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Manifiesto por el “Nuevo realismo”
marzo 30, 2012 · by Anaclet Pons · in Debates, Ideas, Italia. ·
Ya lo hemos anunciado aquí, del 26 al 28 de marzo se ha celebrado en Bonn un Congreso
(http://new-realism.de/)sobre el “Nuevo realismo” impulsado por Maurizio Ferraris
(http://labont.it/ferraris). Para la ocasión, recobramos el manifiesto
(http://ricerca.repubblica.it/repubblica/archivio/repubblica/2011/08/08/il-ritorno-alpensiero-forte.html) presentado en agosto pasado por este filósofo italisno:
(http://clionauta.files.wordpress.com/2012/03/newrealism_poster.jpg)
“Un fantasma recorre Europa. Es el espectro de lo que propongo llamar “Nuevo Realismo”,
que da título a una conferencia internacional que se celebrará en Bonn la próxima
primavera y que he organizado con dos jóvenes colegas, Gabriel Markus (Bonn) y Petar
Bojanic (Belgrado ). La conferencia, a la que asistirán figuras como Paul Boghossian,
Umberto Eco [parece que ha sido baja] y John Searle, quiere devolver el espacio que se
merece, en la filosofía, la política y la vida cotidiana, a una noción, la del “realismo”, que en
el mundo posmoderno estaba considerada como una ingenuidad filosófica y una
manifestación de conservadurismo y político. La realidad, según se dijo en el momento de
la hermenéutica y el pensamiento débil, nunca está disponible como tal, ya que está
mediada por nuestros pensamientos y nuestros sentidos. Además de filosóficamente
inconsistente, apelar a la realidad, incluso en tiempos vinculados al lema mortal
“imaginación al poder”, apareció como el deseo de que nada iba a cambiar, como la
aceptación del mundo tal como es.
A hacer tambalear las certezas de los posmodernos ha contribuido sobre todo la política. El
advenimiento de los populismos mediáticos -una circunstancia que de ninguna manera es
puramente imaginaria- ha proporcionado un ejemplo de una despedida de la realidad en
nada emancipatoria, por no hablar del uso desprejuiciado de la verdad como construcción
ideológica e “imperial” por parte de Bush, que ha desatado una guerra basada en pruebas
falsas sobre las armas de destrucción masiva. En los telediarios y en los programas políticos
hemos visto reinar el principio de Nietzsche de que “no hay hechos, solo interpretaciones”,
que pocos años antes los filósofos proponían como vía a la emancipación, y que de hecho se
presenta como justificación para decir y para hacer lo que se quiera. Se descubrió así el
auténtico significado del dicho de Nietzsche: “La razón del más fuerte es siempre la
mejor”. Es por esto por lo que creo que desde finales del siglo pasado se han hecho
avances en la reivindicación de un realismo filosófico.
El Nuevo Realismo nace de una simple pregunta. ¿Es verdad que la modernidad es líquida
y la posmodernidad gaseosa o se trata simplemente de una representación ideológica? Es
semejante a cuando se dice que hemos entrado en el mundo de lo inmaterial y juntos
cultivamos el sagrado temor de que nos falle el ordenador. Desde este punto de vista, un
primer acto importante consistió en la crítica de la idea de que todo es una construcción
social, incluido el mundo natural, y, bajo esta perspectiva, el libro de Searle La construcción
de la realidad social (http://www.planetadelibros.com/la-construccion-de-la-realidadsocial-libro-19142.html) (1995) fue un punto de inflexión. En Italia, la señal provenía de Kant
y el ornitorrinco (http://www.megustaleer.com/ficha/H412653/kant-y-el-ornitorrinco) de
Eco (1997), que veía en lo real un “núcleo duro” con el que es necesario contar, llevando a
cabo una discusión que se inició en los años noventa con Los límites de la interpretación. El
mismo hecho de que, también en esos años, se haya vuelto a considerar la estética no como
una filosofía de la ilusión, sino como una filosofía de la percepción, reveló una nueva
apertura hacia el mundo exterior, de una realidad que está fuera de los marcos
conceptuales y que es independiente, aunque no sea posible, con la sola fuerza de la
reflexión, corregir las ilusiones ópticas o cambiar los colores de los objetos que nos rodean.
