WWW.LAPALABRAISRAELITA.CL VIERNES 29 DE AGOSTO ECONOMÍA 11 Veinte años de cambios radicales Viñateros israelíes se lo toman en serio POR I SAÍAS El vino chileno pierde terreno y el israelí aun no llega WASSERMANN S. Cerca de 300 bodegas premium han convertido a Israel en uno de los países emergentes en materia de vinos. La cultura etílica ha fructiferado y ya se consolidan las exportaciones a EE.UU. y Europa. Pese a ser la vid una de las especies esenciales del Pueblo de Israel y símbolo clave del ritual religioso, el vino no tuvo un desarrollo interesante en el país sino hasta inicios de los año '90, cuando las bodegas comenzaron a tecnificarse e incorporar el know how de países más desarrollados en la materia. El vino ha sido parte de la tradición judía y la herencia por más de 2.000 años, pero no fue hasta fines del 1800, cuando los consejeros agrícolas le recomendaron al Baron Edmond de Rothschild plantar viñedos en el arenoso suelo de lo que más tarde sería el Estado de Israel, que anunciaba la era «moderna» de la vitivinicultura israelí. En 1882 se fundó, con el apoyo del Barón, la Compañía de vinos Carmel (ahora conocida como la Bodega Carmel). Tras haber plantado algunas de las primeras raíces traídas de la India, esos primeros pioneros lucharon contra tremendas desventajas y obtuvieron pocas recompensas. No fue hasta 1895 que Carmel comenzó a comercializar los vinos desde bodegas en Rishon Lezion y Zichron Yaakov. Se necesitaron aproximadamente otros 70 años hasta que Carmel vendió y exportó «varietales» como el Cabernet Sauvignon. Hoy esta bodega exporta a más de 25 países en el mundo. BOOM PRODUCTOR Hoy en día, la producción vitivinícola en Israel llega a unas 60 millones de cajas al año y la exportación bordea los US$15 millones, teniendo como destinos preferentes Estados Unidos y Europa del Este. A los nombres de bodegas consolidadas como Carmel, Golán Heights, Binyamina y otras, se suman nuevas y premiadas marcas, como Barkan, Chateau Golan, Clos de Gat, Dalton, Ella Valley y Recanati. Según a quién se le pregunte, el número de bodegas boutiques en el país varía entre 200 y 300. «En los últimos SERGIO CORREA, EMBAJADOR COHEN, SERGIO REIS Y MOSHE SPAK. La producción vitivinícola en Israel llega a unas 60 millones de cajas al año y la exportación bordea los US$ 15 millones. 15 a 20 años ha habido una revolución muy grande en Israel, desde que comenzaron Ramat Ha Golán o Yarden con vinos de calidad y de ahí las demás bodegas empezaron a crecer y hoy hay sobre 300 bodegas. Pero no es sólo cantidad. El vino es de gran calidad y eso ha sido ratificado por las medallas obtenidas en concurso internacionales», explica Moshe Spak, enólogo y fundador del concurso internacional Terravinos, que se realiza en Eilat desde 2006. Pero claramente no es fácil ser productor de vino en Israel. Las bodegas israelíes luchan por hacerse un espacio en las estanterías de las tiendas de vino foráneas, y no quieren estar en lugares secundarios sino junto a los vinos de Chile, Argentina y Australia. Para el destacado enólogo chileno Sergio Correa, la clave del desarrollo del vino en Israel ha sido la tecnificación, a partir del aprendizaje de la experiencia de países como Australia y EEUU. «Estuve en Israel hace algo más de diez años. En ese momento probé vinos correctos, pero el 2006 me encontré con una gran sorpresa, con productos de mucha mayor calidad de los que había probado la vez anterior. Lo interesante es la diversidad climática que permite producir vinos de amplia diversidad. Por ejemplo, las colinas de Jerusalén están a 800 metros de altura y eso produce gradientes de temperatura entre día y noche bien fuertes. En las alturas del Golan hay más de 600 metros de altura y con influencia de la brisa marina del Mediterráneo. Por otro lado, en el desierto del Negev, que es árido y cálido, ha habido un gran desarrollo de los viñedos. En consecuencia, si bien las variedades de uva son las mismas en todo el mundo, las condiciones climáticas como las que hay en Israel generan diferencias interesantes». KOSHER DE CALIDAD Aunque que no todo el vino producido en Israel es kosher, una buena porción sí lo es. Esto ha conducido a muchos bebedores de vino a tener la impresión incorrecta sobre el vino israelí, una impresión que se basa en una idea falsa de lo que significa la palabra kosher, sustentada en el proceso del kosher mevushal o pasteurizado. Pero en el caso del vino kosher no mevushal (que es la mayoría), el resultado es de igual calidad que un vino no kosher, pues simplemente la preparación debe seguir un régimen de reglas específicas. Según Moshé Spak el vino kosher puede competir en calidad con cualquier vino. «No hay ninguna diferencia en calidad. Pero debido al trata- Partida de caballo inglés tuvo el vino chileno en Israel, ya que luego de ser un pionero en este mercado la cantidad de bodegas presentes en las estanterías israelíes se ha ido estancando y cediendo posiciones de privilegio frente a vino de otras latitudes, como el vino argentino. De todas formas, hoy están presentes una decena de viñas, tales como Concha y Toro, Sol de Chile, La Rosa, Santa Emiliana, Coyam y otras. «El vino chileno está bien posicionado en Israel. Hay varias viñas, con vinos kosher y no kosher. Pero creo que hay mucho espacio por crecer, como lo ha hecho el vino argentino en los últimos 5 años, con la entrada de vinos de mayor calidad», asegura Spak, quien recalca que lo que hace falta es hacer una presentación profesional de vino chileno, como lo han hecho otros países, mostrando al los empresarios y a la someliería una mayor variedad de productos de calidad». Pero en contrapartida, el vino israelí ni siquiera se vende en Chile. «Los países con grandes superficies de viñas, son bastante cerrados para la entrada de vinos extranjeros y eso hace difícil que el vino israelí entre a Chile y otros países del Cono Sur, aunque yo pienso que sería muy bueno contar con esos productos acá», asegura el enólogo Sergio Correa. miento de la tierra y las condiciones de las personas que deben estar en la bodega, se generan costos más altos, por lo tanto eso puede complicar la entrada a ciertos mercados extranjeros». Por eso, a falta de mercados externos bueno es el mercado local, y los viñateros israelíes no descuidan el cada vez más sofisticado paladar de los israelíes y de unos dos millones de turistas por año, que en hoteles y restoranes son fuertes consumidores de las cepas locales.