Documento descargado de http://www.elsevier.es el 18/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Med Clin (Barc). 2011;136(6):248–249 www.elsevier.es/medicinaclinica Editorial Trastorno cognitivo: una realidad en el sı́ndrome de fatiga crónica Cognitive impairment: a reality in chronic fatigue syndrome Alfredo Avellaneda Fernández a,* y Maravillas Izquierdo Martı́nez b a CS los Cármenes, Madrid, Cátedra de Salud Pública y Gestión Sanitaria, Universidad Europea de Madrid, Madrid, España Servicio de Análisis e intervención, Subdirección de Promoción de la Salud y Promoción, Comunidad de Madrid, Cátedra de Salud Pública y Gestión Sanitaria, Universidad Europea de Madrid, Madrid, España b I N F O R M A C I Ó N D E L A R T Í C U L O Historia del artı´culo: Recibido el 5 de octubre de 2010 Aceptado el 5 de octubre de 2010 On-line el 18 de diciembre de 2010 El sı́ndrome de fatiga crónica (SFC) es un trastorno complejo, crónico, de etiologı́a desconocida, que se caracteriza por surgir de forma aguda, incluso súbita, en general en una persona previamente sana. Clı́nicamente el sı́ntoma cardinal es la presencia de fatiga (fı́sica y mental), intensa y debilitante, que persiste seis o más meses, siendo de carácter oscilante y sin causa especı́fica aparente, que interfiere con las actividades habituales (familiares, laborales y sociales) e incluso en los casos más graves puede llegar a interferir seriamente las actividades básicas de la vida diaria. La fatiga no disminuye con el reposo, empeora con el ejercicio y en general se asocia a otras manifestaciones sistémicas, fı́sicas y neuropsicológicas. La mayorı́a de los pacientes con SFC cumplen también criterios de fibromialgia y entre el 30 y el 42% criterios de sı́ndrome de sensibilidad quı́mica múltiple. Por otro lado, se estima que entre el 20 y el 70% de los pacientes con fibromialgia cumplen criterios de SFC, considerándose actualmente estas tres enfermedades las principales expresiones de un tronco patogénico común. La principal comorbilidad, con relación a las enfermedades neuropsicológicas, es con depresión y ansiedad (28% en población occidental) y en menor medida (12%) con alteraciones del ritmo del sueño, lo que contribuye a aumentar la fatiga1. Por otra parte, la ausencia de pruebas diagnósticas objetivas frecuentemente origina una negación de su estado de enfermedad por parte de los profesionales, e incluso provoca, en no pocas ocasiones, el rechazo social y la incomprensión por parte de su entorno familiar. El propio enfermo, incapaz de comprender el por qué de su comportamiento, desarrolla una frustración Véase contenido relacionado en DOI: 10.1016/j.medcli.2010.07.022 * Autor para correspondencia. Correo electrónico: alfavel@gmail.com (A. Avellaneda Fernández). personal y progresivamente una merma de su autoestima, circunstancias que actúan aditivamente cerrando un doble cı́rculo vicioso que conduce o agrava la depresión, que a su vez empeora la fatiga; esta situación condiciona, en no pocas ocasiones, que muchas de las manifestaciones que aparecen, relacionadas con la esfera cognitiva, sean infravaloradas o atribuidas a la depresión. La fatiga es un motivo de consulta frecuente en la Atención Primaria, estimándose que entre un 5 y un 20% de los enfermos que acuden a las consultas de Atención Primaria presentan fatiga durante más de un mes en algún momento de su vida. La presencia de fatiga prolongada debe generar una búsqueda activa de patologı́a subyacente, pues cuando ésta se lleva a cabo, aparece una causa en más del 65% de los casos, siendo las causas más frecuentes depresión, trastorno bipolar, hipotiroidismo, diabetes y anemia2. Desde que en 1990 Altay et al3 describieran por primera vez la presencia de alteraciones de la esfera cognitiva como parte de la constelación de manifestaciones integrantes del SFC (entonces etiquetado como neurastenia posinfecciosa), los trabajos publicados relacionando estas alteraciones cognitivas con la depresión han sido numerosos y con resultados discordantes4. Algunos autores consideran el SFC un sı́ndrome preferentemente funcional claramente vinculado a los trastornos emocionales, y otros, por el contrario, defienden que el trastorno cognitivo es inherente a la enfermedad, independientemente del factor emocional, llegando incluso a considerar que el vı́nculo podrı́a ser de causa-efecto, sin que haya resultado fácil aclarar este punto debido a la ‘‘interferencia’’ provocada por la existencia del circuito de retroalimentación anteriormente comentado5. En los últimos años un mejor diseño de los estudios, con muestras de mayor tamaño, mejor selección y apareamiento de los casos y mayor control de las variables confusoras (tratamiento 0025-7753/$ – see front matter ß 2010 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.medcli.2010.10.002 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 18/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. A. Avellaneda Fernández, M. Izquierdo Martı´nez / Med Clin (Barc). 2011;136(6):248–249 farmacológico por ejemplo) ha permitido resolver este debate y avanzar en el conocimiento de la enfermedad. Majer et al4, en un estudio caso control de 58 pacientes con SFC frente a 104 controles de base poblacional, evidencian alteraciones en la velocidad motora y de la memoria independientemente de la presencia o no de trastornos psiquiátricos previos o de seguir tratamiento farmacológico. En la misma lı́nea, el estudio de Dickson et al6 compara (apareados por edad, nivel intelectual premórbido, nivel educativo y estatus socioeconómico) pacientes con SFC, pacientes con tiroiditis autoinmune y sujetos sanos, evidenciando alteraciones cognitivas, pero que se restringen a la esfera de la atención cuando ajustan los resultados por el estado emocional, encontrando que los pacientes con SFC presentan peor calidad de vida con un aumento en la percepción de la gravedad de la enfermedad y una percepción de escaso efecto terapéutico, respecto a los otros grupos. El trabajo de Schrijvers et al7 concluye que tanto la depresión mayor como el SFC presentan alteraciones en la esfera cognitiva de similares caracterı́sticas, si bien los pacientes con depresión mayor tienen más alteraciones en la destreza motora, aunque estos resultados merecen ser contrastados debido a que no se considera el posible efecto confusor de la medicación. Harvey et al8 concluyen, en un excelente estudio de seguimiento de una cohorte de 2.714 individuos entre los 36 y los 43 años, que el 7,4% de los adultos jóvenes desarrolla fatiga, sin que se asocie a alteraciones psiquiátricas. Cuando la fatiga se asocia a estas alteraciones, ambas manifestaciones presentan los mismos factores de riesgo, siendo el neuroticismo el más relevante; pero cuando la fatiga no se asocia a las alteraciones psiquiátricas, los factores de riesgo son una marcada actividad y energı́a en la edad infantil y el sobrepeso. En este último año dos estudios de diferente metodologı́a arrojan nuevas evidencias sobre el tema: Cockshell et al9 publican un metaanálisis de 50 estudios realizados en los últimos 20 años que concluye que el déficit cognitivo en el SFC es un hallazgo primario y afecta los dominios de la atención, memoria y tiempo de reacción, no existiendo déficit para destreza motora fina, vocabulario, razonamiento y funcionamiento global. Por otra parte, Santamarina et al10 contribuyen a la caracterización del deterioro cognitivo, inherente al SFC, y a diferenciar el origen de estas manifestaciones en un estudio que, aunque realizado con pocos pacientes, controla minuciosamente los factores de confusión descritos, excepto la medicación. El estudio consolida los hallazgos de estudios