Original: español TECNOLOGÍA, TECNOLOGÍA APROPIADA Y EL FACTOR SOCIAL Felipe Solsona CEPIS-OPS Lima, Perú RESUMEN La tecnología es uno de los instrumentos que más han servido a los pueblos para condicionar su desarrollo e imponer condiciones a otros pueblos o culturas. En la actualidad, se asiste a una invasión tecnológica desde el primer mundo hacia el tercero, en donde autoridades, técnicos y hasta la población civil, por falta de una visión clara y de sentido común, acepta una tecnología que en ocasiones hace más daño que el que pretende solucionar. Exceptuando los infrecuentes casos en que desde el gran caldero tecnológico del primer mundo se ofrecen ingenios y artilugios mecánicos que el autor ha dado en llamar “cajas marcianas”, la única opción que tienen los pueblos en desarrollo, es la de comprometerse en una verdadera y honesta estrategia de selección por un lado y en desarrollar una política tecnológica propia, confiando en el conocimiento y potencial cultural de su sociedad. 1. Tecnología El desarrollo incesante de la humanidad a lo largo de toda su historia está ligado de forma indisoluble a la evolución de su conocimiento y a la utilidad práctica del saber, concretada en ingenios y artilugios. Es lo que se conoce como “tecnología”. La técnología ha sido uno de los más poderosos instrumentos gracias al cual los pueblos condicionaron a sus vecinos o rivales. Los aqueos se impusieron a los sumerios por el uso de la flecha, los hititas por el carro de guerra, los dorios por el hierro. En ocasiones, simples hechos tecnológicos, como pasar del arco corto al largo, del pedestal de apoyo para el arcabuz en el siglo XV al mosquete cien años más tarde, o la introducción del estribo en las sillas de montar de los pueblos germánicos que en el medioevo detuvo el avance de los sarracenos, significaron pequeñas modificaciones que cambiaron el rumbo de la historia. Los ejemplos podrían ser presentados por cientos, tal vez por miles. A partir del Renacimiento en el siglo XV, la ciencia comienza a desarrollarse en forma explosiva y sostenida. El ingenio humano correlaciona los nuevos conocimientos con aplicaciones prácticas y nace así la tecnología moderna, la que se consolida en el siglo pasado con el auge de la Revolución Industrial. Este proceso tecnológico es tan poderoso que se transforma en una de las más importantes causales de la situación a que se llega a comienzos del siglo XXI. Justa o injusta, la realidad muestra que existen hoy dos mundos paralelos pero bien diferenciados. Un mundo desarrollado (“primer mundo”, “el norte”, “países industrializados”) y otro en desarrollo (“tercer mundo”, “el sur” “países en proceso de industrialización”). Un mundo de ricos y otro de pobres. Dos universos con distintos estándares. Desde la nutrición a la enfermedad, desde la vivienda a la educación, desde la recreación a la información. Ingresos globales y per cápita claramente diferenciados para cada mundo. Distintas necesidades. Distintos requerimientos políticos y estratégicos. El mundo desarrollado es tan suficiente y poderoso que continuadamente impone sus condiciones al otro sector. En ocasiones de forma directa y abusiva. Otras, mediante mecanismos indirectos y sutiles, como la penetración cultural, el mercadeo o la propaganda adecuada. Los gobiernos de los países en desarrollo carecen en la mayoría de los casos de políticas tecnológicas bien estructuradas, que hayan tenido en cuenta sus capacidades locales, sus características culturales, sus recursos tanto económicos como humanos. Casi siempre los pueblos de tercer mundo están frente a una situación de real fragilidad ante el problema presentado por las necesidades de implementación de bienes actuales, una capacidad económica generalmente reducida y la dificultad de tener que elegir entre una producción local carente de la máxima precisión y brillo y una extranjera más avanzada, novedosa y atractiva. Ese conflicto, lleva en oportunidades a realizar selecciones erróneas. Se compra lo que no es adecuado. Se compra lo que no se puede pagar. Se