Corrientes marinas II J. Rubén G. Cárdenas Corrientes profundas Estas corrientes se producen fundamentalmente por las diferencias de densidad en el agua del mar y que dan origen a la circulación termohalina (el término termohalino proviene del griego, thermos es caliente, y alinos es salino). Están también condicionadas por la topografía de los fondos (la posición de dorsales y taludes). Estas corrientes recorren todo el globo terrestre con unos caudales enormes que vienen dados en sverdrups (1 sverdrup = 1 millón de metros cúbicos por segundo). Las corrientes marinas profundas se originan en los polos por la llegada de agua de los trópicos con alto contenido en sal y de mayor temperatura. Al enfriarse se contraen adquiriendo una alta densidad y al final se hunden dejando espacio para la llegada, desde los trópicos, de nuevas masas de agua cálida. En el hemisferio norte, por ejemplo, se hunden en invierno aproximadamente 17 millones de metros cúbicos por segundo, por lo que la corriente lleva 20 veces más agua que todos los ríos de la Tierra. Del espacio dejado por la corriente hundida lentamente, fluyen a continuación masas de agua cálida que se enfrían y siguen la misma dirección que la primera. La bomba más grande de este tipo trabaja en el norte del Atlántico, y se origina en la llamada corriente del Golfo, que es superficial y desplaza al Norte del globo, quinientas veces más agua que el Amazonas. La corriente del Golfo forma parte del sistema de corrientes universales, es calentada por el sol caribeño, y luego fluye hacia el norte a lo largo de las costas americanas hasta las aguas polares. Cuando las aguas marinas del trópico son transportadas por la corriente del Golfo desde el Ecuador hasta los mares nórdicos, su temperatura media, que era de 10 ºC en el paralelo 50 ºN, pasa a ser solamente de unos 3 ºC en el paralelo 65 ºN (zona subpolar del Atlántico). Se forma así en el Atlántico una especie de cinta rodante (conveyor belt), con un flujo neto hacia el norte sobre la superficie y con un flujo neto hacia el sur en las profundidades; es decir, en el Atlántico Norte se forma una de las corrientes profundas más importantes en transporte de masa de agua y por consiguiente de de nutrientes. La misma dirige y afecta los patrones climáticos, conduciendo el calor y la humedad alrededor de la Tierra. En el hemisferio sur el asunto es parecido; en el Atlántico Sur se forma la Corriente Ecuatorial del Sur ocasionada por los vientos alisios del sureste. Al chocar con la masa continental de América del Sur forma la Corriente de Brasil; al acercarse al polo sur fluye de oeste a este y equivale a la Corriente del Atlántico Sur. De la misma manera, el agua proveniente de los trópicos se hunde cuando la diferencia en densidad y temperatura del agua de mar cálida y fría es lo suficientemente grande; o sea, cuando la corriente del Atlántico sur se acerca al sur de Groenlandia. Sin embargo, las aguas profundas se forman en mayor medida en el Atlántico Norte, cuya agua es más densa por ser más salada y fría. Corrientes Globales; corrientes superficiales (en rojo) y las corrientes de agua profundas (en azul) imagen tomada de http://www.seafriends.org.nz Las corrientes profundas tienden a seguir los bordes occidentales de los océanos por el efecto de rotación de la Tierra. Su velocidad varía entre 2 y 40 cm/s, siendo el término medio de 10 a 20 cm/s. Esta velocidad es relevante, pues pueden transportar mayor o menor cantidad de sedimentos del fondo (nitratos, nitritos, fosfatos) esenciales para la circulación de agua a las capas más superficiales y que son aprovechados por los organismos planctónicos allí presentes, mejorando en gran medida la cadena alimenticia marina. Las corrientes profundas atraviesan los océanos en diferentes niveles como gigantescas cintas transportadoras. Comienzan su recorrido por el globo al cabo de dos o tres kilómetros de