“Vosotros sois la sal de la tierra […] vosotros sois la luz del mundo”.

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AMIGOS Y SERVIDORES DE LA PALABRA
9 junio 2015, martes. X semana Tiempo ordinario
DE LA PALABRA DEL DIA
“Vosotros sois la sal de la tierra […] vosotros sois la luz del mundo”. Mt 5, 13-14
¿Cómo vivir esta Palabra?
“Sal de la tierra” y “luz del mundo”: palabras estupendas y vinculantes con las que Jesús define
la identidad y el rol del cristiano. La sal da sabor a los alimentos y los hace gustosos; así el
mensaje que nos trajo Cristo, se va realizando concretamente en la vida, da significado a todos
los acontecimientos de nuestra existencia y ayuda también a otras personas a conformarse a
ellos.
También la luz que nos viene de Jesús mismo, “luz del mundo” (Jn 8,12); nos revela el color
espléndido del Evangelio que ahuyenta las tinieblas del error y de las falsas ideologías que
querrían sobreponerse al Evangelio. Como las vidrieras de una catedral dejan transparentar
sus bellísimos colores a la luz del sol, así los santos son la “transparencia de Dios” y
tales deberían ser todos los cristianos.
Ser sal y luz es también una responsabilidad: el cristiano lleva a los demás el sabor y la luz del
Evangelio, pero debe ser él mismo el primero capaz de ser testimonio creíble que el Evangelio
da sabor a su vida e ilumina toda situación de vida. Si se pierde sabor o si se apaga la luz, el
cristiano no es fiel al deber que Jesús le ha confiado y llega a ser insípido y tenebroso: en nada
o en casi nada se distingue del color que sigue el propio egoísmo y la lógica del mundo.
Oh Señor Jesús, haz que tu luz no se apague nunca en mi corazón y que tu sal no
pierda sabor: que yo pueda revelar la belleza y el sabor de tu mensaje de alegría y de paz.
La voz del Papa Francisco
“¡Pero qué bella es esta misión de dar luz al mundo! Es una misión que nosotros tenemos. ¡Es
bella! Es también muy bello conservar la luz que hemos recibido de Jesús, custodiarla,
conservarla. El cristiano debería ser una persona luminosa, que lleva luz, ¡que siempre da luz!
Una luz que no es suya, sino que es regalo de Dios, es regalo de Jesús. Y nosotros llevamos esta
luz. Si el cristiano apaga esta luz, su vida no tiene sentido. Papa Francisco, Angelus del 9
febrero 2014
Comentario de D. Mario Maritano SDB
maritano@unisal.it
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