compra algo que fracasará al ser utilizado. Esto es tan importante que en la década del 70 se acuñó el término: selección tecnológica, sobreponiéndolo a muchas de las otras variables que juegan un papel en el desarrollo de un país. En los países en desarrollo y especialmente en aquellos en donde ese grado de desarrollo es menor, una tecnología que no se entienda, que no contemple el complejo marco de interacciones entre lo cultural, lo económico, lo social, lo político y lo idiosincrásico, no tiene posibilidades de éxito. En el Africa rural, en la década del 80, más del 70 % de las bombas de mano con tecnología del primer mundo y provistas a través de donativos, agencias de 2 cooperación técnica internacional, ONG, entre otras, fueron utilizadas hasta el primer desperfecto. A partir de allí, los encargados locales, no por falta de capacidad intrínseca para solucionar los problemas sino simplemente por un desinterés o rechazo cultural, fallaron en arreglar los desperfectos. Existe sin embargo una única situación en que la tecnología del primer mundo puede ser incorporada al tercer mundo sin conflictos ni inconveniencias. Es cuando se está en presencia de una “caja marciana”. 2. La caja marciana El concepto de la “caja marciana” fue desarrollado por el autor trabajando en el Africa en el área de la tecnología apropiada y se basa en la siguiente figura. Una nave marciana llega a la Tierra y desciende de ella, un pequeño ser con una caja en sus manos. Al encontrar a un ser terráqueo, se la ofrece a cambio de algún recuerdo de poco valor que llevará consigo de regreso a su planeta. La caja es simple, está perfectamente sellada y presenta un orificio de entrada, uno de salida y un interruptor . El marciano ofrece una sumaria explicación de su operación. Tan solo hacerla funcionar con el interruptor, o introducir alguna cosa por el orifico de entrada y esperar el producto por la salida. El producto que se obtenga podrá ser, según el caso: energía, comida, marcación del tiempo, la posibilidad de hacer cálculos complejos, producir agua potable, mover objetos a distancia, producir un entretenimiento, etc. El receptor de la caja, es decir quien será el usuario de la misma; no tiene idea de cómo es, ni de que hay en el interior de la misma. Le es imposible entender que tipo de mecanismo posee. Sin embargo, lo trascendente, lo importante de todo esto, es que este usuario, no sólo no va a preocuparse por entender cómo funciona el artilugio, sino que no tiene necesidad de preocuparse, pues al dar las instrucciones el marciano,aclaró que al margen de la facilidad de operación, la caja no requería mantenimiento y que su fuente de energía es de larga duarción. Estamos pues ante algo totalmente ajeno a nosotros. Algo que no pertenece a nuestro entorno, a nuestro conocimiento, a nuestro mundo, pero que gracias a las condiciones mencionadas reune las siguientes características: • • • • • bajo costo, económico en su operación, fácil de manejar, mantenimiento virtualmente nulo, confiable, 3 • • vida útil prolongada, satisface una necesidad que otros productos o tecnologías no consiguen. Presenta un fenómeno interesante: sin importar que tan extraña esa tecnología sea (en verdad podría ser de Marte!), inmediatamente logrará aceptación en cualquier parte del mundo, por parte de cualesquiera usuario y en la mayoría de las situaciones. Ejemplos de cajas marcianas son los relojes de cuarzo, la televisión, los bolígrafos, el teléfono, la radio a transistores, los equipos de hi-fi, el horno de microondas, la máquina de coser, el selector de la TV, los juegos infantiles electrónicos tipo Nintendo. En las zonas más remotas, más pobres y con habitantes iletrados del Africa, el Asia o Latino América, y en donde la gente no aceptaría utilizar un arado motorizado por hallarlo extraño, complejo para operar y reparar, es decir, culturalmente inaceptable; podrá comprobarse sin embargo, la utilización extendida de calculadoras electrónicas de mano, (otro ejemplo característico de caja marciana). Sólo las tecnologías que provengan del primer mundo y que presenten características similares a las de las cajas marcianas tendrán buena aceptación en los usuarios de los países en desarrollo. Desafortunadamente, las mismas son poco comunes, y en caso de que no se disponga de instrumentos o equipos de tal naturaleza, se deberá trabajar entonces, bajo el concepto de la tecnología apropiada. 