La utopía de la educación Gabriel Macaya* Con este artículo continuamos la serie, iniciada el domingo 11 de enero, sobre temas cruciales para el país y el mundo. Llegamos a un final de siglo confuso, de grandes acontecimientos y contradicciones, de esperanza de bienestar para todos, con muchas promesas incumplidas. Las promesas de paz global, de bonanza económica, de beneficios directos de los avances científicos y tecnológicos, han sido más o menos incumplidas. Nos preguntamos cuan cerca hemos llegado de la educación de calidad para todos, expresada como un derecho fundamental en el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Ante el inminente nuevo milenio debemos alimentar utopías, sobre todo en la educación, y sobre todo en la de los jóvenes, anuncio de futuro. La importancia de la educación para el siglo XXI se ha planteado frecuentemente desde una perspectiva desarrollista, en términos de acceso a mercados cada vez más globalizados, de competitividad. Pero la educación es también, y sobre todo, un derecho y una opción de vida. Debe, entonces, plantearse desde una perspectiva ética. Toda discusión sobre la educación para el siglo XXI tiene hoy como referencia casi obligada el informe a la Unesco, en 1996, de la "Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI", presidida por Jacques Delors, publicado con el sugerente título de "La educación encierra un tesoro". El título de este comentario parafrasea el de la introducción a este informe. La conclusión principal del informe Delors podríamos resumirla en el imperativo de "educar a lo largo de toda la vida". Más que una frase, en sí muy atractiva, es una forma de concebir la existencia. No se puede hoy esperar que el acervo inicial de conocimientos constituido en la juventud baste para toda la vida. La rápida evolución del mundo exige una actualización permanente del saber. Este concepto plantea el acceso a la educación en términos diferentes a los tradicionales: ofrecer lo que he llamado "segundas y terceras oportunidades" educativas. ¿Qué "segunda oportunidad" tendrá el estudiante que abandona la secundaria'? El sistema actual es excluyente, no hay nuevas ofertas para los "desertores". Además, ¿qué nuevas oportunidades ofrece el sistema universitario a quienes, al finalizar la secundaria, no pudieron ingresar a la universidad? Hay pocas opciones, sobre todo en el sistema público, de ingresar a carreras universitarias, luego de haber desarrollado una carrera productiva no profesional (lo que he llamado "terceras oportunidades"). En esta perspectiva, la educación permanente tradicional adquiere nuevas dimensiones, como medio de acceso y democratización de la enseñanza superior y como imperativo de reconversión, actualización y competitividad profesional. Finalmente, las nuevas tecnologías de la información y de su transporte y entrega jugarán un papel cada vez más importante en este acceso permanente a la educación. Con optimismo podemos ver en estas tecnologías medios válidos de acercarse a las aspiraciones del artículo 26 de la Declaración de los Derechos Humanos, Nuestros retos para el futuro son la calidad, el acceso y la permanencia Los retos Nuestro sistema educativo enfrenta incontables retos. Así debe ser en un sistema dinámico que busca permanentemente su perfeccionamiento. Sin embargo, en este comentario me referiré casi exclusivamente a los retos de calidad, acceso y permanencia. El cuarto Informe sobre el Estado de la Nación señala la existencia de grandes brechas de equidad en nuestra educación. Existen diferencias importantes de nivel educativo entre las poblaciones rural y urbana, entre la educación pública y la privada; en la oferta educativa en zonas urbanas y rurales; en la cobertura, amplia en la primaria y muy limitada en la secundaria. Los datos cuantitativos son preocupantes: dentro de la población urbana, un 17% no tiene ningún grado de educación formal o su educación primaria es incompleta; en la población rural este porcentaje se duplica. En 1997, únicamente un 51% de la población estudiantil del tercer ciclo y diversificada aprobó el año lectivo, valor ya de por sí muy bajo, pero contrastante entre el 72% de aprobación en los colegios privados y 46% en los públicos. Estos datos nos obligan a observar con ojos críticos nuestra alta tasa de alfabetismo de la que nos sentimos tan orgullosos. Estamos ante un sistema educativo excluyente y de poca eficiencia. La permanencia en el sistema educativo constituye uno de los grandes retos actuales. Comparemos el número de estudiantes que ingresan al primer grado de la educación básica con el número que ingresa a undécimo año de la educación diversificada. La presión por el acceso al mundo del trabajo, las condiciones económicas de las familias rurales y urbano marginales, la falta de