Communicationes nº 73 : 15-01-2007

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Communicationes nº 73
15-01-2007
INDICE
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Rareza documental sobre Persia
Isabel de la Trinidad entre los laicos
La Delegación General de Taiwan y Singapur
Una página del cardenal Ratzinger
RAREZA DOCUMENTAL SOBRE PERSIA
Cuando más arreciaba en los meses pasados el vocerío de la política iraniana contra la
existencia del estado de Israel la diplomacia de este país se movió en una campaña de
simpatía hacia el pueblo persa. En esa cruzada diplomática se presentó en la Casa Generalicia
el dr. Hassan Dehghani Kodnoeih, de la embajada islámica de Irán ante la Santa Sede.
Nombre y dirección del secretario de Misiones lo había obtenido en la Congregación de
Propaganda Fide. Su discurso comenzó acartonado, como quien había aprendido de memoria
la lección, para hablar sobre “la verdad de su país”, en contra de cuanto en esos días –con
razón- referían los medios de comunicación. Pero el diplomático se ablandó en su rigidez y se
humanizó a medida que escuchaba que los Carmelitas fuimos enviados papales (1604) ante la
corte del shah Abbas el Grande, que el primer obispo carmelita fue un español en Isfahan (P.
Juan Tadeo de San Eliseo), que yo había escrito la tesis de historia en Viena en referencia a
esos temas, … Encontrarse con quien podía hablar de la historia de su país en el pasado le
cambió de actitud, entró en clima de confianza y de amistad.
Su vibración de patriotismo legítimo y diplomático de oficio se encendió cuando se le dijo que
en la Casa Generalicia conservamos documentos únicos en Occidente sobre el pasado de su
país: 15 cartas autógrafas del shah Abbas I el Grande (1557-1628). Efectivamente, nuestro
Archivo General tiene el raro privilegio de poseer esa documentación única: 15 documentos
originales en árabe y lengua persa con la firma y sello del potentado oriental. Se les adjunta la
traducción manuscrita en italiano. Hay todavía otras 6 traducciones italianas, de las que falta
el original. Las cartas están dirigidas al Papa Paulo V, Urbano VIII y a algunos cardenales, al
rey Felipe III de España, al rey Segismundo III de Polonia, al General de los Carmelitas
Descalzos que enviaba misioneros a Persia. La data de la documentación cubre el arco de 1608
a 1616, que corresponde a los años 1019-1024 del calendario persa.
Estos rarísimos documentos estaban mencionados en la Bibliografía Misional del P. Ambrosio
de Santa Teresa. Pero fueron catalogados por primera vez en 1991 por la profesora Paola
Orsatti, en tiempos de nuestro archivero Antonio Fortes. Los había citado también Francis
Richard en la revista “Dabireh” (nº 6 de 1989, pp. 172-178). Pero el autor sólo conoce la
existencia de seis documentos de los 15 originales.
El diplomático iraní quiso examinar este tesoro archivístico. Fotografiados los documentos
con la debida técnica, en copia CD-R estarán disponibles para los investigadores de su país,
tanto en la biblioteca nacional como en la biblioteca de la universidad de Teherán.
ISABEL DE LA TRINIDAD ENTRE LOS LAICOS
En el centenario de la muerte de la B. Isabel de la Trinidad se multiplican los actos
conmemorativos, las celebraciones, los congresos, los conciertos, las publicaciones, las vigilias
de oración, los encuentros con los jóvenes,… Isabel de la Trinidad es el tema preferencial del
año en ambientes carmelitanos. En el monasterio de las Carmelitas Descalzas de Medellín-La
Mansión (Colombia) funciona desde el 13 de febrero de 1997 la “Casa teresiana de oración”. La
dirige el carmelita John Jairo Herrera Vargas. La tarea de la casa está definida en estos
términos: “Llevar el carisma del Carmelo al corazón de los laicos”. El boletín de los socios o
asistentes se titula “Bajo la sombra del Carmelo”. “La casa teresiana de oración” participa en el
centenario con un número especial de su publicación. Es “especial”, porque recuerda los diez
años de fundación del centro. Es “especial” también por el tema monográfico dedicado a
nuestra Carmelita de Dijon: presentación de su vida y de su mensaje, comentarios varios a sus
enseñanzas, testimonios de laicos que han leído a la mística carmelita, ... La pastoral de la
espiritualidad se ocupa de la Hª Isabel y de su resonancia en los laicos.
LA DELEGACIÓN GENERAL DE TAIWAN Y SINGAPUR
Cuando en el Carmelo se habla de China salta el recuerdo del P. Jerónimo Gracián. El 9 de
abril de 1585, último mes de su Provincialato, redactó una concordia misionera, que en 1586
la firmó conjuntamente con el P. Martín Ignacio de Loyola, franciscano y sobrino de San Iñigo
de Loyola. Este “Vínculo de Hermandad” publicó Gracián en el “Stímulo de la Propagación de la
Fe”. En él se comprometen las dos familias religiosas a intensificar su oración por la
evangelización de China. La estrategia concreta les hace pensar en “hacer un Catecismo con la
doctrina cristiana, en lengua vulgar, y lengua de la China y Etiopía”.
Los dos primeros Carmelitas que pisaron tierra en China fueron un italiano y un alemán.