3. Tecnología apropiada Las tecnologías avanzadas convencionales provenientes de los países desarrollados pueden ser muy atractivas, pero su utilización en sociedades pobres puede acarrear más inconvenientes que los que soluciona. La razón de esto se basa en el componente cultural de la tecnología. Un ejemplo facilitará entender ese concepto. En un país determinado, se introduce la innovación tecnológica de la computadora. Dentro de una familia ocurrirá el siguiente fenómeno: un niño utilizará la máquina; la manejará, la hará parte importante de su vida. Es posible que hasta la modifique, la arregle. Su abuelo, casi con seguridad, expresará: “a mí no me interesan las computadoras. Podrán ser muy importantes o podrán hacer cosas útiles. Pero yo no las entiendo. Ni las usé, ni las usaré!” El niño ha comprendido a la máquina y la ha aceptado. Su abuelo no. 4 Si una tecnología ofrecida a dos personas, habitantes de un mismo mundo, un mismo país, una misma familia, que sólo difieren culturalmente en los tiempos en que fueron jóvenes, puede sufrir una aceptación tan disímil, que se puede esperar entonces de esa tecnología que llega a gentes con culturas mil veces diferentes? ¿Cómo puede llegar a aceptar el engendro, alguien que ha tenido educación, nutrición, información, estilo de vida, medio ambiente, ingresos, relaciones sociales, intereses, necesidades, etc., absolutamente ajenos a aquellos reinantes en donde se originó la tecnología? Es esto lo que explica el término de “componente lógico” de la tecnología y cuyo más contundente parámetro es el cultural. Se plantea la necesidad de apreciar la tecnología no sólo desde el punto de vista de la ingeniería, sino verificar su validez frente a la cultura y la realidad social del lugar donde se pretende aplicarla ya que de esto depende su éxito o fracaso. Mucho se ha escrito sobre esa “realidad social”, y mucho más se seguirá escribiendo acerca del tema, ya que no existe una fórmula simple a la que se pueda recurrir para solucionar el problema de la selección tecnológica. Esta realidad social es una compleja urdimbre de interrelaciones en los numerosos campos que hacen al individuo como unidad y como parte gregaria de una sociedad. En primer lugar, para que una tecnología sea socialmente aceptable, la misma deberá ser básicamente (aunque no en forma exclusiva), una creación autóctona del mismo país. (Se volverá sobre esto). Idealmente, el desarrollo de una tecnología debería estar condicionado no sólo por los avances técnico-científicos per se, sino también por los valores culturales e ideológicos de la sociedad que produce la tecnología. Es la cultura a través de sus cambios sociales la que debe orientar los cambios de la tecnología y no al revés. Y lo que a veces no se alcanza a visualizar es que todos los países tienen un enorme caudal tecnológico autóctono, y que el mismo no está centrado en uno o dos organismos, en una o dos universidades, sino en la masa social. En los talleres, en las fábricas, en el campo. Es incorrecto pensar que sólo los centros de investigación y de alto desarrollo científico de un país desarrollado son la única base del “caudal tecnológico” de ese país. En los Estados Unidos, la tecnología original que se inició en el siglo XIX y que sentó las bases de la gran tecnología de hoy, no salió de las universidades sino de los campesinos y de sus talleres rurales; de los empresarios y de sus pequeñas fábricas pueblerinas. Cuando a sólo cinco meses de haber finalizado la segunda guerra mundial, y cuando una tercera parte de su población masculina había desaparecido en las 5 acciones bélicas, Alemania abría nuevamente su fábrica Volkswagen y comenzaba a producir el “escarabajo” (beetle) una vez más. El know-how no estaba en uno o dos ingenieros que consiguieron escapar, ni en algunos planos guardados y salvados en cajas de seguridad; sino en los cientos de trabajadores, de torneros y de mecánicos que sobrevivieron al conflicto. El fenómeno radica en que es la misma gente, en su lucha diaria para hacer frente a sus necesidades y a los problemas que se le presentan, la que encuentra los medios para solucionarlos. Nadie conoce y comprende el alcance de un problema como aquél que tiene que remediarlo. Por añadidura, la gente local, sabe priorizar las soluciones que le harán economizar esfuerzos y dinero. Dentro de la tónica de lo expresado en el último párrafo, se sitúa la conocida anécdota del hombre blanco que se adentra en la selva y ofrece su rifle (preciso y mortífero en la caza), a cambio de alguna posesión del indio que lo mira dubitativo; y quien finalmente termina rechazando el magnifico ofrecimiento. Su respuesta no solo es una oda al sentido común sino que muestra con total claridad lo que significa filosóficamente la tecnología apropiada. “El rifle mata rápido y a gran distancia. Mi cerbatana no es tan buena. Pero yo la conozco bien. La ha usado mi padre y el padre de mi padre. De ese rifle solo sé que usa palitos de fuego,. pero ¿Que pasará cuando se acaben los palitos de fuego?, ¿De donde sacaré más? .Ah… pero de mis dardos; hechos con espinas de las matas que aquí abundan, tendré provisión toda mi vida y también habrá durante la vida de mis hijos y la de los suyos” Los gobiernos, sus técnicos, los intermediadores, los agentes que pretenden solucionar los problemas tecnológicos con honestidad y que no están influenciados por las necesidades mercantilistas de los vendedores de tecnología complicada, deben entender que sus miradas no pueden deslumbrarse exclusivamente con lo que brilla y que proviene del Primer Mundo. Es improcedente, riesgoso y negativo para los verdaderos intereses del país y de su gente. La lección es que quien tenga algún poder de decisión jamás puede descartar lo que ocurre en casa. Allí es donde se debe mirar en primer lugar. 4. Políticas, selección tecnológica e información Dada la importancia que la tecnología tiene en la vida moderna, es inadmisible que hoy existan países que carezcan de una política tecnológica nacional. Elaborar una política propia no es tarea fácil. Muchos gobernantes que son a la postre los que verdaderamente definen esas políticas, caen infantilmente en tentaciones que en ocasiones rayan lo absurdo. 6 Países con millones de habitantes debajo de la línea de pobreza emplean vitales recursos en una tecnología nuclear que sólo los más ricos pueden sustentar. Otros se han embarcado en carreras espaciales cuando sus campesinos y sus fábricas comunales carecían de la mas básica provisión en materia prima, materiales y herramientas. ¿Cuántos países han efectuado millonarias compras en equipamientos complejos sin contar con los recursos humanos locales que pudieran manejar esas tecnologías, las que han muerto al poco tiempo dejando detrás de sí desilusión, esfuerzos dilapidados y cuantiosas deudas? Elaborar una política tecnológica no es tarea de un ministro, ni de un político ni aún de uno o dos ingenieros bien intencionados. Es una tarea de muchos. En rigor, de todas las partes involucradas y en donde deban primar estos atributos: • • • • • honestidad sentido común conciencia de la realidad en que se vive empatía con la masa social y no con los estamentos privilegiados o de poder independencia de presiones y/o intereses foráneos Cuando bajo esas condiciones se esté dispuesto a sentar las bases de una verdadera política nacional tecnológica, se deberá seguir un camino arduo pero inevitable. Lo primero será entablar un diálogo abierto dentro del país, sobre qué es lo que se desea por desarrollo. ¿Debemos necesariamente “comprar” el desarrollo tal y como nos lo vende la cultura occidental moderna? La palabra “desarrllo” es un curioso término que tiene muy corta existencia en la sociedad humana.Según