INTERIORES ESTILO RURAL Artística serenidad En medio del entorno natural uruguayo aparece Estancia Vik, enclavada en un rincón de José Ignacio, donde el arte y la naturaleza se fusionan en una relación que conduce a la complacencia de sus huéspedes. Estancia Vik es el integrante más joven de la familia Vik Hotels, cuyo dueño es un noruego-uruguayo que, fascinado con José Ignacio, decidió construir un pied a terre para refugiarse del frio nórdico durante los meses de verano charrúas. Abrió las puertas de su estancia a cualquiera que desee convertirse en el invitado de lujo de una de las 12 habitaciones creadas individualmente por los artistas uruguayos contemporáneos más influyentes. Dentro de un campo de 16.000 hectáreas situado sobre el camino que conecta José Ignacio con la ruta 9, nos encontramos con una maravilla construida en adobe blanco y techos de zinc rojos, simétricamente diseñada por el arquitecto Marcelo Daglio, con el típico estilo colonial característico de las estancias de la región, donde se conjuga la naturaleza con el arte para crear una ambientación verdaderamente singular. La expresión artística de los uruguayos más destacados imprimen en cada rincón de la estancia su toque de arte. En el centro se la escena se erige una obra monumental de Pablo Atchugarry de 3 metros y medio en mármol blanco que se convierte en el eje en torno al cual se expande una experiencia visual espacial cargada de seducción. 82 83 Con muy poca ornamentación para no desviar la atención de la bañera de madera asiática, este ambiente invita a tomar un largo baño de inmersión, en un espacio bañado de luz y vistas de los patios de la estancia. Los pisos y paredes son de microcemento alisado que mejor reflejan la iluminación natural. Abajo, una vista de la habitación contigua, salpicada de color e inmaculada claridad. 84 Un galpón intervenido por el artista Marcelo Legrand con pinturas abstractas, coloridas y salvajemente caóticas aplicadas directamente a las corrugadas paredes de zinc de la sala ofrece una parilla de fuego abierto bajo una inmensa campana de diseño moderno. Una enorme mesa de madera y diferentes sillas ofrecen otro espacio de reunión, degustación y contemplación. Como toda estancia uruguaya, la energía de la parrilla continuamente se carga de invitados que otorgan verdadera vitalidad al lugar. 85 La primera impresión viene de la mano del living, el espacio central, un delirio de arte capaz de colarse por los sentidos y llegar directo al alma. De fondo, las 300 toneladas de mármol de Atchugarry, muebles de diversos estilos y una mesa de pool. 86 En el cielorraso, Uruguay se ve desde arriba, con óleos de Clever Lara basados en imágenes de Google Earth que conviven con enormes geodas del norte uruguayo: cuarzos, amatistas y ágatas. 87 Encima de la cava subterránea, la sola presencia de la infinita mesa del comedor, escoltada por sillas antiguas, mudan el estado espiritual del visitante. La atmósfera se acrecienta con la iluminación tenue de grandes candelabros que cuelgan del techo. Las paredes terminan en un techo combado que recuerda al interior de una barrica, creado por maestros artesanos que con exactitud ingeniérica ubicaron los ladrillos que se auto sostienen sin el uso de cemento. Es remarcable la sensibilidad con la que el curador de arte Enrique Badaró Nadal seleccionó las obras que interactúan armoniosamente con la arquitectura del edificio. La Suite Trujillo presenta una serie de desnudos a gran escala creados por José Trujillo, que otorgan solemne erotismo a la habitación. 88 89