lidades cuyas propiedades ecológicas le son particularmente

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lidades cuyas propiedades ecológicas le son particularmente favorables, donde llega a adquirir la preponderancia suficiente para dejar por sí solo plenamente caracterizadas las agrupaciones en que intervienen; ocurren aquí estos
casos sobre las laderas de algunas sierras calizas, en situaciones abrigadas, con
altitudes inferiores a 900 m. y suelo pedregoso y abrupto; instaladas en tales
condiciones encontramos las masas de algarrobo en las Sierras de Ubrique y
Labradillo, en los cerros de Albarracín y de las Cuevas (Orazalema) y sobre algunas gargantas de la Sierra de Lijar, en los términos de Olvera y Algodonales; fuera de estos lugares no puede concederse al mencionado árbol la categoría de especie principal, quedando supeditado a los que antes hemos dicho, aun
cuando se presente entre ellos con relativa abundancia como en El Bosque,
Sierras de Zafalgar y Margarita, en término de Zahara; y Sierra de Las Cabras
y Dos Hermanas, en el de Jerez. Interviene también el algarrobo algunas veces
en las asociaciones de matorral, pues participando del carácter común a muchos
árboles esclerofílos, adopta con frecuencia la forma frutescente, aspecto en el
que podemos observarle en esta región, no sólo como manifestación natural de
su degeneración en las situaciones que le son desfavorables, sino como resultado de la artificial intervención del hombre que, para dedicar su madera al carboneo, le castiga con intensas talas, dando lugar a la formación de numerosos
brotes de cepa que se desarrollan en forma de matojos densos; con este porte
le encontramos en diversos puntos de los montes de Benaocaz, Villaluenga,
Orazalema y Algodonales.
La situación de todas estas localidades que hemos citado, sobre terrenos
secundarios del Jurásico y Liásico, corrobora el carácter netamente caldcóla con
que en esta comarca se muestra el algarrobo, sin que la preferencia por los
suelos de tal composición implique su incompatibilidad con los de otra naturaleza, pues se trata de una especie poco exigente a este respecto; tampoco debe
interpretarse su habitual localización en accidentados peñascales como un desprecio hacia las tierras de mejores condiciones y buen fondo en las que, sin
duda, había de vivir con más lozanía y alcanzar mayores dimensiones; así lo
atestigua la robustez y el precioso aspecto de algunos ejemplares observados
por nosotros en los Llanos del Campo y en la Garganta del Boyar (Orazalema),
pero no es capaz esta especie de disputar aquí la posesión de esas buenas situaciones a otros árboles que, por las condiciones de sus temperamentos, luchan
por el mismo fin con indudable ventaja.
Por su manifiesta predilección hacia las estaciones de clima seco y cálido,
merece considerarse el algarrobo como uno de los más característicos representantes de la vegetación xerófila en la región mediterránea; en contraposición
a la impasibilidad con que soporta este árbol los más fuertes calores y la escasez de agua, se muestra adverso con las situaciones desabrigadas y de umbría,
y resulta francamente incompatible con las localidades de clima frío o de suelo
excesivamente húmedo; estas propiedades con que vamos definiendo el tempe-
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