algunas escuelas filosóficas, “desarrollo” es un concepto ligado en primera y fundamental instancia, al tiempo, a la medición del tiempo y a como el tiempo condiciona hechos y situaciones. A lo largo de miles (mejor aún de cientos de miles de años), el hombre primitivo y las sociedades tradicionales han pensado en el tiempo y su acción, observando el sol naciendo en el oriente, cruzando el zenit y poniéndose en el ocaso; la repetición de las estaciones, la migración y vuelta de las aves, la desaparición y reaparición de las cosechas; el avance y retroceso de los hielos; lo que implicaba no un desarrollo lineal, sino por el contrario, un terminar para reiniciar y un recurrir. Los eventos se desarrollaban siguiendo un proceso cíclico y no lineal. Que cada vez tengamos que estar o ser mejores (lineal y no cíclicamente mejores), fue en la historia de la humanidad, una idea de tipo religioso y moral; no necesariamente un concepto aplicable a las formas y estándares de vida. 7 Obviamente que es difícil decir: quedémonos donde estamos, o desarrollémonos al paso que impongan nuestras posibilidades. Pero por no haber tenido el coraje de haber planteado algo semejante, o al menos haber hecho una elección errada pero entre todos; ha ocurrido que a lo largo de todo este siglo XX, los pueblos no industrializados han entrado en una carrera desarrollista perdida antes del inicio; y la situación a que se ha llegado, habla por sí misma de su fracaso. La pobreza es alarmante, las enfermedades más prevenibles como el TBC, el cólera y las diarreas hacen estragos, la violencia y la criminalidad son las únicas salidas para millones de seres; el hambre campea. Esto lleva al segundo punto, que es satisfacer en forma honesta las preguntas que debe hacerse el funcionario que define las políticas nacionales: ¿Es realmente necesario embarcarse en una carrera por lograr la misma técnica que encandila desde el mundo poderoso y desarrollado, sabiendo que esa técnica cuando se logre será fatalmente “vieja y caduca” en aquel lugar donde se originó? ¿Se habrá pensado en el costo en sacrificios del estrato social del país que se embarcó en esa empresa? Los aborígenes de Australia siguen utilizando sus boomerangs y que se sepa, no se han planteado como sociedad, renunciar a los pocos (pero muy valorados por ellos) bienes de que disfrutan, para sustituir su ancestrales armas de caza por rifles con miras láser. Los pescadores de la isla de Zanzíbar tampoco han pensado en sustituir el conocimiento tecnológico que tienen en construir sus embarcaciones y sus redes de sisal por sonares electrónicos y computarizados. Los isleños y costeros del Lago Titicaca siguen sin comprometer sus recursos ni su forma de vida para tratar de cambiar su tecnología productora de las famosas (y muy eficientes) balsas de juncos por modernos crocoducks de goma y neopreno. El mismo CEPIS a lo largo de la mayor parte de su existencia ha tratado de desarrollar y promover una tecnología verdaderamente apropiada. Con clara conciencia de las realidades regionales y tomando distancia de la tecnología de avanzada del primer mundo diseñó una nueva tecnología tomando como base los logros obtenidos en ingeniería, que se habían dado tan bien en los países latinoamericanos y caribeños, sumando factores de tipo social y cultural para ofrecer una modalidad tecnológica que se ha dado en llamar hoy “tecnología CEPIS”. Una verdadera revolución en donde una tecnología de albores de siglo XXI, no presenta computadora alguna y en donde se reemplazan los mecanismos motorizados y mecánicos por otros solamente hidráulicos. Surge aquí el tercer punto con una nueva pregunta: ¿Se debe pues cerrar los ojos a todo lo que se produzca en el norte? 