recientes ya comentados, concluyendo que las alteraciones en la esfera cognitiva (déficit en funciones de atención y ejecutivas) son una caracterı́stica del SFC, independientemente de la existencia o no de depresión, no encontrando alteraciones en la memoria. No obstante, la depresión se muestra como un factor modulador en 249 la gravedad de los primeros, aunque el tamaño muestral podrı́a estar condicionando una infraestimación del efecto modulador. Hoy en dı́a se acepta mayoritariamente que las alteraciones en la esfera cognitiva son una manifestación primaria del SFC, independientemente del estado afectivo-emocional del paciente. El trastorno cognitivo presente en el SFC se manifiesta en la esfera de atención y de concentración, posiblemente relacionado con disfunción cerebral, en áreas prefrontales11, pero está en debate la afectación de la esfera de la memoria. El estado emocional y los estresores vitales negativos agravan la condición, como demuestran los trabajos más recientes que aparecen en la bibliografı́a, aunque en general, exigen confirmaciones posteriores debido al pequeño tamaño muestral. Estudios, preferentemente de base poblacional, centrados en el estudio de la fatiga de larga duración, cumpla o no los criterios del SFC, resultarán útiles para aclarar las numerosas lagunas de conocimiento que existen en torno a esta manifestación clı́nica, presente en numerosas enfermedades comunes, que cada vez se vislumbra más como la expresión de un mecanismo de lesión celular, aún no totalmente identificado y común a numerosos procesos crónicos. Bibliografı́a 1. Avellaneda Fernández A, Pérez Martı́n A, Izquierdo Martı́nez M, Arruti Bustillo M, Barbado Hernández F J, de la Cruz Labrado J, et al. Chronic fatigue syndrome: aetiology, diagnosis and treatment. BMC Psychiatry. 2009 Oct 23; Suppl 1(S1). Disponible en: http://www.biomedcentral.com/1471-244X/9/ S1/S1 doi:10.1186/1471-244X-9-S1-S1. 2. Harvey SB, Wessely S. Chronic fatigue syndrome: identifying zebras amongst the horses. BMC Medicine. 2009 Oct 12;12:58. 3. Altay HT, Toner BB, Brooker H, Abbey SE, Salit IE, Garfinkel PE. The neuropsychological dimensions of postinfectious neuromyasthenia (chronic fatigue syndrome): a preliminary report. Int J Psychiatry Med. 1990;20:141–9. 4. Majer M, Welberg LA, Capuron L, Miller AH, Pagnoni G, Reeves WC. Neuropsychological performance in persons with chronic fatigue syndrome: results from a population-based study. Psychosom Med. 2008;70:829–36. 5. Knoop H, Prins JB, Moss-Morris R, Bleijenberg G. The central role of cognitive processes in the perpetuation of chronic fatigue syndrome. J Psychosom Res. 2010;68:489–94. 6. Dickson A, Toft A, O’Carroll RE. Neuropsychological functioning, illness perception, mood and quality of life in chronic fatigue syndrome, autoimmune thyroid disease and healthy participants. Psychol Med. 2009;39:1567–76. 7. Schrijvers D, Van Den Eede F, Maas Y, Cosyns P, Hulstijn W, Sabbe BG. Psychomotor functioning in chronic fatigue syndrome and major depressive disorder: a comparative study. J Affect Disord. 2009;115:46–53. 8. Harvey SB, Wessely S, Kuh D, Hotopf M. The relationship between fatigue and psychiatric disorders: evidence for the concept of neurasthenia. J Psychosom Res. 2009;66:445–54. 9. Cockshell SJ, Mathias JL. Cognitive functioning in chronic fatigue syndrome: a meta-analysis. Psychol Med. 2010;40:1253–67. 10. Santamarina-Pérez P, Freniche V, Eiroa-Orosa FJ, Llobet Colell G, Alegre J, Sáez N, et al. El rol de la depresión en el déficit cognitivo del paciente con sı́ndrome de fatiga crónica. Med-Clin-(Barc). 2011;136:239–43. 11. de Lange FP, Koers A, Kalkman JS, Bleijenberg G, Hagoort P, van der Meer JWM, et al. Increase in prefrontal cortical volume following cognitive behavioural therapy in patients with chronic fatigue syndrome. Brain. 2008;131:2172–80.