No existe cura para la enfermedad de Huntington, siendo actualmente el tratamiento sólo paliativo y ninguno modifica el curso de la enfermedad. Las terapias modificadoras en investigación como por ejemplo, el ARN de interferencia (ARNi), intervenciones farmacológicas y modulación de la autofagia, van dirigidas a las vías patogénicas, mientras que las terapias celulares reparadoras degeneradas por medio intentan de: 1) reemplazar células fortalecimiento de disfuncionales las habilidades o de autoreparación del cerebro a través del estímulo de la neurogénesis y las células madres endógenas; 2) transplante de células fetales estriatales o de células madres, y 3) protección de las neuronas vulnerables a la progresión de la enfermedad a través de la administración vía celular o por la liberación viral de factores neurotróficos . El estudio de las funciones de la HTT mutada ha revelado una gran complejidad en las interacciones aberrantes con otras proteínas, bien sea por los agregados mismos de poliglutamina o por el clivaje de éstos a fragmentos tóxicos, todo lo cual produciría entre otros efectos: disregulación transcripcional de genes, apoptosis, excitotoxicidad y disfunción mitocondrial. Cada uno de éstos aspectos son posibles objetivos terapéuticos en los cuales se vienen ensayando diversas estrategias para la terapia de la enfermedad, clasificadas en terapias modificadoras (si hacen cambiar el curso natural de la enfermedad) y reparadoras (si regeneran el daño neuronal establecido). Dentro del primer grupo tenemos: la terapia de silenciamiento génico con ARN de interferencia; los inhibidores de transglutaminasas (cistamina, trehalosa, rojo congo, pironas tricíclicas, y la molécula C2-8), los inhibidores de histona deacetilasa que producen incremento en transcripción de genes neuroprotectores; aumentadores de la autofagia (Rapamicina); los inhibores de la excitotoxicidad por el ácido N-metil-D-aspático NMDA (Memantina); inhibidores de caspasas (Minocilina), suplementos para el metabolismo enegético (Coenzima Q, creatina, remacemida y ácido eicosapentaenoico EPA) y otros que intervienen en vías de la inflamación y del p53, entre otros. Mientras que en el segundo grupo, tenemos la regulación de la neurogénesis y de las células madres endógenas, el trasplante de células estriatales fetales, la terapia con células madres y con factores de crecimiento como el factor neurotrópico derivado de cerebro (BNDF). Actualmente la mayoría de los ensayos se encuentra en fase de investigación básica y preclínica, y de los que se encuentran en fase clínica sólo la Riluzola y la Memantina han avanzado hasta la fase III. Aunque no forma parte de los tratamientos modificadores que pudieran retardar o curar la enfermedad, la Tetrabenazina, es un fármaco antagonista dopaminérgico presináptico, aprobado desde el año 2008 por la FDA en los Estados Unidos, para el tratamiento de la corea asociada a la Enfermedad de Huntington . Es el único que ha demostrado según estudios clínicos una mejoría significativa de los movimientos coreicos y además con menores efectos secundarios en comparación con otras drogas anticoreicas/neurolépticas clásicas, por lo que es considerada actualmente de primera línea en el tratamiento sintomático de esta enfermedad, lo que redunda en una mejoría en localidad de vida del paciente. Sin embargo, la misma debe ser administrada bajo estricto control médico periódico tanto neurológico como psiquiátrico, al igual que de forma ideal, debe conocerse el tipo de acetilación (lenta o rápida) de cada paciente para poder ajustar la dosis terapéutica óptima y evitar efectos secundarios. Hace casi dos décadas que se identificó el gen de la Huntingtina y cada vez más se conoce más de la complejidad de los mecanismos fisiopatológicos que se producen en la EH. Los avances en investigación básica de posibles estrategias terapéuticas son muy prometedores y esperanzadores pero aún queda camino por recorrer, probablemente estrategias terapéuticas que retarden el inicio y progreso de la enfermedad serán la antesala a una cura definitiva.