es de suponer, es necesario un ajuste contemporáneo para el concepto de ciudadano (los griegos no incluyeron a las mujeres, los esclavos y los extranjeros). La tercera parte sostiene que el espacio público es más que la suma de las dos palabras que lo componen. Son espacio público todos los espacios que facilitan la generación y reproducción de la sociedad civil, del público en cualquiera de sus definiciones. Además de los espacios públicos abiertos y de libre acceso (plazas y parques urbanos), hay espacios privados que son públicos (cafés, bares y restaurantes) y espacios públicos restringidos (edificios públicos como bibliotecas y museos). Se recuerda en esta sección que la esencia de la ciudad es propiciar el encuentro de unos con otros y, con ello, la generación de acuerdos y desavenencias. Las alianzas y discordancias se manifiestan en equilibrios sociales inestables y dinámicos, dependiendo del uso de la fuerza (poder duro), persuasión y/o economía (poder suave) 15 de los actores sociales. El resultado global de estos encuentros y desencuentros que propicia la ciudad se llama simplemente “sociedad”. La sociedad no es el encuentro inter-individual ni la interacción de grupos ciudadano desorganizados. Es la interacción entre actores sociales, constituidos por individuos con identidad de grupo capaces de decidir y actuar organizadamente. Los actores sociales son la expresión más acabada de los grupos que conforman la sociedad civil. Por lo dicho en esta tercera sección y las previas, se con concluye que el espacio público, virtual o presencial, es el punto de encuentro y desencuentro entre los individuos como personas, ciudadanos o actores sociales. La cuarta y quinta parte sustentan que “espacio público” y “sociedad civil”, por no concebirse uno sin la otra, son términos intercambiables. Recordando las ideas desarrolladas en la tercera sección, se concluye que la esencia de la ciudad es la generación, mantenimiento y reproducción de la sociedad civil, ergo, del espacio público. La plaza principal, los paseos o parques urbanos y los parques vecinales son tres elementos conspicuos, históricamente determinados, del espacio público. Las líneas siguientes llevan los conceptos aquí revisados a los parques vecinales en ciudades con problemas de seguridad pública. En tiempos de inseguridad pública los extraños son vistos con desconfianza o, definitivamente, no son bienvenidos. La historia de la planificación espacial está llena de ejemplos sobre la segregación o separación espacial de las personas por raza o estrato socioeconómico. El tamaño mínimo de lote, por ejemplo, es un mecanismo para excluir o filtrar personas con niveles de ingreso por debajo del promedio local. El equipamiento de parques y plazas con asientos incómodos y escasos es una forma de limitar el uso y permanencia de las personas. Otro ejemplo son las comunidades cerradas (gated communities) que envuelven con muros los espacios públicos tradicionales, tales como calles, banquetas y áreas verdes, para uso exclusivo de los residentes. La comunidad cerrada es una burbuja deliberadamente diseñada para extender la certidumbre del ámbito privado doméstico (oikos griego o domus latino) al ámbito exterior inmediato. Esta burbuja crea un ambiente controlado que elimina la posibilidad de contacto aleatorio con los desconocidos que pululan en el espacio público general. Los espacios públicos en esta burbuja son reservados para los miembros de la comunidad específica. En situaciones de inseguridad pública, la noción de barrio-área desparece en las comunidades originalmente abiertas para dar lugar a la comunidad-segmento, 16 restringida a la cuadra o calle. El proceso puede ser sólo sociocultural sin expresión visible o manifestarse materialmente con muros o verjas. Las rejas de estas últimas emulan el ambiente de las comunidades cerradas. El civitas activa un repliegue táctico mediante la apropiación del espacio público inmediato con la esperanza de alejar o conjurar la inseguridad que priva en el resto de la ciudad. Hay ciudades de México y en el resto del mundo donde los cuerpos de seguridad patrullan veinticuatro horas las calles.10 Es prácticamente imposible y socialmente irresponsable soslayar esta situación en nuestras ciudades. En los estudios urbanos relativamente recientes el tema de la inseguridad urbana se hace patente en la crítica a las comunidades originalmente cerradas o “blindadas” por crisis de seguridad pública. “[…] la teoría urbana contemporánea… ha estado extrañamente callada sobre la militarización de la vida urbana tan sombríamente visible en la calle… [Citando las predicciones de la Comisión Nacional sobre las Causas y Prevención de la Violencia en tiempos de Nixon (1969)] vivimos en “ciudades-fortaleza” brutalmente divididas en “celdas fortificadas” de la sociedad afluente y “lugares de terror” donde la policía combate a los pobres criminalizados”. (Davis, 1990: 224) Los peligros de, y las críticas a, este encierro son muy conocidos: segregación espacial, aislamiento social del resto de la sociedad y vialidad impermeable. La réplica de los partidarios del aislamiento contiene argumentos que alargan el debate: la intersección espacial no implica necesariamente interacción social y los tiempos de inseguridad pública extrema así lo ameritan. El repliegue material de la vida en el espacio público exterior y el confinamiento subsecuente de las personas al interior de la vivienda pueden compensarse con la interacción virtual o la relocalización de la actividad pública hacia espacios públicos de propiedad privada (gimnasios, cetro comerciales, cafés). Este es un tema aún en espera de ser pensado.11 10 Por ejemplo, cinco cuerpos de seguridad (policía municipal, policía estatal, policía federal, ejército, marina) recorren continuamente las calles del Área Metropolitana de Monterrey y de otras ciudades de la región. 11 En opinión de San Agustín, es tarea del pensamiento buscar y juntar palabras para expresar algo con un sentido: “Esto mismo da a entender la palabra latina cogitare, que significa pensar; pero en su raíz (que es cogo, de donde sale el frecuentativo cogito) significa recoger y juntar; y así pensar es lo mismo que juntar y unir las especies que estaban en la memoria dispersas. . . . [pero no] juntar cualesquiera cosas que están dispersas en otra parte, sino solamente para significar las que se recogen y juntan en el alma, que propiamente en latín se dice cogitare, y en castellano pensar. (San Agustín, 1983: 210)” 17 Referencias Agustín, San. (1983) Confesiones. 11va. ed. México, Espasa-Calpe (Colección Austral). 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