8 Al desarrollar el tema de la tecnología apropiada se hizo el siguiente comentario: para que una tecnología sea socialmente aceptable, la misma deberá ser básicamente (aunque no en forma exclusiva), una creación autóctona del mismo país. Esa aseveración y la contestación a la pregunta anterior de alguna manera excluye la consideración de la tecnología de alto nivel. Que se deba mirar primero en casa, no significa que una vez realizada esa tarea, no se pueda mirar fuera de ella. Y en rigor así debería ser. Una verdadera tecnología apropiada no necesariamente debe ser aislada, encerrada en sí misma. Es más, es un absurdo pensar en una total independencia tecnológica. Ningún país dispone del potencial económico para desarrollar todas las tecnologías que requiere para su desarrollo (versión moderna y occidental de “desarrollo”). Se tiene aquí un nuevo e importante concepto: la tecnología apropiada no debe necesariamente exclusivo de la tecnología del primer mundo, sino que puede, y la mayoría de las veces debe complementarse con ella. Un cuarto punto surge naturalmente. ¿Si se ha de bucear en la tecnología del mundo industrializado, se podrá entonces tener una sana independencia tecnológica? ¿Se podrá ser tecnológicamente autosuficiente? La respuesta, afortunadamente es afirmativa. Sí. Se puede encontrar la forma de tener una tecnología que se entienda, que sea aceptable, que esté basada en el patrón científico, cultural y social del país o de la región; sin que necesariamente esté exenta de algún componente foráneo, proveniente de la tecnología de los países industrializados; pero que por encima de todo, sea una tecnología propia. La búsqueda y la obtención de tal tecnología, es el trabajo de los funcionarios dedicados, de los centros de investigación, de las universidades. Estos centros mucho más que tratar de desarrollar alguna innovación tecnológica deberían bucear en las necesidades, en lo que existe localmente, en lo que se puede obtener de fuera de las fronteras y ver finalmente como se concatena todo el conjunto. Eso sería mucho más productivo que tratar de desarrollar alguna innovación tecnológica, ya que está ampliamente demostrado y documentado que 1) la rueda se ha reinventado una y otra vez por personas con alto grado de entusiasmo pero bajo nivel de información, y 2) la mayoría de las innovaciones culmina en el fracaso. A fuerza de ser reiterativo, es importante reafirmar que la búsqueda debe hacerse sobre las tecnologías apropiadas elaboradas por los sectores locales no estructurados, por los talleres, por los técnicos y aún por la sociedad civil cuyas tecnologías ya han superado la difícil prueba de la aplicación práctica. 9 Un quinto punto es la necesidad de difundir la tecnología. “Difusión” en tecnología, sobretodo en tecnología de aguas, es equivalente a decir: necesidad de crear un mercado. Y si el mismo está creado, entonces de impactarlo con el adecuado marketing. Un buen marketing no siempre es debido a una inteligente campaña publicitaria, sino y muy especialmente a la existencia de una necesidad real. Debe aclararse sin embargo, que por encima de la necesidad, existe otro componente cultural y social que es “la demanda”. Puede haber una necesidad en una comunidad. Pero esa necesidad puede también no ser valorada por la gente como tal. A menos que se cree la conciencia en la gente de que esa necesidad debe ser cubierta, no se producirá la demanda. Y es la demanda, la que generará los mecanismos que abran las puertas a la entrada de las nuevas tecnologías. Esto puede entenderse muy rápidamente en el tema del agua potable. Tener agua en la casa o cerca de ella, es visto a priori como una necesidad que una vez satisfecha, habrá de mejorar la calidad de vida. Los individuos, las familias, la comunidad, exigirá alguna tecnología para paliar esa demanda. Sin embargo, para prevenir las enfermedades de transmisión hídrica, la gente no solo debe tener agua, sino que la misma debe ser segura y confiable. Es decir necesita calidad. Pero si la comunidad es rural y alejada, muy posiblemente no tendrá conciencia de ello y no habrá entonces una demanda asociada a esta nueva y más importante necesidad. Son los gobiernos, con sus niveles de decisión, los que deben transformar la necesidad en demanda, a través de un proceso de concientización en la sociedad. La educación y la información, mediante campañas de