I Domingo de Adviento (ciclo C) Domingo 29 de noviembre de 2012 Jeremías 33 14-16; 1 Tesalonicenses 3, 12-4,2; Lucas 21, 25-28.34-36 25 Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. 26 Los hombres desfallecerán de miedo ante la expectativa de lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. 27 Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. 28 Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación". 34 Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes 35 como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. 36 Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre". Jesús vino, viene y vendrá. Con el primer domingo de Adviento comienza un nuevo año litúrgico. El Evangelio que nos acompañará en el curso de este año, ciclo C, es el de San Lucas. La Iglesia acoge la ocasión de este tiempo fuerte, del paso, de un año al otro, de una estación a otra, para invitarnos a detenernos un instante, a observar nuestro rumbo, a plantearnos las preguntas fundamentales de la vida « ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? Y sobre todo, ¿adónde vamos?». Estos días son especiales, como invitados a un retiro, sin retirarnos de nuestras actividades, pero a tomar conciencia, que, en medio del ajetreo del tiempo, la Iglesia hace sonar ESTA CAMPANA del adviento, para que detengamos nuestro corazón y revisemos nuestra conducta, y salgamos al encuentro del Señor, que viene, vino y vendrá. Jesús, vino: Es la venida histórica, que este tiempo de adviento, que significa, venida o advenimiento, nos prepara para celebrar el nacimiento del niño Jesús, Dios con nosotros, en la pronta navidad Jesús, viene: El Señor, se quedó con nosotros; “Yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo” Mt 28,20, de una manera nueva, sacramental, se quedó en su palabra, en la Iglesia, en los sacramentos, sobre todo con su presencia viva, en la eucaristía, en el prójimo, particularmente en los mas pobres, en los acontecimientos y signos de los tiempos, y en nosotros, por su gracia. Es la venida actual de Jesús. Algunos santos, la llamaron la venida intermedia, entre la primera y la segunda. Jesús, vendrá: Es lo que anuncia el evangelio, con verbos futuros, precedidos de signos apocalípticos, señales en el cielo, como avisos, de su llegada: Habrá… los pueblos serán… se verá al Hijo del hombre, venir… Es la venida futura, o segunda venida. Este Jesús, es el mismo hoy, ayer y para siempre, el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el que es, el que era y el que vendrá. Tengan ánimo Ante los signos del fin de los tiempos, aparecerá la angustia y el miedo, como indica el evangelio. Pero el Señor nos llena de consuelo y esperanza, porque el que viene es El mismo, lleno de poder y de gloria, para juzgar, como rey, y pastor, a la humanidad. Por eso, dice: “Tengan ánimo”, no se desesperen ante todo esto, benditos de mi Padre. Solo los que han obrado el mal, tendrán que temer. Y se acerca la liberación, un nuevo estado de libertad total. Esta liberación, que comenzó en este mundo, con la muerte y resurrección del Señor, al redimirnos del pecado y otorgarnos su gracia. El Señor es el Salvador y el Liberador, de nuestras esclavitudes, y de tantos hombres y mujeres, que como esclavos, están dominados por sus propios vicios y faltas. Pero el Señor, vino para esto a nuestro mundo, a liberar y salvar, por la Iglesia, con la fuerza de su palabra, de su presencia y de sus sacramentos, a nosotros pecadores. Por eso, resuena en nuestros oídos estas palabras de gracia, y de alivio: Tengan animo, los desanimados, los tristes, los desconsolados, los afligidos y agobiados, los deprimidos y los estresados. El Señor esta, hay que acercarse, hay que reconocerlo, hay que buscarlo, hay que amarlo. Tengan cuidado El Señor, también nos advierte, que tengamos cuidado, y seamos responsables de nuestra vida, que es prestada, ya que no somos propietarios de nosotros mismos, y de nuestro futuro, porque estamos en las manos misericordiosas del Señor y el Señor vendrá de improviso. Excesos actuales y reales: los excesos, que habla el evangelio, no son de ayer son de hoy. Menciona la embriaguez y las preocupaciones de la vida. Pero se podrían extender en nuestro tiempo: exceso de velocidad, de sexo, de juegos, de consumo, de robo, de crímenes y de inseguridad, de infidelidades, de divorcios, de corrupción, de lujo, de homosexualidad y los que se quieran agregar. Para el Señor, que es Salvador y liberador, todos estos excesos, pueden convertirse en regresos. Como sucede hoy, y ha sucedido siempre. Testimonios de hombres y mujeres que se convirtieron al Señor en su Iglesia, tocados por la gracia del Espíritu Santo, cambiaron sus vidas y las santificaron Soluciones prácticas y verdaderas: Ante esta realidad que nos advierte el Señor en su evangelio, nos presenta y remarca dos actitudes, para este tiempo de Adviento. La prevención y la oración. Estén prevenidos: Ante su venida, que desconocemos, estamos llamados a prepararnos antes, que es lo significa estar prevenidos. Como indica el diccionario: Provisto, abundante, lleno, como un frasco bien prevenido, como una persona advertida y cuidadosa. Y la mejor preparación para un católico, es arrepentirse y confesarse, con la ayuda de Dios y emprender el camino de regreso a la vivencia de los mandamientos. Como decía un sacerdote: en esta vida lo importante, es no vivir en pecado mortal, sino vivir en gracia, crecer en gracia y morir en gracia. Oren incesantemente: La oración es la debilidad de Dios y la fuerza del cristiano. El mismo Señor es modelo de oración, y en tantos ejemplos que traen los evangelios. Y sabemos que sin oración, no se puede avanzar ni crecer. Es como el agua de las plantas. Sin oración, sin agua, la vida se seca. La gente puede confundir oraciones, que son importantes, y necesarias, y que habitualmente hacemos, con oración, que es ese encuentro íntimo con Dios, con aquel que sabemos que nos ama, tratando de amistad con el Señor, un rato del día., un tiempo, un momento determinado. Jesús habla en plural: Oren, y se refiere a todos. Por eso este tiempo de adviento, nos tiene que movilizar, a rezar de veras y en serio. Estamos llamados y comprometidos a una cruzada de oración. Rezar uno y hacer rezar. Puede ser con otro, pero también por otro, especialmente que necesite. Y no será que el mundo comenzará a cambiar un poco, a serenar nuestra crispación, a aplacar la violencia verbal, a reanudar los vínculos familiares y a empezar por nosotros mismos, para que esta NAVIDAD, sea realmente nueva. Un santo adviento asegura una santa Navidad. Que así sea. Padre Luis Alberto Boccia Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima de Rosario.