Cami es la hermana más chica de Manu, que duerme la siesta en el cuarto de sus padres y es la razón por la cual, desde hace catorce meses, Manu no puede celebrar sus golazos sin que su madre le grite todavía más fuerte. ¡Ah, qué épocas aquellas, señores, en las que Manu podía quedar afónico con un alarido de gol que reíte del “Loco” Abreu! ¿Quién lo mandó a tener otra hermanita a los nueve años? ¡Como si no fuera suficiente con tener que soportar a Luna, su hermana de cinco, señores! Suena el timbre y el partido imaginario que enfrentaba a Manu contra un par de sillas se interrumpe. Del otro lado de la puerta se escucha la voz de Pedro. –¡Abrime, Manu, que tenemos que irnos! Manu corre hacia la puerta mientras termina de ponerse la camiseta número 10 del Barcelona (la de su ídolo, Messi), la misma que había revoleado sobre su cabeza durante el festejo. No es la oficial, no es el último modelo con las rayas anchísimas y medio esfumadas, pero es la de Messi y eso le alcanza. En realidad, estaba listo desde hace un rato. Se mira reflejado en el vidrio del ventanal que da al hall de entrada. Aprueba. Lio no lleva el pelo tan revuelto como Manu, pero 8