Impreso por . Prohibida su reproducción. EL MUNDO / AÑO XXV / MARTES 18 DE FEBRERO DE 2014 INNOVADORES 7 >DIVULGACIÓN Science of the city: buscando ciencia entre los edificios Jordi Oliver, Marcus Hurst y Ramon Farreny, ponentes en la última sesión del ciclo ‘Univers Internet’, en el CCCB. / SANTI COGOLLUDO > MEDIO AMBIENTE La cara B de internet, su impacto contra el planeta La infraestructura tecnológica que sostiene la red y el uso masivo de dispositivos conectados generan un impacto ambiental equivalente al de los países más contaminantes. Por David Muñoz o usamos cada día pero no lo vemos, por eso creemos que es algo abstracto e invisible. Nos permite obtener cualquier información, nos conecta con cualquier lugar, nos brinda posibilidades antes inimaginables y, además, es el sistema más eficiente. Parece que internet ha traído consigo un sinfín de ventajas. Pero también alberga algún que otro peligro. A los frentes abiertos de la privacidad, la protección de datos o los derechos de autor se les añade otro: la sostenibilidad. El impacto ambiental de una infraestructura capaz de sustentar la actividad digital de dos mil millones de usuarios no es pequeño. Los datos, aunque inexactos, hablan de un 10% de consumo eléctrico y 300 millones de toneladas de CO2 emitidas. ¿Y si internet no es tan sostenible como pensamos? Para responder a esta pregunta, el CCCB Lab organizó el pasado viernes un taller sobre la huella ecológica de la red, en el marco del ciclo Univers Internet, con el que se ha ofrecido, a través de cuatro sesiones, una visión global de las tecnologías de la información para la reflexión de los ciudadanos. El provocador tema L atrajo a una treintena de asistentes, la mayoría de ellos docentes, que pudieron experimentar una sesión teórica y práctica. El reto era desvirtualizar internet para entender que todo lo que lo sostiene contamina. Y, de paso, calcular el impacto que tienen nuestras acciones digitales cotidianas –comparando el envío de una carta por correo postal y otra mediante email–, por medio de un Se estima que el uso de internet acapara el 10% de nuestro consumo eléctrico experimento creado por los expertos en medio ambiente y desarrollo sostenible Jordi Oliver y Ramon Farreny. Aunque nos hablen constantemente de «la nube o el mundo virtual», internet no es un ente etéreo. «Son cables, centros de datos, antenas, electrones y routers», aclaró Marcus Hurst, licenciado en derecho, fundador de Yorokobu y el encargado de contextualizar este complejo tema. Hacer funcionar esta gran infraestructura tiene un impacto directo contra nuestro planeta. La fuente principal de contaminación son los centros de datos, las fábricas de internet, donde se localizan los servidores que responden a las miles de millones de peticiones de los usuarios. Actualizar el estado en Facebook, escribir un Whatsapp o ver vídeos en YouTube supone, a gran escala, un enorme consumo energético. «Asociamos la contaminación a centrales nucleares, núcleos urbanos y residuos, pero eso no es todo», advirtió Jordi Oliver, doctor en Ciencias Ambientales por la UAB. Contaminar significa alterar las condiciones y los recursos del planeta, como ocurre con el uso desmedido de la energía. Ahí es donde está, según Hurst, el gran problema «porque se usan mayoritariamente fuentes que no son renovables. El símbolo de la modernidad (internet) funciona a base de quemar fósiles (carbón, gas natural) de hace millones de años». Calcular el impacto ambiental de internet es casi tan difícil como contar las hormigas que hay en el mundo. Pese a ello, como recogió Hurst durante la charla, el científico de Stanford Jon Koomey afirma que «el uso de internet acapara el 10% de nuestro consumo Entre las luces que iluminan la noche, el tráfico y los edificios de oficinas y rascacielos también hay ciencia. Lo sostiene La Mandarina de Newton, organizadora por tercer año en Barcelona de la iniciativa Science of the city, un concurso de vídeos donde se quiere conseguir «que el ciudadano mire a la ciudad con otros ojos». Como dice la fundadora de La Mandarina de Newton, Irene Lapuente, este concurso «nace para contraponer esa idea de la ciencia como algo cerrado y limitado a la naturaleza, como se considera a veces». Por ello, Sciency of the city, que alcanza su tercera edición, busca acercar la ciencia al ciudadano para que reflexione sobre el entorno científico y tecnológico en el que vive. Hasta el momento, los participantes siempre han creado, dice Lapuente, materiales «positivos». Además, Lapuente ha notado cómo los profesionales de la materia que participan buscan en la ciudad «leyes fundamentales» mientras los ciudadanos de a pie proponen «preguntas que se cuestionan cada día». Los más de 70 vídeos elaborados para las anteriores ediciones –de cuya creatividad se siente orgullosa la fundadora de La Mandarina de Newton– han tratado, por ejemplo, el cuidado al medio ambiente «pero siempre con propuestas», advierte Lapuente, quien cuenta que las bicicletas han sido siempre un elemento muy presente entre los vídeos, pero también el coche –compartido– ha tenido su presencia y también se ha propuesto utilizar el ruido de la ciudad para hacer electricidad. Si bien hasta ahora se había organizado una exposición o unos talleres con investigadores para eléctrico». The Guardian calculó en 2010 cerca de 300 millones de toneladas de CO2 generadas por la actividad de la red. Si internet fuera un país sería el quinto más contaminante del planeta según el Centro para la Eficiencia Energética de las Telecomunicaciones (CEET) de Australia. La escasez y la destrucción de los recursos del planeta obliga a plantearse la sostenibilidad de algo que ya es parte intrínseca de nuestras vidas. Las grandes empresas ya han dado algunos pasos. Apple anunció el pasado año que todos sus centros de datos funcionan con energía renovable y Facebook aseguró que haría lo propio con el centro de Iowa que abrirá en 2015. Ahora es momento de educar a la sociedad, empezando por los llamados nativos digitales, con experimentos como el llevado a cabo en el CCCB, para que reduzca su contaminación, con consejos como los que se dieron: «Eliminar los emails de la papelera, optimizar el diseño de nuestras páginas web para reducir el tiempo de carga, ajustar los Imagen de una exposición en una edición pasada. dispositivos a nuestras necesidades, cambiarlos mostrar los frutos de este trabajo menos y presionar para que los de cocreación ciudadana, este proveedores de alojamiento utiliaño se opta por premiar con 500 cen entornos más ecológicos». euros, al más creativo y al más La gran incógnita por despejar votado, y mostrar algunos de los es si algún día no habrá suficienvídeos en una televisión catalana. te energía como para alimentar Por el momento, los interesados el consumo desenfrenado de bits. pueden coger sus cámaras y abrir Sólo el tiempo lo dirá. De mosus mentes. Tienen tiempo hasta mento, usen las pantallas con el 24 de abril para enviar sus vímoderación, por si acaso. deos. / ANDREA PELAYO