Parroquia de Santa Catalina_______________________________________________________________________ 14º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - Ciclo B Autor: Antonio Campillo Sagrada Escritura: 1ª lectura: Ez 2,2-5 Salmo: 122 2ª lectura: 2 Co 12,7-10 Evangelio: Mc 6,1-6 MENSAJE DOCTRINAL: LAS DIFICULTADES PARA CREER 1. La disposición en el seguimiento Estamos celebrando la liturgia del domingo 14 del T. O., cuyas lecturas acabamos de escuchar: La 1ª del profeta Ezequiel del A. T., la de S. Pablo y el Evangelio; todas ellas centradas en un sólo tema: las dificultades para creer. Los israelitas, a los que dirige su palabra el profeta Ezequiel, dudan de la fidelidad de Dios que les ha abandonado a su propia suerte en el exilio de Babilonia. Ante esta situación se rebelan y su corazón se endurece para las cosas de Dios (Primera lectura). S. Pablo, que se mantiene firme entre las dificultades, que tiene que sufrir: el aguijón de la "carne", como él mismo dice, (sería ese “aguijón de la carne” ¿una enfermedad? o ¿la conciencia del abismo entre él con todas sus limitaciones y Dios con toda su grandeza?, incluso podía ser ¿el sentir el peso de su propio pecado?). A pesar de ello, S. Pablo se mantiene firme en su fe, porque una voz en su interior le repite: “Te basta mi gracia”. (Segunda lectura) Y los nazarenos dudan de Jesús que, por un lado, ha obrado grandes signos y milagros, y, por otro, es uno más entre los habitantes de Nazaret, es "el hijo del carpintero". A Jesús le dolió la falta de fe de la gente de su tierra. Pero también le dolería que le trataran despectivamente con los títulos más “humillantes” que encontraron. Y no por Él, sino por María y José: “¿Es el hijo del carpintero, el hijo de María?” Es que a Jesús le atraía su pueblo. ¿A quién no atrae su pueblo? Allí suelen estar nuestras raíces familiares, y de las vivencias infantiles y juveniles quedan gratos recuerdos que influyen en muchos aspectos en las personas a lo largo de la vida. Jesucristo había vivido en Nazaret casi treinta años en el domicilio familiar. Y allí fue una vez más con sus discípulos. Los habitantes conocían la familia de Jesús, una familia absolutamente normal, Parroquia de Santa Catalina_______________________________________________________________________ igual a las demás del pueblo. Ellos conocían muy bien a Jesús: su infancia y juventud, sus padres, su oficio, sus parientes; lo habían visto crecer como uno entre tantos...No, no podían creer...les cuesta trabajo aceptar las cosas que se cuentan de Jesús. Se alegraban de vele pero, no podían...no estaban dispuestos a considerarle mayor que ellos. Es evidente que no hay cosa peor para la fe que acostumbrarse a vivir con el misterio a nuestro lado en nuestra vida normal y diaria, y despreciar lo que no se entiende, especialmente ese Misterio. (Evangelio). Y los israelitas en lugar de buscar solución a sus dudas sobre la fidelidad de Dios, se aferran a ellas, y su corazón se endurece ante la voz de Dios que les llega por el profeta Ezequiel. En lugar de buscar resolver sus dudas de fe, se hunden más en ellas. En cambio S. Pablo en su debilidad, es donde encuentra su fortaleza, la fortaleza de Dios, porque confía en su gracia: “Te basta mi gracia”. Y los nazarenos no creyeron en Cristo, su paisano, por el rechazo a la grandeza de su personalidad extraordinaria. 