La mala calidad de la futura Ley para la Defensa de la Calidad

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Asociación Iberoamericana para el Derecho Alimentario
From the SelectedWorks of Luis González Vaqué
July, 2015
La mala calidad de la futura Ley para la Defensa
de la Calidad Alimentaria
Luis González Vaqué, Asociación Iberoamericana para el Derecho Alimentario
Available at: http://works.bepress.com/luis_gonzalez_vaque/178/
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La “mala calidad” de la futura Ley para la Defensa de la Calidad
Alimentaria
La importancia del sector de la producción y comercio alimentarios tiene, en
nuestro país, una notable importancia: desde la perspectiva económica sus
exportaciones constituyen una parte significativa de nuestro Comercio exterior;
sin olvidar su trascendencia sociológica, teniendo en cuenta los intereses (no
sólo de índole económica) de los consumidores.
En este contexto, la eficiencia y competitividad de la cadena alimentaria son
elementos claves, y esa eficacia precisa de un ordenamiento jurídico que
asegure el equilibrio de los diversos intereses en juego. Desde nuestra
integración en la UE el Derecho alimentario aplicable en este ámbito es en gran
parte de origen comunitario; no obstante, ni el Gobierno central ni las
Comunidades autónomas han dejado de legislar –a menudo innecesariamentesobre esta materia. El resultado es una excesivamente compleja maraña de
normativas (a todos los niveles) en virtud de la cual tanto los expertos como los
empresarios del sector se enfrentan a menudo a situaciones en las que la
incertidumbre y la confusión ponen en peligro su aplicación respetando el
principio de la seguridad jurídica. A ello se añade la dispar interpretación de la
legislación vigente, incluso de Comunidad autónoma a Comunidad autónoma…
En el curso del mes de abril de 2015, el Gobierno de España aprobó el “Proyecto
de Ley para la Defensa de la Calidad Alimentaria”. Si nos atenemos a lo que se
indica en la primera parte de su “Exposición de Motivos”, la misión básica del
sector alimentario es proporcionar al ciudadano unos alimentos sanos, seguros
y que además respondan a sus expectativas de calidad.
Cuando escribimos estas líneas el citado Proyecto de Ley es objeto de los
debates previos a su aprobación por las Cortes. Es decir, que aún cabe la
esperanza de que sea mejorada, lo que es posible, pero no seguro. Y es que el
Proyecto de Ley en cuestión es evidentemente mejorable.
Para empezar, cabe poner en duda que se trate realmente de una Ley sobre la
Calidad, por lo menos en el sentido que comúnmente se da a ese término. Se
trata de una apreciación atinada si nos atenemos a la definición de calidad
alimentaria que se propone («conjunto de propiedades y características de un
producto alimenticio o alimento relativas a las materias primas o ingredientes
utilizados en su elaboración, a su naturaleza, composición, pureza,
identificación, origen, y trazabilidad, así como a los procesos de elaboración,
almacenamiento, envasado y comercialización utilizados y a la presentación del
producto final, incluyendo su contenido efectivo y la información al consumidor
final especialmente el etiquetado»). Lo malo es que esa peculiar acepción de
calidad alimentaria a la española que se ha introducido, mediante otras
normativa, en nuestro Ordenamiento jurídico no coincide con la comunitaria en
la que suelen emplearse la expresiones “política de calidad” o “regímenes de
calidad”, que deben entenderse en el sentido que les corresponde y que es,
precisamente, el significado que se le atribuye comúnmente (reconocido
obviamente en el DRAE). Cabe destacar que el Consejo de Estado, en su
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preceptivo, pero no de obligatorio cumplimiento, Dictamen se pronunció en este
sentido al afirmar que «… tampoco trata el proyecto de una norma que regule la
calidad de los productos alimenticios en el sentido que a este concepto atribuye
la legislación de la Unión» [lo cierto es que las autoridades competentes
ignoraron olímpicamente casi todas las observaciones del citado Consejo sobre
su propuesta (!)].
Si leemos atentamente el contenido de la futura normativa, nos parece que un
título como “Ley sobre [¿la seguridad de?] los alimentos” o aun mejor el de “Ley
sobre las sanciones aplicables en el sector alimentario” u otro similar hubiera
sido más apropiado, evitando malentendidos y ambigüedades. No tenemos
respuesta a la pregunta de por qué el Gobierno eligió un título engañoso… No
falta quien apunta que se quiso edulcorar dicho encabezamiento por coincidir
con la pre-campaña electoral: todo es posible cuando se mezcla la política con
el oportunismo, pero, en principio, nos negamos a aceptar que nos encontremos
ante una maniobra tan ridícula como infantil (aunque, la verdad es que nunca se
sabe).
El amplio espacio dedicado al régimen sancionador (que, en nuestra opinión, es
el verdadero objeto del Proyecto de Ley de la Calidad Alimentaria) supone a la
vez un endurecimiento de las medidas correctivas y una ampliación de las
responsabilidades de los empresarios. Pero sería injusto no atribuir a la
aplicación de la legislación de la UE dicha severidad y rigor. Otra asignatura
pendiente que el Gobierno, hasta la fecha no ha sabido solventar es la unidad
de mercado, que, desgraciadamente, tampoco resolverá la Ley en cuestión (en
realidad, varias Comunidades autónomas ya han anunciado su intención de
practicar ese deporte nacional que es recurrir ante el Tribunal Constitucional).
LUIS GONZÁLEZ VAQUÉ
Ex consejero de la Comisión Europea
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