Estrategias cognitivas versus estrategias metacognitivas y comprensión lectora by Andres Calero • 7 enero, 2012 • 2 Comments Podemos decir que ambas estrategias son las dos caras de la misma moneda. La moneda que representa el valor de un lector competente, que es capaz de controlar el proceso de comprensión que sigue al leer. Se trata de herramientas intelectuales que facilitan que los estudiantes elaboren y regulen el proceso de adquisición de conocimiento. La escuela tiene la obligación de enseñarles cómo construirlas, y cómo utilizarlas. Uno puede preguntarse, ¿Qué es lo cognitivo y lo metacognitivo en la comprensión lectora? En términos generales, el concepto de lo cognitivo está referido al conocimiento que el sujeto posee del mundo, mientras que lo metacognitivo es asumido como la cognición sobre la cognición; es decir, el conocimiento sobre el conocimiento, el pensamiento sobre el pensamiento. En otras palabras, se trata de un tipo de conocimiento que permite al alumno controlar su aprendizaje, a través de la misma actividad cognitiva. De ese modo, las estrategias cognitivas aplicadas a la lectura son aquellas que ayudan a los estudiantes a lograr las metas de su empresa cognitiva, es decir, de la comprensión del texto; mientras que las estrategias metacognitivas les ofrecen información sobre el avance hacia las metas de dicha comprensión. Así, durante los años 80-90, en los centros de profesores se invirtió mucho tiempo y dinero para que los profesores utilizásemos estrategias cognitivas, en orden a mejorar la comprensión lectora. Para ello, se abogaba porque los lectores usasen sus ideas previas como conocimiento de enganche con el texto, o se resaltaba la importancia de establecer hipótesis previas sobre el contenido del texto. También se defendía, por ejemplo, que los niños hiciesen conexiones entre lo que leían y lo que pensaban, como elemento de construcción personal de comprensión. Las editoriales inmediatamente “empaquetaron” el currículo de la enseñanza de la comprensión lectora, y lo convirtieron en libros con colecciones de textos programados, al margen del interés del niño, que incluían una serie de preguntas para generar esas ideas previas, establecer conexiones, etc. Todavía hoy pueden encontrarse en el mercado y en las aulas libros de lectura de este tipo, supuestamente diseñados para incrementar dicha comprensión. Muchos de esos materiales de lectura que se obliga a comprar a los alumnos son una parodia de diseños metodológicos de la enseñanza de la comprensión lectora, y pronto son convertidos en las aulas en las típicas “fichas de lectura” aburridas y carentes de significatividad. Éstas, básicamente les imposibilitan cognitivamente para llevar a cabo en el aula un debate reflexivo y estratégico de la comprensión del texto y, sobre todo, les interrumpe un aprendizaje explícito del qué, cómo y por qué del uso de estrategias de desarrollo de la comprensión lectora. En otras palabras, acudir a esos libros supone limitar las capacidades del lector para enfrentarse a una tarea de tipo cognitivo y metacognitivo, como es la lectura. En muchos casos, en las aulas estos libros siguen siendo un recurso para mantener ocupados a los alumnos. La alternativa actual es programar durante todo el año escolar una instrucción directa y explícita de estrategias metacognitivas, que ayuden al lector a controlar y regular el proceso que siguen para utilizar estrategias cognitivas. En general, el proceso de andamiaje a seguir para que los lectores aprendan a manejar estrategias metacognitivas tiene tres fases (ver figura 1). En primera instancia, es responsabilidad del docente 100% el mostrarles el sentido y uso de aquellas conductas estratégicas necesarias a seguir, para comprender un texto. Posteriormente, se irá transfiriendo gradualmente la responsabilidad a los estudiantes en tareas de trabajo grupal, para que pongan en práctica el cómo hacer en el manejo de la estrategia que se trabaje. Finalmente, este proceso de transferencia de la responsabilidad en el uso de estrategias acaba cuando el alumno asume el control total de su competencia estratégica, en tareas que activen su capacidad para reflexionar acerca del uso que hace de las mismas (cómo autoevaluar). Figura 1: Proceso de transferencia gradual de la responsabilidad en el manejo de estrategias metacognitivas. Adaptada de N.K. Duke et al. (2011) Veamos por ejemplo un esbozo de cómo trabajar una estrategia metacognitiva concreta: establecer predicciones sobre el texto. En la primera fase, y utilizando lo que viene en llamarse una estrategia de enseñanza denominada “reflexión en voz alta”, el docente modelará frente al grupo clase, paso a paso, cómo él mismo establece sus predicciones a partir de las pistas textuales y no textuales del texto narrativos o expositivo que está leyendo: el título, la lectura de la contraportada, los dibujos, gráficos, fotos, etc., llevando a cabo lo que se denomina un paseo por las pistas semánticas del texto. En una segunda fase, y en trabajo en grupos, utilizando textos auténticos de la biblioteca de aula, el lector practicará lo aprendido en la fase anterior, verbalizando a sus compañeros qué pistas ha utilizado para elaborar hipótesis de predicciones. Y en la última fase, es necesario enseñarle cómo autoevaluar los procesos de pensamiento estratégico que él mismo ha seguido para elaborar dichas hipótesis, con el objetivo de que aprenda a controlar el uso de esta estrategia, compartiendo con el docente sus fortalezas y debilidades, y reflexionando sobre su propia competencia en la misma (ver figura 2).