Los delirios de nosotros Raskólnikov (protagonista de la novela “Crimen y castigo” de Dostoievski) “soñó, en su enfermedad, que el mundo todo estaba condenado a ser víctima de una terrible, inaudita y nunca vista plaga que, procedente de las profundidades del Asia, caería sobre Europa. Todos tendrían que perecer, excepto unos cuantos, muy pocos, escogidos. Había surgido una nueva triquina, ser microscópico que se introducía en el cuerpo de las personas. Pero esos parásitos eran espíritus dotados de inteligencia y voluntad. Las personas que lo cogían volvíanse inmediatamente locas. Pero nunca, nunca se consideraron los hombres tan inteligentes e inquebrantables en la verdad como se consideraban estos atacados. Jamás se consideraron más infalibles en sus dogmas, en sus conclusiones científicas, en sus convicciones y creencias morales. Aldeas enteras, ciudades y pueblos enteros contagiáronse y enloquecieron. Todos estaban alarmados, y no se entendían los unos a los otros; todos pensaban que sólo en ellos se cifraba la verdad, y sufrían al ver a los otros y aporreábanse los pechos, lloraban y dejaban caer los brazos. No sabían a quién ni cómo juzgar; no podían ponerse de acuerdo sobre lo que fuere bueno y lo que fuese malo. No sabían a quién inculpar ni a quién justificar. Los hombres agredíanse mutuamente, movidos por un odio insensato…. Abandonaron los más vulgares oficios, porque cada cual preconizaba su idea, sus métodos, y no podían llegar a una inteligencia… convenían algún acuerdo y juraban no desavenirse… pero inmediatamente empezaban a hacer otra cosa totalmente distinta de lo que acababan por acordar, poníanse a culparse mutuamente y se degollaban”.1 Este sueño forma parte de los tormentos que asolaban a Raskólnikov antes y después de haber sido condenado por el asesinato de dos mujeres. Asesinato del cual no se siente arrepentido (incluso dice que lo volvería a hacer) ni culpable aunque otros lo juzgen como tal. Raskólnikov, más allá de ser un personaje de ficción, es Dostoievski mismo. El autor, a través de su novela delinea su tesis acerca del sentido de la existencia de la Humanidad. Y pone en cuestión el sentido de justicia y de “verdad”. La cita precedente no puede ser más acertada para entender la actualidad. Filtrando la ficción, este delirio que soñó alguna vez Raskólnikov (o quizás Dostoievski mismo) se actualiza en un momento actual mundial. ¿O es que acaso no existen muertes evitables en el mundo? 1 “Crimen y Castigo” Fiódor Mijaelovich Dostoievski. Página 510. “El uso masivo y prolongado de la propaganda, de la jerga y la retórica no provoca la simple sustitución de la verdad por la mentira, sino que provoca una desorientación casi universal, un cinismo apático y una profunda disociación con respecto a la realidad”(Wittgenstein)2 El sistema capitalista nos absorbe tan frenéticamente que nos deja confundidos, paralizados, desconcertados. Nos señala hacia donde tenemos que mirar, lo que tenemos que hacer y nos enseña lo que está bien y lo que está mal. En definitiva, promueve un discurso único y, por tanto, nos paraliza para realizar cualquier tipo de práctica que conlleve un compromiso concreto. ¿Cuáles son las posibilidades reales de un sistema democrático, en el sentido de un gobierno del pueblo, por y para el pueblo, en este estado de cosas? ¿O cuáles son las posibilidades reales de transformar al sistema capitalista en un sistema más justo sin tener que recurrir a la revolución? Argentina nos demuestra, más que nunca, que la realidad es mucho más complicada de lo que creemos. Un ejemplo de esto es el debate actual acerca de la ley de medios promovida por el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner . Infinidad de voces se multiplican opinando acerca de esta nueva ley de Radiodifusión. Algunos medios, que se autoadjudican como portavoces de la verdad objetiva, titulan a la ley como: “Ley de control de medios K” o “La ley que pretende limitar la libertad de expresión”. Otros salen a su defensa apoyando algunos artículos y dudando sobre otros. Hacen uso del lenguaje, juegan con él, toman la palabra “verdad” y la hacen suya. Le monde Diplomatique (Argentina) se autodefine como “una voz clara en medio del ruido” poniendo en evidencia la confusión informativa actual donde las palabras se pronuncian despegadas de su contexto enunciativo, donde se reproducen discursos en el vacío y la realidad es captada a medias. Las nociones de verdad, de realidad y de capacidad humana para la autonomía se desvanecen. Autonomía en el sentido de vincular un Sí mismo a una norma; en el sentido de sujetos de derecho. Organizaciones como CCODAV (Coordinadora Córdoba en defensa del Agua y de la Vida) o Indimedia, son ejemplos de grupos de sujetos que defienden un derecho que consideran inalienable. En el caso de CCODAV, distintos vecinos se organizaron para defender el derecho al agua, considerando a esta última, no como una mercancía sino como un derecho de los ciudadanos. A través de diversos medios de lucha tales como las asambleas , talleres de debate, etc, han logrado la reapropiación de algunas redes. Y las luchas no se terminan, porque como indica Hell, los derechos no son concesiones, son conquistas. No son irreversibles; pueden ser desmantelados en cualquier momento. Por tanto, son esferas de acción legítimas en las cuales “Wittgenstein: el lenguaje, la política y la justicia”. Hanna Fenichel Pitkin. Centro de Estudios Constitucionales. Madrid, 1984. 