9. RECUENTO DE HEMATÍES Y LEUCOCITOS I) Introducción Para preservar la constancia del medio interno, las células hemáticas han de mantenerse constantes. Por eso las células viejas o desgastadas son destruidas y renovadas continuamente. La cantidad de cada tipo de células sanguíneas constituye un parámetro constante para cada especie, con las variaciones normales debidas a la edad y al sexo. Este parámetro sólo se verá alterado en determinadas circunstancias ambientales o patológicas. El recuento de células hemáticas, tanto de eritrocitos como de leucocitos, es una de las pruebas clásicas en analítica clínica. El recuento de plaquetas no se suele hacer, salvo cuando se sospecha que el paciente tiene alguna anomalía grave (normalmente de tipo leucémico). Estas pruebas tienen por objeto determinar la concentración de los distintos tipos celulares presentes en la sangre. Permiten detectar anomalías como anemias y policitemias en el caso de los glóbulos rojos, y leucopenias y leucocitosis en el de los glóbulos blancos. La importancia clínica atribuida al recuento, sobre todo en el caso de los eritrocitos, ha fluctuado a lo largo de la historia. Actualmente se le da un valor menor, debido sobre todo a su inexactitud. Para determinar la anemia se considera más exacto y simple el valor hematocrito (relación entre el volumen de eritrocitos y el volumen total de sangre). II) Material -Cámara de recuento de Neubauer o Burker -Cubreobjetos -Pipetas especiales para dilución de la sangre -Solución diluyente para la sangre -Microscopio III) Método Se llena de sangre la pipeta de dilución (Fig.1), hasta la señal 0'5 ó 1, dependiendo de cuánto deseemos diluir la sangre. Tomaremos la precaución de evitar burbujas que introducirían errores en la medición. Como se puede apreciar en la Fig.1, existen dos pipetas distintas de dilución de la sangre: una para eritrocitos y otra para leucocitos. La de eritrocitos presenta una ampolla de dilución mayor. Si la sangre sube más arriba de la señal, se puede corregir el error aplicando la punta sobre la yema del dedo o sobre un papel de filtro. Si el exceso de sangre es grande, se debe limpiar la pipeta y repetir la operación. Se limpia bien la punta de la pipeta y se sumerge en la correspondiente solución diluyente. Se llena hasta la señal 101 en eritrocitos o hasta la 11 en leucocitos. Se tapan los extremos de la pipeta y se agita suavemente unos segundos para facilitar la mezcla en la ampolla de dilución de la pipeta. Como consecuencia, la sangre queda diluida en la pipeta de eritrocitos a 1/200 (si se llenó de sangre hasta la señal 0'5) o a 1/100 (si se llenó hasta la señal 1); y en la pipeta de leucocitos a 1/20 o a 1/10. Se prepara la cámara de recuento con el cubreobjetos y se vuelve a agitar la pipeta durante 2 ó 3 min. (no con demasiada energía, para evitar que se rompan las células). Se eliminan soplando las primeras gotas de líquido que ocupan la porción capilar de la pipeta, pues en esa zona el líquido está exento de células, y se apoya la punta de la pipeta (formando un ángulo de aproximadamente 35º) en el borde del cubreobjetos (Fig.2). El líquido penetrará por capilaridad. Debe llenar justamente el espacio plano situado bajo el cubreobjetos, puesto que un exceso de líquido tiende a elevarlo, con el consiguiente aumento en el volumen y en el número de células contadas. Si existe un pequeño exceso de líquido, puede eliminarse tocando ligeramente la gota con el dedo. Se sitúa la cámara en el microscopio, después de unos minutos para que las células sedimenten, y se procede al recuento con el objetivo de 10 aumentos. IV) Principio del recuento La cámara de recuento (de Neubauer o Burker) consiste en una gruesa capa de vidrio con unas plataformas centrales que son exactamente 0'1 mm más bajas que las laterales. En las plataformas centrales existe una cuadrícula (diferente dependiendo de una u otra cámara, como muestra la Fig.3). Los lados de los cuadrados pequeños son, en ambas cámaras, de 0'05 mm. Los lados de los cuadrados grandes en la cámara de Neubauer son de 0'25 mm. La altura entre el cubreobjetos y la cámara central es de 0'1 mm. Normalmente se utiliza la cámara de Neubauer (los cuadrados grandes para el recuento de leucocitos, y los pequeños para el de hematíes). Una vez realizado el recuento, los resultados deben expresarse en número de células por milímetro cúbico de sangre. nº céls./mm3 de sangre = (A/V) x f Donde: A = número de células contadas V = volumen del cuadrado (en mm3) f = factor de dilución Cada persona debe realizar el recuento en al menos 3 cuadrados diferentes y hallar la media, antes de calcular la concentración de células. V) Experiencias sobre esta práctica A los alumnos les resulta entretenida. Además, cuando se hace bien, se obtienen valores correctos (5-5’5 millones de eritrocitos/mm3 en los chicos, algo menos en las chicas). Pero conviene recordar que actualmente se recurre más al hematocrito (que, ya lo hemos dicho, también se puede realizar en clase si disponemos de tubos finos y graduados de vidrio). Una vez más hay que tomar la precaución de que los alumnos “susceptibles” o hipocondríacos no “deduzcan” que están anémicos porque les ha salido una proporción de 3 millones de eritrocitos por mm 3: si no tienen aspecto de “desenterrados”, es probable que se hayan cometido errores en el proceso. Por todo esto y por higiene, sigo pensando que lo más práctico es utilizar siempre la sangre del profesor. Además, ganamos prestigio cuando ven que nos pinchamos el dedo con una lanceta para sacar una gota de sangre, sin hacer aspavientos (de todos modos, si alguno prevé que no va a ser capaz de hacerlo sin desmayarse -¡sería un espectáculo para los alumnos!- conviene que se ponga de acuerdo antes con algún alumno al que no le importe hacer eso con su dedo…)