comunicación son los medios que se deben utilizar para tal fin. La educación y sobretodo la información, son dos aspectos que los funcionarios que toman la decisión en un país, deben desarrollar con mucho cuidado y no con poco énfasis. La mayor parte de los institutos, grupos de desarrollo de tecnología apropiada, universidades, comprometen una parte importante de su actividad en la recolección, procesamiento y difusión de la información. Esta es una tarea mucho más importante y trascendente que la mera investigación y desarrollo de sistemas o tecnologías. Hay ciertas tecnologías desarrolladas en estados o provincias, en regiones o aún el aldeas que pueden tardar años en recorrer unos pocos kilómetros hasta la localidad vecina. 10 Y he allí, un papel fundamental que pueden y deben ejercer los centros de tecnología: constituirse en intermediadores entre la producción de la tecnología y aquellos que podrían beneficiarse con ella. Si esos centros conforman una red de información, sin lugar a dudas que sus funciones se verán aumentadas y potenciadas; y como parte de un conjunto, estarán contribuyendo de hecho a crear y estimular la demanda a que se ha hecho mención. Pues la demanda o directamente el mercado de la tecnología apropiada dependen en gran medida, de que el público, el usuario (sea un ingeniero o un poblador rural) sepan que existe información y dónde encontrarla. Se vuelve así al concepto de la demanda, que una vez creada, recién se pueden ofrecer las opciones para satisfacerla. Es interesante notar que aunque pueda parecer incorrecto, en este proceso de creación de la demanda, numerosos autores han destacado la necesidad de que los gobiernos y sus niveles de decisión ejerzan algún tipo de coerción. El tema es delicado, ya que el concepto y más aún la utilización de la “coerción” es algo peligroso per-se. Sin embargo, en ocasiones puede ser un atajo que ahorre esfuerzos y sobretodo tiempo. Cuando una madre reprende y prohibe a su hijo de corta edad acercarse a una olla con aceite hirviendo en la cocina, está de hecho ejerciendo una coerción. Sin embargo nadie dirá que esa acción es negativa, sino que por el contrario es una coerción de protección. Cuando un gobierno coacciona a una comunidad rural para que apoye la instalación de un sistema de agua potable, está ejerciendo una coerción que también es positiva si se está pensando solo en la prevención de transmisión de enfermedades de origen hídrico en esa comunidad. La coerción se transformaría en algo negativo, si en realidad se tratara de convencer a una comunidad a instalar un sistema que haría uso de algún equipo que por razones espurias interesa comprar (o vender). Existe sin embargo, una fórmula de compromiso y la misma consiste en mantener un equilibrio entre la sana coerción ejercida por los estamentos de poder (acción de arriba hacia abajo) y la participación de la sociedad civil (acción desde abajo hacia arriba o desde adentro hacia afuera). Este compromiso debería llevar idealmente a la selección y elección de lo más adecuado a las verdaderas necesidades técnicas de una región o de una comunidad, sin dejar de lado los importantísimos parámetros culturales a los que tanto se ha hecho mención. Si se comprende que lo importante no es ser tecnológicamente independiente, sino tecnológicamente competente, entonces todos los componentes del rompecabezas se unirán coherentemente. 11 Tal como se ha expresado al comienzo de este trabajo, el mundo está dividido y la división no solo persistirá por largo plazo aún, sino que se habrá de profundizar aún más y más. Sin embargo, quienes hayan perdido el tren del primer mundo, de ningún modo estarán condenados a una vida de menor calidad. Solo habrá que adecuarse a las realidades en que se vive, a los medios y a los recursos. Habrá tan solo que, honesta e inteligentemente, buscar las herramientas que hagan las condiciones de esa vida, tan aceptables y tan convenientes como las que disfrutan los habitantes de los países desarrollados. La tecnología apropiada, es una de esas herramientas. 12