CONSTITUCIÓN VERSUS POLÍTICAS PÚBLICAS Félix Huanca Ayaviri1 Este artículo tiene como objetivo establecer la relación necesaria del contenido jurídico y económico entre reelección presidencial y la continuidad de las políticas públicas; dado que estos constituyen y condicionan los mecanismos de proyección de políticas de corto, mediano y largo plazo del Gobierno2. En la actualidad, cuando todos en el mundo están empeñados en la carrera del desarrollo económico, resulta necesario preguntarse sobre la urgencia o no de la continuidad de la política económica vigente en un determinado tiempo, más aun cuando ella ofrece situaciones rentables y cuando afrontamos problemas de subdesarrollo, corrupción, desempleo, marginalidad, discriminación, y un largo etcétera, tema al cual va dedicada este artículo. En Bolivia desde 1825, las “constituyentes” trataron escasamente la reelección presidencial como mecanismo jurídico que permita la continuidad de la política económica; las razones fueron y son diversas, que merecen otro estudio. La Constitución reformada (1994) establece que «El mandato improrrogable del Presidente de la República es de cinco años (…) puede ser reelecto por una sola vez después de transcurrido cuando menos un periodo constitucional. (…)» (Art. 87). La reelección sólo es posible pasado un periodo constitucional, esta regulación plantea algunas interrogantes: ¿Esta regulación de la Constitución es eficiente? ¿Permite desarrollar la política económica de largo plazo? ¿Cuáles son los costes sociales del supuesto de incumplimiento de las políticas públicas? El análisis no pretende justificar el modelo económico3 ni la prolongación del gobierno vigente. Únicamente, trata de reflexionar sobre los mecanismos que pueden contribuir a racionalizar la relación Constitución y políticas públicas. El objetivo es buscar el mecanismo que permita la relación Constitución y política económica de forma eficiente. Para el análisis emplearemos algunos presupuestos básicos tales como: vigencia de un sistema político (Estado de Derecho) y la Constitución entendida como la norma básica. Por otra parte entenderemos por eficiencia toda situación en el cual puede mejorar alguien es más de lo que han de empeorar otras personas para ello; Félix Huanca Ayaviri, es profesor de Sociología y Sociología del Derecho en la Universidad Mayor de San Andrés (Bolivia) e Internacional Adjunct Profesor of Law de la American Justice School of Law de la Universidad de Neusville, Kentucky (USA). 2 Para el presente análisis se emplea dos conceptos del término “gobierno”: en cuanto referido a grupo de personas (gobierno) y como conjunto de instituciones (Gobierno). Por tanto, en este trabajo distinguiremos el gobierno del Gobierno. 3 El modelo económico vigente se ha bautizado como neoliberal. El nuevo gobierno ha declarado una guerra abierta para su eliminación, aunque hasta el momento poco se conoce del mismo. 1 o, de otra manera cuando los beneficios totales (sociales) netos son máximos, o cuando sería posible «comprar» la aquiescencia de los perdedores por lo que obtienen los ganadores (Criterio de Kaldor y Hicks. Por coste social entenderemos el tiempo y dinero, dedicados a esta actividad sean estos de carácter público y privado, es decir, desarrollo de la política pública, gasto de ejecución, gasto de materiales, edificios, servicios, personal, etc. Por política pública eficiente, entenderemos toda realización de los objetivos de programas de acción propuestos por la autoridad pública, bajo los métodos e instrumentos del Estado. Y, finalmente por eficiencia de la Constitución entenderemos como aquella que ofrece los medios y mecanismo necesarios para el efectivo cumplimiento de sus propios objetivos en el marco del Estado de Derecho y a menor coste posible. Hemos afirmado que la Constitución vigente establece cinco años de periodo constitucional, tiempo en el que, el gobierno de turno debe implementar políticas públicas de largo plazo; estas políticas no pueden realizarse en este periodo de tiempo. A esto, debe agregarse otros factores negativos que obstaculizan, como la burocracia administrativa, cambio de funcionarios, cambio de personal, cambio de política del gobierno de turno, escasa información de funcionarios y personal sucesores, falta de profesionalidad, etc., por ejemplo, estas circunstancias inducen a los funcionarios tener escaso conocimiento e interés en la administración de bienes y servicios públicos y por otra, el “corto tiempo”, motiva la inseguridad del trabajo futuro, desincentiva el servicio responsable y eficiente que requiere la Administración, estas situaciones más bien induce a la búsqueda de mecanismos de enriquecimiento rápido, fácil e ilícito. El incumplimiento de políticas públicas, política económica, corrupción de altos funcionarios de gobierno, discriminación, escasa garantía de derechos, violación de derechos humanos, de la propiedad, carencia de información, etc., suman los costes sociales. ¿Cuáles son los efectos de estos costes? Principalmente podemos mencionar los políticos y económicos. Los costes políticos se reflejan en la menor participación ciudadana en los futuros procesos electorales, desprestigio de las instituciones electorales, del gobierno, pérdida de valores sociales, menor interés colectivo en la conservación de bienes públicos, etc. Los costes económicos constituyen los gastos monetarios dedicados a esta actividad, más la suma por el derroche, malversación, sobresueldos, apropiación y otros. La política pública es ineficiente sino logra los objetivos propuestos, ni permite el desarrollo de sus ciudadanos, al contrario encarece el bienestar. En este contexto, el mecanismo de correspondencia entre instrumento jurídico y económico debiera ser la eficiente relación entre Constitución y Política económica. Esta correspondencia debe garantizar la continuidad de la política económica, en el marco de la seguridad jurídica, esto sería posible a través de dos vías: reelección presidencial por única vez (mecanismo jurídico) y garantía de continuidad de la política económica por el futuro gobierno de turno (mecanismo económico), a través de políticas de responsabilidad de la gestión, a desarrollarse por políticas legislativas y judiciales. La correspondencia entre la rígida y hermética Constitución y Política económica hace necesaria la adecuación de las Leyes al modelo económica vigente. La escasez de recurso en nuestro país no permite el derroche ni el despilfarro, más al contrario, requiere de políticas públicas orientadas en la eficiencia económica y social. Entre estos, armonizar el desarrollo económico y la democracia social. El libre mercado y la democracia tienen un complemento y correspondencia; asimismo, el cultivo de valores como la libertad, igualdad, seguridad jurídica y solidaridad, son inherentes al sustento de la base del sistema social del Estado de Derecho y deben ser accesibles para todos. Las instituciones públicas deben garantizar el desarrollo económico y social de sus ciudadanos, en igualdad de oportunidades; en Bolivia, en el marco de la pluriculturalidad. No es posible construir el Estado socialmente justo, ni sociedad democrática tolerante al margen de políticas públicas eficientes y de la construcción de valores superiores. La toma de decisiones de políticas públicas de carácter económico de largo plazo debe caracterizarse por el empleo óptimo de los recursos, adecuando a políticas jurídicas flexibles, que permitan la correspondencia entre Constitución y Política económica. La Paz, agosto de 2006