Formaron parte de la legación que el Papa Benedicto XIII envió en 1719 para investigar la
cuestión de los ritos chinos. Con el mismo motivo otros dos Carmelitas integraron una nueva
delegación papal en 1724 a la corte del emperador chino. Primeros Carmelitas que llegaron al
imperio de Katai con un compromiso evangelizador fueron otros dos religiosos de la Orden, un
austríaco y un italiano. Uno de ellos compuso un diccionario italiano-chino para misioneros.
Todo terminó en 1791. En 1947 nueve carmelitas de la Prov. Véneta y el primer carmelita
chino comenzaron una nueva Misión en China. Pero todos fueron expulsados de la república
comunista en 1951, comenzando la primera Misión en Japón.
Dejando la historia, vengamos a la realidad presente. Desde su expulsión de China el P. John
Mary Chin Phen trabajaba en Filipinas. Pero en 1980 llegó “de paso” a Taiwán. Con la ayuda de
las Carmelitas, de las que ejercía de capellán, comenzó allí a reclutar vocaciones para el
Carmelo. Recibió la autorización del P. General Felipe Sáinz de Baranda, quien le envió un
Carmelita inglés como primer compañero. Luego llegaron dos Padres de la Provincia de Malta.
Esta Provincia mediterránea se comprometió con la fundación. Se trataba de consolidar el
Carmelo con vocaciones chinas de Taiwán y de la diáspora. El obispo de Hsinchu ofreció la
parroquia de San José, que se convirtió en la de la Virgen del Carmen. Así se llegó a la primera
fundación de los Carmelitas en la China insular en 1983. Las primeras cuatro vocaciones
llegaron de Singapur. El primer postulante, Joseph Koh, comenzó su camino el 14 de junio de
1983. Un mes más tarde hizo lo propio el segundo, James Wu. Una segunda fundación se abrió
en 1988 en Taipei como casa de estudios. En 1990 se creó la Delegación General.
Desde 1938 están las Carmelitas Descalzas en Singapur. Para sus hermanos la invitación
remonta a 1988. Pero se realizó en 1997. Es el centro difusor para las vocaciones de la
diáspora china de Malasia, Tailandia, Myanmar. Se abrió otra casa en 1999. La realidad actual
de la Delegación General es la siguiente: cuatro casas (dos en Taiwán y dos en Singapur), 12
sacerdotes, incluyendo uno de Irlanda y uno de Tamilnadu (India), 2 profesos solemnes, 12
profesos simples y 5 postulantes. La Orden tiene que estar preparada para cuando las
circunstancias permitan introducirse en la China continental, en “el noble pueblo de los
chinos”, en programática expresión del P. Gracián.
UNA PÁGINA CARMELITANA DEL CARDENAL JOSEPH RATZINGER
Toda referencia carmelitana del Papa viene publicada en el órgano oficial de la Orden
“ActaOCD”, que se edita cada año en Roma. En una conferencia para conmemorar el 50
aniversario de la tesis doctoral de Karol Wojtyla sobre San Juan de la Cruz y el 25º aniversario
del pontificado de Juan Pablo II, el entonces card. Ratzinger escribió esta página memorable:
“¿Cómo no pensar en este pontífice sin recordar cuántos santos y beatos han recibido la
proclamación por iniciativa de este Papa? Hay, en esta multitud, dos mujeres, las dos
pertenecientes a la Orden del Carmelo, que pueden ayudarnos a comprender la dimensión
sapiencial que está debajo de toda la reflexión teológica de este pontífice. Y quizá no por
casualidad estas jóvenes mujeres están ya vinculadas al pontificado de este Papa. Son una
santa declarada por él doctora y una doctora declarada por él santa: Teresa Martin y Edith
Stein. La primera, Teresa del Niño Jesús y de la santa Faz, es una muchacha que ha hecho
transparentar la santidad a través de la sencillez de su corazón joven y se ha revelado, gracias
a Juan Pablo II, tan sabia que ha merecido ser declarada doctora de la Iglesia.
Su pequeño camino se ha convertido ahora en un gran camino que hace más practicable el
acceso, a través de la puerta estrecha del Evangelio. La segunda, santa Teresa Benedicta de la
Cruz, es una joven estudiosa de filosofía que ha entrado en el Carmelo y ha aprendido, a
través del conocimiento de la cruz hasta el martirio, aceptado conscientemente, esa sabiduría
misteriosa, que nace de una santidad vivida. Su búsqueda de la verdad la ha llevado a
descubrir en el Evangelio de la cruz la fuente de un amor libre y auténtico. Nos han enseñado
de esta manera que la verdad y el amor son inseparables. Una es la patrona de las Misiones,
signo de la apertura universal de salvación, la otra es una hebrea convertida al catolicismo,
signo de esa reunión de los padres y los hijos (Lc 1, 17), que inaugura los tiempos mesiánicos.
Bajo un solo nombre, Teresa, en la vida de ambas encontramos la santidad que se hace
sabiduría y la sabiduría que se convierte en santidad, en el único designio de amor y de
salvación para los hombres. Teresita, partiendo de la sabiduría de un corazón ardiente de amor
por Jesús, llega a la inteligencia mística. Edith, moviendo sus pasos desde una multiforme
inteligencia filosófica del misterio, llega finalmente a esa sabiduría de la cruz que la lleva a
entregarse hasta la muerte. Las dos son sabias, es decir, conocen esa sabiduría que se revela
sólo a quienes han encontrado en la cruz la clave de su existencia. Y las dos son santas,
porque sus corazones han aprendido, a través de un dócil y amoroso seguimiento del
Resucitado, a conocer la fuente de la verdad”.
L’Osservatore Romano, 7-11-1998, 4
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