La Actualidad del Confucianismo FERNANDO BARBOSA* Para hablar de confucianismo resulta útil la aproximación que nos entrega Julia Ching (1934-2001) la muy reconocida experta en el tema: “Confucianismo” es realmente un nombre inapropiado para una tradición que se conoce en el país de su origen como la Escuela de los académicos o literati [intelectuales diríamos hoy nosotros], esto es, una amplia tradición intelectual basada en la continua interpretación de un conjunto de escritos conocido como los Clásicos… Es una tradición que trasciende e incluye preocupaciones filosóficas y religiosas en la medida en que ha experimentado una larga evolución antes de la entrada de aquellos términos más técnicos como “filosofía” y “religión”. “De tal manera —continúa Ching— creo ajustado decir que el “Confucianismo” representa una tradición de sabiduría humana que es lo que en gran medida significa filosofía en el Este de Asia”.1 Lo anterior nos avisa sobre la necesidad que tenemos de tomar las precauciones adecuadas para aproximarnos a una expresión que parte de definiciones diferentes a las nuestras y que, además, conllevan un reto enorme para su interpretación y su traducción al lenguaje y a las formas de pensar de occidente. Si partimos del mismo Confucio, no podemos dejar de reproducir lo que dice en Analectas VII, I, p. 432: “Soy un trasmisor, no un creador, soy uno que cree a los antiguos y que gusta de ellos, por eso me atrevo a compararme con el viejo Peng”. Con esto puede decirse que la tradición de que nos habla Ching viene de muy atrás, que Confucio la ordenó, sistematizó y desarrolló y que los pensadores que le han seguido hasta hoy se han encargado de enriquecerla, junto con el aporte de otras vertientes de la sabiduría china: el daoísmo, el ying-yang, el budismo, el legalismo y, más recientemente, con el marxismo europeo y sus desarrollos incluido el maoísmo. Las formas de pensar y de creer de ayer, han sobrevivido porque recorren los caminos que la misma humanidad les abre. Octavio Paz, en su libro sobre la India lo expresaba gráficamente: “Como una inmensa boa metafísica, la religión hindú digiere lenta e implacablemente culturas, dioses, lenguas y creencias extrañas.”3 De tal manera, al paso de las rutas y los encuentros, el confucianismo ha llegado vigoroso hasta la actualidad. Hoy es posible observar la vitalidad de la enseñanza, particularmente cuando se identifican los amplios debates que se están dando tanto en China como en el mundo. Mientras entre los pensadores chinos se generan discusiones como la que explicaremos a continuación, la aparición del nuevo post-confucianismo o “confucianismo intercultural” bajo la égida 1 Ching, Julia (1977) Confucianism & Christianity; A Comparative Study. Kodansha: Tokyo. p. xv-xvi. Esta y las demás citas son tomadas de Pérez Arroyo, Joaquín, trad. (1981) Confucio-Mencio, Los cuatro libros, Alfaguara: Madrid. 3 Paz, Octavio (1995) Vislumbres de la India, Seix Barral, Barcelona, p. 65. 2 1 de filósofos norteamericanos como Charles Pierce, John Dewey y A. Whitehead da muestras de la potencialidad y los aportes de la enseñanza a nivel global.4 Un buen ejemplo de lo que se está debatiendo entre los actuales pensadores chinos, es el caso de LIU Qingping, del Research Center for Value and Culture, Beijing Normal University y su artículo de 2000 “On the Consanguinist Features of Confucius and Mencius’ Confucianism”. Este texto desató una enorme discusión encabezada por GUO Qiyong, de la Wuhan University, Wuhan, de Hubei, seguida después por partidarios de uno y otro bando. Una buena cantidad de los documentos escritos de lado y lado, fueron recopilados y publicados por Guo (2005) bajo el título de A Collection of Contentions about Confucian Ethics: Focusing on the Mutual Concealment among Family Members. El centro argumental de la posición de Liu, gira alrededor de la piedad filial confuciana. Este concepto que ofrece Confucio con varias aristas que dificultan una definición, puede reducirse, para efectos de lo que se anota aquí, a la debida obediencia, a la lealtad y al respeto que se le debe guardar a los padres. El planteamiento de Liu puede sintetizarse en que esa piedad filial constituye una fuente de corrupción. Dos de sus referentes son los siguientes apartes de Confucio y de Mencio: a) CONFUCIO, ANALECTAS 13:18 (p. 91-92) Una vez que hablaba con Confucio, el duque de Shè le dijo: “En nuestra comunidad hay gentes de conducta tan recta que, si un padre hubiera robado un cordero, su propio hijo actuaría de testigo contra él.” Confucio dijo: “En la mía la rectitud de la gente es distinta: el padre oculta lo que el hijo hace de malo y el hijo esconde lo malo que hace su padre. En esto es en lo que reside la rectitud”. b) MENCIO 7A35 (34) p. 303 Tao Ying preguntó: Cuando Shùn [rey sabio dentro del ideal confuciano] era emperador y Gaoyáo su ministro (de justicia o Juez), si Gûsôu, el padre de Shùn hubiera matado a un hombre, ¿qué habría pasado?” MENCIO respondió: “Tan sólo que Gaoyáo habría detenido a Gûsôu.” TAO Ying dijo: “¿Pero no lo habría impedido Shùn ?” MENCIO respondió “¿Cómo hubiera podido impedirlo? Gaoyáo aplicaba la ley recibida”. TAO Ying preguntó: “¿Qué habría hecho entonces Shùn ?” 4 Ver, Robert Neville, “The Short Happy Life of Boston Confucianism, en Wonsuk Chang and Leah Kalmanson, Ed. (2010) Confucianism in Context, State University of New York Press, Albany 2 MENCIO respondió: “Shùn hubiera contemplado la posibilidad de dejar el trono como se abandona una vieja sandalia, habría tomado a su padre y se habría retirado, marchándose a vivir a las orillas del mar, y allí hubiera permanecido feliz y contento hasta el final de sus días, sin que se acordara del trono”. De estos textos y otros, Liu destaca la conducta permisiva del hijo frente al padre que no es nada distinto a un acto de corrupción y afirma que desde la época de Confucio hasta nuestros días, el espíritu de “afecto consanguíneo” consagrado en estas enseñanzas, ha estimulado los casos de corrupción en China. El debate, por supuesto, no termina aquí y, al contrario, abre muchos interrogantes como la definición de lo público y lo privado. Si para Confucio la familia, como núcleo de la sociedad, debe ser protegida, con la nuestra, de origen romano, sucede lo mismo. Por ello nuestra legislación penal exceptúa del deber de denunciar delitos a los parientes empezando con el cónyuge y yendo hasta el cuarto grado de consanguinidad, el segundo de afinidad y el primero civil. En tal dirección, la pregunta de Liu para nosotros sería también válida. Ahora bien, no se pueden olvidar experiencias contrarias, como la denuncia de familiares durante la Revolución Cultural, que puso en riesgo los mínimos lazos de confianza y solidaridad familiar necesarios para la convivencia social. Y esto último, por supuesto, nos lleva a otro debate de actualidad como lo es la misma evolución del concepto de familia tanto en China como en el resto del mundo. *Politólogo. Se ha desempeñado como colaborador e investigador en un gran número de instituciones públicas y privadas. La mayor parte de su carrera ha estado ligada al mundo académico, donde ha desempeñado como Director del Centro de Estudios Asia Pacífico de la Universidad Externado de Colombia, consultor internacional, Exdirector de la Oficina para el Asia de Proexport, Exconsejero comercial de la Embajada de Colombia en Tokio y profesor de la Universidad de los Andes. 3