vez, no pueda decirse que el campo quedó totalmente desierto. Ya que los sabios no van, dije, iremos la gente de escalera abajo, con poca ciencia, eso si, pero con muy buena voluntad. ¡Y qué hermoso espectáculo daríamos los rurales si todos en masa nos dedicáramos á esta (ú otra análoga) labor tan provechosa y tan fácil! ¿Qué digo todos? Me contentara yo conque la mayoría, ó siquiera los suscriptores de la Farmacia Moderna, anduvieran por este camino sembrado de flores, por el cual con tanto placer andábamos medio siglo atrás; aunque después no nos hayan faltado tristes desengaños. Y diremos algo de las plantas de nuestro lugar al cual nos ligan tantos lazos de afecto. También probablemente será esto lo postrero que escribamos. Aun este trabajo quizá no lo hubiéramos emprendido, si hubiéramos calculado de antemano el tiempo que nos había de costar. Pero al ocuparnos hoy con especial atención en estas cosas, diríase que rejuvenecemos, y nos hallamos nuevamente embreñados en aquellos barrancos y en aquellos bosques y fascinados por aquellas novedades de vejetación que nos atraían como con una especie de encanto; pues ya se comprende que el presente catálogo no es de hoy, sino que es el compendio de trabajos propios y extraños, trabajos que no son de un día ni de un año, sino más bien, como si dijéramos, de toda la vida. Damos por sentado que cuanta mayor extensión demos -á nuestra Enumeración, cuanto mayor número de pormenores amontonemos, con peor ó mejor criterio, al tratar de las plantas en particular, más fácil será que tropecemos con el desiderátum que los Sres. Siboni y Bellogín se proponen en esta ocasión. Por esto citamos también las plantas cultivadas. Además; de este modo obviamos la dificultad de resolver si las plantas son ó no espontáneas, problema que en ciertos casos ofrece dificultades para ser resuelto de un modo conveniente. Tratándose de un espacio muy circunscrito, tampoco parecerá extraño que nos entretengamos á veces en ciertos pormenores harto pequeños.