2 los sujetos se expresan a través del lenguaje. El lenguaje aparece como acción, como toma de posición. Indimedia es una organización que trabaja implicando este concepto de lenguaje y de comunicación. La comunicación como una herramienta política y social y la información como un derecho exclusivo de cada uno de los ciudadanos. Indimedia es una página web que busca la contrainformación y, más profundamente, la democratización de la información a través de la idea de que “cada persona es un corresponsal”. Estas experiencias nos permiten afirmar aquello que Pitkin retoma de la visión wittgensteiniana: “En política, así como en el lenguaje, y a pesar de que todos somos productos de una herencia que compartimos históricamente, también somos agentes potencialmente activos y autónomos, creadores, jueces, ciudadanos”.3 Estas prácticas sociales que dan cuenta de la posibilidad del sujeto de intervenir en su realidad y hasta de modificarla también se convierten en espacios de disputa donde el conocimiento, tanto de sí mismos como de los otros, se diversifica. El lenguaje opera como poder liberador y el uso de la palabra verdad “nace de la experiencia de aprendizaje personal y colectivo en las que se conoce una realidad más auténtica, una realidad cuya constatación reenvía a la acción, al compromiso crítico con el cambio, al renacimiento de una voluntad política. En este sentido, la articulación lingüística que expresa una verdad se vincula con la denuncia y la reivindicación. Así, en el uso substancial de una palabra de verdad se manifiesta un potencial liberador del individuo que se despoja de su ignorancia en el encuentro con los demás sujetos de este conocimiento”4. Sujetos como estos, que comienzan a tener conciencia de la pluralidad de alternativas, deben enfrentarse a estructuras de poder que ejercen sobre ellos, y sobre todos los que integran una comunidad política, fuerzas disciplinarias. Y estas estructuras son inevitables. Es el llamado “poder social” de Foucault; la multiplicidad de poderes que se ejercen en la esfera social. En La microfísica del poder indica que "el poder no es un fenómeno de dominación masiva y homogénea de un individuo sobre los otros, de un grupo sobre otros, de una clase sobre otras; el poder contemplado desde cerca no es algo dividido entre quienes lo poseen y los que no lo tienen y lo soportan. El poder tiene que ser analizado como algo que no funciona sino en cadena. No está nunca localizado aquí o allá, no está nunca en manos de algunos. El poder funciona, se ejercita a través de una organización reticular. Y en sus redes circulan los individuos quienes están siempre en situaciones de sufrir o ejercitar ese poder, no son nunca el “Wittgenstein: el lenguaje, la política y la justicia”. Hanna Fenichel Pitkin. Centro de Estudios Constitucionales. Madrid, 1984. 3 4 Capítulo del libro: Estado incivil y ciudadanos sin Estado. Paradojas del ejercicio de derechos en cuestiones ambientales. Narvaja Editor, Córdoba, 2008. Cecilia Carrizo y Pastor Montoya. blanco inerte o consistente del poder ni son siempre los elementos de conexión. El poder transita transversalmente, no está quieto en los individuos". 5. Existe entonces el “poder hacer” que es inherente al ser humano pero que se ve debilitado por los funcionamientos del sistema donde está inserto el hombre. Es decir; que el hombre es autónomo hasta un cierto límite: el de la vulnerabilidad. ¿Es libre en la medida que acepta que no lo es? Citando a Wittgenstein: “reconocer lo que decimos, lo que hacemos, quiénes somos puede querer decir renunciar a algunos sueños de cambio como imposibles, pero puede ser también un fundamento – tal vez el único fundamento eficaz – para lograr un cambio genuino”6. En este reconocer “quiénes somos” está implicada también nuestra historia. Es necesario preguntarnos de dónde venimos. Es necesario tomarse el esfuerzo de entender las variables pasadas que nos condujeron a pensar como pensamos, a ser quienes somos y, fundamentalmente, a actuar como actuamos. Ese puede ser un primer paso para pensar en aquellos delirios de cambio, ya no los de Raskólnikov, sino los nuestros tan reales y posibles. “El concepto de Poder en Foucault”. Francisco Avila Fuenmayor. Serbal.pntic.mec.es Capítulo del libro: Estado incivil y ciudadanos sin Estado. Paradojas del ejercicio de derechos en cuestiones ambientales. Narvaja Editor, Córdoba, 2008. Cecilia Carrizo y Pastor Montoya. 5 6