motivación y de claridad en cuanto a las ventajas de una educación completa son factores que sin duda inciden. Pero también debemos preocuparnos por un cuerpo enseñante poco motivado y que, por tanto, estimula poco a sus alumnos. Un círculo de apatías que debemos romper urgentemente. Estas brechas revelan también problemas de calidad en nuestro sistema educativo, reflejados en los pobres resultados de los diferentes exámenes nacionales efectuados por el Ministerio de Educación Pública. Debemos poner atención en lo que enseñamos y en cómo lo enseñamos. Ignorar los medios frente a la importancia innegable de los contenidos o privilegiar los medios subordinando los contenidos, ambos son errores en que caemos con frecuencia. La oportunidad ofrecida por los nuevos medios electrónicos debe aprovecharse en sus ventajas de facilidad de acceso, de posibilidades de amplia cobertura, de provisión de un marco novedoso de desarrollo del conocimiento. Sin embargo, su utilización exige un nuevo desarrollo de la capacidad de discernimiento de los estudiantes enfrentados con la marea de información y datos indiscriminados que estos medios ofrecen. La discusión de la utilización de estos nuevos medios electrónicos, de la Internet, los CD-ROM, los multimedios, pone en su verdadera perspectiva el ya añejo debate del pedagogismo. Si, como lo hemos visto, en muchos aspectos el panorama educativo costarricense no es brillante, las oportunidades señaladas y ciertas definiciones políticas recientes llaman al optimismo. El gobierno actual y el anterior han iniciado importantes esfuerzos en aumentar la cobertura de enseñanza media, en mejorar la calidad de la enseñanza y de los enseñantes, en desarrollar programas para el aprendizaje de una segunda lengua y la informática educativa. Cerca de la mitad de la población en la educación primaria tiene acceso a laboratorios de cómputo y, en poco tiempo, casi la totalidad de los alumnos de secundaria disfrutarán de estos bienes. Pero tal vez el reto más importante y apasionante de la educación costarricense está ligado a las escuelas unidocentes, que representan un 48% de las escuelas primarias. Estas escuelas ofrecen "un ambiente que es pequeño, local, personal, y con integración de edades, que potencialmente provee una experiencia de aprendizaje más rica que la de las grandes escuelas en medio urbano". Las unidocentes constituyen una concepción radicalmente diferente de la tradicional, donde la norma separa los estudiantes por grupos de edad. La Escuela Nueva Laboratorio Emma Gamboa, de la Universidad de Costa Rica, realiza desde hace algunos años experiencias prometedoras con clases que integran alumnos de varias edades en la escuela primaria. Los pequeños aprenden a leer más rápido en su interacción con los mayores. Muchos se preguntan si la segregación por edades es lo más conveniente frente a la natural "tutoría" que los mayores pueden efectuar en un ambiente de integración de edades. Recordemos el papel de "los mayores" en las familias numerosas. En Costa Rica, con la posibilidad de instalar computadoras en las escuelas hacia formas diferentes de concebir y realizar la enseñanza. La educación superior Nuestra educación superior también enfrenta importantes retos. Primero, nuestro sistema de educación superior se ha caracterizado por su carácter incompleto y falto de integración. Prácticamente, la universitaria es la única opción postsecundaria, ya que los grados asociados y la oferta de los colegios universitarios es aún tímida y poco desarrollada. Recientes esfuerzos de integración de las universidades públicas con los colegios universitarios brindan nuevas oportunidades a los graduados de la enseñanza media, con un sistema educativo que, ofreciendo "salidas laterales" (diplomados de los colegios universitarios), tiende puentes hacia la continuación en carreras universitarias, Debemos cumplir con el imperativo de la Declaración de los Derechos Humanos de garantizar que "el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos". La situación actual está lejos de este ideal, sobre todo frente a las brechas de graduación de la enseñanza media señaladas antes. El desarrollo sustantivo de la región alización universitaria surge así como una tarea ineludible. Los recursos disponibles y la misma realidad de la demanda por estudios superiores en las regiones nos lleva a plantear respuestas interinstitucionales. Debemos racionalizar el uso de los recursos disponibles en las diversas sedes universitarias, compartiendo tanto la infraestructura como los recursos humanos, para ofrecer una mayor variedad de programas y carreras que llenen necesidades y expectativas de los estudiantes de las regiones. Otro reto es el mejoramiento de la calidad, fundamentalmente mediante procesos de acreditación de carreras y