2. Las dificultades de la fe hoy Apliquemos este mensaje de las lecturas de hoy a nosotros y a nuestras circunstancias de vida. Porque también nosotros podemos tener y tenemos hoy dificultades para nuestra fe. La fe...el creer encuentra dificultades en cualquier época y en cualquier punto de la tierra. Y ¿cuáles serían algunas de las dificultades que hoy encuentra el hombre de nuestros días en su camino de fe? Algunas son las de siempre, pues la fe es un don y hay que acogerlo en la oración y con humildad. Pero en nuestros días se han acentuado algunas de estas dificultades, las dificultades que podíamos decir modernas para creer. Por ejemplo: el desinterés más o menos marcado por lo que no sea inmediato, material y útil al hombre hoy, para aquí y ahora, el bienestar material etc.; o la excesiva confianza en la razón más o menos científica, en perjuicio de la razón filosófica, o el buen sentido común de la gente sencilla, que predispone para la fe; o el espíritu relativista dominante, en amplios sectores de la sociedad, en los que "Dios" es un punto de vista más, en concurrencia con otros “valores” aparentemente más atractivos; y no pocas veces se menciona también la imagen de una Iglesia retrógrada y anticuada, enrocada en el pasado, pasada de moda diríamos en la propuesta de algunas verdades dogmáticas o morales. (A este propósito, acabo de leer en “Alfa y Omega” las declaraciones de un político, que sin ningún respeto para el Papa, -él le llama el “polaco” simplemente-, que se “empeña, dice, en sostener, -cito sus mismas palabras-, causas tan imposibles como la honestidad entre los cónyuges, la prohibición de las relaciones prematrimoniales, o la consideración del aborto como un crimen”. Ya veis como está el pensamiento de los “postmodernos”; hay todavía quien dice no creer porque la fe le aliena y le hace soñar en un mundo inexistente, quitándole energías para trabajar en el mundo en que vive. Son los que aún añoran el muro de Berlín; Parroquia de Santa Catalina_______________________________________________________________________ o quien piensa que la fe es cosa de “niños” o "personas mayores", de “gente sin mucha cultura”...Bueno, imagino que vosotros podríais añadir algunas dificultades más a esta lista. En consecuencia, -para completar nuestra reflexión en torno a las lecturas de hoy-: ni mis tentaciones personales, ni tampoco mil dificultades externas hacen una sola duda de fe. No. Al contrario, las dificultades actuales son "muy oportunas" para fortalecer nuestra fe, si las sabemos afrontar con valentía y con decidida coherencia. ¿Viene una dificultad?... Oremos, en primer lugar. Luego...hay que crecerse ante la dificultad, de manera que parezca pequeña, aunque sea grande. Esto hace madurar la fe, porque una virtud no probada siempre será una virtud inmadura. Y, ¿por qué no acudir a alguien, -descendiendo ya al terreno concreto y personal-, que nos eche una mano, alguien experto en estas cosas de fe, como puede ser un sacerdote amigo, que pueda dar un consejo, o una religiosa que trabaja en la parroquia, o una persona que ha pasado por la misma prueba y ha superado felizmente esa dificultad? ¡Es hermoso sentir la compañía, el apoyo humano y espiritual de una persona amiga! Aparte de la oportuna consulta también la formación personal sería necesaria para saber no sólo vivir, sino también dar razón de nuestra fe. Sabemos como está el mundo en que vivimos, por eso sabemos que hay mucha “indiferencia religiosa” y “olvido de Dios”, y que se ambicionan mucho más los bienes del “más acá” de nuestra existencia, que los bienes del espíritu. Pues en ese contexto tan poco propicio seamos testigos de una fe vivida y de un amor limpio, amantes de la justicia fiel y de la solidaridad humana, y Dios se ocupará de cuanto supera nuestra debilidad. Débiles, sí; pero confiados, esperanzados en el Señor, como lo estaba San Pablo. Cristo “no pudo hacer milagros” en su tierra, en su pueblo: “No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa”, dice el evangelio, y “se extrañó de la falta de fe”. Él quería hacer milagros, cambiar los corazones, y no se dio oportunidad. Dejémosle, supliquémosle que venga a nosotros y haga morada en nosotros, y lo demás vendrá y se dará por añadidura. Que la Virgen, la primera creyente, nos ayude a superar nuestras dificultades y aliente, fortifique y nos conserve la fe.