De cómo Pármeno y Sempronio pusieron fin a

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De cómo Pármeno y Sempronio pusieron fin a Celestina
Toc, toc, llaman los hijos de Codicia,
reclamando los frutos de su empresa:
espléndidas haciendas y dos dracmas
que paguen su entrada al infierno.
El atardecer tumba ya la puerta
y la vieja escondida aún niega
entregar lo que debe a sus retoños
firmando el merecido desenlace
Con cólera clavó su cruel cuchillo,
Avaricia rompió el saco. Al suelo
los consumidos huesos caen sin alma.
Un despeño sin freno al vacío,
un gran salto mortal hacia la nada,
reciben su sentencia los criados.
Alberto Trives
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