programas. Frente al incontrolado surgimiento de universidades privadas, es indispensable desarrollar y fortalecer el recientemente establecido Sistema Nacional de Acreditación de la Educación Superior (Sinaes), integrado por las cuatro universidades públicas y un grupo de universidades privadas. Tenemos la obligación fundamental de garantizar a nuestros estudiantes la calidad de la enseñanza que reciben, tanto en instituciones públicas como privadas. Motivo de preocupación es el enorme sesgo hacia ciertas carreras de fácil implantación y gran rentabilidad en las universidades privadas. Además, aunque no hay datos precisos que sustenten esta aseveración, las características socioeconómicas de la población estudiantil no difiere sustancialmente entre las universidades públicas y privadas. Frente a las limitaciones para absorber la enorme demanda de acceso a las universidades públicas, las universidades privadas se ven pobladas de costarricenses que realizan importantes esfuerzos económicos para desarrollar su educación superior. El mismo sector público, con sus políticas de becas-permisos de estudio, se convierte en un financiador indirecto de las universidades privadas. Investigación y formación El imperativo de "educarse a lo largo de toda la vida" nos impone una reconceptualización de los currículos universitarios, Es necesario abandonar la arrogante pretensión de informar completamente a nuestros graduados universitarios. Debemos fundamentalmente formar para aprender, esencializando nuestros programas, dándole valor a la formación humanística como vía para comprender la enorme diversidad cultural de nuestro pretendido mundo "globalizado" y preparar nuestros estudiantes a enfrentar un conocimiento en permanente mutación y renovación. Si el graduado universitario es un "producto inacabado" debemos ofrecer los medios para continuar la formación, actualizando conocimientos, reorientando carreras. Dos ejes fundamentales permitirán articular la exigencia de la nueva educación permanente: por una parte la formación humanística y por otra la posibilidad de enfrentar desde lo interdisciplinario la formación profesional. Los campos profesionales tradicionales tienden a desdibujarse cada vez más frente a las exigencias de nuevas disciplinas y competencias, Las universidades públicas deben asumir su función de investigación, no solo desde la perspectiva de la creación de conocimiento y generación de soluciones a problemas nacionales, sino como un medio de formación y, perfeccionamiento de sus propios cuadros enseñantes y de sus estudiantes y sobre todo, como un mecanismo de alimentación de su trascendental función crítica dentro de la sociedad. Esto puede llegar a constituir su verdadero medio de diferenciación frente a las universidades privadas. También, y esto a menudo se olvida o se señala solo desde una perspectiva negativa, las universidades tienen la trascendental misión de formar los enseñantes de todo el sistema educativo. Debemos revisar nuestros planes de formación de maestros y profesores y, sobre todo, ofrecer posibilidades reales de actualización y mejoramiento permanentes. Los resultados de la investigación educativa deben integrarse dinámicamente con los contenidos de los cursos y con los programas de formación permanente. Los congresos y simposios deben constituirse en el medio no solo para discutir nuevas ideas, transferir nuevos resultados sino también para oír a los maestros y profesores en sus aspiraciones y luchas cotidianas. La universidad debe convertirse en la referencia permanente de maestros y profesores en servicio para el mejoramiento de su función docente y como medio de enriquecimiento personal. El acceso a nuevas tecnologías de computación y telecomunicaciones debe formar parte integral de los planes de estudio y formación permanente. Debe también la universidad contribuir a un proceso de revalorización social de la función docente, señalando la importancia trascendental en el perfeccionamiento de la democracia de una educación pública gratuita y de calidad, impartida por los mejores profesores, entusiasmados con su misión. Esta última consideración- me lleva a reafirmar el gran reto que las universidades debemos asumir frente a la necesidad de "educar a lo largo de toda la vida" y ofrecer las "segundas y terceras oportunidades" educativas. Un sistema de educación permanente que mantenga al profesional actualizado, que permita la reorientación o reconversión profesional frente a cambiantes demandas y oportunidades del mercado laboral, pero que esté también abierto a la educación de adultos, no solo en el posgrado, sino que facilite el acceso a las aulas universitarias por el simple placer de aprender y de satisfacer legítimas curiosidades "a lo largo de toda la vida". (*) Rector Universidad de Costa Rica