Esta mayor atención al mundo exterior ha significado, también, una rehabilitación de la
noción de “verdad”, que los posmoderno pensaban agotada y menos importante, por
ejemplo, que la de solidaridad. No tenían en cuenta la importancia de la verdad en nuestras
prácticas cotidianas, y de qué modo la verdad está íntimamente conectada con la realidad.
Si uno va al médico, sin duda sería feliz de tener su solidaridad, pero sobre todo lo que
necesitamos son respuestas reales sobre nuestro estado de salud. Y esas respuestas no
pueden limitarse a interpretaciones más o menos creativas: deben corresponderse con una
realidad que se encuentra en el mundo externo, es decir, en este caso, en su cuerpo. Es por
eso que en obras como Paura di conoscere (http://www.carocci.it/web/Controller.do?
query=__BOOK_SCHEDA_LIBRO_2&jscr=0&srcprm=3658) (2005) de Paul Boghossian y Per
la verità (http://www.einaudi.it/libri/libro/diego-marconi/per-la-verit-/978880619007)
(2007) de Diego Marconi se argumenta contra de la tesis de que la verdad es una noción
relativa, que depende completamente de los esquemas conceptuales con los que nos
acercamos al mundo. Es en este marco que definimos las palabras clave del Nuevo
Realismo: Ontología, Crítica, Ilustración.
Ontología simplemente significa: el mundo tiene sus leyes y las hace respetar. El error de la
posmodernidad se basaba en una simple confusión entre ontología y epistemología, entre
lo que es y lo que sabemos sobre lo que es. Es evidente que con el fin de saber que el agua
es H2O necesito el lenguaje, esquemas y categorías. Sin embargo, el agua moja y el fuego
quema lo sepa yo o no lo sepa, independientemente del lenguaje y las categorías. Hasta
cierto punto hay algo que se nos resiste. Eso es lo que yo llamo “inemendabilità”, el
carácter “saliente” de lo real. Eso sin duda puede ser una limitación, pero al mismo tiempo
nos ofrece el punto de apoyo que permite distinguir el sueño de la realidad y la ciencia de
la magia.
Crítica, pues, significa eso. El argumento de los posmodernos era que el irrealismo y el
coraje son emancipatorios. Pero no es el caso, porque mientras que el realismo es
inmediatamente crítico (“así son las cosas”, la conclusión no es aceptada!), el irrealismo
plantea un problema. Si uno piensa que no hay hechos, sólo interpretaciones, ¿cómo sabes
que estás transformando el mundo y no, en cambio, imaginando simplemente
transformarlo, soñando con transformarlo? En el realismo la crítica está incorporada, en el
irrealismo lo propio es la aquiescencia, la fábula que se cuenta a los niños para que se
duerman.
Finalmente, llegamos a la Ilustración. La historia reciente ha confirmado el diagnóstico de
Habermas, que hace treinta años vio en el posmodernismo una ola anti-ilustrada. La
Ilustración, como decía Kant, es atreverse a saber y la salida del hombre de su minoría de
edad. Desde este punto de vista, la Ilustración aún requiere una elección de campo y una fe
en la humanidad, en el conocimiento y el progreso. La humanidad debe salvarse, y desde
luego nunca jamás podrá hacerlo un Dios. Necesitamos el saber, la verdad y la realidad.
No aceptarlos, como han hecho el posmoderno filosófico y el populismo político, significa
seguir la alternativa, siempre posible, que propone el Gran Inquisidor: seguir el camino del
milagro, el misterio y la autoridad”.
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