profundidad: hacia el sur, a través de la cuenca occidental del Atlántico hasta la corriente del círculo polar antártico, y desde allí hasta los océanos Índico y Pacífico. En las áreas de flotación, aproximadamente delante de la costa peruana o californiana, sale nuevamente el agua de mar sumergida después de cientos de años. Mientras los vientos remueven y empujan por todas partes el agua de la superficie del océano (la corriente del Golfo alcanza hasta 9km/h), las aguas profundas se mueven muy lentamente, a un máximo de 1.44 km/h. Un solo ciclo de agua de mar a lo largo de las cintas transportadoras globales tarda también aproximadamente 1000 años. Las corrientes del Océano Pacífico no se conocen tan bien como las del Atlántico, son más complejas debido a la distribución de los continentes y a la topografía del fondo oceánico. La corriente más importante del Pacífico sur es la del Perú, descubierta en 1802 por Alexander von Humboldt; por lo que primero se le llamó de Humboldt. Bordea con rumbo norte las aguas subantárticas; su velocidad es relativamente débil y la masa de agua transportada no rebasa los 15 o 20 millones de metros cúbicos por segundo, calculándose su anchura en unos 900 kilómetros. En la Corriente del Perú las aguas superficiales son movidas por un viento fijo que sopla desde el sur llevándola mar adentro y que permite que las aguas del fondo sean impulsadas a la superficie formándose entonces zonas de surgencia ricas en nutrientes y, por lo tanto, con alta productividad de seres vivos. En esta corriente se presenta periódicamente un extraño fenómeno al que se le llama El niño, del que se tienen registros desde 1891. Éste consiste en la formación de una contracorriente de agua cálida que gira hacia el sur ocasionando que la corriente peruana disminuya y se mueva mar adentro haciendo desaparecer las surgencias y haciendo bajar con ello la cantidad de nutrientes y la productividad pesquera del área. Con todo esto el clima local sufre, además, importantes modificaciones. El cambio climático tiene también claras repercusiones en las corrientes marinas, y éstas en nosotros. Por ejemplo, la corriente del Golfo que lleva agua tibia y salada de la superficie del Golfo de México al otro lado del Atlántico y al Mar del Norte se vería afectada si las capas de hielo y los glaciares se deshelaran y depositaran cierta cantidad mayor de agua dulce que la cantidad* que se deposita actualmente en el Atlántico; si esto sucediera la corriente del Golfo se acabaría por la ruptura del equilibrio entre la salinidad y la temperatura del agua del Golfo y del Atlántico del Norte. Una disminución de la circulación en las profundidades causaría cambios climáticos repentinos en Inglaterra y Europa Occidental: veranos cortos e inviernos largos y fríos, muy parecidos al clima de Moscú, por dar un ejemplo. Tales cambios afectarían a la agricultura y a la vida diaria en todo el mundo. *(un dato indicativo es que de los 19 000 Km³ de agua dulce adicional que se diluyeron en el Atlántico norte desde 1960, solamente una pequeña cantidad -unos 4 000 Km³ - permanecieron en el Mar del Norte y unos 2 500 Km³ en la interfase donde se forma la corriente profunda; para que la corriente se interrumpa calculan que harían falta cantidades mayores de agua dulce originados en unos dos siglos de calentamiento arduo). REFERENCIAS Juan Luis Cifuentes Lemus, Pilar Torres-García, Marcela Frías M., El océano y sus recursos III. Las ciencias del mar: oceanografía física, matemáticas e ingenieria, FCE, México, 1995. Roberto Maisonnave, El efecto invernadero y el clima . Conferencia realizada para la Academia Nacional de Ingeniería el día 28 de octubre de 1997 en el Salón de Actos del Ministerio de Educación y Cultura en Montevideo, Uruguay. Jenine T. Ramírez, Corrientes oceánicas , Revista de investigación en ciencias matemáticas, Universidad Interamericana de Puerto Rico, abril de 2006