388 FERDINANDO CASADIEGOS CÁCERES Si el tercero pagaba por mandato del deudor, podía exigirle a éste el reembolso mediante la acción mandati contraria. Si pagaba sin el consentimiento expreso del deudor pero no contra su voluntad, podía ejercitar la acción negotiorum gestorun contraria. Pero si pagaba contra la voluntad del deudor, no tenía ningún recurso para que éste le reembolsara el dinero. Si la obligación tenía por objeto transmitir la propiedad (dare), el pago solo era válido cuando el dueño era el que pagaba. El pago podía hacerlo la persona aunque no fuera la dueña. Al hablar de la persona del acreedor ésta debe entenderse no en un sentido físico, sino en un sentido jurídico, porque podía suceder que en el momento del pago, el dueño del crédito no fuera la misma persona física a cuyo favor había nacido la obligación, por ejemplo, si el acreedor había fallecido, entonces el pago debía hacerse a la persona del heredero que sucediera en el crédito. También podía suceder que el acreedor confiriera un mandato para recibir el pago de la acreencia, y el pago al mandatario era válido. En cuanto a la cosa que debía pagarse, es decir, al objeto de la obligación, éste era el que se había prometido, y debía entregarse en su totalidad. El acreedor no podía ser obligado a recibir cosa distinta de lo que se había prometido. ¿Cuándo debía hacerse el pago? Si la obligación era pura y simple, es decir, no sujeta a modalidades de término o condición, el pago debía hacerse tan pronto como lo exigiera el acreedor. El deudor no era obligado a hacer el pago sino una vez cumplido el término o realizara la condición. ¿Dónde debía hacerse el pago? Las partes podían libremente acordar el lugar donde debía efectuarse el pago, pero sin estipulación expresa, el lugar del pago podía resultar de la naturaleza misma de la obligación.